Orgullosamente hecho por humanos

May 12, 2024

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Comprender el mundo y ordenarlo —lo único verdaderamente valioso de nuestra profesión— es una función humana.

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Estos verbos, comprender, seleccionar, relacionar, ordenar, contar, constituyen el core value, por decirlo a lo moderno, del periodismo; lo que no se puede subcontratar. Me pregunto si podría hacerlo una inteligencia artificial

Teo Peñarroja – 11 de Abril de 2024

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Natcha no es la primera, en honor a la verdad. Hace 6 años, Qiu Hao ya fichó por Xinhua, la agencia de noticias oficial china, y hay otros en Bangladés, la India y Pakistán. Estoy hablando de presentadores de telediario generados con inteligencia artificial. El 1 de abril, Natcha fue la primera en Tailandia, para el canal Nation TV.

A riesgo de sonar reaccionario, diré que, como periodista, me preocupa un poco que las máquinas hagan mi trabajo.

Tiendo a pensar que este oficio es un trabajo intelectual que consiste ante todo en ordenar: comprender —en la medida de nuestras pobres capacidades— la deriva del mundo contemporáneo, seleccionar lo fundamental y luego contarlo, estableciendo las correlaciones ineludibles y el orden de prioridades para una determinada audiencia.

Esos verbos (comprender, seleccionar, relacionar, ordenar, contar) constituyen el core value, por decirlo a lo moderno, del periodismo; lo que no se puede subcontratar. Me pregunto si podría hacerlo una IA.

El argumento de la cadena tailandesa para quitar a un humano y poner a un robot tiene que ver con aprovechar mejor el tiempo de los empleados.

Apirawee Pichayadecha, la directora de Nation TV, que planea incorporar pronto un compañero para Natcha, dijo que «los reporteros de IA ayudarán a respaldar el trabajo de nuestro departamento editorial, lo que permitirá que los reporteros humanos tengan más tiempo para recopilar y verificar información».

Desde mi punto de vista se trata de un error, porque los minutos en pantalla del presentador no son tantos, y porque creo que, a la larga, el noticiero perderá capacidad de conectar con su público. Puede que me equivoque.

Yo también pensaba que de ningún modo las máquinas podrían sustituirnos en el terreno artístico, y sin embargo una de las cantantes más famosas de Japón, Miku Hatsune, es poco más que un holograma y un sintetizador. Y en Corea del Sur pegas una patada y te salen tres bandas de k-pop generadas con IA.

Las tecnologías basadas en el machine learning son muy útiles si sabes utilizarlas. Esta semana he ahorrado mucho tiempo gracias a ellas. Por ejemplo, necesitaba identificar todos los lugares que aparecían en un determinado texto y lo que sucedía en ellos. Hacerlo yo mismo me hubiera llevado media hora, pero ChatGPT lo hizo en 15 segundos.

Tenía también seis horas de vídeo que me interesaban de manera superficial. En menos de un minuto, una IA procesó toda esa información y generó un resumen en texto que era suficiente para mi propósito.

También he usado tecnologías similares para ayudarme a analizar los datos de una tabla de Excel que me hubiera costado mucho más tiempo por mi cuenta.

Sin embargo, luego le di a leer unas cuantas de mis columnas. Con más o menos acierto consiguió identificar los elementos de lo que llamó «mi estilo». Luego le pedí que escribiera una nueva columna imitando mi estilo y, ¿adivináis lo que salió? Efectivamente, este texto.

Ja, ja, ja. No. Es broma. Salió un churro mal escrito, aburrido e incapaz de ofrecer algo nuevo. Más bien un Frankenstein con pedazos de este artículo y de aquel otro, pero nada que mereciera la pena leer. Comprender el mundo y ordenarlo —lo único verdaderamente valioso de nuestra profesión— es una función humana.

Cuando Natcha aparece en pantalla un faldón advierte: «Presentadora IA». A ver si me acuerdo de proponerle a la directora de Alfa y Omega que a mis textos les ponga esta etiqueta: «Orgullosamente hecho por humanos».


Mensaje del Papa Francisco para la Jornada de las Comunicaciones Sociales

May 11, 2024

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La sabiduría del corazón es un don del Espíritu que habita en Cristo y es el mismo Cristo, sentido y síntesis de todo lo creado, y que da gusto a la vida.

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA 58 JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

Inteligencia artificial y sabiduría del corazón
para una comunicación plenamente humana

Queridos hermanos y hermanas,

La evolución de los sistemas de la así llamada «inteligencia artificial», sobre la que ya reflexioné en mi reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, también está modificando radicalmente la información y la comunicación y, a través de ellas, algunos de los fundamentos de la convivencia civil. Es un cambio que afecta a todos, no sólo a los profesionales.

La difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación y nos coloca inevitablemente frente a preguntas fundamentales:

¿qué es pues el hombre? ¿cuál es su especificidad y cuál será el futuro de esta especie nuestra llamada homo sapiens, en la era de las inteligencias artificiales? ¿Cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y orientar hacia el bien el cambio cultural en curso?

Comenzando desde el corazón

Ante todo, conviene despejar el terreno de lecturas catastrofistas y de sus efectos paralizantes. Hace un siglo, Romano Guardini, reflexionando sobre la tecnología y el hombre, instaba a no ponerse rígidos ante lo “nuevo” intentando «conservar un mundo de infinita belleza que está a punto de desaparecer».

Sin embargo, al mismo tiempo de manera encarecida advertía proféticamente: «Nuestro puesto está en el porvenir. Todos han de buscar posiciones allí donde corresponde a cada uno […], podremos realizar este objetivo si cooperamos noblemente en esta empresa; y a la vez, permaneciendo, en el fondo de nuestro corazón incorruptible, sensibles al dolor que produce la destrucción y el proceder inhumano que se contiene en este mundo nuevo».

Y concluía: «Es cierto que se trata, de problemas técnicos, científicos y políticos; pero es preciso resolverlos planteándolos desde el punto de vista humano. Es preciso que brote una nueva humanidad de profunda espiritualidad, de una libertad y una vida interior nuevas». [1]

En esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del corazón humano. [2] 

Sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando una sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana.

El corazón, bíblicamente entendido como la sede de la libertad y de las decisiones más importantes de la vida, es símbolo de integridad, de unidad, a la vez que evoca afectos, deseos, sueños, y es sobre todo el lugar interior del encuentro con Dios.

La sabiduría del corazón es, pues, esa virtud que nos permite entrelazar el todo y las partes, las decisiones y sus consecuencias, las capacidades y las fragilidades, el pasado y el futuro, el yo y el nosotros.

Esta sabiduría del corazón se deja encontrar por quien la busca y se deja ver por quien la ama; se anticipa a quien la desea y va en busca de quien es digno de ella (cf. Sab 6,12-16). Está con los que se dejan aconsejar (cf. Prov 13,10), con los que tienen el corazón dócil y escuchan (cf. 1 Re 3,9).

Es un don del Espíritu Santo, que permite ver las cosas con los ojos de Dios, comprender los vínculos, las situaciones, los acontecimientos y descubrir su sentido. Sin esta sabiduría, la existencia se vuelve insípida, porque es precisamente la sabiduría —cuya raíz latina sapere se relaciona con el sabor— la que da gusto a la vida.

Oportunidad y peligro

No podemos esperar esta sabiduría de las máquinas. Aunque el término inteligencia artificial ha suplantado al más correcto utilizado en la literatura científica, machine learning, el uso mismo de la palabra “inteligencia” es engañoso.

Sin duda, las máquinas poseen una capacidad inconmensurablemente mayor que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí, pero corresponde al hombre, y sólo a él, descifrar su significado.

No se trata, pues, de exigir que las máquinas parezcan humanas; sino más bien de despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial, separado de todo vínculo social y ajeno a su creaturalidad.

En efecto, el hombre siempre ha experimentado que no puede bastarse a sí mismo e intenta superar su vulnerabilidad utilizando cualquier medio.

Empezando por los primeros artefactos prehistóricos, utilizados como prolongación de los brazos, pasando por los medios de comunicación empleados como prolongación de la palabra, hemos llegado hoy a las máquinas más sofisticadas que actúan como ayuda del pensamiento.

Sin embargo, cada una de estas realidades puede estar contaminada por la tentación original de llegar a ser como Dios sin Dios (cf. Gn 3), es decir, de querer conquistar por las propias fuerzas lo que, en cambio, debería acogerse como un don de Dios y vivirse en la relación con los demás.

Según la orientación del corazón, todo lo que está en manos del hombre se convierte en una oportunidad o en un peligro. Su propio cuerpo, creado para ser un lugar de comunicación y comunión, puede convertirse en un medio de agresión.

Del mismo modo, toda extensión técnica del hombre puede ser un instrumento de servicio amoroso o de dominación hostil. Los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes. Pueden, por ejemplo, hacer accesible y comprensible una enorme riqueza de conocimientos escritos en épocas pasadas o hacer que las personas se comuniquen en lenguas que no conocen.

Pero al mismo tiempo pueden ser instrumentos de “contaminación cognitiva”, de alteración de la realidad a través de narrativas parcial o totalmente falsas que se creen —y se comparten— como si fueran verdaderas.

Baste pensar en el problema de la desinformación al que nos enfrentamos desde hace años en forma de fake news [3] y que hoy se sirve de deepfakes, es decir, de la creación y difusión de imágenes que parecen perfectamente verosímiles pero que son falsas (también yo he sido objeto de ello), o de mensajes de audio que utilizan la voz de una persona para decir cosas que nunca ha dicho.

La simulación, que está a la base de estos programas, puede ser útil en algunos campos específicos, pero se vuelve perversa cuando distorsiona la relación con los demás y la realidad.

Ya desde la primera ola de la inteligencia artificial, la de los medios sociales, hemos comprendido su ambivalencia, dándonos cuenta tanto de sus potencialidades como de sus riesgos y patologías. El segundo nivel de inteligencia artificial generativa marca un salto cualitativo indiscutible.

Por lo tanto, es importante tener la capacidad de entender, comprender y regular herramientas que en manos equivocadas podrían abrir escenarios adversos. Como todo lo que ha salido de la mente y de las manos del hombre, los algoritmos.

Por ello, es necesario actuar preventivamente, proponiendo modelos de regulación ética para frenar las implicaciones nocivas y discriminatorias, socialmente injustas, de los sistemas de inteligencia artificial y contrarrestar su uso en la reducción del pluralismo, la polarización de la opinión pública o la construcción de un pensamiento único.

Así pues, renuevo mi llamamiento exhortando a «la comunidad de las naciones a trabajar unida para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas». [4]  Sin embargo, como en cualquier ámbito humano, la sola reglamentación no es suficiente.

Crecer en humanidad

Estamos llamados a crecer juntos, en humanidad y como humanidad. El reto que tenemos ante nosotros es dar un salto cualitativo para estar a la altura de una sociedad compleja, multiétnica, pluralista, multirreligiosa y multicultural. Nos corresponde cuestionarnos sobre el desarrollo teórico y el uso práctico de estos nuevos instrumentos de comunicación y conocimiento.

Grandes posibilidades de bien acompañan al riesgo de que todo se transforme en un cálculo abstracto, que reduzca las personas a meros datos, el pensamiento a un esquema, la experiencia a un caso, el bien a un beneficio, y sobre todo que acabemos negando la unicidad de cada persona y de su historia, disolviendo la concreción de la realidad en una serie de estadísticas.

La revolución digital puede hacernos más libres, pero no ciertamente si nos dejamos atrapar por los fenómenos mediáticos hoy conocidos como cámara de eco. En tales casos, en lugar de aumentar el pluralismo de la información, corremos el riesgo de perdernos en un pantano desconocido, al servicio de los intereses del mercado o del poder.

Es inaceptable que el uso de la inteligencia artificial conduzca a un pensamiento anónimo, a un ensamblaje de datos no certificados, a una negligencia colectiva de responsabilidad editorial. La representación de la realidad en macrodatos, por muy funcional que sea para la gestión de las máquinas, implica de hecho una pérdida sustancial de la verdad de las cosas, que dificulta la comunicación interpersonal y amenaza con dañar nuestra propia humanidad.

La información no puede separarse de la relación existencial: implica el cuerpo, el estar en la realidad; exige poner en relación no sólo datos, sino también las experiencias; exige el rostro, la mirada y la compasión más que el intercambio.

Pienso en los reportajes de las guerras y en la “guerra paralela” que se hace mediante campañas de desinformación. Y pienso en cuántos reporteros que resultan heridos o mueren sobre el terreno para permitirnos ver lo que han visto sus ojos. Porque sólo tocando el sufrimiento de niños, mujeres y hombres podemos comprender lo absurdo de las guerras.

El uso de la inteligencia artificial podrá contribuir positivamente en el campo de la comunicación si no anula el papel del periodismo sobre el terreno, sino que, por el contrario, lo respalda; si aumenta la profesionalidad de la comunicación, responsabilizando a cada comunicador; si devuelve a cada ser humano el papel de sujeto, con capacidad crítica, respecto de la misma comunicación.

Interrogantes para el hoy y para el mañana

Así pues, surgen espontáneamente algunas preguntas: ¿cómo proteger la profesionalidad y la dignidad de los trabajadores del ámbito de la comunicación y la información, junto con la de los usuarios de todo el mundo?

¿Cómo garantizar la interoperabilidad de las plataformas? ¿Cómo garantizar que las empresas que desarrollan plataformas digitales asuman la responsabilidad de lo que difunden y de lo cual obtienen beneficios, del mismo modo que los editores de los medios de comunicación tradicionales?

¿Cómo hacer más transparentes los criterios en los que se basan los algoritmos de indexación y desindexación y los motores de búsqueda, capaces de exaltar o cancelar personas y opiniones, historias y culturas?

¿Cómo garantizar la transparencia de los procesos de información? ¿Cómo hacer evidente la autoría de los escritos y rastreables las fuentes, evitando el manto del anonimato?

¿Cómo poner de manifiesto si una imagen o un vídeo retratan un acontecimiento o lo simulan? ¿Cómo evitar que las fuentes se reduzcan a un pensamiento único, elaborado algorítmicamente?

¿Y cómo fomentar, en cambio, un entorno que preserve el pluralismo y represente la complejidad de la realidad?

¿Cómo hacer sostenible esta herramienta potente, costosa y de alto consumo energético? ¿Cómo hacerla accesible también a los países en desarrollo?

A partir de las respuestas a estas y otras preguntas, comprenderemos si la inteligencia artificial acabará construyendo nuevas castas basadas en el dominio de la información, generando nuevas formas de explotación y desigualdad;

o si, por el contrario, traerá más igualdad, promoviendo una información correcta y una mayor conciencia del cambio de época que estamos viviendo, favoreciendo la escucha de las múltiples necesidades de las personas y de los pueblos, en un sistema de información articulado y pluralista.

Por una parte, se cierne el espectro de una nueva esclavitud, por la otra, una conquista de la libertad; por un lado, la posibilidad de que unos pocos condicionen el pensamiento de todos, por otro, la posibilidad de que todos participen en la elaboración del pensamiento.

La respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio si alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría.

Esta sabiduría madura sacando provecho del tiempo y comprendiendo las debilidades. Crece en la alianza entre generaciones, entre quienes tienen memoria del pasado y quienes tienen visión de futuro. Sólo juntos crece la capacidad de discernir, de vigilar, de ver las cosas a partir de su cumplimiento.

Para no perder nuestra humanidad, busquemos la Sabiduría que es anterior a todas las cosas (cf. Si 1,4), la que pasando por los corazones puros hace amigos de Dios y profetas (cf. Sab 7,27). Ella nos ayudará también a orientar los sistemas de inteligencia artificial a una comunicación plenamente humana.

Roma, en San Juan de Letrán, 24 de enero de 2024

FRANCISCO


[1] Cartas del Lago de Como Pamplona 2013, 101-104.

[2] En continuidad con los Mensajes de las anteriores Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales, dedicadas a encontrar a las personas donde están y como son (2021), escuchar con los oídos del corazón (2022) y hablar con el corazón (2023).

[3] “La verdad os hará libres” (Jn 8, 32). Fake news y periodismo de paz. Mensaje de la 52 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2018 .

[4] Mensaje para la Celebración de la 57 Jornada Mundial de la Paz (1 enero 2024), 8.

https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/documents/20240124-messaggio-comunicazioni-sociali.html#:~:text=Mensaje%20del%20Santo%20Padre%20Francisco%20para%20la%2058,sabidur%C3%ADa%20del%20coraz%C3%B3n%3A%20para%20una%20comunicaci%C3%B3n%20plenamente%20humana


¿Seremos capaces de sobrevivir con dignidad en esta sociedad tóxica, omnipresente y amenazante?

May 7, 2024

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Los oyentes entendieron el mal que habían hecho y la salvación que el Señor derramaba sobre ellos, y al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente

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El Papa Francisco habla sobre la compunción personal y solidaria con los pecados de la Iglesia y del mundo entero. (Especialmente para sacerdotes y consagrados. Los textos en cursiva pertenecen a un servidor. Los textos del Papa subrayados con negrita han sido seleccionados y remarcados también por un servidor; el resto pertenece al texto original del Papa Francisco).

Los textos del Papa están tomados de su homilía a los sacerdotes en la misa crismal de Jueves Santo de este año 2024.

Les decía: «Desde hace tiempo siento la necesidad de compartir con ustedes, en este Jueves Santo del Año de la oración, algunos pensamientos sobre un aspecto de la vida espiritual bastante descuidado, pero esencial. Lo propongo con una palabra tal vez pasada de moda, pero que creo que nos haga bien redescubrir: la compunción».

Por tanto, el Papa aprovecha el proclamado Año de la Oración para profundizar en un tema que debería iluminar y alimentar la vida espiritual del cristiano, y particularmente de los sacerdotes y consagrados de nuestro tiempo.

Un tiempo y una nuestra sociedad, esencialmente tóxica, caracterizada por la polarización, la crispación, la incertidumbre amenazante de las guerras, terrorismo, ataques cibernéticos, manipulación de todo tipo, desinformación… Y la retahíla podría continuar de manera interminable…

La exposición del Papa Francisco equivaldría a una actualización del encuentro con Dios en la oración personal y también comunitaria: la compunción del corazón. Sin quitar nada a otro tipo de oración como la intercesión, la alabanza, la adoración… el Papa señala específicamente la compunción personal y solidaria con las necesidades de nuestros hermanos.

La compunción es “una punción en el corazón”, un pinchazo que lo hiere, haciendo brotar lágrimas de arrepentimiento. Quien se quita la máscara y deja que Dios mire su corazón recibe el don de estas lágrimas, que son las aguas más santas después de las del Bautismo.

Tener lágrimas de compunción es arrepentirse seriamente de haber entristecido a Dios con el pecado; es reconocer estar siempre en deuda y no ser nunca acreedores; es admitir haber perdido el camino de la santidad, no habiendo creído en el amor de Aquel que dio su vida por mí.

Quien se compunge de corazón se siente más hermano de todos los pecadores del mundo, sin un atisbo de superioridad o de aspereza de juicio, sino con el deseo de amar y reparar. La compunción es solidaria: se inclina ante el hermano y hace compunción por los demás; en vez de enfadarse o escandalizarse por el mal que cometen los hermanos, llora por sus pecados.

Se realiza entonces una especie de vuelco, donde la tendencia natural a ser indulgentes consigo mismo e inflexibles con los demás se invierte y, por gracia de Dios, uno se vuelve severo consigo mismo y misericordioso con los demás.

Y el Señor busca, especialmente entre los consagrados, a quienes lloren los pecados de la Iglesia y del mundo, haciéndose instrumento de intercesión por todos. Cuántos testigos heroicos en la Iglesia nos indican este camino. Pensemos en algunos sacerdotes, como el cura de Ars, que vivían en penitencia por la salvación de los demás.

A nosotros, sus ministros, el Señor no nos pide juicios despectivos sobre los que no creen, sino amor y lágrimas por los que están alejados. Las situaciones difíciles que vemos y vivimos, la falta de fe, los sufrimientos que tocamos, al entrar en contacto con un corazón compungido, no suscitan la determinación en la polémica, sino la perseverancia en la misericordia.

Cuánto necesitamos liberarnos de resistencias y recriminaciones, de egoísmos y ambiciones, de rigorismos e insatisfacciones, para encomendarnos e interceder ante Dios, encontrando en Él una paz que salva de cualquier tempestad. Adoremos, intercedamos y lloremos por los demás. Permitamos al Señor que realice maravillas. No temamos, Él nos sorprenderá.

Hoy, en una sociedad secularizada, corremos el riesgo de mostrarnos muy activos y al mismo tiempo de sentirnos impotentes, con el resultado de perder el entusiasmo y de caer en la tentación de “tirar los remos en la barca”, de encerrarnos en la queja y de hacer prevalecer la magnitud de los problemas sobre la inmensidad de Dios.

Si esto sucede, nos volvemos amargados y sarcásticos. Siempre hablando mal, encontrando siempre cualquier ocasión para lamentarse. Pero si, por el contrario, la amargura y la compunción, en vez de dirigirse hacia el mundo, se dirigen hacia el propio corazón, el Señor no dejará de visitarnos y de alzarnos de nuevo.

Como nos exhorta la Imitación de Cristo: “No te ocupes en cosas ajenas, ni te entremetas en las causas de los mayores. Mira siempre primero por ti, y amonéstate a ti mismo más que a todos cuantos quieres bien. Si no eres favorecido de los hombres, no te entristezcas por eso, sino aflígete de que no te portas con el cuidado y circunspección que convienen”.

Por último, quisiera señalar un aspecto esencial: la compunción no es el fruto de nuestro trabajo, sino que es una gracia y como tal ha de pedirse en la oración. El arrepentimiento es don de Dios, es fruto de la acción del Espíritu Santo. Para facilitar su crecimiento, comparto con ustedes dos pequeños consejos.

El primero es el de no mirar la vida y la llamada en una perspectiva de eficacia y de inmediatez, ligada sólo al hoy y a sus urgencias y expectativas, sino en el conjunto del pasado y del futuro. Del pasado, recordando la fidelidad de Dios, haciendo memoria de su perdón, anclándonos en su amor; y del futuro, pensando en el destino eterno al que estamos llamados (todos sin excepción), en el fin último de nuestra existencia.

Ampliar los horizontes ayuda a dilatar el corazón, estimula a entrar en uno mismo con el Señor y a experimentar la compunción.

Un segundo consejo, consecuencia de esto: es redescubrir la necesidad de dedicarnos a una oración que no sea de compromiso y funcional, sino gratuita, serena y prolongada. Hermano, ¿cómo es tu oración? Volvamos a la adoración. ¿Te has olvidado de orar? Volvamos a la oración del corazón. Repitamos: Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador.

Sintamos la grandeza de Dios en nuestra bajeza de pecadores, para mirarnos dentro y dejarnos atravesar por su mirada. Redescubriremos la sabiduría de la Santa Madre Iglesia, que nos introduce en la oración con la invocación del pobre que grita: Dios mío, ven en mi auxilio. Por tanto, si el corazón se rompe podrá ser vendado y después curado por Jesús.

Amables lectores, espero que estas consideraciones, expuestas por el Papa Francisco en este Año de Oración, les hayan iluminado su experiencia de Dios y les hayan ayudado a valorar lo esencial de la vida y así todos podamos «sobrevivir» cada día, gracias al favor divino, con dignidad, sentido de la vida y felicidad.

(Tomado de la homilía del Papa Francisco en la misa crismal de Jueves Santo 2024).


Algunas mujeres pierden su útero en el proceso

May 6, 2024

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Olivia Maurel durante la entrevista: siempre supo que algo no encajaba. Foto: VIC.

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La prohibición en el territorio de los vientres de alquiler, como ya han hecho algunos países, no es suficiente. La Declaración de Casablanca, cuya portavoz se reunió la semana pasada con el Papa, busca su abolición

Victoria Isabel Cardiel C. 11 de Abril de 2024

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Nunca había visto una foto de su madre embarazada y el silencio familiar en torno a sus orígenes era cada vez más asfixiante. Olivia Maurel siempre supo que algo no encajaba.

Creció en Francia entre algodones y en un entorno extremadamente protegido. Pero ese palacio de cristal era solo aparente: las crisis de ansiedad eran cada vez más frecuentes; le costaba trabajo confiar en la gente y, en la adolescencia, empezó a beber y a fumar marihuana, tuvo depresión e intentó suicidarse.

Para sanar tuvo que hurgar en su pasado a través de una prueba de ADN. Un trance doloroso que reveló que nada más nacer fue arrancada de los brazos de su madre biológica para ser vendida a sus padres como si fuera un mero producto de fábrica.

«No los culpo. Usaron un sistema que abusó de una mujer que necesitaba pagar sus facturas». Su obstinación por saber de dónde venía le llevó hasta su progenitora: «Se aprovecharon de ella; era vulnerable, sufría depresión. Estaba destrozada y endeudada».

Este descubrimiento fue el punto de inflexión que puso su vida rumbo a la abolición de la gestación subrogada, un negocio boyante que en 2022 recabó unos beneficios de 12.780 millones de euros, según datos recogidos por la consultora Global Market Insights.

En junio de 2023 Maurel contó su terrible experiencia en TikTok y su testimonio se hizo viral. La iniciativa Declaración de Casablanca, lanzada unos meses antes, en la ciudad marroquí que le da el nombre, la hizo su portavoz.

Desde entonces, lidera la campaña para erradicar mundialmente esta práctica. «Es un negocio como lo era la esclavitud. Genera tráfico humano y para frenarlo necesitamos una respuesta internacional», describe esta influencer, que también contó su historia ante los Parlamentos de la República Checa y Croacia y que la semana pasada estuvo junto a su marido en el Vaticano.

Se presentó ante el Papa como «atea y feminista», pero encontró en Francisco un regazo en el que mecer sus heridas y un apoyo incondicional a su causa.

«En tres ocasiones afirmó que la gestación subrogada es un negocio global. Fue increíble oírle decir esto», señala. En ningún momento el Pontífice —que dio su primer espaldarazo a la prohibición universal de la gestación subrogada en el tradicional discurso ante los diplomáticos a principios de año— usó la religión para descalificar esta realidad que convierte el deseo de ser padres en una industria muy rentable:

«Constató un hecho científico: la simbiosis que se produce en el embarazo entre madre e hijo, que hace que las células pluripotenciales de la sangre del feto y la placenta pasen a la circulación del bebé y también a la de la madre», incide.

Este fenómeno, llamado microquimerismo fetal, es otro argumento clave en el debate sobre este negocio, que transforma el don de la maternidad en un catálogo de opciones.

La industria de los vientres de alquiler está sustentada por una poderosa red de médicos, abogados, agencias, asesores y clínicas privadas que opera en varios países y se dedica a conectar el deseo de ser padres de cientos de parejas y también de personas solas con la vulnerabilidad de mujeres, casi todas pobres, que encuentran en esta vía un desahogo económico.

«No existe el derecho a tener hijos. Es un concepto inventado», zanja Maurel, que ha sido víctima de ataques en internet por enfrentarse a este gigante sin escrúpulos. «En los contratos de maternidad subrogada lo único que cuenta es el dinero del cliente. No hay forma ética de contratar un útero. Por mucho que lo tilden de altruista, no es posible evitar la mercantilización».

El negocio creado en torno a la  desesperación de unos y de otros trabaja en una geografía cambiante, atravesando, según le conviene, legislaciones y burocracias dispares. La única regla que respeta este mercado es la de obtener el máximo beneficio.

La mayor parte de las mujeres que donan su cuerpo para este tipo de programas van a ciegas y están completamente desamparadas: «Muchas viven situaciones de violencia obstétrica o tienen que pasar por tratamientos hormonales. Algunas incluso pierden su útero en el proceso, pero el contrato blinda su silencio».

Amparo legal

Son pocos los países del mundo que han regulado de forma explícita la gestación subrogada, lo que en la práctica se traduce en un gran amparo legal. En Noruega, la ley prohíbe las técnicas de reproducción asistida que incluyen la donación de embriones y no reconoce los acuerdos por los que una mujer da a luz a un bebé para otra persona.

Francia, Alemania, Croacia o Egipto son otros ejemplos de países que la han prohibido explícitamente. Sin embargo, que un país no permita en su territorio los vientres de alquiler no quiere decir que sus ciudadanos no puedan acceder a este tipo de servicios.

En España, sin ir más lejos, el Estado acaba registrando a los niños que nacen mediante esta técnica, pese a estar prohibida.

Italia es pionera en catalogar esta práctica como un delito universal. El proyecto de ley, que sanciona con cárcel y con multas elevadas a quienes recurran a ella, aunque sea en el extranjero, espera ser aprobado en el Senado antes de diciembre.

Por ello, no es casual que la Declaración de Casablanca haya elegido Roma para reunir a expertos —como Reem Alsalem, relatora de la ONU que trabaja para erradicar la violencia contra mujeres y niñas; la miembro del Comité de los Derechos del Niño de la ONU Velina Todorova o la activista sueca Kajsa Ekis Ekman— para promover la abolición universal de la maternidad subrogada.

«Queremos dar a conocer el modelo italiano en todo el mundo. Con esta técnica de fabricación de hijos para otros estamos ante una nueva forma de trata de seres humanos, aunque algunos cínicos quieran revestirla de bellos sentimientos», asegura Aude Mirkovic, de la dirección jurídica de este organismo.

Oponerse a esta práctica no es una «cuestión ideológica». «Va más allá de ser de derechas o de izquierdas, porque lo que está en juego es la visión antropológica que tenemos del ser humano», concluye.

Reacciones:

  • «Son niños de segunda clase que pierden todos sus derechos, incluso antes de nacer». Velina Todorova Derechos del Niño, ONU
  • «La gestación subrogada es la única forma de que un hombre soltero obtenga la custodia exclusiva de un recién nacido”. Kajsa Ekis Ekman. Activista sueca
  • «He recibido varias denuncias sobre el abuso y la explotación de mujeres mediante gestación subrogada». Reem Alsalem. Violencia contra las mujeres, ONU
  • Y los obispos: «Nos congratulamos con el fuerte llamamiento que ha hecho el Santo Padre pidiendo a la comunidad internacional que se comprometa a prohibir universalmente la práctica de la maternidad subrogada y nos unimos a esta petición». Esta es una de las demandas que plantean los obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española en su mensaje con motivo de la Jornada por la Vida que la Iglesia celebró el pasado 8 de abril.

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San José Obrero: La actividad humana en el mundo

May 1, 2024

Fiesta de San José Obrero, 1 de mayo 2024

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Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres

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De la Constitución pastoral Gáudium el spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo (Núms. 33-34).

LA ACTIVIDAD HUMANA EN EL MUNDO

El hombre, con su trabajo e ingenio, siempre se ha esforzado por desarrollar más y más su vida; pero hoy, gracias a la ciencia y la técnica, ha dilatado su dominio casi a la universalidad de la naturaleza, y lo acrecienta de día en día.

Y, con la ayuda principalmente de los múltiples intercambios entre las naciones, la familia humana poco a poco ha llegado a reconocerse y constituirse como una sola comunidad mundial. Con lo cual se consigue que muchos de los bienes que en otro tiempo el hombre esperaba principalmente de las fuerzas superiores hoy se los procure ya por su propio trabajo.

Frente a un esfuerzo tan colosal, que ya envuelve a todo el género humano, se plantean ante los hombres múltiples interrogantes: ¿cuál es el sentido y valor de tanta laboriosidad?, ¿qué uso se ha de hacer de estas riquezas?, ¿a qué fin tiende el esfuerzo de individuos y sociedades?

La Iglesia, que guarda el depósito de la palabra de Dios, de la que se deducen los principios del orden religioso y moral, sin que por ello posea siempre la inmediata respuesta a cada una de las preguntas, desea unir la luz de la revelación al saber de todos los hombres, para iluminar el camino recientemente emprendido por la humanidad.

Una cosa hay cierta para los creyentes: que la actividad humana, individual y colectiva, es decir, el conjunto inmenso de los esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para mejorar su condición de vida, considerado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios.

El hombre, creado a imagen de Dios, recibió el mandato de someter la tierra y cuanto en ella se contiene, gobernar el mundo en la justicia y santidad y, reconociendo a Dios como creador de todo, orientar hacia él la propia persona y todo el universo: de este modo, sometiendo a sí todas las cosas, hacer admirable el nombre de Dios en el universo.

Este destino vale también para los quehaceres más ordinarios. Hombres y mujeres, que mientras se ganan con el trabajo el sustento para sí y para la familia organizan su trabajo de modo que resulte provechoso para la sociedad, tienen derecho a pensar que con ese mismo trabajo complementan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia.

Los cristianos, por consiguiente, lejos de pensar que las obras que consigue realizar el hombre con su talento y su capacidad se oponen al poder de Dios y que la creatura racional es como émula del Creador, cultivan más bien la persuasión de que las victorias del género humano son un signo de las grandezas de Dios y un fruto de su inefable designio.

Por eso, cuanto más crece el poder del hombre, más aumenta su propia responsabilidad, singular o colectiva. De donde es evidente que el mensaje cristiano no aparta al hombre de la construcción del mundo, ni lo impulsa a descuidar el interés por sus semejantes; más bien lo obliga a sentir esta colaboración como un verdadero deber.

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Lectura primera de la fiesta: las dos opciones.

1. Génesis 1: 26–2:3

Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las serpientes que serpean por la tierra.

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»

Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda serpiente de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.

Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto. Se concluyeron, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato, y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.

Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.

2. Colosenses 3: 14-15, 17, 23-24

Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos.

Y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre. Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa. El Amo a quien servís es Cristo.


Así marcó Juan Pablo II el milenio

abril 30, 2024

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El Papa Juan Pablo II saluda a los jóvenes en la JMJ de Toronto, julio de 2002

POR Marcin Kazmierczak – Decano de la Facultad de Comunicación, Educación y Humanidades de la Universitat Abat Oliba CEU

25 de Abril de 2024

«Tú llevarás a la Iglesia al tercer milenio». Estas son las palabras que, recién elegido Papa, Karol Wojtyla recibió de su viejo amigo y mentor, el cardenal Stefan Wyszynski, arzobispo de Varsovia y primado de Polonia.

Palabras que resultaron proféticas, aunque nada parecía augurarlo cuando, el día 13 de mayo de 1981, Ali Agca (a todas luces contratado por la KGB) le disparaba hiriéndolo de gravedad. Se debatió entre la vida y la muerte y, aunque salió victorioso de esta prueba, le dejó secuelas en la salud para el resto de su vida.

Estas, sin embargo, no impidieron que llevara a cabo uno de los pontificados más largos (27 años) y más fructíferos de la historia de la Iglesia. Este sábado se cumple una década de su canonización, que tuvo lugar nueve años después de su muerte.

En la juventud le tocó vivir el trauma de su Polonia natal, sometida en primer lugar a la ocupación nazi, que en cinco años causó la pérdida de un 20 % de la población. En segundo lugar, al ser expulsados los nazis, se instaló el régimen comunista de corte soviético, que también tuvo un carácter totalitario y, entre sus objetivos, consta la persecución de los intelectuales y de la Iglesia.

De este modo, Karol, desde sus años de seminarista clandestino (los nazis cierran las universidades y los seminarios) y luego como sacerdote y obispo vivió enfrentado continuamente a los ocupantes, quienes pusieron todo tipo de dificultades y obstáculos para impedir una libre práctica de fe, además de las demás libertades básicas.

Todo tenía que estar controlado por el Estado y sometido a la ideología totalitaria de este. En estas circunstancias, Wojtyla adquirió una especial sensibilidad respecto a la importancia de defender la dignidad inalienable y la libertad de cada persona.

De ahí su escepticismo frente a los dirigentes soviéticos hasta que llegó Gorbachov, con quien estableció una relación de cierta proximidad; así como su denuncia de las dictaduras posteriores, tanto de izquierdas como de derechas, en países tales como Nicaragua, Filipinas o Chile, y de las ideologías consumista, hedonista, relativista, etc., que, aunque no aprisionan el cuerpo, sí llevan al individuo a la esclavitud interior.

En este sentido, en sus llamadas encíclicas sociales, fue fiel a los principios de la doctrina social de la Iglesia, ya trazados por León XIII a finales del siglo XIX y consistentes en un rechazo vehemente tanto del liberalismo individualista y egoísta como del colectivismo marxista.

Mensajero de la misericordia

Al principio de su pontificado el mismo Juan Pablo II anunció que una de las misiones principales que Dios le encargó para el mismo era la de proclamar la misericordia de Dios. Por eso fue conocido por muchos (incluido el Papa Francisco) como el mensajero de la misericordia.

Sin duda, el hecho de haber sido testigo de cerca del poder del mal, así como que justamente en su ciudad de Cracovia estuviera enterrada sor Faustina Kowalska (1905-1938), la autora del diario espiritual sobre las revelaciones de Jesucristo acerca de la Divina Misericordia, influyeron en su interés por este mensaje.

El eje central del mismo es la insistencia de Cristo en que el poder de su misericordia, expresada mediante el sacrificio en la cruz, es más grande que el abismo de la maldad, aunque esta parezca abrumadora, especialmente a la luz de los traumas colectivos del siglo XX.

La urgencia de transmitir este mensaje de viva voz a toda la humanidad, tal y como reclama Jesucristo en el Diario de santa Faustina Kowalska, fue uno de los grandes impulsos que convirtieron a Juan Pablo II en un Papa viajero, que visitó 129 países, recorriendo 1,2 millones de kilómetros (tres veces la distancia a la luna).

De este modo fue, en palabras de su biógrafo George Wiegel, la persona que en el momento de su muerte había alcanzado «la mayor visibilidad en la historia».

En este breve repaso del legado de Juan Pablo II conviene enumerar al menos algunas de sus otras facetas relevantes. Por ejemplo, la de haber sido un Papa de los jóvenes, al arrancar la iniciativa de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Fue, asimismo, un Pontífice literato, que publicó poemas y obras de teatro, en gran medida inspirados en los místicos españoles.

Como Papa comunicador, reformó el gabinete de prensa del Vaticano y se acercó como ningún Santo Padre anterior a los periodistas.

Fue, además, el Papa de la familia y del matrimonio, realidades a las que dedicó numerosos escritos que promueven una comprensión más profunda y la admiración por ellas.

Sin duda, podríamos añadir muchas facetas más, pero quizás quedémonos con la última, de gran actualidad: la del Papa que dignificó la enfermedad y el sufrimiento. Esta se hizo visible especialmente en los últimos años de su vida, cuando llevó sus achaques con dignidad y valentía dando ejemplo y transmitiendo ánimo a los enfermos y a todos los que sufren.

Al ver cómo convertía su sufrimiento en oración, ofreciendo por ejemplo sus enfermedades por las familias, aprendíamos el verdadero valor del dolor y el potencial transformador de la oración y del sufrimiento.


San Isidoro de Sevilla: una vida en busca de Dios

abril 26, 2024

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El concilio de Toledo del año 653 lo definió así: «Ilustre maestro de nuestra época y gloria de la Iglesia católica».

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Por SS Benedicto XVISan Isidoro de Sevilla: una vida en busca de Dios

El miércoles 18 de junio de 2008 el Papa Benedicto pronunció ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para la audiencia general este maravilloso documento sobre uno de los santos más importantes de la Edad Media, san Isidoro de Sevilla, un gran compilador del saber antiguo y considerado como el último de los Santos Padres.

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy voy a hablar de san Isidoro de Sevilla. Era hermano menor de san Leandro, obispo de Sevilla, y gran amigo del Papa san Gregorio Magno. Este detalle es importante, pues permite tener presente un dato cultural y espiritual indispensable para comprender la personalidad de san Isidoro.

En efecto, san Isidoro debe mucho a san Leandro, persona muy exigente, estudiosa y austera, que había creado en torno a su hermano menor un contexto familiar caracterizado por las exigencias ascéticas propias de un monje y por el ritmo de trabajo que requiere una seria entrega al estudio.

Además, san Leandro se había encargado de disponer lo necesario para afrontar la situación político-social del momento: en aquellas décadas los visigodos, bárbaros y arrianos, habían invadido la península ibérica y se habían adueñado de los territorios que pertenecían al Imperio romano. Era necesario conquistarlos para la romanidad y para el catolicismo.

La casa de san Leandro y san Isidoro contaba con una biblioteca muy rica en obras clásicas, paganas y cristianas. Por eso, san Isidoro, que se sentía atraído tanto a unas como a otras, fue educado a practicar, bajo la responsabilidad de su hermano mayor, una disciplina férrea para dedicarse a su estudio, con discreción y discernimiento.

Así pues, en el obispado de Sevilla se vivía en un clima sereno y abierto. Lo podemos deducir por los intereses culturales y espirituales de san Isidoro, como se manifiestan en sus obras, que abarcan un conocimiento enciclopédico de la cultura clásica pagana y un conocimiento profundo de la cultura cristiana.

De este modo se explica el eclecticismo que caracteriza la producción literaria de san Isidoro, el cual pasa con suma facilidad de Marcial a san Agustín, de Cicerón a san Gregorio Magno.

El joven Isidoro, que en el año 599 se convirtió en sucesor de su hermano Leandro en la cátedra episcopal de Sevilla, tuvo que afrontar una lucha interior muy dura. Tal vez precisamente por esa lucha constante consigo mismo da la impresión de un exceso de voluntarismo, que se percibe leyendo las obras de este gran autor, considerado el último de los Padres cristianos de la antigüedad.

Pocos años después de su muerte, que tuvo lugar en el año 636, el concilio de Toledo, del año 653, lo definió: «Ilustre maestro de nuestra época y gloria de la Iglesia católica ».

San Isidoro fue, sin duda, un hombre de contraposiciones dialécticas acentuadas. En su vida personal, experimentó también un conflicto interior permanente, muy parecido al que ya habían vivido san Gregorio Magno y san Agustín, entre el deseo de soledad, para dedicarse únicamente a la meditación de la palabra de Dios, y las exigencias de la caridad hacia los hermanos de cuya salvación se sentía responsable como obispo.

Por ejemplo, a propósito de los responsables de la Iglesia escribe: «El responsable de una Iglesia (vir ecclesiasticus), por una parte, debe dejarse crucificar al mundo con la mortificación de la carne; y, por otra, debe aceptar la decisión del orden eclesiástico, cuando procede de la voluntad de Dios, de dedicarse al gobierno con humildad, aunque no quisiera hacerlo» (Sententiarum liber III, 33, 1: PL 83, col. 705 B).

Un párrafo después, añade: «Los hombres de Dios (sancti viri) no desean dedicarse a las cosas seculares y gimen cuando, por un misterioso designio divino, se les encargan ciertas responsabilidades. (…) Hacen todo lo posible para evitarlas, pero aceptan lo que no quisieran y hacen lo que habrían querido evitar. Entran en lo más secreto del corazón y allí tratan de comprender lo que les pide la misteriosa voluntad de Dios. Y cuando se dan cuenta de que tienen que someterse a los designios de Dios, inclinan el cuello del corazón bajo el yugo de la decisión divina» (Sententiarum liber III, 33, 3: PL 83, col. 705-706).

Para comprender mejor a san Isidoro es necesario recordar, ante todo, la complejidad de las situaciones políticas de su tiempo, a las que me referí antes: durante los años de su niñez experimentó la amargura del destierro.

A pesar de ello, estaba lleno de entusiasmo apostólico: sentía un gran deseo de contribuir a la formación de un pueblo que encontraba por fin su unidad, tanto en el ámbito político como religioso, con la conversión providencial de Hermenegildo, el heredero al trono visigodo, del arrianismo a la fe católica.

Sin embargo, no se ha de subestimar la enorme dificultad que supone afrontar de modo adecuado problemas tan graves como los de las relaciones con los herejes y con los judíos. Se trata de una serie de problemas que también hoy son muy concretos, sobre todo si se piensa en lo que sucede en algunas regiones donde parecen replantearse situaciones muy parecidas a las de la península ibérica del siglo VI.

La riqueza de los conocimientos culturales de que disponía san Isidoro le permitía confrontar continuamente la novedad cristiana con la herencia clásica grecorromana. Sin embargo, más que el don precioso de la síntesis, parecía tener el de la collatio, es decir, la recopilación, que se manifestaba en una extraordinaria erudición personal, no siempre tan ordenada como se hubiera podido desear.

En todo caso, es admirable su preocupación por no descuidar nada de lo que la experiencia humana había producido en la historia de su patria y del mundo entero. San Isidoro no hubiera querido perder nada de lo que el hombre había adquirido en las épocas antiguas, ya fueran paganas, judías o cristianas.

Por tanto, no debe sorprender que, al perseguir este objetivo, no lograra transmitir adecuadamente, como hubiera querido, los conocimientos que poseía, a través de las aguas purificadoras de la fe cristiana. Sin embargo, de hecho, según las intenciones de san Isidoro, las propuestas que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, sostenida por él con firmeza.

En la discusión de los diversos problemas teológicos percibe su complejidad y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Esto ha permitido a los creyentes, a lo largo de los siglos hasta nuestros días, servirse con gratitud de sus definiciones.

Un ejemplo significativo en este campo es la enseñanza de san Isidoro sobre las relaciones entre vida activa y vida contemplativa. Escribe: «Quienes tratan de lograr el descanso de la contemplación deben entrenarse antes en el estadio de la vida activa; así, liberados de los residuos del pecado, serán capaces de presentar el corazón puro que permite ver a Dios» (Differentiarum Lib. II, 34, 133: PL 83, col 91 A).

Su realismo de auténtico pastor lo convenció del peligro que corren los fieles de limitarse a ser hombres de una sola dimensión. Por eso, añade: «El camino intermedio, compuesto por ambas formas de vida, resulta normalmente el más útil para resolver esas tensiones, que con frecuencia se agudizan si se elige un solo tipo de vida; en cambio, se suavizan mejor alternando las dos formas» (o.c., 134: ib., col 91 B).

San Isidoro busca en el ejemplo de Cristo la confirmación definitiva de una correcta orientación de vida y dice: «El Salvador, Jesús, nos dio ejemplo de vida activa cuando, durante el día, se dedicaba a hacer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración» (o.c. 134: ib.). 

A la luz de este ejemplo del divino Maestro, san Isidoro concluye con esta enseñanza moral: «Por eso, el siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación sin renunciar a la vida activa. No sería correcto obrar de otra manera, pues del mismo modo que se debe amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Por tanto, es imposible vivir sin la presencia de ambas formas de vida, y tampoco es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra» (o.c., 135: ib., col 91 C).

Creo que esta es la síntesis de una vida que busca la contemplación de Dios, el diálogo con Dios en la oración y en la lectura de la Sagrada Escritura, así como la acción al servicio de la comunidad humana y del prójimo.

Esta síntesis es la lección que el gran obispo de Sevilla nos deja a los cristianos de hoy, llamados a dar testimonio de Cristo al inicio de un nuevo milenio.


San Agustín, maestro de la conversión

abril 24, 2024

24 de abril del 387: San Ambrosio bautiza a San Agustín en Milán, en presencia de Santa Mónica, a cuya tenacidad debemos la conversión de su hijo.

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Hermanos: Den del pan terreno y llamen a las puertas del Pan celeste.

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SAN AGUSTÍN EN VIVO, para la Cuaresma

El ciclo litúrgico de los misterios del Señor significa para la Iglesia una consagración y santificación del tiempo, totalmente opuesto a los ciclos cósmicos de la filosofía antigua. Contra el perpetuo rodar de los siglos sin esperanza, la Iglesia introdujo la Pascua, cuyo hecho central es la resurrección del Señor, y en esperanza la resurrección de todos los hombres.

Tal ha sido la máxima revolución de la historia, que ya ordena y encabeza los tiempos en Cristo dándoles un contenido espiritual que nunca tuvieron los paganos, ni tiene el tiempo entre los musulmanes o entre los hindúes.

Nuestro tiempo está lleno de Cristo, y por eso lo llamamos cristiano. Situándose, pues, San Agustín en medio de este acontecimiento cósmico, divide o acoge la división del tiempo en dos secciones: antes y después de Pascua.

El primero es de tentación, lucha y tristeza; el segundo, de triunfo y de gozo. “Este tiempo de miseria y gemido nuestro significa la cuaresma antes de la Pascua, y los cincuenta días posteriores dedicados a la alabanza divina representan el tiempo de alegría, del reposo en la felicidad, de la vida eterna, del reino sin fin que todavía no ha llegado.

Hay, pues, dos tiempos; uno, antes de la resurrección del Señor; otro, después de la misma; uno, en el que estamos ahora; otro, en el que esperamos estar. El tiempo cuaresmal, que es nuestro tiempo actual, es de tristeza. El aleluya pascual significa el tiempo de gozo, del descanso y del reino que poseeremos. Son frecuentes en la Iglesia las alabanzas de Dios -el canto del aleluya- para significar la vida de alabanzas incesantes del reino futuro.

La pasión del Señor significa nuestro tiempo, en que estamos. Los azotes, las ataduras, injurias, salivazos, corona de espinas, el vino con hiel, el vinagre en la esponja, los insultos, los oprobios y, finalmente, la cruz con el cuerpo pendiente en ella, ¿qué significan sino el tiempo en que vivimos, que es de tristeza, mortalidad, tentación?

Por eso es un tiempo feo… Tiempo feo; pero, si lo usamos bien, tiempo fiel. ¿Qué cosa más fea que un campo estercolado? Más hermoso estaba antes de recibir el estiércol; mas fue abonado para que diese fruto. La fealdad, pues, de este tiempo es un signo; ella sea para nosotros tiempo de fertilidad” (Sermón 254,5).

Aunque todo el tiempo cristiano, mientras vivimos en este mundo, tiene un rasgo cuaresmal en el sentido mencionado, la cuaresma cristiana comprende un espacio limitado de días para prepararse a la fiesta de la Pascua.

Este tiempo se celebraba muy solemnemente en la época del Obispo de Hipona: “Ya llega el tiempo solemne que debo recomendarles para que reflexionen más seriamente sobre su alma y sobre la penitencia corporal. Porque éstos son los cuarenta días sacratísimos en todo el orbe de la tierra en que, al acercarse la Pascua, todo el mundo, que Dios reconcilia consigo en Cristo, celebra con loable devoción” (Sermón 209, 1).

Este exordio solemne de un sermón cuaresmal indica bien la seriedad con que la Iglesia promovía la reconciliación de los cristianos con Dios. Pensamiento central de la cuaresma era el misterio de la redención humana obrada por Cristo, y que debía ser actuada por los cristianos con una cooperación espiritual y corporal.

En la raíz misma de la espiritualidad cuaresmal pone el Santo la humildad: “Porque este tiempo de humildad significado por estos días es la misma vida de este mundo en que Cristo, nuestro Señor, que murió una vez por nosotros, en cierto modo vuelve a padecer todos los años con el retorno de esta solemnidad. Pues lo que se realizó una vez en el tiempo para que fuese renovada nuestra vida, se celebra todos los años para traerlo a nuestra memoria.

Si, pues, durante todo el tiempo de nuestra peregrinación, viviendo en medio de tentaciones, debemos ser humildes de corazón, ¡cuánto más en estos días, en que no sólo se vive, sino que también se simboliza en la celebración este tiempo de nuestra humillación!

Humildes nos enseñó a ser la humildad de Cristo, pues se entregó a la muerte por los impíos; grandes nos hace la grandeza de Cristo, porque, resucitando, se adelantó a nuestra piedad” (Sermón 206, 1).

El cristiano, pues, ha de participar de la pasión y resurrección de Cristo. Por la humildad de la pasión, a la gloria de la resurrección: he aquí el itinerario espiritual de la cuaresma cristiana. Por eso la cruz se alza en medio de este tiempo, no sólo como signo de redención, sino también como bandera de la milicia cristiana: “Y en esta cruz, durante toda esta vida que se lleva en medio de tentaciones, debe estar siempre clavado el cristiano” (Sermón 205, 1).

¿Cuál es el programa espiritual de este tiempo? El de una más copiosa alimentación espiritual por la meditación de la palabra de Dios, o digamos de las verdades eternas; y el de la crucifixión o mortificación corporal, significada, sobre todo, por el ayuno.

Tres tipos de penitencia cuaresmal nos ofrece la Escritura en otros tres personajes de la historia de la salvación: Moisés, Elías y Cristo. Ellos nos enseñan que “no hemos de conformarnos y apegarnos a este mundo, sino crucificar al hombre viejo, no andando en comilonas y embriagueces, en los placeres carnales e impurezas, ni en discordias o envidias, sino que debemos revestirnos de Jesucristo, sin preocuparnos de las pasiones del cuerpo (Rom. 13,13-14).

Vive así siempre, ¡oh cristiano! Si no quieres sumergirte en el fango de la tierra, no desciendas de esta cruz. Y así se debe vivir, sobre todo en este tiempo cuaresmal, en espera de la vida nueva” (Sermón 205, 1).

La cuaresma tiene una significación total para la vida cristiana: la de renuncia a los deseos desordenados del mundo. Es la misma exigencia bautismal con su abnegación de las vanidades mundanas: “Se nos recomienda en nuestra conducta, mientras vivimos en este mundo, abstenernos de las codicias del siglo; esto indica el ayuno de este tiempo conocido de todos con el nombre de cuaresma” (Sermón 270, 3).

La ocupación de este tiempo se resume en la meditación de la palabra de Dios, en la penitencia corporal -significada particularmente por el ayuno- y en las obras de misericordia. La Iglesia recomienda más oración para este tiempo: “Durante estos días dedíquense a más frecuentes y fervorosas oraciones” (Sermón 205, 2). El fin es conseguir humildad y contrición de los pecados, o lo que llama el Santo “afanarse gimiendo” (in gemitu laborare).

El gemido de la oración reconoce dos causas: el sentimiento de los pecados y la ausencia de la patria durante la peregrinación. Reflexionar sobre la miseria del pecado y de la ausencia de Dios y de los grandes bienes que esperamos en la vida futura da a la cuaresma su sello de austeridad.

Por eso la memoria de la pasión de Cristo impregna todo este programa, porque el aniversario de los trabajos de Cristo en la pasión nos recuerda la condición temporal de la existencia cristiana, sujeta a tantas tentaciones, y nos confirma en la esperanza del perdón.

San Agustín da también una gran importancia al ejercicio de las obras de misericordia, y dedica un sermón cuaresmal al perdón de las ofensas. El hombre que odia es una cárcel tenebrosa para sí mismo; su corazón es su cárcel. Con este motivo comenta las palabras de san Juan: El que no ama a su hermano está en las tinieblas todavía (Jn 3, 15).

Este ejercicio es necesario para los cristianos durante su vida, pero en la cuaresma es cuando debe purificarse el corazón, y Agustín no se cansa de repetir que es uno de los ejercicios cuaresmales que más deben tenerse en cuenta:

“Atención todos, hombres y mujeres, pequeños y grandes, laicos y clérigos; y yo también me dirijo a mí mismo. Oigamos todos, temamos todos. Si hemos faltado contra los hermanos, hagamos lo que manda el Padre, que también será nuestro juez; pidamos perdón a todos, a los que tal vez hemos ofendido y dañado con nuestras faltas” (Sermón 211, 5).

El ejercicio del perdón mutuo era muy necesario en la diócesis de Hipona, porque los africanos eran vengativos. Ya se sabe también que el ayuno corporal era práctica universal de la Iglesia, con privación de cosas lícitas e ilícitas: “Castiguemos nuestro cuerpo y reduzcámoslo a servidumbre; y, a fin de que las pasiones insumisas no nos arrastren a cosas ilícitas, para dominarlas privémonos también de cosas lícitas” (Sermón 207, 2).

Pero lo que se le niega al cuerpo debe distribuirse a los necesitados, porque el ayuno no aprovecha al que lo guarda sin practicar la misericordia. Constantemente une el Santo las tres cosas -ayunos, oraciones y limosnas-, como medio de prepararse para la Pascua: “Hay que dar limosna, ayunar y orar para vencer las tentaciones del mundo, las insidias del diablo, los trabajos de la vida, las sugestiones de la carne, las turbulencias temporales y toda clase de adversidad corporal y espiritual” (Sermón 207, 1).

Toda esta ascética cuaresmal es propia de cualquier tiempo. Por eso san Agustín asemeja la cuaresma a la misma peregrinación humana, que avanza en este mundo entre contradicciones, fatigas y combates que sólo acabarán con el descanso de la Pascua. “Los pobres a quienes damos limosna, ¿qué otra cosa son sino nuestros portaequipajes, que nos ayudan a transportar nuestros bienes de la tierra al cielo? Los entregas al portaequipajes, y él lleva al cielo lo que le das” (Sermón 97 A, 1).

“Mi exhortación, hermanos, sería ésta: den del pan terreno y llamen a las puertas del Pan celeste. El Señor es ese Pan. Yo soy -dice- el pan de la vida (Jn 5, 35). ¿Cómo te lo va a dar a ti, cuando tú no se lo ofreces al necesitado? Ante ti está un necesitado, y tú mismo estás como necesitado ante otro. Pero aquél está como necesitado ante otro necesitado, mientras que aquél ante quien tú estás no necesita de nadie. Haz tú lo que quieres que se haga contigo (Sermón 389, 6).

(Del libro del P. Víctor Capánaga Agustín de Hipona, Maestro de la conversión cristiana, Madrid 1974, pp. 417-420; resumen del P. Pablo Panedas, oar).


Pinceladas de espiritualidad pascual (4/4)

abril 23, 2024

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Reina del cielo, alégrate, aleluya… Ruega por nosotros, aleluya. Alégrate y goza, Virgen María, el Señor está en medio de ti, aleluya.

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Pinceladas de espiritualidad pascual (4 de 4)

Saludo pascual a la Virgen María en vez del ángelus habitual.


La Iglesia tiene dos formas de saludar a la Virgen María durante el año litúrgico: el propio del tiempo pascual, el «Regina Coeli», y el «Ángelus» para el resto del año. En su momento hicimos un comentario al Ángelus. Ahora vamos a comentar muy brevemente el saludo pascual: ¡Reina del cielo, alégrate! ¡Aleluya!

La Virgen María estuvo particularmente cercana a Jesús en los misterios de su muerte y resurrección, en el nacimiento de la Iglesia y en la venida del Espíritu Santo. Cumplida su misión terrena, fue llevada al Cielo y coronada de gloria junto a su Hijo, esperando que Cristo recapitule todas las cosas y las entregue al Padre.

María es la perfecta discípula del Señor que colaboró como nadie, y de manera totalmente excepcional, en la obra de la redención: comenzando por el misterio de la Encarnación y culminando su misión participando en la muerte y resurrección de su Hijo.

Recordemos que ella permaneció firme, fiel e íntegra ante el misterio de la muerte y sepultura de su hijo Jesús. Ella, la “mujer”, la nueva Eva, recibe el testamento del Crucificado: «Ahí tienes a tu hijo».

Ella sabe en fe que Jesús no puede morir. Por eso, la Iglesia siempre ha creído que la Virgen María fue la primera que creyó en la resurrección, la primera que “vio” a Jesús como Resucitado y constituido Señor y Salvador. No le hacían falta apariciones. Ningún evangelista narra esas posibles apariciones.

Por lo demás resulta llamativo que estando tan estrechamente unidas la Madre de Jesús y las demás mujeres en la crucifixión, y en la recepción del cuerpo de Jesús, bajado de la cruz para ser embalsamado y sepultado, en el regreso a la casa ya anocheciendo, en el duelo y posible vigilia… no fueran juntas al sepulcro ya de madrugada.

¿Cómo no iba a estar con ellas la Madre de Jesús en todas esas experiencias referentes a la despedida de Jesús, su muerte, sepultura, duelo…? ¿Cómo se explica que solamente ella faltase a esas atenciones piadosas?

De ahí que la Virgen María es la que mejor puede iniciarnos en la fe pascual, y guiarnos en la experiencia de la salvación plena en Cristo el Señor. Ella es la Madre del Resucitado.

De hecho María, rodeada de otras mujeres testigos de la resurrección, acompañó en el Cenáculo a los discípulos en el proceso pascual del alumbramiento del nuevo Israel, la Iglesia, hasta recibir la plenitud del Espíritu en Pentecostés, como la verdadera y única «madre de los creyentes». Ella es la llena del Espíritu Santo.

Nadie mejor que ella nos puede acompañar en este tiempo pascual hasta que experimentemos la plena salvación en Cristo. Por eso, la Iglesia la saluda con especial devoción, alegría y júbilo, y con la esperanza que no engaña durante el tiempo pascual.

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REINA DEL CIELO, ALÉGRATE, ALELUYA

Alégrate, María, porque Dios está definitivamente prendado de tu belleza y santidad: Amándote con predilección, va forjando tu personalidad única. Eres su obra maravillosa, la llena de gracia.

Dios Padre bendice y corona a María porque todas las expectativas que proyectaba sobre ella han sido plenamente cumplidas. No le ha defraudado en lo más mínimo. Alégrate, María, aleluya. Y alaba a tu Dios porque ha hecho obras grandes en ti.

PORQUE EL SEÑOR, A QUIEN HAS MERECIDO LLEVAR, ALELUYA

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Vive el Señor a quien has merecido llevar, aleluya

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Vive el Señor, a quien has merecido llevar: primero por la fe en tu mente, y después en tu seno, Virgen María. Aleluya.

María ha vivido la intimidad más delicada y tierna con el Hijo de Dios concebido en su seno por obra del Espíritu Santo.

Una experiencia inimaginable, que ni ojo puede ver, ni oído oír, ni puede venir a mente humana algo parecido.

El Hijo unigénito de Dios ha concedido a María -llena de gracia- la facilidad y el gozo de cumplir la voluntad del Padre creador, de una manera espontánea, querida de corazón, alegre y plena; por ello gratificante, pues colabora con el plan de Dios como si se tratara de algo soñado por ella misma.

Ninguna posibilidad de gracia venida del Padre ha sido despreciada o frustrada en María, gracias a la comunión que se le ha concedido experimentar con el que habita en el seno del Padre “comiendo” su voluntad, con el que es el Rostro de Dios, la Imagen del Padre.

En definitiva, con el que es su propio hijo. Un hijo al que la Virgen María da vida y conforma en su seno, pero a la vez, él conforma a su madre, la modela y perfecciona en una vida totalmente sumisa a la voluntad del Padre.

Por eso, ahora en el cielo, el Hijo de María corona a su Madre como Reina y Señora del universo, de cuanto fue creado y recreado en Cristo.

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HA RESUCITADO, SEGÚN SU PALABRA, ALELUYA

La Virgen María ha sido habitada por el Poder de Dios. El Espíritu de Dios ha venido sobre toda su persona, sobre todo su ser hasta hacer su morada en ella.

El Espíritu ha estado guiando sus pensamientos y acciones durante toda su existencia. Gracias al Espíritu María ha colaborado en la obra de la salvación como nadie.

Verdaderamente Dios, por su Espíritu, ha estado grande con ella: ha concebido al Hijo de Dios, y lo ha acompañado en toda la gesta de la salvación, pasando por su muerte y resurrección.

Ella, llena del Espíritu, ha mantenido la fe de los discípulos hasta el día de Pentecostés. Ella es Madre de la Iglesia. Y su misión continúa en el cielo intercediendo por los hijos de la Iglesia.

Así su maternidad llega a plenitud, según los designios de Dios; de un Dios que es comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu. María entra de lleno en la vida íntima de la Trinidad.

Por eso, en verdad, la Virgen María es honrada como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. ¡Dichosa tú que has creído!

RUEGA AL SEÑOR POR NOSOTROS, ALELUYA

– GOZA Y ALÉGRATE, VIRGEN MARÍA, ALELUYA

– PORQUE VERDADERAMENTE HA RESUCITADO EL SEÑOR, ALELUYA

OREMOS

Oh Dios, que mediante la resurrección de tu Hijo Jesucristo, te has dignado alegrar al mundo; concédenos, por la intercesión de la Virgen María, alcanzar los gozos de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Pinceladas de espiritualidad pascual (3/4)

abril 21, 2024

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Cuando venga el Espíritu les enseñará todas las cosas que les he dicho.

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PINCELADAS DE ESPIRITUALIDAD PASCUAL (3 de 4)

La transformación de los apóstoles y de los discípulos a raíz de la muerte y resurrección de su Maestro y de la venida del Espíritu Santo

Los días pasados, analizábamos algunas características de la espiritualidad pascual: del modo de pensar y de vivir que experimentaron los discípulos de Jesús a raíz de la muerte y resurrección de su Señor.

¿Qué experimentaron ellos en su vida personal y comunitaria? Pues nos interesa conocerlo, porque creemos que lo que ellos recibieron, nos pertenece también a nosotros.

Y lo resumimos en estos puntos:

1.- Se les concedió un conocimiento verdadero de la persona y de la misión de Jesús, a la luz de la Sagrada Escritura.

Pudieron “releer” la Palabra de Dios, sobre todo lo referente al Mesías, y contrastarlo con todo lo vivido al lado de Jesús. Fueron iluminados por Dios, como nosotros por el santo bautismo. Les quedó todo mucho más claro y cercano y experimentaron una gran alegría interior y seguridad.

“Conocieron” a Dios. Se cumplió la promesa del antiguo Testamento. Serán todos enseñados por Dios.

2.- El Espíritu trasformó su corazón dándoles la mente de Cristo y el sentir de Cristo, su mismo corazón y espíritu.

Lograron una plena identificación con los ideales de Cristo. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí, aclara el apóstol Pablo.

El mismo confiesa: Cristo me amó y se entregó por mí; ¡ay de mí, si no evangelizare! He sido alcanzado por el Amor de Cristo. Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir.

3.- El misterio de la persona y de la misión salvífica de Jesús vino a ocupar el centro de su vida.

Experimentaron una pasión por la causa de Jesús. Sólo querían conocer a Cristo y darlo a conocer a todo el mundo. Todo lo demás pasó a segundo lugar. Más todavía: Todo lo que no fuera Cristo lo consideraban pérdida y basura… En fin, despreciable.

4.- Los apóstoles comenzaron a testificar con palabras poderosas.

Experimentan una fuerza extraordinaria que los empujaba a testimoniar con valentía, con mucha convicción, seguridad y aplomo que Jesús estaba vivo: parresía.

No pueden dejar de hablar de Jesús. Prefieren la gloria de Dios a la de los hombres. No hay quien los pueda acallar.

5.- El pueblo estaba admirado no sólo por las palabras sino también por las obras que las acompañaban: por los milagros que los discípulos realizaban en nombre de Jesús “el Señor”.

El pueblo se hacía lenguas hablando de los apóstoles y de la comunidad de creyentes.

6.- De esta forma, nació la iglesia: la “ecclesía” o reunión de los que son convocados por Dios mismo.

Los que creen, son bautizados en el nombre de Jesús, se les perdonan los pecados y reciben el Espíritu Santo. La nueva vida encontrada constituye el mayor tesoro de los hermanos: Dios mismo. Todo lo demás es relativo, no merece la pena tomarlo en serio. No se puede ni comparar con lo que nos espera cuando la esperanza sea cumplida.

7.- Por eso, muchos hermanos venden lo que tienen y lo depositan ante los responsables de la Iglesia, para que sirva a los necesitados: teniendo en común a Dios, lo máximo, único y necesario, ¿cómo no iban a tener en común las bagatelas de la vida terrenal y pasajera? Los bienes terrenos ya no tenían que separar y dividir a los discípulos.

Por eso, todo lo tenían en común, y nadie pasaba necesidad. Tenían una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.

Así, en el corazón de la Iglesia, nacen los primeros ensayos de vida en comunidad, de hermanos que viven en pobreza y disponibilidad para practicar las bienaventuranzas y predicar el Reino. Vivían en comunión de bienes materiales.

Estas formas de vida cristiana después evolucionarán, se organizarán y serán llamadas «vida consagrada» o práctica de los consejos evangélicos.

8.- La Iglesia crecía y se multiplicaba con la aprobación de todo el pueblo.

La gente quedaba gratamente impresionada y ansiaba ingresar a la comunidad eclesial.

Los apóstoles, junto con los discípulos que iban conformando las comunidades por todas partes, glorificaban a Dios en todo tiempo y lugar, de tal modo que en la alabanza de Dios encontraban la fuerza para superar todas las dificultades.

Eran en verdad, inexpugnables. La gracia de Dios les bastaba. Se gloriaban en sus debilidades para que así apareciera más claramente que todo se debía al Señor.

9.- Se les dio un Espíritu sin medida en Pentecostés: Dios Padre cumplió su promesa enviándoles a través de Cristo el Espíritu Santo.

El Resucitado los había enviado a predicar por todo el mundo y a realizar las mismas obras que él hacía en su vida mortal, y aun mayores. Pero les advirtió que permanecieran en Jerusalén hasta que fueran revestidos de lo alto, del Espíritu Santo.

Sólo después de recibir la plenitud del Espíritu, fueron capacitados para realizar las obras de Dios, y entonces salieron a predicar. Daban de manera generosa y gratuita lo que habían recibido gratuitamente de Dios por Cristo el Señor.

Glorificaban a Dios en todo momento por las maravillas realizadas en los que creían, fueran judíos o gentiles, pues Dios no hace distinción de personas.

Los apóstoles comprendieron que los últimos tiempos habían llegado: la hora del Espíritu y de la Iglesia. Por eso, el Espíritu y la esposa dicen: «Ven, Señor Jesús».

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Estimada hermana, amable hermano: Estas maravillas obradas por Dios en los apóstoles y discípulos del Señor quiere realizarlas también en ti, en cada uno de nosotros.

Por el bautismo se nos dio la salvación: fuimos sepultados con Cristo para resucitar con él a una vida nueva gracias a la acción del Espíritu.

Si tu vida no es tan «esplendorosa», luminosa y testimonial, y evangélicamente correcta como la de los apóstoles, todavía te falta algo importante, aún no eres, del todo, «gloria de Dios» en el mundo.

Pero no te preocupes, a lo largo de esta Pascua el Señor quiere darte la “vida en abundancia”; la que nos prometió Jesús y mereció para nosotros, con su pasión y muerte, con su resurrección.

Por tu parte, vete disponiéndote y créetelo, y así al final de este tiempo pascual recibirás una nueva efusión del Espíritu en Pentecostés que te cambiará notablemente la mente y el corazón, tu personalidad integralmente tomada.

Por lo demás, es cierto que ya tienes el Espíritu Santo, desde el Bautismo. Pero la cuestión es «cómo lo tienes». Es decir, la manera como te está transformando día a día en «otro» Cristo. Si está activo y dinámico el Espíritu en ti, o está apagado, ignorado, mortecino.

Eso es lo que vas a pedir y agradecer, ya desde ahora, cada jornada de este tiempo precioso de Pascua: Que tengas vida nueva y en abundancia por la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado.

Que Dios te bendiga en todas tus necesidades, según su gran misericordia. ¡Amén!