El Papa, al Islam: «O construimos el futuro juntos o no habrá futuro»

noviembre 1, 2023

.

El Papa Francisco y el Imán Al Tayek

.

El Papa, al Islam: «O construimos el futuro juntos o no habrá futuro»

«Dios está con el hombre que busca la paz. Y desde el cielo bendice cada paso que, en este camino, se realiza en la tierra» (Papa Francisco). «La religión no tiene nada que ver con el terror y con la violencia» (Imán Al Tayek).

Por José M. Vidal

Discurso programático del Papa Francisco sobre el diálogo interreligioso con el Islam, hablando desde los Emiratos «a todos los países de la Península», bajo el signo del encuentro, en 1219, entre San Francisco y el sultán Malek y «como un creyente sediento de paz, como un hermano que busca la paz con los hermanos», para ser, todos juntos, «instrumentos de paz».

Cogidos de la mano, el imán de Al Azhar, el Príncipe heredero y el Papa llegan a la gran mezquita, para celebrar el encuentro interreligioso y el ‘Año de la Tolerancia’, en el Founder’s Memorial.

Ante el monumento de la constelación, que representa el retrato tridimensional del jeque fundador del país, formado por miles de figuras geométricas, que dan rostro tridimensional al padre fundador. Su objetivo: la paz y el diálogo interreligioso.

Se proyecta un video sobre los objetivos del Centro, especialmente el diálogo y la tolerancia. Fruto de este encuentro se publicará una declaración conjunta por la paz y la fraternidad humana entre los pueblos de todos los líderes religiosos presentes en el Encuentro. Para construir puentes.

Después, el vicepresidente y primer ministro de Emiratos pronuncia unas palabras de bienvenida y presentación.

«En nombre de su Alteza, tengo el gran honor de dar la bienvenida a su Santidad y a su Eminencia el Gran Imán de Al Azhar».

«Celebramos la convivencia fraterna entre los diversos miembros de la comunidad. Un momento histórico de la importancia de cultivar el respeto entre los que seguimos una religión. Emiratos están profundamente agradecidos para servir de encuentro a este evento extraordinario»

A continuación, el discurso de Al Tayek, imán de Al Azhar, una figura reconocida en todo el universo musulmán.

«Saludo en nombre de Dios al querido hermano Papa Francisco y querido hermano Jeque Said, príncipe heredero… Les deseo la paz a todos y a todos sus pueblos»

«Les animo a continuar en la vía de este encuentro de la fraternidad, que hemos empezado en los Emiratos, que es un ideal para todas las religiones y todos los pueblos»

«Queremos construir una cultura y una fraternidad en todo el mundo. Construir la fraternidad y la paz y detener los frentes de guerra en los que se derrama la sangre de nuestros hermanos».

«Hemos sufrido la división en bloques del mundo. Hemos sufrido el terror. Vivimos los estragos de una economía de guerra. Hemos alcanzado la paz, pero no del todo. Vivimos esa forma de terrorismo y esa forma de violencia que afecta a todo el mundo»

«Los musulmanes hemos pagado un gran precio. Hemos sido negativizados en todo el mundo por el 11-S, y el Islam es visto como una religión violenta y de la sangre. Y no es así. Eso es una propaganda extremista y de odio contra el Islam, que se ha sembrado en el mundo. Hablar del Islam es, para muchos, hablar de miedo y terror. Y eso no es así».

«Querido Papa: queremos reafirmar nuestra voluntad de construir este mundo fraterno»

«Estos días hemos tenido presentes a las personas que sufren en diferentes partes del mundo. Queremos ayudar a los hermanos que están sufriendo. Asumimos nuestra responsabilidad como líderes religiosos».

«Lo más importante de la religión es que todos nos sintamos hermanos, hijos de un mismo Padre. La religión no tiene nada que ver con el terror y con la violencia. Consolar a los que necesitan de nosotros y de la religión».

«En la vida de Jesús y en el Corán encontramos fuentes sobre la hermandad entre los hombres. Por encima de tradiciones, de culturas y de credos, las religiones contribuyen a construir esta fraternidad. La Historia nos lo ha demostrado. Es posible la unidad entre el género humano».

«Firme determinación para hacer frente al ateísmo, que se difunde por muchas partes del mundo. Respetar los diferentes credos religiosos. La religión crea conciencia entre los ciudadanos, de la que carece el mundo actual».

«Sobre todo, la conciencia del bien, de la justicia y de la fraternidad. Por eso, algunos ejercen la violencia e instrumentalizan a las personas. De la visión equivocada de la religión surgen las guerras santas y en nombre de la religión y se instrumentaliza ésta».

«No usar las armas, la religión o el terrorismo para conquistar el mundo, sino el bien para construir la fraternidad. No necesitamos a los que aterrorizan a las personas, sino cosas positivas, para poder llegar a la fraternidad universal, que debe nacer desde la región árabe. Desde aquí queremos lanzar nuestro mensaje de fraternidad a todos los hombres».

«Éste es un encuentro histórico para promover la fraternidad entre el género humano. Hay cristianos que acogen y reciben y son hombres de paz. Los cristianos son una comunidad de misericordia».

«Quiero invitar a todos los cristianos a insertarse en esta sociedad, respetando las leyes y viviendo en cohesión social con pueblos y tradiciones religiosas».

«Queremos defender, con Usted, Santidad, combatir la violencia, la discriminación y el terror. Deseo que se pueda alcanzar el ideal de la fraternidad. A todos les deseo la paz».

Texto integro del discurso del Papa en el encuentro interreligioso

Al Salamò Alaikum! La paz esté con vosotros.

Agradezco sinceramente a Su Alteza el Jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan y al Dr. Ahmad Al-Tayyib, Gran Imán de Al-Azhar, por sus palabras. Doy las gracias al Consejo de los Ancianos por el encuentro que acabamos de tener en la Mezquita Sheikh Zayed.

Saludo cordialmente a las autoridades civiles y religiosas y al cuerpo diplomático. Permítanme además un sincero agradecimiento por la cálida bienvenida que nos han dispensado a mí y a mi delegación.

También doy las gracias a todas las personas que contribuyeron a hacer posible este viaje y que han trabajado en este evento con dedicación, entusiasmo y profesionalismo: a los organizadores, al personal de Protocolo, al de Seguridad y a todos aquellos que «entre bambalinas» han colaborado de diversas maneras. Agradezco de forma especial al señor Mohamed Abdel Salam, exconsejero del Gran Imán.

Desde vuestra patria me dirijo a todos los países de la Península, a quienes deseo enviarles mi más cordial saludo, con amistad y aprecio.

Con gratitud al Señor, en el octavo centenario del encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kāmil, he aceptado la ocasión para venir aquí como un creyente sediento de paz, como un hermano que busca la paz con los hermanos. Querer la paz, promover la paz, ser instrumentos de paz: estamos aquí para esto.

El logo de este viaje representa una paloma con una rama de olivo. Es una imagen que recuerda la historia del diluvio universal, presente en diferentes tradiciones religiosas. De acuerdo con la narración bíblica, para preservar a la humanidad de la destrucción, Dios le pide a Noé que entre en el arca con su familia. También hoy, en nombre de Dios, para salvaguardar la paz, necesitamos entrar juntos como una misma familia en un arca que pueda navegar por los mares tormentosos del mundo: el arca de la fraternidad.

El punto de partida es reconocer que Dios está en el origen de la familia humana. Él, que es el Creador de todo y de todos, quiere que vivamos como hermanos y hermanas, habitando en la casa común de la creación que él nos ha dado. Aquí, en las raíces de nuestra humanidad común, se fundamenta la fraternidad como una «vocación contenida en el plan creador de Dios». Nos dice que todos tenemos la misma dignidad y que nadie puede ser amo o esclavo de los demás.

No se puede honrar al Creador sin preservar el carácter sagrado de toda persona y de cada vida humana: todos son igualmente valiosos a los ojos de Dios. Porque él no mira a la familia humana con una mirada de preferencia que excluye, sino con una mirada benevolente que incluye.

Por lo tanto, reconocer los mismos derechos a todo ser humano es glorificar el nombre de Dios en la tierra. Por lo tanto, en el nombre de Dios Creador, hay que condenar sin vacilación toda forma de violencia, porque usar el nombre de Dios para justificar el odio y la violencia contra el hermano es una grave profanación. No hay violencia que encuentre justificación en la religión.

El enemigo de la fraternidad es el individualismo, que se traduce en la voluntad de afirmarse a sí mismo y al propio grupo por encima de los demás. Es una insidia que amenaza a todos los aspectos de la vida, incluso la prerrogativa más alta e innata del hombre, es decir, la apertura a la trascendencia y a la religiosidad.

La verdadera religiosidad consiste en amar a Dios con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros mismos.

Por lo tanto, la conducta religiosa debe ser purificada continuamente de la tentación recurrente de juzgar a los demás como enemigos y adversarios. Todo credo está llamado a superar la brecha entre amigos y enemigos, para asumir la perspectiva del Cielo, que abraza a los hombres sin privilegios ni discriminaciones.

Por eso, quisiera expresar mi aprecio por el compromiso con que este país tolera y garantiza la libertad de culto, oponiéndose al extremismo y al odio.

De esta manera, al mismo tiempo que se promueve la libertad fundamental de profesar la propia fe, que es una exigencia intrínseca para la realización del hombre, también se vigila para que la religión no sea instrumentalizada y corra el peligro, al admitir la violencia y el terrorismo, de negarse a sí misma.

La fraternidad ciertamente «expresa también la multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos, si bien unidos por el nacimiento y por la misma naturaleza y dignidad». Su expresión es la pluralidad religiosa.

En este contexto, la actitud correcta no es la uniformidad forzada ni el sincretismo conciliatorio: lo que estamos llamados a hacer, como creyentes, es comprometernos con la misma dignidad de todos, en nombre del Misericordioso que nos creó y en cuyo nombre se debe buscar la recomposición de los contrastes y la fraternidad en la diversidad.

Aquí me gustaría reafirmar la convicción de la Iglesia Católica: «No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios».

Sin embargo, se nos presentan varias cuestiones: ¿Cómo protegernos mutuamente en la única familia humana? ¿Cómo alimentar una fraternidad no teórica que se traduzca en auténtica fraternidad? ¿Cómo hacer para que prevalezca la inclusión del otro sobre la exclusión en nombre de la propia pertenencia de cada uno? ¿Cómo pueden las religiones, en definitiva, ser canales de fraternidad en lugar de barreras de separación?

La familia humana y la valentía de la alteridad

Si creemos en la existencia de la familia humana, se deduce que esta, en sí misma, debe ser protegida. Como en todas las familias, esto ocurre principalmente a través de un diálogo cotidiano y efectivo. Presupone la propia identidad, de la que no se debe abdicar para complacer al otro.

Pero, al mismo tiempo, pide la valentía de la alteridad, que implica el pleno reconocimiento del otro y de su libertad, y el consiguiente compromiso de empeñarme para que sus derechos fundamentales sean siempre respetados por todos y en todas partes. Porque sin libertad ya no somos hijos de la familia humana, sino esclavos. De entre las libertades me gustaría destacar la religiosa.

Esta no se limita solo a la libertad de culto, sino que ve en el otro a un verdadero hermano, un hijo de mi propia humanidad que Dios deja libre y que, por tanto, ninguna institución humana puede forzar, ni siquiera en su nombre.

Diálogo y oración

La valentía de la alteridad es el alma del diálogo, que se basa en la sinceridad de las intenciones. El diálogo está de hecho amenazado por la simulación, que aumenta la distancia y la sospecha: no se puede proclamar la fraternidad y después actuar en la dirección opuesta.

Según un escritor moderno, «quien se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, llega al punto en el que ya no puede distinguir la verdad, ni dentro de sí mismo ni a su alrededor, y así comienza a no tener ya estima ni de sí mismo ni de los demás».

Para todo esto la oración es indispensable: mientras encarna la valentía de la alteridad con respecto a Dios, en la sinceridad de la intención, purifica el corazón del replegarse en sí mismo. La oración hecha con el corazón es regeneradora de fraternidad.

Por eso, «en lo referente al futuro del diálogo interreligioso, la primera cosa que debemos hacer es rezar. Y rezar los unos por los otros: ¡somos hermanos! Sin el Señor, nada es posible; con él, ¡todo se vuelve posible!

Que nuestra oración -cada uno según la propia tradición- pueda adherirse plenamente a la voluntad de Dios, quien desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tal, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad».

No hay alternativa: o construimos el futuro juntos o no habrá futuro. Las religiones, de modo especial, no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes entre los pueblos y las culturas.

Ha llegado el momento de que las religiones se empeñen más activamente, con valor y audacia, con sinceridad, en ayudar a la familia humana a madurar la capacidad de reconciliación, la visión de esperanza y los itinerarios concretos de paz.

La educación y la justicia

Volvemos entonces a la imagen inicial de la paloma de la paz. También la paz para volar necesita alas que la sostengan. Las alas de la educación y la justicia.

Educar -en latín significa extraer, sacar- es descubrir los preciosos recursos del alma. Es confortador observar que en este país no solo se invierte en la extracción de los recursos de la tierra, sino también en los del corazón, en la educación de los jóvenes.

Es un compromiso que espero continúe y se extienda a otros lugares. También la educación acontece en la relación, en la reciprocidad. Junto a la famosa máxima antigua «conócete a ti mismo», debemos colocar «conoce a tu hermano»: su historia, su cultura y su fe, porque no hay un verdadero conocimiento de sí mismo sin el otro.

Como hombres, y más aún como hermanos, recordémonos que nada de lo que es humano nos puede ser extraño. Es importante para el futuro formar identidades abiertas, capaces de superar la tentación de replegarse sobre sí mismos y volverse rígidos.

Invertir en cultura ayuda a que disminuya el odio y aumente la civilización y la prosperidad. La educación y la violencia son inversamente proporcionales. Las instituciones católicas -muy apreciadas en este país y en la región- promueven dicha educación para la paz y el entendimiento mutuo para prevenir la violencia.

Los jóvenes, rodeados con frecuencia por mensajes negativos y noticias falsas, deben aprender a no rendirse a las seducciones del materialismo, del odio y de los prejuicios; aprender a reaccionar ante la injusticia y también ante las experiencias dolorosas del pasado; aprender a defender los derechos de los demás con el mismo vigor con el que defienden sus derechos.

Un día ellos nos juzgarán: bien, si les hemos dado bases sólidas para crear nuevos encuentros de civilización; mal, si les hemos proporcionado solo espejismos y la desolada perspectiva de conflictos perjudiciales de incivilidad.

La justicia es la segunda ala de la paz, que a menudo no se ve amenazada por episodios individuales, sino que es devorada lentamente por el cáncer de la injusticia.

Por lo tanto, uno no puede creer en Dios y no tratar de vivir la justicia con todos, de acuerdo con la regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas» (Mt 7,12).

¡La paz y la justicia son inseparables! El profeta Isaías dice: «La obra de la justicia será la paz» (32,17). La paz muere cuando se divorcia de la justicia, pero la justicia es falsa si no es universal. Una justicia dirigida solo a miembros de la propia familia, compatriotas, creyentes de la misma fe es una justicia que cojea, es una injusticia disfrazada.

Las religiones tienen también la tarea de recordar que la codicia del beneficio vuelve el corazón inerte y que las leyes del mercado actual, que exigen todo y de forma inmediata, no favorecen el encuentro, el diálogo, la familia, las dimensiones esenciales de la vida que necesitan de tiempo y paciencia.

Que las religiones sean la voz de los últimos, que no son estadísticas sino hermanos, y estén del lado de los pobres; que vigilen como centinelas de fraternidad en la noche del conflicto, que sean referencia solícita para que la humanidad no cierre los ojos ante las injusticias y nunca se resigne ante los innumerables dramas en el mundo.

El desierto que florece

Después de haber hablado de la fraternidad como arca de paz, me gustaría inspirarme en una segunda imagen, la del desierto que nos rodea.

Aquí, en pocos años, con visión de futuro y sabiduría, el desierto se ha transformado en un lugar próspero y hospitalario; el desierto ha pasado de ser un obstáculo intransitable e inaccesible a un lugar de encuentro entre culturas y religiones.

Aquí el desierto ha florecido, no solo por unos pocos días al año, sino para muchos años venideros. Este país, en el que la arena y los rascacielos se dan la mano, sigue siendo una importante encrucijada entre el Occidente y el Oriente, entre el Norte y el Sur del planeta, un lugar de desarrollo, donde los espacios, en otro tiempo inhóspitos, ofrecen puestos de trabajo para personas de diversas naciones.

Sin embargo, el desarrollo tiene también sus adversarios. Y si el enemigo de la fraternidad era el individualismo, me gustaría señalar a la indiferencia como un obstáculo para el desarrollo, que termina convirtiendo las realidades florecientes en tierras desiertas. De hecho, un desarrollo meramente utilitario no ofrece un progreso real y duradero.

Solo un desarrollo integral e integrador favorece un futuro digno del hombre. La indiferencia impide ver a la comunidad humana más allá de las ganancias y al hermano más allá del trabajo que realiza. La indiferencia no mira hacia el futuro; no le interesa el futuro de la creación, no le importa la dignidad del forastero y el futuro de los niños.

En este contexto, me alegro de que, en el pasado mes de noviembre, haya tenido lugar aquí en Abu Dhabi el primer Foro de la Alianza Interreligiosa para Comunidades más seguras, sobre el tema de la dignidad del niño en la era digital. Este evento acogió el mensaje publicado un año antes en Roma en el Congreso Internacional sobre el mismo tema, al que le di todo mi apoyo y aliento.

Por lo tanto, agradezco a todos los líderes comprometidos en este ámbito y les aseguro mi apoyo, solidaridad y colaboración, como también la de la Iglesia Católica, en esta causa importante de la protección de los menores en todos sus aspectos.

Aquí, en el desierto, se ha abierto un camino de desarrollo fecundo que, a partir del trabajo, ofrece esperanzas a muchas personas de diferentes pueblos, culturas y credos. Entre ellos, también muchos cristianos, cuya presencia en la región se remonta a siglos atrás, han encontrado oportunidades y han contribuido de manera significativa al crecimiento y bienestar del país.

Además de las habilidades profesionales, os brindan la autenticidad de su fe. El respeto y la tolerancia que encuentran, así como los lugares de culto necesarios donde rezan, les permiten esa maduración espiritual que luego beneficia a toda la sociedad.

Los animo a que continúen en este camino, para que aquellos que viven o están de paso preserven no solo la imagen de las grandes obras construidas en el desierto, sino también de una nación que incluye y abarca a todos.

En este mismo espíritu deseo que, no solo aquí, sino en toda la amada y neurálgica región de Oriente Medio, haya oportunidades concretas de encuentro: una sociedad donde personas de diferentes religiones tengan el mismo derecho de ciudadanía y donde solo se le quite ese derecho a la violencia, en todas sus formas.

Una convivencia fraterna basada en la educación y la justicia; un desarrollo humano, construido sobre la inclusión acogedora y sobre los derechos de todos: estas son semillas de paz, que las religiones están llamadas a hacer brotar. A ellos les corresponde, quizás como nunca antes, en esta delicada situación histórica, una tarea que ya no puede posponerse: contribuir activamente a la desmilitarización del corazón del hombre.

La carrera armamentística, la extensión de sus zonas de influencia, las políticas agresivas en detrimento de lo demás nunca traerán estabilidad. La guerra no sabe crear nada más que miseria, las armas nada más que muerte.

La fraternidad humana nos exige, como representantes de las religiones, el deber de desterrar todos los matices de aprobación de la palabra guerra. Devolvámosla a su miserable crudeza. Ante nuestros ojos están sus nefastas consecuencias. Estoy pensando de modo particular en Yemen, Siria, Irak y Libia.

Juntos, hermanos de la única familia humana querida por Dios, comprometámonos contra la lógica del poder armado, contra la mercantilización de las relaciones, los armamentos de las fronteras, el levantamiento de muros, el amordazamiento de los pobres; a todo esto nos oponemos con el dulce poder de la oración y con el empeño diario del diálogo.

Que nuestro estar juntos hoy sea un mensaje de confianza, un estímulo para todos los hombres de buena voluntad, para que no se rindan a los diluvios de la violencia y la desertificación del altruismo. Dios está con el hombre que busca la paz. Y desde el cielo bendice cada paso que, en este camino, se realiza en la tierra.


Testimonios de enfermos de cáncer bendecidos por intercesión de San Ezequiel Moreno

agosto 11, 2023

.

San Ezequiel Moreno, agustino recoleto, protector de las personas aquejadas de cáncer.

.

Testimonios de enfermos de cáncer bendecidos por intercesión de San Ezequiel Moreno, oar.

Estimados lectores y seguidores: Me parece conveniente publicar de nuevo esta entrada para refrescar y promover las manifestaciones de fe y de agradecimiento que seguramente muchos devotos de San Ezequiel Moreno querrían expresar. Espero sintonizar con vosotros precisamente en los días previos a su fiesta del día 19.  

Para empezar les confieso que las entradas referidas a San Ezequiel, sobre todo la Novena, ocupan con mucha frecuencia los primeros puestos en la preferencia de los usuarios de este blog. Creo que es un dato indicativo de las necesidades y preferencias de los lectores con las que deseo sintonizar.

Aprovecho la proximidad de la fiesta de San Ezequiel para promover la cercanía a sus devotos. Me consta que muchos ya le están rezando la novena, otros le ofrecerán un triduo. Estoy seguro de que ninguno querrá que pase inadvertida su celebración. 

Estoy seguro de que muchísimas personas querrán agradecerle los favores recibidos por su intercesión. Y otros muchos acudirán estos días para pedirle salud para sí o para algún familiar o amigo.  

Seguro que muchos devotos no siempre han recibido exactamente lo que pedían, pero algo especial y personal les ha llegado. La fe nos asegura que Dios siempre escucha nuestras oraciones dándonos lo que nos conviene, que no siempre coincide con lo que le pedimos.

La oración siempre nos encamina hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios, hacia lo más importante: la salvación eterna. La vida bienaventurada, según San Agustín.

La oración de petición la realizamos por nosotros mismos y por los demás. En este caso, es oración de intercesión: pedimos por nuestros hermanos más cercanos y necesitados, movidos por actitudes de afecto, solidaridad, compasión y ternura.

A veces oramos directamente a Dios; otras, a Dios también pero a través de la Virgen María o de los santos. En nuestro caso, a través y por intercesión de San Ezequiel Moreno.

Esta oración de intercesión -no «intersección»- es muy útil para los enfermos porque a veces ellos no se atreven o no pueden realizarla. De hecho, muchísimos enfermos curados por Jesús fueron presentados por sus amigos o familiares, no se presentaron ellos directamente, sin intermediarios.

Por eso se llama oración de intercesión, que etimológicamente significa en latín «caer entre uno y otro», o intervenir, o mediar entre dos personas (inter-cédere). Así lo hizo Moisés, colocándose entre el Pueblo y Dios; o Jesús que da la cara por nosotros ante su Padre Dios, nos defiende, media entre nosotros y Dios.

En muchas ocasiones y circunstancias, los santos nos resultan más cercanos que Dios mismo porque han experimentado en su propia carne sufrimientos y problemas similares a los nuestros y, a la vez, han llevado una vida ejemplar y plena ante Dios y ante los hombres. Por eso, son modelos para nosotros.

San Ezequiel Moreno padeció cáncer los últimos años de su vida y esa enfermedad fue un medio de santificación y sus dolores ocasión de íntimos coloquios con Dios Padre, con Jesús en la cruz, y con el Espíritu Consolador.

También tuvo mucha devoción y cariño a la Virgen María como Madre del Consuelo y de la Salud. Por fin, esa enfermedad le causó la muerte.

Dios permitió que padeciera ese mal que no pudo superar a pesar de ser operado dos veces. La dolencia del cáncer le proporcionó a San Ezequiel la oportunidad de ejercitar al máximo su amor a Dios y de perfeccionar su vida espiritual abandonándose plácidamente en las manos de Dios.

La Iglesia ha reparado en la experiencia y testimonio cristino de san Ezequiel y lo ha declarado «santo», precisamente, después de comprobar dos curaciones milagrosas de cáncer, impetradas, pedidas y atribuidas por las personas favorecidas o agraciadas a la intercesión de San Ezequiel.

De esta manera la Iglesia propone a nuestro Santo como ejemplo y modelo referente para todos los bautizados, y en particular, específicamente, como «protector» de los enfermos de cáncer, o su particular defensor y valedor.

El Padre Ángel Peña, agustino recoleto, narra los dos milagros que Roma aprobó para la beatificación y la canonización del Santo, de la siguiente manera:

El milagro aprobado para la beatificación fue la curación instantánea de Carmela Jurado, una señorita de 60 años, de Pasto, Colombia. Tenía un tumor en la nariz desde 1946.

Los doctores que la examinaron la enviaron al Instituto Radium de Bogotá, considerando que era un tumor maligno, un verdadero cáncer. Los exámenes histológicos realizados en Bogotá confirmaron que era un cáncer maligno palatino-nasal como el que había tenido el padre Ezequiel Moreno.

Tras pasar dos meses en el Instituto Radium, los médicos aconsejaron a la familia que la llevasen a morir a su casa, pues estaba desahuciada. Pero ella que tenía fe en el «padre Morenito», como solían llamar al padre Ezequiel en Pasto, hizo dos novenas con su familia, pidiéndole la curación.

En la noche del 11 al 12 de febrero de 1947 estaba ya agonizando después de recibir la extremaunción, pero a la mañana siguiente amaneció totalmente curada en su propia casa de Pasto.

La historia clínica de Carmela Jurado, que se encontraba en el Instituto Radium de Bogotá, fue importante para que la comisión médica vaticana declarara la curación repentina como inexplicable para la ciencia y aceptada por la Iglesia como verdadero milagro por intercesión del padre Ezequiel.

Fue beatificado el 1 de noviembre de 1975 en Roma, en el Vaticano, en unión de Gaspar Bertoni, fundador de los estigmatinos; de Vicente Grossi, fundador de las Hijas del Oratorio; de Ana Francisca Michelotti, fundadora de las pequeñas siervas del Sagrado Corazón de Jesús para los enfermos pobres; y de María Droste zu Veschering, religiosa de las hermanas de la caridad del Buen Pastor.

El milagro aprobado para la canonización tuvo lugar el 18 de julio de 1986. Una señora de Buesaco, pueblecito cercano a Pasto, Colombia, sufría de un tumor en el seno derecho y estaba al fin de la vida.

Estaba desahuciada por motivo de este cáncer del seno, cuando fue curada repentinamente, después de haber invocado la ayuda del beato Ezequiel Moreno.

El 3 de octubre de 1991 la comisión de médicos del Vaticano examinó el caso y por unanimidad declaró que la curación era científicamente inexplicable. Del mismo parecer fueron los obispos y cardenales de la Congregación ordinaria del 4 de febrero de 1992. El 7 de mayo el Papa san Juan Pablo II lo aceptó como milagro en vistas a la canonización.

Fue canonizado el 11 de octubre de 1992 ante gran parte del episcopado latinoamericano, reunido en Santo Domingo, República dominicana, para la celebración del V centenario de la Evangelización de América.

El presidente del CELAM lo presentó ante el Papa como un gran obispo y misionero. Y san Juan Pablo II lo ensalzó como un ejemplo preclaro de misionero y de pastor por su «incontenible deseo de anunciar a Cristo».

Dijo: San Ezequiel Moreno con su vida y obra de evangelizador es modelo de pastores, especialmente para los de América Latina, que bajo la guía del Espíritu Santo quieren responder con nuevo ardor, nuevos métodos y nueva expresión a los grandes desafíos con que se enfrenta la Iglesia latinoamericana.

San Ezequiel Moreno es considerado por el sentir popular, como el patrono y protector de los enfermos de cáncer. Algunos consideran como patrono de estos enfermos a san Peregrino Laziosi (1260-1345), que fue curado milagrosamente de un cáncer en el pie.

Pero en la actualidad y, dada la popularidad, creciente cada día, de la vida ejemplar y hechos milagros de san Ezequiel Moreno, se le suele considerar a él como el patrono de los enfermos de cáncer, ya que él murió de cáncer y los dos milagros aprobados para su beatificación y canonización han sido curaciones de enfermos de cáncer.

Esta es una razón poderosa, dada por el mismo Dios, para que lo podamos considerar como «protector» de estos enfermos, especialmente en nuestros días ya que hay entre nosotros tantas personas aquejadas de este mal en todo el mundo.

¡San Ezequiel Moreno, padre «Morenito», intercede por nosotros ante Dios, y danos la salud del cuerpo y del alma. Amén!

http://libroscatolicos.org/index2.htm (P. Ángel Peña, oar.: Un valiente misionero. San Ezequiel Moreno. Lima, 2013)

San Juan Pablo II dijo de él en la canonización: «Su incontenible deseo de anunciar a Cristo guio todos los pasos de su vida. Su inquebrantable fe en Dios, alimentada en todo momento por una intensa vida interior, fue la gran fuerza que le sostuvo en su dedicación al servicio de todos, en particular de los más pobres y abandonados» (Homilía en la Misa del V Centenario de la Evangelización y canonización del Beato Ezequiel Moreno; Santo Domingo, 11 de octubre.1992).

NOVENA A SAN EZEQUIEL: ismaelojeda.wordpress.com

NOTA: Si deseas dar testimonio de una gracia especial recibida del Padre Dios misericordioso por medio de su Hijo en cuyas llagas hemos sido sanados con la unción del Espíritu Consolador, por intercesión de san Ezequiel, puedes dejar un comentario para edificación de los hermanos que buscan como tú la curación, la sanación y la consolación divinas, y todo para gloria de Dios. ¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos! Amén.  


Crece el catolicismo: ya son 1.300 millones de fieles en todo el mundo

junio 29, 2021

La Iglesia difundió sus estadísticas.

Crece el catolicismo: ya son 1.300 millones de fieles en todo el mundo

EQUIVALEN AL 17,7% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL
Hay una mayor proporción de fieles en África y Oceanía, mientras Asia se mantiene estable, y baja la presencia en América y Europa. Son datos relativos a 2015. La Iglesia cuenta con 415.000 sacerdotes, 351.797 misioneros laicos y 3.122.653 catequistas.

El Anuario Estadístico de la Iglesia Católica, con datos relativos a 2015 y elaborado por la agencia Fides, muestra que los católicos son casi 1.300 millones de personas, el 17,7 de la población mundial. En tanto, los bautizados ese año fueron 12,5 millones más respecto del año precedente.

Los datos relevantes del informe fueron difundidos hace pocas horas, en vísperas de la 91° Jornada Misionera Mundial, que se celebrará este domingo 22 de octubre.

Según las cifras, en África viven 1.100 millones de personas, de los cuales 19,42% son católicos (222 millones) con un aumento del 0,12%.

En América, sobre una población de 982,2 millones, el 63,6% se reconoce católico (625 millones), con una disminución del 0,08%.

En Asia sobre 4.300 millones de personas, los católicos son el 3,24% de la población (141 millones), lo que evidencia una estabilidad en las cifras.

En Europa crece la población, llegando a 716 millones, pero, por segundo año consecutivo, disminuyó el número de católicos, que son el 39,87% (285 millones), una baja de 0,21%.

En Oceanía viven 38,7 millones de personas, y el 26,36% son católicos (10,2 millones) con un aumento del 0,24% respecto del año precedente.

Las circunscripciones eclesiásticas católicas, entre diócesis, vicariatos, prefecturas apostólicas y otros organismos en el mundo, son 3.006, ocho más respecto de 2014: 538 se encuentran en África, 1.091 en América, 538 en Asia, 758 en Europa y 81 en Oceanía

Hay 67 obispos más en el mundo, 5.034 en total, mientras que disminuyó en 136 el conjunto de sacerdotes, que pasaron a ser 415.656.

El informe de Fides revela, entre otros datos, que en el mundo hay 351.797 misioneros laicos, mientras que los catequistas son 3.122.653

La Iglesia Católica gestiona 216.548 instituciones educativas en el mundo, frecuentadas por más de 60 millones de alumnos.

Hay casi cinco millones y medio de jóvenes en instituciones católicas en estudios en escuelas superiores y universitarias. A esto se suman cerca de 118.000 instituciones sociales y caritativas católicas, tales como hospitales, leprosorios, orfanatos y asilos de ancianos repartidos en el mundo.

Asimismo, se brindó un cuadro de actividades de cooperación misionera de las Pontificias Obras Misioneras (Propagación de la Fe, San Pedro Apóstol, Infancia Misionera, Unión Misionera) que, en su apoyo a las iglesias locales (construcción de capillas y seminarios, instrucción, actividades pastorales y de formación), gastaron en 2016 cerca de u$s 134 millones.

Fuente: ANSA

https://www.valoresreligiosos.com.ar/Noticias/crece-el-catolicismo-ya-son-1300-millones-de-fieles-en-todo-el-mundo-11091?fbclid=IwAR0PY_yMTVPe4oKXwLOERcyLeBjsRygEHoKZcdr6pirDPW0Zm1WzTqQRnV8


Audacia y fervor, según Gaudete et exsultate, 129-139, (10)

junio 20, 2021

El Amor del Padre siempre es novedad en Jesús por la acción del Espíritu, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Jesús va más allá de nuestros esquemas y no les teme a las periferias porque él mismo se hizo periferia (cf. Flp 2,6-8; Jn 1,14).

Audacia y fervor, según Gaudete et exsultate, 129-139, (10)

En el evangelio de este domingo XII del tiempo ordinario, Jesús invita a los discípulos con estas palabras: «Vamos a la otra orilla». Han pasado una jornada bastante laboriosa, y en vez de descansar, Jesús desea emprender, con sus discípulos, una travesía, en principio inoportuna, hasta alcanzar la otra orilla del lago.

¿Qué pretende Jesús con esta invitación? ¿Cuál fue el contextos en el que el evangelista escribió este pasaje? ¿Cómo podemos aplicar a nuestra vida personal y eclesial esa propuesta de Jesús? ¿Qué orilla abandonaremos y a qué orilla arribaremos? ¿Por qué y para qué nos manda Jesús desplazarnos? 

Estos puntos de la carta apostólica del Papa Francisco pueden iluminar nuestra exégesis y conducirnos hacia unas conclusiones realmente enriquecedoras. Que el Espíritu guíe nuestros pasos y aliente los latidos de nuestros corazones.  Amén.  

Audacia y fervor

Al mismo tiempo, la santidad es parresía: es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo. Para que sea posible, el mismo Jesús viene a nuestro encuentro y nos repite con serenidad y firmeza: «No tengáis miedo» (Mc 6,50). «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20).

Estas palabras nos permiten caminar y servir con esa actitud llena de coraje que suscitaba el Espíritu Santo en los Apóstoles y los llevaba a anunciar a Jesucristo.

Audacia, entusiasmo, hablar con libertad, fervor apostólico, todo eso se incluye en el vocablo parresía, palabra con la que la Biblia expresa también la libertad de una existencia que está abierta, porque se encuentra disponible para Dios y para los demás (cf. Hch 4,29; 9,28; 28,31; 2 Co 3,12; Ef 3,12; Hb 3,6; 10,19).

El beato Pablo VI mencionaba, entre los obstáculos de la evangelización, precisamente la carencia de parresía: «La falta de fervor, tanto más grave cuanto que viene de dentro».

¡Cuántas veces nos sentimos tironeados a quedarnos en la comodidad de la orilla! Pero el Señor nos llama para navegar mar adentro y arrojar las redes en aguas más profundas (cf. Lc 5,4).

Nos invita a gastar nuestra vida en su servicio. Aferrados a él nos animamos a poner todos nuestros carismas al servicio de los otros. Ojalá nos sintamos apremiados por su amor (cf. 2 Co 5,14) y podamos decir con san Pablo: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16).

Miremos a Jesús: su compasión entrañable no era algo que lo ensimismara, no era una compasión paralizante, tímida o avergonzada como muchas veces nos sucede a nosotros, sino todo lo contrario. Era una compasión que lo movía a salir de sí con fuerza para anunciar, para enviar en misión, para enviar a sanar y a liberar.

Reconozcamos nuestra fragilidad pero dejemos que Jesús la tome con sus manos y nos lance a la misión. Somos frágiles, pero portadores de un tesoro que nos hace grandes y que puede hacer más buenos y felices a quienes lo reciban. La audacia y el coraje apostólico son constitutivos de la misión.

La parresía es sello del Espíritu, testimonio de la autenticidad del anuncio. Es feliz seguridad que nos lleva a gloriarnos del Evangelio que anunciamos, es confianza inquebrantable en la fidelidad del Testigo fiel, que nos da la seguridad de que nada «podrá separarnos del amor de Dios» (Rm 8,39).

Necesitamos el empuje del Espíritu para no ser paralizados por el miedo y el cálculo, para no acostumbrarnos a caminar solo dentro de confines seguros. Recordemos que lo que está cerrado termina oliendo a humedad y enfermándonos.

Cuando los Apóstoles sintieron la tentación de dejarse paralizar por los temores y peligros, se pusieron a orar juntos pidiendo la parresía:

«Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra con toda valentía» (Hch 4,29). Y la respuesta fue que «al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios» (Hch 4,31).

Como el profeta Jonás, siempre llevamos latente la tentación de huir a un lugar seguro que puede tener muchos nombres: individualismo, espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos, dependencia, instalación, repetición de esquemas ya prefijados, dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio en las normas. Tal vez nos resistimos a salir de un territorio que nos era conocido y manejable.

Sin embargo, las dificultades pueden ser como la tormenta, la ballena, el gusano que secó el ricino de Jonás, o el viento y el sol que le quemaron la cabeza; y lo mismo que para él, pueden tener la función de hacernos volver a ese Dios que es ternura y que quiere llevarnos a una itinerancia constante y renovadora.

Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más herida y donde los seres humanos, por debajo de la apariencia de la superficialidad y el conformismo, siguen buscando la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida.

¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo! Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no les teme a las periferias. Él mismo se hizo periferia (cf. Flp 2,6-8; Jn 1,14).

Por eso, si nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, él ya estará allí. Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma oscurecida. Él ya está allí.

Es verdad que hay que abrir la puerta del corazón a Jesucristo, porque él golpea y llama (cf. Ap 3,20). Pero a veces me pregunto si, por el aire irrespirable de nuestra autorreferencialidad, Jesús no estará ya dentro de nosotros golpeando para que lo dejemos salir.

En el Evangelio vemos cómo Jesús «iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios» (Lc 8,1).

También después de la resurrección, cuando los discípulos salieron a predicar por todas partes, «el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban» (Mc 16,20). Esa es la dinámica que brota del verdadero encuentro.

La costumbre nos seduce y nos dice que no tiene sentido tratar de cambiar algo, que no podemos hacer nada frente a esta situación, que siempre ha sido así y que, sin embargo, sobrevivimos. A causa de ese acostumbrarnos ya no nos enfrentamos al mal y permitimos que las cosas «sean lo que son», o lo que algunos han decidido que sean.

Pero dejemos que el Señor venga a despertarnos, a pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la inercia. Desafiemos la costumbre, abramos bien los ojos y los oídos, y sobre todo el corazón, para dejarnos descolocar por lo que sucede a nuestro alrededor y por el grito de la Palabra viva y eficaz del Resucitado.

Nos moviliza el ejemplo de tantos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que se dedican a anunciar y a servir con gran fidelidad, muchas veces arriesgando sus vidas y ciertamente a costa de su comodidad. Su testimonio nos recuerda que la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados, devorados por el entusiasmo de comunicar la verdadera vida.

Los santos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante.

Pidamos al Señor la gracia de no vacilar cuando el Espíritu nos reclame que demos un paso adelante, pidamos el valor apostólico de comunicar el Evangelio a los demás y de renunciar a hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos.

En todo caso, dejemos que el Espíritu Santo nos haga contemplar la historia en la clave de Jesús resucitado. De ese modo la Iglesia, en lugar de estancarse, podrá seguir adelante acogiendo las sorpresas del Señor.


El Papa en Erbil: La Iglesia en Iraq está viva y anuncia la sabiduría de la cruz

marzo 7, 2021

.

También asistió a un encuentro con obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas, catequistas en la Catedral Siro-Católica de Nuestra Señora de la Salvación en Bagdad

.

El Papa en Erbil: La Iglesia en Iraq está viva y anuncia la sabiduría de la cruz

Al final de su tercera jornada en Iraq, el Santo Padre celebró la Santa Misa en el Estadio “Franso Hariri” de Erbil, donde pudo “ver y sentir que la Iglesia de Iraq está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo, santo y fiel”.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“La Iglesia en Iraq, con la gracia de Dios, hizo y está haciendo mucho por anunciar esta maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la multitudinaria y colorida celebración Eucarística celebrada en el Estadio “Franso Hariri” de Erbil, en el marco de su Visita Apostólica a Iraq, este domingo 7 de marzo de 2021.

Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios

Este III Domingo de Cuaresma, el Santo Padre comentando la 1 Carta de San Pablo a los Corintios (1 Co 1,24) dijo que, «Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios». Y que Jesús reveló esta fuerza y esta sabiduría sobre todo con la misericordia y el perdón.

No quiso hacerlo con demostraciones de fuerza o imponiendo su voz desde lo alto, ni con largos discursos o exhibiciones de una ciencia incomparable. Lo hizo dando su vida en la cruz.

Reveló la sabiduría y la fuerza divina mostrándonos, hasta el final, la fidelidad del amor del Padre; la fidelidad del Dios de la Alianza, que hizo salir a su pueblo de la esclavitud y lo guió por el camino de la libertad.

No caer en la trampa de creer que somos fuertes y sabios

En este sentido, el Pontífice advirtió que es fácil caer en la trampa de pensar que debemos demostrar a los demás que somos fuertes, que somos sabios, es decir, en la trampa de fabricarnos falsas imágenes de Dios que nos den seguridad.

“En realidad – afirmó el Papa – todos necesitamos la fuerza y la sabiduría de Dios revelada por Jesús en la cruz. Aquí en Iraq, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles.

La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana. En cambio, Jesús nos muestra el camino de Dios, el que Él recorrió y en el que nos llama a seguirlo.

Necesitamos limpiar el corazón de las falsedades

Y comentando el Evangelio según San Juan (2,13-25), en el cual se ve a Jesús que echa a los cambistas y a todos aquellos que compraban y vendían en el Templo de Jerusalén, el Papa Francisco dijo que, lo hizo porque el Padre lo mandó a purificar el templo, no sólo el templo de piedra, sino sobre todo el de nuestro corazón.

“El corazón se limpia, se ordena, se purifica. ¿De qué? De las falsedades que lo ensucian, de la doblez de la hipocresía; todos las tenemos. Son enfermedades que lastiman el corazón, que enturbian la vida, la hacen doble”.

Y para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren.

El Señor quiere que nos salvemos

Por ello, el Santo Padre señala que, solo Jesucristo puede purificarnos de las obras del mal, Él que murió y resucitó, Él que es el Señor.

“Dios no nos deja morir en nuestro pecado. Incluso cuando le damos la espalda, no nos abandona a nuestra propia suerte. Nos busca, nos sigue, para llamarnos al arrepentimiento y para purificarnos. «Juro por mi vida —oráculo del Señor Dios— que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se convierta de su mala conducta y viva». El Señor quiere que nos salvemos y que seamos templos vivos de su amor, en la fraternidad, en el servicio y en la misericordia”.

Instrumentos de la paz de Dios y de su misericordia

El fruto de esto, afirma el Papa Francisco es que, Jesús nos libera de un modo de entender la fe, la familia, la comunidad que divide, que contrapone, que excluye, para que podamos construir una Iglesia y una sociedad abiertas a todos y solícitas hacia nuestros hermanos y hermanas más necesitados.

Y al mismo tiempo nos fortalece, para que sepamos resistir a la tentación de buscar venganza, que nos hunde en una espiral de represalias sin fin. Con la fuerza del Espíritu Santo nos envía, no a hacer proselitismo, sino como sus discípulos misioneros, hombres y mujeres llamados a testimoniar que el Evangelio tiene el poder de cambiar la vida.

El Resucitado nos hace instrumentos de la paz de Dios y de su misericordia, artesanos pacientes y valientes de un nuevo orden social.

Encontrar sanación y fuerza para servir a su Reino

Y cuando se refería a la destrucción del Templo, señala el Santo Padre, Jesús hablaba del templo de su cuerpo y, por tanto, también de su Iglesia.

El Señor nos promete que, con la fuerza de su Resurrección, puede hacernos resurgir a nosotros y a nuestras comunidades de los destrozos provocados por la injusticia, la división y el odio. Es la promesa que celebramos en esta Eucaristía.

Con los ojos de la fe, reconocemos la presencia del Señor crucificado y resucitado en medio de nosotros, aprendemos a acoger su sabiduría liberadora, a descansar en sus llagas y a encontrar sanación y fuerza para servir a su Reino que viene a nuestro mundo.

La Iglesia de Iraq está viva, que Cristo vive en este pueblo

Finalmente, el Papa Francisco dijo que, la Iglesia en Iraq, con la gracia de Dios, hizo y está haciendo mucho por anunciar esta maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados.

También en medio de una gran pobreza y dificultad, muchos de ustedes han ofrecido generosamente una ayuda concreta y solidaridad a los pobres y a los que sufren.

“Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir como peregrino entre ustedes, a agradecerles y confirmarlos en la fe y en el testimonio. Hoy, puedo ver y sentir que la Iglesia de Iraq está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo, santo y fiel”.

Los encomiendo a ustedes, a sus familias y a sus comunidades, a la materna protección de la Virgen María, que fue asociada a la pasión y a la muerte de su Hijo y participó en la alegría de su resurrección. Que Ella interceda por nosotros y nos lleve a Él, «fuerza y sabiduría de Dios”.

Saludos de Monseñor Bashar Warda, Arzobispo Caldeo de Erbil

Antes de concluir la Santa Misa, el Arzobispo Caldeo de Erbil, Monseñor Bashar Warda, CSsR, dirigió unas palabras de agradecimiento al Santo Padre por su Visita Apostólica, por su valentía en visitar Iraq, una tierra tan llena de violencia, de interminables disputas, desplazamientos y sufrimiento para la gente; y por hacerlo en este tiempo de pandemia y crisis mundial.

Asimismo, el Arzobispo Caldeo de Erbil agradeció al Papa por sus oraciones por los perseguidos y marginados, en Iraq y en todo el mundo.

“Sabemos que usted ha seguido rezando por nosotros en estos tiempos de oscuridad. Sabemos que a través de sus oraciones, nunca hemos sido olvidados. Sabemos que a través de sus oraciones sigue instando a este mundo y a este país destrozado a encontrar un tiempo de paz, de humildad y prosperidad, de dignidad de vida y de perspectivas para todos”.

Por último, Monseñor Warda le agradeció por su mensaje de paz que ha llevado a Erbil y a todo Iraq, por su mensaje de hermandad y perdón que es un regalo para todo el pueblo de Iraq.

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-03/papa-francisco-santa-misa-erbil-7-marzo-viaje-iraq-estadio.html


El maná de cada día, 4.2.21

febrero 4, 2021

Jueves de la 4ª semana del Tiempo Ordinario

.

los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos
Jesús los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.


PRIMERA LECTURA: Hebreos 12, 18-19.21-24

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó: «Estoy temblando de miedo.»

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

SALMO 47

Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo.

Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra.

El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey; entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar.

Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios: que Dios la ha fundado para siempre.

Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de justicia.

Aclamación: Marcos 1, 15

Está cerca el reino de Dios, dice el Señor: convertíos y creed en el Evangelio.

EVANGELIO: Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

.

SIN ALFORJA, SIN BASTÓN Y SIN PAN

Cuando Lucas narra la misión de los Doce insiste en un detalle importante: el Señor les mandó a anunciar el Reino de Dios sin más provisión que su autoridad y su poder sobre todos los demonios. Y les mandó que no llevaran nada más para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni siquiera una túnica de repuesto.

Debía bastarles ese poder y autoridad que habían recibido de Cristo, debían fiarse de Él y no de su bastón, de sus provisiones, de su dinero o de su túnica.

No niega el Señor el valor y la necesidad de los medios humanos. Enseña, más bien, que esos medios se quedan muy cortos y limitados cuando se trata de las cosas del Reino y de la expulsión de los demonios.

No son suficientes; es más, pueden mostrarse innecesarios y hasta inútiles frente a los planes y modos de hacer de Dios, que Él suele realizar a su modo y no al nuestro.

Esta es la libertad interior que requiere nuestro apostolado para que sea realmente una obra de Dios y no una cosa nuestra.

Si Cristo hubiera programado y planificado la redención del hombre al modo humano con toda seguridad que no habría muerto en la cruz ni habría elegido el camino de la humillación y del dolor.

No te fíes de tus planes apostólicos, de tus cualidades, de tus dotes y recursos, de tus estrategias y gestiones, cuando se trata de las cosas de Dios.

Es verdad que Él cuenta contigo, como quiso contar con los apóstoles. Pero para una misión sobrenatural has de trabajar, sobre todo, con medios sobrenaturales: la oración, la eficacia de la Palabra de Dios, la gracia que te llega por los sacramentos, la comunión con la Iglesia y mucha confianza en que las cosas de Dios no se resuelven con regla y compás.

www.mater-dei.es


Hace 2021 años que nació el Mesías… ¿y qué ha pasado?

enero 8, 2021

.

Esta es el agua unida al Espíritu con la que Cristo fue bautizado, sobre la que descendió el Espíritu Santo y se escuchó una voz: Este es mi Hijo.

.

Hace 2021 años que nació el Mesías… ¿y qué ha pasado?

«Después de dos mil años de cristianismo, la evangelización se halla todavía en sus comienzos» (Redemptoris missio, 30).

.

Estamos culminando la celebración del nacimiento del Mesías, la Navidad, y ¿qué ha pasado en cada uno de nosotros? Da pena que se acabe tan pronto, pues la hemos sentido como una experiencia única: Casi no hemos tenido tiempo de saborear cada detalle de la celebración del Misterio. Sin agotar una perspectiva del Acontecimiento, ya teníamos encima otra «manifestación» del Misterio, que, por cierto, nos ha resulta inabarcable…

A pesar de todo, seguiremos, con el buen gusto de boca, a la expectativa de lo que la Madre Iglesia nos vaya deparando en la Liturgia… Pero no pasaremos página sin aprovechar algunas perlas que nos ofrece la espiritualidad de la Navidad y la contemplación del Misterio de la Encarnación, de los desposorios de Dios con la Humanidad, del regalo inconmensurable de la filiación divina ofrecida a todos los hombres de buena voluntad.

Apreciados lectores, os comparto unas preces y un extracto de un sermón de la Epifanía, tomados de la Liturgia de las Horas de estos días. Que alimenten vuestra debilidad y satisfagan vuestra sed de Dios. Además, añadiré dos textos del Magisterio de san Juan Pablo II.

.

El agua y el Espíritu

Jesús fue a donde Juan y recibió de él el bautismo. Cosa realmente admirable. La corriente inextinguible que alegra la ciudad de Dios es lavada con un poco de agua. La fuente inalcanzable, que hace germinar la vida para todos los hombres y que nunca se agosta, se sumerge en unas aguas pequeñas y temporales.

El que se halla presente en todas partes y jamás se ausenta, el que es incomprensible para los ángeles y está lejos de las miradas de los hombres, se acercó al bautismo cuando él quiso. Se abrió el cielo, y vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto».

El amado produce amor, y la luz inmaterial genera una luz inaccesible: «Este es el que se llamó hijo de José, es mi Unigénito según la esencia divina».

Este es mi Hijo, el amado: aquel que pasó hambre, y dio de comer a innumerables multitudes; que trabajaba, y confortaba a los que trabajaban; que no tenía dónde reclinar su cabeza, y lo había creado todo con su mano; que padeció, y curaba todos los padecimientos; que recibió bofetadas, y dio al mundo la libertad; que fue herido en el costado, y curó el costado de Adán.

Pero prestadme cuidadosamente atención: quiero acudir a la fuente de la vida, quiero contemplar esa fuente medicinal.

El Padre de la inmortalidad envió al mundo a su Hijo, Palabra inmortal, que vino a los hombres para lavarlos con el agua y el Espíritu: y, para regenerarnos con la incorruptibilidad del alma y del cuerpo, insufló en nosotros el espíritu de vida y nos vistió con una armadura incorruptible.

Si, pues, el hombre ha sido hecho inmortal, también será dios. Y si se ve hecho dios por la regeneración del baño del bautismo, en virtud del agua y del Espíritu Santo, resulta también que después de la resurrección de entre los muertos será coheredero de Cristo.

Por lo cual, grito con voz de pregonero: Venid, las tribus todas de las gentes, al bautismo de la inmortalidad. Ésta es el agua unida con el Espíritu, con la que se riega el paraíso, se fecunda la tierra, las plantas crecen, los animales se multiplican; y, en definitiva, el agua por la que el hombre regenerado se vivifica, con la que Cristo fue bautizado, sobre la que descendió el Espíritu Santo en forma de paloma.

Y el que desciende con fe a este baño de regeneración renuncia al diablo y se entrega a Cristo, reniega del enemigo y confiesa que Cristo es Dios, se libra de la esclavitud y se reviste de la adopción, y vuelve del bautismo tan espléndido como el sol, fulgurante de rayos de justicia; y, lo que es el máximo don, se convierte en hijo de Dios y coheredero de Cristo.

A él la gloria y el poder, junto con el Espíritu Santo, bueno y vivificante, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

https://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/fechas/enero_8.htm

Preces

Celebremos la misericordia de Cristo, que ha venido al mundo para que la creación se viera liberada de la esclavitud de la corrupción y pudiera entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios; seguros, pues, de este amor que Dios nos tiene, digamos:

Por tu nacimiento, líbranos, Señor, de todo mal.

Tú, Señor, que existiendo, desde siempre has querido asumir una vida nueva al hacerte hombre, renuévanos a nosotros por el misterio de tu nacimiento.

Tú que, sin dejar de ser Dios como el Padre, quisiste hacerte hombre como nosotros, haz que nuestra vida alcance su plenitud por la participación en tu vida divina.

Tú que al venir al mundo has querido ser luz de los paganos y maestro de todos los
hombres, haz que tu palabra sea antorcha para nuestros pasos.

Palabra de Dios, que te hiciste carne en el seno de María Virgen y viniste al mundo, dígnate habitar siempre por la fe en nuestros corazones.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal.

Oremos:

Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo se manifestó en la realidad de nuestra carne, concédenos poder transformarnos interiormente a imagen de aquel que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.- Amén.

https://www.liturgiadelashoras.info/hoy/rezar-laudes.html

Y concluyo con dos textos del Magisterio de san Juan Pablo II que nos abren el horizonte de la Iglesia y de la Humanidad que esperan todavía la salvación del Niño Dios que acabamos de adorar y de contemplar con gozo y alabanzas a Dios.

Pueblos todos, abrid las puertas a Cristo! Su Evangelio no resta nada a la libertad humana, al debido respeto de las culturas, a cuanto hay de bueno en cada religión. Al acoger a Cristo, os abrís a la Palabra definitiva de Dios, a aquel en quien Dios se ha dado a conocer plenamente y a quien el mismo Dios nos ha indicado como camino para llegar hasta él.

El número de los que aún no conocen a Cristo ni forman parte de la Iglesia aumenta constantemente; más aún, desde el final del Concilio, casi se ha duplicado. Para esta humanidad inmensa, tan amada por el Padre que por ella envió a su propio Hijo, es patente la urgencia de la misión.

Por otra parte, nuestra época ofrece en este campo nuevas ocasiones a la Iglesia: la caída de ideologías y sistemas políticos opresores; la apertura de fronteras y la configuración de un mundo más unido, merced al incremento de los medios de comunicación; el afianzarse en los pueblos los valores evangélicos que Jesús encarnó en su vida (paz, justicia, fraternidad, dedicación a los más necesitados); un tipo de desarrollo económico y técnico falto de alma que, no obstante, apremia a buscar la verdad sobre Dios, sobre el hombre y sobre el sentido de la vida.

Dios abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada para la siembra evangélica. Preveo que ha llegado el momento de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos. (Redemptoris Missio, n. 3).

La actividad misionera está aún en sus comienzos

Nuestra época, con la humanidad en movimiento y búsqueda, exige un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia. Los horizontes y las posibilidades de la misión se ensanchan, y nosotros los cristianos estamos llamados a la valentía apostólica, basada en la confianza en el Espíritu ¡El es el protagonista de la misión!

En la historia de la humanidad son numerosos los cambios periódicos que favorecen el dinamismo misionero. La Iglesia, guiada por el Espíritu, ha respondido siempre a ellos con generosidad y previsión.

Los frutos no han faltado. Hace poco se ha celebrado el milenario de la evangelización de la Rusia y de los pueblos eslavos y se está acercando la celebración del V Centenario de la evangelización de América. Asimismo se han conmemorado recientemente los centenarios de las primeras misiones en diversos Países de Asia, África y Oceanía.

Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera misión ad gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han recibido ya el anuncio de Cristo.

Hoy se pide a todos los cristianos, a las Iglesias particulares y a la Iglesia universal la misma valentía que movió a los misioneros del pasado y la misma disponibilidad para escuchar la voz del Espíritu (Redemptoris Missio, n. 30).



 


Fiesta de Reyes sí, pero con el Rey de Reyes

enero 6, 2021

.

Que todas las naciones, en la persona de los tres Magos, adoren al Autor del universo, y que Dios sea conocido en el mundo entero, para que por doquier sea grande su Nombre y su Gloria.

.

Fiesta de Reyes sí, pero con el Rey de Reyes

.

No deja de sorprender la dimensión «comercial» que ha logrado esta fiesta religiosa en nuestra sociedad consumista. Este año la pandemia ha impedido las cabalgatas y algunas otras actividades folclóricas, pero aun así, una vez más hemos podido constatar que «los reyes» es una fiesta hondamente sentida en la tradición y en nuestra sociedad.

Son innumerables los valores y motivaciones que inspira y promueve esta fiesta popular desde la ilusión de los niños y el manejo respetuoso de la ingenuidad infantil hasta la presentación, vestimenta y locomoción usada por «sus majestades» con toda su parafernalia y la cobertura que le brindan los medios de comunicación…

Indudablemente esta fiesta de los reyes ofrece posibilidades inimaginables para promover valores de fe, de familia, de generosidad, de educación y formación de las futuras generaciones… Seguro que los pastoralistas han analizado el tema y han empleado a fondo su intuitiva e imaginativa creatividad para evangelizar los elementos de raigambre religiosa que van tomando formas laicas y aun laicistas…

Debo aclarar que en España esta fiesta de los Reyes Magos tiene rango de solemnidad y su nombre propio es Epifanía del Señor, o manifestación del Salvador a todos los pueblos. Es fiesta de precepto. En realidad es una de las dimensiones de la espiritualidad navideña: la universalidad de la redención traída por el Verbo de Dios hecho hombre para salvación de toda la humanidad.

La Navidad constituye la primera celebración del año litúrgico con entidad propia: Se trata de la Encarnación o del comienzo de la Salvación. Por eso viene precedida del Adviento, como tiempo de preparación que se desarrolla en cuatro semanas. El hilo conductor del Adviento es fomentar en el creyente el deseo de Dios, tomar conciencia de la necesidad de la salvación que experimenta el hombre en el fondo de su ser y en la rutina de la existencia cotidiana.

La Navidad celebra la venida del Salvador, el comienzo de la salvación. Pero a la vez se le ofrece al creyente la pregustación de todo el misterio de la salvación. De ahí que la Navidad se viste de fiesta y se celebra de gozo y de júbilo, de adoración y alegría: ¡gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres! La glorificación de Dios y la pacificación o salvación del hombre son caras de la misma moneda.

Con la Navidad comienza la salvación, pero a la vez se concluye la salvación del hombre y la gloria de Dios: porque todo está ya contenido en ella como en germen, como en síntesis, como en promesa y anticipo… Las realidades santas y los misterios se entrecruzan como ejes transversales de la gracia: la maternidad divina de María, los desposorios de Dios con la humanidad, con su Iglesia, la sagrada Familia de Nazaret, la venida del Verbo a los suyos como Luz y Salvación de los hombres, los pastores, el mensaje de los ángeles, la adoración de los magos embajadores de todos los pueblos de la tierra, el bautismo de Jesús y la intervención del Padre y del Espíritu, las bodas de Caná y la intervención de María…

Por eso, la Navidad tiene Octava, como la Resurrección del Señor. Son las dos fiestas más importantes de nuestra fe: la bajada del Verbo a la tierra y la vuelta de Cristo al Padre con el trofeo de su propia humanidad asumida y el cortejo de una multitud de hermanos a los que ha enriquecido con el Espíritu filial.

El Misterio creído y celebrado en Navidad se acaba en el tiempo, pero su riqueza y belleza permanecen en la experiencia de los creyentes: Lo que hemos contemplado y creído, la gloria como del Unigénito de Dios, lo que hemos palpado con nuestras propias manos… Eso permanece en nosotros. Solo nos falta celebrar el bautismo de Jesús el último domingo de Navidad, y pasamos al tiempo ordinario…

De esta manera acabaremos de saborear el regalo que Dios nos ha deparado tras sufrir casi todo el año 2020 la incertidumbre y el dolor de la pandemia en casi todo el mundo. Mereció la pena esperar durante el Adviento la venida del Señor, estar despiertos y en vela con María y José acogiendo en silencio contemplativo el alumbramiento del Redentor. Mereció la pena… prepararse a recibir una Navidad única, especial, inolvidable: la mejor Navidad de tu vida, la que tú mismo has ido construyendo en tu corazón día a día, con perseverancia y delicadeza, para el Niño Dios.

Permíteme ofrecerte estas frases de un Sermón sobre la Epifanía, que seguro te iluminarán. Es lo que le pido al Señor. Bendiciones.

.

DIOS HA MANIFESTADO SU SALVACIÓN EN TODO EL MUNDO

La misericordiosa providencia de Dios, que ya había decidido venir en los últimos tiempos en ayuda del mundo que perecía, determinó de antemano la salvación de todos los pueblos en Cristo.

De estos pueblos se trataba en la descendencia innumerable que fue en otro tiempo prometida al santo patriarca Abrahán, descendencia que no sería engendrada por una semilla de carne, sino por la fecundidad de la fe, descendencia comparada a la multitud de las estrellas, para que de este modo el padre de todas las naciones esperara una posteridad no terrestre, sino celeste.

Así pues, que todos los pueblos vengan a incorporarse a la familia de los patriarcas, y que los hijos de la promesa reciban la bendición de la descendencia de Abrahán, a la cual renuncian los hijos según la carne.

Que todas las naciones, en la persona de los tres Magos, adoren al Autor del universo, y que Dios sea conocido, no ya sólo en Judea, sino también en el mundo entero, para que por doquier sea grande su nombre en Israel.

Instruidos en estos misterios de la gracia divina, queridos míos, celebremos con gozo espiritual el día que es el de nuestras primicias y aquél en que comenzó la salvación de los paganos.

Demos gracias al Dios misericordioso quien, según palabras del Apóstol, nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz; él nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.

Porque, como profetizó Isaías, el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban en tierra de sombras, y una luz les brilló. También a propósito de ellos dice el propio Isaías al Señor: Naciones que no te conocían te invocarán, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti.

Abrahán vio este día, y se llenó de alegría, cuando supo que sus hijos según la fe serían benditos en su descendencia, a saber, en Cristo, y él se vio a sí mismo, por su fe, como futuro padre de todos los pueblos, dando gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete.

También David anunciaba este día en los salmos cuando decía: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre; y también: El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia.

Esto se ha realizado, lo sabemos, en el hecho de que tres magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la tierra.

La docilidad de los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que, en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo.

Animados por este celo, debéis aplicaros, queridos míos, a seros útiles los unos a los otros, a fin de que brilléis como hijos de la luz en el reino de Dios, al cual se llega gracias a la fe recta y a las buenas obras; por nuestro Señor Jesucristo que, con Dios Padre y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

De los sermones de san León Magno, papa
(Sermón 3 en la Epifanía del Señor, 1-3. 5: PL. 54, 240)

https://www.liturgiadelashoras.info/hoy/rezar-oficio_de_lectura.html


El maná de cada día, 6.1.21

enero 5, 2021

Epifanía del Señor

.

giotto
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. 

.

Antífona de entrada: Mal 3, 1; 1 Cro 19, 12

Mirad que llega el Señor del señorío: en su mano está el reino y la potestad y el imperio.

Oración colecta

Señor, tú que este día revelaste a tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles, por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Isaías 60,1-6

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.


SALMO 71

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.

Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.

Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.

SEGUNDA LECTURA: Efesios 3, 2-3a.5-6

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro.

Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Aclamación antes del Evangelio: Mateo 2, 2

Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor.

EVANGELIO: Mateo 2,1-12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y , venimos a adorarlo.»

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.»»

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «ld, y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Antífona de comunión: Mateo 2, 2

Hemos visto salir la estrella del Señor y venimos con regalos a adorarlo.

.

EL MANÁ DE LA NAVIDAD

.

La Natividad

.

SE DECÍAN UNOS A OTROS: «¿QUÉ ES ESTO?»

.

Los israelitas murmuraron contra Dios en el desierto. Entonces Dios ordenó a Moisés decirle al pueblo: “Al atardecer comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y así sabréis que Yo soy Yahvé, vuestro Dios”.

Cuando los israelitas vieron sobre el suelo del desierto una especie de escarcha, “se decían unos a otros: ‘¿qué es esto?’ Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: ‘Este es el pan que Yahvé os da por alimento’” (Ex 16, 12.15).

Reproduzco la nota de la Biblia de Jerusalén: «¿Qué es esto?», en hebreo mân hû; la etimología popular de la palabra «maná». Es la pregunta de los hijos de Israel ante algo asombroso realizado por la mano providente de Dios.

También nosotros, ante el Niño nacido en Belén, nos decimos unos a otros: ¿Qué es esto? ¿Qué está sucediendo, qué nos está revelando Dios en estos hechos a la vez tan sencillos y tan portentosos?

En la Navidad Dios revela a los hombres los misteriosos designios que eternamente ha guardado en la intimidad de la familia trinitaria.

El sueño más acariciado por Dios: hacerse hombre para que éste llegue a ser Dios. Nada menos que Dios se ha enamorado de su propia criatura y ha decidido desposarse con la humanidad para siempre, en justicia y santidad.

Por tanto, mientras Dios sea Dios no podrá vivir sin el hombre. Y mientras haya hombres en el mundo no podrán vivir sin Dios.

He ahí el misterio de los sagrados desposorios de Dios con el hombre, con cada hombre, contigo, conmigo. Pero ¿cómo, no es demasiado? ¿Por qué se comporta Dios así, qué busca?

Busca razones, y se te dirá: Porque así le pareció bien; eso fue lo que más le gustó, lo que más le agradó… Porque así es Dios, amor; y así actúa, por puro amor.

¿Con qué finalidad? Para alabanza de su gloria. Todo comienza y acaba en él. Con razón nos preguntamos en Navidad: ¿Qué es esto?

Y como es un misterio tan grande, la fiesta de Navidad la celebramos con octava: la prolongamos por ocho días como si fuese un único «día en que actuó el Señor». Lo mismo sucederá con la Pascua.

¿Qué nos queda a nosotros? Imitar la actitud de María y de José, la reacción gozosa de los ángeles; sintonizar con la alegría de los pastores, seguir a los reyes de oriente; gozarnos con las palabras de Simeón y de Ana; en fin, unirnos a cuantos bendecían a Dios por lo que habían visto y oído sobre el Niño.

Por su parte, el hombre dará la talla de su valía, demostrará su dignidad y ejercerá su grandeza acogiendo al que viene en el nombre del Señor. Él viene a culminar su obra en el hombre: al que creó, ahora lo recrea; al que pecó ahora lo perdona; al que se desvió ahora lo rehabilita y endereza.

El Niño que nace no es un intruso, pues viene a su propia casa, ya que nada fue creado sino por él. No violenta al hombre, hecho a su imagen y semejanza. No lesiona o altera su dignidad pues el hombre está llamado a ser amigo de Dios y está capacitado para entenderse con Dios.

El hombre camina erecto, puede mirar a Dios cara a cara, hablarle y responderle. Es superior a toda la creación. Entre todos los seres creados sólo el hombre es amado por sí mismo: es persona. Por eso Dios lo desposa consigo por pura gracia y para siempre.

Si Dios se ha mostrado tan amoroso y fiel, ¿qué puedes hacer de tu parte? A ti sólo te queda acoger, alabar y agradecer… Dejarte inundar por la ternura de Dios y alegrarte en el Señor, como lo hizo María, como lo hizo José. Pues la alegría que encuentra el marido con su mujer, la encuentra tu Dios contigo.

Perteneces al Señor; eres esposa del Señor para siempre, su amigo más íntimo. Alégrate desde lo más profundo de tu ser, y que de esta manera todo florezca en tu vida. Eres hijo del Rey, no simple jornalero, llevas anillo real. Vístete de fiesta porque ya llega tu Salvador.

Mientras seas persona estás llamado a vivir en íntima comunión con Dios. Cuanto más le dejes entrar en tu ser, más valioso te volverás, más recto será tu proceder y más centrado y feliz te sentirás.

Es decir, crecerás en dignidad y valía, en moralidad, en madurez, en la realización de tus posibilidades, en plenitud y felicidad. Cuanto más unido a Dios, más hombre serás, porque él es el mejor amigo que tienes y tendrás.

Ahí está la razón y la fuente de tu felicidad: en acoger a Dios que viene a ti con agradecimiento y alegría. Dejarte iluminar por esa gran Luz. ¡Qué menos! Hazlo así, y vive la Navidad en plenitud de gozo y santidad, con toda alegría, sintiéndote mimado por el mismo Dios.

Dios ama a los que, como María, le responden pronta y generosamente. Dios es quien más goza con que el hombre llegue a su plenitud y sea feliz. Sólo él colma y realiza todas las potencialidades del hombre. Sólo Dios es la medida del hombre, nada más, pero tampoco nada menos. No te contentes con menos.

La Vida estaba junto a Dios… Vino a los suyos, a su propia casa… y a cuantos la recibieron les dio la posibilidad de hacerse hijos de Dios por el Espíritu.

Tú estás llamado a ser un amigo de Dios, y tú quieres ser hijo de Dios; perteneces a su familia. No porque lo entiendas y menos aún porque te lo merezcas; sino porque así le pareció bien a Él, para alabanza de su gloria.

¿Qué es esto que estamos viendo, qué significa lo que hemos escuchado sobre el Niño? Y se admiraban de lo que decían del Niño y daban gloria a Dios… Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que se dejan amar por Dios, que gozan del amor de Dios.

Alaba a tu Dios y vive feliz. El gozo en el Señor sea tu fortaleza. Sabrás que has pasado de la muerte a la vida porque amas de verdad, a discreción, a Dios y a tu prójimo. Amén, amén. Enhorabuena, hermano. ¡Gloria a Dios! ¡Es Navidad!


El maná de cada día, 30.11.20

noviembre 30, 2020

San Andrés, apóstol

Segundo día de la novena a la Inmaculada Concepción
.

san-andres-apostol
San Andrés, apóstol.


Antífona de entrada: Mt 4, 18-19

El Señor, junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Pedro y Andrés, y los llamó: Veníos conmigo y los haré pescadores de hombres.

Oración colecta

Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san Andrés a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Romanos 10, 9-18

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.»

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!»

Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo.

Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

SALMO 18, 2-3.4-5

A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 19

Venid y seguidme -dice el Señor- y os haré pescadores de hombres.

EVANGELIO: Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Antífona de comunión: Jn 1, 41-42

Dijo Andrés a su hermano Simón: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús.
.

.

San Andrés,  Apóstol

Andrés, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue crucificado en Acaya.

HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS

De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo,
sobre el evangelio de san Juan

Andrés, después de permanecer con Jesús y de aprender de él muchas cosas, no escondió el tesoro para sí solo, sino que corrió presuroso en busca de su hermano, para hacerle partícipe de su descubrimiento. Fíjate en lo que dice a su hermano: Hemos encontrado al Mesías, que significa Cristo. ¿Ves de qué manera manifiesta todo lo que había aprendido en tan breve espacio de tiempo?

Pues, por una parte, manifiesta el poder del Maestro, que les ha convencido de esto mismo, y, por otra, el interés y la aplicación de los discípulos, quienes ya desde el principio se preocupaban de estas cosas.

Son las palabras de un alma que desea ardientemente la venida del Señor, que espera al que vendrá del cielo, que exulta de gozo cuando se ha manifestado y que se apresura a comunicar a los demás tan excelsa noticia.

Comunicarse mutuamente las cosas espirituales es señal de amor fraterno, de entrañable parentesco y de sincero afecto.

Pero advierte también, y ya desde el principio, la actitud dócil y sencilla de Pedro. Acude sin tardanza: Y lo llevó a Jesús, afirma el evangelio. Pero que nadie lo acuse de ligereza por aceptar el anuncio sin una detenida consideración. Lo más probable es que su hermano le contase más cosas detalladamente, pues los evangelistas resumen muchas veces los hechos, por razones de brevedad.

Además, no afirma que Pedro creyera al momento, sino que lo llevó a Jesús, y a él se lo confió, para que del mismo Jesús aprendiera todas las cosas. Pues había también otro discípulo que tenía los mismos sentimientos.

Si Juan Bautista, cuando afirma: Éste es el Cordero, y: Bautiza con Espíritu Santo, deja que sea Cristo mismo quien exponga con mayor claridad estas verdades, mucho más hizo Andrés, quien, no juzgándose capaz para explicarlo todo, condujo a su hermano a la misma fuente de la luz, tan contento y presuroso, que su hermano no dudó ni un instante en acudir a ella.
.
.
.

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

milagrosa

.
DÍA SEGUNDO

El deseo de virginidad de María

María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lucas 1, 34)

Oración

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las plegarias que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

Reflexión

Mucho antes de que el Ángel Gabriel diera a María el mensaje de que Dios la había elegido para ser la madre de su Hijo, ella había decidido entregarse entera y exclusivamente a través del don de la virginidad perpetua. María sabía que Dios había establecido una Alianza –un lazo familiar- con el Pueblo de Israel en el Monte Sinaí. El Señor se había mantenido fiel a las promesas de la Alianza, pero Israel había violado esa fidelidad. Con sus repetidas desobediencias a los Mandamientos de Dios, Israel demostró ser una esposa adúltera. María, consciente de la historia de su pueblo y dolida por las infidelidades narradas por los Profetas, anhelaba vivir amando a Dios como su esposa fiel para reparar los pecados de su pueblo.

A continuación, la descripción del Papa Juan Pablo II del deseo de María de permanecer virgen toda su vida:

Ella misma deseaba encarnar en sí la imagen de la esposa completamente fiel y plenamente entregada al Espíritu divino y, por eso, se convierte en el comienzo del nuevo Israel, es decir, del pueblo querido por el Dios de la alianza en su corazón de esposo. María no usa, ni en el diálogo ni en el cántico, términos de la analogía nupcial, pero hace mucho más: confirma y consolida una consagración que ya está viviendo y que resulta su condición habitual de vida. En efecto, replica al Ángel de la anunciación: «No conozco varón» (Lc 1, 34). Es como si dijera: soy virgen consagrada a Dios y no quiero abandonar a este Esposo, porque creo que no lo quiere él, tan celoso de Israel, tan severo con quien lo ha traicionado, tan insistente en su misericordiosa llamada a la reconciliación. María es consciente de la infidelidad de su pueblo y quiere ser una esposa fiel al Esposo divino, tan amado.

Dios envió al Ángel Gabriel a la ciudad de Nazaret a decirle a María que había aceptado su deseo de pertenecerle exclusivamente a él y que, de hecho, él había puesto en ella ese deseo. El deseo de María de permanecer virgen era, en realidad, una respuesta al amor fiel de Dios hacia ella. El Ángel le anuncia a María que ella concebiría al hijo de Dios en su virginidad a través del poder del Espíritu Santo que vendría sobre ella y la cubriría con su sombra. Ella se convierte entonces en virgen, esposa y madre simultáneamente. La elección libre de María de permanecer virgen fue lo que posibilitó su pertenencia completa a Cristo como su madre y a cada uno de nosotros como nuestra madre amorosa. La Santísima Virgen María fue testigo de que el precioso valor de la virginidad existe siempre en orden al amor esponsal y la maternidad.

Oración

Dios Todopoderoso y Eterno, María se entregó a Ti sin reserva a través del don de su virginidad. Así como amó a Jesús con todo el corazón, sigue amando y sirviendo a todos sus hijos en la tierra. Por medio de su ejemplo, infunde en todos los miembros de tu Iglesia un aprecio más profundo del valor de la virginidad. Ayúdanos a comprender que la virginidad es el regalo perfecto que los esposos se entregan el uno al otro el día de su boda. Inspira a muchos jóvenes para que abracen una vida consagrada célibe o virgen en el sacerdocio o la vida religiosa. Enséñanos el significado de las palabras de tu Hijo: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5, 8). Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.