Oración de la Madre gestante. Oración de los padres que esperan prole

enero 12, 2024

Padres que esperan un hijo más: Dios, fuente de toda familia, dador de vida, hace fecundo el amor de los esposos, abiertos a la vida generosa y gozosamente. 

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Oración de la Madre gestante. Oración de los padres que esperan prole. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

A la oración de la Madre y a la de los Padres por la fe de los hijos, añadimos la Oración de la Madre gestante y la de los Padres que esperan prole.

Con estas oraciones queremos acercarnos, en estos días posteriores a la Navidad, a los esposos y padres que esperan un hijo para acompañarlos en esa experiencia tan particular, tan entrañablemente única. Los esposos se convierten en padres, es decir, con-creadores con Dios: dadores de vida humana y de vida cristiana, a la vez.

La bendición de madres gestantes ha sido una práctica tradicional en la historia de la Iglesia. Aunque la nueva criatura es fruto del amor de los dos esposos, indudablemente la función de la madre en la generación, gestación y conformación de la nueva persona humana es única: Por su cercanía física, emocional y religiosa.

El modelo acabado de maternidad es la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra en la fe. La vocación de maternidad espiritual está enraizada en la naturaleza de la misma Iglesia.

Por eso, es justo que toda la Iglesia acompañe, sienta y celebre el nacimiento de un hijo. Un hijo que alegra la familia humana y aumenta la familia de Dios por el bautismo.

De ahí que la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica se une a la alegría de la familia y celebra con toda la Iglesia esta bendición de Dios: el nacimiento de un hijo nuestro al que queremos hacer hijo de Dios para siempre.

Repito la publicación-entrada de esta tercera oración de las Madres, afiliadas a la Asociación, en estos días todavía con sabor navideño, porque la Navidad es fiesta de gozo y alegría. Y de paz, paz en el corazón, en la familia, en la Iglesia y en el mundo entero.

El domingo 31 celebraremos la Fiesta de la Sagrada Familia, fiesta de las familias cristianas. Como todos los 27 de mes, el 27 de diciembre honramos a Santa Mónica: Con misa votiva, con reuniones de los coros de oración, charlas de formación para las madres que oran por la fe de sus hijos, testimonios, etc.

En esta oportunidad quiero acercarme a las madres y a los padres que no han recibido aún la bendición sobre su nuevo hijo a quien esperan con toda ilusión y felicidad, y les ofrezco a continuación la Oración de la Madres gestante.

Oración de la Madre gestante.

Señor Dios nuestro, Padre, Hijo y Espíritu Santo: te adoro como comunidad trinitaria y fuente de vida en el cielo y en la tierra.

Te doy gracias, Padre bueno, por haber pensado en mí desde toda la eternidad: Tú pronunciaste mi nombre y me creaste mujer. Tanto confiaste en mí, que me has llamado a ser madre, a ser colaboradora tuya en la transmisión de la vida y de la fe a los hijos.

Gracias, Señor Jesús, porque, siendo Dios, quisiste tener una madre en la tierra para hacerte hombre como nosotros. Tú llenaste del Espíritu a la santísima Virgen María para que cumpliera su especial vocación. Así la hiciste modelo de todas las madres redimidas por ti. Apoyada en ella, te pido que derrames tu Espíritu sobre mi marido y sobre mí, para que cumplamos los planes del Padre: Dar vida a nuestro hijo y transmitirle la fe.

Te doy gracias, Espíritu Santo, señor y dador de vida: Ven sobre mí y sobre la criatura que estoy gestando. La confío a tu acción santificadora para que se desarrolle con bien y salud hasta que la dé a luz. Gustosamente acepto los sacrificios del embarazo y las molestias que suponga para mí esta gestación.

Asísteme, Espíritu consolador, y purifícame de todo mal para que pueda transmitir sólo vida y ternura a nuestro hijo. Te pido que esta criatura sea nuestra alegría como esposos y padres, y la de toda la familia.

Gracias, Santísima Trinidad, por llamarme a formar con mi esposo la comunidad conyugal, y también familiar haciendo fecundo nuestro amor. Gracias por el don de mi marido y de nuestro hijo.

Con mi marido me siento feliz disfrutando del amor mutuo, y ahora formando con nuestro hijo una verdadera familia a imagen de la comunidad trinitaria. ¡Qué maravillosos son tus designios, Dios mío, y qué insospechadas experiencias reservas para tus fieles! ¡Cómo no alabarte, si me has dado el esposo querido, los hijos y la vida de fe!

Señor Jesucristo, tú nos dejaste a María como madre. A ella me dirijo confiada: Virgen María, tú eres modelo para mí como mujer, y sobre todo ahora como madre gestante. Quiero contemplar la dulzura de tu rostro para poder imitar tu maternidad. Junto a ti también admiro a tu esposo, el fiel José.

Te pido, Virgen María, que con mi esposo sepamos imitar los ejemplos de tu sagrada familia. Tú eres mi consuelo y fortaleza. Enséñame a dar vida contigo a esta criatura que el Señor nos regala.

Te suplico, Madre santa, que todo esto me lo alcances de tu Hijo bendito, por intercesión de santa Mónica, que gestó a sus hijos dándoles a luz en la vida y en la fe. Así sea. Amén.

 Oración de los Padres que esperan un hijo

(Ambos) Señor Dios nuestro, con todo amor nos ponemos en tu presencia como pareja de esposos que tú has bendecido. Te damos gracias por llamarnos a formar una comunidad conyugal abierta a la vida y a la plenitud del amor. En particular te damos gracias, Señor, porque estás bendiciendo nuestro matrimonio dándonos al hijo que esperamos ilusionados.

Las palabras nos resultan cortas para expresar la felicidad que sentimos, y la emoción que embarga nuestros corazones. Resulta maravilloso experimentar que tú nos haces colaboradores tuyos para transmitir la vida. Nos llena de gozo el saber que somos creadores contigo de esta nueva criatura, nuestra y tuya a la vez, Dios nuestro, fuente de vida.

Conscientes de la grandeza de esta vocación de esposos y padres, queremos ahora purificarnos de todo mal para ser canales limpios por donde pase la vida y la fe a nuestro hijo, a nuestra familia, a la Iglesia, al mundo. Queremos ser signo de tu amor, sacramento de tu misterio de vida y comunión.

Deseamos ser siempre una pareja ejemplar y formar una familia santa para gloria tuya. Como no podemos alcanzar esas metas sino con tu gracia, ahora rezamos el uno por el otro y nos bendecimos mutuamente en tu nombre y en tu amor.

 (Marido-padre) Te doy gracias, Señor, por el don de mi esposa. Ella me hace cercano tu amor, tu perdón y tu preocupación por mí. Ella es la prueba de que me amas y me tomas en serio. Por eso, te doy gracias todos los días de mi vida y te pido que me hagas digno de un don tan maravilloso.

Quiero sinceramente ser mejor esposo y padre cada día. A la vez, te pido perdón si no he sabido valorar a mi mujer debidamente, si he sido duro con ella. Perdón por cualquier debilidad con la que le haya defraudado y ofendido.

En adelante prometo, con tu gracia, ser más delicado y responsable en todos mis comportamientos, particularmente ahora durante la gestación. Quiero darle a mi esposa cariño y protección en estos momentos, para que la criatura pueda sentir a través de nosotros el infinito amor que tú le tienes desde siempre.

Que yo sea un sacramento de tu amor providente para mi esposa y para nuestro hijo. Quiero que ellos descubran en mi conducta responsable y fiel tu presencia protectora en nuestro hogar. Amén.

 (Esposa-madre) Te doy gracias, Señor, por mi marido, el mayor regalo que me has dado en la vida, junto con esta criatura que se está formando dentro de mí. Me siento feliz de poder cumplir tu voluntad, como lo hizo María, siempre confiada y alegre en tu presencia. Señor, que se haga también en mí lo que tú dispongas: Quiero ser la alegría de mi esposo y de mi hijo, para su satisfacción y para gloria tuya.

Perdóname si he causado preocupación a mi marido o si le he defraudado en algo. Por mi parte, estoy segura de que me darás cuanto necesite como esposa y madre. Creo en ti, Señor, pero aumenta mi fe y mi esperanza.

Santa María, Virgen y Madre, confío en ti; necesito tu ternura y fortaleza. Que esta criatura se parezca lo más posible a tu hijo Jesús. Que nuestro hijo se desarrolle sano de cuerpo y alma hasta que nazca. Así sea. Amén.

(Ambos) Señor Dios nuestro, te damos gracias por esta oración que nos has permitido dirigirte con amor. Que podamos cumplir con alegría y generosidad lo que te hemos prometido. Ten misericordia de nosotros pues somos débiles, pero confiamos en ti. Pues si tú nos regalas esta criatura, tú mismo nos ayudarás a cumplir la misión que nos confías.

Por eso, Padre de bondad, concédenos ser generosos dadores de vida. Señor Jesús, que acariciabas a los niños, bendice a nuestro hijo para que nazca sano y sea nuestra alegría y felicidad. Espíritu divino, ven sobre nosotros y asístenos mientras dure esta gestación, para que nuestro hijo sea lleno de gracia y bendición. Señor Dios nuestro, reina en nuestra familia. Es tuya, te la consagramos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN POR LA VIDA. Juan Pablo II

Santa María, aurora del mundo nuevo,

Madre de los vivientes,

a ti confiamos la causa de la vida:

mira, Madre, el número inmenso

de niños a quienes se les impide nacer,

de pobres a quienes se les hace difícil vivir,

de hombres y mujeres víctimas de la violencia inhumana,

de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia

o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar,

con firmeza y amor, a los hombres de nuestro tiempo

el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo

como don siempre nuevo,

la alegría de celebrarlo con gratitud

durante toda su existencia,

y la valentía de testimoniarlo

con solícita constancia, para construir,

junto con todos los hombres de buena voluntad,

la civilización de la verdad y del amor,

para alabanza y gloria de Dios Creador,

y amante de la vida. Amén

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

ismaelojeda.wordpress.comhttps://www.facebook.com/ismael.ojedalozanowww.agustinosrecoletos.com

P. Ismael Ojeda Lozano

Madrid, Parroquia de Santa Mónica, Domingo 19 de diciembre de 2021. Actualizado, enero de 2024, Madrid.


¿Qué es el Ministerio de Padres y Madres Orantes?

junio 13, 2022

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El Ministerio de Padres y Madres Orantes celebró el 20 aniversario en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Miami, Florida. 12. julio 2019

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Qué es el Ministerio de Padres y Madres Orantes?

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El Ministerio Padres y Madres Orantes (MPMO) son grupos de padres y madres llenos de amor a Dios y a sus familias, que se han formado como “Ministerios de Padres y Madres Orantes” en diferentes Parroquias de Miami y otros lugares de los Estados Unidos y de varios países de la América Latina.

Estos grupos de padres y madres en oración se han formado en MPMO debido a la gran necesidad que tienen los padres de familia de ayudar a los hijos a desarrollarse como personas de bien y para ayudarles a defenderse de todos los peligros a que están expuestos los jóvenes en esta sociedad actual.

(Los padres recurren a la oración…) Por el dolor que están sintiendo al ver los hijos acosados por los peligros de la droga, el licor, la violencia, el sexo libre y por todo tipo de peligros que los acechan y, lo más doloroso de todo, verlos tan alejados de Dios. Debido también a la dificultad que están teniendo los padres de familia para comunicarse con los hijos. Los hogares se han convertido en centros de angustia y discordias por la falta de comprensión entre los miembros de la familia.

Nuestros hijos, hoy más que nunca, necesitan de nuestras oraciones, para su protección y salvación. Si logramos que en cada hora del día se esté orando por nuestros hijos y los hijos del mundo entero, en algún lugar de este planeta… estaremos ayudando a la Virgen María a aplastarle la cabeza a Satanás.

Sabemos que las oraciones de los padres nunca son desatendidas por Dios y especialmente si nuestra intercesora y presentadora de las oraciones, es la misma Virgen María. Así lo hizo en las bodas de Caná, cuando vio que a los novios se les estaba acabando el vino, ella le pidió a su hijo Jesús, que hiciera su primer milagro, y Jesús, aunque le dijo que no había llegado su hora, la complació y convirtió el agua en el mejor vino.

Unámonos a ella, pues, en esta gran misión de salvar a nuestros hijos y los hijos del mundo entero, estando seguros de que Jesús también la complacerá en esta petición.

Objetivos específicos de cada Ministerio de Padres y Madres Orantes que, al estar unidos, forman el Ejército Eucarístico del Ministerio PMO

  • Salvar a nuestros hijos. No sólo eso, sino que queremos que se conviertan en apóstoles fieles y sumisos al llamado del Señor.
  • Nos unimos a la Bienaventurada Virgen María, Madre de Cristo, en el silencio de la oración de corazón pidiendo por nuestros hijos.
  • Orar incansablemente para defender a nuestros hijos siguiendo el ejemplo de Santa Mónica, madre de San Agustín.

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Planes de acción del MPMO

  • Misa y Hora Santa mensual de alabanza, petición y reparación por nuestros hijos.
  • Celebración especial el día 1ro. de Enero de cada año, en honor a la Madre de Cristo.
  • Ayudar a formar los grupos en cada Parroquia que se nos solicita, en cualquier País que lo desee.
  • Programas de radio en diferentes emisoras para dar ayuda y consuelos a los padres de familia.
  • Ofrecer conferencias y retiros de formación espiritual y sobre la relación entre los miembros de la familia.
  • Congresos de Padres y Madres Orantes en diferentes Países o Parroquias.
  • Distribución de folletos de formación en las Parroquias que tengan los Ministerios de PMO o en las que lo soliciten.
  • Poner a disposición de todos, por una donación mínima, material de recurso para evangelizar; tales como libros, vídeos, CDs de audio, etc.

Nuestra misión es ayudar a papá y mamá a trasmitir la fe, las virtudes y valores cristianos a los hijos y a formar hogares que sean dignos templos donde se desarrolle una familia sana y feliz.

Les enviamos muchas bendiciones y les recordamos que “oren y confíen”.

Luis y Loly García
Fundadores

fundadores

Quienes Somos

Celebración del 20 Aniversario del MPMO

NOTA: Este Ministerio de Padres y Madres Orantes tiene especial devoción a Santa Mónica, referente irrenunciable de las madres cristianas católicas. Modelo de esposas y madres cristianas. Entre sus recursos de inspiración cuentan con una bella oración en la que se implora la intercesión de Santa Mónica y San Agustín.

«Dios de bondad, consolador de los que lloran, tú que, lleno de compasión, acogiste las lágrimas que Santa Mónica derramaba pidiendo la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por la intercesión de ambos, el arrepentimiento sincero de nuestros pecados y los de nuestros hijos. Que ellos vuelvan a ti como lo hizo San Agustín.

Santa Mónica, Madre de San Agustín, sigue rogando por las madres y por sus hijos, por las esposas y sus maridos, y por todos los pobres pecadores que necesitamos convertirnos.
Amén»


Acoger una nueva vida, según Amoris laetitia, 165-171, (14)

agosto 15, 2021

Las familias numerosas son una alegría para la Iglesia. En ellas, el amor expresa su fecundidad generosa.

Acoger una nueva vida, según Amoris laetitia, 165 ss.

Amor que se vuelve fecundo:

El amor siempre da vida. Por eso, el amor conyugal «no se agota dentro de la pareja […] Los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre».

Acoger una nueva vida

La familia es el ámbito no sólo de la generación sino de la acogida de la vida que llega como regalo de Dios. Cada nueva vida «nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que jamás deja de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen».

Esto nos refleja el primado del amor de Dios que siempre toma la iniciativa, porque los hijos «son amados antes de haber hecho algo para merecerlo».

Sin embargo, «numerosos niños desde el inicio son rechazados, abandonados, les roban su infancia y su futuro. Alguno se atreve a decir, casi para justificarse, que fue un error hacer que vinieran al mundo. ¡Esto es vergonzoso! […] ¿Qué hacemos con las solemnes declaraciones de los derechos humanos o de los derechos del niño, si luego castigamos a los niños por los errores de los adultos?».

Si un niño llega al mundo en circunstancias no deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como don de Dios y por asumir la responsabilidad de acogerlo con apertura y cariño.

Porque «cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será considerado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que ha sido abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres».

El don de un nuevo hijo, que el Señor confía a papá y mamá, comienza con la acogida, prosigue con la custodia a lo largo de la vida terrena y tiene como destino final el gozo de la vida eterna.

Una mirada serena hacia el cumplimiento último de la persona humana, hará a los padres todavía más conscientes del precioso don que les ha sido confiado. En efecto, a ellos les ha concedido Dios elegir el nombre con el que él llamará cada uno de sus hijos por toda la eternidad.

Las familias numerosas son una alegría para la Iglesia. En ellas, el amor expresa su fecundidad generosa.

Esto no implica olvidar una sana advertencia de san Juan Pablo II, cuando explicaba que la paternidad responsable no es «procreación ilimitada o falta de conciencia de lo que implica educar a los hijos, sino más bien la facultad que los esposos tienen de usar su libertad inviolable de modo sabio y responsable, teniendo en cuenta tanto las realidades sociales y demográficas, como su propia situación y sus deseos legítimos».

El amor en la espera propia del embarazo

El embarazo es una época difícil, pero también es un tiempo maravilloso. La madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de una nueva vida.

La maternidad surge de una «particular potencialidad del organismo femenino, que con peculiaridad creadora sirve a la concepción y a la generación del ser humano». Cada mujer participa del «misterio de la creación, que se renueva en la generación humana».

Es como dice el Salmo: «Tú me has tejido en el seno materno» (139,13). Cada niño que se forma dentro de su madre es un proyecto eterno del Padre Dios y de su amor eterno: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1, 5).

Cada niño está en el corazón de Dios desde siempre, y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador. Pensemos cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido. Hay que mirarlo con esos ojos de amor del Padre, que mira más allá de toda apariencia.

La mujer embarazada puede participar de ese proyecto de Dios soñando a su hijo: «Toda mamá y todo papá soñó a su hijo durante nueve meses […] No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se pierde la capacidad de soñar los chicos no crecen, el amor no crece, la vida se debilita y se apaga».

Dentro de ese sueño, para un matrimonio cristiano, aparece necesariamente el bautismo. Los padres lo preparan con su oración, entregando su hijo a Jesús ya antes de su nacimiento.

Con los avances de las ciencias hoy se puede saber de antemano qué color de cabellos tendrá el niño y qué enfermedades podrá sufrir en el futuro, porque todas las características somáticas de esa persona están inscritas en su código genético ya en el estado embrionario.

Pero sólo el Padre que lo creó lo conoce en plenitud. Sólo él conoce lo más valioso, lo más importante, porque él sabe quién es ese niño, cuál es su identidad más honda. La madre que lo lleva en su seno necesita pedir luz a Dios para poder conocer en profundidad a su propio hijo y para esperarlo tal cual es.

Algunos padres sienten que su niño no llega en el mejor momento. Les hace falta pedirle al Señor que los sane y los fortalezca para aceptar plenamente a ese hijo, para que puedan esperarlo de corazón. Es importante que ese niño se sienta esperado. Él no es un complemento o una solución para una inquietud personal. Es un ser humano, con un valor inmenso, y no puede ser usado para el propio beneficio.

Entonces, no es importante si esa nueva vida te servirá o no, si tiene características que te agradan o no, si responde o no a tus proyectos y a tus sueños. Porque «los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible […] Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de una o de otra manera; no, porque es hijo. No porque piensa como yo o encarna mis deseos. Un hijo es un hijo».

El amor de los padres es instrumento del amor del Padre Dios que espera con ternura el nacimiento de todo niño, lo acepta sin condiciones y lo acoge gratuitamente.

A cada mujer embarazada quiero pedirle con afecto: Cuida tu alegría, que nada te quite el gozo interior de la maternidad. Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo.

Ocúpate de lo que haya que hacer o preparar, pero sin obsesionarte, y alaba como María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su sierva» (Lc 1, 46-48).

Vive ese sereno entusiasmo en medio de tus molestias, y ruega al Señor que cuide tu alegría para que puedas transmitirla a tu niño.


¿Poder en la Iglesia? Las mujeres siempre lo han tenido

agosto 11, 2021

La Iglesia católica, más que cualquier otro cuerpo institucional en la historia, elevó a las mujeres y las alentó a explotar al máximo su potencial.

¿Poder en la Iglesia? Las mujeres siempre lo han tenido

Ninguna otra institución ha hecho más para dar poder a las mujeres y animarlas a pensar con su propia cabeza

Por Elizabeth Scalia

La periodista del New York Times Maureen Dowd aprovechó la ocasión de la visita del papa Francisco a Estados Unidos para referirse a él como al “perfecto papa del siglo XIX”, en gran parte porque no parece interesado en el sacerdocio femenino. Las afirmaciones de Dowd a menudo no tienen contexto, y el artículo no es particularmente interesante, pero viene bien porque nos permite considerar cómo la Iglesia católica, más que cualquier otro cuerpo institucional en la historia, elevó a las mujeres y las alentó a explotar al máximo su potencial (subrayado del editor).

Se puede argumentar con razón el hecho de que la Iglesia católica ha sido el medio para liberar a las mujeres, y no, como muchos acusan desconsideradamente, el medio de su opresión. Hasta hace 150 años, la gran mayoría de las mujeres instruidas y realizadas estaba compuesta por mujeres católicas religiosas, que concibieron ideas totalmente originales, y las llevaron a cabo.

Pensad en Elizabeth Bailey Seton, viuda con 5 hijos, desheredada por su familia a causa de su conversión, que concibió la que hemos llegado a conocer como la educación elemental católica, inventando sustancialmente los medios para que los hijos de los pobres y marginados fueran instruidos y competitivos en el “nuevo mundo”.

Pensad en Teresa de Ávila, que no sólo reformó una orden religiosa corrupta, sino que construyó 16 monasterios, tanto para hombres como para mujeres, aun sufriendo a menudo un dolor paralizante. Y escribió también algunos libros considerados clásicos de la teología, y ahora es Doctora de la Iglesia. ¡No está mal para una mujer que pasó la adolescencia leyendo novelillas!

Pensad en las estadounidenses Henriette De Lille, hija de esclavos liberados, y en Katharine Drexel, hija de un rico industrial, que fundaron ambas órdenes femeninas y gastaron tiempo y energías para construir escuelas y hospitales para los nativos americanos y los afroamericanos en el profundo Sur.

Pensad en Catalina de Siena, consejera de papas y reyes, que dictaba sus cartas a dos escribientes a la vez. Otra Doctora de la Iglesia. Es interesante que Catalina fuese casi del todo analfabeta y “poco dotada” en base a los estándares mundanos, pero la Iglesia –que no es una institución elitista– la define “Doctora” igual que a Santa Hildegarda de Bingen, una gigante intelectual de la música, la ciencia, la medicina, las letras y la teología. Como en el caso de Santa Teresa de Lisieux, que entró en el Carmelo a los 15 años y nunca lo abandonó, pero cuya influencia ha llegado muy lejos.

Oh, y no olvidemos a Juana de Arco, una mujer guerrera que guiaba a los hombres en la batalla. Sí, hombres de la Iglesia la abatieron. Pero no los recordamos a ellos ni les llamamos santos, como a ella. ¿O no?

El hecho es que, aunque se hable de cómo la Iglesia ha sido opresora hacia las mujeres, no ha habido otra institución en la historia que haya dado a las mujeres una tal libertad de crear, explorar, descubrir, servir, gestionar, construir, expandir, en general con bien pocas ayudas de las cajas diocesanas donde trabajaban, y la mayor parte de las veces sin intervención por parte de la jerarquía masculina.

Rose Hawthorne, hija de Nathaniel Hawthorne, fundó las Dominicas de Hawthorne, una orden de monjas que cuidan a los enfermos de cáncer, gratis, y que se basa únicamente en donaciones.

Una mujer americana de nombre Vera Duss consiguió la licenciatura en Medicina en la Sorbona de París y después de una semana entró en una abadía benedictina parisina, donde escondía y cuidaba a judíos perseguidos por los nazis. Después de que Patton liberara París, Madre Benedicta Duss se sintió llamada a volver a América e instituyó una abadía benedictina en Connecticut, una de cuyos miembros es, ironía del destino, la nieta de Patton.

Casi desde el inicio, la Iglesia promovió la realización femenina. Sería difícil encontrar otra institución en el planeta que no sea la Iglesia católica, que haya permitido sencillamente a las mujeres pensar con su propia cabeza, ser lo que habían nacido para ser, y realizar grandes cosas.

La Iglesia ha promovido literalmente a miles de grandísimas mujeres, cuyos éxitos son injustamente ignorados hoy porque los realizaron llevando un hábito. Comparadlas a las mujeres “poderosas” de hoy, mujeres a menudo atrapadas en su vórtice amargo de expectativas no realizadas, o adiestradas para encontrar “microagresiones” en torno a ellas, y el contraste no podría ser más estridente.

¿Las mujeres modernas son de verdad más imaginativas, más conscientes a nivel social que esas mujeres católicas que básicamente inventaron los servicios sociales en la Iglesia, mucho antes de que los Gobiernos supieran qué hacer con los huérfanos y los hijos analfabetos de los pobres, o cómo curar a los enfermos? Es dudoso.

¿Las mujeres modernas son más libres que las mujeres religiosas que construyeron y sirvieron las iglesias? Por desgracia no, porque en nuestra sociedad secularista, la creatividad de las mujeres no sigue el curso de Dios, sino el que ya ha tenido éxito para los hombres. Su sentido del éxito se mide no por su servicio a los demás y al cielo, sino por estándares humanos falsos, y masculinos.

Piense lo que piense la Dowd del papa Francisco, vale la pena recordar que fue la Iglesia católica, antes que cualquier otro, en mirar a las mujeres que rodeaban al Ser más importante nunca aparecida en la tierra y a verlas como mujeres en plenitud, merecedoras de honor y respeto.

Sara, Rebeca, Esther y Rut tuvieron su propio papel y fueron honradas, con ese respeto –esa voluntad de mirar a las mujeres como algo más que simples notas a pie de página, como personas esenciales en la historia de la salvación– comenzado con María, la mujer llamada por la Iglesia la más grande de todos los santos y la más grande de la creación de Dios.

¿Poder en la Iglesia? Las mujeres siempre lo han tenido


Oración de la Madre Viuda por su familia. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica

agosto 2, 2021

El estado de viudez no es el ocaso fatalista y destructor de la persona, sino un estado de plenitud y satisfacción por lo realizado en la vida con ayuda del esposo y de Dios, sobre todo en la propia familia.

Oración de la madre-abuela Viuda. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica

Esta Oración de la madre-abuela Viuda completa la secuencia de cuatro oraciones que son las más usadas entre las madres afiliadas a la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

El orden en que han sido presentadas y publicadas en este blog, https://ismaelojeda.wordpress.com/, refleja el orden de importancia de las distintas etapas y experiencias que vive la mujer en el desarrollo de su vocación humana y cristina, personal y familiar, sobre todo.

La primera, Oración de la Madre por la fe de los hijos, es la oración primigenia y fundamental que despierta y afirma la vocación de la madre cristiana. La madre desarrolla una función fundamental en el matrimonio. Y la oración expresa el común denominador de las madres cristianas: preocupación por transmitir a los hijos la vida y la fe.

Por eso, es la más usada, la oración básica de todas las madres pertenecientes a la Asociación; la programática, diríamos. Vale para todas las madres sin excepción, ya sean solteras o casadas, separadas, viudas…

Pero para llegar a ser madre debe ser, antes y a la vez o simultáneamente, esposa. Primero madre, en cuanto a la pedagogía de la evangelización de la familia, comenzamos por la madre; pero no en cuanto al orden de prioridad o importancia.

Primero y principalmente, «esposa». La vida no se engendra, no se trasmite ni llega a plenitud sino dentro de una comunidad de amor. El individuo no puede generar ese tipo de vida plena, ni acompañarla integralmente.

De ahí la conveniencia de recurrir a la segunda, Oración de los Padres por la fe de los hijos, cuando los esposos y padres quieren orar juntos y consolidar así su mutua relación y su amor a los hijos.

La tercera oración, Oración de la madre gestante y de los padres que esperan prole, incide en el misterio de la generación y trasmisión de la vida y de la fe a la nueva criatura, regalo de Dios a los esposos que los convierte en padres. En la medida en que sean buenos esposos serán buenos padres.

Los hijos son fruto del amor matrimonial y tienen valor por sí mismos. No vienen a solucionar los problemas de los padres, no pueden ser «utilizados» por ellos.

Esta oración ayudará a los esposos y padres a vivir mejor una experiencia única en su vida personal y conyugal: la maternidad y paternidad, experiencia de plenitud humana. Ya no habrá más sorpresas fundamentales en su vida, sino amar y dejarse amar, querer a fondo perdido, incondicionalmente: sin reclamar nada ni al cónyuge ni a los hijos.

Hacer de la dicha y felicidad de estos su propio contento, hasta desaparecer de escena, quedándose con lo que uno mismo es o con lo que comparten en santa convivencia matrimonial, siempre en Dios.

Y para concluir, la cuarta oración, Oración de la madre-abuela Viuda. Fue solicitada por algunas madres «mónicas» que vivían su condición de viudez y querían saber más sobre los planes de Dios en esa situación. Porque no se resignaban a que su convivencia conyugal, forjada a lo largo de tantos años, cayera al vacío.

Teniendo en cuenta esta inquietud y atendiendo al hecho de que las esposas viven por lo general más que sus maridos y suelen sobrepasarlos en varios años… preparamos esta oración para las madres mónicas viudas que, de nuevo, publicamos hoy.

Adelantando el contenido, partimos de que nuestra fe nos asegura que a pesar de las «pérdidas» que sufren las viudas, las penurias, la soledad… Dios no las abandona jamás, y menos a ellas que, a veces pueden sentir que sólo él las atiende de verdad.

La Biblia suele presentar a Dios como el padre de los pobres y los huérfanos, y defensor de las viudas. Son las personas preferidas del amor, la ternura y la justicia de Dios.

Para concluir, afirmamos que Dios quiere que el estado de viudez, no sea el ocaso fatalista y destructor de la persona, sino más bien un estado de plenitud y satisfacción por lo realizado en la vida con ayuda del esposo y de Dios, sobre todo en la propia familia. Plenitud de vida por la serenidad, madurez de los años y la experiencia acumulada en los avatares de la existencia.

Plenitud de alegría y disfrute al confiar a sus hijos, nietos y aun biznietos, al cuidado de Dios. En fin, una vida en el Espíritu gozosa al sentir la misericordia y el perdón de Dios que todo lo cubre, abandonándose cada vez más en las manos del Padre.

Agradecemos al Papa Francisco la reciente disposición de celebrar, a partir de este año 2021, la Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores, el último domingo de julio, fecha próxima a la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, patrones de los Abuelos.

Las personas viudas representan un colectivo bastante numeroso que engrosa el número de las personas que serán objeto de esta nuestra iniciativa en la Iglesia universal.

Santa Mónica, viuda

            Santa Mónica enviudó a los 41 años. Un año antes su esposo Patricio había recibido el bautismo. El gozo de Mónica fue extraordinario, pues Dios le había concedido uno de sus anhelos, probablemente el mayor de su vida, desde que conoció y se enamoró de Patricio. Sin embargo, poco le duró a Mónica la dicha de compartir plenamente con su esposo la misma fe.

Santa Mónica queda sola, con tres hijos. El mayor, Agustín, con dieciocho años, está cursando estudios superiores en Cartago. Con ella quedan en Tagaste los dos menores, Perpetua y Navigio.

Cuando Agustín concluye la carrera, vuelve a Tagaste con su mujer y su hijo Adeodato. Su intención es ayudar a la familia y ejercer su profesión. En Cartago se había afiliado a la secta maniquea con bastante entusiasmo. Ahora quiere convencer a sus amigos y familiares para que dejen la fe católica y se hagan maniqueos. Santa Mónica lo recibe en casa.

Pero cuando descubre que peligra la fe católica de sus familiares por el proselitismo de Agustín, lo echa de la casa. Un amigo de la familia, Romaniano, acoge en su casa al joven Agustín y a los suyos. Sólo cuando Santa Mónica recibe una señal divina de la futura conversión de su hijo, lo recibirá de nuevo en la casa.

Santa Mónica reza por la conversión de su hijo con lágrimas abundantes hasta recibir otra señal del cielo por medio de un obispo que le aseguró: “No puede perderse el hijo de tantas lágrimas”. Agustín decide volver a Cartago.

Santa Mónica deja Tagaste y se va a Cartago porque quiere estar cerca de su hijo. Después se embarca y lo sigue hasta Roma y Milán, y no descansa hasta verlo convertido y bautizado en la fe católica.

Cuando se disponía a regresar al África con Agustín y toda la familia, la muerte le sorprende en el puerto de Ostia Tiberina, a los 56 años. Santa Mónica renuncia a descansar en la tumba que había reservado junto a su esposo en Tagaste. Piensa que es secundario estar enterrada en uno u otro lugar, y encarga a su hijo Agustín que rece a Dios por ella en la celebración de la eucaristía.

Por estos hechos y por otros muchísimos más detalles, santa Mónica es ejemplo para las madres cristianas viudas y modelo en las diversas circunstancias de la vida hasta que Dios las llame a reunirse con el esposo en la gloria eterna.

Oración de las Madre Viuda por su familia.  

Padre y Señor nuestro, somos madres cristianas viudas. Creemos que tú eres padre de los pobres, defensor de las viudas y protector de los huérfanos. De ahí que, con toda confianza, recurrimos a ti buscando consuelo y fortaleza, pues con frecuencia nos sentimos tristes y abandonadas. Creemos que tú eres el único que nos puede comprender plenamente.

Por ello te damos gracias, y en especial te agradecemos el esposo que nos diste. Queremos aceptar con resignación y alegría que ya descanse en ti. Tú sabrás tratarlo con misericordia. A tus manos lo confiamos. De ti lo recibimos, a ti lo devolvemos, y en ti esperamos encontrarlo para siempre.

Ahora reconocemos agradecidas que nuestros esposos fueron un don y sacramento de tu amor para nosotras y nuestros hijos. Te pedimos perdón porque no siempre supimos verlos y tratarlos según tus planes. Aunque nos falta ahora su presencia física, sentimos, sin embargo, cada día más que nos acompañan espiritualmente en todas nuestras preocupaciones.

Te bendecimos porque tú, Señor y Padre nuestro, todo lo dispones para nuestro bien. Deseamos cumplir tu voluntad, y queremos darte gracias siempre y por todo lo que permites que nos suceda.

Finalmente, te damos gracias porque en nuestro desvalimiento nos ofreces el ejemplo maravilloso de santa Mónica, que hizo felices a los suyos llevándolos a ti y alcanzando ella misma la plena felicidad en ti.

Al amparo de tan admirable intercesora, te presentamos nuestras necesidades repitiendo esta plegaria: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica ya viuda, saquemos fuerza de la debilidad y seamos padre y madre de nuestros hijos en todas sus necesidades, sobre todo espirituales. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que sintamos la compañía de nuestros esposos, que nos contemplan desde el cielo y ruegan por nosotras, y así podamos perseverar en nuestra vocación hasta el final. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que sepamos perdonar y olvidar las ingratitudes y ofensas causadas por nuestros maridos ya difuntos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o nietos el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que seamos respetuosas con nuestros hijos y nietos en sus asuntos personales y familiares, sin renunciar a nuestra colaboración a fin de que puedan construir verdaderos hogares cristianos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en nuestra condición de viudas, Dios sea nuestro consuelo y fortaleza, que nos permita experimentar la plenitud de vida: continuación e incluso superación de la dicha que gozamos con nuestros maridos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como viudas cristianas, cultivemos con más ahínco la vida espiritual y el compromiso en las tareas apostólicas de la parroquia y de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que busquemos, con verdadero celo apostólico, a las madres viudas como nosotras, que se sienten solas o deprimidas, y logremos acercarlas a Dios. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en el trato con otras madres viudas, nos interesemos por sus necesidades, las acompañemos con prudencia y solidaridad hasta despertar en ellas su vocación cristiana, y logremos integrarlas a la vida de la Iglesia ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Oración a la Virgen María Nuestra Señora de la Consolación

Virgen María, Madre de la Consolación, que te mostraste a santa Mónica ya viuda, y la consolaste dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín haciéndolo cristiano; sé también nuestro consuelo.

Danos el gozo de ver a nuestros hijos y nietos firmes en la fe cristiana que en ellos sembramos desde su más tierna infancia, y felices por la sincera práctica religiosa. Amén.

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

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Madrid, Parroquia Santa Mónica, agosto de 2021

P. Ismael Ojeda Lozano


Mujer: A imagen y semejanza de Dios

julio 22, 2021

El Cardenal Marc Ouellet

A imagen y semejanza de Dios

Por un reconocimiento teológico y práctico más concreto de la mujer en la Iglesia

Por el Card. Marc Ouellet

Actualmente se admite de buen grado la necesidad de un reconocimiento teológico y práctico más concreto de la mujer en la Iglesia y en nuestra sociedad.

El Papa Francisco lo ha reiterado en numerosas ocasiones siguiendo a sus predecesores, pero la ejecución de prácticas eclesiales más abiertas a su presencia e influencia tarda en realizarse por razones que no son solamente de orden histórico y cultural.

De entrada me inclino entonces por un método teológico que parte de la revelación de la Trinidad en Jesucristo, para comprender a la mujer, creada a imagen y semejanza de Dios, con la ayuda de la exégesis contemporánea acerca de la Imago Dei, la cual restaura la legitimidad y el valor de la analogía entre la Trinidad y la familia, no obstante una fuerte tradición contraria.

La analogía familiar aporta un complemento nada despreciable a la inteligencia del misterio trinitario, pero su valor estriba más en su significado antropológico.

El Papa Francisco se refiere a esto numerosas veces en su Exhortación Apostólica Amoris laetitia: «El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo vivo. Las palabras de san Juan Pablo II nos iluminan: «Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que él lleva en sí mismo la paternidad, la filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo».

La familia, de hecho, no es ajena a la esencia divina misma. Este aspecto trinitario de la pareja encuentra una nueva imagen en la teología paulina cuando el Apóstol la pone en relación con el «misterio» de la unión entre Cristo y la Iglesia (cf. Efesios 5, 21-33.

La noción de nupcialidad que guía mi reflexión estriba en tres conceptos que expresan lo esencial del amor: don, reciprocidad, fecundidad. Esta noción se aplica analógicamente a diversos órdenes de realidad: a la pareja hombre-mujer, a la relación Cristo-Iglesia, y a las Personas divinas.

Así se prolonga la visión del santo Papa de la familia, que dando un nuevo frescor a la analogía trinitaria de la familia, interpreta la Imago Dei como Imago Trinitatis, completando con ello, de manera feliz y fecunda, la doctrina tradicional de la imagen de Dios.

Hasta el momento, en efecto, esta se limitaba a la semejanza entre la naturaleza racional del hombre con sus facultades espirituales, y la naturaleza divina, eminentemente espiritual por una parte y, por otra, con las procesiones trinitarias: el Hijo procediendo del Padre como Verbo, y el Espíritu Santo procediendo del Padre y del Hijo como Amor.

Evidentemente hablar de analogía no significa hablar de univocidad; por consiguiente la semejanza evocada es matizada por la más grande desemejanza que se impone siempre en toda comparación entre el Creador y su criatura. La cuestión es entonces compleja y delicada e invita a integrar las perspectivas complementarias más que a oponerlas.

Consideremos sobre todo que los avances contemporáneos ofrecen perspectivas amplias y fecundas para repensar la persona, la relación hombre-mujer y el misterio de Dios a partir del Amor como Don. La reciprocidad varón-hembra, a imagen-semejanza de Dios, le permite al hombre representarlo sobre la tierra e imitarlo, participando de su poder creador.

La insistencia de la tradición sacerdotal sobre la diferencia corporal de los sexos pretende así expresar el carácter fundamentalmente relacional del ser humano, sobre el plano horizontal de la relación entre el hombre y la mujer, así como sobre el plano vertical de la relación con Dios.

En la experiencia humana, el niño, como hipóstasis de la reciprocidad de amor, es el fruto del amor conyugal, que es también una reciprocidad de tres ya que, si se hace abstracción del carácter fortuito de la generación y del factor temporal de su desarrollo, el niño pertenece intrínsecamente a la naturaleza misma de la donación mutua de los cónyuges.

No hay tres Personas idénticas y uniformes en la Santísima Trinidad, sino tres Personas cuya propiedad personal realiza una manera de ser Amor en Dios completamente diferente, pero en la unidad de la misma naturaleza: el Amor paternal, el Amor filial, y el Amor nupcial.

De ahí la belleza de la Iglesia-Comunión que procede de la kénosis eucarística del Verbo encarnado, como personalidad femenina animada por el Espíritu, y su figura de Esposa y madre.

¿Cuál es la importancia de estos logros para la dignidad de la mujer y para las consecuencias eclesiales y sociales concretas que legítimamente se deberían sacar?

Primero, la identificación del arquetipo relacional de la mujer en la Trinidad confirma de inmediato su dignidad de imagen de Dios como persona, mujer, esposa y madre. Esto también confirma los valores del amor, del matrimonio y de la familia, así como las vocaciones virginales sobrenaturales que reciben un apoyo fuerte teológico y espiritual.

¿Qué más podemos añadir como conclusión a estas reflexiones teológicas para remarcar la importancia del «misterio» de la mujer y de su contribución indispensable para la vida social y eclesial?

Dada la cercanía del Espíritu y de la mujer en el designio divino de la creación y de la encarnación de la gracia; dada la participación íntima e insuperable de la Virgen María en las relaciones trinitarias recíprocas del Verbo y del Espíritu,

¿no deberíamos reconocer este «misterio» de la mujer calificando de «ministerios sagrados», sin connotaciones clericales de ningún tipo, sus múltiples funciones y papeles femeninos en la sociedad y la Iglesia: esposa y madre, inspiradora y mediadora, redentora y reconciliadora, ayuda y compañía indispensable para el hombre en cualquier tarea y responsabilidad social y eclesiástica?

¡Que sobresalga la escucha, la apertura, la reparación de injusticias y la valoración de los carismas femeninos de parte de todos y de todas, y en particular por parte de las autoridades civiles y religiosas, para que se reconozca e integre más y mejor la diferencia femenina!

Es comprensible entonces que la Iglesia católica, desde la inmensa gracia del Concilio Vaticano II, haya librado una lucha decisiva y permanente por el respeto de la diferencia de los sexos en todas partes y en todos los niveles, ya sea en el ámbito del trabajo, del matrimonio y la familia o en el del ministerio ordenado, y continúa haciéndolo, incluso en solitario, contra toda «colonización ideológica» (Papa Francisco) que pretenda anular la diferencia sexual en la cultura, y por lo tanto la figura original de la mujer, en nombre de una antropología libre de todo vínculo trascendente.

El tema de la mujer es de tal importancia hoy en día que requiere que la Iglesia y la sociedad realicen una inversión colosal de pensamiento y de acción, para iluminar correctamente las elecciones de la sociedad y para permitir que la imagen de Dios en el hombre y la mujer, en dolor y deseo de comunión, alcance la divina semejanza del Amor sin la cual no hay ni felicidad posible para la humanidad ni sociedad digna de este nombre.

(Ver artículo original: https://ismaelojeda.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=46381&action=edit).

Haz clic para acceder a SPA_2018_013_3003.pdf


No encontraba ropa «modesta» para la Confirmación de su hija, así que creó su propia marca

julio 21, 2021

Marisa Pereira


Marisa Pereira, diseñadora textil con veinte años de experiencia, ha lanzado un proyecto para ir a la moda a los eventos en la iglesia.


La reconvención del obispo de Solsona, Xavier Novell, a tres chicas durante su ceremonia de confirmación, por lo poco apropiado de su forma de vestir, ha puesto sobre el tapete una cuestión que es siempre objeto de polémica, pero que da origen también a soluciones prácticas.

Es el caso de Marisa Pereira, psicóloga, licenciada en diseño de moda y textiles y durante veinte años consultora de imagen personal y corporativa en el área urbana de Atlanta (Georgia, Estados Unidos). Marisa es, además, católica y madre de una hija de 14 años.

También para unas confirmaciones

Esta primavera le dio qué pensar que en su parroquia, para preparar su próxima ceremonia de confirmación, había ante el confesonario «una hilera de chicas de las cuales muchas iban ataviadas con mini-shorts, incluso remangados para ser más cortos todavía. Habrían pasado perfectamente como la parte inferior de un traje de baño. Me pregunté si sus padres o profesores se habían tomado la molestia de explicarles que esa forma de vestir no era apropiada para la ocasión: el sacramento de la confesión».

Ya en el otoño de 2010, según cuenta ella misma al explicar el origen de la marca que ha creado, se le había planteado este problema para encontrar ropa «adecuada para los grandes eventos en la iglesia». como la próxima confirmación de su hija. Lo que encontraba le parecía «o demasiado informal, o demasiado arriesgado, o de poca calidad de materiales».

Y reparó entonces, a la luz de sus ocupaciones profesionales, que tal vez su misión era «aprovechar mi experiencia y mis conocimientos para ofrecer a esas chicas opciones viables de vestir a la moda y a la vez con modestia». Hizo el plan de negocio, registró la marca (Michaela-Noel) …y el domingo de Pascua de 2011 su hija vistió el primer modelo diseñado y fabricado por la empresa familiar. Desde entonces, no han parado.

Derecho y deber de los padres

En su información corporativa, Marisa no oculta sus cartas, porque trabaja para un público específico. El desafío de ser diferentes es su lema. El objetivo de la compañía: «Ofrecer a las jóvenes opciones para ir a la moda y al mismo tiempo ser modestas». Y las situaciones para las que trabaja: citas de negocios que exigen particular elegancia, y sobre todo ropa conveniente para asistir a ceremonias como bautizos, bodas, primeras comuniones o confirmaciones.

Entre los diez puntos que el cliente puede esperar de la marca Michaela-Noel y la «Marisa-empresaria» destacan los colores que transmiten vida, alegría y juventud, y un corte de los trajes acorde con los principios que la «Marisa-madre», aun a riesgo de ser considerada una «sargentona» (así lo dice ella misma) o una «anticuada» considera que deben tenerse en cuenta: «Creo que es mi derecho y mi deber decidir cómo viste mi hija». Al argumento de «los demás lo hacen» responde: «No soy la madre de los demás».

Hace también una llamada a una responsabilidad que no es sólo individual, sino también social: «Si transigís con las decisiones inapropiadas de vuestros hijos, por favor daos cuenta de que contribuís inadvertidamente a crear un estándar».

Y cita el libro de los Proverbios (22,6): «Instruye al joven sobre su camino, y cuando envejezca no se apartará de él».

www.religionenlibertad.com


Oración de la Madre por la fe de los hijos. Asociación Madres Cristianas Sta. Mónica

julio 11, 2021

María enseña a su hijo Jesús a rezar.

Oración de la Madre por la fe de los hijos. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

Una vez conocidos los orígenes, espiritualidad y desarrollo de la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica, https://wordpress.com/post/ismaelojeda.wordpress.com/49482, me parece conveniente publicar la oración que rezan las madres por la fe de los hijos.

Es la oración que hace la madre de manera personal. Los estatutos de la Asociación no excluyen a los esposos, pero se prefiere comenzar por la esposa y madre, siguiendo el ejemplo de santa Mónica. Si el esposo quiere acompañar a su mujer en la plegaria, lo puede hacer libremente. En ese caso, disponemos de una oración específica para esa situación.

Esta oración de las madres por la fe de los hijos es una oración ya fija, institucional podríamos decir, y normativa, que rezan las madres afiliadas a la Asociación en cualquier parte donde se encuentren, de manera individual casi siempre, como integrantes de un coro de oración, o también de forma comunitaria, especialmente en la misa mensual de los 27 de mes celebrada en honor de Santa Mónica.

El coro de oración está formado por siete madres. Ellas rezan diariamente esa oración de manera particular, con toda libertad. No es obligatoria. Pero ¿qué madre no reza por sus hijos? Pero cada día de la semana, una mamá se hace responsable de que se rece esa oración de una manera especial, a ser posible ante el Santísimo Sacramento Expuesto, y lo hace en nombre de todas las madres del coro por los hijos de todas las integrantes del coro y sus necesidades.

De esta manera la oración de la madre por la fe de los hijos se hace en cadena, de manera ininterrumpida, es personal y comunitaria a la vez porque las siete madres forman un coro de oración; oración de súplica y de intercesión ante Dios a través de santa Mónica, y también de solidaridad humana y cristiana entre las madres de fe, fieles a su vocación. Eventualmente, oración de acción de gracias por los favores recibidos en bien de los hijos y de las familias.

Se recalca que se trata de una oración por la fe de los hijos: Específicamente para asegurar la transmisión de la fe a las nuevas generaciones; para que los hijos, en medio del mundo y de la sociedad, no pierdan la fe que los padres, y particularmente las madres, sembraron en ellos desde que los concibieron para la vida, y también para la fe, para Dios.

Por supuesto que las madres siempre pedirán salud para sus hijos, éxito en la vida, armonía familiar… pero nada sin la fe y la práctica cristiana; y con eso, todo lo demás. Son madres cristianas que valoran su misión en la Iglesia, en la familia y en la sociedad, y están felices con su vocación. Su meta es ser fieles a Dios para poder así amar de verdad a sus esposos y a sus hijos y ser para ellos una bendición.

Letra y texto de la «Oración de las Madres Cristianas por la fe de los hijos»

Padre y Señor nuestro, fuente de toda vida, somos madres cristianas. Con tu bendición y la cooperación de nuestros maridos, hemos concebido para esta vida temporal a nuestros hijos. Pero nuestra misión no termina con el nacimiento de los hijos: queremos también concebirlos para la vida eterna.

A fin de lograrlo, insistimos con igual devoción y constancia que santa Mónica en estas peticiones, repitiendo esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más cristiana cada día. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros esposos en sembrar y consolidar la fe de los hijos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que estemos pendientes de la evolución del carácter de nuestros hijos, y atentas a los diversos ambientes en que se desenvuelve su vida. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que de tal modo comuniquemos la fe a nuestros hijos, que ellos se preocupen de vivirla y trasmitirla a los demás. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que trasmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la diócesis y a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar con ellas. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si algún hijo nuestro se desvía del buen camino, los padres sepamos rodearlo de amor, oraciones y consejos, hasta conseguir su retorno a la fe y a la práctica religiosa. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en el trato con otras madres, nos interesemos por sus necesidades, despertemos en ellas su vocación cristiana y logremos integrarlas a la vida de la parroquia y de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Oración a la Virgen María Nuestra Señora de la Consolación

Virgen María, Madre de la Consolación, que consolaste a santa Mónica dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo trasformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín abriéndolo a la fe cristiana; sé también nuestro consuelo.

Danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes y felices en la práctica de la fe que en sus almas sembramos desde los comienzos de su existencia.

Y si alguno se ha desviado, danos, Madre nuestra, la alegría de verlo retornar a la fe; y así poder gozarnos en la realización plena de nuestra vocación como madres cristianas. Amén.

Oración conclusiva

Señor Dios nuestro, fuente de toda familia, concédenos que, imitando a santa Mónica, vivamos nuestra fe con dedicación y alegría en el seno de nuestros hogares.

Y que, como ella, sepamos acompañar y promover la vida cristiana de nuestros hijos, de tal modo que algún día tengamos el gozo inmenso de verlos junto a nosotras en tu gloria, por toda la eternidad. Así sea.

(Con licencias eclesiásticas. Madrid, enero de 2010).

¿Puedes hacer algo más por la fe de tus hijos?  

Sí, algo muy importante: lograr que tu marido comparta contigo la preocupación por la fe de los hijos. Procura que, diariamente o al menos en fechas señaladas, rece contigo por esta intención. Son muchas las madres que ya lo han conseguido. Así fortalecerás el amor conyugal y alcanzarás más fácilmente el bien integral de la familia.

Aún puedes hacer algo más: en tu familia y entorno social, entre tus amistades, tratas a muchas madres a las que fácilmente podrías atraer a nuestra comunidad, despertando en ellas un renovado amor a los hijos y un aprecio mayor de la maravillosa vocación de esposas y madres cristianas.

Si deseas organizar nuevos coros de oración, comunícanos tus inquietudes. Será un gusto atender tus deseos. Dios te bendiga en todas tus necesidades y proyectos.

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

Madrid, Parroquia Santa Mónica, 27 agosto de 2020

https://wordpress.com/post/ismaelojeda.wordpress.com/49482


Asociación «Madres Cristianas Santa Mónica». ¿Qué es?

julio 2, 2021

Éxtasis de San Agustín y Santa Mónica en Ostia Tiberina

Asociación «Madres Cristianas Santa Mónica». ¿Qué es?

1. ¿Qué es la Asociación o Comunidad de Madres Cristianas Santa Mónica?

Es una Asociación reconocida por la autoridad eclesiástica, una organización de madres cristianas cuya finalidad es netamente religiosa y está puesta bajo el cuidado, la guía y la espiritualidad de la Orden de Agustinos Recoletos.

2. ¿Cuál es su finalidad? Tiene doble finalidad

Primero: Unir a los miembros mediante el nexo específico de la práctica de la fe cristiana católica. Para ello trata de proporcionar a sus afiliadas una formación continua y progresiva como madres de fe.

Segundo: Orar para mantener viva la fe católica de los hijos propios y ajenos; y así lograr que los hijos, firmes en la fe y en su práctica eclesial, sepan transmitirla a todos los ambientes sobre los que puedan influir.

3. ¿Dónde se inspira?

Se inspira en la Espiritualidad de la Familia Agustiniana, que consiste en Vivir el Evangelio según el estilo de San Agustín. Al hablar de San Agustín, hay que referirse necesariamente de Santa Mónica, pues sin la “Madre” Santa Mónica, no tendríamos al hijo “Agustín”.

Por tanto, ambos pertenecen a una misma familia entretejida con lazos de sangre y de fe, desde el principio hasta el fin. Sería una injusticia separarlos y les privaría de una riqueza y testimonio cristiano único que les caracteriza. Su santidad se construyó en familia y su herencia carismática involucra a la familia cristiana en toda su belleza y esplendor de acuerdo con el designio divino.

Santa Mónica constituye el camino más directo por el que Agustín llega a conocer a Cristo y a vivir el Evangelio. El mismo San Agustín la presenta ante todas las madres como la madre de la bondad y del heroísmo cristiano. Igualmente, la familia agustiniana, a lo largo de la historia, la ha propuesto como modelo para todas las esposas y madres cristianas.

4. ¿Quién inició esta devoción y organizó la Asociación de las Madres Cristianas Santa Mónica?

La inició el Padre Lorenzo Infante (1905–1997), religioso agustino recoleto de la provincia de San Nicolás y residente en Madrid. El P. Lorenzo, movido por su propia experiencia pastoral, quiso recoger y potenciar esa espiritualidad tradicional en la familia agustiniana para que redundara en bien de las madres y esposas que desean ser fieles a su vocación formando familias auténticamente cristianas.

El Padre Lorenzo, a partir del año 1976, se dedicó al apostolado en la Parroquia de Santa Rita de Madrid; durante ese tiempo fue gestándose lo que hoy se conoce como Asociación de Madres Cristianas Santa Mónica.

Los primeros Coros se organizaron entre las hermanas terciarias en 1982, y cuatro años más tarde, autorizado por el Padre Provincial, solicitó al arzobispo de Madrid, Cardenal Ángel Suquía, la aprobación de los estatutos de la Comunidad de Madres Cristianas Santa Mónica. Así mismo, solicitó que la erigiese canónicamente como Asociación Pública de fieles. Su respuesta no se hizo esperar, y finalmente el 6 de noviembre de 1987 salió el decreto de erección.

5. ¿Dónde comenzó a funcionar esta Asociación?

El P. Lorenzo organizó los coros y llevaba un archivo en la Parroquia de Santa Rita. Más tarde la oficina central funcionó en la curia de la Provincia de San Nicolás en Madrid, por muchos años, casi hasta la actualidad. Al principio comenzó en la provincia de San Nicolás y después se extendió prácticamente a todas las provincias de la Orden Agustinos Recoletos.

La Asociación se ha extendido rápidamente a muchas comunidades parroquiales o educativas dirigidas por los Agustinos Recoletos no sólo en España sino también en el extranjero: Hungría, Estados Unidos, México, Costa Rica, Panamá, Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, Perú, Colombia y Venezuela.

Los superiores de la Orden han dejado a la iniciativa y libertad de los religiosos la fundación y organización de la Asociación en los diversos ministerios. De ahí que exista gran diversidad en el funcionamiento de la Asociación.

6. ¿Por qué se origina esta devoción?

Actualmente vivimos en la era del consumismo, y los hogares se encuentran fuertemente amenazados por la increencia, el materialismo práctico y el laicismo. La fe de los hijos es constantemente bombardeada por la anticultura de la muerte. Y de manera frontal amenazada por las corrientes modernas destructoras de la familia y combativas de la fe cristiana, porque ellas propagan el individualismo y el ateísmo práctico de una manera despiadada y descarada.

De ahí que muchos adolescentes y jóvenes van perdiendo poco a poco la fe y la práctica religiosa conforme van avanzando en los estudios o en su inserción laboral o social. Y los padres cristianos, sobre todo las madres, no están dispuestos a que la semilla de la fe que ellos han sembrado se malogre o no dé fruto.

Es por ello que toda la Iglesia, pero sobre todo las esposas y madres deben ser las promotoras de la renovación espiritual de las familias garantizando la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, a sus hijos y nietos. Los papas, sobre todo, el Papa Francisco han señalado a las madres y abuelas como a las primeras catequistas de sus hijos y nietos. Ver a los hijos y nietos que se van apartando de Dios conforme pasa el tiempo provoca en las madres y abuelas un gran dolor. Y pensar que se pueden perder para siempre es algo insufrible. He escuchado de alguna madre y abuela esta expresión: «No entiendo cómo podré vivir en el cielo si algún hijo me faltara en aquella vida eterna».

7. ¿Quiénes pueden ingresar?

  1. Las Madres biológicas, viudas y abuelas, que tengan hijos o que hayan adoptado hijos.
  2. Las Madrinas, quienes hacen las veces de madre.
  3. Las Madres solteras que tienen probidad moral y desean formarse en la fe cristiana y católica.
  4. Las Madres convivientes, las divorciadas o separadas vueltas a casar o no, pues éstas son con frecuencia las que más sufren por su situación y las más necesitadas de la oración; y que deseen ser evangelizadas, o muestren cierto interés. (Estos casos deben ser tratados con mucha prudencia y caridad. Antes de ingresar a la Comunidad, se recomienda que tengan una entrevista personal con el asesor espiritual para asegurar un verdadero cambio de vida personal y familiar, según las circunstancias).

Junto a todo esto, se pide que las madres quieran vivir de manera comprometida su fe católica. Deben tener un deseo sincero de conversión permanente, de crecimiento en la fe y de sincero compromiso cristiano, sobre todo, en la vida familiar. Es decir que deseen repensar su vocación original en la familia como esposas y madres, y su misión en la Iglesia de acuerdo con el proyecto de Dios.

8. ¿Se exige algún compromiso?

Se exigen estos compromisos:

  • Que recen diariamente por la fe de los hijos propios y ajenos, valiéndose de las oraciones debidamente aprobadas.
  • Que recen de una manera especial, a ser posible ante el Santísimo Sacramento, la oración por la fe de los hijos el día de la semana que cada madre haya elegido a la hora de constituir el coro de oración.
  • Que recen y actúen como esposas y madres cristianas sobre todo el día de la semana que le ha sido asignado a cada una en su coro de oración.
  • Que deseen profundizar su fe, formarse más en la comprensión de la misma y ponerla en práctica en su vida privada, personal y familiar sobre todo.
  • Que conozcan cada día mejor la vida de Santa Mónica y sigan los ejemplos de vida cristiana y familiar que nos dejó a todos, pero en particular a ellas, como madres y esposas.
  • Que cada afiliada, según sus posibilidades, participe en la misa de los 27 de cada mes en honor de Santa Mónica, y en las reuniones o actividades que se programen en su coro, comunidad, o parroquia.

9. ¿Quiénes son las primeras promotoras de este apostolado?

En primer lugar las madres de familia pertenecientes a la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta, como partícipes del carisma agustiniano y promotoras del mismo en la Iglesia. Cada una de las afiliadas y sobre todo las responsables de los coros deben divulgar esta devoción a otras madres, promoviendo con gran celo y entusiasmo esta labor de Evangelización de las madres de familia y esposas.

10. ¿Cómo se constituye y se organiza esta Asociación?

La organización concreta de esta Comunidad de Madres Cristianas se realiza a base de Coros de Oración; cada coro está compuesto por siete madres de familia, de manera que cada una elegirá un día de la semana, el que le parezca mejor, a fin de realizar entre las siete madres una oración ininterrumpida por los hijos propios y ajenos, una oración comunitaria que las une entre sí y en una misión importante en la Iglesia actual.

Se recomienda que en el día elegido de la semana, la interesada se desplace al templo para visitar al Santísimo y rezar ante el Señor Sacramentado la oración por los hijos que todos los días reza en su casa o en otro lugar. Ese día, ella es la responsable de que la cadena de oración no se interrumpa, sino que se intensifique. Si encuentra inconvenientes para visitar al Santísimo, puede hacerla donde le sea posible.

Aunque las integrantes de los coros no tienen obligación de reunirse con frecuencia, es conveniente que se conozcan entre ellas e incluso que vivan cerca unas de otras. De las siete madres que componen el coro, una de ellas se constituye responsable o animadora del grupo y libremente asume esa misión. Se le suele llamar enlace o responsable. Se recomienda el uso de algún medio de comunicación entre ellas que sea fácil, rápido e integrador. Estamos usando la aplicación WhatsApp en algunas partes.

(En algún lugar se ha ensayado esta organización: De la agrupación de siete coros surge una Comunidad de coros, que es dirigida por una de las siete responsables de coro, y a quien se le denomina “Coordinadora de Comunidad”).

11. ¿Y sobre los esposos y padres y otras situaciones familiares?

Lo ideal es que los esposos y padres recen junto a la esposa por su mutua relación y por la fe de sus hijos. Pues si los padres practican la fe pueden apoyarse mutuamente como esposos reconciliados, y los hijos recibirán un mayor ejemplo y estímulo que les arrastrará irresistiblemente hacia Dios y les facilitará la práctica religiosa. Existe un formulario de oración específico para cuando rezan los padres juntos. Además, según las demandas elaboramos en su momento la oración de la madre gestante o de los padres que esperan familia, y también la oración de la madre o abuela viuda.

En Argentina han surgido los «agustines»: Son los esposos de las «madres mónicas» que se sienten vinculados con la espiritualidad de la Asociación, y participan junto con sus esposas de las actividades religiosas o pastorales.

Para concluir:

Dios nos ha elegido como esposas y madres y nos ha encomendado a los esposos e hijos a fin de que seamos para ellos la plasmación más palpable, más cercana y directa del infinito amor de Dios hacia ellos.

¿Quién mejor que nosotras puede comprenderlos y amarlos, y por tanto rezar por ellos ante Dios día y noche, y hacerlo, no como algo añadido o pesado sino como algo espontáneo y esencial a nuestra condición de esposas y de madres cristianas?

¿Y a quién escuchará Dios con más agrado que a nosotras, puesto que nos los ha encomendado con la esperanza de que los cuidemos en su nombre y los llevemos siempre a él? Esa es la meta: No sólo darles la vida y una profesión, sino también la fe, el conocimiento y el amor a Dios, que nos ha creado y nos quiere llevar al cielo para gozar con él de su gloria para siempre.

Estamos llamadas a convertirnos en sacramento de Dios en nuestro propio hogar. Pues él quiere que seamos la encarnación palpable de la ternura de Dios para nuestros esposos e hijos. Él quiere salvarlos a través de nosotras, nos necesita. Y nosotras alcanzaremos la plenitud humana y espiritual en nuestra relación con ellas y nuestra entrega generosa e incondicional a ellos. No como esclavas de ellos, sino madres de fe libres como hijas de Dios.

La inspiración de la Asociación responde a las prioridades pastorales que afectan a la santa «Madre» Iglesia en nuestros días: Opción por la mujer, por la vida, por la familia, por la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Esta mística, en sí, arranca del ejemplo de Santa Mónica, modelo de esposas y de madres cristianas: todo ello constituye una espiritualidad o patrimonio espiritual que la familia agustiniana ha heredado, propuesto e imitado; ha conservado celosamente y ha cultivado; y lo sigue cultivando y recreando para edificación de la Iglesia de todos los tiempos y culturas.

Nuestra declaración de principio evangelizador

“Mientras me relacione con una sola madre todavía no asociada, me queda una madre que ganar para que sienta su vocación de esposa y de madre cristiana, como ya lo estoy sintiendo yo por la gracia de Dios, y que comience hoy mismo, si es posible, una vida nueva personal y familiar”

Proceso de elaboración de este artículo:

  • Primera redacción: Luisa de Reverón. Palmira, Táchira, Venezuela. V° B° P. Ismael Ojeda, Caracas, 29 Enero, 2003
  • Revisado en Lima, Miraflores, Lima en agosto de 2017. Ismael Ojeda Lozano, oar. Párroco Sta. Rita de Casia. Miraflores – Lima
  • Revisado en Bs. Aires, Argentina, febrero de 2019. n Ismael Ojeda Lozano, oar. Párroco de San José. Villa Maipú. San Martín. Bs. Aires. Argentina.
  • Revisado en Madrid, agosto de 2019. Dirección del Blog del P. Ismael: https://ismaelojeda.wordpress.com.
  • Ver en el Blog la página “Madres Mónicas”: https://ismaelojeda.wordpress.com/las-madres-monicas/

Nota: Esta entrada es un resumen del folleto «Manual de la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica: orígenes, espiritualidad y desarrollo»

Madrid, julio de 2021. Parroquia de Santa Mónica. Agustinos Recoletos.


«Mi hijo se ha alejado de Dios». 11 cosas que todo padre necesita entender

junio 28, 2021

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 El hijo, antes de volver, recuerda con cariño la experiencia de su vida como hijo amado. El amor de familia, el recuerdo del hogar son la verdadera herencia del Padre Misericordioso.

«Mi hijo se ha alejado de Dios». 11 cosas que todo padre necesita entender

Por Andrés D´Angelo

«Niños pequeños, problemas pequeños.
Niños grandes, problemas grandes».
— Refrán popular.

Cuando te enteras de que tu esposa está embarazada, o cuando te enteras de que te darán un niño en adopción, te cambia la vida para siempre. ¡Tú y tu cónyuge van a ser padres! ¡Y de pronto te vuelves loco de amor!

Te prometes que vas a hacer por esa pequeña personita, que Dios puso en tu camino, todos los sacrificios posibles, todos los esfuerzos imaginables y que siempre vas a ser un padre y una madre presente, paciente, amoroso y genial.

1. Luego los niños comienzan a crecer

Y te das cuenta de que… las cosas no son tan sencillas. Los niños tienen una extraordinaria capacidad de trabajar la paciencia de la gente mayor casi desde el primer día. Por eso, Dios, en su infinita sabiduría, puso un papá y una mamá, para que tomen turnos cuidando al pequeñajo.

Las mamás lo hacen instintivamente, y los papás… no tanto, pero ¡podemos aprender! Cuando logramos hacer un gran equipo, los niños se desarrollan plenos y felices.

2. Y entonces llega la temida adolescencia

No podemos creer que ese pequeño, que era el sol de nuestras vidas, que tantas alegrías nos dio, de pronto se convierta en un ser huraño, protestón, aburrido, peleón y muchas veces tan tonto, que parece que no hay instrumentos para medirlo.

Nos busca, y generalmente nos encuentra, y esos encontronazos no son siempre lindos. La relación se desgasta, nos peleamos, nos amargamos y pensamos: «qué lindo será todo después de la adolescencia, cuando mi hijo o mi hija se comporten como adultos serios y responsables». Pero entonces… ¡Tampoco sucede!

Nos preguntamos: ¿Por qué esta serie de desencuentros entre el hijo ideal que siempre nos imaginamos y la realidad tan dura?

3. ¡Nuestros hijos son libres!

Así es, ¡Porque nuestros hijos son seres libres! Dios no solo los creó libres: ¡los quiere libres! ¿Y por qué Dios querría ese disparate? ¿Por qué no los hizo obedientes, buenos, sencillos, manejables y dulces como siempre los imaginamos?

Porque Dios quiere hijos, y no esclavos. El amor es una decisión libre, y por eso, la libertad es tan importante para Dios. El problema es que nuestros hijos los «tenemos» nosotros, y su libertad muchas veces choca contra nuestra idealización del hijo. Contra nuestras normas de convivencia, y a veces ¡Contra el mismo Dios!

¿Cómo puede ser que ese chiquitín o esa chiquitina que participó en su primera comunión con tanto fervor, de pronto no quiera ir más a Misa? Muchas veces esa revisión de «qué pasó», puede desembocar en una acusación implícita o explícita a nosotros mismos, a nuestra misión como padres.

¿Qué hice, o qué hicimos mal para que este pequeño, que era tan dócil, de pronto se convierta en un rebelde sin causa, que se revuelva contra la autoridad de papá y mamá y quiera «hacer su vida» o que «lo dejemos tranquilo»?

4. ¡No pasó nada, ni hicimos nada mal!

Nuestros hijos están «haciendo» su camino, y para ello deberán dejarnos, por más que muchas veces les duela a ellos y nos duela más a nosotros. Ellos necesitan resolver sus problemas por sí mismos, porque es una herramienta que necesitan para enfrentar la vida por sus propios medios.

Saben instintivamente que no vamos a estar durante toda su vida, y necesitan enfrentar los problemas que generan sus propias conductas en libertad.

Podemos pensar en ellos como en pequeñas plantas que hemos mantenido en un invernadero, y que debemos sacar a las condiciones naturales para que se templen, y desarrollen su propias raíces y follajes.

El invernadero estuvo muy bien mientras fueron frágiles, ahora es tiempo de que prueben (y especialmente que se prueben a sí mismos) en «condiciones reales». De ese modo, cuando vengan las tormentas de la vida, ya tendrán herramientas para enfrentarlas, porque dejamos que desplieguen sus alas y vuelen.

5. ¿Cómo comportarnos ante ese hijo desafiante?

Pero mientras tanto, mientras todavía chocamos, mientras nos desesperan con sus actitudes y desafíos, tendremos que saber cómo comportarnos.

Qué cosas les ayudan en esta exploración, qué cosas podemos hacer para otorgarles confianza, tal vez para hacer más corto este «recorrido divergente» y este crecimiento, y en última instancia, para no perder la paciencia y perjudicarnos mutuamente en esta etapa de su desarrollo.

Para ello me gusta mucho fijarme en la parábola del Hijo Pródigo (o como le gusta llamarla al papa Francisco, la parábola del «Padre Misericordioso»). Viendo la actitud del padre, podremos ver algunas pistas para saber qué hacer en estas circunstancias.

6. Tus hijos te van a «pedir la herencia»

Como vimos, tarde o temprano, tus hijos van a pedirte «que no te metas más en sus vidas», que te hagas a un lado y te apartes, que ellos necesitan «que los dejes en paz». Te lo garantizo, la primera vez que te pase, se te va a partir el corazón en pedazos.

No es fácil, no es lindo y es casi seguro que va a suceder, más temprano que tarde. La tendencia natural sería de decirles «mientras dependas de nosotros, cumplirás nuestras reglas».

Pero el Padre Misericordioso no hace eso. Al contrario, accede al pedido de su hijo y lo deja ir con «su parte de la herencia» y probablemente con los pedazos de su corazón destrozado.

Como te dije en la introducción: ellos necesitan abrirse camino por sus propios medios, necesitan equivocarse y golpearse para poder crecer. Puedes ofrecerle a Dios esos pedazos de tu corazón, para que esa «ruptura» sea fructífera y no tan dolorosa.

7. Tus hijos se van a ir a tierras extrañas

Cuando se vayan de casa, cuando se vayan a estudiar lejos, o cuando comiencen su vida, habrá tiempos en los que no querrán hablar con ustedes, y sentirás que el corazón se te cae de nuevo a pedazos.

¿Cómo puede ser que no nos quieran llamar, que no quieran pasar su cumpleaños con nosotros, que quieran alejarse voluntariamente de la casa que los vio crecer?

Precisamente, porque necesitan ampliar sus horizontes. Conocer gente nueva, experimentar otras formas de ver el mundo, hablar de otros temas, crecer y conocer nuevas experiencias, tal vez algunas que nosotros no nos animamos a su edad… Y también harán algunas cosas que van en contra de nuestras convicciones y creencias.

Van a buscarse en tierras extrañas, con la ilusión de descubrirse y encontrarse, pero también… con el riesgo de perderse. ¿Qué hace el Padre Misericordioso?, ¿va a buscarlo?, ¿va a pedirle que vuelva y que no haga lo que está haciendo? ¡No! El padre se mantiene a una respetuosa distancia.

Respeta la decisión de su hijo, a pesar de que probablemente haya tenido el corazón hecho trizas. Se mantiene apartado, deja que su hijo busque lo que quiera buscar, incluso con riesgo de que se pierda.

8. Puede ser que se equivoquen. Y mucho. Y muy feo

El Hijo Pródigo malgasta su herencia en una vida libertina. Nuestros hijos puede ser, que en esa búsqueda de sí mismos, en esa exploración, se equivoquen. Y esas equivocaciones hasta pueden tener consecuencias graves. La herencia del padre se perdió… aparentemente.

El hijo, a raíz de sus decisiones equivocadas, termina alimentando a cerdos, y deseando comer las bellotas que comen estos animales. Muchas veces, como consecuencia de sus decisiones erróneas, nuestros hijos la van a pasar realmente mal. Nuestra tentación como padres puede ir en dos direcciones, y (en mi opinión) ambas son decisiones equivocadas.

En una primera dirección, podremos resolverles el problema, diciendo: «mi hijo no va a comer bellotas de los cerdos», e intervenir con nuestro dinero, recursos o «poder», para que nuestro hijo «no sufra». La otra decisión equivocada sería enfrentarlo y recriminarle por sus errores. «Te lo advertí», «Te lo mereces».

La actitud correcta es la del padre. Y ya veremos cuál es.

9. Puede ser que pierdan la fe

En el sentido simbólico de la parábola, el derroche de la herencia y la vida con los cerdos significan la pérdida de la fe. En esa búsqueda, puede ser que nuestros hijos también la pierdan, y que dejen de practicar la oración diaria, la misa dominical, la confesión.

¡Nos desesperamos cuando pasa eso! ¿Por qué, si nosotros les enseñamos bien?, ¿por qué si nosotros rezamos constantemente por ellos?, ¿qué hicimos mal?, ¿qué podemos hacer?

Mi querida amiga Silvana Ramos escribió un artículo precioso al respecto, que puedes leer aquí.

Pero te lo resumo rápido: la fe es un don de Dios, y nosotros podremos pedirla para ellos, pero nunca podremos reemplazarla forzándolos a hacer prácticas piadosas, por más que a nosotros nos parezca que es lo que tenemos que hacer. Dios quiere hijos, no esclavos.

Y tal vez, si los forzamos a hacer cosas contra su voluntad, empeoremos la situación. Paz, y ciencia. Es decir: paciencia. Tengamos paz, sepamos que esto puede suceder y recemos al Buen Dios por la fe de nuestros hijos, que Él nunca deja caer una lágrima de madre o padre en vano.

10. El hijo recuerda cómo vivía en la casa de su padre

Una de las claves de la parábola es que el hijo, antes de volver, recuerda con cariño la experiencia de su vida como hijo amado. Ahí es donde tenemos que concentrar nuestras energías. El amor de familia, el recuerdo del hogar son la verdadera herencia del Padre Misericordioso.

Y eso se forja antes, mucho antes de que nuestros hijos decidan seguir su rumbo. Por eso es tan importante que durante su infancia y adolescencia nos enfoquemos en que su experiencia filial sea lo más benéfica posible.

Que sepamos que el amor que les damos durante su infancia y adolescencia va a moldear su carácter, su modo de ver la vida y su modo particular de amar en el futuro a su esposa e hijos, o a sus hijos espirituales en el caso de que Dios suscite la vocación religiosa o sacerdotal en tu hijo.

El amor de los padres es reflejo del amor de Dios, y como tal también moldea la fe de tus hijos. No solo el amor que los padres tienen a los hijos, sino el amor que los padres tienen entre sí. Así que ¡A cuidar a tu cónyuge, para beneficio de tus hijos!

11. El hijo que vuelve

Y un día, el hijo que se rebeló, el que se fue a estudiar lejos, el que no quería saber nada con nosotros, el que incluso nos despreció, vuelve. Me corrijo: no vuelve ese hijo, vuelve una persona renovada, un nuevo hijo. Y generalmente, ese hijo templado por las tormentas de su vida, va a ser extraordinariamente mejor que el que se fue.

Y tenemos que hacer como el Padre Misericordioso: devolverle inmediatamente y sin preguntar nada, la dignidad de hijo. Nuestro hijo sigue siendo nuestro hijo, pero con una ventaja: ya es un adulto probado por la vida, y va a poder acercarse y comprendernos mucho mejor a nosotros como padres.

Ya vamos a poder hablar de igual a igual, de adulto a adulto, de persona fogueada a persona fogueada. Nuestro amor de padres se va a ver engrandecido por lo que nuestro hijo logró por sus propios medios.

«Mi hijo se ha alejado de Dios». 11 cosas que todo padre necesita entender