El maná de cada día, 1.1.19

diciembre 31, 2018

Santa María Madre de Dios

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1 de Enero de 2019

Jornada Mundial de la Paz
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La Palabra tomó de María nuestra condición humana

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Antífona de entrada

¡Salve, Madre Santa!, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Oración colecta

Dios y Señor nuestro, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquélla de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Él, que vive y reina contigo.


PRIMERA LECTURA: Números 6, 22-27

El Señor habló a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»


SALMO 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.


SEGUNDA LECTURA: Gálatas 4, 4-7

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! (Padre).» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.


ALELUYA: Hebreos 1, 1-2

En distintas ocasiones habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.


EVANGELIO: Lucas 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.


Antífona de comunión: Hebreos 13, 8

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.


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AVEMARÍA COMENTADA

MARÍA dijo:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.”

San Beda el Venerable trata de introducirse en los sentimientos de la Virgen María, una vez dado su consentimiento al mensaje del Ángel, y los describe bellamente con estas palabras:

El Señor -dice- me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a contemplar con agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se complace en la eterna divinidad de Jesús, mi salvador, con cuya temporal concepción ha quedado fecundada mi carne.”

MARÍA prosigue:

“Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

En estos días santos, nosotros con gusto aceptamos la invitación de María a proclamar las grandezas de nuestro Dios. Pues él ha estado grande con nosotros en el misterio de la Navidad, al desposarse, a través de María y en ella misma, con la humanidad entera, con la Iglesia, con cada uno de nosotros.

Por eso, con alegría alabamos a Dios saludando a María de muchas maneras, pero particularmente con el Avemaría. Con esta plegaria, que a continuación comentaré, nos unimos a todas las generaciones que proclaman dichosa y siempre bienaventurada a la Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra.

Como se hizo con la oración del “Ángelus”, hoy comentaré el “Avemaría”, brevemente y en clave trinitaria.

Dios te salve, María: Dios Padre pronuncia el nombre de María eternamente y proyecta sobre ella un inefable y maravilloso plan para dar vida a los hombres y salvarlos de todo mal. Es el mejor proyecto que el Padre ha podido imaginar, como Dios, desde toda la eternidad.

Llena eres de gracia: Dios Hijo le concede a María ser totalmente fiel al plan del Padre, asumirlo gustosamente, y cumplirlo empleando todas las facultades recibidas de Dios mismo. El Hijo, que es la respuesta perfecta al Padre, capacita a María para que corresponda plena y fidelísimamente al Padre: para que no defraude en nada las expectativas del Padre que quiere que todos los hombres se salven.

El Señor está contigo: Dios Espíritu Santo inunda a María de la santidad divina hasta desposarse con ella para hacer presente a Dios en el mundo en la persona del Verbo, para engendrar al mismo Dios y Hombre: Jesús, Dios y hombre verdadero; “Dios con nosotros”.

Así, el Padre, el Hijo y el Espíritu no pudieron hacer más con una criatura de lo que hicieron y siguen haciendo en María, con María y por María. Ella es plenamente dichosa: ”Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza”.

Bendita tú eres entre todas las mujeres: Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, hombre y mujer. Ambos reflejan la gloria de Dios de manera específica: varonil y femenina; por separado, y también como pareja. María es la encarnación perfecta de la ternura, el amor y la belleza de Dios en la expresión femenina: por ser la llena de gracia desde el primer momento de su existencia; por ser mujer; y también por ser mujer desposada con el Espíritu y fecundada por el Poder de Dios; y también por ser la prometida de José, su esposa según la costumbre y las leyes judías. Por eso, es la gloria y el honor ante Dios de todas las mujeres, desde siempre y para siempre. Por la gracia de Dios, María es “mujer única”.

Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús: Toda mujer está llamada a ser madre: espiritual o materialmente. María fue tan anegada por el poder y el amor de Dios que se convirtió en su esposa; ella, con el poder de Dios, ha transmitido la vida de Dios y la vida humana a un ser único, Jesús, Dios y hombre verdadero. María es la mujer más fecunda, plena y feliz: la madre del hombre más bello nacido de mujer, que es a la vez Hijo del Altísimo. María fue pura transparencia y gratuidad: Cuanto recibe de Dios, no lo retiene para sí, lo devuelve a Dios, y, en él, lo da a todos los hombres. Por eso es el orgullo de nuestra raza.


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La Palabra tomó de María nuestra condición

De las cartas de san Atanasio, obispo
Carta a Epicteto, 5-9

La Palabra tendió una mano a los hijos de Abrahán, afirma el Apóstol, y por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos y asumir un cuerpo semejante al nuestro. Por esta razón, en verdad, María está presente en este misterio, para que de ella la Palabra tome un cuerpo, y, como propio, lo ofrezca por nosotros. La Es­critura habla del parto y afirma: Lo envolvió en pañales; se proclaman dichosos los pechos que amamantaron Señor, y, por el nacimiento de este primogénito, fue ofrecido el sacrificio prescrito. El ángel Gabriel había anunciado esta concepción con palabras muy precisas, cuando dijo a María no simplemente «lo que nacerá en ti» –para que no se creyese que se trataba de un cuerpo in­troducido desde el exterior–, sino de ti, para que creyé­semos que aquel que era engendrado en María procedía realmente de ella.

Las cosas sucedieron de esta forma para que la Pala­bra, tomando nuestra condición y ofreciéndola en sacrificio, la asumiese completamente, y revistiéndonos des­pués a nosotros de su condición, diese ocasión al Apóstol para afirmar lo siguiente: Esto corruptible tiene que ves­tirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.

Estas cosas no son una ficción, como algunos juzga­ron; ¡tal postura es inadmisible! Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre, y de él ha conseguido la salvación el hombre entero. Porque de ninguna forma es ficticia nuestra salvación ni afecta sólo al cuerpo, sino que la sal­vación de todo el hombre, es decir, alma y cuerpo, se ha realizado en aquel que es la Palabra.

Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió de María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las Escrituras; verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues María es nuestra hermana, ya que todos nosotros hemos nacido de Adán.

Lo que Juan afirma: La Palabra se hizo carne, tiene la misma significación, como se puede concluir de la idén­tica forma de expresarse. En san Pablo encontramos escri­to: Cristo se hizo por nosotros un maldito. Pues al cuerpo humano, por la unión y comunión con la Palabra, se le ha concedido un inmenso beneficio: de mortal se ha hecho inmortal, de animal se ha hecho espiritual, y de terreno ha penetrado las puertas del cielo.

Por otra parte, la Trinidad, también después de la encarnación de la Palabra en María, siempre sigue siendo la Trinidad, no admitiendo ni aumentos ni disminuciones; siempre es perfecta, y en la Trinidad se reconoce una única Deidad, y así la Iglesia confiesa a un único Dios, Padre de la Palabra.


12 mensajes del papa Francisco para el nuevo año

diciembre 31, 2018

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Mensajes del Papa Francisco para empezar con buen pie el año 2019

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Viaja por un año entre misericordia, perdón, amor, desapego de lo material…

Por Ary Waldir Ramos Díaz

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Querido lector, hemos seleccionado doce reflexiones del papa Francisco para emprender un viaje anual entre misericordia, perdón, amor, desapego de lo material…

Para ello, nos hemos servido de los mensajes del Pontífice presentes en las meditaciones matutinas en la capilla de la Casa de Santa Marta, las audiencias generales de los miércoles y las homilías en general.

Lógicamente, es un trabajo de selección. Pero esperamos que encuentre útiles los enlaces a las fuentes oficiales para seguir profundizando y compartiendo estos contenidos. Además se acompañan de una serie de fotos con frases alusivas para difundir en redes sociales.

1. Constructores de puentes y no de muros 

En el año que empieza seamos hombres y mujeres constructores de puentes. “Cada cristiano construya siempre puentes de diálogo con los demás, no muros de rencor. El cristiano debe buscar siempre el camino para escuchar, el camino de la reconciliación, con humildad y mansedumbre, porque es lo que nos ha enseñado el Hijo de Dios”.

Homilía de la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta 23 de enero de 2015.

2. Aprender a conmovernos por el dolor de los demás en silencio pero transformando el sufrimiento en acción concreta…

Lejos de hipocresías en este nuevo año: “Sabed, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de las lágrimas”, nos enseña el Papa.

“Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre “que ve en lo secreto (Mt 6, 4. 6. 18)”.

Lo expresó en la homilía de la misa de bendición e imposición de la ceniza, Basílica de Santa Sabina, 18 febrero de 2015.

3. La capacidad de avergonzarse y acusarse a sí mismo

La capacidad de avergonzarse y acusarse a sí mismo, sin descargar la culpa siempre en los demás para juzgarlos y condenarlos, es el primer paso en el camino de la vida cristiana que conduce a pedir al Señor el don de la misericordia.

Es este el examen de conciencia sugerido por el Papa en la misa que celebró el lunes 2 de marzo, en la capilla de la Casa Santa Marta.

4. Soñar para encontrar el amor…

En este año nuevo vivir la reciprocidad del amor y soñar el encuentro con ella o él. “Hombre y mujer son de la misma sustancia y son complementarios”.

En la Biblia, cuando Dios plasma a la mujer mientras el hombre duerme, el Papa sugiere también otra cosa: “para encontrar a la mujer —y podemos decir para encontrar el amor en la mujer—, el hombre primero tiene que soñarla y luego la encuentra”.

Lo sostuvo en la alocución en la audiencia general en plaza San Pedro, miércoles 22 de abril de 2015.

5. En este año evitar el apego a las riquezas que llevan solo a la corrupción del corazón, de la mente, de nuestro negocio

Es necesario hacer de tal modo que, si se poseyeran riquezas, estas sirvan al “bien común”. Porque la abundancia que se vive de manera egoísta es “triste”, quita “esperanza” y genera “todo tipo de corrupción”, grande o pequeña.

Así podremos tener el propósito en este año nuevo de salir del ‘apego a las riquezas’ que nos “hace creer que todo está bien” y nos quita el horizonte. “Y vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir sin esperanza es una vida triste”.

Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

6. La oración cotidiana por nuestra salud y por la de los seres queridos afectados por el mal

“La Iglesia invita a la oración continua por los propios seres queridos afectados por el mal. La oración por los enfermos no debe faltar nunca. Es más, debemos rezar aún más, tanto personalmente como en comunidad. Pensemos en el episodio evangélico de la mujer cananea (cf. Mt 15, 21-28).

Lo expresó el Papa Francisco durante la predicación en la audiencia general en la plaza San Pedro, miércoles 10 de junio de 2015.

7. Fuertes y revolucionarios en la fe para superar divisiones e individualismo

El nuevo año es un espacio para emprender “la revolución” de la “alegría de la Evangelización”, que significa imitar el amor de Cristo que libera y da verdadera felicidad para superar las divisiones, los personalismos y el individualismo.

¿Cómo? El Papa explica: “Donándose, el hombre vuelve a encontrarse a sí mismo con su verdadera identidad de hijo de Dios, semejante al Padre y, como Él, dador de vida, hermano de Jesús, del cual da testimonio.

Eso es evangelizar, esa es nuestra revolución –porque nuestra fe siempre es revolucionaria–, ese es nuestro más profundo y constante grito”, sostuvo el Papa Francisco el 7 de julio en el parque Bicentenario de Quito, la última misa en su visita a Ecuador.

8. Trabajo para darse dignidad a sí mismos y a la propia familia

Se necesita fe y astucia. Que Dios nos conceda acoger su llamada con alegría y esperanza, en este momento difícil de nuestra historia, la llamada al trabajo para darse dignidad a sí mismos y a la propia familia”. El Pontífice explica que la primera escuela que enseña a ser buenos trabajadores es la familia y, asimismo destaca el trabajo de las amas de casa.

“La fiesta y el trabajo forman parte del designio de Dios” para las familias. Lo expresó el Papa Francisco en la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano el pasado miércoles 19 de agosto 2015.

9. Soñar para no dejarte robar la esperanza

Esa es una frase que el papa repite mucho a los jóvenes: soñar para no dejarse robar la esperanza. En este año las cosas pueden ser duras, pero la esperanza nos abre a nuevos caminos de creatividad, pasión, deseos de construir.

“Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder, pero suéñalas, deséalas, busca horizontes, ábrete, ábrete a cosas grandes”.

Lo aseveró el Papa durante el saludo a los jóvenes del Centro Cultural Padre Félix Varela en La Habana, el domingo 20 de septiembre de 201.

10. Dios nunca abandona a quien confía en Él

Escribieron al Papa preguntándole por qué los malvados parecen ser felices mientras que a los justos las cosas les van mal, a veces en el sentido equivocado.

El Pontífice recuerda el salmo 1, «Feliz el hombre que confía en el Señor». Y asegura que Dios nunca abandona a quien confía en Él.

Lo explicó en la Homilía de la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta jueves 8 de octubre de 2015.

11. Para ser felices hay que incluir y crear armonía en nuestros hogares, puestos de trabajo, en suma en lo cotidiano

Jesús nos pide incluir a todos con gestos concretos, porque como cristianos “no tenemos derecho” a excluir a los demás, juzgarlos y cerrarles las puertas.

También porque “la actitud de excluir” está en la raíz de todas las guerras, grandes o pequeñas.

Lo afirmó el Papa Francisco en la misa celebrada el jueves 5 de noviembre, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta.

12. Sentirnos amados para amar y perdonar

Un papá o una mamá que dice a su hijo: “No tengas miedo, estoy yo” y lo mima con una caricia, es la imagen de la condición privilegiada del hombre: pequeño, débil, pero tranquilizado, sostenido y perdonado por un Dios que está enamorado de él.

Lo dijo al inicio del camino jubilar el Papa Francisco, en la misa celebrada en Santa Marta el jueves 10 de diciembre.

Y la regla de Oro que vale en cualquier mes del año:


El maná de cada día, 31.12.18

diciembre 31, 2018

Día VII dentro de la Octava de Navidad

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La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros

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Antífona de entrada: Isaías 9, 6

Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva a hombros el principado, y es su nombre: Mensajero del designio divino.


Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, que has establecido el principio y la plenitud de toda religión en el nacimiento de tu Hijo Jesucristo, te suplicamos nos concedas la gracia de ser contados siempre entre los miembros vivos de su Cuerpo, porque sólo en él radica la salvación del mundo Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA: 1 Juan 2, 18-21

Hijos míos, es el momento final.

Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final.

Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.

En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.

Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.


SALMO 95, 1-2. 11-12. 13-14

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.


Aclamación antes del Evangelio: Juan 1, 14. 12b

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.


EVANGELIO: Juan 1, 1-18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.

Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»»

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Antífona de comunión: 1 Juan 4, 9

Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él.

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RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO

— Un día de balance. Nuestro tiempo es breve. Es parte muy importante de la herencia recibida de Dios.

— Actos de contrición por nuestros errores y pecados cometidos en este año que termina. Acciones de gracias por los muchos beneficios recibidos.

— Propósitos para el año que comienza.

I. Hoy, es un buen momento para hacer balance del año que ha pasado y propósitos para el que comienza. Buena oportunidad para pedir perdón por lo que no hicimos, por el amor que faltó; buena ocasión para dar gracias por todos los beneficios del Señor.

La Iglesia nos recuerda que somos peregrinos. Ella misma está «presente en el mundo y, sin embargo, es peregrina»1. Se dirige hacia su Señor «peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios»2.

Nuestra vida es también un camino lleno de tribulaciones y de «consuelos de Dios». Tenemos una vida en el tiempo, en la cual nos encontramos ahora, y otra más allá del tiempo, en la eternidad, hacia la cual se dirige nuestra peregrinación.

El tiempo de cada uno es una parte importante de la herencia recibida de Dios; es la distancia que nos separa de ese momento en el que nos presentaremos ante nuestro Señor con las manos llenas o vacías. Solo ahora, aquí, en esta vida, podemos merecer para la otra.

En realidad, cada día nuestro es «un tiempo» que Dios nos regala para llenarlo de amor a Él, de caridad con quienes nos rodean, de trabajo bien hecho, de ejercitar las virtudes…, de obras agradables a los ojos de Dios.

Ahora es el momento de hacer el «tesoro que no envejece». Este es, para cada uno, el tiempo propicio, este es el día de la salud3. Pasado este tiempo, ya no habrá otro.

El tiempo del que cada uno de nosotros dispone es corto, pero suficiente para decirle a Dios que le amamos y para dejar terminada la obra que el Señor nos haya encargado a cada uno. Por eso nos advierte San Pablo: andad con prudencia, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo4, pues pronto viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar5.

«Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno»6.

San Pablo, considerando la brevedad de nuestro paso por la tierra y la insignificancia que tienen las cosas en sí mismas, dice: pasa la sombra de este mundo7. Esta vida, en comparación de la que nos espera, es como su sombra.

La brevedad del tiempo es una llamada continua a sacarle el máximo rendimiento de cara a Dios. Hoy, en nuestra oración, podríamos preguntarnos si Dios está contento con la forma en que hemos vivido el año que ha pasado.

Si ha sido bien aprovechado o, por el contrario, ha sido un año de ocasiones perdidas en el trabajo, en el apostolado, en la vida de familia; si hemos abandonado con frecuencia la Cruz, porque nos hemos quejado con facilidad al encontrarnos con la contradicción y con lo inesperado.

Cada año que pasa es una llamada para santificar nuestra vida ordinaria y un aviso de que estamos un poco más cerca del momento definitivo con Dios.

No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no desfallecemos. Por consiguiente, mientras hay tiempo hagamos el bien a todos8.

II. Al hacer examen es fácil que encontremos, en este año que termina, omisiones en la caridad, escasa laboriosidad en el trabajo profesional, mediocridad espiritual aceptada, poca limosna, egoísmo, vanidad, faltas de mortificación en las comidas, gracias del Espíritu Santo no correspondidas, intemperancia, malhumor, mal carácter, distracciones más o menos voluntarias en nuestras prácticas de piedad…

Son innumerables los motivos para terminar el año pidiendo perdón al Señor, haciendo actos de contrición y de desagravio. Miramos cada uno de los días del año y «cada día hemos de pedir perdón, porque cada día hemos ofendido»9. Ni un solo día se escapa a esta realidad: han sido muchas nuestras faltas y nuestros errores.

Sin embargo, son incomparablemente mayores los motivos de agradecimiento, en lo humano y en lo sobrenatural. Son incontables las mociones del Espíritu Santo, las gracias recibidas en el sacramento de la Penitencia y en la Comunión eucarística, los cuidados de nuestro Ángel Custodio, los méritos alcanzados al ofrecer nuestro trabajo o nuestro dolor por los demás, las numerosas ayudas que de otros hemos recibido.

No importa que de esta realidad solo percibamos ahora una parte muy pequeña. Demos gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante el año.

«Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros.

Pues, ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios, porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá»10.

Terminar el año pidiendo perdón por tantas faltas de correspondencia a la gracia, por tantas veces como Jesús se puso a nuestro lado y no hicimos nada por verle y le dejamos pasar; a la vez, terminar el año agradeciendo al Señor la gran misericordia que ha tenido con nosotros y los innumerables beneficios, muchos de ellos desconocidos por nosotros mismos, que nos ha dado el Señor.

Y junto a la contrición y el agradecimiento, el propósito de amar a Dios y de luchar por adquirir las virtudes y desarraigar nuestros defectos, como si fuera el último año que el Señor nos concede.

III. En estos últimos días del año que termina y en los comienzos del que empieza nos desearemos unos a otros que tengamos un buen año. Al portero, a la farmacéutica, a los vecinos…, les diremos ¡Feliz año nuevo! o algo semejante. Un número parecido de personas nos desearán a nosotros lo mismo, y les daremos las gracias.

Pero, ¿qué es lo que entienden muchas gentes por «un año bueno», «un año lleno de felicidad», etcétera? «Es, a no dudarlo, que no sufráis en este año ninguna enfermedad, ninguna pena, ninguna contrariedad, ninguna preocupación, sino al contrario, que todo os sonría y os sea propicio, que ganéis bastante dinero y que el recaudador no os reclame demasiado, que los salarios se vean incrementados y el precio de los artículos disminuya, que la radio os comunique cada mañana buenas noticias. En pocas palabras, que no experimentéis ningún contratiempo»11.

Es bueno desear estos bienes humanos para nosotros y para los demás, si no nos separan de nuestro fin último. El año nuevo nos traerá, en proporciones desconocidas, alegrías y contrariedades. Un año bueno, para un cristiano, es aquel en el que unas y otras nos han servido para amar un poco más a Dios.

Un año bueno, para un cristiano, no es aquel que viene cargado, en el supuesto de que fuera posible, de una felicidad natural al margen de Dios. Un año bueno es aquel en el que hemos servido mejor a Dios y a los demás, aunque en el plano humano haya sido un completo desastre.

Puede ser, por ejemplo, un buen año aquel en el que apareció la grave enfermedad, tantos años latente y desconocida, si supimos santificarnos con ella y santificar a quienes estaban a nuestro alrededor.

Cualquier año puede ser «el mejor año» si aprovechamos las gracias que Dios nos tiene reservadas y que pueden convertir en bien la mayor de las desgracias. Para este año que comienza Dios nos ha preparado todas las ayudas que necesitamos para que sea «un buen año».

No desperdiciemos ni un solo día. Y cuando llegue la caída, el error o el desánimo, recomenzar enseguida. En muchas ocasiones, a través del sacramento de la Penitencia.

¡Que tengamos todos «un buen año»! Que podamos presentarnos delante del Señor, una vez concluido, con las manos llenas de horas de trabajo ofrecidas a Dios, apostolado con nuestros amigos, incontables muestras de caridad con quienes nos rodean, muchos pequeños vencimientos, encuentros irrepetibles en la Comunión…

Hagamos el propósito de convertir las derrotas en victorias, acudiendo al Señor y recomenzando de nuevo.

Pidamos a la Virgen la gracia de vivir este año que comienza luchando como si fuera el último que el Señor nos concede.

1 Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum concilium, 2. — 2 ídem, Const. Lumen gentium, 8. — 3 2 Cor 6, 2. — 4 Ef 5, 15-16. — 5 Jn 9, 4. — 6 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 39. — 7 1 Cor 7, 31. — 8 Gal 6, 9-10. — 9 San Agustín, Sermón 256. — 10 Santa Teresa, Vida, 10, 3. — 11 G. Chevrot, El Evangelio al aire libre, p. 102.

www.homiletica.org


Mensaje del Santo Padre Francisco para la LII Jornada Mundial de la Paz 2019: La buena política está al servicio de la paz

diciembre 30, 2018

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La buena política está al servicio de la paz

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Mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la LII Jornada Mundial de la Paz

Publicamos a continuación el texto del mensaje del Santo Padre Francisco para la LII Jornada Mundial de la Paz que se celebra el 1 de enero de 2019 y cuyo tema este año es: La buena política está al servicio de la paz. 

La buena política está al servicio de la paz

  1. “Paz a esta casa”

Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: «Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).

Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana.[1]

La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.

Por tanto, este es también mi deseo al comienzo del nuevo año: “Paz a esta casa”.

  1.  El desafío de una buena política

La paz es como la esperanza de la que habla el poeta Charles Péguy; [2] es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia. Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia.

La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción.

Dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Como subrayaba el Papa san Pablo VI: «Tomar en serio la política en sus diversos niveles ―local, regional, nacional y mundial― es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad».[3]

En efecto, la función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo.

La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad.

  1. Caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz

El Papa Benedicto XVI recordaba que «todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la polis. […] El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político. […] La acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana».[4]

Es un programa con el que pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.

A este respecto, merece la pena recordar las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel testigo del Evangelio:

Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.

Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.

Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.

Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.

Bienaventurado el político que realiza la unidad.

Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.

Bienaventurado el político que sabe escuchar.

Bienaventurado el político que no tiene miedo.[5]

Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho.

Estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.

  1. Los vicios de la política

En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a ella.

Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio.

  1. La buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro

Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven condenados a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar en un proyecto para el futuro.

En cambio, cuando la política se traduce, concretamente, en un estímulo de los jóvenes talentos y de las vocaciones que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre los rostros. Se llega a una confianza dinámica, que significa “yo confío en ti y creo contigo” en la posibilidad de trabajar juntos por el bien común. La política favorece la paz si se realiza, por lo tanto, reconociendo los carismas y las capacidades de cada persona.

«¿Hay acaso algo más bello que una mano tendida? Esta ha sido querida por Dios para dar y recibir. Dios no la ha querido para que mate (cf. Gn 4,1ss) o haga sufrir, sino para que cuide y ayude a vivir. Junto con el corazón y la mente, también la mano puede hacerse un instrumento de diálogo».[6]

Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales.

Una confianza de ese tipo nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas. En particular, vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad que tanto necesita nuestro mundo globalizado.

Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que quiere el bien y la felicidad de la familia humana.

  1. No a la guerra ni a la estrategia del miedo

Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo.

Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia.

El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza.

En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.

Asimismo, nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos. En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados.

El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro de la humanidad.

  1. Un gran proyecto de paz

Celebramos en estos días los setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue adoptada después del segundo conflicto mundial.

Recordamos a este respecto la observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos».[7]

La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:

–          la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;

–          la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;

–          la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.

La política de la paz ―que conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas― puede recurrir siempre al espíritu del Magníficat que María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).

Vaticano, 8 de diciembre de 2018

FRANCISCO

_______________________

 [1] Cf. Lc 2,14: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».

[2] Cf. Le Porche du mystère de la deuxième vertu, París 1986.

[3] Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 46.

[4] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 7.

[5] Cf. Discurso en la exposición-congreso “Civitas” de Padua: “30giorni” (2002), 5.

[6] Benedicto XVI, Discurso a las Autoridades de Benín (Cotonou, 19 noviembre 2011).

[7] Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963), 44.

 


15.000 jóvenes cristianos inician el encuentro europeo de la comunidad de Taizé

diciembre 29, 2018

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15.000 jóvenes cristianos inician el encuentro europeo de la comunidad de Taizé. Cerca de 15.000 viajeros se distribuyen en alojamientos ofrecidos por 170 parroquias y miles de parroquianos.

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15.000 jóvenes cristianos inician el encuentro europeo de la comunidad de Taizé

Cerca de 15.000 viajeros, según los organizadores, se distribuyen en alojamientos ofrecidos por 170 parroquias y miles de parroquianos

Por Juan G. Bedoya

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El encuentro europeo de jóvenes organizado por la comunidad de Taizé arrancó ayer en Madrid con la complicada distribución de varios miles de viajeros (cerca de 15.000, según los organizadores) en alojamientos ofrecidos por 170 parroquias y miles de parroquianos.

Mil voluntarios han preparado una intendencia que contaba ya con cifras de inscripción de unos 3.500 jóvenes polacos, 1.300 croatas, 1.100 franceses y 750 alemanes. Nutrida es también la presencia de jóvenes de Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Portugal, Italia y Malta.

Este es el 41 encuentro ecuménico organizado por la comunidad Taizé, fundada en 1940 por el teólogo suizo Roger Schutz, conocido como Hermano Roger, en la localidad francesa de Taizé.

Reconocido mundialmente como un foco de ecumenismo, en su monasterio conviven hermanos católicos, protestantes y ortodoxos de treinta nacionalidades unidos por un compromiso de vida monástica “en señal de reconciliación entre cristianos divididos y entre pueblos separados”.

Su prestigio es tal que desde su fundación las principales ciudades europeas compiten por ser la sede de su encuentro anual, este año en Madrid. Los dos últimos se desarrollaron en Basilea (2017) y Riga (2016). Barcelona acogió el evento en 1979, 1985 y 2000; Lisboa en 2004, y Valencia hace tres años.

La atracción de Taizé como símbolo de encuentro de religiones es creciente como demuestran las visitas a ese monasterio de líderes tan destacados como el papa Juan-Pablo II, el patriarca Bartolomé de Constantinopla, varios metropolitas ortodoxos, cuatro arzobispos de Canterbury y numerosos obispos, sacerdotes y pastores católicos, ortodoxos y protestantes del mundo entero.

El hermano Roger murió en agosto de 2005, con 90 años, asesinado durante la oración de la noche. El hermano Alois Loeser, de origen alemán, es desde la muerte de Roger el prior de la comunidad.

“La hospitalidad nos acerca, más allá de las diferencias e incluso de las divisiones que existen, entre cristianos, entre religiones, entre creyentes y no creyentes, entre pueblos, entre opciones de vida u opiniones políticas.

Por supuesto, la hospitalidad no borra estas divisiones, pero nos hace verlas bajo otra luz: nos hace capaces de escucha y de diálogo”, dijo anoche Alois al completar una jornada que se cerró con una multitudinaria cena y oración en el pabellón 4 de la Feria de Madrid (IFEMA).

El acto central este sábado es un llamado taller que el prior Alois dará a las tres de la tarde en la catedral de la Almudena junto al cardenal arzobispo Carlos Osoro. Los jóvenes permanecerán en la capital hasta la tarde del primer día de 2019.

La comunidad Taizé inició estos encuentros hace 40 años con la idea de reunirse para rezar juntos pese a confesar diferentes creencias, integrarse unos días en una Iglesia local y profundizar en temas como la fraternidad entre los pueblos, la paz, la comprensión de la fe y el compromiso social.

En Madrid, las oraciones comunes, hoy y el lunes a la una de la tarde, tendrán lugar simultáneamente en diez iglesias del centro de Madrid, entre otras en la catedral de la Almudena. Los coloquios y oraciones de la noche se desarrollan todos los días a partir de las siete y media en IFEMA.

El 31 por la noche, la Nochevieja, los jóvenes se reunirán en sus parroquias de acogida para una vigilia por la paz que empezará a las 23:00 horas. Después, una fiesta los reunirá en la misma parroquia con las personas que les han dado alojamiento, hasta las dos de la mañana.

Un equipo internacional y ecuménico ha trabajado desde septiembre pasado para preparar el encuentro. Uno de los mayores retos logísticos ha sido la acogida de los miles de jóvenes en la ciudad, en su mayoría alojados por familias. El resto pernocta en escuelas y gimnasios. Los participantes disponen de un billete único para los transportes públicos.

Los jóvenes han llegado en su mayoría en autobuses y unos 2.400 por avión. Durante el encuentro, recibirán el almuerzo y la cena a cargo de la organización, pero también se les suministrará chocolate caliente en diferentes puntos del centro de la ciudad para combatir el frío.

La organización estima las siguientes cifras: 45.000 raciones de comida caliente; 7,5 toneladas de pan en porciones de 60 y 120g; 39.000 naranjas y 95.000 mandarinas; 48.000 yogures y 109.000 bizcochos.

https://elpais.com/ccaa/2018/12/28/madrid/1546027866_487892.html?id_externo_rsoc=whatsapp

 


10 hechos que marcaron la vida de la Iglesia en el 2018

diciembre 29, 2018

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10 hechos que marcaron la vida de la Iglesia en el 2018

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10 hechos que marcaron la vida de la Iglesia en el 2018

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El 2018 está a solo unos días de llegar a su fin, pero todavía queda el recuerdo de las noticias que marcaron la vida de la Iglesia a lo largo de estos doce meses.

ACI Prensa presenta el siguiente recuento.

1. Canonización de Mons. Romero, Pablo VI y otros 5 beatos

El 14 de octubre el Papa Francisco declaró santos al Beato Mons. Óscar Arnulfo Romero, al Papa Pablo VI, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, María Caterina Kasper, Vincenzo Romano, Francesco Spinelli y Nunzio Sulprizio.

La ceremonia se realizó en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Durante la homilía, el Pontífice dijo a los fieles que una característica común de los nuevos santos es que supieron amar a Jesús con radicalidad.

2. Viaje del Papa a Chile y Perú

Del 15 al 21 de enero el Papa Francisco realizó su visita pastoral a Chile y Perú, siendo este el 22 viaje internacional del Pontífice.

Al regresar a Roma, el Santo Padre dio gracias a Dios “porque todo le fue bien” y subrayó que pudo reunirse “con el Pueblo de Dios en camino en aquellas tierras” y animar “el desarrollo social de esos países”.

3. La lucha por la vida de Alfie Evans

El sábado 28 de abril el Papa Francisco expresó su dolor por la muerte de Alfie Evans, un niño de 23 de meses de edad que estuvo hospitalizado desde diciembre de 2016 en “estado semi-vegetativo” debido a una condición neurológica degenerativa desconocida.

El soporte vital de Alfie fue desconectado en el hospital Alder Hey de Liverpool (Inglaterra) donde permanecía internado y sobrevivió aproximadamente un mes más, contra todo pronóstico.

En diversos momentos, el Papa Francisco pidió oraciones y muestras de solidaridad para Alfie. Asimismo, recibió al padre del menor en el Vaticano e incluso ofreció acogerlo en el Hospital Pediátrico Bambino Gesú de Roma gratuitamente.

4. Encuentro Mundial de las Familias

Este 2018 el Encuentro Mundial de las Familias (EMF) se llevó a cabo en Irlanda los días 25 y 26 de agosto bajo el lema “El Evangelio de la Familia: Alegría para el Mundo”.

El evento internacional que se realiza cada tres años congrega a familias de todo el mundo para celebrar, rezar y reflexionar acerca de la importancia del matrimonio y la familia como piedra angular de nuestras vidas, la sociedad y la iglesia.

Este año, además de los eventos propios del encuentro, el Papa aprovechó para dirigir discursos a las autoridades locales, eclesiales, reunirse con un grupo de víctimas de abusos por parte de miembros del clero y pedir perdón en nombre de la Iglesia.

5. Anuncio del encuentro mundial de obispos para afrontar el tema de los abusos

El 12 de septiembre el Papa Francisco convocó una reunión de los Presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para hablar sobre la prevención de abusos a menores en  la Iglesia.

La reunión tendrá lugar en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de 2019.

El Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, afirmó que se trata de “una reunión sin precedentes” y es “una muestra de que el Papa ha hecho de la protección de menores una prioridad fundamental”.

6. Creación de 14 nuevos Cardenales

El 19 de junio el Papa Francisco creó 14 nuevos Cardenales en un consistorio celebrado en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

Entre los nuevos Cardenales procedentes de 11 países diferentes se encuentran el Patriarca de la Babilonia de los Caldeos, su Beatitud Louis Raphaël I Sako; el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Luis Ladaria; y el Vicario General de Roma, Mons. Angelo De Donatis.

7. Liberación de Asia Bibi

El 7 de noviembre las autoridades de Pakistán finalmente liberaron a Asia Bibi, una madre católica pakistaní que había sido condenada a muerte en 2010 bajo la ley de blasfemia. Inmediatamente después la mujer abandonó el país rumbo a un lugar seguro.

La historia de Asia Bibi se convirtió en un símbolo de la lucha contra la persecución religiosa y en favor de la libertad religiosa en el mundo, y se inició una campaña para lograr su liberación.

El 31 de octubre la madre católica fue absuelta por el Tribunal Supremo de Pakistán, lo que generó la protesta de los extremistas musulmanes que exigieron al Gobierno ejecutarla.

8. Vaticano investiga abusos sexuales en Chile

A inicio de febrero el Presidente del Colegio para el examen de los recursos en materia de graves delitos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Charles Scicluna, fue enviado a Chile por el Papa Francisco para escuchar los testimonios acerca del presunto encubrimiento de Mons. Juan Barros, Obispo de Osorno, sobre los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima.

Antes de regresar al Vaticano, el 28 de febrero el Prelado agradeció el clima de “escucha y de confianza” y el “diálogo sereno” que se dio en la ronda de testimonios sobre el caso del Obispo Barros.

Asimismo, reiteró el compromiso de la Iglesia con las víctimas de abusos sexuales para avanzar en la “verdad, justicia y reparación”.

9. Caso Viganò

En una carta difundida el 25 de agosto, Mons. Carlo Maria Viganò, exnuncio en Estados Unidos, acusó a diversos sacerdotes, obispos y cardenales de encubrir las malas conductas sexuales del Arzobispo Emérito de Washington, el excardenal Theodore McCarrick.

El exnuncio acusó además al Papa Francisco de levantar en 2013 supuestas sanciones impuestas por Benedicto XVI a McCarrick y convertirlo en “su consejero de confianza”.

En junio, siguiendo las indicaciones de Francisco, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, prohibió a McCarrick ejercer el ministerio público, luego de que una investigación realizada por la Arquidiócesis de Nueva York encontró que una acusación de abuso sexual de un menor era “creíble y comprobada”.

Obispos de todo el mundo enviaron muestras de solidaridad, apoyo y adhesión al Papa, así como sus oraciones.

10. Acuerdo histórico entre el Vaticano y China

El 22 de septiembre la Santa Sede y la República Popular China alcanzaron un acuerdo provisional que supone el reconocimiento por parte del Vaticano de los Obispos nombrados por las autoridades comunistas.

Según un comunicado difundido por la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Papa decidió “readmitir en la plena comunión eclesial a los Obispos ‘oficiales’ ordenados sin mandato pontificio” que todavía no estaban en comunión con Roma.

https://www.aciprensa.com/noticias/10-hechos-que-marcaron-la-vida-de-la-iglesia-en-el-2018-39044


El maná de cada día, 30.12.18

diciembre 29, 2018

Domingo Octava de Navidad

La Sagrada Familia: Jesús, María y José

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Bartolome-Esteban-Murillo.Doble-Trinidad.National-Gallery

Bartolomé Esteban Murillo, Doble Trinidad, National Gallery, Londres



Antífona de entrada: Lucas 2, 16

Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en un pesebre


Oración colecta

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.

El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.

Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.

La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.


SALMO 127, 1-2. 3. 4-5

Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.


SEGUNDA LECTURA: Colosenses 3, 12-21

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.

El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.

Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.

Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.


ALELUYA

Abre, Señor, nuestro corazón para que entendamos las palabras de tu Hijo.


EVANGELIO: Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»

Él les contestó: « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.


Antífona de comunión: Baruc 3, 38

Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió entre los hombres.

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EL EJEMPLO DE NAZARET

De las alocuciones del papa Pablo VI
(Alocución en Nazaret 5 de enero de 1964)

Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimien­to de su Evangelio.

Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sen­cilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá e una manera casi insensible, a imitar esta vida.

Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de que Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un sentido.

Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de la disciplina espiritual si queremos seguir las enseñan­zas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.

¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!

Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.

Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna.

Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.

Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.

Finalmente, aquí aprendemos también la lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano: cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que fuera a todos patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, y que su dignidad y la libertad para ejercerlo no provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin más noble.

Queremos finalmente saludar desde aquí a todos los trabajadores del mundo y señalarles al gran modelo, al hermano divino, al defensor de todas sus causas justas, es decir: a Cristo, nuestro Señor.

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“Se puede ser piadoso castigando y cruel perdonando”

San Agustín, Sermón 13,9

Tú educas a tu hijo. Y lo primero que haces, si te es posible, es instruirle en el respeto y en la bondad, para que se avergüence de ofender al padre y no le tema como a un juez severo. Te alegras con semejante hijo. Si llegara a despreciar esta educación, le castigas, le azotas, le causas dolor, pero buscas su salvación. Muchos se corrigieron por el amor; otros muchos, por el temor, pero por el pavor del temor llegaron al amor. Instruíos los que juzgáis la tierra. Amad y juzgad. No se busca la inocencia haciendo desaparecer la disciplina.

Está escrito: Desgraciado aquel que se despreocupa de la disciplina. Bien pudiéramos añadir a esta sentencia: así como es desgraciado el que se despreocupa de la disciplina, aquel que la rechaza es cruel. Me he atrevido a deciros algo que, por la dificultad de la materia, me veo obligado a exponerlo con más claridad. Repito lo dicho: el que desprecia o no se preocupa de la disciplina es un desgraciado. Esto es evidente. El que la rechaza, es cruel.

Mantengo y defiendo que un hombre puede ser piadoso castigando y puede ser cruel perdonando. Os presento un ejemplo. ¿Dónde encuentro a un hombre que castigando sea piadoso? No iré a los extraños, iré directamente al padre y al hijo. El padre ama aun cuando castiga. Y el hijo no quiere ser castigado. El padre desprecia la voluntad del hijo, pero atiende a la utilidad.

¿Por qué? Porque es padre, porque le prepara la herencia, porque alimenta al sucesor. En este caso, el padre, castigando, es piadoso; hiriendo, es misericordioso. Preséntame un hombre que perdonando sea cruel. No me alejo de las mismas personas, sigo con ellas ante los ojos.

¿Acaso no es cruel perdonando aquel padre que tiene un hijo indisciplinado y, sin embargo, disimula, perdona y teme ofender con la esperanza (¿aspereza?) de la corrección al hijo perdido? Instruíos los que juzgáis la tierra; y juzgando rectamente no esperéis la recompensa de la tierra, sino de aquel que hizo el cielo y la tierra.


El maná de cada día, 29.12.18

diciembre 29, 2018

Día V dentro de la Octava de Navidad

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profecia-anciano-simeon



Antífona de entrada: Juan 3, 16

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.


Oración colecta

Dios todopoderoso a quien nadie ha visto nunca, tú que has disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, la luz verdadera, míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él que vive y reina contigo.


PRIMERA LECTURA: 1 Juan 2, 3-11

Queridos hermanos:

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya.

Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas.
Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.


SALMO 95, 1-2a.2b-3.5b-6

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre.

Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.

El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo.


Aclamación antes del Evangelio: Lucas 2, 32

Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.


EVANGELIO: Lucas 2, 22-35

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»


Antífona de comunión: Lucas 1, 78

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos ha visitado el Sol que nace de lo alto.

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En la plenitud de los tiempos
vino la plenitud de la divinidad

San Bernardo. Sermón en la Epifanía del Señor 1, 1-2

Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre. Gracias sean dadas a Dios, que ha hecho abundar en nosotros el consuelo en medio de esta peregrinación, de este destierro, de esta miseria.

Antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, su bondad se hallaba también oculta, aunque ésta ya existía, pues la misericordia del Señor es eterna. ¿Pero cómo, a pesar de ser tan inmensa, iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no se la alcanzaba a ver; por lo que muchos no creían en ella.

Efectivamente, en distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios por lo profetas. Y decía: Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Pero ¿qué podía responder el hombre que sólo experimentaba la aflicción e ignoraba la paz? ¿Hasta cuándo vais a estar diciendo: «Paz, paz», y no hay paz?

A causa de lo cual los mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio? Pero ahora los hombres tendrán que creer a sus propios ojos, y que los testimonios de Dios se han vuelto absolutamente creíbles. Pues para que ni una vista perturbada puede dejar de verlo, puso su tienda al sol.

Pero de lo que se trata ahora no es de la promesa de la paz, sino de su envío; no de la dilatación de su entrega, sino de su realidad; no de su anuncio profético, sino de su presencia. Es como si Dios hubiera vaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco que habría de desfondarse en la pasión, para que se derramara nuestro precio, oculto en él; un saco pequeño, pero lleno.

Ya que un niño se nos ha dado, pero en quien habita toda la plenitud de la divinidad. Ya que, cuando llegó la plenitud del tiempo, hizo también su aparición la plenitud de la divinidad. Vino en carne mortal para que, al presentarse así ante quienes eran carnales, en la aparición de su humanidad se reconociese su bondad.

Porque, cuando se pone de manifiesto la humanidad de Dios, ya no puede mantenerse oculta su bondad. ¿De qué manera podía manifestar mejor su bondad que asumiendo mi carne? La mía, no la de Adán, es decir, no la que Adán tuvo antes del pecado.

¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay más rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa por nosotros? Señor, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Que deduzcan de aquí los hombres lo grande que es el cuidado que Dios tiene de ellos; que se enteren de lo que Dios piensa y sien­te sobre ellos.

No te preguntes, tú, que eres hombre, por qué has sufrido, sino por lo que sufrió él. Deduce de todo lo que sufrió por ti, en cuánto te tasó, y así su bon­dad se te hará evidente por su humanidad. Cuanto más bueno se hizo en su humanidad, tanto más grande se reveló en su bondad; y cuanto más se dejó envilecer por mí, tanto más querido me es ahora. Ha aparecido –dice el Apóstol– la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre.

Grandes y manifiestos son, sin duda, la bondad y el amor de Dios, y gran indicio de bondad reveló quien se preocupó de añadir a la humanidad el nombre Dios.


El maná de cada día, 28.12.18

diciembre 28, 2018

Los Santos Inocentes

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santos inocentes 1



Antífona de entrada

Los niños inocentes murieron por Cristo, son el cortejo del Cordero sin mancha, a quien alaban diciendo: Gloria a ti, Señor.


Oración colecta

Los mártires Inocentes proclaman tu gloria en este día, Señor, no de palabra, sino con su muerte; concédenos, por su intercesión, testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos de palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: 1 Juan 1, 5–2,2

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras.

Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.


SALMO 123, 2-3.4-5.7b-8

Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.

La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

ALELUYA

A ti, oh Dios te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el blanco ejército de los mártires.


EVANGELIO: Mateo 2, 13-18

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»

José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.

Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»


Antífona de comunión: Apocalipsis 14, 4

Ellos son los rescatados como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero; ellos son el cortejo del Cordero adondequiera que vaya.

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EL MARTIRIO NECESARIO DE LOS SANTOS INOCENTES

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Vino a los suyos, a su propia casa

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La Navidad junto con la Pascua constituye el centro de nuestra fe. La Navidad, el comienzo; y la Pascua, la culminación.

En la Navidad, la Iglesia rebosa de gozo y admiración ante la manifestación plena de los designios divinos, guardados en la intimidad de la familia divina durante toda la eternidad. Es un acontecimiento que sobrecoge totalmente a la criatura, al sentirse y verse anegada por el Amor de Dios.

El Creador se desposa con la criatura. Dios se hace hombre para que éste llegue a ser Dios. Se trata de un “admirable intercambio”, algo totalmente impensable para la mente del hombre.

Por eso la Iglesia exulta de gozo, canta y danza para su Señor: como una novia se viste de fiesta y se adorna con sus joyas. Y celebra este desposorio en “el día que hizo el Señor”, prolongado por el espacio de una octava. ¡Qué menos! También la Pascua tiene su octava.

La Navidad permite al creyente renovar su amor al Señor desde lo más profundo de su ser. La contemplación de la pequeñez del Niño de Belén y la ternura de María y de José no pueden menos de avivar las ascuas del primer amor en cada creyente. Dios mismo por su Palabra invita a la Iglesia entera a despojarse del velo de tristeza y a vestirse de fiesta.

Todos los hombres y la creación entera deben saltar de júbilo y felicidad ante la maravillosa aparición del amor de Dios: algo que ni ojo vio, ni oído escuchó ni pudo imaginar jamás mente humana. Por si hacía falta, el Padre Dios acredita a su Hijo de manera inapelable: Y se oye la voz del Padre que grita: “Tratadlo bien; escuchadle, es el Maestro, mi hijo querido es”.

Muchos lo recibieron con alegría: Comenzando por su madre la Virgen María, y san José; y siguiendo por Isabel, los ángeles, los pastores, los sabios de Oriente, el anciano Simeón y la profetisa Ana en el templo.

Y una multitud de creyentes de todos los tiempos hasta nuestros días. Algunos dando la vida por él, como los Niños Inocentes, o como testigos suyos hasta derramar su sangre como san Esteban protomártir, y tantos y tantos, hasta hoy.

Pero otros, tristemente, rechazaron la visita de Dios y su amistad, comenzando por Herodes y siguiendo por otros contemporáneos suyos hasta llegar a nuestros días. Según el evangelio de Juan, La Palabra de Dios, que era la Vida de los hombres, vino a su propia casa, pues todo fue pensado en ella y por ella realizado.

El Creador visitó a su criatura, pero ésta “no lo reconoció” como su Hacedor. Incomprensiblemente el hombre no se dejó seducir por la ternura y la debilidad de Dios, no se admiró de su humildad, se resistió, y, finalmente no adoró a su Señor. Hasta intentó matarlo. Y al no alcanzarlo, se ensañó con sus testigos. He ahí la cara trágica de la Navidad, que también se prolonga hasta nuestros días.

Dios en la persona del Verbo vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. ¿Por qué?

Por las sinrazones del libre albedrío del hombre: porque rehuyeron que sus vidas fueran iluminadas por La Luz; porque temían que sus obras malas fueran reprobadas, al igual que sus mentiras y desnudez; porque estaban ocupados en sus cosas; porque no querían cambiar y menos perder su poder y sus placeres; porque les dominó la pereza, la cobardía y se hicieron los desentendidos; porque tenían sus riquezas y creían no necesitar de Dios.

En fin, porque pensaron que Dios era su enemigo y temieron perder lo que tenían.

Cuando Herodes escuchó de los sabios de Oriente que había nacido “el rey de los judíos”, se sobresaltó, y toda Jerusalén con él. Tanto le perturbó la noticia que decidió matar al niño anunciado como rey. Pero al sentirse burlado por los sabios, se enfureció mucho y mandó matar a todos los niños de Belén y alrededores que tuvieran menos de dos años.

He aquí cómo la Navidad, la noticia gozosa de la llegada de aquel que trae la Vida al mundo, se convierte en terrible noticia y trágica realidad cuando algunos hombres prefieren seguir en las tinieblas y se niegan a venir a la Luz. Los que no reconocen a su Señor prefieren vivir al margen de Dios menospreciando su invitación y entonces, no sólo se lastiman a sí mismos, sino que necesariamente dañarán también a los demás, aunque sólo en el cuerpo, por más que los masacren.

De esta manera, el Niño de Belén provoca contradictorias reacciones y actitudes entre los hombres. El anciano Simeón tomando al Niño en sus brazos dijo a María, su madre: “Mira, este niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón: así quedarán al descubierto las intenciones de todos” (Lc 2, 34-35).

Con esta actitud de rechazo el hombre se autocondena a vivir radicalmente desequilibrado, se daña a sí mismo en el núcleo de su ser: que es su condición de “religado” con Dios su Creador, condición “religiosa”. Consiguientemente, todo queda desordenado y violentado.

La increencia y el laicismo constituyen, objetivamente considerados, la mayor desgracia del hombre y su mayor empobrecimiento en el orden del ser: que se proyectará de manera negativa en el orden moral y en el orden afectivo y trascendental. Por el contrario, la mayor riqueza del hombre será conocer y adorar a Dios entrando en una relación gozosa con él, comenzada en el tiempo y prolongada en la eternidad.

Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza, y su mayor dignidad y valía radican en la capacidad de relacionarse con Dios entrando a su misma familia. El hombre está llamado a ser hijo del Padre Dios, hermano de Cristo y templo del Espíritu Santo. No será más, pero tampoco menos que eso. Así lo determinó Dios porque sí, porque le pareció bien. No nos consultó. No obró buscando de manera egoísta su provecho. Él es amor. Decirle a Dios que se ha equivocado amándonos demasiado constituye nuestra mayor equivocación.

Por el contrario, agradecer ese designio santo es entrar en la vida para siempre. San Agustín lo reconoció agradecido: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en ti”. Lo confesó con humildad y alabó a Dios diciendo “tarde te amé, hermosura, tan antigua y tan nueva, tarde te amé”.

La liturgia de la Madre Iglesia nos enseña que para llegar a la Navidad hay que pasar por el Adviento. Es decir, por un ejercicio del deseo de Dios. Toda persona en el fondo aspira a Dios y busca a Dios siempre, aunque a tientas.

Ante la increencia, nosotros deberíamos especializarnos en el arte del deseo, primero en nuestra propia casa y después ofreciendo nuestra experiencia al entorno laicista y ateo que nos envuelve.

Podríamos preguntarnos: ¿Qué buscan nuestros coetáneos cuando hacen turismo y viajan a veces de manera compulsiva, cuando juegan la lotería, luchan por el poder, vibran con el deporte y recurren con avidez a todo género de experiencias placenteras y gratificantes? Quizás han elegido mal el objeto de su satisfacción, buscando la felicidad allá donde no está.

Cuando uno observa cómo muchos hombres de nuestro tiempo, aparentemente al menos, se alejan de Dios y no les interesa conocerlo y menos adorarlo, no puede quedar indiferente.

¿Quedará Dios indiferente ante este fenómeno del ateísmo y del laicismo? ¿Cómo verá Dios nuestro mundo, qué sentirá?

Quizás decepción infinita… pero a la vez compasión infinita, porque, de hecho, cada año, cada Navidad, vuelve a repetir su apuesta por el hombre, y sigue viniendo en debilidad e indefensión. Pongo ante ti, la vida y la muerte, elige la vida y vivirás. ¿Cuál es tu respuesta, cuál está siendo? “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, recuerda san Agustín.

Es tu oportunidad. Aprovéchala y compra tu felicidad de una vez por todas. ¡Sería tu mejor Navidad, la que no pasa


El maná de cada día, 27.12.18

diciembre 27, 2018

San Juan. Apóstol y evangelista

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Antífona de entrada

Este es el apóstol Juan, que durante la cena reclinó su cabeza en el pecho del Señor. Este es el apóstol que conoció los secretos divinos y difundió la palabra de vida por toda la tierra.


Oración colecta

Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne; concédenos, te rogamos, llegar a comprender y amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: 1 Juan 1, 1-4

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó.

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.


SALMO 96, 1-2.5-6.11-12

Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.


Aclamación antes del Evangelio

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles.


EVANGELIO: Juan 20, 2-8

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
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Antífona de comunión: Juan 1, 14. 16

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. De su plenitud todos hemos recibido.
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La misma vida se ha manifestado en la carne

De los tratados de san Agustín, obispo,
sobre la primera carta de san Juan

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida. ¿Quién es el que puede tocar con sus manos a la Palabra, si no es porque la Palabra se hizo carne y acam­pó entre nosotros?

Esta Palabra, que se hizo carne, para que pudiera ser tocada con las manos, comenzó siendo carne cuando se­ encarnó en el seno de la Virgen María; pero no en ese momento comenzó a existir la Palabra, porque el mismo san Juan dice que existía desde el principio. Ved cómo concuerdan su carta y su evangelio, en el que hace poco oísteis: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios.

Quizá alguno entienda la expresión «la Palabra de la vida» como referida a la persona de Cristo y no al mismo cuerpo de Cristo, que fue tocado con las manos. Fijaos en lo que sigue: Pues la vida se hizo visible. Así, pues, Cristo es la Palabra de la vida.

¿Y cómo se hizo visible? Existía desde el principio, pero no se había manifestado a los hombres, pero sí a los ángeles, que la contemplaban y se alimentaban de ella, como de su pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales.

Éramos capaces de ver la carne, pero no lo éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra.

Os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó, es decir, se ha manifestado entre nosotros, y, para decirlo aún más claramente, se manifestó en nosotros.

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Que vuestra caridad preste atención: Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor pre­sente en la carne, oyeron las palabras de su boca y lo han anunciado a nosotros. Por tanto, nosotros hemos oído, pero no hemos visto.

Y por ello, ¿somos menos afortunados que aquellos que vieron y oyeron? ¿Y cómo es que añade: Para que estéis unidos con nosotros? Aquéllos vieron, nosotros no; y, sin embargo, estamos en comunión, pues poseemos una misma fe.

En esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa. La alegría completa es la que se encuentra en la misma comunión, la misma caridad, la misma unidad.

Oración

Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar a comprender y a amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo.