El maná de cada día, 1.11.20

octubre 31, 2020

Solemnidad de Todos los Santos

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Todos hemos sido llamados a la plenitud del amor con Dios, sus ángeles y con los hermanos. 


Antífona de entrada

Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de todos los Santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Apocalipsis 7,2-4. 9-14

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.»

Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.

Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»

Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: «Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.»

Y uno de los ancianos me dijo: «Ésos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?»

Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.»

Él me respondió. «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.»

SALMO 23, 1-2. 3-4ab. 5-6

Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor. 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

SEGUNDA LECTURA: 1 Juan 3, 1-3

Queridos hermanos:

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!

El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

ALELUYA: Mt 11, 28

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré, dice el Señor.

EVANGELIO: Mateo 5, 1-12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Antífona de comunión: Mt 5, 8-10

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán los hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

(Nota: Los subrayados son míos)

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GOZO Y ESPERANZA . Entonces, en el cielo, tendrá lugar el regocijo grande y perfecto; entonces el gozo será pleno, cuando no sea la esperanza la que nos amamante, sino la realidad misma la que nos nutra. No obstante, también ahora, en la tierra, antes que la realidad misma llegue a nosotros, antes que nosotros nos acerquemos a ella, alegrémonos en el Señor, pues no es pequeño el gozo que produce la esperanza de lo que luego será realidad.

San Agustín (Sermón 21, 1).

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Apresurémonos hacia los hermanos que nos esperan

De los sermones de san Bernardo, abad

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios?

Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.

. El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable; y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos.

Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.

Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos los bienes de arriba, pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma.

Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peli­gro alguno el anhelo de compartir su gloria.

. El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria.

Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados.

Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión.

Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordar­os que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con él.

Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuand­o transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.

Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también, en gran manera, la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.

(Nota: Los subrayados son míos)

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Oración

Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.

Con la confianza que inspira en nuestro corazón el Espíritu Santo, nos trasladamos en fe, en esperanza y con el amor de Dios, a la contemplación de la Gloria eterna del cielo.

Y en primer lugar, nos alegramos de que el Padre Celestial, de manera particular hoy, se goce al ver que la Sala del Festín de las Bodas de su Hijo está casi completamente llena de invitados. Mereció la pena disponerlo todo, desde la eternidad y con gran ilusión, para que sus hijos se gocen con su Amor y Plenitud.

El Espíritu nos permite también gozarnos con el Hijo que hoy está viendo una multitud de Hermanos que, gracias a su Sangre, tienen vida en abundancia y alaban pletóricos de alegría y felicidad al Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra.

Mereció la pena ser obediente y fiel hasta la muerte y muerte de Cruz. Mi alegría está en vosotros. Y mi alegría está también en el Padre, y mi alegría es completa.

Me siento feliz al retomar mi condición de ser el Primogénito de muchos hermanos y hermanas para gloria de Dios Padre, que es digno de toda bendición. Así mi alegría llega a plenitud, pues con vosotros no he guardado secretos. Os dije todo lo que había oído a mi Padre. Venid, benditos de mi Padre. Amén, para siempre.

En el gozo del Espíritu nos congratulamos por esta mutua felicitación del Padre y del Hijo, por esa mutua complementariedad y solidaridad, por esa intercomunicación en sí mismos, y en su relación con los hombres. Todo está cumplido, se ha cumplido lo dispuesto por el Padre, lo realizado por el Hijo. En el Espíritu abrazamos al Padre y al Hijo para formar la familia de Dios.

Y así llegamos a experimentar como nunca qué bueno es vivir los hermanos unidos. El Espíritu abraza al Padre y al Hijo. Él es la comunión en persona. Él prolonga la comunión del Padre y del Hijo en la comunidad eclesial fundada en la comunión de los Hermanos en un mismo Espíritu.

El Espíritu prolonga la familia trinitaria en la familia de los Hijos de Dios. Ven, Señor Jesús. Ven, Espíritu divino, y haz nuevas todas las cosas. Amén.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Dios sea bendito en sus Ángeles y en sus Santos. Amén. Aleluya.

(P. Ismael)

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Solemnidad de Todos los Santos

1º de noviembre del 2012

Por el R. P. José Jiménez, oar. (+12.12.2019)

Dios no ha hecho la muerte, ni se complace destruyendo a los vivos (Sb 1, 13)

Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser, mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan los de su bando (Sb 2, 23-24)

Triunfadores

Bienaventurados, felices, dichosos… son algunos de los términos que usan los traductores de la Biblia de los sujetos de las bienaventuranzas con las que el evangelista Mateo inicia el llamado Sermón del Monte. Se trata de la proclamación de la ley de Cristo, que no anula la de Moisés, sino que le da plenitud en Cristo, quien es la verdadera y mejor bienaventuranza.

¿Quiénes son los bienaventurados?

Leer el libro del Apocalipsis es introducirnos en un mundo de símbolos entre los cuales los números ocupan un lugar importante. Los ciento cuarenta y cuatro mil triunfadores de las tribus de Israel (Cf. Ap. 7, 4) proyectan en su simbolismo los miles y millones de triunfadores en Cristo Jesús. Es lo que celebramos hoy en esta fiesta: no nos referimos sólo a los santos reconocidos por el Pueblo de Dios, sino también a los miles y millones de hombres y mujeres, de toda edad, raza y condición que han triunfado con Cristo Jesús.

¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha abierto a la esperanza para que seamos triunfadores! ¡Bendito sea Dios y glorificado en sus santos!

Todos los difuntos

Unida íntimamente a la fiesta de Todos los Santos está la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, que la hacemos mañana, dos de noviembre. Recordamos a nuestros familiares y amigos difuntos, y a todos los que han salido ya de esta vida. Es la fecha del agradecimiento para los que han estado unidos a nosotros en la vida y hoy lo hacemos oración. Al Dios de los vivos encomendamos a nuestros difuntos para que tengan la vida, la vida que es el cielo.

Es Cristo Jesús quien salva radicalmente a los que por medio de Él se acercaron a Dios (Heb. 7, 25). En un abrazo común nos unimos todos y la oración que nosotros hacemos por ellos y ellos por nosotros es la mejor comunión.

Eso nos lleva a la esperanza: somos caminantes hacia la bienaventuranza eterna.


El maná de cada día, 31.10.20

octubre 31, 2020

Sábado de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

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Humildad es vivir serenamente en la realidad de lo que somos.


PRIMERA LECTURA: Filipenses 1, 18b-26

De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre.

Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir.

Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.

Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.

SALMO 41

Mi alma tiene sed del Dios vivo.

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.

ALELUYA: Mateo 11, 29ab

Cargad con mi yugo y aprended de mí, dice el Señor, que soy manso y humilde de corazón.

EVANGELIO: Lucas 14, 1.7-11

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: «Cédele el puesto a éste.» Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba.» Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

(Nota: La letra negrita es mía)
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LA HUMILDAD NOS PONE EN NUESTRO SITIO

El pecado original sigue actuando en nosotros como una poderosa fuerza centrípeta: continuamente nos arrastra hacia un egocentrismo que, si no sabemos desenmascarar a tiempo, termina por convertirse en el eje que va desequilibrando nuestra vida interior y hasta nuestra psicología o nuestra afectividad.

Tendemos a engrandecer y sobrevalorar todo lo nuestro, con lo que nos hacemos engreídos, soberbios, vanidosos y orgullosos, y terminamos viviendo subidos en el pedestal del propio ego, soñando en el mundo ideal de un yo ficticio e irreal.

Tendemos también a infravalorarnos, llegando incluso hasta el autodesprecio, creyendo quizá que así somos más humildes ante los demás, sin darnos cuenta de que detrás de esa autocompasión, de esa no aceptación de uno mismo, de esa visión negativa, pesimista y autodestructiva, seguimos encaramados en el mismo pedestal de nuestro ego y alimentando la misma imagen ficticia e irreal de nosotros mismos.

La humildad es el contrapeso que equilibra esta fuerza egocéntrica. Es la virtud que atempera el voluntarismo, que modera los sentimentalismos, que doblega la razón y nos coloca ajustadamente en nuestro sitio, ante Dios y ante los demás.

Humildad es vivir serenamente en la realidad de lo que somos, sin ocultar ni aparentar lo contrario, sin huir de nuestra propia condición, carácter o forma de ser, sin ñoñerías ni falsos rebuscamientos.

No midas tu propia talla con la medida que te ponen los demás, ni tampoco con la que tú te pones a ti mismo; tu verdadera medida te la da el amor sin medida de Dios, para quien siempre serás hijo predilecto en el Hijo.

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El maná de cada día, 30.10.20

octubre 30, 2020

Viernes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

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El Señor es piadoso y clemente
El Señor es piadoso y clemente.
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PRIMERA LECTURA: Filipenses 1, 1-11

Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos que residen en Filipos, con sus obispos y diáconos. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Doy gracias a mi Dios cada vez que os menciono; siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy.

Esta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo dentro, porque, tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís la gracia que me ha tocado.

Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.

SALMO 110,1-2. 3-4. 5-6

Grandes son las obras del Señor.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.

El da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obra, dándoles la heredad de los gentiles.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 10, 27

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; y yo las conozco y ellas me siguen.

EVANGELIO: Lucas 14, 1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»

Ellos se quedaron callados.

Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.

Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»

Y se quedaron sin respuesta.

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Actuación clara de Jesús

P. Francisco Fernández Carvajal

Era costumbre entre los judíos convidar a comer a quien había disertado aquel día en la sinagoga. Un sábado fue invitado Jesús a casa de uno de los principales fariseos de la ciudad1. Y le estaban espiando, le acechaban a ver en qué podían sorprenderlo.

A pesar de esta situación tan poco grata, el Señor –comenta San Cirilo– «aceptaba sus convites para ser útil con sus palabras y milagros a los que asistían a ellos»2.

El Maestro no desaprovecha ninguna ocasión para redimir a las almas, y los banquetes eran una buena oportunidad para hablar del Reino de los Cielos.

En este día, cuando ya estaban sentados a la mesa, se puso delante de él un hombre hidrópico; este hombre aprovecha probablemente una costumbre que permitía entrar a todos en la casa donde se daba un agasajo. El enfermo no dice nada, no pide nada, simplemente está delante del Médico divino.

«Esta bien podría ser nuestra postura, nuestra actitud interior: ponernos así ante Jesús. Ponernos así, con nuestra hidropesía, con nuestra miseria personal, con nuestros pecados… Ante Dios, ante la mirada compasiva de Dios. Podemos tener la absoluta seguridad de que él nos tomará de la mano y nos curará»3.

Jesús, al ver al enfermo ante él, se llena de misericordia, y le cura, a pesar de los que estaban al acecho para ver si sanaba en sábado. Actúa con claridad y no se deja llevar por respetos humanos, por lo que murmuraron aquellos que se consideraban a sí mismos como maestros e intérpretes de la Ley.

Después, el Señor les hace ver que la misericordia no quebranta el sábado, y les pone un ejemplo lleno de sentido común: ¿quién de vosotros, si se le cae al pozo un burro o un buey, no lo saca enseguida en día de sábado? Y no pudieron responderle a esto, porque todos se darían buena prisa en salvarlo.

Nuestra actitud al vivir la fe cristiana en un ambiente en el que existan recelos, falsos escándalos o simples incomprensiones por ignorancia, sin mala fe, ha de ser la misma de Jesús. Nunca debemos ser oportunistas; nuestra actitud debe ser clara, consecuente con la fe que profesamos.

Muchas veces esa actuación decidida, sin tapujos ni miedos, será de una gran eficacia apostólica. Por el contrario, «asusta el daño que podemos producir, si nos dejamos arrastrar por el miedo o la vergüenza de mostrarnos como cristianos en la vida ordinaria»4.

No dejemos de manifestarnos cristianos, con sencillez y naturalidad, cuando la situación lo requiera. Nunca nos arrepentiremos de ese comportamiento consecuente con nuestro ser más íntimo. Y el Señor se llenará de gozo al mirarnos.


El maná de cada día, 29.10.20

octubre 29, 2020

Jueves de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

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Como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas
El Señor nos protege como la gallina a sus polluelos.


PRIMERA LECTURA: Efesios 6, 10-20

Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal.

Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones. Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración.

Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.

SALMO 143, 1.2.9-10

Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo.

Aclamación antes del Evangelio: Lc 19, 38

¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.

EVANGELIO: Lucas 13, 31-35

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»

Él contestó: «Id a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término.» Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía.

Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor.»»

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Nuestro refugio y protección están en el amor a Dios. Acudir al Sagrario.

P. Francisco Fernández Carvajal

En el camino hacia Jerusalén, que con tanto detalle describe San Lucas, Jesús dejó escapar del fondo de su corazón esta queja hacia la Ciudad Santa que rehusó su mensaje: Jerusalén, Jerusalén…, cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas…1. Así nos sigue protegiendo el Señor: como la gallina a sus polluelos indefensos.

Desde el Sagrario, Jesús vela nuestro caminar y está atento a los peligros que nos acechan, cura nuestras heridas y nos da constantemente su Vida. Muchas veces le hemos repetido: Pie pellicane, Iesu Domine, me immundum munda tuo sanguine… Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero2. En Él está nuestra salud y nuestro refugio.

La imagen del justo que busca protección en el Señor «como los polluelos se cobijan bajo las alas de su madre» se encuentra con frecuencia en la Sagrada Escritura: Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme bajo la sombra de tus alas3, pues tú eres mi refugio, la torre fortificada frente al enemigo. Sea yo tu huésped por siempre en tu tabernáculo, me acogeré bajo el amparo de tus alas4, leemos en los Salmos. El Profeta Isaías recurre a esta imagen para asegurar al Pueblo elegido que Dios lo defenderá contra los sitiadores. Así como los pájaros despliegan sus alas sobre sus hijos, así el Eterno todopoderoso protegerá a Jerusalén5.

Al final de nuestra vida, Jesús será nuestro Juez y nuestro Amigo. Mientras vivía aquí en la tierra, y también mientras dure nuestro peregrinar, su misión es salvarnos, dándonos todas las ayudas que necesitemos. Desde el Sagrario Jesús nos protege de mil formas. ¿Cómo podemos tener la imagen de un Jesús distanciado de las dificultades que padecemos, indiferente a lo que nos preocupa?

Ha querido quedarse en todos los rincones del mundo para que le encontremos fácilmente y hallemos remedio y ayuda al calor de su amistad. «Si sufrimos penas y disgustos, él nos alivia y nos consuela. Si caemos enfermos, o bien será nuestro remedio, o bien nos dará fuerzas para sufrir, a fin de que merezcamos el cielo. Si nos hacen la guerra el demonio y las pasiones, nos dará armas para luchar, para resistir y para alcanzar victoria. Si somos pobres, nos enriquecerá con toda suerte de bienes en el tiempo y en la eternidad»6.

No dejemos cada día de acompañarlo. Esos pocos minutos que dure la Visita serán los momentos mejor aprovechados del día. «¡Ah!, y ¿qué haremos, preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Qué hace un pobre en la presencia de un rico? ¿Qué hace un enfermo delante del médico? ¿Qué hace un sediento en vista de una fuente cristalina?»7.

1 Lc 13, 34. — 2 Himno Adoro te devote. — 3 Sal 17, 8. — 4 Sal 61, 45. — 5 Is 31, 5. — 6 Santo cura de Ars, Sermón sobre el Jueves Santo. — 7 San Alfonso Mª de Ligorio, Visitas al Santísimo Sacramento, 1.

 


El maná de cada día, 28.10.20

octubre 28, 2020

San Simón y san Judas, Apóstoles

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San Simón y San Judas Tadeo
San Simón y San Judas Tadeo

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Antífona de entrada

Éstos son los santos varones, a quienes eligió el Señor amorosamente y les dio una gloria eterna.

Oración colecta

Señor Dios nuestro, que nos llevaste al conocimiento de tu nombre por la predicación de los apóstoles, te rogamos que, por intercesión de san Simón y san Judas, tu Iglesia siga siempre creciendo con la conversión incesante de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Efesios 2,19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

SALMO 18,2-3.4-5

A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Aclamación antes del Evangelio

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles.

EVANGELIO: Lucas 6,12-19

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Antífona de comunión: Jn 14, 23

El que me ama guardará mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.

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28 de octubre
San Simón y San Judas, apóstoles

El nombre de Simón figura en undécimo lugar en la lista de los apóstoles. Lo único que sabemos de él es que nació en Caná y que se le daba el apodo de «Zelotes». Judas, por sobrenombre Tadeo, es aquel apóstol que en la última cena preguntó al Señor por qué se manifestaba a sus discípulos y no al mundo (Jn 14, 22). La liturgia romana, a diferencia de la de los orientales, conmemora el mismo día, juntamente, a estos dos apóstoles.

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo

Del comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan

Nuestro Señor Jesucristo instituyó a aquellos que habían de ser guías y maestros de todo el mundo y administradores de sus divinos misterios, y les mandó que fueran como astros que iluminaran con su luz no sólo el país de los judíos, sino también a todos los países que hay bajo el sol, a todos los hombres que habitan la tierra entera.

Es verdad lo que afirma la Escritura: Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama. Fue, en efecto, nuestro Señor Jesucristo el que llamó a sus discípulos a la gloria del apostolado, con preferencia a todos los demás.

Aquellos bienaventurados discípulos fueron columnas y fundamento de la verdad; de ellos afirma el Señor que los envía como el Padre lo ha enviado a él, con las cuales palabras, al mismo tiempo que muestra la dignidad del apostolado y la gloria incomparable de la potestad que les ha sido conferida, insinúa también, según parece, cuál ha de ser su estilo de obrar.

En efecto, si el Señor tenía la convicción de que había de enviar a sus discípulos como el Padre lo había enviado a él, era necesario que ellos, que habían de ser imitadores de uno y otro, supieran con qué finalidad el Padre había enviado al Hijo.

Por esto, Cristo, exponiendo en diversas ocasiones las características de su propia misión, decía: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan. Y también: He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

De este modo, resume en pocas palabras la regla de conducta de los apóstoles, ya que, al afirmar que los envía como el Padre lo ha enviado a él, les da a entender que su misión consiste en invitar a los pecadores a que se arrepientan y curar a los enfermos de cuerpo y de alma, y que en el ejercicio de su ministerio no han de buscar su voluntad, sino la de aquel que los ha enviado, y que han de salvar al mundo con la doctrina que de él han recibido.

Leyendo los Hechos de los apóstoles o los escritos de san Pablo, nos damos cuenta fácilmente del empeño que pusieron los apóstoles en obrar según estas consignas recibidas.



El maná de cada día, 27.10.20

octubre 27, 2020

Martes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

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amarsar
Un poco levadura hace fermentar toda la masa.


PRIMERA LECTURA: Efesios 5, 21-33

Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.

Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada.

Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»

Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.

SALMO 127

Dichosos los que temen al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

ALELUYA: Mateo 11, 25

Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del Reino a la gente sencilla.

EVANGELIO: Lucas 13,18-21

En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»

Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

(Los subrayados con míos)

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CULTIVAR EL DETALLE

Las cosas pequeñas pueden encerrar significados grandes, incluso infinitos. El bien nunca es pequeño, aunque lo hagamos revestido de circunstancias y gestos humanamente insignificantes.

Y es ahí, en esos detalles, aparentemente intrascendentes, donde se nos presentan a diario tantas ocasiones de hacer el bien a los demás. Una sonrisa a tiempo, una palabra oportuna, un favor desinteresado, un gesto de acogida, un buen consejo, una llamada de teléfono. Cualquier detalle de trato o de convivencia es bueno para humanizar las relaciones y crear comunión con los demás.

No te conformes con aprovechar las ocasiones extraordinarias y puntuales de hacer el bien. Tu santidad se labra con el cincel de cada día, y ha de ir cuajada de esos pequeños detalles, que hacen extraordinariamente divina la monotonía casi rutinaria de nuestra vida. No olvides que el lenguaje de Dios siempre es el de la pequeñez y sencillez, porque es el que todos entienden.

Has de cultivar esos pequeños detalles, con Dios y con los demás, en lo pequeño y ordinario de tu vida. Dicen mucho de tu delicadeza y finura de alma. Pero, han de nacer de esa magnanimidad de corazón, en la que no caben distinciones de trato, antipatías o simpatías.

La entrega de Cristo en la Cruz estuvo preparada y anticipada por muchas de esas pequeñas entregas, que sazonaron el día a día del Señor.

Cuántos detalles de renuncia, de generosidad, de trabajo, de servicio, de alegría, de cariño, llenaron aquellos largos años del Señor, en la vida familiar de Nazaret.

Cuántos detalles de paciencia, de espera, de perdón, recibieron aquellos apóstoles, que conocieron tan de cerca el día a día apostólico de su Maestro.

Cuántos detalles de Dios en el día a día de tu vida que pasan, quizá, inadvertidos a nuestra mirada superficial y atolondrada. En todas esas pequeñas ocasiones de entrega, en cada uno de los recovecos de tu vida, te espera siempre el Dios fiel.

www.mater-dei.es

 


Pensemos en España todos

octubre 26, 2020

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Con respeto y cariño a todos, os pido que no andéis divididos. Dilatemos nuestro mundo interior…

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Pensemos en España todos

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Los acontecimientos que estamos viviendo crean incertidumbre, miedo y desconcierto. Estos sentimientos se han convertido en nuestros vecinos y se han empadronado en nuestro vivir diario. Por otra parte, no acabamos de afrontar los verdaderos problemas que tenemos entre nosotros. No es bueno poner la vida y la historia de un pueblo en una única dirección.

No se puede estar comenzando siempre como quien inicia todo desde cero, ayuno de toda tradición. No podemos permitirnos que cada generación comience a pensar España, a construir la sociedad, a descubrir la verdad, o a realizar el bien desde la nada.

Pensar España significa también volver con amor la mirada a todo lo pasado. Tenemos que recoger el legado de la historia entera para poder realizar el proceso de una nueva siembra. Solo así podremos embarcarnos en un proyecto ilusionante común que integre el rico pluralismo que nos caracteriza.

Todos los que integramos esta Nación, hemos de realizar una conversión mental y un cambio de corazón. No nos hemos dado cuenta del giro copernicano que se ha producido en los últimos cuarenta años: algunos siguen luchando contra unos molinos de viento que ya ni siquiera existen.

Nos encontramos ante la sagrada tarea de crear conciencia entre nosotros, de coger en nuestras manos el destino compartido, de darnos y respetarnos nombre y rostro multiforme, de no abandonarnos ciegamente a nadie, tampoco al Estado, para que nos diga su verdad y resuelva en solitario los problemas.

La sociedad civil tiene su propia palabra y su responsabilidad en esta hora. La ha ejercido de manera meritoria durante la pandemia. Debe recuperarla con el ejemplo: demandando de los políticos cordura y comportándose responsablemente.

El virus moral de la intolerancia, la demonización del que piensa distinto, la falta de entendimiento entre autoridades, en definitiva, el descrédito de la política, compiten en peligrosidad y transmisibilidad con el coronavirus.

El cálculo de votos no puede importar más que la preocupación por la salud física y psíquica de las personas. Hay que tomar medidas para paliar los efectos de esta devastadora crisis que sufrimos todos, pero que afecta más intensamente a los empobrecidos por ella.

Tenemos por delante de nosotros un problema llamado España. Se trata de un problema cultural y moral. Necesitamos metas elevadas que ayuden a alzar el vuelo, que dignifiquen la noble tarea de la política, que eleven las conciencias y que inyecten la vida social con virtudes públicas y privadas.

Urge que nuestros líderes políticos se pongan de acuerdo, que primen las evidencias científicas y no los intereses de cada cual. Los virus nos matan a todos. No saben de ideología, ni de simpatías políticas.

Necesitamos líderes humildes, dispuestos a reconocer que no lo saben todo, capaces de perdonar y de pedir perdón, atentos a colaborar con quienes piensan distinto, con sentido de Estado, que pongan el bien común por encima del propio.

Tenemos que redescubrir nuestra identidad, procurando hacer piña con lo que nos une y cuidando lo que nos diferencia y enriquece. Hay que derribar muros y construir puentes. No se pueden levantar murallas, aunque sean de otro color. Debemos anteponer el sufrimiento de las personas a las ideologías.

Tenemos que cultivar la tradición y la memoria, pero también es preciso el perdón y ciertas dosis de olvido. Incluso la vida pública necesita de la amabilidad, que libera de la crueldad que penetra las relaciones humanas y nos hace pensar en el otro y en su felicidad (cfr. Fratelli tutti 124).

El Papa Francisco en su última Encíclica invita al diálogo y a la amistad social. Nos convoca al «diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo, porque todos somos pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad. Un país crece cuando las diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación» (FT 199).

La Iglesia acoge con respeto las normas que se van dictando para luchar contra la Covid-19. Pero también pide que se salvaguarden la libertad religiosa y los derechos de los fieles. Todo ello es mucho más que la libertad de conciencia. Reclama una actitud proactiva del Estado, la misma que debe tener para la salvaguarda de todos los derechos humanos.

Queridas autoridades, queridos ciudadanos: la Iglesia Católica, en una sociedad plural y democrática, no impone el Evangelio. Pero tampoco puede dejar de anunciarlo a tiempo y a destiempo. Por eso, con respeto y cariño a todos, os pido que no andéis divididos. Dilatemos nuestro mundo interior, cantemos otros cantares, soñemos otras realidades.

El Dios que nos mostró Jesucristo es inconfundible y apuesta decididamente por la fraternidad. Solo con la verdad, la justicia y la misericordia se podrá fecundar la vida pública y construir la paz (cfr. FT 227).

La Iglesia Católica en Madrid, conmigo como arzobispo, ha estado y estará ahí siempre. Al lado de su pueblo. Porque la Iglesia y la caridad no echan el cierre, porque estamos dispuestos a seguir anunciando, con más fuerza si cabe, un mensaje de esperanza y de salvación, transparentando la ternura y la cercanía de Dios y dando la mano a los que más sufren.

También queremos ayudar a rebajar el envilecimiento de la actividad pública, suscitando cordura y generando una convivencia respetuosa, contagiando valores públicos y privados y promoviendo toda forma de encuentro y de diálogo, como hemos hecho en varias ocasiones reuniendo a políticos de todo signo.

A todos los hombres y mujeres de la inteligencia y de la acción política os invito a que nos ayudéis a ensanchar la mirada y el horizonte.

Por ello, con humildad pero con toda firmeza, a todos y muy especialmente a quienes tenéis responsabilidades en la vida pública: «Os ruego, hermanos, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros» (1 Cor 1, 10).

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Carlos Osoro es cardenal Arzobispo de Madrid

https://www.abc.es/opinion/abci-carlos-osoro-pensemos-espana-todos-202010242330_noticia.html


El maná de cada día, 26.10.20

octubre 26, 2020

Lunes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

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ORCHID
Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos.


PRIMERA LECTURA: Efesios 4, 32–5,8

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio.

Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.

Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.

SALMO 1, 1-2.3.4.6

Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

ALELUYA: Juan 17, 17ba

Tu Palabra, Señor, es verdad; conságranos en la verdad.

EVANGELIO: Lucas 13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.

Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»

Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»

A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.


(Nota: Los subrayados son míos)
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La mujer encorvada y la misericordia de Jesús

P. Francisco Fernández Carvajal

En el Evangelio de la Misa1, San Lucas nos relata cómo Jesús entró a enseñar un sábado en la sinagoga, según era su costumbre. Y había allí una mujer poseída por un espíritu, enferma desde hacía dieciocho años, y estaba encorvada sin poder enderezarse de ningún modo.

Y Jesús, sin que nadie se lo pidiera, movido por su compasión, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

El jefe de la sinagoga se indignó porque Jesús curaba en sábado. Con su alma pequeña no comprende la grandeza de la misericordia divina que libera a esta mujer postrada desde hacía tanto tiempo. Celoso en apariencia de la observancia del sábado prescrita en la Ley2, el fariseo no sabe ver la alegría de Dios al contemplar a esta hija suya sana de alma y de cuerpo.

Su corazón, frío y embotado –falto de piedad–, no sabe penetrar en la verdadera realidad de los hechos: no ve al Mesías, presente en aquel lugar, que se manifiesta como anunciaban las Escrituras.

Y no atreviéndose a murmurar directamente de Jesús, lo hace de quienes se acercan a él: Seis días hay en los que es necesario trabajar; venid, pues, en ellos a ser curados y no en día de sábado.

Y el Señor, como en otras ocasiones, no calla: les llama hipócritas, falsos, y contesta –recogiendo la alusión al trabajo– señalando que, así como ellos se daban buena prisa en soltar del pesebre a su asno o a su buey para llevarlos a beber aunque fuera sábado, a esta, que es hija de Abrahán, a la que Satanás ató hace ya dieciocho años, ¿no era conveniente soltarla de esta atadura aun en día de sábado?

Aquella mujer, en su encuentro con Cristo recupera su dignidad; es tratada como hija de Abrahán y su valor está muy por encima del buey o del asno. Sus adversarios quedaron avergonzados, y toda la gente sencilla se alegraba por todas las maravillas que hacía.

La mujer quedó libre del mal espíritu que la tenía encadenada y de la enfermedad del cuerpo. Ya podía mirar a Cristo, y al Cielo, y a las gentes, y al mundo. Nosotros hemos de meditar muchas veces estos pasajes en los que la compasiva misericordia del Señor, de la que tan necesitados andamos, se pone singularmente de relieve.

Esa delicadeza y cariño los manifiesta Jesús no solo con un grupo pequeño de discípulos, sino con todos. Con las santas mujeres, con representantes del Sanedrín como Nicodemo y con publicanos como Zaqueo, con enfermos y con sanos, con doctores de la ley y con paganos, con personas individuales y con muchedumbres enteras.

»Nos narran los Evangelios que Jesús no tenía dónde reclinar su cabeza, pero nos cuentan también que tenía amigos queridos y de confianza, deseosos de acogerlo en su casa. Y nos hablan de su compasión por los enfermos, de su dolor por los que ignoran y yerran, de su enfado ante la hipocresía»3.

La consideración de estas escenas del Evangelio nos debe llevar a confiar más en Jesús, especialmente cuando nos veamos más necesitados del alma o del cuerpo, cuando experimentemos con fuerza la tendencia a mirar solo lo material, lo de abajo, y a imitarle en nuestro trato con las gentes: no pasemos nunca con indiferencia ante el dolor o la desgracia. Hagamos igual que el Maestro, que se compadece y pone remedio.

1 Lc 13, 10-17. — 2 Cfr. Ex 20, 8. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 108.

http://www.homiletica.org


Líderes hispanos en Estados Unidos: No se puede ser católico y estar a favor del aborto

octubre 24, 2020

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Imagen referencial. Crédito: Nina Hill / Unsplash.

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Líderes hispanos en Estados Unidos: No se puede ser católico y estar a favor del aborto

David Ramos  – ACI Prensa – 22 octubre 2020

En el marco del debate público por la posible confirmación como jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos de Amy Coney Barrett, algunos medios han intentado argumentar que es posible ser un católico “practicante” y estar a favor de la legalización del aborto y de la agenda LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). ¿Qué hay de cierto?

Un reciente artículo titulado “La lucha por la nominación de Amy Coney Barrett deja a los católicos progresistas sintiéndose invisibles”, publicado por Religion News Service (RNS) con información de la agencia Associated Press, presenta testimonios de católicos “practicantes” de minorías como la hispana en Estados Unidos que se autodefinen como “pro-elección” (proaborto) y a favor de la agenda LGBT, y que al mismo tiempo califican a quienes defienden la vida y la familia como pertenecientes a un catolicismo “mayoritariamente blanco”.

El texto de RNS advierte además como un posible “efecto” de las audiencias en el Senado de Estados Unidos para la confirmación de Coney Barrett el de “centrar el catolicismo conservador, que es fuertemente anti-aborto y opuesto al matrimonio homosexual, como el ‘verdadero catolicismo’”.

En uno de los testimonios que recoge RNS, Fernando Romero Orozco, mexicano que dirige el Pomona Economic Opportunity Center en California (Estados Unidos), asegura que la enseñanza de la justicia social de la Iglesia “no es específicamente provida o pro-elección”.

¿Puede haber entonces un catolicismo a favor del aborto y a favor del mal llamado “matrimonio” gay?

“La doctrina social de la Iglesia es específicamente provida”

En diálogo con ACI Prensa, Grazie Pozo Christie, médico y asesora senior de políticas de The Catholic Association de Estados Unidos que creció en Guadalajara (México), subrayó que “la doctrina social de la Iglesia es específicamente provida. La dignidad humana es el pilar principal de la doctrina social, todos los otros temas forman parte del resto de su estructura”.

“Sin ese pilar principal –advirtió– la doctrina social pierde su fundamento y carece de sentido”.

Pozo Christie destacó que “la flor más bella de nuestra religión es el enfoque permanente en la dignidad humana de los más vulnerables y marginados”, y señaló que “en Estados Unidos se han abortado más de 70 millones de bebés legalmente en las últimas décadas”.

A raíz del caso de Roe vs. Wade de 1973, cuyo fallo en la Corte Suprema abrió las puertas del aborto legal en todo Estados Unidos, dijo, “no existe ningún grupo más vulnerable y marginalizado que los bebés en el útero”.

“Especialmente los hispanos tienen la bendición de contar con un cálido sentido de responsabilidad familiar. Nos preocupamos los unos por los otros. ¿Cómo es posible atreverse a abandonar a los más pequeños y tiernos miembros de una familia en las manos de un abortista?”, cuestionó.

Además, destacó, los hispanos en Estados Unidos “sabemos que Jesús instituyó el matrimonio como un sacramento y que este incluye solamente a un hombre y a una mujer. Cerrar los ojos y evitar reconocer esta realidad, no es anti-católico sino diabólico”.

Grazie Pozo Christie advirtió además que “la agenda progresista es muy peligrosa para los católicos hispanos. Significa el fin del matrimonio, la familia, la libertad religiosa y muchas otras cosas igual de fundamentales”.

El apoyar la diversidad jamás debe referirse a apoyar los valores progresistas. Al contrario, se refiere a acoger la riqueza de la diversidad humana, en cada ser humano único e irrepetible que fue creado a imagen y semejanza del Padre”, aseguró.

“La Iglesia no es derecha versus izquierda”

El reconocido escritor y evangelizador católico Jesse Romero subrayó que “la Iglesia no es derecha versus izquierda, la Iglesia es lo correcto versus el error. La Iglesia no está guiada por temas políticos, la Iglesia está guiada por la Verdad que es una persona”.

Romero recordó que “el aborto y el matrimonio homosexual son considerados temas no negociables para los católicos, y la Iglesia llama a estas acciones intrínsecamente malas”.

“Los progresistas en la Iglesia, que son teológicamente relativistas, no ven las enseñanzas perennes de la Iglesia en estos temas”, advirtió.

Para Romero, ante las elecciones “como católicos estamos llamados a ser votantes de valores, primero y antes que nada”.

“No podemos poner temas secundarios tales como la reforma del bienestar, la asistencia de vivienda del gobierno, la reforma migratoria, el medio ambiente, el calentamiento global, etc., antes que nuestros valores. Esto es votar como Judas Iscariote que vendió sus valores por 30 monedas de plata del gobierno. El tema de la vida humana es primero”.

Además, el evangelizador católico recordó que el Papa Francisco “dice que es ‘terrible’ que a los niños se les enseñe que pueden escoger su propio género. ‘Dios ha creado al hombre y la mujer, Dios ha creado el mundo así, así, así… y nosotros hacemos lo contrario’, dijo el Papa Francisco”.

Romero subrayó que “la agenda LGBT va contra la ley natural, va contra la ley divina, y el Catecismo también enseña directamente contra este desorden”.

“La fe católica es solo una”

Por su parte Lucía Báez Luzondo, doctora en Leyes, directora ejecutiva del Ministerio Renovación Familiar y conductora de radio y televisión en EWTN nacida en San Juan de Puerto Rico, aseguró que “la fe católica es solo una, con afirmaciones de fe y una doctrina que es evidente, clara e invariable. Una fe basada en la Palabra de Dios, el Magisterio de la Iglesia y la Tradición, que está claramente expuesta en el Catecismo de la Iglesia Católica”.

Nuestra Iglesia y la fe que en ella profesamos no es como un restaurante estilo bufé, donde vamos a cenar, pero cada comensal escoge qué comidas va a comer y las coloca en su plato a su gusto y preferencia, escogiendo algunas opciones y rechazando otras”, dijo.

“Nuestra fe es una integridad, y cuando asumimos por decisión de la voluntad el profesar y practicar nuestra fe, nos comprometemos a cumplirla cabalmente, incluyendo toda su doctrina, creencias de fe, y decretos. No escogiendo unos y rechazando otros”, añadió.

Báez Luzondo subrayó además que “el matrimonio entre personas del mismo sexo está también claramente condenado por nuestra fe” y que “los hijos que nacen del matrimonio tienen el derecho inalienable de tener un papá y una mamá, lo cual es esencial para el desarrollo pleno y sano de la persona humana”.

Para Báez Luzondo, un católico “practicante” es alguien “que no solo crea, sino que apoye y haga vida las creencias y la sana doctrina de nuestra fe. Un católico practicante atiende, celebra y se avala de los Sacramentos según la ley de la Iglesia, y que vive una vida congruente con esas creencias, dando así un ejemplo y testimonio de vida que sea el reflejo del Dios uno y Trino. Un católico practicante y auténtico no pone en duda los fundamentos y la doctrina de nuestra fe y mucho menos pretende aceptar y practicar aquellas provisiones de nuestra fe y doctrina que les agraden o acomoden”.

“Se han infiltrado ideologías seglares contrarias a la fe”

Astrid Bennett Gutiérrez, directora de The VIDA Initiative, también rechazó la idea de un catolicismo progresista a favor del aborto y de la agenda LGTB: “el catolicísimo solo es uno, y su magisterio es solo uno”.

Sin embargo, lamentó, “muy pocos católicos desde los años sesenta hasta el día de hoy tienen la oportunidad de tener una sólida formación en la fe. Yo fui uno de esos católicos, y comprendo bien a las personas que entrevistan en el artículo. Es una tragedia que no hayan podido ver el tesoro de la verdad en Cristo que nos libera y nos hace realmente felices y plenos”.

La directora de THE VIDA Initiative indicó además: “lamentablemente se han infiltrado ideologías seglares contrarias a la fe, dentro de algunas comunidades católicas, como lo son los organizadores comunitarios que suelen ser grupos con raíces marxistas (anti-Dios y anti-familia) que tienen décadas colaborando dentro de la iglesia”.

La diversidad de la iglesia no radica en contraponer la verdad de Jesucristo y su Evangelio con las falsas soluciones del mundo como lo son el socialismo o el feminismo radical que promueve el aborto, sino en invitar a toda la humanidad a ser una nueva creación en Jesucristo y seguir las enseñanzas de su Iglesia”, dijo.

Bennett Gutiérrez subrayó que “el católico no puede ni debe separar su fe de cada decisión que tome ni postura que adopte. Cuando un católico abraza una posición a favor del aborto o de la unión entre dos personas del mismo sexo, es casi seguro que nunca han oído una explicación de por qué la Iglesia se pronuncia en contra, y que al estar en contra, qué es lo que la Iglesia promueve y defiende”.

“En nuestras familias de tradición católica amamos la vida y la familia”

Blanca Primm, directora de la Oficina del Apostolado Hispano de la Diócesis de Knoxville, subrayó que “la diversidad de la comunidad católica hispana no implica el tener que abrazar una ‘agenda progresista’”, pues “en nuestras familias de tradición católica amamos la vida y la familia”.

Tenemos enraizada en nuestro corazón la verdad a la que nos llama Dios a ser fieles. Sin embargo, es lamentable que nuestro alejamiento de esta verdad fundamental y la influencia de una mal entendida libertad nos lleven a poner nuestros intereses personales y políticos antes que estas opciones fundamentales”, expresó.

“De ninguna manera el abrazar la diversidad de la Iglesia significa que las culturas puedan desmantelar las verdades de fe. Si esas culturas son realmente fieles abrazarán la totalidad de la doctrina católica”, añadió.

Primm destacó que “algo muy importante en un católico que se considera practicante es que uno reconozca su necesidad de Dios y de su gracia para luchar con las tentaciones del mundo, acudiendo a los sacramentos y a la dirección espiritual”, así como “tener una creciente vida de oración y conocimiento de la Palabra para aplicarla en su vida con coherencia”.

Además, dijo, “así como estamos llamados a proteger la vida humana, la familia, el matrimonio, que son aspectos fundamentales, hay otros aspectos de la dignidad humana que como católicos también estamos llamados a proteger y defender, como los derechos de los inmigrantes, los marginados, y los que no tienen voz”.

Blanca Primm dijo además que “no podría concebir la vivencia de la fe y de la doctrina católica por un lado y el apoyo a que las mujeres puedan elegir abortar o no. Aquí hay una violación de los derechos de las futuras mujeres y hombres por nacer”.

“Tampoco considero que quien quiera ser un católico coherente pueda apoyar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo o alentar la adopción por parte de parejas gay”, señaló.

La Iglesia Católica es la “más diversa del mundo”

Por su parte, Ligia De Jesús Castaldi, maestra de Leyes por la Universidad de Harvard y profesora de la Ave Maria School of Law de Estados Unidos, subrayó que “el aborto y el matrimonio homosexual son prácticas manifiestamente contrarias a la enseñanza moral de la Iglesia Católica sobre la persona por nacer y el plan de Dios para el matrimonio”.

Castaldi destacó que “la Iglesia Católica es la iglesia más diversa del mundo y tiene una verdadera naturaleza universal, ya que ha unido a personas de las más diversas etnias, idiomas, culturas, estatus social o económico a través de la historia, alrededor de todos los continentes”.

“La actual ideología de género, por el contrario, propone crear divisiones entre los seres humanos de acuerdo a su género y preferencias sexuales, y se opone a una verdadera diversidad de ideas, pues no tolera los puntos de vista religiosos sobre la sexualidad humana”, señaló.

La jurista hispana indicó además que “la Iglesia Católica tiene una inequívoca doctrina provida”, aunque advirtió que “hay algunos católicos que desearían lo contrario, e intentan conformar la doctrina de la Iglesia a sus propias opiniones o simpatías ideológicas”.

“Afortunadamente, la Iglesia no funciona así, y mientras el Papa siga afirmando la enseñanza sobre aborto y el matrimonio homosexual, los católicos que opinen a favor de ellos serán incapaces de cambiar la enseñanza de la Iglesia en estos aspectos”, dijo.

https://www.aciprensa.com/noticias/lideres-hispanos-en-estados-unidos-no-se-puede-ser-catolico-y-estar-a-favor-del-aborto-52134?fbclid=IwAR0mJhq5ntwiunv6tQxV2eqOpqdrApzHmbbr3kiQD8BH6xdW2GLQN06JlQw


El maná de cada día, 25.10.20

octubre 24, 2020

Domingo XXX del Tiempo Ordinario, Ciclo A

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Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo
Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.


Antífona de entrada: Sal 104, 3-4

Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Éxodo 22, 20-26

Así dice el Señor:

«No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto.

No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos.

Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

SALMO 17,2-3a.3bc-4.47.51ab

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido.

SEGUNDA LECTURA: 1 Tesalonicenses 1, 5c-10

Hermanos:

Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.

Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes.

Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23

El que me ama guardará mi palabra, dice el Señor, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO: Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»

Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero.

El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»

Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Antífona de comunión: Sal 19, 6

Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes.

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P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

“Amarás al prójimo como a ti mismo”. Añadiendo las palabras “como a ti mismo”, Jesús nos ha puesto delante un espejo al que no podemos mentir; nos ha dado una medida infalible para descubrir si amamos o no al prójimo.

Sabemos muy bien, en cada circunstancia, qué significa amarnos a nosotros mismos y qué querríamos que los demás hicieran por nosotros. Jesús no dice, nótese bien: “Lo que el otro te haga, házselo tú a él”. Esto sería aún la ley del talión: “Ojo por ojo, diente por diente”. Dice: lo que tú quisieras que el otro te hiciera, házselo tú a él (cf. Mt 7, 12), que es muy distinto.

Jesús consideraba el amor al prójimo como “su mandamiento”, en el que se resume toda la Ley. “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15,12).

Muchos identifican el entero cristianismo con el precepto del amor al prójimo, y no están del todo desencaminados. Pero debemos intentar ir un poco más allá de la superficie de las cosas.

Cuando se habla del amor al prójimo el pensamiento va en seguida a las “obras” de caridad, a las cosas que hay que hacer por el prójimo: darle de comer, de beber, visitarlo; es decir, ayudar al prójimo. Pero esto es un efecto del amor, no es aún el amor. Antes de la beneficencia viene la benevolencia; antes que hacer el bien, viene el querer.

La caridad debe ser “sin fingimientos”, es decir, sincera (literalmente, “sin hipocresía”) (Rm 12, 9); se debe amar “verdaderamente de corazón” (1 Pe 1,22).

Se puede de hecho hacer caridad o limosna por muchos motivos que no tienen nada que ver con el amor: por quedar bien, por parecer benefactores, para ganarse el paraíso, incluso por remordimientos de conciencia.

Mucha caridad que hacemos a los países del tercer mundo no está dictada por el amor, sino por el remordimiento. Nos damos cuenta de la diferencia escandalosa que existe entre nosotros y ellos, y nos sentimos en parte responsables de su miseria. ¡Se puede tener poca caridad, también “haciendo caridad”!

Está claro que sería un error fatal contraponer entre sí el amor del corazón y la caridad de los hechos, o refugiarse en las buenas disposiciones interiores hacia los demás, para encontrar una excusa a la propia falta de caridad actual y concreta.

Si encuentras a un pobre hambriento y entumecido de frío, decía Santiago, ¿de qué sirve decir “Pobre, ve, caliéntate, come algo”, pero no le das nada de lo que necesita? “Hijos míos, añade el evangelista Juan, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad” (1 Jn, 3,18).

No se trata por tanto de subestimar las obras externas de caridad, sino de hacer que éstas tengan su fundamento en un genuino sentimiento de amor y benevolencia.

Esta caridad del corazón o interior es la caridad que todos y siempre podemos ejercer, es universal. No es una caridad que algunos -los ricos y sanos- pueden solamente dar y otros -los pobres y enfermos- pueden solo recibir. Todos podemos hacerla y recibirla. Además es muy concreta.

Se trata de empezar a mirar con nuevos ojos las situaciones y las personas con las que vivimos. ¿Con qué ojos? Es sencillo: los ojos con que quisiéramos que Dios nos mirara a nosotros. Ojos de excusa, de benevolencia, de comprensión, de perdón…

Cuando esto sucede, todas las relaciones cambian. Caen, como por milagro, todos los motivos de prevención y hostilidad que nos impedían amar a cierta persona, y ésta empieza a parecernos por lo que es en realidad: una pobre criatura humana que sufre por sus debilidades y límites, como tú, como todos.

Es como si la máscara que todos los hombres y las cosas llevan puesta en el rostro cayeran, y la persona nos apareciera como lo que es realmente.

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