El maná de cada día, 31.7.17

julio 31, 2017

Lunes de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

.

Fermentar la masa

Fermentar la masa



PRIMERA LECTURA: Éxodo 32, 15-24. 30-34

En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas.

Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento.»

Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo.»

Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas.

Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado?»

Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: «Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado.» Yo les dije: «Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé»; yo lo eché al fuego, y salió este becerro.»

Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado.»

Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro.»

El Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.»


SALMO 105,19-20.21-22.23

Dad gracias al Señor porque es bueno.

En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba.

Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo.

Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio.


Aclamación antes del Evangelio: Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo -dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.


EVANGELIO: Mateo 13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
.


TRES MEDIDAS DE HARINA

De niño, cuando vivía con sus padres en Nazaret, el Señor disfrutaría mucho viendo a su madre preparar el pan. A veces, incluso, metería las manos en aquel montón de harina, intentando ayudar a su madre en la costosa tarea de preparar la masa. El secreto estaba en aquella minúscula y diminuta levadura que se escondía en el interior y que hacía que, al día siguiente, la mezcla fuera mayor.

Así era también ese Reino de Dios que el Señor intentaba explicar a las gentes, con la misma fuerza misteriosa y oculta de esa levadura que la mujer esconde en tres medidas de harina.

Tú y yo, a veces, nos sentimos más minúsculos y diminutos que esa levadura, incapaces de tener la misma fuerza que ella. Nos sobrepasan situaciones, problemas, preocupaciones, ambientes de pecado, ideologías torcidas y contrarias a Dios, y crece en nosotros, como enorme montón de harina, el desánimo, la desesperanza, el agobio, el miedo al qué dirán, la apatía.

A veces esas tres medidas de harina están en tu ambiente de trabajo, en tu familia, allí donde te topas con situaciones de obstinada incredulidad y de pertinaz alejamiento de Dios. Sin embargo, con ser grande, la fuerza de la levadura siempre será insignificante para explicar cómo es ese poder que esconde en sí el Reino de Dios.

No quieras fermentar por ti mismo toda esa masa de harina que te rodea. No quieras ser tú de esa falsa levadura que pretende cambiar las cosas y las personas sólo por el encanto personal de sus cualidades, habilidades, simpatía, inteligencia, argumentos.

¿Cómo pretendes tú despertar en otros el interrogante de Dios si andas por dentro como ese montón de harina que espera todavía a ser fermentado por la gracia y el poder de Dios?

No pretendas dar lo que no tienes y deja que la oración, el trato con Dios, la gracia de los sacramentos, vaya fermentando en ti para hacerte sabroso pan que sacie a tu alrededor tanta hambre de Dios.

Lañas diarias www.mater-dei.es


.

San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola

31 de julio

San Ignacio de Loyola, Presbítero

Nació el año 1491 en Loyola, en las provincias vascongadas; su vida transcurrió primero entre la corte real y la milicia; luego se convirtió y estudió teología en París, donde se le juntaron los primeros compañeros con los que había de fundar más tarde, en Roma, la Compañía de Jesús.

Ejerció un fecundo apostolado con sus escritos y con la formación de discípulos, que habían de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia. Murió en Roma el año 1556.

EXAMINAD SI LOS ESPÍRITUS PROVIENEN DE DIOS

De los Hechos de san Ignacio recibidos por Luis Gonçalves de Cámara de labios del mismo santo

Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando se sintió restablecido, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado Vida de Cristo y otro que te por título Flos sanctórum, escritos en su lengua materna.

Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior.

Pero, entretanto, iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo:
«¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?»

Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.

Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer; pero cuando, hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el contrario, cuando pensaba en la posibilidad de imitar las austeridades de los santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales pensamientos lo dejaban lleno de alegría.

De esta diferencia él no se daba cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se le abrieron los ojos del alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo, que, mientras una clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio, alegre.

Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios. Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya le ayudó mucho a comprender lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría luego a los suyos.

Oración

Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.


El maná de cada día, 30.7.17

julio 29, 2017

Domingo XVII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

.

Al encontrar la perla de gran valor, vende todo lo que tiene y la compra

Al encontrar la perla de gran valor, vende todo lo que tiene y la compra



Antífona de Entrada: Sal 67, 6-7. 36

Dios vive en su santa morada. Dios que prepara casa a los desvalidos, da fuerza y poder a su pueblo.


Oración colecta

Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin tí nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


PRIMERA LECTURA: 1 Reyes 3, 5. 7-12

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que quieras.»

Respondió Salomón: «Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable.

Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?»

Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: «Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.»

SALMO 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-130

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Mi porción es el Señor; he resuelto guardar tus palabras. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.

Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad.

Yo amo tus mandatos más que el oro purísimo; por eso aprecio tus decretos y detesto el camino de la mentira.

Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes.


SEGUNDA LECTURA: Romanos 8, 28-30

Hermanos:

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.

A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos.

A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.


Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25

Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla.


EVANGELIO: Mateo 13, 44-52

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos le contestaron: «Sí.»

Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»


Antífona de la comunión: Sal 102, 2

Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus muchos beneficios.


.
.



.

EL TESORO ESCONDIDO Y LA PERLA PRECIOSA

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

¿Qué quería decir Jesús con las dos parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa? Más o menos esto: ha sonado la hora decisiva de la historia. ¡Ha llegado a la tierra el Reino de Dios! En concreto, se trata de Él, de su venida a la tierra.

El tesoro escondido, la perla preciosa no es otra cosa que el mismo Jesús. Es como si Jesús con esas parábolas quisiera decir: la salvación os ha llegado gratuitamente, por iniciativa de Dios, tomad la decisión, aprovechad la oportunidad, no dejéis que se os escape. Es el tiempo de la decisión.

Me viene a la mente lo que sucedió el día en el que acabó la segunda guerra mundial. En la ciudad, los partisanos y los aliados abrieron los almacenes de provisiones que había dejado el ejército alemán al retirarse.

En un instante, la noticia llegó a los pueblos del campo y todos corrieron a toda velocidad para llevarse todas esas maravillas: alguno regresó a casa lleno de mantas, otro con cestas de alimentos.

Creo que Jesús, con esas dos parábolas, quería crear un clima así. Quería decir: ¡Corred mientras estáis a tiempo! Hay un tesoro que os espera gratuitamente, una perla preciosa. No os perdáis la oportunidad.

Sólo que, en el caso de Jesús, lo que está en juego es infinitamente más serio. Se juega el todo por el todo. El Reino es lo único que puede salvar del riesgo supremo de la vida, que es el de perder el motivo por el que estamos en este mundo.

Vivimos en una sociedad que vive de seguridades. La gente se asegura contra todo. En ciertas naciones, se ha convertido en una especie de manía. Se hacen seguros incluso contra el riesgo de mal tiempo durante vacaciones.

Entre todos, el seguro más importante y frecuente es el de la vida. Pero, reflexionemos un momento, ¿de qué sirve este seguro y de qué nos asegura? ¿Contra la muerte? ¡Claro que no! Asegura que, en caso de muerte, alguien reciba una indemnización.

El reino de los cielos es también un seguro de vida y contra la muerte, pero una seguro real, que beneficia no sólo al que se queda, sino también a quien se va, al que muere. «Quien cree en mí, aunque muera, vivirá», dice Jesús.

De este modo se entiende también la exigencia radical que plantea un «negocio» como éste: vender todo, dejarlo todo. En otras palabras, estar dispuesto, si es necesario, a cualquier sacrificio. Pero no para pagar el precio del tesoro y de la perla, que por definición no tienen «precio», sino para ser dignos de ellos.

En cada una de las dos parábolas hay en realidad dos actores: uno evidente, que va, vende, compra, y otro escondido, dado por supuesto.

El autor que es dado por supuesto es el viejo propietario que no se da cuenta de que en su campo hay un tesoro y lo malvende al primero que se lo pide; es el hombre o la mujer que poseía la perla preciosa, no se da cuenta de su valor y la cede al primer mercante que pasa, quizá por una colección de perlas falsas. ¿Cómo no ver en esto una advertencia que se nos dirige a quienes malvendemos nuestra fe y nuestra herencia cristiana?

Ahora bien, en la parábola no se dice que «un hombre vendió todo lo que tenía y se puso a buscar un tesoro escondido». Sabemos cómo terminan las historias que comienzan así: uno pierde lo que tenía y no encuentra ningún tesoro.

Historias de soñadores, visionarios. No, un hombre encontró un tesoro y por esto vendió todo lo que tenía para comprarlo. Es necesario, en pocas palabras, haber encontrado el tesoro para tener la fuerza y la alegría de venderlo todo.

Dejando a un lado la parábola: hay que encontrar antes a Jesús, encontrarlo de una manera personal, nueva, convencida. Descubrirle como su amigo y salvador. Después será un juego de niños venderlo todo. Es algo que se hará «llenos de alegría», como el campesino del que habla el Evangelio.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]

http://www.homiletica.org



El maná de cada día, 29.7.17

julio 29, 2017

Sábado de la 16ª semana del Tiempo Ordinario

Santa Marta

Santa Marta

Santa Marta


Antífona de entrada: Lc 10, 38

Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.


Oración colecta

Dios todopoderoso, tu Hijo aceptó la hospitalidad de santa Marta y se albergó en su casa; concédenos, por intercesión de esta santa mujer, servir fielmente a Cristo en nuestros hermanos y ser recibidos, como premio, en tu casa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Éxodo 24, 3-8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime: «Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor».

Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificios de comunión.

Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos».

Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras».


SALMO 98, 5. 6. 7. 9

Santo eres, Señor, Dios nuestro.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía.

Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios.


ALELUYA: Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo -dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.



EVANGELIO: Juan 11, 19-27

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»

Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»

Ella le contestó: «Si, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»


Antífona de comunión: Jn 11, 27

Marta dijo a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.



.
29 de julio
Santa Marta

Era hermana de María y de Lázaro; cuando hospedó al Señor en su casa de Betania, se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.


Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa
De los sermones de san Agustín, obispo

Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender.

Tender, porque somos todavía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de su posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia ella, porque sólo así podremos un día llegar a término.

Marta y María eran dos hermanas, unidas no sólo por su parentesco de sangre, sino también por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor, ambas le servían durante su vida mortal con idéntico fervor.

Marta lo hospedó, como se acostumbra a hospedar a un peregrino cualquiera. Pero, en este caso, era una sirvienta que hospedaba a su Señor, una enferma al Salvador, una criatura al Creador. Le dio hospedaje para alimentar corporalmente a aquel que la había de alimentar con su Espíritu.

Porque el Señor quiso tomar la condición de esclavo para así ser alimentado por los esclavos, y ello no por la necesidad, sino por condescendencia, ya que fue realmente una condescendencia el permitir ser alimentado. Su condición humana lo hacía capaz de sentir hambre y sed.

Así, pues, el Señor fue recibido en calidad de huésped, él, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos y convirtiéndolos en coherederos.

Pero que nadie de vosotros diga: «Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa». No te sepa mal, no te quejes por haber nacido en un tiempo en que ya no puedes ver al Señor en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

Por lo demás, tú, Marta –dicho sea con tu venia, y bendita seas por tus buenos servicios–, buscas el descanso como recompensa de tu trabajo. Ahora estás ocupada en los mil detalles de tu servicio, quieres alimentar unos cuerpos que son mortales, aunque ciertamente son de santos; pero ¿por ventura, cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar, hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?

Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí alcanzará su plenitud y perfección lo que aquí ha elegido María, la que recogía las migajas de la mesa opulenta de la palabra del Señor. ¿Quieres saber lo que allí ocurrirá? Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

.


El maná de cada día, 28.7.17

julio 28, 2017

Viernes de la 16ª semana del Tiempo Ordinario

.

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo

La ley del Señor es perfecta



PRIMERA LECTURA: Éxodo 20, 1-17

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras:

«Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra.

No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.

No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificado.

Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades.

Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No robarás.

No darás testimonio falso contra tu prójimo.

No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.»



SALMO 18, 8. 9. 10. 11

Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila.


ALELUYA: 8, 15

Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto.


EVANGELIO: Mateo 13, 18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril.

Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»


.

La unidad del Decálogo y la ley natural
Catecismo de la Iglesia Católica (2069-2071)

El Decálogo forma un todo indisociable. Cada una de las “diez palabras” remite a cada una de las demás y al conjunto; se condicionan recíprocamente. Las dos tablas se iluminan mutuamente; forman una unidad orgánica. Transgredir un mandamiento es quebrantar todos los otros (cf St 2, 10-11). No se puede honrar a otro sin bendecir a Dios su Creador. No se podría adorar a Dios sin amar a todos los hombres, que son sus creaturas. El Decálogo unifica la vida teologal y la vida social del hombre.

Los diez mandamientos pertenecen a la revelación de Dios. Nos enseñan al mismo tiempo la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana. El Decálogo contiene una expresión privilegiada de la “ley natural”:

«Desde el comienzo, Dios había puesto en el corazón de los hombres los preceptos de la ley natural. Primeramente se contentó con recordárselos. Esto fue el Decálogo, el cual, si alguien no lo guarda, no tendrá la salvación, y no les exigió nada más» (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 15, 1).

Aunque accesibles a la sola razón, los preceptos del Decálogo han sido revelados. Para alcanzar un conocimiento completo y cierto de las exigencias de la ley natural, la humanidad pecadora necesitaba esta revelación:

«En el estado de pecado, una explicación plena de los mandamientos del Decálogo resultó necesaria a causa del oscurecimiento de la luz de la razón y de la desviación de la voluntad» (San Buenaventura, In quattuor libros Sententiarum, 3, 37, 1, 3).

Conocemos los mandamientos de la ley de Dios por la revelación divina que nos es propuesta en la Iglesia, y por la voz de la con ciencia moral.


El maná de cada día, 27.7.17

julio 27, 2017

Jueves de la 16ª semana del Tiempo Ordinario

.

a_las_orillas_del_lago__wallpaper_480x300

A través de lo cotidiano, Dios nos indica el fundamento de todas las cosas



PRIMERA LECTURA: Éxodo 19, 1-2. 9-11. 16-20

Aquel día, a los tres meses de haber salido de Egipto, los israelitas, que habían partido de Refidim, llegaron al desierto de Sinab y acamparon frente al monte.

Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo y tenga siempre fe en ti”.

Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo le había dicho.

Y el Señor le dijo: “Vuelve a donde está el pueblo y ordénales que se purifiquen hoy y mañana; que laven su ropa y estén preparados para pasado mañana, pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo”.

Al rayar el alba del tercer día, hubo truenos y relámpagos; una densa nube cubrió el monte y se escuchó un fragoroso resonar de trompetas. Esto hizo temblar al pueblo, que estaba en el campamento.

Moisés hizo salir al pueblo para ir al encuentro de Dios, pero la gente se detuvo al pie del monte.

Todo el monte Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en medio del fuego. Salía humo como de un horno y todo el monte retemblaba con violencia. El sonido de las trompetas se hacía cada vez más fuerte.

Moisés hablaba y Dios le respondía con truenos.

El Señor bajó a la cumbre del monte y le dijo a Moisés que subiera.

SALMO: Daniel 3

Bendito seas, Señor, santo y glorioso.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padre. Bendito sea tu nombre santo y glorioso.

Bendito seas en el templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino.

Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo.

ALELUYA: Mt 11, 25

Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.

EVANGELIO: Mateo 13, 10-17

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?”.

Él les respondió:

“A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.

En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón, porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

Pero dichosos ustedes porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.


.

Corazón maestro de Cristo, ruega por nosotros

Todos te llamaban y te reconocían como Maestro, por la autoridad de tu vida y de tus palabras. Todos, menos los fariseos y escribas, letrados de la Ley, que sólo entendían de una autoridad y de una enseñanza centradas en la autosuficiencia de su propio poder.

Tu sabiduría desconcertaba a los sabios de este mundo y, en cambio, fascinaba y atraía irresistiblemente a las gentes sencillas. Al calor de tu intimidad explicabas a tus Apóstoles las cosas del Reino, preparándoles así para vivir y enseñar a otros esa sabiduría de la Cruz que, durante la pasión, les hizo huir llenos de miedo.

Cada instante de tu vida es una lección, que me enseña a poner el corazón en lo esencial. Tu ocultamiento en el seno virginal de María, tu trabajo y pobreza de Nazaret, tu entrega apostólica a todos los que te buscaban, tu obediencia extrema y delicada al Padre, tu humillación y ofrenda en la Cruz, ese olvidado silencio de tu oración en tantos y tantos sagrarios… ¿no me enseñan, quizá, cómo debe ser el seguimiento de cualquiera que quiera llamarse discípulo tuyo?

Corazón Maestro de Cristo, que me llamas a esa íntima identificación con tus sentimientos y actitudes, no dejes que abandone esa escuela de amor que es tu Evangelio, ni que huya de tus huellas cuando el camino del seguimiento se vuelva arduo y penoso.

Sólo se penetra en lo más profundo de tu sabiduría, cuando el alma se deja despojar y liberar de todo lo que el mundo, los hombres, consideran como valioso y permanente.

Los que se creen sabios, según los parámetros de la opinión del mundo, creen que, con su propia mentira y error, pueden comprar su salvación. Mejor pasar ante ellos por ignorante, inútil, inservible o secundón, que perder esa riqueza interior, de quien se sabe pobre e ignorante al estilo de Dios. En Él, sólo en Él, está el verdadero saber, la ciencia de la Cruz.

http://www.mater-dei.es


El maná de cada día, 26.7.17

julio 26, 2017

Miércoles de la 16ª semana de Tiempo Ordinario

.

8565722162_96199bca25

El Señor les dio pan del cielo



PRIMERA LECTURA: Éxodo 16, 1-5. 9-15

Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinal, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.

La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.»

El Señor dijo a Moisés: – «Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. El día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recogen a diario.»

Moisés dijo a Aarón: «Di a la comunidad de los israelitas: «Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones.»»

Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.

El Señor dijo a Moisés: «He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: «Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.»»

Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha.

Al verlo, los israelitas se dijeron: «¿Qué es esto?»

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: -«Es el pan que el Señor os da de comer.»


SALMO 77, 18-19. 23-24. 25-26. 27-28

El Señor les dio pan del cielo.

Tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo una comida a su gusto; hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios preparar una mesa en el desierto?»

Pero dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, les dio un trigo celeste.

Y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura.

Hizo soplar desde el cielo el levante, y dirigió con su fuerza el viento sur.

Hizo llover carne como una polvareda, y volátiles como arena del mar; los hizo caer en mitad del campamento, alrededor de sus tiendas.


Aclamación antes del Evangelio

La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; quien lo encuentra vive para siempre.


EVANGELIO: Mateo 13, 1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.

Les habló mucho rato en parábolas:

«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

.

Hoy, como nunca, resalto la fuerza del MANÁ que Dios, siempre providente, ofrece a todo peregrino de la fe camino hacia la Vida Eterna que está dentro de nuestros corazones. Buscad primero el Reino y todo lo demás se os dará por añadidura. Gracias, Señor: Toda mi vida te bendeciré, y alzaré las manos invocándote. Aleluya.


.
26 de julio
San Joaquín y Santa Ana
Padres de la Virgen María

Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye estos nombres a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.

vitral-maria-san-joaquin-santa-ana


Por sus frutos los conoceréis
De los sermones de san Juan Damasceno, obispo

Ya que estaba determinado que la Virgen Madre de Dios nacería de Ana, la naturaleza no se atrevió a adelantarse al germen de la gracia, sino que esperó a dar su fruto hasta que la gracia hubo dado el suyo. Convenía, en efecto, que naciese como primogénita aquella de la había de nacer el primogénito de toda la creación, en el cual todo se mantiene.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana! Toda la creación os está obligada, ya que por vosotros ofreció al Creador el más excelente de todos los dones, a saber, aquella madre casta, la única digna del Creador.

Alégrate, Ana, la estéril, que no dabas a luz, cantar de júbilo, la que no tenías dolores. Salta de gozo, Joaquín, porque de tu hija un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y será llamado: «Ángel del gran de designio» de la salvación universal, «Dios guerrero». Este niño es Dios.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana, totalmente inmaculados! Sois conocidos por el fruto de vuestro vientre, tal como dice el Señor: Por sus frutos los conoceréis. Vosotros os esforzasteis en vivir siempre de una manera agradable a Dios y digna de aquella que tuvo en vosotros su origen. Con vuestra conducta casta y santa, ofrecisteis al mundo la joya de la virginidad, aquella que había de permanecer virgen antes del parto en el parto y después del parto; aquella que, de un modo único y excepcional, cultivaría siempre la virginidad en su mente, en su alma y en su cuerpo.

¡Oh castísimos esposos Joaquín y Ana! Vosotros, guardando la castidad prescrita por la ley natural, conseguisteis, por la gracia de Dios, un fruto superior a la ley natural, ya que engendrasteis para el mundo a la que fue madre de Dios sin conocer varón. Vosotros, comportándoos en vuestras relaciones humanas de un modo piadoso y santo, engendrasteis una hija superior a los ángeles, que es ahora la reina de los ángeles. ¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija de Adán y madre de Dios! ¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los que saliste! ¡Bienaventurados los brazos que te llevaron, los labios que tuvieron el privilegio de besarte castamente, es decir, únicamente los de tus padres, para que siempre y en todo guardaras intacta tu virginidad!

Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Alzad fuerte la voz, alzadla, no temáis.

Oración

Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo.


El maná de cada día, 25.7.17

julio 25, 2017

Santiago Apóstol, patrono de España

.

Santiago, apóstol

Santiago El Mayor, apóstol



Antífona de entrada: Mt 4, 18. 21; Mc 3, 17

Pasando Jesús junto al lago de Galilea vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban repasando las redes, y los llamó, y les dio el sobrenombre de Boanerges, que significa Los Truenos.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, que consagraste los primeros trabajos de los apóstoles con la sangre de Santiago, haz que, por su martirio, sea fortalecida tu Iglesia y, por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Hechos de los apóstoles 4, 33; 5, 12.27-33; 12,2

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»

Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»

Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.


SALMO 66

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.


SEGUNDA LECTURA: 2 Corintios 4, 7-15

Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros.

Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.


Aclamación antes del Evangelio

Astro brillante de España, Apóstol Santiago, tu cuerpo descansa en la paz; tu gloria pervive entre nosotros.



EVANGELIO: Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»

Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»

Contestaron: «Lo somos.»

Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»


Antífona de la comunión: Mt 20, 22-23

Bebió el cáliz del Señor y se hizo amigo de Dios.
.

FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL, PATRONO DE ESPAÑA

SOLEMNIDAD

Nació en Betsaida; era hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Juan. Estuvo presente en los principales milagros obrados por el Señor. Fue muerto por el rey Herodes alrededor del año 42.

Desde la antigüedad está muy difundida la persuasión de que Santiago había predicado el Evangelio en los confines de Occidente.

Después de la invasión mahometana, el apóstol Santiago aparece venerado como cabeza refulgente de España y patrono de sus reinos cristianos. Éstos proclaman en los siglos siguientes su gratitud por la protección del Apóstol en la defensa de la fe y de la independencia de la patria y por su asistencia en la acción misionera que contribuyó a propagar la Iglesia por todo el mundo.

Su sepulcro en Compostela, a semejanza del sepulcro vacío del Señor en Jerusalén y de la tumba de san Pedro en Roma, atrae, hasta nuestros días, a innumerables peregrinos de toda la cristiandad. Los papas han concedido a su santuario un jubileo frecuente y otras gracias extraordinarias.

.

PRECES DE LAUDES

Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque, por medio del apóstol Santiago, nos ha llamado al conocimiento de su verdad, y supliquémosle, diciendo: Salva, Señor, a nuestro pueblo.

Te alabamos, Señor, porque, por medio de los apóstoles, iluminas nuestra vida con tu Evangelio; haznos siempre dóciles a este mensaje.

Te alabamos, Señor, porque has querido que el mensaje apostólico llegase hasta nuestra patria; haz que España siempre sea fiel a la doctrina recibida de tus enviados.

Te alabamos, Señor, porque, por medio de los obispos, continúas la presencia apostólica entre nosotros; haz que nuestros obispos sean totalmente fieles a su misión de servir tu palabra.

Te alabamos, Señor, porque has querido que la predicación apostólica arraigara en nuestro suelo patrio; haz que en España esta fe se dilate y se purifique sin cesar.

.

.

PARTÍCIPES DE LA PASIÓN DE CRISTO

De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo,
sobre el evangelio de San Mateo

Los hijos de Zebedeo apremian a Cristo, diciéndole: Ordena que se siente uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. ¿Qué les responde el Señor? Para hacerles ver que lo que piden no tiene nada de espiritual y que, si hubieran sabido lo que pedían, nunca se hubieran atrevido a hacerlo, les dice: No sabéis lo que pedís, es decir: «No sabéis cuán grande, cuán admirable, cuán superior a los mismos coros celestiales es esto que pedís».

Luego añade: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Es como si les dijera: «Vosotros me habláis de honores y de coronas, pero yo os hablo de luchas y fatigas. Éste no es tiempo de premios, ni es ahora cuando se ha de manifestar mi gloria; la vida presente es tiempo de muertes, de guerra y de peligros».

Pero fijémonos cómo la manera de interrogar del Señor equivale a una exhortación y a un aliciente. No dice: «¿Podéis soportar la muerte? ¿Sois capaces de derramar vuestra sangre?», sino que sus palabras son: ¿Sois capaces de beber el cáliz? Y, para animarlos a ello, añade: Que yo he de beber; de este modo, la consideración de que se trata del mismo cáliz que ha de beber el Señor había de estimularlos a una respuesta más generosa.

Y a su pasión le da el nombre de «bautismo», para significar, con ello, que sus sufrimientos habían de ser causa de una gran purificación para todo el mundo. Ellos responden: Lo somos. El fervor de su espíritu les hace dar esta respuesta espontánea, sin saber bien lo que prometen, pero con la esperanza de que de este modo alcanzarán lo que desean.

¿Qué les dice entonces el Señor? El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizarán con el bautismo con que yo me voy a bautizar. Grandes son los bienes que les anuncia, esto es: «Seréis dignos del martirio y sufriréis lo mismo que yo, vuestra vida acabará con una muerte violenta, y así seréis partícipes de mi pasión. Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Después que ha levantado sus ánimos y ha provocado su magnanimidad, después que los ha hecho capaces de superar el sufrimiento, entonces es cuando corrige su petición.

Los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Ya veis cuán imperfectos eran todos, tanto aquellos que pretendían una precedencia sobre los otros diez, como también los otros diez que envidiaban a sus dos colegas. Pero –como ya dije en otro lugar– si nos fijamos en su conducta posterior, observamos que están ya libres de esta clase de aspiraciones. El mismo Juan, uno de los protagonistas de este episodio, cede siempre el primer lugar a Pedro, tanto en la predicación como en la realización de los milagros, como leemos en los Hechos de los apóstoles.

En cuanto a Santiago, no vivió por mucho tiempo; ya desde el principio se dejó llevar de su gran vehemencia y, dejando a un lado toda aspiración humana, obtuvo bien pronto la gloria inefable del martirio (Homilía 65, 2-4: PG 58, 619-622).


Santiago El Mayor, el apóstol que bebió el cáliz del Señor

Desanimado debió encontrarse el Apóstol Santiago en la ribera del Ebro cuando empezó su evangelización. Según la tradición, llegado de tierras tarraconenses, anunció a Jesucristo a un grupo de lugareños, rudos y de difícil trato, en la zona de Cesaraugusta, la actual Zaragoza. Dejándose llevar del desánimo, quiso abandonar ese lugar y fue entonces cuando la Virgen se le apareció en carne mortal para animarle a seguir anunciando el Evangelio.

Es consolador y tremendamente eficaz el papel de la Virgen junto a los apóstoles de su Hijo. Con su oración, su mediación y su ánimo, empapó de gracias a aquellos que, en nombre de Jesucristo, dieron la vida por ser testigos de la Verdad. Santiago el Mayor, hermano de Juan, llamados «hijos del Trueno», llevaron hasta su fiel cumplimiento esa promesa que hicieron a Jesús: “Seremos capaces de beber el cáliz que tú has de beber”. De hecho, al volver de Hispania, Santiago fue inmediatamente ajusticiado en Jerusalén.

Santiago el Mayor llevó la fe de Cristo hasta lo que entonces era el fin del mundo, Finisterre, la actual Galicia. Y esa misma tradición nos dice que, una vez decapitado en Jerusalén, sus discípulos devolvieron su cuerpo a ese último lugar de la tierra que evangelizó, Compostela (“Campo de Estrellas”), donde reposan ahora sus restos.

Es el premio de los que aman el deseo de anunciar a Dios, tal y como pidió Cristo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Pedimos al Apóstol, patrono de España, que vivamos también con generosidad, sin miedos y sin respetos humanos, nuestro apostolado, allí donde nos toca estar: nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros amigos… Dios siempre bendice al “siervo bueno y fiel”, y nos conducirá a su gloria para siempre.

Lañas diarias www.mater-dei.es


El maná de cada día, 24.7.17

julio 24, 2017

Lunes de la 16ª semana del Tiempo Ordinario

.

Señor, danos un corazón limpio para verte en medio de nuestros días y de nuestros quehaceres

Señor, danos un corazón limpio para verte en medio de nuestros días y de nuestros quehaceres



PRIMERA LECTURA: Éxodo 14, 5-18

En aquellos días, cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el Faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo, y se dijeron: «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas.»

Hizo preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales.

El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos salían triunfantes. Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fehirot, frente a Baal Safón.

Se acercaba el Faraón, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos y, muertos de miedo, gritaron al Señor.

Y dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto; ¿qué es lo que nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: “Déjanos en paz, y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto”?»

Moisés respondió al pueblo: «No tengáis miedo; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio.»

El Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.


SALMO: Exodo 15, 1-6

Cantaré al Señor, sublime es su victoria.

Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

El Señor es un guerrero, su nombre es «El Señor». Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.

Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.


ALELUYA: Sal 94, 8ab

No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.


EVANGELIO: Mateo 12, 38-42

En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo.»

Él les contestó:

«Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.

Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»


.

LA FE Y LOS MILAGROS
P. Francisco Fernández Carvajal

Necesidad de buenas disposiciones para recibir el mensaje de Jesús.

Leemos en el Evangelio de la Misa (1) que se acercaron a Jesús algunos escribas y fariseos para pedirle un nuevo milagro que definitivamente les mostrase que Él era el Mesías esperado; querían que Jesús confirmara con espectáculo lo que predicaba con sencillez. Pero el Señor les contesta anunciando el misterio de su muerte y de su Resurrección, sirviéndose de la figura de Jonás: no se dará otro prodigio que el del Profeta Jonás.

Con estas palabras muestra que su Resurrección gloriosa al tercer día (tantos cuantos estuvo el Profeta en el vientre de la ballena) es la prueba decisiva del carácter divino de su Persona, de su misión y de su doctrina (2).

Jonás fue enviado a la ciudad de Nínive, y sus habitantes hicieron penitencia por la predicación del Profeta (3). Jerusalén, sin embargo, no quiere reconocer a Jesús, de quien Jonás era sólo figura e imagen. También nos dice Jesús cómo la reina del mediodía, la reina de Saba, visitó a Salomón (4) y quedó maravillada de la sabiduría que Dios había infundido al rey de Israel.

Jesús está prefigurado también en Salomón, en quien la tradición veía al hombre sabio por excelencia. El reproche de Jesús cobra más fuerza con el ejemplo de estos paganos convertidos, y termina diciendo: aquí hay algo más que Jonás… aquí hay algo más que Salomón.

Ese algo más en realidad es infinitamente más, pero Jesús, quizá pensando en sí mismo y con una cariñosa ironía, prefiere suavizar esa inconmensurable diferencia entre Él y los que lo habían prefigurado, que eran como sombra y signo del que había de venir (5).

Jesús no hará en esta ocasión más milagros y no dará más señales. No están dispuestos a creer, y no creerán por muchas palabras que les hable y por muchas señales que les muestre. A pesar del valor apologético que tienen los milagros, si no hay buenas disposiciones, hasta los mayores prodigios pueden ser mal interpretados.

Lo que se recibe, ad modum recipientis recipitur: las cosas que se reciben toman la forma del recipiente que las contiene, reza el viejo adagio.

San Juan nos dice en su Evangelio que algunos, aunque habían visto muchos milagros, no creían en Él (6). El milagro es sólo una ayuda a la razón humana para creer, pero si faltan buenas disposiciones, si la mente se llena de prejuicios, sólo verá oscuridad, aunque tenga delante la más clara de las luces.

Nosotros pedimos a Jesús en esta oración que nos dé un corazón bueno para verle a Él en medio de nuestros días y de nuestros quehaceres, y una mente sin prejuicios para comprender a nuestros hermanos los hombres, para jamás juzgar mal de ninguno de ellos.

(1) Mt 12, 38-42.- (2) Cfr. SAGRADA BIBLIA, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, in loc.- (3) Jon 3, 6-9.- (4) 1 Rey 10, 1-10.- (5) Cfr. SAGRADA BIBLIA, ibídem.- (6) Jn 12, 37.



http://www.homiletica.org


El maná de cada día, 23.7.17

julio 22, 2017

Domingo XVI del Tiempo Ordinario, Ciclo A

.

Dejadlos crecer juntos hasta la siega

Dejadlos crecer juntos hasta la siega



Antífona de Entrada: Sal 53, 6. 8

Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre, que es bueno.


Oración colecta

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Sabiduría 12, 13. 16-19

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia.

Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos.

Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen.

Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres.

Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

SALMO 85, 5-6. 9-10. 15-16a

Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia, con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende la voz de mi súplica.

Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: «Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios.»

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí.


SEGUNDA LECTURA: Romanos 8, 26-27

Hermanos:

El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.

Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.


Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25

Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla.


EVANGELIO: Mateo 13, 24-43

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:

«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.

Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?»

Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.»

Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»

Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'»»

Les propuso esta otra parábola:

«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola:

«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó:

«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.

El que tenga oídos, que oiga.»


Antífona de la comunión: Ap 3, 20

Estoy a la puerta llamando -dice el Señor-: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos.

.

Comentario del Papa Francisco: Solo Dios, en el Juicio Final, podrá separar el bien del mal

VATICANO, 23 Jul. 17 / 05:22 am (ACI).- El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus este domingo en la plaza de San Pedro en el Vaticano, exhortó a los cristianos a no desanimarse en el ejercicio del discernimiento entre el bien y el mal, y recordó que, en nuestra vida, ambas realidades conviven y que sólo Dios podrá separarlas en el Juicio Final.

Para explicarlo, el Santo Padre se refirió a la parábola del trigo y la cizaña de la lectura evangélica del día. “La narración se desarrolla en un campo con dos protagonistas opuestos. Por una parte, está el patrón del campo, una figura de Dios, que esparce la buena semilla de trigo. De otro lado, tenemos el enemigo, que representa a Satanás, y que esparce la mala hierba”.

“Con el paso del tiempo, en medio del trigo crece también la cizaña y, ante esto, el patrón y sus siervos tienen diferentes opiniones. Los siervos quieren intervenir arrancando la cizaña. Sin embargo, el patrón, preocupado sobre todo por salvar el trigo, se opone diciendo: ‘No sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo’”.

De esta manera, el Pontífice señaló que “Jesús nos dice que en este mundo el bien y el mal están entrelazados, que es imposible separarlos y extirpar todo el mal. Solo Dios puede hacer eso, y lo hará en el juicio final”.

Por ello, animó a los cristianos a desempeñar un adecuado ejercicio de la libertad, “en la cual se lleva a cabo el difícil ejercicio del discernimiento”.

“Se trata –explicó– de compaginar, con gran fe en Dios y en su providencia, dos actitudes aparentemente contradictorias: la decisión y la paciencia. La decisión es aquella que consiste en querer ser una buena semilla, con todas sus propias fuerzas, y entonces alejarse del maligno y de sus seducciones”.

Por su parte, “la paciencia significa preferir una Iglesia que sea fermento, que no tema mancharse las manos lavando el pan de sus hijos, antes que una Iglesia de los ‘puros’ que pretenda decidir antes de tiempo quién está en el Reino de Dios y quién no”.

En ese ejercicio de discernimiento, “el Señor, que es la Sabiduría encarnada, hoy nos ayuda a comprender que el bien y el mal no se pueden identificar con territorios definidos o determinados grupos humanos”.

“Él nos dice que la línea que separa el bien y el mal se encuentra en el corazón de cada persona. Somos todos pecadores. Jesucristo, con su muerte en la cruz y su resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado, y nos da la gracia de caminar en una vida nueva, pero con el Bautismo nos ha dado también la Confesión porque siempre tenemos necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Mirar siempre el mal que está fuera de nosotros, significa no querer reconocer el pecado que también está en mí”.

Por último, el Papa destacó la paciencia de Dios con los hombres: “¡Cuánta paciencia tiene Dios! También cada uno puede decir esto: ¡Cuánta paciencia tiene Dios conmigo!”.

Comentario personal en clave trinitaria: 

En la oración colecta pedimos renovar la relación con Dios Trinidad mediante la fe, la esperanza y la caridad. Mediante esas virtudes teologales entramos en comunión con Dios Padre por la caridad, con Dios Verbo encarnado por la fe, y con Dios Espíritu Santo por la esperanza.

El Amor del Padre que debemos recibimos como lo más específico de nuestra filiación nos es mostrado en la primera lectura: Dios Padre gobierna el mundo, con sabiduría y misericordia, con justicia. Todo está bien, nada está perdido… El Padre es paciente con todos. Así nos enseña el acceso al perdón mediante el arrepentimiento. Todos tenemos remedio gracias a su amor y providencia. Nos enseña a ser humanos, indulgentes como lo es él con nosotros. El Padre Dios sustenta y rige todas las cosas. Es el Dueño del mundo.

En el evangelio del día se nos muestra al Hijo, al Verbo, a la Palabra que no sólo ha hablado sino que también ha cumplido como nadie esa misma Palabra. Él es la respuesta a la voluntad del Padre, que quiere que todos sus hijos se salven, y la respuesta del hombre al mensaje de salvación. Jesús es el sembrador que esparce generosamente la palabra divina, y es la semilla que ha producido el ciento por uno, el trigo limpio; la levadura que hace fermentar la materia humana del mundo. Jesús respeta la paciencia del Padre y nos invita a examinar qué espíritu es el que nos mueve en nuestros deseos y decisiones…

El Espíritu lo encontramos en la segunda lectura como la gracia y la fuerza divina que eleva al hombre para que pueda comprender el amor del Padre y del Hijo, y así poder orar según Dios, como conviene, y vivir en plenitud de vida y de verdad, de amor.

Si no habláramos de esa relación personal con Dios Trinidad mediante las virtudes teologales, estaríamos armando un trenzado de preceptos, imperativos morales, consejos y normas que no dan vida: pura ideología estéril. Nuestro Dios es un Dios de vida y no de muerte; espíritu y vida, no letra muerta y discurso impersonal.
.E

EL TRIGO Y LA CIZAÑA

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

Con tres parábolas, Jesús presenta en el Evangelio la situación de la Iglesia en el mundo. La parábola del grano de mostaza que se convierte en un árbol indica el crecimiento del Reino, no tanto en extensión, sino en intensidad; indica la fuerza transformadora del Evangelio que «levanta» la masa y la prepara para convertirse en pan.

Los discípulos comprendieron fácilmente estas dos parábolas; pero esto no sucedió con la tercera, la del trigo y la cizaña, y Jesús tuvo que explicársela a parte.

El sembrador, dijo, era él mismo; la buena semilla, los hijos del Reino; la cizaña, los hijos del maligno; el campo, el mundo; y la siega, el fin del mundo.

Esta parábola de Jesús, en la antigüedad, fue objeto de una memorable disputa que es muy importante tener presente también hoy. Había espíritus sectarios, donatistas, que resolvían la cuestión de manera simplista: por una parte, está la Iglesia (¡su iglesia!) constituida sólo por personas perfectas; por otra, el mundo lleno de hijos del maligno, sin esperanza de salvación.

A estos se les opuso san Agustín: el campo, explicaba, ciertamente es el mundo, pero también en la Iglesia; lugar en el que viven codo a codo santos y pecadores y en el que hay lugar para crecer y convertirse. «Los malos –decía– están en el mundo o para convertirse o para que por medio de ellos los buenos ejerzan la paciencia».

Los escándalos que de vez en cuando sacuden a la Iglesia, por tanto, nos deben entristecer, pero no sorprender. La Iglesia se compone de personas humanas, no sólo de santos. Además, hay cizaña también dentro de cada uno de nosotros, no sólo en el mundo y en la Iglesia, y esto debería quitarnos la propensión a señalar con el dedo a los demás.

Erasmo de Roterdam, respondió a Lutero, quien le reprochaba su permanencia en la Iglesia católica a pesar de su corrupción: «Soporto a esta Iglesia con la esperanza de que sea mejor, pues ella también está obligada a soportarme en espera de que yo sea mejor».

Pero quizá el tema principal de la parábola no es el trigo ni la cizaña, sino la paciencia de Dios. La liturgia lo subraya con la elección de la primera lectura, que es un himno a la fuerza de Dios, que se manifiesta bajo la forma de paciencia e indulgencia. Dios no tiene simple paciencia, es decir, no espera al día del juicio para después castigar más severamente. Se trata de magnanimidad, misericordia, voluntad de salvar.

La parábola del trigo y de la cizaña permite una reflexión de mayor alcance. Uno de los mayores motivos de malestar para los creyentes y de rechazo de Dios para los no creyentes ha sido siempre el «desorden» que hay en el mundo.

El libro bíblico de Qoelet (Eclesiastés), que tantas veces se hace portavoz de las razones de los que dudan y de los escépticos, escribía: «Todo le sucede igual al justo y al impío… Bajo el sol, en lugar del derecho, está la iniquidad, y en lugar de la justicia la impiedad» (Qoelet 3, 16; 9,2).

En todos los tiempos se ha visto que la iniquidad triunfa y que la inocencia queda humillada. «Pero –como decía el gran orador Bossuet– para que no se crea que en el mundo hay algo fijo y seguro, en ocasiones se ve lo contrario, es decir, la inocencia en el trono y la iniquidad en el patíbulo».

La respuesta a este escándalo ya la había encontrado el autor de Qoelet: «Dije en mi corazón: Dios juzgará al justo y al impío, pues allí hay un tiempo para cada cosa y para toda obra» (Qoelet 3, 17). Es lo que Jesús llama en la parábola «el tiempo de la siega». Se trata, en otras palabras, de encontrar el punto de observación adecuado ante la realidad, de ver las cosas a la luz de la eternidad.

Es lo que pasa con algunos cuadros modernos que, si se ven de cerca, parecen una mezcla de colores sin orden ni sentido, pero si se observan desde la distancia adecuada, se convierten en una imagen precisa y poderosa.

No se trata de quedar con los bazos cruzados ante el mal y la injusticia, sino de luchar con todos los medios lícitos para promover la justicia y reprimir la injusticia y la violencia. A este esfuerzo, que realizan todos los hombres de buena voluntad, la fe añade una ayuda y un apoyo de valor inestimable: la certeza de que la victoria final no será de la injusticia, ni de la prepotencia, sino de la inocencia.

Al hombre moderno le resulta difícil aceptar la idea de un juicio final de Dios sobre el mundo y la historia, pero de este modo se contradice, pues él mismo se rebela a la idea de que la injusticia tenga la última palabra.

En muchos milenios de vida sobre la tierra, el hombre se ha acostumbrado a todo; se ha adaptado a todo clima, inmunizado a muchas enfermedades. Hay algo a lo que nunca se ha acostumbrado: a la injusticia. Sigue experimentándola como intolerable. Y a esta sed de justicia responderá el juicio.

Ya no sólo será querido por Dios, sino también por los hombres y, paradójicamente, también por los impíos. «En el día del juicio universal –dice el poeta Paul Claudel–, no sólo bajará del cielo el Juez, sino que se precipitará a su alrededor toda la tierra».

¡Cómo cambian las vicisitudes humanas cuando se ven desde este punto de vista, incluidas las que tienen lugar en el mundo de hoy! Tomemos el ejemplo que tanto nos humilla y entristece a nosotros, los italianos, el crimen organizado, la mafia la ‘ndrangheta, la camorra…, y que con otros nombres está presente en muchos países.

Recientemente el libro «Gomorra» de Roberto Saviano y la película que se ha hecho sobre él han documentado el nivel de odio y de desprecio alcanzado por los jefes de estas organizaciones, así como el sentimiento de impotencia y casi de resignación de la sociedad ante este fenómeno.

En el pasado, hemos visto personas de la mafia que han sido acusadas de crímenes horrorosos defenderse con una sonrisa en los labios, poner en jaque a jueces y tribunales, reírse ante la falta de pruebas. Como si, librándose de los jueces humanos, habrían resuelto todo.

Si pudiera dirigirme a ellos, les diría: ¡no os hagáis ilusiones, pobres desgraciados; no habéis logrado nada! El verdadero juicio todavía debe comenzar. Aunque acabéis vuestros días en libertad, temidos, honrados, e incluso con un espléndido funeral religioso, después de haber dado grandes ofertas a obras pías, no habréis logrado nada.

El verdadero Juez os espera detrás de la puerta, y no se le puede engañar. Dios no se deja corromper.

Debería ser, por tanto, motivo de consuelo para las víctimas y de saludable susto para los violentos lo que dice Jesús al concluir su explicación sobre la parábola de la cizaña:

«De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre».

http://www.homiletica.org


El maná de cada día, 22.7.17

julio 22, 2017

Santa María Magdalena

.

«Mujer, ¿por qué lloras?»

«Mujer, ¿por qué lloras?»



Antífona de entrada: Jn 20, 17

Dijo el Señor a María Magdalena: Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.


Oración colecta

Señor, Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el Reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Cant 3, 1-4

Esto dice la esposa:

«En mi lecho, por la noche, buscaba al amor de mi alma; lo buscaba, y no lo encontraba.

“Me levantaré y rondaré por la ciudad, por las calles y las plazas, buscaré al amor de mi alma”.

Lo busqué y no lo encontré. Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad. “Habéis visto al amor de mi alma?”.

En cuanto los hube pasado, encontré al amor de mi alma».


SALMO Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9

Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabaran mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabaran jubilosos.

Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.



ALELUYA

«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.»


EVANGELIO: Juan 20, 1. 11-18

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde habla estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»

Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»

Jesús le dice: «¡María!»

Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»

Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.»»

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»


Antífona de comunión: 2 Co 5, 14-15

Nos apremia el amor de Cristo para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
.


SANTA MARÍA MAGDALENA

Formó parte de los discípulos de Cristo, estuvo presente en el momento de su muerte y, en la madrugada del día de Pascua, tuvo el privilegio de ser la primera en ver al Redentor resucitado de entre los muertos (Mc 16, 9). Fue sobre todo dura­nte el siglo XII cuando su culto se difundió en la Iglesia occidental.

Ardía en deseos de Cristo,
a quien pensaba que se lo habían llevado

De las homilías de san Gregorio Magno, Papa, sobre los evangelios

María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho.

Y dice el evangelio acerca de ellos: Los discípulos se volvieron a su casa. Y añade, a continuación: Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando.

Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado.

Por esto, ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará.

Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba.

Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor.

Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y también: Mi alma se derrite.

Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Se le preg­unta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.

Jesús le dice: «¡María!» Después de haberla llamado con el nombre genérico de «mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera:

«Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en es­pecial».

María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama: «Rabboni», es decir: «Maestro», ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase.