El maná de cada día, 1.1.22

diciembre 31, 2021

Santa María Madre de Dios


1 de Enero de 2022

Jornada Mundial de la Paz

La Palabra tomó de María nuestra condición humana


Antífona de entrada

¡Salve, Madre Santa!, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Oración colecta

Dios y Señor nuestro, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquélla de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Él, que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA: Números 6, 22-27

El Señor habló a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

SALMO 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

SEGUNDA LECTURA: Gálatas 4, 4-7

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! (Padre).» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

ALELUYA: Hebreos 1, 1-2

En distintas ocasiones habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.

EVANGELIO: Lucas 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Antífona de comunión: Hebreos 13, 8

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.

AVEMARÍA COMENTADA

MARÍA dijo:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.”

San Beda el Venerable trata de introducirse en los sentimientos de la Virgen María, una vez dado su consentimiento al mensaje del Ángel, y los describe bellamente con estas palabras:

El Señor -dice- me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a contemplar con agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se complace en la eterna divinidad de Jesús, mi salvador, con cuya temporal concepción ha quedado fecundada mi carne.”

MARÍA prosigue:

“Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

En estos días santos, nosotros con gusto aceptamos la invitación de María a proclamar las grandezas de nuestro Dios. Pues él ha estado grande con nosotros en el misterio de la Navidad, al desposarse, a través de María y en ella misma, con la humanidad entera, con la Iglesia, con cada uno de nosotros, porque el Verbo a tomado de María nuestra carne, pero sin pecado. Por eso, somos salvos.

Por tanto, con alegría alabamos a Dios saludando a María de muchas maneras, pero particularmente con el Avemaría. Con esta plegaria, que a continuación comentaré, nos unimos a todas las generaciones que proclaman dichosa y siempre bienaventurada a la Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra.

Como se hizo con la oración del “Ángelus”, hoy comentaré el “Avemaría”, brevemente y en clave trinitaria.

Dios te salve, María: Dios Padre pronuncia el nombre de María eternamente y proyecta sobre ella un inefable y maravilloso plan para dar vida a los hombres y salvarlos de todo mal. Es el mejor proyecto que el Padre ha podido imaginar, como Dios, desde toda la eternidad.

Llena eres de gracia: Dios Hijo le concede a María ser totalmente fiel al plan del Padre, asumirlo gustosamente, y cumplirlo empleando todas las facultades humanas recibidas de Dios mismo. El Hijo, que es la respuesta perfecta al Padre, capacita a María para que corresponda plena y fidelísimamente al Padre: para que no defraude en nada las expectativas del Padre que quiere que todos los hombres se salven.

El Señor está contigo: Dios Espíritu Santo inunda a María de la santidad divina hasta desposarse con ella para hacer presente a Dios en el mundo en la persona del Verbo, para engendrar al mismo Dios y Hombre: Jesús, Dios y hombre verdadero; “Dios con nosotros”.

Así, el Padre, el Hijo y el Espíritu no pudieron hacer más con una criatura de lo que hicieron y siguen haciendo en María, con María y por María. Ella es plenamente dichosa: ”Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza”.

Bendita tú eres entre todas las mujeres: Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, hombre y mujer. Ambos reflejan la gloria de Dios de manera específica: varonil y femenina; por separado, y también como pareja, sobre todo en el matrimonio. María es la encarnación perfecta de la ternura, el amor y la belleza de Dios en la expresión femenina: por ser la llena de gracia desde el primer momento de su existencia; por ser mujer; y también por ser mujer desposada con el Espíritu y fecundada por el Poder de Dios; y también por ser la prometida de José, su esposa según la costumbre y las leyes judías. Por eso, es la gloria y el honor ante Dios de todas las mujeres, desde siempre y para siempre. Por la gracia de Dios, María es “mujer única”.

Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús: Toda mujer está llamada a ser madre: espiritual o materialmente. María fue tan anegada por el poder y el amor de Dios que se convirtió en su esposa; ella, con el poder de Dios, ha transmitido la vida de Dios y la vida humana a un ser único, Jesús, Dios y hombre verdadero. María es la mujer más fecunda, plena y feliz: la madre del hombre más bello nacido de mujer, que es a la vez Hijo del Altísimo. María fue pura transparencia y gratuidad: Cuanto recibe de Dios, no lo retiene para sí, lo devuelve a Dios, y, en él, lo da a todos los hombres. Por eso es el orgullo de nuestra raza.

La Palabra tomó de María nuestra condición

De las cartas de san Atanasio, obispo
Carta a Epicteto, 5-9

La Palabra tendió una mano a los hijos de Abrahán, afirma el Apóstol, y por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos y asumir un cuerpo semejante al nuestro. Por esta razón, en verdad, María está presente en este misterio, para que de ella la Palabra tome un cuerpo, y, como propio, lo ofrezca por nosotros.

La Es­critura habla del parto y afirma: Lo envolvió en pañales; se proclaman dichosos los pechos que amamantaron al Señor, y, por el nacimiento de este primogénito, fue ofrecido el sacrificio prescrito.

El ángel Gabriel había anunciado esta concepción con palabras muy precisas, cuando dijo a María no simplemente «lo que nacerá en ti» –para que no se creyese que se trataba de un cuerpo in­troducido desde el exterior–, sino de ti, para que creyé­semos que aquel que era engendrado en María procedía realmente de ella.

Las cosas sucedieron de esta forma para que la Pala­bra, tomando nuestra condición y ofreciéndola en sacrificio, la asumiese completamente, y revistiéndonos des­pués a nosotros de su condición, diese ocasión al Apóstol para afirmar lo siguiente: Esto corruptible tiene que ves­tirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.

Estas cosas no son una ficción, como algunos juzga­ron; ¡tal postura es inadmisible! Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre, y de él ha conseguido la salvación el hombre entero. Porque de ninguna forma es ficticia nuestra salvación ni afecta sólo al cuerpo, sino que la sal­vación de todo el hombre, es decir, alma y cuerpo, se ha realizado en aquel que es la Palabra.

Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió de María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las Escrituras; verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues María es nuestra hermana, ya que todos nosotros hemos nacido de Adán.

Lo que Juan afirma: La Palabra se hizo carne, tiene la misma significación, como se puede concluir de la idén­tica forma de expresarse. En san Pablo encontramos escri­to: Cristo se hizo por nosotros un maldito. Pues al cuerpo humano, por la unión y comunión con la Palabra, se le ha concedido un inmenso beneficio: de mortal se ha hecho inmortal, de animal se ha hecho espiritual, y de terreno ha penetrado las puertas del cielo.

Por otra parte, la Trinidad, también después de la encarnación de la Palabra en María, siempre sigue siendo la Trinidad, no admitiendo ni aumentos ni disminuciones; siempre es perfecta, y en la Trinidad se reconoce una única Deidad, y así la Iglesia confiesa a un único Dios, Padre de la Palabra.


El maná de cada día, 31.12.21

diciembre 31, 2021

Día VII dentro de la Octava de Navidad

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La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.


Antífona de entrada: Isaías 9, 6

Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva a hombros el principado, y es su nombre: Mensajero del designio divino.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, que has establecido el principio y la plenitud de toda religión en el nacimiento de tu Hijo Jesucristo, te suplicamos nos concedas la gracia de ser contados siempre entre los miembros vivos de su Cuerpo, porque sólo en él radica la salvación del mundo Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: 1 Juan 2, 18-21

Hijos míos, es el momento final.

Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final.

Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.

En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.

Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

SALMO 95, 1-2. 11-12. 13-14

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Aclamación antes del Evangelio: Juan 1, 14. 12b

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.

EVANGELIO: Juan 1, 1-18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.

Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»»

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Antífona de comunión: 1 Juan 4, 9

Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él.

RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO

P. Francisco Fernández Carvajal

— Un día de balance. Nuestro tiempo es breve. Es parte muy importante de la herencia recibida de Dios.

— Actos de contrición por nuestros errores y pecados cometidos en este año que termina. Acciones de gracias por los muchos beneficios recibidos.

— Propósitos para el año que comienza.

I. Hoy, es un buen momento para hacer balance del año que ha pasado y propósitos para el que comienza. Buena oportunidad para pedir perdón por lo que no hicimos, por el amor que faltó; buena ocasión para dar gracias por todos los beneficios del Señor.

La Iglesia nos recuerda que somos peregrinos. Ella misma está «presente en el mundo y, sin embargo, es peregrina»1. Se dirige hacia su Señor «peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios»2.

Nuestra vida es también un camino lleno de tribulaciones y de «consuelos de Dios». Tenemos una vida en el tiempo, en la cual nos encontramos ahora, y otra más allá del tiempo, en la eternidad, hacia la cual se dirige nuestra peregrinación.

El tiempo de cada uno es una parte importante de la herencia recibida de Dios; es la distancia que nos separa de ese momento en el que nos presentaremos ante nuestro Señor con las manos llenas o vacías. Solo ahora, aquí, en esta vida, podemos merecer para la otra.

En realidad, cada día nuestro es «un tiempo» que Dios nos regala para llenarlo de amor a Él, de caridad con quienes nos rodean, de trabajo bien hecho, de ejercitar las virtudes…, de obras agradables a los ojos de Dios.

Ahora es el momento de hacer el «tesoro que no envejece». Este es, para cada uno, el tiempo propicio, este es el día de la salud3. Pasado este tiempo, ya no habrá otro.

El tiempo del que cada uno de nosotros dispone es corto, pero suficiente para decirle a Dios que le amamos y para dejar terminada la obra que el Señor nos haya encargado a cada uno. Por eso nos advierte San Pablo: andad con prudencia, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo4, pues pronto viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar5.

«Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno»6.

San Pablo, considerando la brevedad de nuestro paso por la tierra y la insignificancia que tienen las cosas en sí mismas, dice: pasa la sombra de este mundo7. Esta vida, en comparación de la que nos espera, es como su sombra.

La brevedad del tiempo es una llamada continua a sacarle el máximo rendimiento de cara a Dios. Hoy, en nuestra oración, podríamos preguntarnos si Dios está contento con la forma en que hemos vivido el año que ha pasado.

Si ha sido bien aprovechado o, por el contrario, ha sido un año de ocasiones perdidas en el trabajo, en el apostolado, en la vida de familia; si hemos abandonado con frecuencia la Cruz, porque nos hemos quejado con facilidad al encontrarnos con la contradicción y con lo inesperado.

Cada año que pasa es una llamada para santificar nuestra vida ordinaria y un aviso de que estamos un poco más cerca del momento definitivo con Dios.

No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no desfallecemos. Por consiguiente, mientras hay tiempo hagamos el bien a todos8.

II. Al hacer examen es fácil que encontremos, en este año que termina, omisiones en la caridad, escasa laboriosidad en el trabajo profesional, mediocridad espiritual aceptada, poca limosna, egoísmo, vanidad, faltas de mortificación en las comidas, gracias del Espíritu Santo no correspondidas, intemperancia, malhumor, mal carácter, distracciones más o menos voluntarias en nuestras prácticas de piedad…

Son innumerables los motivos para terminar el año pidiendo perdón al Señor, haciendo actos de contrición y de desagravio. Miramos cada uno de los días del año y «cada día hemos de pedir perdón, porque cada día hemos ofendido»9. Ni un solo día se escapa a esta realidad: han sido muchas nuestras faltas y nuestros errores.

Sin embargo, son incomparablemente mayores los motivos de agradecimiento, en lo humano y en lo sobrenatural. Son incontables las mociones del Espíritu Santo, las gracias recibidas en el sacramento de la Penitencia y en la Comunión eucarística, los cuidados de nuestro Ángel Custodio, los méritos alcanzados al ofrecer nuestro trabajo o nuestro dolor por los demás, las numerosas ayudas que de otros hemos recibido.

No importa que de esta realidad solo percibamos ahora una parte muy pequeña. Demos gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante el año.

«Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros.

Pues, ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios, porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá»10.

Terminar el año pidiendo perdón por tantas faltas de correspondencia a la gracia, por tantas veces como Jesús se puso a nuestro lado y no hicimos nada por verle y le dejamos pasar; a la vez, terminar el año agradeciendo al Señor la gran misericordia que ha tenido con nosotros y los innumerables beneficios, muchos de ellos desconocidos por nosotros mismos, que nos ha dado el Señor.

Y junto a la contrición y el agradecimiento, el propósito de amar a Dios y de luchar por adquirir las virtudes y desarraigar nuestros defectos, como si fuera el último año que el Señor nos concede.

III. En estos últimos días del año que termina y en los comienzos del que empieza nos desearemos unos a otros que tengamos un buen año. Al portero, a la farmacéutica, a los vecinos…, les diremos ¡Feliz año nuevo! o algo semejante. Un número parecido de personas nos desearán a nosotros lo mismo, y les daremos las gracias.

Pero, ¿qué es lo que entienden muchas gentes por «un año bueno», «un año lleno de felicidad», etcétera? «Es, a no dudarlo, que no sufráis en este año ninguna enfermedad, ninguna pena, ninguna contrariedad, ninguna preocupación, sino al contrario, que todo os sonría y os sea propicio, que ganéis bastante dinero y que el recaudador no os reclame demasiado, que los salarios se vean incrementados y el precio de los artículos disminuya, que la radio os comunique cada mañana buenas noticias. En pocas palabras, que no experimentéis ningún contratiempo»11.

Es bueno desear estos bienes humanos para nosotros y para los demás, si no nos separan de nuestro fin último. El año nuevo nos traerá, en proporciones desconocidas, alegrías y contrariedades. Un año bueno, para un cristiano, es aquel en el que unas y otras nos han servido para amar un poco más a Dios.

Un año bueno, para un cristiano, no es aquel que viene cargado, en el supuesto de que fuera posible, de una felicidad natural al margen de Dios. Un año bueno es aquel en el que hemos servido mejor a Dios y a los demás, aunque en el plano humano haya sido un completo desastre.

Puede ser, por ejemplo, un buen año aquel en el que apareció la grave enfermedad, tantos años latente y desconocida, si supimos santificarnos con ella y santificar a quienes estaban a nuestro alrededor.

Cualquier año puede ser «el mejor año» si aprovechamos las gracias que Dios nos tiene reservadas y que pueden convertir en bien la mayor de las desgracias. Para este año que comienza Dios nos ha preparado todas las ayudas que necesitamos para que sea «un buen año».

No desperdiciemos ni un solo día. Y cuando llegue la caída, el error o el desánimo, recomenzar enseguida. En muchas ocasiones, a través del sacramento de la Penitencia.

¡Que tengamos todos «un buen año»! Que podamos presentarnos delante del Señor, una vez concluido, con las manos llenas de horas de trabajo ofrecidas a Dios, apostolado con nuestros amigos, incontables muestras de caridad con quienes nos rodean, muchos pequeños vencimientos, encuentros irrepetibles en la Comunión…

Hagamos el propósito de convertir las derrotas en victorias, acudiendo al Señor y recomenzando de nuevo.

Pidamos a la Virgen la gracia de vivir este año que comienza luchando como si fuera el último que el Señor nos concede.

1 Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum concilium, 2. — 2 ídem, Const. Lumen gentium, 8. — 3 2 Cor 6, 2. — 4 Ef 5, 15-16. — 5 Jn 9, 4. — 6 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 39. — 7 1 Cor 7, 31. — 8 Gal 6, 9-10. — 9 San Agustín, Sermón 256. — 10 Santa Teresa, Vida, 10, 3. — 11 G. Chevrot, El Evangelio al aire libre, p. 102.

www.homiletica.org


El Papa reclama unidad a su Curia en plena batalla ideológica con el sector más conservador de la Iglesia

diciembre 30, 2021

El papa Francisco al término de la audiencia con el personal del Vaticano en la sala Pablo VI este jueves. ALESSANDRA TARANTINO (AP)

Francisco pide a los miembros del Gobierno del Vaticano en su discurso navideño que eviten crear “divisiones, facciones y enemigos” y critica el tradicionalismo

LORENA PACHO – Roma – 23 DIC 2021

El Papa suele utilizar su tradicional discurso navideño a la Curia para llamar al orden a su ejército. Esta ocasión en la que felicita las fiestas a los miembros del Gobierno de la Iglesia sirve para dar un repaso de los males que aquejan a la jerarquía católica. Este año, el noveno de su pontificado, Bergoglio ha llamado a la unidad en sus filas y ha pedido que se evite caer en “divisiones, facciones y enemigos”.

De fondo está la guerra ideológica que atraviesa la institución religiosa entre las distintas corrientes y especialmente la del sector ultraconservador contra Francisco. “Si el Evangelio proclama la justicia, nosotros debemos ser los primeros en intentar vivir con transparencia, sin favoritismos ni grupos de influencia”, señaló el pontífice el jueves en su alocución en el Aula de las Bendiciones.

El Papa argentino soporta una de las luchas internas más violentas de las últimas décadas en el catolicismo. El sector más conservador, sobre todo de Europa y América del Norte, ha cuestionado abiertamente sus reformas, parte de su magisterio, la profundidad de su pensamiento teológico o el diálogo con otras confesiones.

Ha tratado, en definitiva, de bloquear cualquier apertura en la Iglesia. La tensión ha llegado en ocasiones a tales cotas que los detractores del pontificado, especialmente los de derechas, incluso han evocado un cisma por la feroz oposición a los cambios que Francisco está intentando introducir.

El Pontífice propuso en su discurso la dualidad entre complicidad y colaboración: “La complicidad crea divisiones, facciones y enemigos; la colaboración exige la grandeza de aceptar la propia parcialidad y la apertura al trabajo en equipo, incluso con aquellos que no piensan como nosotros”, apuntó.

E instó también a los responsables de la Iglesia a “construir relaciones que vayan más allá del mero trabajo y fortalezcan los vínculos de bien ayudándonos mutuamente”, ya que “sin esto, corremos el riesgo de ser solo extraños que trabajan juntos, rivales que intentan posicionarse mejor o, peor aún, allí donde se crean relaciones, estas parecerían tomar el aspecto de la complicidad por intereses personales, olvidando la causa común que nos mantiene unidos”.

Francisco siempre ha aprovechado este discurso navideño también para mandar un recado a la Curia y denunciar las resistencias que ha encontrado a sus esfuerzos por reformar y revitalizar los órganos de Gobierno y la Iglesia católica en general.

En esta ocasión ha repetido su llamamiento a los clérigos de mentalidad tradicional para que dejen de vivir en el pasado, alegando que su obstinación con la vieja doctrina y la liturgia antigua ocultan una “mundanidad espiritual” que está corrompiendo la institución y que “a diferencia de todas las otras tentaciones es difícil de desenmascarar”. “Está cubierta de todo lo que normalmente nos da seguridad: nuestro cargo, la liturgia, la doctrina, la religiosidad”, ha añadido.

Además, ha agregado Francisco, “las seguridades son el fruto más perverso de la mundanidad espiritual, que revelan la falta de fe, esperanza y caridad, y se convierten en incapacidad de saber discernir la verdad de las cosas”.

El Papa ha dado este año un gran paso para poner cerco al ala tradicionalista de la Iglesia, con la limitación de la celebración de las misas antiguas en latín, según el rito anterior al Concilio Vaticano II, que hasta ahora seguían realizando grupos conservadores y del sector ultraderechista.

Este movimiento, con enorme calado doctrinal e ideológico, ha generado un aluvión de interpelaciones de obispos de todo el mundo. La semana pasada, en respuesta, el Papa intensificó las restricciones con un nuevo conjunto de normas prácticas que prohíben incluso la publicación de los horarios de la misa tridentina en los boletines parroquiales.

Francisco se ha revuelto contra la idea preestablecida de que los llamados tradicionalistas son los guardianes de las esencias de la Iglesia auténtica. Para el Papa, la única forma de custodiar la tradición pasa por la unidad y él ve en este tipo de ritos antiguos una amenaza que genera divisiones.

En su discurso navideño Francisco ha insistido: “Recordar no es repetir, sino atesorar, reavivar. Para que recordar no se convierta en una prisión del pasado, necesitamos otro verbo: generar”. Y ha advertido: “Estamos llamados a recordar y a generar, estamos llamados a volver a encontrar la relación justa con las raíces y con las ramas; sin ellas estamos enfermos y destinados a desaparecer”.

También ha señalado que los orgullosos que se quedan anclados en el pasado, “encerrados en su pequeño mundo, no tienen más pasado ni futuro, no tienen más raíces ni ramas y viven con el sabor amargo de la tristeza estéril que se adueña del corazón como el más preciado de los elixires del demonio”.

Y ha agregado: “El humilde genera, invita y empuja hacia aquello que no se conoce; el soberbio, en cambio, repite, se endurece y se encierra en su repetición, se siente seguro de lo que conoce y teme a lo nuevo porque no puede controlarlo, lo hace sentir desestabilizado, porque ha perdido la memoria”.

Además, ha puntualizado el Pontífice, “el que está replegado en sí mismo no aprende de sus pecados ni está auténticamente abierto al perdón. Es una tremenda corrupción con apariencia de bien. Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí”.

Francisco ha instado a los cardenales, obispos y burócratas del Vaticano a abrazar la humildad y ha alegado que el orgullo, el interés propio y el “brillo de nuestra armadura” está pervirtiendo sus vidas espirituales y corrompiendo la misión de la iglesia. Y ha llamado la atención a los clérigos llenos de orgullo que se esconden detrás de las tradiciones católicas en lugar de buscar a los más necesitados con humildad.

El Papa les ha reclamado que dejaran de esconderse detrás de la “armadura” de sus títulos y que reconocieran que ellos, al igual que el personaje bíblico de Naamán, un general rico y condecorado, eran leprosos que necesitaban curarse.

“Uno no puede pasar la vida escondiéndose detrás de una armadura, de un rol, de un reconocimiento social. Llega un momento, en la existencia de cada uno, en el que se siente el deseo de no vivir más detrás del revestimiento de la gloria de este mundo, sino en la plenitud de una vida sincera, sin más necesidad de armaduras y de máscaras”, ha lanzado el Pontífice.

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El maná de cada día, 30.12.21

diciembre 30, 2021


Día VI dentro de la octava de Navidad

Una gran luz ha bajado hoy a la tierra


Antífona de entrada: Sb 18, 14-15

Un silencio lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos.

Oración colecta

Dios todopoderoso, por este nuevo nacimiento de tu Hijo en nuestra carne, líbranos del yugo con que nos domina la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Juan 2, 12-17

Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno.

Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo.

Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo.

Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

SALMO 95, 7-8a.8b-9.10

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

Aclamación antes del Evangelio

Nos ha amanecido un día sagrado; venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.

EVANGELIO: Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.

Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Antífona de comunión: Jn 1, 16

De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia.

SER PEQUEÑOS PARA CRECER

El milagro de un Dios hecho niño, carne de nuestra carne, es algo que se escapa a cualquier lógica humana. Pero, ¿cuál es la lógica de Dios?

No es otra, sino la sencillez. Imaginarnos a un Dios lejano y distante, guerrero y destructivo, no tiene nada que ver con la realidad.

Si Dios se hizo hombre, y además niño, no fue fruto de un esfuerzo “titánico” para despistarnos; todo lo contrario, pertenece a lo más íntimo que hay en Él: simplicidad y sencillez.

Simplicidad, porque Dios es lo más simple que existe (no tiene limitación material alguna, ni ha sido creado por nada anterior a Él); sencillez, porque la absoluta transparencia de Dios hace que su actuar sea sin doblez ni engaño… todo es verdad en Él.

Si Dios se hace carne, sólo desde el mayor de los anonadamientos (la humildad de un Niño, absoluta fragilidad e indefensión de cara a los hombres), es posible conocer su intención y lo que significa para cada uno de nosotros.

Nos complicamos la existencia con razonamientos, problemas y dudas. Creemos que madurar es llevar una vida complicada, “llena” de responsabilidades y asuntos urgentes.

Pero, una vida llevada hasta ese extremo nos hace toparnos con la frustración de que es el tiempo y las circunstancias las que nos esclavizan y nos impiden llevar a cabo lo que sí es importante: quién soy, de dónde vengo, a dónde voy.

Dios, con su Encarnación, nos enseña a relativizar aquello que condiciona nuestra libertad y nos recuerda que sólo siendo niños seremos capaces de crecer hacia el conocimiento de lo que somos (hijos de Dios), de nuestro verdadero origen (el amor de Dios) y de nuestro último destino (la verdadera felicidad que nada ni nadie podrá arrebatarnos… y para siempre).

Hacerse niño es mirar el milagro de Belén y enamorarnos de lo que allí acontece: una entrega sin condiciones para que tú y yo podamos tocar al mismo Dios.

Desde esa pequeñez es posible alcanzar la madurez de las cosas que valen la pena: generosidad de un alma que alcanza la plenitud de lo humano cuando se deja abrazar por el amor de Dios.

María, la Virgen, contempla a ese Niño y pondera en su interior la gracia de la sencillez de Dios, llenando todos sus deseos e intenciones… ninguna otra cosa acapara su corazón.

Mater Dei


La venganza de la extrema izquierda que el PP ha apoyado contra la Fundación Madrina

diciembre 29, 2021

Almeida pidió ayuda a la entidad para dar de comer a Madrid y ahora la traiciona

@ElentirVigomar 28·12·2021

Esta mañana ya pudisteis leer en Contando Estrelas el pacto del PP con la ultraizquierda para dejar sin ayudas a la Fundación Madrina en Madrid.

2,5 millones de hijos abortados en España: el papel de PSOE y del PP en esa monstruosidad
Ayuso deja en evidencia el tremendo dilema que tienen en el PP con la barbarie del aborto

Vox se negó a apoyar unos presupuestos «marcados ideológicamente por la izquierda»

El máximo responsable de ese pacto ha sido José Luis Martínez-Almeida, del PP y alcalde de Madrid, además de un dirigente muy afín a la línea que sigue Pablo Casado. Fue él quien accedió a negociar los presupuestos municipales con los concejales tránsfugas de la formación ultraizquierdista Recupera Madrid. 

Este pacto entre el PP y la extrema izquierda llega un mes después de la negativa de Vox a apoyar unos presupuestos que considera “marcados ideológicamente por la izquierda”. Una afirmación que se confirma con el pacto conocido ayer.

Durante la pandemia la Fundación Madrina entregó 15.000 canastillas a familias sin recursos

La retirada de la ayuda municipal a la Fundación Madrina -lograda gracias a las presiones de Vox el año pasado- es uno de los puntos más polémicos de ese pacto y el que más críticas ha recibido en las últimas horas. 

Hay que tener en cuenta que esa entidad ha hecho una extraordinaria labor de ayuda a madres sin recursos en los momentos difíciles que se han vivido en estos dos últimos años: 

“Durante la pandemia no se ha hablado de niños, y la Fundación Madrina ha tenido mucho cuidado con cuidar de la alimentación e higiene de los niños. Muchos han nacido desnutridos y con patologías fruto de la pandemia. La entidad ha repartido cerca de 15.000 canastillas al año, entregándose en la propia casa de cada familia, para niños recién nacidos por valor de 700€, un importe que no está al alcance de una familia pobre que carece de dinero incluso para el transporte”, ha señalado hoy la Fundación en un comunicado.

La entidad ha llegado a alimentar a más de 4.000 familias al día

Además, durante la pandemia la Fundación Madrina puso en marcha un centro de atención en el que se han atendido cerca de 350.000 llamadas de emergencias y se siguen atendiendo, con emergencias tanto sanitarias como alimentarias y de alojamiento, llegando a atenderse en horas punta hasta 15 llamadas al minuto”.

Esta entidad señala, además, que fue el único teléfono operativo durante la pandemia, ya que estuvieron bloqueados todos los teléfonos administrativos como el 016, 010 o el 012“. 

Mientras muchos madrileños trataban sin éxito de obtener ayuda de las administraciones públicas, la Fundación Madrina llegaba a miles de personas: alimenta a más de 4.000 familias diarias repartiendo más de 20 toneladas de alimentación e higiene infantil, y a cerca de 100 instituciones entre ellas, Servicios Sociales, Samur social, entre otros”.

Es indignante ver que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el Partido Popular y Ciudadanos, responde con una ingratitud tan colosal a la inmensa labor social hecha por esa Fundación, que ha desempeñado en gran medida la labor que deberían haber hecho los servicios públicos.

Pero más indignante aún es enterarse de que detrás de ese pacto contra la Fundación Madrina está una venganza de la ultraizquierda contra esa entidad, como ha revelado hoy en dicho comunicado.

La venganza de la ultraizquierda que hay tras la retirada de esa subvención

La Fundación Madrina ha recordado lo ocurrido hace tres años, cuando Manuela Carmena era alcaldesa de Madrid y Marta Higueras, hoy concejala tránsfuga de Recupera Madrid, era teniente primero de alcalde de la ciudad:

“estuvo en Fundación Madrina visitando a las madres que atendemos y acogemos en procesos de formación y empleo, y solo tuvo palabras de elogio. Estas palabras se tornaron amenazas en la Navidad de 2018 cuando denunciamos al Samur Social por presionar a una madre “sin techo” a abortar sin que ella quisiera hacerlo, madre que se escapó del Samur y la acogimos en los pisos de acogida”. 

Aquellos hechos fueron dados a conocer por la Cadena COPEReligión en Libertad y Aci Prensa. La mujer en cuestión era una joven inmigrante peruana embarazada que dormía en las calles de Madrid.

La entidad denuncia que Marta Higueras dijo que «iba a destruir la Fundación»

En el citado comunicado, la Fundación Madrina explica lo ocurrido entonces: Marta Higueras nos llamó a la Fundación indicando que «estaba siendo grabada la conversación y que si no retiramos un video denuncia de las redes y nos retractamos, iba a destruir la Fundación con todos los medios que tenía del Ayuntamiento».

Esta conversación pudimos oírla todos los empleados de la Fundación ya que la pusimos en «alta voz». En este sentido, no nos extraña esta fijación con la Fundación por parte de la diputada, y respiramos aliviados cuando perdió las elecciones siguientes. Sin embargo, un juego político en estas Navidades ha hecho resucitar sus amenazas que entendemos las llevará hasta el final, si Dios que lo ve todo no lo impide y a quien pedimos ayuda como «David suplicó para derrotar a Goliat»”. 

Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, ha señalado esto mismo ante los micrófonos de la COPE.

En su nota, la Fundación añade un mensaje hacia la concejala de ultraizquierda: Por cierto, Dña. Marta Higueras, hemos alojado en un «pueblo madrina» a una familia a la que Vd. engañó, la madre de la plataforma anti desahucios le okupó su despacho por horas pidiendo un hogar. Vd. la engañó diciendo que le daría una casa solo para desalojar su despacho, tuvo que realojarla este año Fundación Madrina”.

El Ayuntamiento pidió ayuda a la Fundación al comienzo de la pandemia

La Fundación también ha recordado que en las primeras semanas y meses del confinamiento, y ante la grave situación de desabastecimiento de las familias vulnerables de Madrid, la administración local, es decir el Ayuntamiento de Madrid, solicitó la ayuda de la Fundación Madrina. Era una situación atípica y grandes instituciones no actuaron hasta dos meses después”. 

Ante esta petición de ayuda, se creó un operativo por parte de Fundación Madrina “que contó con más de 2.000 voluntarios y Caja Mágica como centro logístico que se aportó desde el ayuntamiento”.

La Fundación explica así el trabajo que llevó a cabo: En los dos primeros meses del confinamiento por la Pandemia, y antes de que empezaran a actuar el resto de instituciones, se logró alimentar a todas las familias y personas vulnerables de Madrid, así como a toda la población LGTBI, a instituciones de barrio republicanas y a otros sectores marginados y vulnerables como prostitución, trans, entre otros. Porque la Fundación solo ve niños, mujeres y personas o familias en pobreza, no ve siglas ni colores políticos. Los niños no tienen color político y Vds se lo han puesto. Son tan sectarios que ahora los pobres son del Estado, del Ayuntamiento, cuando nunca les han dado nada“.

+ ACTUALIZADO 29.12.2021 5:40h: Cake Minuesa ha publicado en Youtube una entrevista con Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, en la que expone los hechos señalados en el citado comunicado:

Foto: Partido Popular.


El maná de cada día, 29.12.21

diciembre 29, 2021

Día V dentro de la Octava de Navidad

profecia-anciano-simeon
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador.


Antífona de entrada: Juan 3, 16

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Oración colecta

Dios todopoderoso a quien nadie ha visto nunca, tú que has disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, la luz verdadera, míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA: 1 Juan 2, 3-11

Queridos hermanos:

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya.

Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

SALMO 95, 1-2a.2b-3.5b-6

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre.

Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.

El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo.

Aclamación antes del Evangelio: Lucas 2, 32

Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

EVANGELIO: Lucas 2, 22-35

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Antífona de comunión: Lucas 1, 78

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos ha visitado el Sol que nace de lo alto.

En la plenitud de los tiempos
vino la plenitud de la divinidad

San Bernardo. Sermón en la Epifanía del Señor 1, 1-2

Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre. Gracias sean dadas a Dios, que ha hecho abundar en nosotros el consuelo en medio de esta peregrinación, de este destierro, de esta miseria.

Antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, su bondad se hallaba también oculta, aunque ésta ya existía, pues la misericordia del Señor es eterna. ¿Pero cómo, a pesar de ser tan inmensa, iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no se la alcanzaba a ver; por lo que muchos no creían en ella.

Efectivamente, en distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios por lo profetas. Y decía: Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Pero ¿qué podía responder el hombre que sólo experimentaba la aflicción e ignoraba la paz? ¿Hasta cuándo vais a estar diciendo: «Paz, paz», y no hay paz?

A causa de lo cual los mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio? Pero ahora los hombres tendrán que creer a sus propios ojos, y que los testimonios de Dios se han vuelto absolutamente creíbles. Pues para que ni una vista perturbada puede dejar de verlo, puso su tienda al sol.

Pero de lo que se trata ahora no es de la promesa de la paz, sino de su envío; no de la dilatación de su entrega, sino de su realidad; no de su anuncio profético, sino de su presencia. Es como si Dios hubiera vaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco que habría de desfondarse en la pasión, para que se derramara nuestro precio, oculto en él; un saco pequeño, pero lleno.

Ya que un niño se nos ha dado, pero en quien habita toda la plenitud de la divinidad. Ya que, cuando llegó la plenitud del tiempo, hizo también su aparición la plenitud de la divinidad. Vino en carne mortal para que, al presentarse así ante quienes eran carnales, en la aparición de su humanidad se reconociese su bondad.

Porque, cuando se pone de manifiesto la humanidad de Dios, ya no puede mantenerse oculta su bondad. ¿De qué manera podía manifestar mejor su bondad que asumiendo mi carne? La mía, no la de Adán, es decir, no la que Adán tuvo antes del pecado.

¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay más rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa por nosotros? Señor, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Que deduzcan de aquí los hombres lo grande que es el cuidado que Dios tiene de ellos; que se enteren de lo que Dios piensa y sien­te sobre ellos.

No te preguntes, tú, que eres hombre, por qué has sufrido, sino por lo que sufrió él. Deduce de todo lo que sufrió por ti, en cuánto te tasó, y así su bon­dad se te hará evidente por su humanidad. Cuanto más bueno se hizo en su humanidad, tanto más grande se reveló en su bondad; y cuanto más se dejó envilecer por mí, tanto más querido me es ahora. Ha aparecido –dice el Apóstol– la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre.

Grandes y manifiestos son, sin duda, la bondad y el amor de Dios, y gran indicio de bondad reveló quien se preocupó de añadir a la humanidad el nombre Dios.


El regalo de Navidad del Papa Francisco para los esposos de todo el mundo

diciembre 28, 2021

El Papa Francisco saluda a una familia en una audiencia general en el Vaticano. Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

Al concluir el rezo de la oración mariana del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco se dirigió “a los esposos de todo el mundo”, a quienes ofrece un especial regalo de Navidad.

“Hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia, se publica una carta que he escrito pensando en ustedes. Quiere ser mi regalo de Navidad para ustedes esposos: un aliento, un signo de cercanía y también una ocasión de meditación”, dijo el Santo Padre.

El Santo Padre ha escrito una carta en ocasión del Año de la Familia Amoris laetitia, que se celebra del 19 de marzo de 2021 al 26 de junio de 2022, en ocasión de los cinco años de la exhortación apostólica postinodal que publicó en 2016 .

Al concluir el Año de la Familia Amoris laetitia, se celebrará en Roma el Encuentro Mundial de las Familias, un evento que el Papa invita a preparar “especialmente con la oración, y a vivirlo en sus diócesis, junto a otras familias”.

En su carta publicada hoy, el Papa Francisco reflexiona sobre varios temas que atañen de cerca a la familia, especialmente en estos tiempos de pandemia.

“Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar”, escribe Francisco.

Que el cansancio no les ganeque la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga”, alienta.

Para poder lidiar con este desafío, dice el Papa, es necesario el ejercicio de la caridad como en la Sagrada Familia. “De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas”.

“Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: ‘permiso, gracias, perdón’. Y cuando surja algún conflicto, ‘nunca terminar el día en familia sin hacer las paces’”.

El Papa anima a no avergonzarse “de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes”.

A los matrimonios que han pasado por la ruptura, el Papa los anima a “buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones”.

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él”.

Cristo ‘habita’ en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca”.

El Papa también alienta a los jóvenes que se preparan para el matrimonio y reconoce los desafíos que deben afrontar.

“Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la ‘valentía creativa’ que tuvo San José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él”.

“Cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que ‘a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener’”.

El Papa Francisco pide a estos jóvenes que “no duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando”.

Tras enviar un saludo especial a los abuelos, el Papa hace votos para que los esposos, con el ejemplo de San José y Santa María, “vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!”.

“Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y ‘en la fracción del pan’. Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes”, concluye el Papa Francisco.

https://www.aciprensa.com/noticias/el-regalo-de-navidad-del-papa-francisco-para-los-esposos-de-todo-el-mundo-93642?fbclid=IwAR29XvrNY520aBHnC0hUOPEzXHdy81Utid6Z2J2kVpxnNV4ZVxzBEH3rAyM


El maná de cada día, 28.12.21

diciembre 28, 2021

Los Santos Inocentes

santos inocentes 1
Quienes ofrecen su dolor son corredentores con Cristo.


Antífona de entrada

Los niños inocentes murieron por Cristo, son el cortejo del Cordero sin mancha, a quien alaban diciendo: Gloria a ti, Señor.

Oración colecta

Los mártires Inocentes proclaman tu gloria en este día, Señor, no de palabra, sino con su muerte; concédenos, por su intercesión, testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos de palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: 1 Juan 1, 5–2,2

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras.

Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

SALMO 123, 2-3.4-5.7b-8

Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.

La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

ALELUYA

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el blanco ejército de los mártires.

EVANGELIO: Mateo 2, 13-18

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»

José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.

Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Antífona de comunión: Apocalipsis 14, 4

Ellos son los rescatados como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero; ellos son el cortejo del Cordero adondequiera que vaya.


EL MARTIRIO «NECESARIO» DE LOS SANTOS INOCENTES

Herodes rechazó la visita de Dios

Vino a los suyos, a su propia casa…


La Navidad junto con la Pascua constituyen el centro de nuestra fe. La Navidad, el comienzo; y la Pascua, la culminación.

En la Navidad, la Iglesia rebosa de gozo y admiración ante la manifestación plena de los designios divinos, guardados en la intimidad de la familia divina durante toda la eternidad.

Es un acontecimiento que sobrecoge totalmente a la criatura, al sentirse y verse anegada por el Amor de Dios.

El Creador se desposa con la criatura. Dios se hace hombre para que éste llegue a ser Dios. Se trata de un “admirable intercambio”, algo totalmente impensable para la mente del hombre.

Por eso la Iglesia exulta de gozo, canta y danza para su Señor: como una novia se viste de fiesta y se adorna con sus joyas. Y celebra este desposorio en “el día que hizo el Señor”, prolongado por el espacio de una octava. ¡Qué menos! También la Pascua tiene su octava.

La Navidad permite al creyente renovar su amor al Señor desde lo más profundo de su ser. La contemplación de la pequeñez del Niño de Belén y la ternura de María y de José no pueden menos de avivar las ascuas del primer amor en cada creyente. Dios mismo por su Palabra invita a la Iglesia entera a despojarse del velo de tristeza y a vestirse de fiesta.

Todos los hombres y la creación entera deben saltar de júbilo y felicidad ante la maravillosa aparición del amor de Dios: algo que ni ojo vio, ni oído escuchó ni pudo imaginar jamás mente humana. Por si hacía falta, el Padre Dios acredita a su Hijo de manera inapelable: Y se oye la voz del Padre que grita: “Tratadlo bien; escuchadle, es el Maestro, mi hijo querido es”.

Adviento, desear a Dios

Muchos lo recibieron con alegría: Comenzando por su madre la Virgen María, y san José; y siguiendo por Isabel, los ángeles, los pastores, los sabios de Oriente, el anciano Simeón y la profetisa Ana en el templo.

Y una multitud de creyentes de todos los tiempos hasta nuestros días. Algunos dando la vida por él, como los Niños Inocentes, o como testigos suyos hasta derramar su sangre como san Esteban protomártir, y tantos y tantos, hasta hoy.

Pero otros, tristemente, rechazaron la visita de Dios y su amistad, comenzando por Herodes y siguiendo por otros contemporáneos suyos hasta llegar a nuestros días. Según el evangelio de Juan, La Palabra de Dios, que era la Vida de los hombres, vino a su propia casa, pues todo fue pensado en ella y por ella realizado.

El Creador visitó a su criatura, pero ésta “no lo reconoció” como su Hacedor. Incomprensiblemente el hombre no se dejó seducir por la ternura y la debilidad de Dios, no se admiró de su humildad, se resistió, y, finalmente no adoró a su Señor. Hasta intentó matarlo. Y al no alcanzarlo, se ensañó con sus testigos. He ahí «la cara trágica» de la Navidad, que también se prolonga hasta nuestros días.

Dios en la persona del Verbo vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. ¿Por qué?

Por las sinrazones del libre albedrío del hombre: porque rehuyeron que sus vidas fueran iluminadas por La Luz; porque temían que sus obras malas fueran descubiertas y reprobadas, al igual que sus mentiras y desnudez; porque estaban ocupados en sus cosas; porque no querían cambiar y menos perder su poder y sus placeres; porque los dominó la pereza y la cobardía, y se hicieron los desentendidos; porque tenían sus riquezas y creían no necesitar de Dios.

En fin, porque pensaron que Dios era su enemigo y temieron perder lo que tenían.

Cuando Herodes escuchó de los sabios de Oriente que había nacido “el rey de los judíos”, se sobresaltó, y toda Jerusalén con él. Tanto le perturbó la noticia que decidió matar al niño anunciado como rey. Pero al sentirse burlado por los sabios, se enfureció mucho y mandó matar a todos los niños de Belén y alrededores que tuvieran menos de dos años.

He aquí cómo la Navidad, la noticia gozosa de la llegada de aquel que trae la Vida al mundo, se convierte en terrible noticia y trágica realidad cuando algunos hombres prefieren seguir en las tinieblas y se niegan a venir a la Luz. Los que no reconocen a su Señor prefieren vivir al margen de Dios menospreciando su invitación y entonces, no sólo se lastiman a sí mismos, sino que necesariamente dañarán también a los demás, aunque sólo en el cuerpo, por más que los masacren.

De esta manera, el Niño de Belén provoca contradictorias reacciones y actitudes radicales entre los hombres. El anciano Simeón, tomando al Niño en sus brazos, dijo a María, su madre: “Mira, este niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón: así quedarán al descubierto las intenciones de todos” (Lc 2, 34-35).

Con esta actitud de rechazo el hombre se autocondena a vivir radicalmente desequilibrado, se daña a sí mismo en el núcleo de su ser: que es su condición de “religado” con Dios su Creador, condición “religiosa”. Consiguientemente, al romper este vínculo sagrado y sustancial, todo queda desordenado y violentado.

Lamentable constatación del autor sagrado: Conoce el burro el pesebre de su señor; el perro distingue la mano de su dueño; pero el hombre no reconoce a su Señor. 

La increencia y el laicismo constituyen, objetivamente considerados, la mayor desgracia del hombre y su mayor empobrecimiento en el orden del ser: que se proyectará de manera negativa en el orden moral y en el orden afectivo y trascendental. Por el contrario, la mayor riqueza del hombre será conocer y adorar a Dios entrando en una relación gozosa con él, comenzada en el tiempo y prolongada en la eternidad.

Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza, y su mayor dignidad y valía radican en la «capacidad de relacionarse con Dios» entrando a su misma familia. El hombre está llamado a ser hijo del Padre Dios, hermano de Cristo y templo del Espíritu Santo. No será más, pero tampoco menos que eso. Así lo determinó Dios porque sí, porque le pareció bien. No nos consultó. No obró buscando de manera egoísta su provecho. Él es amor. Espetarle a Dios que se ha equivocado amándonos demasiado constituye nuestra mayor osadía y «letal» equivocación.

Por el contrario, agradecer ese designio santo es entrar en la vida para siempre. San Agustín lo reconoció agradecido: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en ti”. Lo confesó con humildad y alabó a Dios diciendo “tarde te amé, hermosura, tan antigua y tan nueva, tarde te amé”.

Si no os hacéis como niños…

La liturgia de la Madre Iglesia nos enseña que para llegar a la Navidad hay que pasar por el Adviento. Es decir, por un ejercicio del deseo de Dios. Toda persona en el fondo aspira a Dios y busca a Dios siempre, aunque a tientas.

Ante la increencia, nosotros, como creyentes agradecidos, deberíamos especializarnos en el arte del deseo, primero en nuestra propia casa y después ofreciendo nuestra experiencia al entorno laicista y ateo que nos envuelve.

Podríamos preguntarnos: ¿Qué buscan nuestros coetáneos cuando hacen turismo y viajan a veces de manera compulsiva, cuando juegan la lotería, luchan por el poder en las finanzas y en la política, vibran con el deporte y recurren con avidez a todo género de experiencias placenteras y gratificantes? Quizás han elegido mal el objeto de su satisfacción, buscando la felicidad allá donde no está.

Cuando uno observa cómo muchos hombres de nuestro tiempo, aparentemente al menos, se alejan de Dios y no les interesa conocerlo y menos adorarlo, no puede quedar indiferente.

¿Quedará Dios indiferente ante este fenómeno del ateísmo y del laicismo? ¿Cómo verá Dios nuestro mundo, qué sentirá?

Quizás decepción infinita… pero a la vez compasión infinita, porque, de hecho, cada año, cada Navidad, vuelve a repetir su apuesta por el hombre, y sigue viniendo en debilidad e indefensión. Pongo ante ti, la vida y la muerte, elige la vida y vivirás. ¿Cuál es tu respuesta, cuál está siendo tu respuesta por los hechos de tu vida? “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, recuerda san Agustín.

Es tu oportunidad. Aprovéchala y compra tu felicidad de una vez por todas. ¡Sería tu mejor Navidad, la que no pasaría, la definitiva y feliz! Ánimo, tu Dios te espera. 


Carta del Papa Francisco a los matrimonios por Año de la Familia Amoris Laetitia

diciembre 27, 2021

Imagen referencial. Papa Francisco escribiendo. Foto: Vatican Media

Redacción ACI Prensa – 26 diciembre 2021 – Fiesta de la Sagrada Familia

El Papa Francisco escribió una carta para los matrimonios con ocasión del Año Familia Amoris Laetitia.

En la misiva divulgada y firmada este domingo 26 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, el Santo Padre destacó que “el primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento”.

A continuación, el texto completo de la carta del Papa Francisco:

Queridos esposos y esposas de todo el mundo:

Con ocasión del Año “Familia Amoris laetitia”, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables.

El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que estén experimentando.

Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará (cf. Gn 12,1).

También nosotros hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales.

La relación con Dios nos moldea, nos acompaña y nos moviliza como personas y, en última instancia, nos ayuda a “salir de nuestra tierra”, en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.

Como Abrahán, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. Así, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio.

Las distintas situaciones de la vida: el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno.

Una única vida, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!

Queridos esposos, sepan que sus hijos —y especialmente los jóvenes— los observan con atención y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!» [1].

Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios.

Ciertamente, educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento.

El educador es una persona que “genera” en sentido espiritual y, sobre todo, que “se juega” poniéndose en relación. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. Ellos necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase.

Por otra parte, y como ya he señalado, la conciencia de la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha aumentado. Ustedes tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias.

También los matrimonios deben “primerear” [2] dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los «cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los más débiles, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente» [3].

Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque «la corresponsabilidad en la misión llama […] a los matrimonios y a los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas» [4].

Recuerden que la familia es la «célula básica de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66). El matrimonio es realmente un proyecto de construcción de la «cultura del encuentro» (Carta enc. Fratelli tutti, 216).

Es por ello que las familias tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios.

La vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto -pero seguro por la realidad del sacramento- en un mar a veces agitado. Cuántas veces, como los apóstoles, sienten ganas de decir o, mejor dicho, de gritar: «¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?» (Mc 4,38).

No olvidemos que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar. En otro pasaje del Evangelio, en medio de las dificultades, los discípulos ven que Jesús se acerca en medio de la tormenta y lo reciben en la barca; así también ustedes, cuando la tormenta arrecia, dejen subir a Jesús en su barca, porque cuando subió «donde estaban ellos, […] cesó el viento» (Mc 6,51).

Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podrán verlos desde otra perspectiva.

Sólo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9).

Fue justo en medio de una tormenta que los apóstoles llegaron a conocer la realeza y divinidad de Jesús, y aprendieron a confiar en Él.

A la luz de estos pasajes bíblicos, quisiera aprovechar para reflexionar sobre algunas dificultades oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia.

Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar. Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga.

Recuerden lo que les escribí en Amoris laetitia retomando el himno paulino de la caridad (cf. nn. 90-119). Pidan este don con insistencia a la Sagrada Familia, vuelvan a leer el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones (cf. Rm 8,15; Ga 4,6).

De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas. Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: «permiso, gracias, perdón» [5]. Y cuando surja algún conflicto, «nunca terminar el día en familia sin hacer las paces» [6].

No se avergüencen de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes.

Sin embargo, para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil. Los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que venía sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas también quiero expresarles mi cercanía y mi afecto.

La ruptura de una relación conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepción de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no fáciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible ahorrarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no están juntos. Aun así, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos.

El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 47).

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca. Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la «casa sobre roca» (Mt 7,24).

A este propósito, permítanme que dirija una palabra a los jóvenes que se preparan al matrimonio. Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la “valentía creativa” que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él.

Así también ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que «a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener» (Carta ap. Patris corde, 5).

No duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando.

Antes de despedirme, quiero enviar un saludo especial a los abuelos y las abuelas que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad. La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, «esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor» [7].

Que San José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesaria en este cambio de época que estamos viviendo, y Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la “cultura del encuentro”, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo. Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor.

Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!

Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y «en la fracción del pan» (Hch 2,42).

Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes. Fraternalmente, FRANCISCO

Roma, San Juan de Letrán, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.

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[1] Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con Amoris laetitia?» (9 junio 2021).
[2] Cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24.
[3] Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con Amoris laetitia?» (9 junio 2021).
[4] Ibíd.
[5] Discurso a las familias del mundo con ocasión de su peregrinación a Roma en el Año de la Fe (26 octubre 2013); cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 133.
[6] Catequesis del 13 de mayo de 2015. Cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 104.
[7] Mensaje con ocasión de la I Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores “Yo estoy contigo todos los días” (31 mayo 2021).

https://www.aciprensa.com/noticias/carta-del-papa-francisco-a-los-matrimonios-por-ano-de-la-familia-amoris-laetitia-17949?fbclid=IwAR09fFFquvyulEg0LxVn4kjzbrQtVtNB0s4kSM7Ajgz8nam4-SuJyf8h2mo


El maná de cada día, 27.12.21

diciembre 27, 2021

San Juan. Apóstol y evangelista

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Toda la vida de Juan estuvo centrada en su Señor y Maestro.


Antífona de entrada

Este es el apóstol Juan, que durante la cena reclinó su cabeza en el pecho del Señor. Este es el apóstol que conoció los secretos divinos y difundió la palabra de vida por toda la tierra.

Oración colecta
Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne; concédenos, te rogamos, llegar a comprender y amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: 1 Juan 1, 1-4

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó.

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

SALMO 96, 1-2.5-6.11-12

Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.

Aclamación antes del Evangelio

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles.

EVANGELIO: Juan 20, 2-8

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Notas para la homilía, reflexión y meditación

La fiesta de san Esteban Protomártir celebraba el don del Amor de Dios a la humanidad para elevarla hasta el cielo. La fiesta de san Juan Evangelista focaliza nuestra atención hacia la fe: la actitud más acertada del hombre ante el misterio del Verbo encarnado. Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo aceptaron con fe les dio la posibilidad de hacerse hijos de Dios. La Palabra vino al mundo y dio testimonio de la verdad: los que creen son salvos, los que no creen son excluidos.

La fe es la segunda virtud teologal que, por infusión directa de Dios, nos capacita para conectar vitalmente con la Verdad de la Trinidad. Los que son de la verdad, vienen a mí, dirá Jesús. Y también: nadie viene a mí si el Padre no lo atrae. El Padre Dios quiere que todos se salven y los orienta hacia Jesús para que, gracias a la suave moción del Espíritu, crean de corazón y sean salvos. Pero la fe no es de todos, porque, aunque no se puede merecer, el creyente tiene que poner algo de su parte para entrar en la vida de Dios.

La fe no es de todos, cierto. Y también: solo creerán los que quieran creer, los que se lo jueguen todo. Los que se arriesguen al ridículo, al desprecio, a la persecución… La autorrevelación de Dios no será jamás tan clara y contundente que nos «obligue» a creer, ni tan confusa y equívoca que nos excuse de creer. Entre ambos extremos se sitúan los que «desean creer y optan libre y amorosamente por la fe».

¿Piensas que san Juan y los apóstoles que conocieron a Jesús, que lo oyeron predicar, que convivieron con él, tuvieron menos dificultades que tú para creer? ¿Qué vieron, qué tocaron? ¿Acaso la divinidad, acaso a Cristo resucitado y glorificado? Dice el evangelio que Juan entró al sepulcro, vio y creyó. Una cosa es lo que vio, algo material, las vendas, el sudario, el sepulcro vacío… Y otra lo que creyó. O mejor, vio algo material y creyó en alguien espiritual, cuya realidad estaba y está más allá de lo visto y tocado, con lo que, por cierto, guarda cierta relación: no son dos realidades totalmente dispares y ajenas entre sí. Saltar desde lo visto hasta el Resucitado no es algo absurdo, contradictorio, sino «razonable», no repugna a la razón. Es el «plus» de la fe: que es apertura, benevolencia, amor, influencia del Espíritu que proporciona hasta gusto en las cosas santas…

Otras personas vieron lo mismo que Juan, pero no creyeron en Jesús: adoptaron otra interpretación de los hechos incuestionables, consistente en la suposición de que alguien había robado el cuerpo de Jesús durante la noche…

A la fe en el Resucitado se llega mediante un proceso personal e intransferible que es fruto, a la vez, de la decisión de la persona que quiere creer, y de la acción del Espíritu en el interior de la persona mediante la oración, la reflexión y la relación interpersonal y comunitaria con otras personas que se sitúan en la misma búsqueda… Según el Evangelio, en el grupo de las mujeres es donde se fue gestando la fe en el Resucitado. La peculiar forma de la mujer de sentir la muerte, del apego a la vida, de realizar el duelo, de compartir experiencias íntimas avivadas por el Espíritu… tuvo un papel determinante, si no protagónico, en el origen y desarrollo de la fe en el Resucitado. María Magdalena es la que trasmite esas inquietudes a Pedro y a Juan, y a través de ellos al grupo de los discípulos.

Resulta aleccionador el silencio que se cierne sobre María, la madre de Jesús. Se piensa entre los teólogos que María fue la primera que creyó en la resurrección. Por eso, no se narran apariciones a María de parte del Resucitado. Y en el proceso comunitario de la fe en el Resucitado, ella permanecía junto a los discípulos y acompañaba la acción del el Espíritu en el corazón de la comunidad, integrada por las mujeres que siguieron a Jesús hasta el final y por los apóstoles y discípulos de Jesús.

Antífona de comunión: Juan 1, 14. 16

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. De su plenitud todos hemos recibido.

La misma vida se ha manifestado en la carne

De los tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida. ¿Quién es el que puede tocar con sus manos a la Palabra, si no es porque la Palabra se hizo carne y acam­pó entre nosotros?
Esta Palabra, que se hizo carne, para que pudiera ser tocada con las manos, comenzó siendo carne cuando se­ encarnó en el seno de la Virgen María; pero no en ese momento comenzó a existir la Palabra, porque el mismo san Juan dice que existía desde el principio. Ved cómo concuerdan su carta y su evangelio, en el que hace poco oísteis: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios.

Quizá alguno entienda la expresión «la Palabra de la vida» como referida a la persona de Cristo y no al mismo cuerpo de Cristo, que fue tocado con las manos. Fijaos en lo que sigue: Pues la vida se hizo visible. Así, pues, Cristo es la Palabra de la vida.

¿Y cómo se hizo visible? Existía desde el principio, pero no se había manifestado a los hombres, pero sí a los ángeles, que la contemplaban y se alimentaban de ella, como de su pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales.

Éramos capaces de ver la carne, pero no lo éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra.

Os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó, es decir, se ha manifestado entre nosotros, y, para decirlo aún más claramente, se manifestó en nosotros.

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Que vuestra caridad preste atención: Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor pre­sente en la carne, oyeron las palabras de su boca y lo han anunciado a nosotros. Por tanto, nosotros hemos oído, pero no hemos visto.

Y por ello, ¿somos menos afortunados que aquellos que vieron y oyeron? ¿Y cómo es que añade: Para que estéis unidos con nosotros? Aquéllos vieron, nosotros no; y, sin embargo, estamos en comunión, pues poseemos una misma fe.

En esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa. La alegría completa es la que se encuentra en la misma comunión, la misma caridad, la misma unidad.

Oración

Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar a comprender y a amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo.