El maná de cada día, 30.11.21

noviembre 29, 2021

San Andrés, apóstol

Segundo día de la novena a la Inmaculada Concepción

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San Andrés, por El Greco


Antífona de entrada: Mt 4, 18-19

El Señor, junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Pedro y Andrés, y los llamó: Veníos conmigo y los haré pescadores de hombres.

Oración colecta

Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san Andrés a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Romanos 10, 9-18

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.»

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!»

Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo.

Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

SALMO 18, 2-3.4-5

A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 19

Venid y seguidme -dice el Señor- y os haré pescadores de hombres.

EVANGELIO: Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Antífona de comunión: Jn 1, 41-42

Dijo Andrés a su hermano Simón: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús.

San Andrés,  Apóstol

Andrés, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue crucificado en Acaya.

HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS

De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo,
sobre el evangelio de san Juan

Andrés, después de permanecer con Jesús y de aprender de él muchas cosas, no escondió el tesoro para sí solo, sino que corrió presuroso en busca de su hermano, para hacerle partícipe de su descubrimiento. Fíjate en lo que dice a su hermano: Hemos encontrado al Mesías, que significa Cristo. ¿Ves de qué manera manifiesta todo lo que había aprendido en tan breve espacio de tiempo?

Pues, por una parte, manifiesta el poder del Maestro, que les ha convencido de esto mismo, y, por otra, el interés y la aplicación de los discípulos, quienes ya desde el principio se preocupaban de estas cosas.

Son las palabras de un alma que desea ardientemente la venida del Señor, que espera al que vendrá del cielo, que exulta de gozo cuando se ha manifestado y que se apresura a comunicar a los demás tan excelsa noticia.

Comunicarse mutuamente las cosas espirituales es señal de amor fraterno, de entrañable parentesco y de sincero afecto.

Pero advierte también, y ya desde el principio, la actitud dócil y sencilla de Pedro. Acude sin tardanza: Y lo llevó a Jesús, afirma el evangelio. Pero que nadie lo acuse de ligereza por aceptar el anuncio sin una detenida consideración. Lo más probable es que su hermano le contase más cosas detalladamente, pues los evangelistas resumen muchas veces los hechos, por razones de brevedad.

Además, no afirma que Pedro creyera al momento, sino que lo llevó a Jesús, y a él se lo confió, para que del mismo Jesús aprendiera todas las cosas. Pues había también otro discípulo que tenía los mismos sentimientos.

Si Juan Bautista, cuando afirma: Éste es el Cordero, y: Bautiza con Espíritu Santo, deja que sea Cristo mismo quien exponga con mayor claridad estas verdades, mucho más hizo Andrés, quien, no juzgándose capaz para explicarlo todo, condujo a su hermano a la misma fuente de la luz, tan contento y presuroso, que su hermano no dudó ni un instante en acudir a ella.


NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

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DÍA SEGUNDO

El deseo de virginidad de María

María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lucas 1, 34)

Oración

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las plegarias que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

Reflexión

Mucho antes de que el Ángel Gabriel diera a María el mensaje de que Dios la había elegido para ser la madre de su Hijo, ella había decidido entregarse entera y exclusivamente a través del don de la virginidad perpetua. María sabía que Dios había establecido una Alianza –un lazo familiar- con el Pueblo de Israel en el Monte Sinaí. El Señor se había mantenido fiel a las promesas de la Alianza, pero Israel había violado esa fidelidad. Con sus repetidas desobediencias a los Mandamientos de Dios, Israel demostró ser una esposa adúltera. María, consciente de la historia de su pueblo y dolida por las infidelidades narradas por los Profetas, anhelaba vivir amando a Dios como su esposa fiel para reparar los pecados de su pueblo.

A continuación, la descripción del Papa Juan Pablo II del deseo de María de permanecer virgen toda su vida:

Ella misma deseaba encarnar en sí la imagen de la esposa completamente fiel y plenamente entregada al Espíritu divino y, por eso, se convierte en el comienzo del nuevo Israel, es decir, del pueblo querido por el Dios de la alianza en su corazón de esposo. María no usa, ni en el diálogo ni en el cántico, términos de la analogía nupcial, pero hace mucho más: confirma y consolida una consagración que ya está viviendo y que resulta su condición habitual de vida. En efecto, replica al Ángel de la anunciación: «No conozco varón» (Lc 1, 34). Es como si dijera: soy virgen consagrada a Dios y no quiero abandonar a este Esposo, porque creo que no lo quiere él, tan celoso de Israel, tan severo con quien lo ha traicionado, tan insistente en su misericordiosa llamada a la reconciliación. María es consciente de la infidelidad de su pueblo y quiere ser una esposa fiel al Esposo divino, tan amado.

Dios envió al Ángel Gabriel a la ciudad de Nazaret a decirle a María que había aceptado su deseo de pertenecerle exclusivamente a él y que, de hecho, él había puesto en ella ese deseo. El deseo de María de permanecer virgen era, en realidad, una respuesta al amor fiel de Dios hacia ella. El Ángel le anuncia a María que ella concebiría al hijo de Dios en su virginidad a través del poder del Espíritu Santo que vendría sobre ella y la cubriría con su sombra. Ella se convierte entonces en virgen, esposa y madre simultáneamente. La elección libre de María de permanecer virgen fue lo que posibilitó su pertenencia completa a Cristo como su madre y a cada uno de nosotros como nuestra madre amorosa. La Santísima Virgen María fue testigo de que el precioso valor de la virginidad existe siempre en orden al amor esponsal y la maternidad.

Oración

Dios Todopoderoso y Eterno, María se entregó a Ti sin reserva a través del don de su virginidad. Así como amó a Jesús con todo el corazón, sigue amando y sirviendo a todos sus hijos en la tierra. Por medio de su ejemplo, infunde en todos los miembros de tu Iglesia un aprecio más profundo del valor de la virginidad. Ayúdanos a comprender que la virginidad es el regalo perfecto que los esposos se entregan el uno al otro el día de su boda. Inspira a muchos jóvenes para que abracen una vida consagrada célibe o virgen en el sacerdocio o la vida religiosa. Enséñanos el significado de las palabras de tu Hijo: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5, 8). Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nosotros que recurrimos a ti.


El maná de cada día, 29.11.21

noviembre 28, 2021

 

Lunes de la 1ª semana de Adviento


Primer día de la novena a la Inmaculada Concepción

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Venid, subamos al monte del Señor


Antífona de entrada: Jr 31, 10; Is 35, 4

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en los confines de la tierra: Mirad a nuestro Salvador que viene: no temáis.

Oración colecta

Concédenos, Señor Dios nuestro, permanecer alertas a la venida de tu Hijo, para que, cuando llegue y llame a la puerta, nos encuentre en vela y orando. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Isaías 2, 1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.

Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.»

Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

SALMO 121, 1-2.4-5.6-7.8-9

Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Aclamación antes del Evangelio: Sal 79, 4

Ven a librarnos, Señor, Dios nuestro, que brille tu rostro y nos salve.

EVANGELIO: Mateo 8, 5-11

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»

Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»

Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace.»

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

Antífona de la comunión: Sal 106, 4-5; Is 38, 3

Ven, Señor; visítanos con tu paz, y nos alegraremos en tu presencia de todo corazón.

SOBRE EL TIEMPO DE ADVIENTO

De las cartas pastorales de San Carlos Borromeo, obispo

Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado.

El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna.

La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros, exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa, y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.

La Iglesia desea vivamente hacernos comprender que así como Cristo vino una vez al mundo en la carne, de la misma manera está dispuesto a volver en cualquier momento, para habitar espiritualmente en nuestra alma con la abundancia de sus gracias, si nosotros, por nuestra parte, quitamos todo obstáculo.

Por eso, durante este tiempo, la Iglesia, como madre amantísima y celosísima de nuestra salvación, nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del Espíritu Santo y de diversos ritos, a recibir convenientemente y con un corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a preparar nuestra alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si hubiera él de venir nuevamente al mundo.

No de otra manera nos lo enseñaron con sus palabras y ejemplos los patriarcas del antiguo Testamento para que en ello los imitáramos.

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

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DÍA PRIMERO

La Inmaculada Concepción de la Madre de Dios

¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti! (Cantar de los Cantares 4,7)

Oración

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las plegarias que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

Reflexión

Ya que Dios crea un alma inmortal a través de la unión conyugal del hombre y la mujer, la concepción de toda persona humana es sagrada. Dios llama a la existencia a la persona con su amor, incluso si la concepción se da por un acto de lujuria o violencia.

Cuando la Virgen María fue concebida en el seno de su madre, Dios creó su alma inmortal y la llenó de su vida divina. En la Inmaculada Concepción, Dios redimió en forma especialísima a María preservándola del Pecado Original en previsión de los méritos de Cristo, el Salvador.

Desde el primer instante de su vida, María era de una hermosura plena, llena de gracia (Lc 1,28), sin ningún rastro de egoísmo ni inclinación al pecado y con una libertad sin igual para amar a Dios y a todos los demás.

En la concepción de María, Dios la dotó de las armas para destruir el reino de Satanás (Gen 3,15). La caridad de Cristo llenó a María desde el primer instante de su existencia, dentro del vientre de su madre.

Con estas palabras proclamó el Papa Pío IX el Dogma de la Inmaculada Concepción: Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, desde el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Todopoderoso, en previsión de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, fue preservada de toda mancha del pecado original, es doctrina revelada por Dios y por consiguiente debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles.

La buena noticia de la Inmaculada Concepción es que hay más amor en el alma inmaculada de María que mal en el mundo. En su Inmaculada Concepción, Dios dotó a María de la capacidad para dar su sí libremente a su plan de salvación en Cristo y para ayudarnos a nosotros, sus hijos, a decir también que .

Oración

Dios, Padre Todopoderoso, en el momento de nuestra concepción llamaste a cada uno de nosotros a la existencia con tu amor. Amaste a María asombrosamente en su Inmaculada Concepción, preservándola de heredar el pecado de Adán por los méritos anticipados del Salvador. La preparaste en su concepción para ser la Madre y compañera de tu Hijo y nuestra madre amorosa.

Concede a toda persona una reverencia cada vez más honda hacia tu presencia y acción creadora en la concepción humana.

Ayuda a todos a reconocer el mal que hay en el aborto y la anticoncepción, y todos los pecados que ofenden a nuestro Dios Creador.

Que en el abrazo maternal de María, cada cristiano promueva el respeto y la veneración a la vida humana en todas sus etapas.

Te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

V. Oh María, sin pecado concebida
R. Ruega por nosotros que recurrimos a ti.


El maná de cada día, 28.11.21

noviembre 27, 2021

Domingo I de Adviento, Ciclo C


Comienza un nuevo año litúrgico

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Verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad


Antífona de entrada Sal 24, 1-3

A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado; que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados.

Oración colecta

Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Jeremías 33, 14-16

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: Señor-nuestra-Justicia.

SALMO 24

A ti, Señor, levanto mi alma.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

El Señor es bueno y recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza.

SEGUNDA LECTURA: 1 Tesalonicenses 3, 12–4,2

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente; para que, cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro padre.

Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús.

ALELUYA: Salmo 84, 8

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

EVANGELIO: Lucas 21, 25-28.34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán.

El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto.

LA VENIDA INTERMEDIA

Cristo ya vino una primera vez hecho hombre en Belén. Vendrá al final del mundo, a juzgar. Entre esas dos realidades hay una tercera venida, “la intermedia”. En ésta nos lo jugamos todo y por eso merece toda nuestra atención.

En efecto, Cristo viene a salvarnos, pero es preciso que nos dejemos guiar por él. En realidad, estamos tomando postura en cada momento, a favor de Cristo o en contra de la Verdad de Dios. Esta venida “permanentemente actual” hace de puente entre ambas. Esta venida intermedia merece toda nuestra consideración a fin de que optemos por Cristo, Luz del mundo.

Dice san Juan que vino al mundo la Palabra de Dios hecha carne… y algunos no la recibieron, no la escucharon ni la reconocieron. El Adviento nos invita a despertarnos del adormilamiento mundano, y mirar hacia arriba, hacia el que nos llama.

Como creyentes, estamos llamados a vivir siempre atentos a la manifestación de Dios. Lo nuestro es permanecer firmes esperando la victoria de nuestro Dios pues él está con nosotros: atentos y alucinados por su Palabra, apasionados buscando su Reino.

A continuación ofrezco la predicación de san Bernardo:

VENDRÁ A NOSOTROS LA PALABRA DE DIOS

De los Sermones de san Bernardo, abad; Sermón 5 en el Adviento del Señor, 1-3: miércoles I Adviento

Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua él mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron.

La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan. De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y, en la última, en gloria y majestad.

Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo.

Y para que nadie piense que es pura invención lo que estamos diciendo de esta venida intermedia, oídle a él mismo: El que me ama, -nos dice- guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón, sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.

Así es como has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta.

Si es así como guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran Profeta, que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. Tal será la eficacia de esta venida, que nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

CORONA DE ADVIENTO

La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. 

La palabra ADVIENTO procede del latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.

Origen: La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania).

Nueva realidad: Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8, 12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida». La luz que prendemos nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5, 14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.”

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son color violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela más hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo.

La corona de adviento encierra varios simbolismos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona.

Las manzanas rojas -opcional- que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

En algunas parroquias o colegios se hace la bendición de las Coronas de Adviento. Si no se puede asistir a estas celebraciones, se puede hacer la bendición en familia con la siguiente oración:

Señor Dios, bendice con tu poder nuestra corona de adviento

para que, al encenderla, despierte en nosotros

el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras,

y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.

PROPONEMOS ESTE ESQUEMA SENCILLO PARA ORAR AL ENCENDER LA VELA DE ADVIENTO

PRIMER DOMINGO: LLAMADA A LA VIGILANCIA

ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

SEGUNDO DOMINGO

ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne…

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

TERCER DOMINGO

ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero! Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya, Señor, en el mundo para que tú brilles y calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

CUARTO DOMINGO

SE ENCIENDEN LAS CUATRO VELAS

Humildad y gloria

El Nacimiento de Jesús

Guía: Lectura del Evangelio según San Lucas (2, 6-7)

“Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron

los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,

lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.”

“Palabra de Dios”

Todos: “Te alabamos Señor”.


El maná de cada día, 27.11.21

noviembre 27, 2021

Sábado de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

¡Hijos de los hombres, bendecid al Señor!


PRIMERA LECTURA: Daniel 7, 15-27

Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello.

Él me contestó, explicándome el sentido de la visión: «Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el Reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.»

Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros.

Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos.

Después me dijo: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos.»

SALMO: Dn 3, 82.83.84.85.86.87

Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor.

Bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor.

Siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor.

Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

ALELUYA: Lc 21, 36

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

EVANGELIO: Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

HACIA LA CASA DEL PADRE

P. Francisco Fernández Carvajal

Anhelo del Cielo

Me mostró el río del agua de la vida claro como un cristal, procedente del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza, y en una y otra orilla del río, está el árbol de la vida, que produce frutos doce veces (…). En ella estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos le darán culto, verán su rostro y llevarán su nombre grabado en sus frentes1.

La Sagrada Escritura acaba donde comenzó: en el Paraíso. Y las lecturas de este último día del año litúrgico nos señalan el fin de nuestro caminar aquí en la tierra: la Casa del Padre, nuestra morada definitiva.

El Apocalipsis nos enseña, mediante símbolos, la realidad de la vida eterna, donde se verá cumplido el anhelo del hombre: la visión de Dios y la felicidad sin término y sin fin. San Juan nos presenta en esta lectura el encuentro de quienes fueron fieles en esta vida: el agua es el símbolo del Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, representado por el río que surge del trono de Dios y del Cordero. El nombre de Dios sobre las frentes de los elegidos expresa su pertenencia al Señor2.

En el Cielo ya no habrá noche: no será necesaria luz ni lámparas ni el sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos y reinará por los siglos de los Siglos3.

La muerte de los hijos de Dios será solo el paso previo, la condición indispensable, para reunirse con su Padre Dios y permanecer con Él por toda la eternidad. Junto a Él ya no habrá noche.

En la medida en que vamos creciendo en el sentido de la filiación divina, perdemos el miedo a la muerte, porque sentimos con más fuerza el anhelo de encontrarnos con nuestro Padre, que nos espera. Esta vida es solo el camino hasta Él; «por eso es necesario vivir y trabajar en el tiempo llevando en el corazón la nostalgia del Cielo»4.

Muchos hombres, sin embargo, no tienen en su corazón esta «nostalgia del Cielo» porque se encuentran aquí satisfechos de su prosperidad y confort material y se sienten como si estuvieran en casa propia y definitiva, olvidando que no tenemos aquí morada permanente5 y que nuestro corazón está hecho para los bienes eternos.

Han empequeñecido su corazón y lo han llenado de cosas que poco o nada valen, y que dejarán para siempre dentro de un tiempo no demasiado largo.

Los cristianos amamos la vida y todo lo que en ella encontramos de noble: amistad, trabajo, alegría, amor humano…, y no debe extrañarnos que a la hora de dejar este mundo experimentemos cierto temor y desazón, pues el cuerpo y el alma fueron creados por Dios para estar unidos y solo tenemos experiencia de este mundo.

Sin embargo, la fe nos dará el consuelo inefable de saber que la vida se transforma, no se pierde; y al deshacerse la casa de nuestra habitación terrena, se nos prepara en el Cielo una eterna morada6. Después nos espera la Vida.

Los hijos de Dios quedarán maravillados en la gloria al ver todas las perfecciones de su Padre, de las que solo tuvieron un anticipo en la tierra. Y se sentirán plenamente en su casa, en su morada ya definitiva, en el seno de la Trinidad Beatísima7.

Por eso, podemos exclamar: «¡Si no nos morimos!: cambiamos de casa y nada más. Con la fe y el amor, los cristianos tenemos esta esperanza; una esperanza cierta. No es más que un hasta luego. Nos debíamos morir despidiéndonos así: ¡hasta luego!»8.

1 Primera lectura. Año II. Apoc 22, 1-6. — 2 Cfr. Sagrada Biblia, EUNSA, Pamplona 1989, vol. XII, Apocalipsis, in loc. — 3 Apoc 22, 5. — 4 Juan Pablo II, Alocución 22-X-1985. — 5 Heb 13, 14. — 6 Misal Romano, Prefacio de difuntos. — 7 Cfr. B. Perquin, Abba, Padre, p. 343. — 8 San Josemaría Escrivá, en Hoja informativa sobre el proceso de beatificación de este Siervo de Dios, n. 1, p. 5.

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El maná de cada día, 26.11.21

noviembre 26, 2021

Viernes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

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Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.


PRIMERA LECTURA: Daniel 7, 2-14

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas.

La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana.

La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron: «¡Arriba! Come carne en abundancia.»

Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder.

Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos.

Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias.

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.

Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada.

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

SALMO: Dn 3, 75.76.77.78.79.80.81

Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor.

Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor.

Mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor.

Aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor.

Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 28

Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.


EVANGELIO: Lucas 21, 29-33

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos:

«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

PENSAMIENTO LIBRE

Papa Francisco en Casa Santa Marta
Viernes 29 de noviembre de 2013

Una invitación a «pensar en cristiano», porque «un cristiano no piensa sólo con la cabeza, piensa también con el corazón y con el espíritu que tiene dentro», dirigió el Papa Francisco el viernes 29 de noviembre.

Una invitación especialmente actual en un contexto social donde —destacó el Pontífice— se insinúa cada vez más «un pensamiento débil, un pensamiento uniforme, un pensamiento pret-à-porter».

El Papa centró su reflexión en el pasaje evangélico de Lucas (21, 29-33) propuesto durante la liturgia, donde el Señor «con ejemplos sencillos enseña a los discípulos a comprender lo que sucede». En este caso, Jesús invita a observar «la planta de higo y todos los árboles», porque cuando brotan se comprende que el verano está cerca.

En otros contextos el Señor usa ejemplos análogos para reprender a los fariseos que no quieren comprender «los signos de los tiempos»; quienes no ven «el paso de Dios en la historia», en la historia del pueblo de Israel, en la historia del corazón del hombre, «en la historia de la humanidad».

La enseñanza, según el Santo Padre, es que «Jesús con palabras sencillas alienta a pensar para comprender». Y es una invitación a pensar «no sólo con la cabeza», sino también «con el corazón, con el espíritu», con todo nosotros mismos.

Es esto, precisamente, “pensar en cristiano”, para poder «comprender los signos de los tiempos». Y a quienes no comprenden, como sucede en el caso de los discípulos de Emaús, Cristo les define «necios y tardos de corazón».

Porque —explicó— quien «no comprende las cosas de Dios es una persona así», necia y dura de entendimiento, mientras que «el Señor quiere que comprendamos lo que sucede en nuestro corazón, en nuestra vida, en el mundo, en la historia»; y entendamos «el significado de lo que sucede ahora». En efecto, en las respuestas a estas preguntas es donde podemos individuar «los signos de los tiempos».

Sin embargo, no siempre las cosas suceden así. Hay un enemigo al acecho. Es «el espíritu del mundo», que —recordó el Papa— «nos hace otras propuestas». Porque «no nos quiere como pueblo, nos quiere masa. Sin pensamiento y sin libertad».

El espíritu del mundo, en esencia, nos empuja a lo largo de «un camino de uniformidad, pero sin ese espíritu que forma el cuerpo de un pueblo», tratándonos «como si no tuviésemos la capacidad de pensar, como personas sin libertad».

Al respecto el Papa Francisco clarificó expresamente los mecanismos de persuasión oculta: existe un determinado modo de pensar que debe ser impuesto, «se hace publicidad de este pensamiento» y «se debe pensar» de ese modo. Es «el pensamiento uniforme, el pensamiento homogéneo, el pensamiento débil»; lamentablemente, un pensamiento «muy difundido», comentó el Obispo de Roma.

En la práctica «el espíritu del mundo no quiere que nos preguntemos delante de Dios: ¿por qué sucede esto?». Y para distraernos de las preguntas esenciales, «nos propone un pensamiento pret-à-porter, según nuestros gustos: yo pienso como me gusta».

Este modo de pensar «es correcto» para el espíritu del mundo; mientras que lo que él «no quiere es lo que nos pide Jesús: el pensamiento libre, el pensamiento de un hombre y de una mujer que son parte del pueblo de Dios».

Por lo demás, «la salvación ha sido precisamente ésta: hacernos pueblo, pueblo de Dios. Tener libertad». Porque «Jesús nos pide que pensemos libremente, pensar para comprender lo que sucede».

Cierto, advirtió el Papa Francisco, «solos no podemos» hacer todo: «necesitamos la ayuda del Señor, necesitamos al Espíritu Santo para comprender los signos de los tiempos». En efecto, es precisamente el Espíritu quien nos dona «la inteligencia para comprender».

Se trata de un regalo personal realizado a cada hombre, gracias al cual «yo debo comprender por qué me sucede esto a mí» y «cuál es el camino que el Señor quiere» para mi vida.

De aquí la exhortación conclusiva a «pedir al Señor Jesús la gracia que nos envíe su espíritu de inteligencia», para que «no tengamos un pensamiento débil, un pensamiento uniforme, un pensamiento según nuestros gustos», para tener, en cambio, «sólo un pensamiento según Dios».

Y «con este pensamiento —de mente, de corazón y de alma— que es don del Espíritu», buscar comprender «qué significan las cosas, comprender bien los signos de los tiempos».

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El maná de cada día, 25.11.21

noviembre 25, 2021

Jueves de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

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Bendiga la tierra al Señor. Todo ser que alienta alabe al Señor.


PRIMERA LECTURA: Daniel 6, 12-28

En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios.

Entonces fueron a decirle al rey: «Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?»

El rey contestó: «El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.»

Ellos le replicaron: «Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios.»

Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo.

Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: «Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.»

Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones.

El rey dijo a Daniel: «¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!»

Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir. Madrugó y fue corriendo al foso de los leones.

Se acercó al foso y gritó afligido: «¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?»

Daniel le contestó: «¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.»

El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado.

Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: «¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»

SALMO: Dn 3, 68.69.70.71.72.73.74

Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor.

Témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor.

Noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor.

Rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor.

Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 28

Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

EVANGELIO: Lucas 21, 20-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.

¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.

Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

JESÚS VIENE A VISITARNOS EN LA COMUNIÓN

P. Francisco Fernández Carvajal

El Evangelio de la Misa1 nos recuerda la venida gloriosa de Cristo al fin de los tiempos: Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Ahora, en la Comunión, llega el mismo Hijo del Hombre a nuestro corazón para fortalecernos y llenarnos de paz. Viene como el Amigo tanto tiempo esperado. Y hemos de recibirlo como lo hicieron sus más íntimos: con la atención de María de Betania, con la alegría con que le acogió Zaqueo en su casa…

«Parece que esto es lo correcto: si se recibe en casa a un amigo, a un invitado, se le atiende, es decir, se le da conversación, se le acompaña. No se le deja en la sala de visitas o en cualquier otro lugar de la casa, con el periódico, para que entretenga la espera hasta que nos venga bien atenderle. Sin duda sería de muy mala educación.

Y si la persona que nos visitara fuera de tan gran categoría, que el solo hecho de venir a nuestra casa supusiera un honor muy por encima de nuestra condición y merecimientos, entonces la desatención no sería ya falta de educación, sino grosería incalificable»2.

Hemos de tratar bien a Jesús, que tanto desea visitarnos en nuestra pobre casa. «Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si se le hace buen hospedaje»3.

Es una buena ocasión de unirnos a toda la Creación para alabar y dar gracias al Creador que, humilde, se queda sacramentalmente en nuestro corazón durante esos minutos.

La Iglesia, siempre Madre buena, nos ha aconsejado a sus hijos esas oraciones que han alimentado la piedad de tantos cristianos para ayudarnos, especialmente cuando nos sintamos pobres de palabras para dirigirnos a Jesús: el Himno Adoro te devote, el Trium puerorum, la Oración a Jesús Crucificado, las Invocaciones al Santísimo Redentor…

Si al comulgar procuramos tener a mano algún devocionario –cuando sea posible– o algún Misal de los fieles, dispondremos de una buena ayuda para aprovechar ese tiempo que tanto va a influir luego a lo largo de todo el día. Muchas veces, la jornada depende de esos minutos junto a Jesús Sacramentado.

No dejemos de poner todos lo medios a nuestro alcance para mejorar nuestras disposiciones antes y después de haber comulgado. Cualquier esfuerzo que pongamos es siempre largamente recompensado. «Cuando recibas al Señor en la Eucaristía, agradécele con todas las veras de tu alma esa bondad de estar contigo.

—¿No te has detenido a considerar que pasaron siglos y siglos, para que viniera el Mesías? Los patriarcas y los profetas pidiendo, con todo el pueblo de Israel: ¡que la tierra tiene sed, Señor, de que vengas!

—Ojalá sea así tu espera de amor»4.

1 Lc 21, 20-28. — 2 F. Suárez, o. c., p. 274. — 3 Santa Teresa, Camino de perfección, 39. — 4 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 991.

Homilética.org


El padre Javier Silva define a su tío, el rey Balduino: «Buscó afanosamente ser santo y fiel a Dios»

noviembre 24, 2021

El Rey Balduino, con su querida esposa, la española Fabiola de Mora y Aragón

ReL – 22 noviembre 2021

Recientemente acaba de ver la luz en español el libro El Rey Balduino. El legado de su vida (Libros Libres) una obra que muestra la intensa vida espiritual del fallecido monarca de Bélgica.

Incluye la búsqueda de una esposa cristiana, que finalmente fue la española Fabiola de Mora y Aragón, cuya historia de enamoramiento muestra a las claras cómo Dios estaba en el centro de la vida de los que durante décadas fueron los reyes de los belgas.

El libro recupera los textos del cardenal Leon Joseph Suenens, el confidente espiritual del monarca en sus últimos 35 años, publicados a la muerte del rey, ampliándolo con cartas inéditas del monarca, cargadas de espiritualidad, y fotografías no conocidas hasta ahora. Las cartas de privadas del Rey Balduino, que han cedido los propios destinatarios, son una ventana a su sincera religiosidad y su cercanía con Dios.

El lunes 29 de noviembre a las 19.00 horas se presentará este libro en un acto que tendrá lugar en la Sala Padre Kentenich (a pie de calle) del Santuario de Schoenstatt en Madrid (calle Serrano, 97), con entrada libre hasta completar aforo. En él participarán Javier Silva, sacerdote y sobrino de la reina Fabiola; Pablo Cervera, traductor de la obra; y Álex Rosal, editor de este libro.

Precisamente, una de las personas que conocía muy bien a Balduino, y especialmente en el aspecto más religioso, es el sacerdote Javier Silva, sobrino carnal de la reina Fabiola, y por tanto sobrino de Balduino.

En una entrevista con Javier Navascués para su blog en Infocatólica con motivo de la publicación de este libro, el sobrino de Balduino habla sobre la vida y la fe de su tío. De este modo, este religioso asegura que el principal legado que dejó el rey fue “su auténtico e íntegro testimonio luminoso como discípulo y seguidor de Jesús de Nazaret”.

De hecho, el padre Silva asegura que Balduino fue en “cada instante de su existencia un cristiano íntegro y cabal, buscando afanosamente ser santo y fiel a Dios”.

De los recuerdos que guarda sobre su tío este sacerdote destaca que “su profunda alegría y gran sentido del humor. Su infatigable capacidad de escucha, prestándote toda su atención, como si fueses lo único importante y lo más importante”.

La fe de su tío fue también un instrumento para su llamada vocacional como sacerdote. “Ha sido uno de los instrumentos más cercanos y maravillosos que Dios puso en mi camino para acompañarme en todo mi itinerario hacia mi ordenación sacerdotal. Desde el año 1975 en adelante, el tío Balduino junto con Verónica O’Brien (Grace) y el Cardenal Suenens (Michel), fueron quienes más me guiaron, iluminaron y pastorearon… todos ellos estuvieron presentes en mi ordenación sacerdotal y fue el Cardenal Suenens quien me ungió y consagró sacerdote de Cristo el 24 de diciembre de 1984”, agrega.

Son muchos los que consideran que Balduino vivió las virtudes de la fe en grado heroico y que no sería extraño que se abriera su causa de beatificación. Ante esto, su sobrino asegura que él siempre le percibió como “una persona profundamente arraigada en Dios, en un permanente y silencioso ascetismo, portador de innumerables virtudes”. En su opinión, “fue un hombre santo”.

Por otro lado, el padre Silva comenta que “la posibilidad de una muerte temprana y súbita, no la descartaba. Se le iba presentando como un “posible muy posible” y de algún modo anunciado por la patente debilidad física de su corazón. Lo afrontó en el más auténtico abandono en la Providencia de su Dios “Abbá” y en su plena satisfacción al “hágase en mí siempre Tu voluntad”, siempre, en todo lugar y especialmente en la “hora” FIAT.

Todos los días ofrecía a Dios su vida por todos aquellos a los que amaba, muy especialmente por todos los belgas y por la unidad de su país”, añade su sobrino.

Por último, acerca de las cartas que aparecen en este libro el padre Silva asegura que “reflejan su amor a Dios y su amor al prójimo en cada palabra y en cada frase. El amor a Dios era el verdadero motor de su vida. Así lo vivía y así lo trasmitía a cada persona que se acercaba a él. Siempre tuvo del todo claro que a Dios sólo se le ama en verdad amando al prójimo. Más en obras que en palabras. En este compromiso fue siempre modélico y ejemplar. Este es su gran legado”.

https://www.religionenlibertad.com/cultura/231598996/sobrino-rey-balduino-santo-fiel-dios.html?fbclid=IwAR11Me_lp64ovAPNkq5kNajqd2EZI0wMJFHqrjqaMmAliklw0-fN2-6GvEM


El maná de cada día, 24.11.21

noviembre 24, 2021

Miércoles de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Jesús de Nazaret
Yo os daré palabras y sabiduría

PRIMERA LECTURA: Daniel 5, 1-6.13-14.16-17.23-28

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos.

Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas.

Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera.

De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban.

Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: «¿Eres tú, Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario.

Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.»

Entonces Daniel habló así al rey: «Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido.

Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas.

Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado.

Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: «Contado, Pesado, Dividido.»

La interpretación es ésta: «Contado»: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; «Pesado»: te ha pesado en la balanza y te falta peso; «Dividido»: tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.»

SALMO: Dn 3, 62.63.64.65.66.67

Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Sol y luna, bendecid al Señor.

Astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor.

Vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor.

Fríos y heladas, bendecid al Señor.

Aclamación antes del Evangelio: Ap 2, 10c

Sé fiel hasta la muerte -dice el Señor-, y te daré la corona de la vida.

EVANGELIO: Lucas 21, 12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.

Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

SÉ OPTIMISTA

Mientras exista el pecado, siempre encontrarás a tu alrededor motivos de queja y de lamentación. Hay un optimismo meramente humano ante las cosas, acontecimientos y personas que, confundido con la buena educación, termina por no infundir esperanza en el ánimo de los que sufren.

Esa esperanza meramente humana tarde o temprano se deshoja, como todo lo humano, ahogada por el cansancio ante el mal y la injusticia. Tu fe debe hacerte vivir ese otro optimismo humano que nace de la esperanza sobrenatural y que no tiene nada de iluso o irreal.

Esa actitud optimista y positiva ante la vida, aun en medio de sufrimientos y pruebas, nace de tu confianza ciega en la providencia de Dios y se convierte en un inagotable manantial de fuerza y de firmeza para sobrellevar las contrariedades de la vida con ánimo sobrenatural.

Sé optimista al juzgar y valorar personas y acontecimientos, contagia a tu alrededor una visión positiva de las cosas, no te dejes vencer por el desánimo cuando el mal, la injusticia, la mediocridad o el pecado parezcan campar a sus anchas en el ambiente que te rodea.

Piensa en la fuerza de la Cruz, con la que Cristo ya ha vencido toda muerte y todo mal. Asómate, como los niños, por encima de la tapia de este pequeño mundo que te ha tocado vivir, y descubrirás la inmensidad de una eternidad que late viva en cada acontecimiento de tu vida y de tu historia.

Que nada, ni siquiera tu estado de ánimo, logre ensombrecer y arrugar tu semblante sereno y suavemente alegre con el que el amor de Dios, a través de ti, sonríe a los hombres.

Lañas diarias www.mater-dei.es


Oración a Jesús en el Sagrario

noviembre 23, 2021

El Hijo de Dios tomó su carne de María, Virgen y Madre.

JESÚS, VENGO A VERTE,
¿POR QUÉ NO VENDRÉ MÁS?

¡Qué bien se está contigo,
Señor, junto al Sagrario!
¡Qué bien se está contigo…!
¿Por qué no vendré más?

Desde hace muchos años
vengo a verte a diario
y aquí te encuentro siempre,
amante solitario…
solo, pobre, escondido
pensando en mí quizás…

Tú no me dices nada
ni yo te digo nada,
si ya lo sabes todo,
¿qué te voy yo a decir?
Sabes todas mis penas,
todas mis alegrías,
sabes que vengo a verte
con las manos vacías
y que no tengo nada
que te pueda servir.

Siempre que vengo a verte,
siempre te encuentro solo.
¿Será que nadie sabe,
Señor, que estás aquí?

¡No sé! pero sé, en cambio,
que aunque nadie te amara
ni te lo agradeciera
aquí estarías siempre
esperándome a mí…

¿Por qué no vendré más…?
¡Qué ciego estoy, qué ciego!
Si sé por experiencia
que cuando a ti me llego
siempre vuelvo cambiado,
siempre salgo mejor…

¿A dónde voy, Dios mío,
cuando a mi Dios no vengo?
Si tú me esperas siempre,
si a ti siempre te tengo,
si jamás me has cerrado
las puertas de tu amor…

Por otros se recorren
a pie largos caminos;
acuden de muy lejos
cansados peregrinos
o pagan grandes sumas
que no han de recobrar.

Por ti nadie pregunta,
de ti nadie hace caso,
aquí, si alguno entra,
sólo es como de paso…
Aquí eres tú quien paga
si alguno quiere entrar…

¿Por qué no vendré más,
si sé que aquí a tu lado
puedo encontrar, Dios mío,
lo que tanto he buscado?
Mi luz, mi fortaleza,
mi paz, mi único bien…

Si jamás he venido
que no te haya encontrado.
Si jamás he sufrido,
si jamás he llorado,
Señor, sin que conmigo
llorases tú también…

¿Por qué no vendré más?
Si tú lo estás deseando
si yo lo necesito…
Si sé que no sé nada
cuando no vengo aquí.
Si aquí me enseñarías
la ciencia de los santos,
esa ciencia bendita
que aquí aprendieron tantos
que fueron tus amigos
y gozan ya de ti…

¿Por qué no vendré más?,
si sé yo, carmelita,
que tú eres el modelo
que mi alma necesita,
que nada se hace duro
mirándote a ti aquí.

El Sagrario es la celda
donde estás encerrado.
¡Qué pobre!, ¡qué obediente!
¡qué manso!, ¡qué callado!
¡Qué solo!, ¡qué escondido!
¡Nadie se fija en ti!

¿Por qué no vendré más,
oh Bondad infinita?
¡Riqueza inestimable
que nada necesita
y que te has humillado
a mendigar mi amor!

¡Ábreme ya esa puerta,
sea ya esa mi vida
olvidada de todos,
de todos escondida!
¡Qué bien se está contigo!
¡Qué bien se está, Señor!

(Este poema lo conservaba Don Álvaro del Portillo entre las páginas de su breviario. El texto es de un carmelita).


Balduino: ¿una historia de amor romántico o un libro de espiritualidad? Las dos cosas a la vez

noviembre 23, 2021

Balduino, rey de los belgas, y Fabiola posan el día de su boda en 1960… fueron siempre felices juntos

Pablo J. Ginés/ReL – 15 noviembre 2021

LibrosLibres acaba de publicar El Rey Balduino. El legado de su vida, sobre la vida espiritual del Rey Balduino de Bélgica, lo que incluye su búsqueda de una esposa cristiana, la historia romántica y sorprendente de cómo se enamoró de la española Fabiola de Mora y Aragón.

El libro recupera los textos del cardenal Leon Joseph Suenens, el confidente espiritual del monarca en sus últimos 35 años, publicados a la muerte del rey, ampliándolo con cartas inéditas del monarca, cargadas de espiritualidad, y fotografías no conocidas hasta ahora.

Las cartas privadas del Rey Balduino, que han cedido los propios destinatarios, son una ventana a su sincera religiosidad y su cercanía con Dios.

El libro «El Rey Balduino: el legado de su vida«

Nos encontramos así con un libro peculiar. Tiene algo de «revista del corazón», porque acompañamos a una familia de la realeza, en su noviazgo, en su matrimonio, en sus penas (cinco abortos naturales, sin herederos) y alegrías (un matrimonio siempre feliz y unido)… pero ese corazón no es superficial ni frívolo, sino que es un corazón abierto a Dios y al necesitado, ansioso de conocer y servir a Dios.

El libro tiene mucho más de «lectura espiritual». Leyendo las cartas de Balduino, y los comentarios del cardenal Suenens, también nosotros podemos reflexionar sobre nuestro amor a Dios, nuestra relación con nuestra familia, con nuestro trabajo... y, más importante aún, reconocer cómo Dios trabaja en nosotros, en las cosas que nos pasan, las decisiones que tomamos, la docilidad que le mostramos a Él. Es así con un rey y con una reina y es así con cualquier cristiano que reza y piensa.

La evangelizadora que buscaba novia al rey

El inicio del libro es especialmente apasionante. Verónica O’Brien, una irlandesa muy lanzada que quería presentar a Balduino la espiritualidad de la Legión de María, acudió al Palacio y pasaron cinco horas hablando de la fe. Parece que hablaron de cómo Dios y la Virgen podían guiar la vida, y Balduino expresó su deseo de encontrar una buena esposa cristiana.

En una segunda audiencia, él concretó que España le parecía un buen lugar para buscar una esposa y pidió a Verónica rezar por el asunto. A la noche siguiente, Verónica sintió una inspiración de Dios: «ve y ofrécete al Rey para ir a España con el fin de desbrozarle el terreno». Y el rey aceptó la descabellada idea.

Nadie lo sabía, pero Balduino enviaba a Verónica a buscarle novia a España en 1960. La irlandesa fingía hacer una investigación sobre cómo hacer apostolado entre la clase aristocrática y sólo el Nuncio -pesimista y reticente- conocía la verdadera misión.

La certeza y el sueño

Al poco de llegar a España, Verónica conoce a Fabiola y la describe por carta a Balduino: «alta, delgada, buen tipo, rostro ‘good looking and striking’ [buena apariencia e impactante], llena de vida, de inteligencia, de entusiasmo, de rectitud, de claridad. Rostro ovalado, cabello abundante, castaño claro, frente bonita. Boca bien dibujada, bastante grande. Al instante algo me dice en mi interior que es ella. Una parte de mi ser estaba convencida de que me hallaba ante la elegida de la Santísima Virgen, ante aquella que María había preparado desde hacía mucho tiempo».

Suenens aclara: «Para entender esta sorprendente certeza, hay que revelar el extraño sueño que Verónica había tenido la víspera. Había visto, colgado de la pared de una habitación, un cuadro que representaba a una mujer con un niño en brazos y prendas de vestir rojas esparcidas por el cuarto».

Fabiola enseñó su habitación a Verónica y la irlandesa reconoció el mismo cuadro, y en la sala prendas de color rojo vivo sin guardar.

– ¿Cómo es que ha conseguido usted esquivar el matrimonio hasta ahora? – preguntó Verónica a Fabiola, que tiene 32 años, dos más que Balduino.

– Ya ve, nunca me he enamorado. He dejado mi vida en manos de Dios, a Él me he abandonado. Quizás Él me tenga algo preparado, respondió la española.

Fabiola pensó que era una estafa

Unos días después, Verónica vuelve a visitar a Fabiola. Juntas van a ver a las carmelitas del Cerro de los Ángeles, amigas de la española. Y después Verónica le entrega una carta de Balduino, que la quiere conocer. 

Fabiola piensa que es una estafa complicada y trata de cortar toda relación con la irlandesa «a no ser que el Nuncio en persona o por teléfono solicite verme». Efectivamente, el Nuncio, el único en España y Bélgica que conocía la extraña misión, le confirma que no es una estafa.

La historia da para una película o para una teleserie de Netflix… pero debería incluir todos los elementos espirituales, junto con los románticos, que van juntos.

Las cartas nos muestran cómo Balduino veía a Fabiola durante su noviazgo clandestino.

El rey se lo explicó así esos días a Suenens, que entonces era aún obispo auxiliar: «ella me hacía preguntas y yo me daba cuenta de que me estaba haciendo un test, pues la respuesta -que era evidente- casi siempre le interesaba menos que el modo de responder. Ella era muy reflexiva y perspicaz. La amo cada vez más. Lo que más me gusta de ella es su humildad, su confianza en la Santísima Virgen y su transparencia. Gracias por habérmela puesto en el camino. Será para mí un gran estímulo para amar a Dios cada día más».

Así se transmitió la boda en España en 1960 

Eso es sólo el inicio del libro, que incluye 48 páginas de fotografías (de infancia, matrimonio y vida familiar) y casi 60 páginas de cartas y de reflexiones espirituales de diarios del rey que no se habían publicado hasta ahora (añadidas a la biografía que Suenens hizo del rey, que era de 1995).

Así, podemos meditar con los pensamientos de un Balduino ya maduro en la fe:

Sobre la devoción a la Virgen María:

– “No te desanimes nunca. Comienza de nuevo siempre con Ella. Nunca te decepciones por tu debilidad. Con esto, cuando se asume plenamente, el Señor hace grandes cosas”

– “Trata de vivir en cada momento en María y con María. ¡No te desanimes si te sales de tus casillas! Una mirada, y te volverás a sumergir en Ella”.

Sobre la relación con Dios:

– “Ser hijo de Dios, hija de Dios, significa que hay algo verdaderamente divino en mí, en ti, en cada uno. ¡Es una auténtica locura! Si eso es cierto, hay comportamientos que tienen que cambiar en nosotros. Soy hijo de Dios, ya no tengo derecho a no estar alegre, a criticar, a quejarme a no tratar a todos con respeto infinito sabiendo que él también es hijo de Dios, aunque él lo ignore. Mi actitud debería revelárselo”.

El trato con Jesús:

– “No olvides que Jesús no es como nosotros. Su amor es siempre lo primero y su confianza en ti, como su ternura por ti, son infinitas. Durante los largos recorridos en coche háblale, canta para Él, escúchale”.

De izquierda a derecha, el cardenal Suenens (entonces arzobispo), la reina Fabiola y el rey Balduino

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Afrontar las dificultades:

– “Las dificultades que estás experimentando actualmente no son el resultado de “una mala suerte” o de una distracción del Señor. Él lo permite para tu santificación”.

– “El Señor te espera en la cima y, al mismo tiempo, te acompaña en cada paso que das. Siempre está a tu lado, y se alegra cada vez que te levantas”.

– “Los periodos de sequedad y desierto son momentos que no hay que dejar pasar esperando tiempos mejores. De hecho, es la ocasión para mostrar a Dios que Le amamos realmente por Sí mismo y no para recibir a cambio Su alegría y Su paz. Es un acto de fe y amor completamente gratuito”.

El secreto del rey: amar a Dios con locura

El jesuita Francisco Javier Quintana, cercano a la familia de Fabiola, escribe en el prólogo de este libro tan especial: «El secreto de Balduino era su Dios, a quien amaba con locura y de quien se sentía profundamente amado. Bajo la turbulencia de las actividades públicas y políticas manaba una fuente tranquila y oculta, que era su vida en Dios. La oración, la Eucaristía diaria, su amor a la Virgen María eran las fuentes secretas que alimentaban el río de su existencia».

Leyendo este libro, podemos caminar junto a ese río y aprender a alimentarnos más y más de las mismas fuentes.

Encargue aquí en OcioHispano el libro El Rey Balduino: el legado de su vida 

https://www.religionenlibertad.com/cultura/540942031/rey-balduino-legado-historia-amor-romantico-libro-espiritualidad.html?fbclid=IwAR3Bqp0mAUMLjUzcYP22-xt9rI1Z9NfM6YTtqDSTIENRqOi2i0go6rKkIAA