La Renovación Carismática Católica, clave en la nueva evangelización de las familias

julio 12, 2021

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Entrevista con Salvatore Martinez, responsable de este movimiento eclesial en Italia

Rocío Lancho García

ROMA, Monday 4 February 2013 (Zenit.org).

La Renovación Carismática Católica (RCC) en Italia celebró recientemente en Sacrofano, Roma, la VII Asamblea Nacional. El encuentro lleva por lema «Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares» (MC 16, 20), que recoge la invitación de Benedicto XVI a la RCC en ocasión de la Audiencia especial del año pasado en la Plaza de San Pedro: «Afrontar sin temor, guiados por el Espíritu Santo, las exigentes tareas de la nueva evangelización»

ZENIT ha entrevistado a Salvatore Martinez, responsable nacional de este movimiento en Italia, para compartir sus impresiones sobre la Asamblea Nacional y sobre los proyectos de la Renovación Carismática en este país.

¿Se ha celebrado recientemente la VII Asamblea Nacional bajo el tema «Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares»  ¿cómo ha ido el encuentro?

–Salvatore Martinez: La Asamblea Nacional es un encuentro dedicado a los coordinadores diocesanos, a los coordinadores regionales y a los miembros del Comité Nacional de Servicio. Es un encuentro anual, estatutario, de particular importancia en la vida del Movimiento. La Asamblea es una gran ocasión de discernimiento sobre el camino en curso, de verificación pastoral, de profundización de la Orientación para el año 2013, de actualización en lo relacionado con los Proyectos marcados por el Movimiento.

Este año la Asamblea se ha abierto también a los «ancianos de la RCC» y a los delegados nacionales de las Oficinas y de los Ministerios en un espíritu «sinodal» de compartir, y de responsabilidad sobre los proyectos futuros de la RCC. El tema del encuentro «Id y predicad por todo el mundo» (Mc 16, 20) recoge la invitación de Benedicto XVI a la RCC, en ocasión de la audiencia especial del pasado 26 de mayo en la plaza San Pedro: «Afrontar sin temor, guiados por el Espíritu Santo, las exigentes tareas de la nueva evangelización».

Además, han contado con la participación de monseñor Enrico Dal Covolo y monseñor Giuseppe Marciante

–Salvatore Martinez: Monseñor Enrico dal Covolo, obispo, teólogo y patrólogo, desde 2010 rector magnífico de la Universidad Pontificia Lateranense -presente en medio de nosotros el primer día de la Asamblea, 25 de febrero, con corazón de pastor, en la cordialidad y en la simpatía que le caracterizan-, dirigió la Lectio divina sobre el tema: “Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1 Ts 2, 4).

Después de recorrer los momentos de la conversión de san Pablo, su paso de perseguidor a Apóstol, en la meditatio subrayó algunas palabras significativas: el Evangelio es una Persona, Jesús mismo. Como para Pablo, este Evangelio es para nosotros, para nuestra salvación, a partir del encuentro decisivo con Jesús vivo, resucitado entre los muertos. Una experiencia que se hace vida, camino, encarnación, deseo inagotable de participar de la vida de Jesús, es decir de la vida divina en vista de la vida eterna.

Después de presidir la Celebración Eucarística, monseñor Dal Covolo, llevando en el corazón la atención del Santo Padre Benedicto XVI hacia la Renovación Carismática Católica, se hizo intérprete impartiendo a la Asamblea la Bendición final de la Santa Misa en nombre del Pontífice.

Monseñor Giuseppe Marciante, obispo auxiliar de Roma por el sector Este, se unió a nuestra asamblea para celebrar la Santa Misa del 26 de febrero. Escuchamos en su homilía que «la certeza de la presencia de Cristo es la alegría auténtica que acompaña la vida de los cristianos. De esta alegría la Renovación tiene que hacerse también portavoz, porque, como el obispo subrayó, «hay necesidad en el mundo de centinelas que traigan buenas noticias.

Es, de hecho, para cada uno de nosotros, la invitación del profeta: Alza la voz, no temas, anuncia a la ciudad de Judá» (cf Is 40, 9). Hemos sido invitados a ser en la Iglesia los centinelas de la Nueva Evangelización».

¿Cómo es el compromiso de la RCC con la ‘Nueva Evangelización’?

–Salvatore Martinez: Precisamente durante la Asamblea se presentó e interiorizó el «Plan Nacional para la Nueva Evangelización», respuesta puntual del papa al reciente Sínodo dedicado a la Nueva Evangelización, una extraordinaria experiencia de renovación de la fe que tuve la gracia de vivir como auditor nombrado por Benedicto XVI. El tema de la fe hoy se ha convertido en trascendental.

Benedicto XVI lo ha destacado con determinación afirmando que «la verdadera crisis de la Iglesia es una crisis de fe». El riesgo de pérdida de sabor de la fe es hoy muy fuerte y no solo en Occidente, como efecto de muchas tendencias contrarias al cristianismo y desacralizantes presentes en la sociedad. La evangelización debe ser repensada de forma adecuada al hombre nuevo, renovado por el Espíritu. Para hacerlo no basta la espontaneidad, la buena voluntad, la generosidad de tanta gente que se siente interpelada por la llamada a evangelizar.

Se trata de reanunciar con convicción el Evangelio, proponer la experiencia de Jesús con nuevo fervor a través de los medios sacramentales y carismáticos de los que dispone la Iglesia, positivos y negativos.

Mirando a la globalización, a la crisis económica, al egoísmo generacional, a la debilidad de la vida humana, a la crisis de la familia, a la desconfianza en la Iglesia y en las instituciones, nos hemos preocupado por indicar en nuestro Plan respuestas coordinadas -centradas e inspiradas en la enseñanza del Concilio Vaticano II- a la Tradición de los Padres de la Iglesia, a la difusión del Catecismo de la Iglesia Católica y de la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Qué quiere decir concretamente?

–Salvatore Martinez: En el plano de la experiencia y metodológico se trata de reeducar en el compartir del Evangelio, la lectura espiritual de la Palabra de Dios, el ejercicio comunitario de los carismas, para favorecer un nuevo lanzamiento de testimonios fuera del contexto comunitario.

Queremos reeducar a los creyentes en moverse en torno al binomio «Kerigma y carisma» para que la fe no esté ya «entre líneas» sino explícita en la vida social, en la vida eclesial, en la promoción de una nueva subjetividad eclesial y social de la familia, en la formación de catequistas y animadores, especialmente de los jóvenes confirmados y en noviazgo, en la defensa de cuantos sufren y esperan caminos de redención humana, moral y espiritual.

Y en relación al Año de la Fe, ¿cómo está trabajando la RCC en Italia?

–Salvatore Martinez: Entre las iniciativas  señalar, a manos de la RCC y patrocinadas por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, está el proyecto 10 plazas para 10 mandamientos. Realizado por primera vez en Italia en el mes de septiembre de 2012, continuará a lo largo del Año de la Fe, específicamente entre los meses de junio a septiembre de 2013.

En ocho ciudades italianas se promoverá una relectura de las Tablas de la Ley a través del arte, la creatividad, la música, la danza, la literatura, los nuevos lenguajes audiovisuales y la presencia de testimonios más o menos significativos, que explicarán el mandamiento asignado a cada una de las ciudades correspondientes. Queremos suscitar una representación del Decálogo en la enseñanza de una laicidad positiva y propositiva, para dar a nuestras ciudades un Dios involucrado en las situaciones humanas, y a los mismo hombres, nuestros contemporáneos, la medida verdadera y justa de lo humano a partir de la ley del amor.

Una gran ocasión para llevar a Dios entre la gente, para hacer pública nuestra fe, para permitir a tantos «personajes» de nuestro tiempo profesar su fe sin vergüenza. Un proyecto que definiría como «profético», al que también el Santo Padre ha querido dar su contribución grabando un videomensaje ad hoc que se transmite en cada plaza, con el cardenal y el alcalde de la ciudad, y que hace de fondo a la lectura del mandamiento particular confiado a cada ciudad.

¿Qué puede contar sobre el Centro Internacional Familia de Nazaret?

–Salvatore Martinez: El Centro Internacional Familia de Nazaret es un proyecto que nace de un «sueño» del beato Juan Pablo II en 1997, manifestado durante el II Encuentro Mundial de las Familias en Río de Janeiro: dar a todas las familias del mundo una morada, una Casa del Papa en la ciudad de la Sagrada Familia, en Nazaret, donde todo inició. Un sueño alimentado por el cardenal Alfonso López Trujillo, difunto presidente del Pontificio Consejo para la Familia y de su sucesor, el cardenal Ennio Antonelli, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Familia.

Fue después el santo padre Benedicto XVI quien dio de nuevo impulso a la noticia de la creación de un Centro Internacional para las Familias, durante su Viaje Pastoral a Tierra Santa en 2009. La Obra, confiada a la gestión y a la animación de la RCC, ahora entra más profundamente en su fase operativa, después de que esta iniciativa especial se diera como noticia a todo el mundo, durante el VII Encuentro Mundial de las Familias en Milán, el pasado junio, cuando se presentó como «obra signo» de este acontecimiento eclesial.

La última etapa en la historia del Centro se refiere a la institución de la fundación vaticana «Centro Internacional Familia de Nazaret», creada por el Santo Padre y confiada a la Asociación Renovación Carismática en colaboración con el Pontificio Consejo para la Familia, «para poner en práctica el Magisterio de la Iglesia católica relativo a la familia» (del Acto constitutivo del Estatuto de la Fundación Vaticana «Centro Internacional Familia de Nazaret»). La recién nacida fundación, presidida por mí, se ha asentado, en ocasión del primer consejo de administración, el viernes 18 de enero 2013. Forman parte, además, dos miembros de la RCC, monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia y monseñor Simón Vázquez, subsecretario de este dicasterio.

La fundación tiene sede en el Estado de la Ciudad del Vaticano y está dotada de personalidad jurídica canónica pública y civil vaticana. La sede operativa está en los locales del Pontificio Consejo para la Familia, elección que refuerza la colaboración entre estas dos realidades llamadas a dar vida, juntas, a este gran proyecto. La Fundación se encargará de «difundir el Magisterio de la Familia, promoviendo la formación espiritual y la evangelización de las familias y sostener la pastoral familiar en todo el mundo», también a través de la construcción de nuevos centros o la gestión de centros ya existentes, «con prioridad en Tierra Santa» (del Estatuto de la Fundación Vaticana «Centro Internacional Familia de Nazaret»).

Por lo tanto, hacia Nazaret se desplegarán con prioridad todas las fuerzas y el trabajo de la Fundación, para que pueda ser edificado el Centro Internacional para la Familia sobre la parte superior de la colina que domina la ciudad y la Basílica de la Anunciación.


El maná de cada día, 5.1.20

enero 4, 2020

Domingo II de Navidad

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Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros



Antífona de entrada: Sb 18, 14-15

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos.


Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo


PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 24, 1-2. 8-12

La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos.

El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: -«Habita en Jacob, sea Israel tu heredad». Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás.

En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto, y en Sión me establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y resido en la congregación plena de los santos.


SALMO 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: Jn 1, 14)

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.


SEGUNDA LECTURA: Efesios 1, 3-6. 15-18

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.


Aclamación antes del Evangelio: 1Tm 3, 16

Gloria a ti, Cristo, proclamado a los paganos. Gloria a ti, Cristo, creído en el mundo.


EVANGELIO: Juan 1, 1-18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Antífona de la comunión: Jn 1, 12

A cuantos lo recibieron les da poder para ser hijos de Dios.


Y LA PALABRA SE HIZO CARNE

Card. Joseph Ratzinger (después, Benedicto XVI)
EL ROSTRO DE DIOS, Ed. Sígueme. Salamanca 1983

En el evangelio de la tercera misa de navidad (Jn 1, 1-18) parece que todo lo que nos es amable y familiar del nacimiento de Jesucristo en el establo se ha alejado a la extraña dimensión del misterio. Aquí no se habla ya del niño ni de la madre, no se dice nada de pastores y de sus ovejas, nada del cántico de los ángeles, que anuncian al hombre la paz partiendo de la gloria de Dios.

Sin embargo, hay algo en común con todo eso: también el evangelio de hoy habla de una luz que ilumina en las tinieblas; habla de la gloria de Dios que nosotros podemos contemplar, como gracia, en la Palabra hecha carne, y habla del Señor que no fue aceptado en su propiedad o en los que eran los suyos (1).

Pero en medio de estas grandilocuentes palabras de misterio, aparece de repente el establo en el que el hijo de David debía nacer, puesto que no había lugar para él en la ciudad.

Así, si se examinan con profundidad las cosas, se reconoce sin duda que el evangelio del día no habla de otra cosa que de lo que hablan los evangelios de las misas de la nochebuena. Sólo que parten de distintos puntos de vista.

Lucas y, de un modo semejante, Mateo cuentan la historia terrena y nos descubren, a partir de ahí, el acceso a la actuación misteriosa de Dios. Juan, el águila, contempla todo a partir del misterio de Dios y muestra cómo llega ese misterio hasta el establo, hasta la carne y la sangre del hombre. Así, pues, ¿de qué se trata propiamente?

¿Qué es lo que pretende decirnos la iglesia para el día de navidad y, partiendo de ahí, para todo el año, y, en fin de cuentas, para nuestra vida, al presentarnos este texto tan solemne y serio donde nosotros deberíamos esperar las palabras cálidas del relato del nacimiento?

I.

Este evangelio corresponde, desde los tiempos más antiguos, a la liturgia de la navidad, porque contiene la frase que nos ofrece la causa y el motivo de nuestra alegría, el contenido propio de la fiesta: el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14).

En la navidad no celebramos el día natalicio de un hombre grande cualquiera, como los hay muchos. Tampoco celebramos simplemente el misterio de la infancia o de la condición de niño.

Ciertamente que lo puro y lo abierto del niño nos hace esperar, nos proporciona esperanza. Nos da ánimos para contar con nuevas posibilidades del hombre. Pero si nosotros nos aferramos demasiado a eso solo, al nuevo comienzo de la vida que se da en el niño, entonces lo único que podría quedar en definitiva sería la tristeza: porque también esto «nuevo» acaba por hacerse algo viejo y usado.

También el niño entrará en el campo de concurrencia y de rivalidad de la vida, participará en sus compromisos y en sus humillaciones, y, como remate de todo, acabará siendo, igual que todos, presa y botín de la muerte.

Si nosotros no tuviéramos otra cosa que celebrar que sólo el idilio del nacimiento de un ser humano y de la infancia, entonces en último extremo no quedaría nada de tal idilio. Entonces nada tendríamos que contemplar más que el morir y el volver a ser; entonces cabría preguntarse si el nacer no es algo triste, puesto que sólo lleva a la muerte. Por eso es tan importante observar que aquí ha ocurrido algo más: el Verbo se hizo carne.

«Este niño es hijo de Dios», nos dice uno de nuestros villancicos navideños más antiguos. Aquí sucedió lo tremendo, lo impensable y, sin embargo, también lo siempre esperado: Dios vino a habitar entre nosotros.

Él se unió tan inseparablemente con el hombre, que este hombre es en efecto Dios de Dios, luz de luz y a la vez sigue siendo verdadero hombre.

Así vino a nosotros efectivamente el eterno sentido (2) del mundo de tal forma que se le puede contemplar e incluso tocar (cf. 1 Jn 1,1). Pues lo que Juan denomina «la Palabra» o «el Verbo», significa en griego al mismo tiempo algo así como «el sentido». Según eso, podemos también traducir nosotros: el sentido se ha hecho carne.

Pero este sentido no es simplemente una idea corriente que penetra en el mundo. El sentido se ha aplicado a nosotros y ha vuelto a nosotros. El sentido es una palabra, una alocución que se nos dirige.

El sentido nos conoce, nos llama, nos conduce. El sentido no es una ley común, en la que nosotros desempeñamos algún papel. Está pensado para cada uno de una manera totalmente personal. Él mismo es una persona: el Hijo del Dios vivo, que nació en el establo de Belén.

A muchos hombres, tal vez nos parece esto demasiado hermoso para que sea verdadero. Aquí se nos dice: sí, existe un sentido. Y el sentido no es una protesta impotente contra lo que carece de sentido. El sentido tiene poder. Es Dios. Y Dios es bueno.

Dios no es un ser sublime y alejado, al cual nunca se puede llegar. Se halla totalmente próximo, al alcance de la voz, y se le puede alcanzar siempre. Él tiene tiempo para mí, tanto tiempo que hubo de yacer en un portal y que permanece siempre como hombre.

Pero nos volvemos a preguntar: ¿puede ser esto verdad? ¿se amolda efectivamente a Dios el ser o hacerse niño? No queremos creer que la verdad es hermosa; según nuestra experiencia, la verdad es, en fin de cuentas, por lo general cruel y sucia: y cuando alguna vez parece que no lo es, entonces horadamos y cavamos en torno a ella hasta confirmar nuevamente nuestra sospecha.

Del arte se dijo una vez que servía a lo bello y que esta belleza era, a su vez, splendor veritatis, el esplendor o el brillo de la verdad, su resplandor interior. Pero hoy día, el arte cree que su misión o tarea más alta consiste en desenmascarar al hombre como algo sucio y repugnante.

Si nosotros pensamos en los dramas de B. Brecht, toda la genialidad del poeta se aplica también aquí al descubrimiento de la verdad, pero no ya para mostrar sus luces, sino para demostrar que la verdad es sucia y que la suciedad es la verdad. El encuentro con la verdad no ennoblece, sino que envilece. De ahí que surja la mofa contra la navidad y la burla contra nuestra alegría.

Pero, de hecho, si no hay Dios, entonces no hay ninguna luz, sino que sólo nos queda la sucia tierra. Ahí radica la realmente trágica verdad de tal «Poesía».

II.

«Los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11). En fin de cuentas, nosotros preferimos nuestra terca desesperación a la bondad de Dios, la cual, partiendo de Belén, podría tocar a nuestro corazón. En fin de cuentas, somos demasiado soberbios para dejarnos salvar y redimir.

«Los suyos no lo recibieron»; el abismo de esta frase no se agota con la historia de la búsqueda de alojamiento, que nuestros nacimientos representan y actualizan con tanto amor. Tampoco se agota con el llamamiento moral a pensar en los que no tienen techo en todo lo ancho de la tierra y también aquí en nuestras ciudades, por muy importante que sea esa llamada.

Esta frase apunta y afecta a algo más profundo de nosotros, a la causa más profunda de que la tierra no ofrezca a muchos ningún cobijo o techo: nuestra soberbia cierra las puertas a Dios y de esa manera también a los hombres.

Nosotros somos demasiado orgullosos para ver a Dios. Nos ocurre lo que a Herodes y a sus especialistas en teología: en esa categoría o en ese grado, no se escucha el canto de los ángeles. En esa categoría, uno no se siente ni amenazado ni molestado por Dios. En esa categoría, no se quiere ya ser «su propiedad» (3) -propiedad de Dios-, sino simplemente pertenecer cada uno a sí mismo.

Por eso no queremos recibir a Aquél que viene a su propiedad porque entonces tendríamos que transformarnos y reconocerlo a él como nuestro dueño.

Él vino como niño para quebrar nuestra soberbia. Tal vez nosotros capitularíamos antes frente al poder o a la sabiduría. Pero él no busca nuestra capitulación, sino nuestro amor. Él quiere librarnos de nuestra soberbia y así hacernos efectivamente libres.

Dejemos, pues, que la alegría tranquila de este día penetre en nuestra alma. Ella no es una ilusión. Es la verdad. Pues la verdad, la última, la auténtica, es hermosa. Y, al mismo tiempo, es buena. El encontrarse con ella hace bueno al hombre. Ella habla a partir del niño, el cual, sin embargo, es el propio hijo de Dios.

III.

Nuestro evangelio desemboca en la frase: «Y vimos su gloria…» (1,14). Estas podían ser las palabras de los pastores, al regresar del establo y resumir sus vivencias. Podrían ser las palabras con las que José y María trataran de describir los recuerdos de aquella noche de Belén. Pero no. Son como la mirada retrospectiva del discípulo que expresa lo que le ocurrió en su encuentro con Cristo.

Y así podríamos decir todos nosotros como cristianos: hemos visto su gloria. Sí, precisamente partiendo de eso, se podría explicar lo que es creer: ver o contemplar su gloria en medio de este mundo.

El que cree, ve. ¿Pero hemos visto nosotros? ¿No estamos todavía ciegos? ¿No vemos siempre únicamente a nosotros mismos y nuestra imagen que se refleja en un espejo? Cada uno puede ver fuera solamente algo que corresponde a lo que hay en él.

Dejemos que nuestros ojos sean abiertos por el misterio de este día y así podamos ver. Y así podremos vivir como «videntes» o como personas que ven. La colecta de Adveniat (4) podría ser una pequeña respuesta a la llamada de la navidad. Un signo de que nosotros hemos oído y visto, de que nosotros reconocemos a Dios como el verdadero dueño de todo lo que nos es propio.

Así podremos también nosotros ser portadores de la luz que procede de Belén y luego pedir, llenos de confianza: Adveniat regnum tuum. Que venga tu reino. Que venga tu luz. Que venga tu alegría. Amén.

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  1. Entre los alemanes es frecuente traducir: «vino a su propiedad» (in sein Eigentum kam.), lo que entre nosotros se traduce corrientemente: «vino a los suyos». Con todo, el texto latino dice «in propria venit» y el griego «eis ta idía elce = vino a lo que le era propio o a las cosas propias» (N. del T.).
  2. El autor traduce en este caso la palabra griega «Logos» por «Sinn», es decir, «sentido» o «significado». Conviene que lo tengan en cuenta los que no estén habituados a esta interpretación, para comprender todo lo que sigue (N. del T.)
  3. Cf. nota 1.
  4. Conviene saber que Adveniat es una organización caritativa alemana, de rango nacional, cuyas aportaciones al tercer mundo, etc., suelen ser cuantiosísimas. Quien no sepa que Adveniat es eso, y que precisamente su colecta más importante se verifica en tiempo de navidad, no comprenderá el texto (N. del T.).

Los dos Papas: un maravilloso duelo entre dos visiones de Iglesia

diciembre 26, 2019

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Escena de ‘Los dos papas’, de Fernando Meirelles.

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Los dos Papas: un maravilloso duelo entre dos visiones de Iglesia

Lo más acertado son los diálogos inventados, pero que provocan la sensación de poder ser ciertos. Los previos a la elección son tirantes y nos suministran la idea de que estamos ante dos visiones de la Iglesia distintas.

La verán millones de espectadores en el mundo entero pues la Iglesia sigue siendo un referente, para bien o para mal.

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Aventuro que tendrá un gran éxito la última película de Netflix sobre los dos Papas, Benedicto XVI y Francisco. No sólo porque me ha entusiasmado a mí sino por la reacción de mi entorno, algunos poco interesados o ignorantes sobre la vida del Vaticano y la persona que dirige la Iglesia.

El acierto inicial del director Fernando Meirelles, ha sido la elección de los actores, Anthony Hopkins como Benedicto XVI y Jonathan Pryce como el Papa argentino. Es una maravilla ver cómo han sido capaces de interpretar unos personajes tan distintos de su vida diaria

La labor de recreación de la Capilla Sixtina que han hecho en los estudios de Cine Cita es magnífica y el cónclave que se celebra para la nominación de los pontífices en ese espacio, no puede ser mejor lograda. Las imágenes que nos ofrecen de la elección de los papas, con tanta tradición incluida, nos dan una lección de historia.

Pero lo más acertado son los diálogos inventados pero que provocan la sensación de poder ser ciertos. Los previos a la elección son tirantes y nos suministran la idea de que estamos ante dos visiones de la Iglesia distintas, por un lado, la defensa de la verdad y la negación del relativismo y, por otro, la primacía de la caridad que nos sitúan ante un maravilloso duelo.

Al espectador no se le oculta que son dos formas de entender la expansión del Reino enfrentadas, como las que se dan en todas las grandes comunidades, pues las personas que siguen a Jesucristo no son idénticas.

El director no disimula su simpatía por Francisco al que presenta más moderno y más anclado en la realidad que el Papa alemán.

Le gusta la música del grupo Abba, que Benedicto no conocía, y ver partidos de futbol, una afición que al final comparten pues ven por la televisión un Italia vs Alemania con una copa de vino en la mano. Acaban bailando un tango, un hecho un poco rebuscado que no pega en el Vaticano.

Pero el resultado final son dos figuras humanas enfrentadas a sus errores pasados y muy alejadas de una pompa vaticana que les hacían aparecer como irreales y casi dioses.

La verán millones de espectadores en el mundo entero pues la Iglesia sigue siendo un referente, para bien o para mal. En Los dos Papas prima el aspecto positivo pues favorece el aspecto humano que hay detrás de cada persona y además…, es muy entretenida.

Aunque nada es perfecto y podemos colocarle grandes pegas, le auguro un gran éxito pues combina el entretenimiento, dos maravillosos actores y un tema que apasiona.

https://www.religiondigital.org/isabel_gomez_acebo/Papas_7_2189551033.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook


Nueva entrevista a Benedicto XVI: El Papa emérito habla sobre Francisco

julio 17, 2019

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Es la certeza de Benedicto XVI que todos recuerdan: «El Papa es uno, Francisco»

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Nueva entrevista a Benedicto XVI: El Papa emérito habla sobre Francisco

El Papa emérito recuerda en una nueva entrevista, que la historia de la Iglesia siempre ha estado atravesada por luchas internas y habla de Francisco

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El Papa Benedicto XVI ha concedido una entrevista al diario italiano ‘Corriere della Sera’ donde ha reivindicado la unidad en la Iglesia. En el avance de la entrevista que se ha publicado el 27 de junio habla sobre el Papa Francisco.

«La unidad de la Iglesia siempre ha estado en peligro, durante siglos. Lo ha sido por toda su historia. Guerras, conflictos internos, fuerzas centrífugas, amenazas de cismas. Pero al final, siempre ha prevalecido la conciencia de que la Iglesia está y debe permanecer unida. Su unidad siempre ha sido más fuerte que las luchas y las guerras internas «.

Es la certeza de Benedicto XVI que todos recuerdan: «El Papa es uno, Francisco».

Su preocupación por la unidad de la Iglesia se vuelve aún más fuerte en nuestros tiempos, en los que los cristianos a menudo parecen estar divididos en la plaza pública y se enfrentan entre sí incluso con tonos encendidos, tal vez utilizando el mismo nombre de Ratzinger de una manera absolutamente impropia.

Las palabras de Benedicto estarán publicadas en el Corriere della Sera, que anuncia la próxima publicación de una entrevista con el Papa emérito en su semanario.

Unidad en la diversidad

Estas son palabras que se refieren al gran compromiso de fortalecer la comunión eclesial que caracterizó todo el pontificado de Benedicto XVI, hasta el último día de su ministerio petrino: «Permanezcamos unidos, queridos hermanos», dijo en su último discurso a los cardenales el 28 de Febrero de 2013.

Permanecer en «esta profunda unidad» donde las diversidades, expresión de la Iglesia universal, siempre contribuyen a la armonía superior y armoniosa, «y» así servimos a la Iglesia y al conjunto de la humanidad».

Y había asegurado su oración por la elección de su sucesor: «Que el Señor le muestre lo que Él desea. Y entre ustedes, entre el Colegio de Cardenales, también está el futuro Papa a quien ya le prometo mi Reverencia incondicional y obediencia».

Nueva entrevista

Benedicto XVI insiste en una entrevista con el semanario del diario Italiano ‘Corriere della Sera’ en la unidad de la Iglesia pese a las luchas internas y los cismas. «El Papa es uno, Francisco», señala.

Según informa Vatican News, la entrevista en el semanario, que se publicará este viernes 27 de junio, el papa emérito insiste en que la unidad siempre debe prevalecer.

«La unidad de la Iglesia siempre ha estado en peligro, durante siglos. Lo ha sido por toda su historia. Guerras, conflictos internos, fuerzas centrífugas, amenazas de cismas. Pero al final, siempre ha prevalecido la conciencia de que la Iglesia está y debe permanecer unida. Su unidad siempre ha sido más fuerte que las luchas y las guerras internas», asegura.

Una imagen de Benedicto XVI en los Jardines del Vaticano será la portada del semanario para representar el encuentro del papa emérito con el periodista Massimo Franco.

https://www.cope.es/religion/actualidad-religiosa/vaticano/noticias/nueva-entrevista-benedicto-xvi-papa-emerito-habla-sobre-francisco-20190627_446060


Rueda de prensa del Papa Francisco en el vuelo de regreso de Rumanía

junio 5, 2019

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Rueda de prensa del Papa Francisco en el vuelo de regreso de Rumanía

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Rueda de prensa del Papa Francisco en el vuelo de regreso de Rumanía

Este domingo, durante el vuelo que lo llevó de Rumanía a Roma, el Papa Francisco concedió una rueda de prensa en la que abordó el ecumenismo, relató cómo ha visto a Benedicto XVI y llamó a Europa a retomar el sueño de los padres fundadores de la Unión Europea.

A continuación el texto completo de la conferencia de prensa: 

Alessandro Gisotti (Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede):

Buenas noches, bienvenido Santo Padre. Vuelo de regreso: el lema de este viaje era “caminos juntos”, pero también volamos juntos porque pienso que hemos volado siempre tanto, también el compromiso, el cansancio.

En el discurso a la prensa extranjera hace pocos días concluía diciendo “veo en los viajes apostólicos su cansancio, el cansancio, la fatiga, el compromiso de los colegas que ha relatado este viaje, hoy en la jornada de las comunicaciones sociales, obviamente como saben con el tema “…” . Santo Padre, sé que quiere, antes de las preguntas, ofrecer alguna reflexión sobre esta jornada dedicada a nosotros.

Papa Francisco:

Buenas noches. Muchas gracias por su compañía y como dijo Gisotti, hoy esta jornada llama a ustedes, llama nuestro pensamiento a ustedes. Ustedes trabajan en las comunicaciones, son operadores, como dijo Alessandro, pero antes de todo ustedes son, deberían ser, testimonios de la comunicación.

Hoy la comunicación va en retroceso, en general, va adelante el contacto, hacer los contactos y no llegar a comunicar.

Y ustedes por vocación son testimonios en el comunicar. Es verdad, deben de hacer los contactos, pero no detenerse ahí. Los aliento a ir adelante en este testimonio de comunicar. Este tiempo tiene menos necesidad de contactos y más de comunicación. Gracias, felicidades por su jornada y adelante con las preguntas.

Diana Dumitrascu (TVR):

Santo Padre, le agradezco su visita a Rumanía. Santidad, usted sabe que millones de nuestros connacionales han emigrado en los últimos años. ¿Cuál sería su mensaje para una familia que deja a sus propios hijos ir a trabajar al extranjero con el objetivo de asegurar un futuro mejor?

Papa Francisco:

Esto me hace pensar en el amor de la familia, porque partirse en dos y tres no es una cosa bella. Siempre está la nostalgia por el reencuentro, pero partirse porque no falte nada a la familia es un acto de amor. En la Misa de ayer hemos escuchado la última petición de aquella señora que trabajaba en el extranjero para ayudar a la familia. Siempre un desplazamiento así es doloroso.

¿Por qué se van? No para hacer turismo, por necesidad. Tantas veces no es porque en el país no encuentren… tantas veces son resultado de una política mundial que incide en esto. Sé que en la historia de tu país después de la caída del comunismo, y después tantas, tantas empresas extranjeras han cerrado para abrir en el extranjero y ganar más.

Cerrar hoy una empresa es dejar a la gente en la calle y esta es una injusticia mundial, general, de falta de solidaridad. Es un sufrimiento.

¿Cómo luchar? Buscando abrir fuentes de trabajo. No es fácil, no es fácil en la situación mundial de las finanzas y de la economía. Pero piensen que tienen un nivel de natalidad impresionante, aquí no se ve el invierno demográfico que se ve en Europa. Es una injusticia no poder tener fuentes de trabajo para tantos jóvenes.

Por eso deseo que se resuelva esta situación que no depende solo de Rumanía, sino del orden mundial financiero, de esta sociedad del consumismo, del tener más, del ganar más, y tanta gente queda sola. Esta es mi respuesta, un llamado a la solidaridad mundial en este momento que Rumanía tiene la presidencia (rotaria de la Unión Europea Ndr).

Cristian Micaci (Radio María Rumanía de idioma húngaro):

Santo Padre, como dijo el director antes, se ha hablado tanto de caminar juntos. Ahora a su partida que nos aconseja a nosotros en Rumanía, cuáles deberían ser las relaciones entre las confesiones, en particular entre la Iglesia Católica y Ortodoxa, entre la minoría católica y la mayoría ortodoxa, la relación entre las varias etnias, la relación entre el mundo político y sociedad civil?.

Papa Francisco:

Una relación en general yo diría. La relación de la mano extendida cuando hay conflictos. Hoy un país en desarrollo con alto nivel de natalidad como ustedes, no puede darse el lujo de tener enemigos dentro.

Se debe hacer un proceso de acercamiento, siempre. Diversas etnias, diversas confesiones religiosas, sobre todo las dos cristianas. Esto es lo primero: siempre la mano extendida, la escucha del otro.

Con los ortodoxos, ustedes tienen un gran patriarca, un hombre de gran corazón y un gran estudioso. Conoce la mística de los padres del desierto, la mística espiritual, estudió en Alemania, y también un hombre de oración. Es fácil acercarse a Daniel, es fácil, porque lo siento hermano, y hemos hablado como hermanos, y no diré más porque ustedes el lunes dirán…

Caminemos juntos teniendo siempre esta idea: el ecumenismo no es llegar al final del partido, de la discusión. El ecumenismo se hace caminando juntos, rezando juntos; el ecumenismo de la oración.

Tenemos el ecumenismo de la sangre. Cuando asesinaban a los cristianos no preguntaban: ¿Tú eres ortodoxo?, ¿tú eres católico?, ¿tú eres luterano?, ¿tú eres anglicano? No, tú eres cristiano. La sangre se mezclaba.

Un ecumenismo del testimonio, de la oración, de la sangre, el ecumenismo del pobre que es trabajar juntos. Eso: debemos trabajar para ayudar a los enfermos, a los marginados, ayudar. Mateo 25 es un bello programa ecuménico.

Caminar juntos es ya una unidad de los cristianos, pero no esperen que los teólogos se pongan de acuerdo para llegar a la Eucaristía. La Eucaristía se hace todos los días con la oración, con la memoria de la sangre de nuestros mártires, con las obras de caridad y deseándose el bien.

En una ciudad de Europa hay una relación entre el arzobispo católico y el arzobispo luterano. El arzobispo católico debía estar en el Vaticano el domingo en la noche, me ha llamado que llegaría el lunes en la mañana.

Cuando ha llegado me dijo: “Discúlpame, ayer el arzobispo luterano ha debido irse a una reunión de ellos y me ha pedido ‘ven por favor a mi catedral y haz tú el culto’”. Existe la fraternidad, llegar a esto es tanto, ¿no? Y la hizo el católico. No hizo la Eucaristía, pero sí la predicación.

Cuando yo en Buenos Aires he sido invitado por la Iglesia escocesa a hacer prédicas, iba y hacía la prédica. Se puede caminar juntos. Unidad, fraternidad, mano extendida, mirarse bien, hablar mal de los demás. Defectos tenemos todos, si caminamos juntos, todos los defectos los dejamos de lado.

Xavier de Normand (medios franceses):

Santidad, mi pregunta tiene que ver con la primera. El primer día de este viaje usted fue a la catedral ortodoxa para este momento bello pero también un poco duro de la oración del Padrenuestro. Un poco duro porque católicos y ortodoxos estaban juntos, pero no han rezado juntos. Usted ha hablado del ecumenismo de la oración.

Mi pregunta es: Santidad, ¿qué ha pensado usted cuando ha permanecido en silencio durante la oración del Padrenuestro en rumano?, y ¿cuáles son los próximos pasos concretos en este caminar juntos?

Papa Francisco:

Hago una confidencia. No he permanecido en silencio, he rezado el Padrenuestro en italiano y he visto durante la prédica del Padrenuestro, la mayoría de la gente sea en rumano, sea en latín, rezaba. La gente va más allá de nosotros, las cabezas.

Nosotros los jefes debemos hacer los equilibrios diplomáticos para asegurar que caminamos juntos, hay hábitos, reglas diplomáticas que es bueno mantener para que las cosas no se arruinen. Pero cada pueblo reza junto, también nosotros cuando estamos solos rezamos juntos. Este es un testimonio, y tengo una experiencia de oración con tantos pastores, luteranos, evangélicos, también ortodoxos.

Los patriarcas están abiertos, también nosotros los católicos tenemos gente cerrada que no quiere, que dice que los ortodoxos son cismáticos. Son cosas viejas. Los ortodoxos son cristianos. Hay grupos católicos un poco integristas. Debemos tolerarlos, rezar por ellos, porque el Señor con el Espíritu Santo ablande. Pero yo he rezado los dos, no he mirado a Daniel pero creo que él también lo mismo.

Manuela Tulli (Ansa):

Hemos estado en Rumanía, país que se mostró europeísta. En estas elecciones algunos líderes como nuestro vicepremier Matteo Salvino han hecho campaña política mostrando símbolos religiosos. ¿Qué impresión le ha dado esto?, y si es cierto que usted no quiere encontrar a nuestro vicepremier…

Papa Francisco:

Comienzo con la segunda (pregunta). Yo no he escuchado que nadie del gobierno, excepto el premier, haya pedido audiencia, nadie. Porque para una audiencia se debe hablar a la Secretaría de Estado. El premier Conte la ha pedido, fue dada como indica el protocolo. Fue una bella audiencia con el premier, de una hora o más quizás, un hombre inteligente, un profesor que sabe de qué cosa habla.

Segundo: del vicepremier no he recibido nada, y de los demás ministros tampoco. Sí, al presidente de la República lo he recibido.

Sobre las imágenes: he confesado tantas veces que de los periódicos leo dos: el diario del partido, que es L’Osservatore Romano. Sería bello que ustedes lo leyesen porque encontrarían interpretaciones muy interesantes, y cosas que digo también están ahí.

El periódico del partido y después Il Messaggero que me gusta porque tiene los títulos grandes y lo hojeo así, algunas veces me detengo ahí; y no he entrado en estas noticias de las propagandas, cómo ha hecho un partido la propaganda electoral, de verdad.

Hay un tercer elemento. En esto me confieso ignorante: yo no comprendo la política italiana y de verdad debo estudiarla, entonces, decir una opinión sobre el comportamiento de una campaña electoral, de uno de los partidos, sin una información así, sería muy imprudente de mi parte.

Yo rezo por todos, porque Italia vaya adelante, para que los italianos se unan y sean leales en el compromiso, también yo soy italiano porque soy hijo de un inmigrante italiano, de sangre soy italiano. Mis hermanos tienen todos la ciudadanía, yo no he querido tenerla porque en el tiempo que la han concedido yo era obispo y he dicho que el obispo debe ser de la patria.

Hay en la política de tantos países la enfermedad de la corrupción. Por todos lados. No digan mañana que el Papa ha dicho que la política italiana es corrupta. No. Yo he dicho que una de las enfermedades de la política, por todas partes, es caer en la corrupción. Por favor, no me hagan decir lo que no he dicho.

Una vez me han dicho cómo son los pactos políticos. Figúrate una reunión de nueve empresarios, a la mesa; discuten para ponerse de acuerdo sobre el desarrollo de su empresa, al final después de horas, horas, café, café, café, se ponen de acuerdo, han tomado la palabra, hacen el asunto, agradecen, “de acuerdo, de acuerdo”; mientras lo hacen imprimir, toman un whisky para festejar, y después, comienzan a girar los papeles para firmar el acuerdo.

En el momento que giran los papeles, bajo la mesa, le hago otro bajo la mesa. Esto es corrupción política. Que se hace un poco por todas partes. Debemos ayudar a los políticos a ser honestos, a no hacer campaña con banderas deshonestas, la calumnia, la difamación, los escándalos; y tantas veces sembrar odio y miedo.

Esto es terrible, un político nunca debe sembrar odio y miedo, solo esperanza. Justa, exigente, pero esperanza, porque debe conducir al país ahí, y no darle miedo.

Eva Fernández (COPE):

Santo Padre, ayer en el encuentro con los jóvenes y las familias ha insistido de nuevo en la importancia de la relación entre los abuelos y los jóvenes a fin que los jóvenes tengan raíces para ir hacia adelante y los abuelos puedan soñar. Usted no tiene una familia cercana, pero ha dicho que Benedicto XVI es como tener un abuelo en casa. ¿Aún lo ve así?

Papa Francisco:

Y más. Cada vez que voy donde él a visitarlo lo siento así, le tomo la mano y le hago hablar. Habla poco, habla despacio, pero con la misma profundidad de siempre, porque el problema de Benedicto son las rodillas, no la cabeza. Tiene una gran lucidez. Y sintiéndolo hablar me vuelvo fuerte, siento el zumo de las raíces que me vienen y me ayudar a seguir adelante.

Siento esta tradición de la Iglesia que no es una cosa de museo la tradición. La tradición es la raíz que te dan el zumo para crecer, y tú no serás como la raíz, no; tú florecerás, el árbol crecerá y dará los frutos, y las semillas serán las raíces para los demás. La tradición de la Iglesia está siempre en movimiento.

En una entrevista que ha hecho Andrea Monda en L’Osservatore Romano –ustedes leen L’Osservatore, ¿no?– hace unos días, había una situación que me ha gustado tanto, del músico Gustav Mahler, y hablando de la tradición él decía: la tradición es la garantía del futuro y no la custodia de las cenizas.

No es un museo. La tradición no custodia las cenizas. La nostalgia de los integristas: regresar a las cenizas. No, las tradiciones son raíces que garantizan que el árbol crezca, florezca y dé fruto; y repito esa pieza del poeta argentino (Francisco Luis Bernárdez, Ndr) que me gusta tanto: todo lo que el árbol tiene de florido, vive de lo sepultado.

Estoy contento porque en Iasi hice referencia a esa abuela que ha tenido un gesto de complicidad y que con los ojos, en aquel momento he estado tan emocionado que no he reaccionado, y después el papamóvil ha seguido adelante y habría podido decir a esta abuela que venga para hacer ver este gesto, y he dicho al Señor Jesús: es una pena, pero Tú eres capaz de resolver, y nuestro bravo Francisco cuando ha visto la comunicación que he tenido con aquella mujer con los ojos, ha tomado la fotografía y hecho pública.

La he visto esta tarde en Vatican Insider. Estas son las raíces. Y esto crecerá, no será como yo, pero yo doy lo mío. Es importante este encuentro.

Después están los verbos, cuando los abuelos sienten de tener nietos que llevarán adelante la historia, comienzan a soñar; y los abuelos cuando no sueñan se deprimen. Existe el futuro y los jóvenes animados comienzan a profetizar.

Lucas Wiegelmann (Herder Correspondenz):

Santo Padre en estos días ha hablado tanto de la fraternidad y de la gente y del caminar juntos, como hemos ya escuchado, pero vemos que en Europa crece el número de los que no desean la fraternidad, sino el egoísmo y el aislamiento, y prefieren caminar solos. ¿Por qué es así?, y ¿qué debe hacer Europa para cambiarlo?

Papa Francisco:

Discúlpame si me cito, pero lo hago sin vanidad, por utilidad. Hablé de este problema en los dos discursos en Estrasburgo: en el discurso que he dado cuando recibí el Premio Carlo Magno y después en el discurso que di a todos los jefes de Estado y de gobierno en la Capilla Sixtina en el aniversario de los pactos, en la fundación de la Unión Europea.

En estos discursos he dicho todo lo que pienso, y también hay un quinto discurso que no lo he dado yo, sino el alcalde Bugermeister de Aachen. Este es una joya, una joya suya, de los alemanes.

Europa debe coloquiar, no debe decir “pero somos unidos, ahora dile a Bruselas arréglense ustedes.

Todos somos responsables de la Unión Europea y esta circulación de la presidencia no es un gesteo de cortesía como bailar el minueto: te toca a ti, te toca a ti. No, es un símbolo de la responsabilidad que cada uno de los países tiene sobre Europa. Si Europa no mira bien los retos futuros, Europa se desvanecerá, será desvanecida.

Me permití decir en Estrasburgo que siento que Europa está dejando de ser la madre Europa; se está convirtiendo la “abuela Europa”. Se ha envejecido, ha perdido la ilusión de trabajar juntos. Quizás a escondidas alguno se puede hacer la pregunta: ¿no será este el fin de una aventura de 60 años?

Retomar la mística de los padres fundadores. Retomar esto. Europa tiene necesidad de sí misma, de ser ella misma, de la identidad propia, de la propia unidad; y superar con esto, con tantas cosas que la buena política ofrece, las divisiones y las fronteras. Estamos viendo las fronteras en Europa.

Esto no hace bien, al menos las fronteras culturales, no hacen bien. Es verdad que el país tiene su propia cultura y debe cuidarla, pero con la mística del poliedro. Hay una globalización donde se respeta la cultura de todos, pero todos unidos.

Por favor, que Europa no se deje vencer por el pesimismo o las ideologías, porque Europa es atacada no con cañones o bombas en este momento, sí con ideologías, ideologías que no son europeas, que vienen de afuera, o crecen en los grupitos de Europa, que no son grandes.

Piensen en la Europa dividida y beligerante del 14 y del 32, 33, hasta el 39, que ha estallado la guerra. No regresemos a esto por favor. Aprendamos de la historia, no caigamos en el mismo hueco. La otra vez les he dicho que se dice que el único animal que cae dos veces en el mismo hueco es el hombre. El asno nunca lo hace. Pero lee el discurso de Bugermeister, una joya.

Gisotti:

Gracias Santo Padre, gracias por esta disponibilidad al término de tres días así ocupados, también para estos cinco viajes, uno después del otro en esta primera parte del año, ricos de momentos.

Papa Francisco:

Ahora dos cosas, por motivos del clima debí ir ayer en auto dos horas y cuarenta. Fue una gracia de Dios, he visto un paisaje bellísimo como nunca había visto. He cruzado toda Transilvania.

Hoy para ir a Blaj, lo mismo. Una cosa bella. El paisaje de este país, agradezco también la lluvia que me ha hecho viajar así y no en helicóptero. Tener más contacto con la realidad.

La segunda cosa: sé que algunos de ustedes son creyentes, otros no tanto, pero diré a los creyentes: recen por Europa, recen por Europa, el Señor nos dé la gracia. A los no creyentes deseen la buena voluntad, el deseo de corazón para que Europa regrese a ser el sueño de los padres fundadores.

https://www.aciprensa.com/noticias/rueda-de-prensa-del-papa-francisco-en-el-vuelo-de-regreso-de-rumania-26036


El diagnóstico de Benedicto XVI sobre la Iglesia y los abusos sexuales

abril 14, 2019

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Benedicto XVI. Foto: © Vatican Media/ACI Prensa

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El diagnóstico de Benedicto XVI sobre la Iglesia y los abusos sexuales

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El Papa Emérito Benedicto XVI publicó el texto “La Iglesia y los abusos sexuales”, en el que ofrece sus reflexiones sobre la actual situación eclesial y expone sus propuestas para enfrentar esta grave crisis.

El texto (escrito en alemán) está dividido en tres partes. En la primera presenta el contexto histórico desde la década de 1960, en la segunda se refiere a los efectos en la vida de los sacerdotes y en la tercera hace una propuesta para una adecuada respuesta de la Iglesia.

Originalmente iba a ser publicado en Semana Santa por el Klerusblatt, periódico mensual para el clero en la mayoría de diócesis bávaras de Alemania; sin embargo, fue filtrado este miércoles 10 de abril por el New York Post.

ACI Prensa ofrece la traducción al español del documento, que constituye el aporte que ofrece Benedicto XVI para “ayudar en esta hora difícil” de la Iglesia, como el mismo Papa Emérito escribe.

A continuación, el texto completo del Papa Emérito Benedicto XVI:

La Iglesia y el escándalo del abuso sexual

Del 21 al 24 de febrero, tras la invitación del Papa Francisco, los presidentes de las conferencias episcopales del mundo se reunieron en el Vaticano para discutir la crisis de fe y de la Iglesia, una crisis palpable en todo el mundo tras las chocantes revelaciones del abuso clerical perpetrado contra menores.

La extensión y la gravedad de los incidentes reportados han desconcertado a sacerdotes y laicos, y ha hecho que muchos cuestionen la misma fe de la Iglesia. Fue necesario enviar un mensaje fuerte y buscar un nuevo comienzo para hacer que la Iglesia sea nuevamente creíble como luz entre los pueblos y como una fuerza que sirve contra los poderes de la destrucción.

Ya que yo mismo he servido en una posición de responsabilidad como pastor de la Iglesia en una época en la que se desarrolló esta crisis y antes de ella, me tuve que preguntar –aunque ya no soy directamente responsable por ser emérito– cómo podía contribuir a ese nuevo comienzo en retrospectiva.

Entonces, desde el periodo del anuncio hasta la reunión misma de los presidentes de las conferencias episcopales, reuní algunas notas con las que quiero ayudar en esta hora difícil. Habiendo contactado al Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal (Pietro) Parolin, y al mismo Papa Francisco, me parece apropiado publicar este texto en el «Klerusblatt».

Mi trabajo se divide en tres partes.

En la primera busco presentar brevemente el amplio contexto del asunto, sin el cual el problema no se puede entender. Intento mostrar que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin precedentes en la historia.

Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente, y surgió una nueva normalidad que hasta ahora ha sido sujeta de varios laboriosos intentos de disrupción.

En la segunda parte, busco precisar los efectos de esta situación en la formación de los sacerdotes y en sus vidas.

Finalmente, en la tercera parte, me gustaría desarrollar algunas perspectivas para una adecuada respuesta por parte de la Iglesia.

I.

(1) El asunto comienza con la introducción de los niños y jóvenes en la naturaleza de la sexualidad, algo prescrito y apoyado por el Estado. En Alemania, la entonces ministra de salud, (Käte) Strobel, tenía una cinta en la que todo lo que antes no se permitía enseñar públicamente, incluidas las relaciones sexuales, se mostraba ahora con el propósito de educar. Lo que al principio se buscaba que fuera solo para la educación sexual de los jóvenes, se aceptó luego como una opción factible.

Efectos similares se lograron con el «Sexkoffer» publicado por el gobierno de Austria (N. DEL T. Materiales sexuales usados en los colegios austríacos a fines de la década de 1980). Las películas pornográficas y con contenido sexual se convirtieron entonces en algo común, hasta el punto de que se transmitían en pequeños cines (Bahnhofskinos) (N. del T. cines baratos en Alemania que proyectaban pequeñas cintas cerca a las estaciones de tren).

Todavía recuerdo haber visto, mientras caminaba en la ciudad de Ratisbona un día, multitudes haciendo cola ante un gran cine, algo que habíamos visto antes solo en tiempos de guerra, cuando se esperaba una asignación especial. También recuerdo haber llegado a la ciudad el Viernes Santo de 1970 y ver en las vallas publicitarias un gran afiche de dos personas completamente desnudas y abrazadas.

Entre las libertades por las que la Revolución de 1968 peleó estaba la libertad sexual total, una que ya no tuviera normas. La voluntad de usar la violencia, que caracterizó esos años, está fuertemente relacionada con este colapso mental.

De hecho, las cintas sexuales ya no se permitían en los aviones porque podían generar violencia en la pequeña comunidad de pasajeros. Y dado que los excesos en la vestimenta también provocaban agresiones, los directores de los colegios hicieron varios intentos para introducir una vestimenta escolar que facilitara un clima para el aprendizaje.

Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada.

Para los jóvenes en la Iglesia, pero no solo para ellos, esto fue en muchas formas un tiempo muy difícil. Siempre me he preguntado cómo los jóvenes en esta situación se podían acercar al sacerdocio y aceptarlo con todas sus ramificaciones. El extenso colapso de las siguientes generaciones de sacerdotes en aquellos años y el gran número de laicizaciones fueron una consecuencia de todos estos desarrollos.

(2) Al mismo tiempo, independientemente de este desarrollo, la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad. Trataré de delinear brevemente la trayectoria que siguió este desarrollo.

Hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia.

Aún recuerdo cómo la facultad jesuita en Frankfurt entrenó al joven e inteligente Padre (Schüller) con el propósito de desarrollar una moralidad basada enteramente en las Escrituras. La bella disertación del Padre (Bruno) Schüller muestra un primer paso hacia la construcción de una moralidad basada en las Escrituras. El Padre fue luego enviado a Estados Unidos y volvió habiéndose dado cuenta de que solo con la Biblia la moralidad no podía expresarse sistemáticamente. Luego intentó una teología moral más pragmática, sin ser capaz de dar una respuesta a la crisis de moralidad.

Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase “el fin justifica los medios” no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar sí se había convertido en definitivo.

En consecuencia, ya no podía haber nada que constituya un bien absoluto, ni nada que fuera fundamentalmente malo; (podía haber) solo juicios de valor relativos. Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en circunstancias.

La crisis de la justificación y la presentación de la moralidad católica llegaron a proporciones dramáticas al final de la década de 1980 y en la de 1990. El 5 de enero de 1989 se publicó la “Declaración de Colonia”, firmada por 15 profesores católicos de teología. Se centró en varios puntos de la crisis en la relación entre el magisterio episcopal y la tarea de la teología.

(Las reacciones a) este texto, que al principio no fue más allá del nivel usual de protestas, creció muy rápidamente y se convirtió en un grito contra el magisterio de la Iglesia y reunió, clara y visiblemente, el potencial de protesta global contra los esperados textos doctrinales de Juan Pablo II. (cf. D. Mieth, Kölner Erklärung, LThK, VI3, p. 196) (N. del T. El LTHK es el Lexikon für Theologie und Kirche, el Lexicon de Teología y la Iglesia, cuyos editores incluían al teólogo Karl Rahner y al Cardenal alemán Walter Kasper)

El Papa Juan Pablo II, que conocía muy bien y que seguía de cerca la situación en la que estaba la teología moral, comisionó el trabajo de una encíclica para poner las cosas en claro nuevamente. Se publicó con el título de Veritatis splendor (El esplendor de la verdad) el 6 de agosto de 1993 y generó diversas reacciones vehementes por parte de los teólogos morales. Antes de eso, el Catecismo de la Iglesia Católica (1992) ya había presentado persuasivamente y de modo sistemático la moralidad como es proclamada por la Iglesia.

Nunca olvidaré cómo el entonces líder teólogo moral de lengua alemana, Franz Böckle, habiendo regresado a su natal Suiza tras su retiro, anunció con respecto a la Veritatis splendor que si la encíclica determinaba que había acciones que siempre y en todas circunstancias podían clasificarse como malas, entonces él la rebatiría con todos los recursos a su disposición.

Fue Dios, el Misericordioso, quien evitó que pusiera en práctica su resolución ya que Böckle murió el 8 de julio de 1991. La encíclica fue publicada el 6 de agosto de 1993 y efectivamente incluía la determinación de que había acciones que nunca pueden ser buenas.

El Papa era totalmente consciente de la importancia de esta decisión en ese momento y para esta parte del texto consultó nuevamente a los mejores especialistas que no tomaron parte en la edición de la encíclica. Él sabía que no debía dejar duda sobre el hecho que la moralidad de balancear los bienes debe tener siempre un límite último. Hay bienes que nunca están sujetos a concesiones.

Hay valores que nunca deben ser abandonados por un valor mayor e incluso sobrepasar la preservación de la vida física. Existe el martirio. Dios es más, incluida la sobrevivencia física. Una vida comprada por la negación de Dios, una vida que se base en una mentira final, no es vida.

El martirio es la categoría básica de la existencia cristiana. El hecho que ya no sea moralmente necesario en la teoría que defiende Böckle y muchos otros demuestra que la misma esencia del cristianismo está en juego aquí.

En la teología moral, sin embargo, otra pregunta se había vuelto apremiante: había ganado amplia aceptación la hipótesis de que el magisterio de la Iglesia debe tener competencia final (“infalibilidad”) solo en materias concernientes a la fe y los asuntos sobre la moralidad no deben caer en el rango de las decisiones infalibles del magisterio de la Iglesia.

Hay probablemente algo de cierto en esta hipótesis que garantiza un mayor debate, pero hay un mínimo conjunto de cuestiones morales que están indisolublemente relacionadas al principio fundacional de la fe y que tiene que ser defendido si no se quiere que la fe sea reducida a una teoría y no se le reconozca en su clamor por la vida concreta.

Todo esto permite ver cuán fundamentalmente se cuestiona la autoridad de la Iglesia en asuntos de moralidad. Los que niegan a la Iglesia una competencia en la enseñanza final en esta área la obligan a permanecer en silencio precisamente allí donde el límite entre la verdad y la mentira está en juego.

Independientemente de este asunto, en muchos círculos de teología moral se expuso la hipótesis de que la Iglesia no tiene y no puede tener su propia moralidad. El argumento era que todas las hipótesis morales tendrían su paralelo en otras religiones y, por lo tanto, no existiría una naturaleza cristiana.

Pero el asunto de la naturaleza de una moralidad bíblica no se responde con el hecho que para cada sola oración en algún lugar, se puede encontrar un paralelo en otras religiones. En vez de eso, se trata de toda la moralidad bíblica, que como tal es nueva y distinta de sus partes individuales.

La doctrina moral de las Sagradas Escrituras tiene su forma de ser única predicada finalmente en su concreción a imagen de Dios, en la fe en un Dios que se mostró a sí mismo en Jesucristo y que vivió como ser humanoEl Decálogo es una aplicación a la vida humana de la fe bíblica en Dios.

La imagen de Dios y la moralidad se pertenecen y por eso resulta en el cambio particular de la actitud cristiana hacia el mundo y la vida humana. Además, el cristianismo ha sido descrito desde el comienzo con la palabra hodós (camino, en griego, usado en el Nuevo Testamente para hablar de un camino de progreso).

La fe es una travesía y una forma de vida. En la antigua Iglesia, el catecumenado fue creado como un hábitat en la que los aspectos distintivos y frescos de la forma de vivir la vida cristiana eran al mismo tiempo practicados y protegidos ante la cultura que era cada vez más desmoralizada. Creo que incluso hoy algo como las comunidades de catecumenado son necesarias para que la vida cristiana pueda afirmarse en su propia manera.

II.

Las reacciones eclesiales iniciales

(1) El proceso largamente preparado y en marcha para la disolución del concepto cristiano de moralidad estuvo marcado, como he tratado de demostrar, por la radicalidad sin precedentes de la década de 1960. Esta disolución de la autoridad moral de la enseñanza de la Iglesia necesariamente debió tener un efecto en los distintos miembros de la Iglesia.

En el contexto del encuentro de los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo con el Papa Francisco, el asunto de la vida sacerdotal, así como la de los seminarios, es de particular interés. Ya que tiene que ver con el problema de la preparación en los seminarios para el ministerio sacerdotal, hay de hecho una descomposición de amplio alcance en cuanto a la forma previa de preparación.

En varios seminarios se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos. En un seminario en el sur de Alemania, los candidatos al sacerdocio y para el ministerio laico de especialistas pastorales (Pastoralreferent) vivían juntos. En las comidas cotidianas, los seminaristas y los especialistas pastorales estaban juntos.

Los casados a veces estaban con sus esposas e hijos; y en ocasiones con sus novias. El clima en este seminario no proporcionaba el apoyo requerido para la preparación de la vocación sacerdotal. La Santa Sede sabía de esos problemas sin estar informada precisamente. Como primer paso, se acordó una visita apostólica (N. del T.: investigación) para los seminarios en Estados Unidos.

Como el criterio para la selección y designación de obispos también había cambiado luego del Concilio Vaticano II, la relación de los obispos con sus seminarios también era muy diferente. Por encima de todo se estableció la “conciliaridad” como un criterio para el nombramiento de nuevos obispos, que podía entenderse de varias maneras.

De hecho, en muchos lugares se entendió que las actitudes conciliares tenían que ver con tener una actitud crítica o negativa hacia la tradición existente hasta entonces, y que debía ser reemplazada por una relación nueva y radicalmente abierta con el mundo. Un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe.

Hubo –y no solo en los Estados Unidos de América– obispos que individualmente rechazaron la tradición católica por completo y buscaron una nueva y moderna “catolicidad” en sus diócesis. Tal vez valga la pena mencionar que en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio.

La visita que se realizó no dio nuevas pistas, aparentemente porque varios poderes unieron fuerzas para maquillar la verdadera situación. Una segunda visita se ordenó y esa sí permitió tener datos nuevos, pero al final no logró ningún resultado.

Sin embargo, desde la década de 1970 la situación en los seminarios ha mejorado en general. Y, sin embargo, solo aparecieron casos aislados de un nuevo fortalecimiento de las vocaciones sacerdotales ya que la situación general había tomado otro rumbo.

(2) El asunto de la pedofilia, según recuerdo, no fue agudo sino hasta la segunda mitad de la década de 1980. Mientras tanto, ya se había convertido en un asunto público en Estados Unidos, tanto así que los obispos fueron a Roma a buscar ayuda ya que la ley canónica, como se escribió en el nuevo Código (1983), no parecía suficiente para tomar las medidas necesarias.

Al principio Roma y los canonistas romanos tuvieron dificultades con estas preocupaciones ya que, en su opinión, la suspensión temporal del ministerio sacerdotal tenía que ser suficiente para generar purificación y clarificación. Esto no podía ser aceptado por los obispos estadounidenses, porque de ese modo los sacerdotes permanecían al servicio del obispo y así eran asociados directamente con él.

Lentamente fue tomando forma una renovación y profundización de la ley penal del nuevo Código, que había sido construida adrede de manera holgada.

Además y sin embargo, había un problema fundamental en la percepción de la ley penal. Solo el llamado garantismo (una especie de proteccionismo procesal) era considerado como “conciliar”. Esto significa que se tenía que garantizar, por encima de todo, los derechos del acusado hasta el punto en que se excluyera del todo cualquier tipo de condena.

Como contrapeso ante las opciones de defensa, disponibles para los teólogos acusados y con frecuencia inadecuadas, su derecho a la defensa usando el garantismo se extendió a tal punto que las condenas eran casi imposibles.

Permítanme un breve excurso en este punto. A la luz de la escala de la inconducta pedófila, una palabra de Jesús nuevamente salta a la palestra: “Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y lo hubieran echado al mar” (Mc 9,42).

La palabra “pequeños” en el idioma de Jesús significa los creyentes comunes que pueden ver su fe confundida por la arrogancia intelectual de aquellos que creen que son inteligentes. Entonces, aquí Jesús protege el depósito de la fe con una amenaza o castigo enfático para quienes hacen daño.

El uso moderno de la frase no es en sí mismo equivocado, pero no debe oscurecer el significado original. En él queda claro, contra cualquier garantismo, que no solo el derecho del acusado es importante y requiere una garantía. Los grandes bienes como la fe son igualmente importantes.

Entonces, una ley canónica balanceada que se corresponda con todo el mensaje de Jesús no solo tiene que proporcionar una garantía para el acusado, para quien el respeto es un bien legal, sino que también tiene que proteger la fe que también es un importante bien legal. Una ley canónica adecuadamente formada tiene que contener entonces una doble garantía: la protección legal del acusado y la protección legal del bien que está en juego.

Si hoy se presenta esta concepción inherentemente clara, generalmente se cae en hacer oídos sordos cuando se llega al asunto de la protección de la fe como un bien legal. En la consciencia general de la ley, la fe ya no parece tener el rango de bien que requiere protección. Esta es una situación alarmante que los pastores de la Iglesia tienen que considerar y tomar en serio.

Ahora me gustaría agregar, a las breves notas sobre la situación de la formación sacerdotal en el tiempo en el que estalló la crisis, algunas observaciones sobre el desarrollo de la ley canónica en este asunto.

En principio, la Congregación para el Clero es la responsable de lidiar con crímenes cometidos por sacerdotes, pero dado que el garantismo dominó largamente la situación en ese entonces, estuve de acuerdo con el Papa Juan Pablo II en que era adecuado asignar estas ofensas a la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo el título de «Delicta maiora contra fidem«.

Esto hizo posible imponer la pena máxima, es decir la expulsión del estado clerical, que no se habría podido imponer bajo otras previsiones legales. Esto no fue un truco para imponer la máxima pena, sino una consecuencia de la importancia de la fe para la Iglesia. De hecho, es importante ver que tal inconducta de los clérigos al final daña la fe.

Allí donde la fe ya no determina las acciones del hombre es que tales ofensas son posibles. La severidad del castigo, sin embargo, también presupone una prueba clara de la ofensa: este aspecto del garantismo permanece en vigor.

En otras palabras, para imponer la máxima pena legalmente, se requiere un proceso penal genuino, pero ambos, las diócesis y la Santa Sede se ven sobrepasados por tal requerimiento. Por ello formulamos un nivel mínimo de procedimientos penales y dejamos abierta la posibilidad de que la misma Santa Sede asuma el juicio allí donde la diócesis o la administración metropolitana no pueden hacerlo.

En cada caso, el juicio debe ser revisado por la Congregación para la Doctrina de la Fe para garantizar los derechos del acusado. Finalmente, en la feria cuarta (N. del T. la asamblea de los miembros de la Congregación) establecimos una instancia de apelación para proporcionar la posibilidad de apelar.

Ya que todo esto superó en la realidad las capacidades de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ya que las demoras que surgieron tenían que ser previstas dada la naturaleza de esta materia, el Papa Francisco ha realizado reformas adicionales.

III.

(1.) ¿Qué se debe hacer? ¿Tal vez deberíamos crear otra Iglesia para que las cosas funcionen? Bueno, ese experimento ya se ha realizado y ya ha fracasado. Solo la obediencia y el amor por nuestro Señor Jesucristo pueden indicarnos el camino, así que primero tratemos de entender nuevamente y desde adentro (de nosotros mismos) lo que el Señor quiere y ha querido con nosotros.

Primero, sugeriría lo siguiente: si realmente quisiéramos resumir muy brevemente el contenido de la fe como está en la Biblia, tendríamos que hacerlo diciendo que el Señor ha iniciado una narrativa de amor con nosotros y quiere abarcar a toda la creación en ella. La forma de pelear contra el mal que nos amenaza a nosotros y a todo el mundo, solo puede ser, al final, que entremos en este amor.

Es la verdadera fuerza contra el mal, ya que el poder del mal emerge de nuestro rechazo a amar a Dios. Quien se confía al amor de Dios es redimido. Nuestro ser no redimidos es una consecuencia de nuestra incapacidad de amar a Dios. Aprender a amar a Dios es, por lo tanto, el camino de la redención humana.

Tratemos de desarrollar un poco más este contenido esencial de la revelación de Dios. Podemos entonces decir que el primer don fundamental que la fe nos ofrece es la certeza de que Dios existe. Un mundo sin Dios solo puede ser un mundo sin significado. De otro modo, ¿de dónde vendría todo? En cualquier caso, no tiene propósito espiritual. De algún modo está simplemente allí y no tiene objetivo ni sentido.

Entonces no hay estándares del bien ni del mal, y solo lo que es más fuerte que otra cosa puede afirmarse a sí misma y el poder se convierte en el único principio. La verdad no cuenta, en realidad no existe. Solo si las cosas tienen una razón espiritual tienen una intención y son concebidas. Solo si hay un Dios Creador que es bueno y que quiere el bien, la vida del hombre puede entonces tener sentido.

Existe un Dios como creador y la medida de todas las cosas es una necesidad primera y primordial, pero un Dios que no se exprese para nada a sí mismo, que no se hiciese conocido, permanecería como una presunción y podría entonces no determinar la forma [Gestalt] de nuestra vida.

Para que Dios sea realmente Dios en esta creación deliberada, tenemos que mirarlo para que se exprese a sí mismo de alguna forma. Lo ha hecho de muchas maneras, pero decisivamente lo hizo en el llamado a Abraham y que le dio a la gente que buscaba a Dios la orientación que lleva más allá de toda expectativa: Dios mismo se convierte en criatura, habla como hombre con nosotros los seres humanos.

En este sentido la frase “Dios es”, al final se convierte en un mensaje verdaderamente gozoso, precisamente porque Él es más que entendimiento, porque Él crea –y es– amor para que una vez más la gente sea consciente de esta, la primera y fundamental tarea confiada a nosotros por el Señor.

Una sociedad sin Dios –una sociedad que no lo conoce y que lo trata como no existente– es una sociedad que pierde su medida. En nuestros días fue que se acuñó la frase de la muerte de Dios. Cuando Dios muere en una sociedad, se nos dijo, esta se hace libre. En realidad, la muerte de Dios en una sociedad también significa el fin de la libertad porque lo que muere es el propósito que proporciona orientación, dado que desaparece la brújula que nos dirige en la dirección correcta que nos enseña a distinguir el bien del mal.

La sociedad occidental es una sociedad en la que Dios está ausente en la esfera pública y no tiene nada que ofrecerle. Y esa es la razón por la que es una sociedad en la que la medida de la humanidad se pierde cada vez más. En puntos individuales, de pronto parece que lo que es malo y destruye al hombre se ha convertido en una cuestión de rutina.

Ese es el caso con la pedofilia. Se teorizó solo hace un tiempo como algo legítimo, pero se ha difundido más y más. Y ahora nos damos cuenta con sorpresa de que las cosas que les están pasando a nuestros niños y jóvenes amenazan con destruirlos. El hecho de que esto también pueda extenderse en la Iglesia y entre los sacerdotes es algo que nos debe molestar de modo particular.

¿Por qué la pedofilia llegó a tales proporciones? Al final de cuentas, la razón es la ausencia de Dios. Nosotros, cristianos y sacerdotes, también preferimos no hablar de Dios porque este discurso no parece ser práctico. Luego de la convulsión de la Segunda Guerra Mundial, nosotros en Alemania todavía teníamos expresamente en nuestra Constitución que estábamos bajo responsabilidad de Dios como un principio guía.

Medio siglo después, ya no fue posible incluir la responsabilidad para con Dios como un principio guía en la Constitución europea. Dios es visto como la preocupación partidaria de un pequeño grupo y ya no puede ser un principio guía para la comunidad como un todo. Esta decisión se refleja en la situación de Occidente, donde Dios se ha convertido en un asunto privado de una minoría.

Una tarea primordial, que tiene que resultar de las convulsiones morales de nuestro tiempo, es que nuevamente comencemos a vivir por Dios y bajo Él. Por encima de todo, nosotros tenemos que aprender una vez más a reconocer a Dios como la base de nuestra vida en vez de dejarlo a un lado como si fuera una frase no efectiva.

Nunca olvidaré la advertencia del gran teólogo Hans Urs von Balthasar que una vez me escribió en una de sus postales: “¡No presuponga al Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, preséntelo!”.

De hecho, en la teología Dios siempre se da por sentado como un asunto de rutina, pero en lo concreto uno no se relaciona con Él. El tema de Dios parece tan irreal, tan expulsado de las cosas que nos preocupan y, sin embargo, todo se convierte en algo distinto si no se presupone sino que se presenta a Dios. No dejándolo atrás como un marco, sino reconociéndolo como el centro de nuestros pensamientos, palabras y acciones.

(2) Dios se hizo hombre por nosotros. El hombre como su criatura es tan cercano a su corazón que Él se ha unido a sí mismo con él y ha entrado así en la historia humana de una forma muy práctica. Él habla con nosotros, vive con nosotros, sufre con nosotros y asumió la muerte por nosotros.

Hablamos sobre esto en detalle en la teología, con palabras y pensamientos aprendidos, pero es precisamente de esta forma que corremos el riesgo de convertirnos en maestros de fe en vez de ser renovados y hechos maestros por la fe.

Consideremos esto con respecto al asunto central: la celebración de la Santa Eucaristía. Nuestro manejo de la Eucaristía solo puede generar preocupación. El Concilio Vaticano II se centró correctamente en regresar este sacramento de la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo, de la presencia de su persona, de su Pasión, Muerte y Resurrección, al centro de la vida cristiana y la misma existencia de la Iglesia. En parte esto realmente ha ocurrido y deberíamos estar agradecidos al Señor por ello.

Y sin embargo prevalece una actitud muy distinta. Lo que predomina no es una nueva reverencia por la presencia de la muerte y resurrección de Cristo, sino una forma de lidiar con Él que destruye la grandeza del Misterio. La caída en la participación de las celebraciones eucarísticas dominicales muestra lo poco que los cristianos de hoy saben sobre apreciar la grandeza del don que consiste en su Presencia real.

La Eucaristía se ha convertido en un mero gesto ceremonial cuando se da por sentado que la cortesía requiere que sea ofrecido en celebraciones familiares o en ocasiones como bodas y funerales a todos los invitados por razones familiares.

La forma en la que la gente simplemente recibe el Santísimo Sacramento en la comunión como algo rutinario muestra que muchos la ven como un gesto puramente ceremonial. Por lo tanto, cuando se piensa en la acción que se requiere primero y primordialmente, es bastante obvio que no necesitamos otra Iglesia con nuestro propio diseño. En vez de ello se requiere, primero que nada, la renovación de la fe en la realidad de que Jesucristo se nos es dado en el Santísimo Sacramento.

En conversaciones con víctimas de pedofilia, me hicieron muy consciente de este requisito primero y fundamental. Una joven que había sido acólita me dijo que el capellán, su superior en el servicio del altar, siempre la introducía al abuso sexual que él cometía con estas palabras: “Este es mi cuerpo que será entregado por ti”.

Es obvio que esta mujer ya no puede escuchar las palabras de la consagración sin experimentar nuevamente la terrible angustia de los abusos. Sí, tenemos que implorar urgentemente al Señor por su perdón, pero antes que nada tenemos que jurar por Él y pedirle que nos enseñe nuevamente a entender la grandeza de su sufrimiento y su sacrificio. Y tenemos que hacer todo lo que podamos para proteger del abuso el don de la Santísima Eucaristía.

(3) Y finalmente, está el Misterio de la Iglesia. La frase con la que Romano Guardini, hace casi 100 años, expresó la esperanza gozosa que había en él y en muchos otros, permanece inolvidable: “Un evento de importancia incalculable ha comenzado, la Iglesia está despertando en las almas”.

Se refería a que la Iglesia ya no era experimentada o percibida simplemente como un sistema externo que entraba en nuestras vidas, como una especie de autoridad, sino que había comenzado a ser percibida como algo presente en el corazón de la gente, como algo no meramente externo sino que nos movía interiormente. Casi 50 años después, al reconsiderar este proceso y viendo lo que ha estado pasando, me siento tentado a revertir la frase: “La Iglesia está muriendo en las almas”.

De hecho, hoy la Iglesia es vista ampliamente solo como una especie de aparato político. Se habla de ella casi exclusivamente en categorías políticas y esto se aplica incluso a obispos que formulan su concepción de la Iglesia del mañana casi exclusivamente en términos políticos.

La crisis, causada por los muchos casos de abusos de clérigos, nos hace mirar a la Iglesia como algo casi inaceptable que tenemos que tomar en nuestras manos y rediseñar. Pero una Iglesia que se hace a sí misma no puede constituir esperanza.

Jesús mismo comparó la Iglesia a una red de pesca en la que Dios mismo separa los buenos peces de los malos. También hay una parábola de la Iglesia como un campo en el que el buen grano que Dios mismo sembró crece junto a la mala hierba que “un enemigo” secretamente echó en él. De hecho, la mala hierba en el campo de Dios, la Iglesia, son ahora excesivamente visibles y los peces malos en la red también muestran su fortaleza.

Sin embargo, el campo es aún el campo de Dios y la red es la red de Dios. Y en todos los tiempos, no solo ha habido mala hierba o peces malos, sino también los sembríos de Dios y los buenos peces. Proclamar ambos con énfasis y de la misma forma no es una manera falsa de apologética, sino un necesario servicio a la Verdad.

En este contexto es necesario referirnos a un importante texto en la Revelación a Juan. El demonio es identificado como el acusador que acusa a nuestros hermanos ante Dios día y noche (Ap 12, 10). El Apocalipsis toma entonces un pensamiento que está al centro de la narrativa en el libro de Job (Job 1 y 2, 10; 42:7-16).

Allí se dice que el demonio buscaba mostrar que lo correcto en la vida de Job ante Dios era algo meramente externo. Y eso es exactamente lo que el Apocalipsis tiene que decir: el demonio quiere probar que no hay gente correcta, que su corrección solo se muestra en lo externo. Si uno pudiera acercarse, entonces la apariencia de justicia se caería rápidamente.

La narración comienza con una disputa entre Dios y el demonio, en la que Dios se ha referido a Job como un hombre verdaderamente justo. Ahora va a ser usado como un ejemplo para probar quién tiene razón. El demonio pide que se le quiten todas sus posesiones para ver que nada queda de su piedad. Dios le permite que lo haga, tras lo cual Job actúa positivamente. Luego el demonio presiona y dice: “¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara» (Job 2,4f).

Entonces Dios le otorga al demonio un segundo turno. También toca la piel de Job y solo le está negado matarlo. Para los cristianos es claro que este Job, que está de pie ante Dios como ejemplo para toda la humanidad, es Jesucristo. En el Apocalipsis el drama de la humanidad nos es presentado en toda su amplitud.

El Dios Creador es confrontado con el demonio que habla a toda la humanidad y a toda la creación. Le habla no solo a Dios, sino y sobre todo a la gente: Miren lo que este Dios ha hecho. Supuestamente una buena creación. En realidad está llena de miseria y disgustos. El desaliento de la creación es en realidad el menosprecio de Dios. Quiere probar que Dios mismo no es bueno y alejarnos de Él.

La oportunidad en la que el Apocalipsis no está hablando aquí es obvia. Hoy, la acusación contra Dios es sobre todo menosprecio de su Iglesia como algo malo en su totalidad y por lo tanto nos disuade de ella. La idea de una Iglesia mejor, hecha por nosotros mismos, es de hecho una propuesta del demonio, con la que nos quiere alejar del Dios viviente usando una lógica mentirosa en la que fácilmente podemos caer.

No, incluso hoy la Iglesia no está hecha solo de malos peces y mala hierba. La Iglesia de Dios también existe hoy, y hoy es ese mismo instrumento a través del cual Dios nos salva.

Es muy importante oponerse con toda la verdad a las mentiras y las medias verdades del demonio: sí, hay pecado y mal en la Iglesia, pero incluso hoy existe la Santa Iglesia, que es indestructible.

Además hoy hay mucha gente que humildemente cree, sufre y ama, en quien el Dios verdadero, el Dios amoroso, se muestra a sí mismo a nosotros. Dios también tiene hoy sus testigos («martyres«) en el mundo. Nosotros solo tenemos que estar vigilantes para verlos y escucharlos.

La palabra mártir está tomada de la ley procesal. En el juicio contra el demonio, Jesucristo es el primer y verdadero testigo de Dios, el primer mártir, que desde entonces ha sido seguido por incontables otros.

El hoy de la Iglesia es más que nunca una Iglesia de mártires y por ello un testimonio del Dios viviente. Si miramos a nuestro alrededor y escuchamos con un corazón atento, podremos hoy encontrar testigos en todos lados, especialmente entre la gente ordinaria, pero también en los altos rangos de la Iglesia, que se alzan por Dios con sus vidas y su sufrimiento.

Es una inercia del corazón lo que nos lleva a no desear reconocerlos. Una de las grandes y esenciales tareas de nuestra evangelización es, hasta donde podamos, establecer hábitats de fe y, por encima de todo, encontrar y reconocerlos.

Vivo en una casa, en una pequeña comunidad de personas que descubren tales testimonios del Dios viviente una y otra vez en la vida diaria, y que alegremente me comentan esto. Ver y encontrar a la Iglesia viviente es una tarea maravillosa que nos fortalece y que, una y otra vez, nos hace alegres en nuestra fe.

Al final de mis reflexiones me gustaría agradecer al Papa Francisco por todo lo que hace para mostrarnos siempre la luz de Dios que no ha desaparecido, incluso hoy. ¡Gracias, Santo Padre!

Benedicto XVI

https://www.aciprensa.com/noticias/el-diagnostico-de-benedicto-xvi-sobre-la-iglesia-y-los-abusos-sexuales-35201


Los ‘lobos’ también quieren morder a Francisco

septiembre 16, 2018

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El papa Francisco reza en San Pedro en el Vaticano, en agosto. ANGELO CARCONI (EFE)

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Los ‘lobos’ también quieren morder a Francisco

La guerra a la luz del día contra el Pontífice es más del Vaticano que de la Iglesia

Por Juan Arias

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La guerra a la luz del día contra el papa Francisco es más del Vaticano que de la Iglesia. Son intereses político-económicos más que dogmáticos. Se ubican en las iglesias conservadoras de la América de Trump y en la Europa con nostalgias fascistas, y no en las jóvenes iglesias latinoamericanas, africanas o asiáticas que apoyan la revolución evangélica del Papa.

Es la de los lobos que obligaron abdicar al papa Ratzinger y que, al parecer, siguen vivos y con ganas de morder también a Francisco.

La otra Iglesia, la que exige la fidelidad a sus orígenes contaminada por los poderes mundanos que acabaron incrustándose en la jerarquía vaticana, esa es la que aplaude a Francisco. Es la Iglesia que se mantuvo fiel a la revolución abierta por el Concilio Vaticano II.

La embestida contra el papa Francisco era de esperar. Se trata del primer sucesor de Pedro que llegó a Roma despojándose de la mundanidad de la Curia Romana y abriendo las puertas de la Iglesia a la caravana de los que habían sido alejados de ella, los mismos a los que Jesús había dado sus preferencias.

Quizás Francisco sea sólo un Papa de transición que pueda aún acabar devorado por quienes prefieren a la antigua Iglesia del poder romano, centrada en la burocracia más que en el Evangelio. Si así fuera, dejará una puerta abierta a la esperanza.

Francisco podría hacer algo más. ¿Por qué no imitar a su antecesor, Juan XXIII, que en tiempos más duros aún sorprendió con la convocación de un Concilio Ecuménico?

Tenía la misma edad que hoy Francisco. La Curia conservadora lo tenía bajo observación. Le temía. Llegaron a pensar en deponerlo por osado. Cuando ya no pudieron, intentaron manipular el Concilio. Juan XXIII, con su libertad de espíritu, acabó ganando la batalla.

Fue la fuerza de aquel Concilio la que hizo posible que, medio siglo después, llegara a la silla de Pedro, desde la periferia del mundo, un papa como Francisco que se negó a ser una copia de los antiguos emperadores romanos. Puede que también a él le haya salpicado la vieja estrategia de la Iglesia de esconder los pecados sexuales de sus representantes. Aún no lo sabemos.

Lo que sí es cierto es que su pontificado ha creado un terremoto en la Iglesia descolocando su eje de poder. A una Iglesia que hasta ahora había sido fundamentalmente europea, le dijo en su primer saludo que estaba llegando “desde muy lejos” . Llegaba de los barrios del mundo.

Y tuvo la osadía, ya en aquel primer momento, de no limitarse a ofrecer urbi et orbi la tradicional bendición papal. Pidió a los presentes en la plaza de San Pedro que también ellos “bendijeran al obispo de Roma”, casi una herejía. Renunciando a los palacios pontificios, se fue a vivir a una sencilla residencia para sacerdotes. Y allí sigue. ¿Más vulnerable o más fuerte?

Sean los que sean los pecados de los que las fuerzas conservadoras le acusan, lo cierto es que Francisco supone un peligro para la Iglesia que siempre se negó a ser refundada. No es fácil quebrar paradigmas que parecían eternos.

https://elpais.com/internacional/2018/09/08/actualidad/1536431427_006211.html


P. Lombardi relata cómo se encuentra Benedicto XVI a 4 años de su renuncia al pontificado

febrero 12, 2017

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Bemnedc

El Papa Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013, anuncia su decisión de renunciar al pontificado

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P. Lombardi relata cómo se encuentra Benedicto XVI a 4 años de su renuncia al pontificado

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VATICANO, 11 Feb. 17 / 11:39 am (ACI).- El P. Federico Lombardi, exvocero del Vaticano, afirmó que a cuatro años de renunciar al pontificado, Benedicto XVI vive en oración y con extrema discreción su servicio de acompañamiento a la Iglesia y de solidaridad con su sucesor, el Papa Francisco; y que si bien sus fuerzas físicas se han debilitado debido a su edad, “aquellas mentales y espirituales son perfectas”.

“La manera en la que Benedicto XVI ha vivido y vive estos años corresponde a aquello que nos había dicho, o sea, en oración, en retiro, desde un punto de vista espiritual y con extrema discreción, su servicio de acompañamiento a la vida de la Iglesia y de solidaridad también, con su sucesor. Esto es lo que está ocurriendo en total serenidad”, afirmó el sacerdote, actual presidente de la Fundación Joseph Ratzinger.

El 11 de febrero de 2013 durante el Consistorio para ver algunas causas de canonización, Benedicto XVI anunció a los cardenales que iba a tomar “una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia”. El Pontífice, que estaba por cumplir 86 años, dijo que debido a su avanzada edad ya no tenía fuerzas para ejercer de forma adecuada el ministerio petrino y que desde el próximo 28 de febrero a las 8:00 p.m. (hora de Roma), la sede de Pedro quedaba vacante.

En declaraciones a Radio Vaticana, el P. Lombardi dijo que en los últimos meses ha tenido la oportunidad de visitar a Benedicto XVI, que desde su retiro vive en el monasterio de clausura Mater Ecclesiae. “Espero continuar teniéndolas, más aun habiendo recibido la responsabilidad de la Fundación Ratzinger, seguramente habrán más motivos para visitarlo”, expresó.

El exdirector de la Sala de Prensa del Vaticano afirmó que al Papa emérito “lo he hallado muy bien desde el punto de vista de la lucidez, de la presencia espiritual, mental, por lo que da verdadero gusto estar con él”.

“Naturalmente el tiempo pasa y las fuerzas disminuyen. Mientras aquellas mentales y espirituales son perfectas, las fuerzas físicas van debilitándose un poco. Sin embargo Benedicto XVI es una persona que no tiene enfermedades particulares, por lo tanto se ve la fragilidad que aumenta con la edad, pero sigue en pie, puede caminar. Es una persona anciana un poco más frágil con el pasar del tiempo, pero que está perfectamente presente y a la cual es muy agradable encontrarlo”, aseguró.

En el libro “Últimas conversaciones”, Benedicto XVI afirma que poner en el centro el tema de Dios y la fe en primer plano, ha sido la orientación fundamental de su Pontificado. En ese sentido, se le preguntó al P. Lombardi cuál es, a su juicio, el testimonio más fuerte que el Papa alemán está ofreciendo.

“Diría que el hecho de vivir este tiempo en la oración está en perfecta coherencia con lo afirmado anteriormente, es decir, Dios en el centro, la fe como sentido de nuestra vida y, la cosa que encuentro también muy bella, y que también resalta en este libro de las ‘Últimas conversaciones’, es este sentido de la proximidad del encuentro con Dios, el hecho de vivir la edad de la ancianidad como un tiempo de preparación y de familiarización –diría– con el Señor que se prepara a encontrar. Esto me parece un hermoso testimonio”, expresó.

El P. Lombardi dijo que “verdaderamente es muy lindo tener al Papa emérito que reza por la Iglesia, por su Sucesor. Es una presencia que sentimos. Sabemos que él está y si bien no lo vemos con frecuencia, cuando lo vemos estamos todos muy contentos, porque lo queremos. Por tanto, lo sentimos como una presencia que nos acompaña, que nos consuela y nos tranquiliza”.

El exvocero vaticano dijo que si bien la presencia de un Papa en funciones y otro emérito es algo “inédito” en la historia de la Iglesia, Benedicto XVI “lo vive con extrema serenidad y normalidad, porque la motivación y el modo en que esto se ha producido, ha sido sumamente lineal, claro y sereno”.

En ese sentido, recordó que durante el encuentro de Benedicto XVI con los cardenales que llegaban a Roma para el Cónclave, él, sin saber quién sería su sucesor, “prometía su obediencia, su respeto”.

“El Cardenal Bergoglio estaba presente y naturalmente todos recordamos este momento. Después se ha realizado lo que había dicho el Papa Benedicto, en su discreta y serena cercanía espiritual a su sucesor que, ciertamente, también siente (…) el apoyo de esta presencia y de esta oración.

Recordó que el Papa Francisco “cultiva esta relación, a veces con visitas, otras con llamadas telefónicas; ciertamente con muchos signos de familiaridad, de respeto y de expectativa del apoyo espiritual”.

“Por tanto sí, estamos viviendo esta realidad inédita, pero es hermosa, es consoladora; diría que todas las veces que vemos imágenes del Papa Francisco y de su predecesor juntos, es una gran alegría para todos y es un bello ejemplo de unión en la Iglesia, en la variedad de las condiciones”, aseguró.


El maná de cada día, 14.8.16

agosto 13, 2016

Domingo XX del Tiempo Ordinario, Ciclo C

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Jesus-Serious[1]

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz?

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QUINTO día de la Novena a San Ezequiel Moreno, agustino recoleto, cuya fiesta se celebra el 19 de éste. La encuentras al final de esta entrada o artículo.

Además de unirnos a todos los devotos de San Ezequiel, le confiamos a Dios, por su intercesión, todas las peticiones de salud y de gracias que recibimos en este blog, con mucha frecuencia. Dios se glorifique en esta novena. San Ezequiel, ruega por nosotros.



Antífona de entrada: Sal 83, 10-11

Fíjate, oh Dios en nuestro Escudo; mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa.


Oración colecta

Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Jeremías 38, 4-6.8-10

En aquellos días, los príncipes dijeron al rey: «Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.»

Respondió el rey Sedecías: «Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra vosotros.»

Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.

Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: «Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre, porque no queda pan en la ciudad.»

Entonces el rey ordenó a Ebedmelek, el cusita: «Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe, antes de que muera.»


SALMO 39, 2.3;4.18

Señor, date prisa en socorrerme.

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito.

Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos.

Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor.

Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes.


SEGUNDA LECTURA: Hebreos 12, 1-4

Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.

Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.


Aclamación antes del Evangelio: Jn 10, 27

Mis ovejas oyen mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen.


EVANGELIO: Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz?

No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»


Antífona de comunión: Sal 129, 7

Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

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¿PENSÁIS QUE HE VENIDO A TRAER AL MUNDO LA PAZ?

Benedicto XVI. Ángelus domingo 19 de agosto de 2007

En el evangelio de este domingo hay una expresión de Jesús que siempre atrae nuestra atención y hace falta comprenderla bien. Mientras va de camino hacia Jerusalén, donde le espera la muerte en cruz, Cristo dice a sus discípulos: «¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz?

No, sino división». Y añade: «En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra» (Lc 12, 51-53).

Quien conozca, aunque sea mínimamente, el evangelio de Cristo, sabe que es un mensaje de paz por excelencia; Jesús mismo, como escribe san Pablo, «es nuestra paz» (Ef 2, 14), muerto y resucitado para derribar el muro de la enemistad e inaugurar el reino de Dios, que es amor, alegría y paz.

¿Cómo se explican, entonces, esas palabras suyas? ¿A qué se refiere el Señor cuando dice —según la redacción de san Lucas— que ha venido a traer la «división», o —según la redacción de san Mateo— la «espada»? (Mt 10, 34).

Esta expresión de Cristo significa que la paz que vino a traer no es sinónimo de simple ausencia de conflictos. Al contrario, la paz de Jesús es fruto de una lucha constante contra el mal. El combate que Jesús está decidido a librar no es contra hombres o poderes humanos, sino contra el enemigo de Dios y del hombre, contra Satanás.

Quien quiera resistir a este enemigo permaneciendo fiel a Dios y al bien, debe afrontar necesariamente incomprensiones y a veces auténticas persecuciones.

Por eso, todos los que quieran seguir a Jesús y comprometerse sin componendas en favor de la verdad, deben saber que encontrarán oposiciones y se convertirán, sin buscarlo, en signo de división entre las personas, incluso en el seno de sus mismas familias.

En efecto, el amor a los padres es un mandamiento sagrado, pero para vivirlo de modo auténtico no debe anteponerse jamás al amor a Dios y a Cristo. De este modo, siguiendo los pasos del Señor Jesús, los cristianos se convierten en «instrumentos de su paz», según la célebre expresión de san Francisco de Asís.

No de una paz inconsistente y aparente, sino real, buscada con valentía y tenacidad en el esfuerzo diario por vencer el mal con el bien (cf. Rm 12, 21) y pagando personalmente el precio que esto implica.

La Virgen María, Reina de la paz, compartió hasta el martirio del alma la lucha de su Hijo Jesús contra el Maligno, y sigue compartiéndola hasta el fin de los tiempos. Invoquemos su intercesión materna para que nos ayude a ser siempre testigos de la paz de Cristo, sin llegar jamás a componendas con el mal.
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NOVENA A SAN EZEQUIEL MORENO

San Ezequiel Moreno, agustino recoleto



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Aquí me tienes, Dios mío y Padre mío, en tu presencia. Humildemente te pido perdón de todas mis culpas y la gracia de perseverar en tu santo servicio hasta la muerte.

Deseo durante estos nueve días recordar las virtudes de san Ezequiel Moreno para renovar mi fe y mi entrega a ti, mi Señor.

Por intercesión de san Ezequiel, te ruego escuches mis ruegos y me concedas la gracia especial que te pido en esta novena. Finalmente, te encomiendo a todos los enfermos, en particular a los terminales y a los que sufren de cáncer. Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.


DÍA 5º.- La perfección cristiana consiste en cumplir siempre la voluntad de Dios. San Ezequiel llegó a tan elevada santidad porque se propuso, con estricta fidelidad, hacer lo que Dios quería, aunque le costara grandes sacrificios. (Pausa de reflexión y oración)

Concédenos, Señor, aceptar con toda generosidad los designios de tu voluntad santísima y confiar siempre en tu protección amorosa y fiel. Por Jesucristo Nuestro Señor.- Amén.

(Pídase la gracia especial que se desee alcanzar en la novena)


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

San Ezequiel Moreno, ruega por nosotros.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre nuestro: la oración confiada y la certeza de la intercesión de san Ezequiel son para mí un remanso de paz y de consuelo en mis penas y trabajos. Haz que sus ejemplos me estimulen siempre hacia el bien y que no me falte nunca su protección bondadosa.

Te lo pido por Jesucristo Nuestro Señor.- Amén.
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Cardenal Sarah: Ideología de género es mortal y demoniaca

junio 5, 2016

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Cardenal Robert Sarah

Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos

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Cardenal Sarah: Ideología de género es mortal y demoniaca

En el mundo de hoy, “la violencia contra los cristianos no es solo física, sino que es también política, ideológica y cultural. Esta forma de persecución religiosa es tan dañina o más, pero es más escondida. No destruye físicamente pero sí lo hace espiritualmente” (Card. R. Sarah).

NOTA: Hoy el Perú está votando al presidente que lo gobernará la Nación hasta el 2021, segundo centenario de su Independencia. Como católicos creo que no nos damos cuenta de lo que nos estamos jugando, de la batalla que se está librando con estas elecciones. Y no deberíamos pecar de ingenuidad, pues nos puede conducir a la complicidad. 

Porque me da la impresión de que la mayoría de católicos, aun practicantes, y también seguramente muchos sacerdotes y -no me meto con los obispos- no discernimos bien lo que implican determinadas posturas de opinión y las ideologías que se promueven en la sociedad buscando -según nuestra fe, de manera equivocada- el bien común.

Por eso, me parece muy conveniente -para el hoy y para el mañana- divulgar esta postura del Card. Sarah que está en plena comunión con el magisterio petrino de Benedicto XVI y del Papa Francisco.

Es posible y hasta probable que estemos faltando de omisión… Pero bueno, que cada uno se informe, discierna, consulte, ore con el corazón… y decida cómo participar en la edificación del Reino de Dios en este mundo y aquí en nuestra bienamada Iglesia católica que peregrina en nuestro querido Perú. 

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WASHINGTON D.C., 18 May. 16 / 01:15 pm (ACI).- El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Robert Sarah, afirmó que la ideología de género es “demoniaca” y un “impulso mortal” que ataca a las familias.

Así lo indicó el Purpurado africano en su intervención en el tradicional Desayuno Nacional de Oración que se realizó en Washington D.C. en Estados Unidos, en el que se reúnen diversos líderes del país para tratar diversos temas de gran importancia.

En su ponencia, el Cardenal dijo que en ningún lugar la persecución religiosa es “más clara que en la amenaza de las sociedades contra las familias a través de la una demoniaca ideología de género, un impulso mortal que se experimenta en un mundo que extirpa cada vez más a Dios a través de la colonización ideológica” denunciada en distintas ocasiones por el Papa Francisco.

El Prefecto dijo luego que defender a la familia es una tarea fundamental en la sociedad de hoy: “no es una guerra ideológica. Se trata en realidad de defendernos a nosotros mismos, a nuestros hijos y a las generaciones futuras ante una ideología demoniaca (la ideología de género) que dice que los niños no necesitan madres y padres. Ella niega la naturaleza humana y quiere extirpar a Dios de generaciones enteras”.

“La ruptura de las relaciones fundamentales en la vida de la persona –a través de la separación, el divorcio o las imposiciones distorsionadas de la familia como la convivencia y las uniones del mismo sexo– es una herida profunda que cierra el corazón al amor que se dona hasta la muerte y que lleva al cinismo y a la desesperanza”.

Estas situaciones, continuó el Cardenal, “dañan a los niños pequeños al infligirles una duda existencial profunda sobre el amor. Son un escándalo y un obstáculo que hace que los más vulnerables no crean en tal amor, y un peso que aplasta y que puede impedir que se abran al poder sanador del Evangelio”.

En medio de todo esto, dijo el Purpurado africano, la Iglesia y el Papa Francisco a la cabeza, intentan combatir la globalización de la indiferencia y la negación de la enseñanza de siempre sobre la familia.

“Por esta razón el Santo Padre, abierta y vigorosamente, defiende la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción, el aborto, la homosexualidad, las tecnologías reproductivas, la educación de los niños y muchas otras más”, indicó el Cardenal.

En el mundo de hoy, continuó el Cardenal Sarah, “la violencia contra los cristianos no es solo física” como la que sufren los fieles de Medio Oriente a manos del Estado Islámico, “sino que es también política, ideológica y cultural”.

“Esta forma de persecución religiosa es tan dañina o más, pero es más escondida. No destruye físicamente pero sí lo hace espiritualmente”, precisó.

El Purpurado dijo luego que actualmente y “en nombre de la ‘tolerancia’ las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio, la sexualidad y la persona humana están siendo desmanteladas” y criticó la legalización de las uniones del mismo sexo, el mandato abortivo de la administración Obama y las leyes que permiten el acceso a los baños de acuerdo a la llamada “identidad de género”.

El Cardenal se dirigió a los asistentes al Desayuno Nacional de Oración resaltando que llegó hasta Estados Unidos para “alentarlos a ser proféticos, fieles y sobre todo, para que recen”.

“Estas tres sugerencias –prosiguió– hacen presente que la batalla por el alma de América y el alma del mundo, es básicamente espiritual. Muestran que la batalla se pelea primeramente con nuestra propia conversión a Dios cada día”.

Es importante para esa misión, continuó, un importante discernimiento sobre cómo “en sus vidas, en sus hogares, en sus lugares de trabajo, en su nación, Dios está siendo erosionado, eclipsado y liquidado”.

Recordando el título de su libro, el Cardenal concluyó: “al final, es Dios o nada”.

“Dieu o rien” (Dios o nada) es el nombre del libro en el que aparece la extensa entrevista realizada por el periodista francés Nicolas Diat al Cardenal Sarah. Este hombre de prensa también ha escrito un libro sobre Benedicto XVI.

Los temas del libro son variados y no excluyen algunos polémicos como los abusos sexuales de algunos miembros del clero y la enérgica y decisiva reacción de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco con su política de tolerancia cero; además de las grandes preguntas del mundo posmoderno que vive al margen de Dios.

El Cardenal Sarah fue ordenado sacerdote en 1969 y fue consagrado obispo en 1979, convirtiéndose en el más joven del mundo.

En el año 2001 fue convocado a Roma por el Papa Juan Pablo II para servir como Secretario de la Evangelización de los Pueblos.

Benedicto XVI lo eligió como presidente del Pontificio Consejo Cor Unum en el 2010 y en el año 2014 el Papa Francisco lo nombró Presidente del dicasterio vaticano que se ocupa de la liturgia.

https://www.aciprensa.com/noticias/cardenal-sarah-ideologia-de-genero-es-mortal-y-demoniaca-25608/