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NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Con reflexiones sobre la Santísima Trinidad
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I. Secuencia de la Novena y partes fijas para todos los días
1. Señal de la cruz
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro; en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
2. Acto de contrición
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión; por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre virgen, a los Ángeles, a los Santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
3. Oración preparatoria para todos los días: Postrados ante el Señor de los Milagros.
Señor de los Milagros, me postro a tus pies y te reconozco como mi Salvador y mi Dios. Te adoro y te pido la gracia de hacer devotamente esta Novena en tu honor.
Te doy gracias, Señor Jesús, porque tú bajaste del cielo y viniste al mundo para demostrarnos cuánto nos ama el Padre, Dios invisible. Divino Jesús, tú sabías que el Padre desea que todos sus hijos se salven y tengan vida en abundancia.
Por eso, te ofreciste voluntariamente para cumplir la misión de Mesías y Salvador de todos los hombres. Eso fue lo que más te gustó. Nadie te obligó, a no ser tu amor incondicional y fiel a tu Padre Dios.
Señor Jesús, desde lo más íntimo de mi corazón te agradezco que te encarnaras y te hicieras hombre como uno de nosotros, igual en todo a nosotros, menos en el pecado. Te reconozco como mi Señor y mi Dios y te admiro por tu generosidad y tu solidaridad con los hombres.
Señor de los Milagros, mi Redentor, te bendigo y te alabo por tu bondad y tierna compasión hacia los hombres. Tú eres el puente entre Dios y los hombres. A través de ti, Señor Jesús, todos tenemos acceso seguro y directo al Padre Dios.
Por eso, Padre Santo, yo me postro en tu presencia, te adoro y te bendigo pues tú eres digno de toda bendición en el cielo y en la tierra. A ti la gloria y el poder porque gobiernas el mundo con sabiduría y misericordia. Tú eres el Creador, el Amo y Señor: Todo está en tus manos y nada está perdido.
Gracias, Padre, por enviarnos a tu propio Hijo y también al Espíritu Santo derramado en nuestros corazones. Este Espíritu nos conduce a la Verdad total que nos trajo Jesucristo. El Espíritu Santo habla con suavidad y poder a nuestro espíritu asegurándonos que somos hijos amados del Padre y hermanos entrañables de Cristo. Él nos hace clamar ¡Abba, Padre!
Por eso, Padre de bondad, como hijos tuyos que somos en tu Hijo bendito, te pedimos que nos envíes el Espíritu. Ven, pues, Espíritu Santo, y llénanos del amor del Padre y del Hijo. Ven, dulce huésped del alma. Ven, Padre amoroso del pobre, y no pases de largo en esta Novena. Déjanos la huella de la santa unción que nos da fe, vida y salud.
Te pedimos, Espíritu Vivificador, que durante estos días podamos saborear el amor personal e incondicional del Padre Dios y la dulzura inefable de su bendito hijo Jesucristo, el Señor de los Milagros. Amén.
4. Consideraciones bíblico-teológicas para cada día de la Novena
5. Peticiones o plegaria universal
6. Padre nuestro, Ave María y Gloria (tres veces).
7. Oración final para todos los días
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro y te bendigo como mi único Señor y mi Dios. Me postro ante tu divina majestad y me rindo totalmente en tu presencia como criatura tuya que soy y también como hijo tuyo en tu bendito Hijo Jesucristo.
Te adoro, mi único Dios y Señor, y te entrego toda mi libertad. Quiero pertenecerte en cuerpo y alma y me consagro íntegramente a tu divina voluntad y misericordia. Te entrego todas mis facultades y pongo ante ti todas mis posibilidades: Deseo hacer siempre tu santa voluntad, pues te confieso como mi único amo y señor. Quiero andar en tu presencia toda mi vida. No quiero vivir dividido, disperso, y renuncio a toda actitud o conducta que me separe y me aparte de ti.
Padre de bondad infinita, te consagro mi memoria y quiero recordar y considerar siempre lo que tú esperas de mí. Deseo vivir, Padre Santo, según las expectativas, planes y proyectos que, desde toda la eternidad, has acariciado, soñado y pensado sobre mí. Que nada me distraiga y me aparte de ese proyecto misterioso. Quiero que estés orgulloso de mí como lo estás de tu amado Hijo, Jesús.
A ti, Señor Jesús, Señor de los Milagros, te consagro mi entendimiento y toda mi capacidad de pensar, discurrir y soñar. Tú eres mi sabiduría y mi ciencia. En ti, divino Maestro, quiero aprender todos los secretos y todo el saber. En ti encuentro el sentido más pleno de mi vida y de mi existencia. No quiero saber ni entender nada fuera de ti. Tú eres mi luz, vida y esperanza. Renuncio a buscar al margen de ti razones para vivir y esperar.
A ti, Espíritu Consolador, te entrego toda mi voluntad. Te consagro toda mi capacidad de gozo y felicidad. Que sólo en ti encuentre alegría y contento. Dame, Espíritu Santo, gusto en las cosas santas. Dame la vida eterna, que es conocer de verdad y saborear el amor del Padre y del Hijo. Hazme sentir la belleza y la bondad de la vida cristiana, y valorar la sabiduría de la Cruz. Líbrame de la mentira y de la vanidad del mundo presente.
Ven, Espíritu Vivificador, y mira mi pequeñez, ten compasión de mí, Padre amoroso del pobre: Ven a iluminar lo que está oscuro en mí, ven a enderezar lo torcido, a calentar lo frío, a endulzar lo amargo, en fin a sanar mis heridas. Ven, Espíritu Santo, a pacificar a los violentos, a reconciliar a los enemistados, a robustecer a los débiles, a vivificar lo que languidece, y finalmente, a resucitar a los que están muertos.
Padre Santo, por tu bendito Jesús, derrama el Santo Espíritu sobre toda carne, sobre tu santa Iglesia, sobre el Perú y de manera especial sobre todos los devotos del Señor de los Milagros, y sobre los que estamos haciendo esta Novena en su honor. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.