Maná y Vivencias Pascuales (44), 13.5.24

May 13, 2024

DENARIO DEL ESPÍRITU SANTO

QUINTO DÍA

¿Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro, en soledad y llanto?
¿Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro, en soledad y llanto?

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Hch 1, 8; 1era lectura: Hch 19, 1-8; Salmo: 67, 2-7; Aleluya: Col 3, 1; Evangelio: Jn 16, 29-33; Comunión: 14, 18; 16, 22.

ANTÍFONA DE ENTRADA.- Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén y hasta los confines del mundo. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Derrama, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA: Hch 19, 1-8

En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo llegó a Éfeso atravesando las regiones altas. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó: ¿Recibieron el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe?

Le contestaron: Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo. Pablo les replicó: Entonces, ¿qué bautismo han recibido? Respondieron: El bautismo de Juan.

Pablo les explicó: Si bien Juan bautizaba con miras a un cambio de vida, pedía al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús.

Al oír esto se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús, y al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos y empezaron a hablar lenguas y a profetizar. Eran unos doce hombres.

Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses habló en público del Reino de Dios, tratando de persuadirlos.

SALMO 67, 2-7

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios.

En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebozando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor; su nombre es el Señor.

Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.

ACLAMACIÓN: Col 3, 1.- Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.

EVANGELIO: Jn 16, 29-33

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas con claridad, sin usar parábolas. Ahora vemos que lo sabes todo y no hay por qué hacerte preguntas. Ahora creemos que saliste de Dios.

Jesús les respondió: ¿Ustedes dicen que creen? Está llegando la hora, y ya ha llegado, en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Aunque no estoy solo, pues el Padre está conmigo.

Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo.

COMUNIÓN, Jn 14, 18; 16, 22.- No los dejaré desamparados, volveré, dice el Señor, y se alegrarán sus corazones. Aleluya.

DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (5)

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.

DÍA QUINTO

Los cristianos llevamos los grandes tesoros de la gracia en vasos de barro. Dios ha confiado sus dones a la frágil y débil libertad humana y, aunque la fuerza del Señor ciertamente nos asiste, nuestra concupiscencia, nuestra comodidad y nuestro orgullo la rechazan a veces y nos llevan a caer en pecado.

Lo más importante en la Iglesia no es ver cómo respondemos a los hombres, sino ver lo que hace Dios. La Iglesia es eso: Cristo presente entre nosotros.

Es decir, Dios que viene hacia la humanidad para salvarla, llamándonos con su revelación, santificándonos con su gracia, sosteniéndonos con su ayuda constante, en los pequeños y en los grandes combates de la vida diaria.

Señor Jesús, que, glorificado por la diestra de Dios, derramaste sobre tus discípulos el Espíritu, derrama este mismo Espíritu sobre todos los hombres para que puedan forjar un mundo nuevo.

ORACIÓN FINAL

Ven, Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.

Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.

Te pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.

Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.

De los sermones de san Agustín, obispo

Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo

Nuestro Señor Jesucristo ascendió al cielo tal día como hoy; que nuestro corazón as­cienda también con él.

Escuchemos al Apóstol: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Y así como él ascendió sin alejarse de nosotros, nosotros estamos ya allí con él, aun cuando todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que nos ha sido prometido.

Él fue ya exaltado sobre los cielos; pero sigue padeciendo en la tierra todos los traba­jos que nosotros, que somos sus miembros, experimentamos.

De lo que dio testimonio cuando exclamó: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Así como: tuve hambre, y me disteis de comer.

¿Por qué no vamos a esforzarnos sobre la tierra, de modo que gracias a la fe, la espe­ranza y la caridad, con las que nos unimos con él, descansemos ya con él en los cielos? Mientras él está allí, sigue estando con nos­otros; y nosotros, mientras estamos aquí, podemos estar ya con él allí.

Él realiza aquello con su divinidad, su poder y su amor; noso­tros, en cambio, aunque no podemos llevarlo a cabo como él con la divinidad, sí que pode­mos por el amor hacia él.

No se alejó del cielo, cuando descendió hasta nosotros; ni de nosotros, cuando regresó hasta él. Él mismo es quien asegura que estaba allí mientras estaba aquí: nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.

Esto lo dice en razón de la unidad, ya que es nues­tra cabeza, y nosotros su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos identificados con él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.

En este sentido dice el Apóstol: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. No dice: «Así es Cristo», sino: Así es también Cristo.

Por tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros.

Bajó, pues, del cielo por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros subimos también en él por la gracia.

Así, pues, Cristo descendió él solo, pero ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la dignidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste no sea separado de su cabeza (Sermón Mai 98, sobre la Ascensión del Señor, 1-2: PLS 2, 494-495).


Maná y Vivencias Pascuales (43), 12.5.24

May 11, 2024

Domingo de la Ascensión del Señor, Ciclo B

La Ascensión del Señor, Solemnidad

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Sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo
Jesús los bendijo y mientras los bendecía se alejó de ellos y fue llevado al cielo
  • Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
  • DECENARIO DEL ESPÍRITU SANTO – CUARTO DÍA

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Hch 1,11; 1era lectura: Hch 1, 1-11; Salmo: 46, 2-3.6-9; 2da. Lectura: Ef 1, 17-23; Aleluya: Mt 28, 19-20; Evangelio Mc 16, 15-20; Comunión: Mt 28, 20.

TEXTO ILUMINADOR Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, por pura gracia estáis salvados, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él (Ef 2, 4-6).

ORACIÓN COLECTA Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Dios todopoderoso y eterno, que, mientras vivimos aún en la tierra, nos das ya parte en los bienes del cielo; haz que deseemos vivamente estar junto a Cristo, en quien nuestra naturaleza humana ha sido tan extraordinariamente enaltecida que participa de tu misma gloria. Por Jesucristo.

ENTRADA: Hechos 1, 11 Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que les ha dejado para subir al cielo volverá como le han visto marcharse. Aleluya.

PRIMERA LECTURA: Hechos 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndose durante cuarenta días, les habló del Reino de Dios.

Una vez que comían juntos les recomendó: «No se alejen de Jerusalén; aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado. Juan bautizó con agua; pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días.»

Los que estaban presentes le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer la soberanía de Israel?» Jesús contestó: «No les corresponde a ustedes conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.»

Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube lo ocultó de su vista. Mientras miraban fijos al cielo viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? El mismo Jesús que les ha dejado para subir al cielo, volverá como le han visto marcharse.»

SALMO 46, 2-3.6-9

Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.

Pueblos todos, aplaudan, aclamen a Dios con gritos de alegría porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al sonido de trompetas; toquen para Dios, toquen para nuestro Rey, toquen.

Porque Dios es el rey de toda la tierra; toquen con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su santo trono.

SEGUNDA LECTURA: Efesios 1, 17-23

Queridos hermanos: Que el Dios de Cristo Jesús nuestro Señor, el Padre de la gloria, les dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo.

Ilumine los ojos de su corazón, para que comprendan cuál es la esperanza a la que los llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo; por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.

Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como Cabeza sobre todo. Ella es su cuerpo, y el que llena todo en toda forma despliega en ella su plenitud.

ACLAMACIÓN: Mateo 28, 19-20

Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, dice el Señor. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Aleluya.

EVANGELIO: Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:

“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.

COMUNIÓN: Mateo 28, 20

Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Aleluya. . .

DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.

DÍA CUARTO

Ser sensibles a lo que el Espíritu divino promueve a nuestro alrededor y en nosotros mismos: a los carismas que distribuye, a los movimientos e instituciones que suscita, a los efectos y decisiones que hace nacer en nuestro corazón. El Espíritu Santo realiza en el mundo las obras de Dios.

Es, como dice el himno litúrgico, dador de las gracias, luz de los corazones, dulce huésped del alma, descanso en el trabajo, consuelo en el llanto. Sin su ayuda nada hay en el hombre que sea inocente y valioso, porque es él quien lava lo manchado, quien cura lo enfermo, quien enciende lo que está frío, quien endereza lo extraviado o torcido, quien conduce a los hombres hacia el puerto de la salvación y del gozo eterno.

Señor Jesús, que, elevado en la cruz, hiciste que manaran torrentes de agua viva de tu costado, envíanos tu Espíritu Santo, fuente de vida.

ORACIÓN FINAL

Ven, Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra. Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.

Te pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin. Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA 58 JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

Inteligencia artificial y sabiduría del corazón
para una comunicación plenamente humana

Queridos hermanos y hermanas,

La evolución de los sistemas de la así llamada «inteligencia artificial», sobre la que ya reflexioné en mi reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, también está modificando radicalmente la información y la comunicación y, a través de ellas, algunos de los fundamentos de la convivencia civil. Es un cambio que afecta a todos, no sólo a los profesionales.

La difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación y nos coloca inevitablemente frente a preguntas fundamentales:

¿qué es pues el hombre? ¿cuál es su especificidad y cuál será el futuro de esta especie nuestra llamada homo sapiens, en la era de las inteligencias artificiales? ¿Cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y orientar hacia el bien el cambio cultural en curso?

Comenzando desde el corazón

Ante todo, conviene despejar el terreno de lecturas catastrofistas y de sus efectos paralizantes. Hace un siglo, Romano Guardini, reflexionando sobre la tecnología y el hombre, instaba a no ponerse rígidos ante lo “nuevo” intentando «conservar un mundo de infinita belleza que está a punto de desaparecer».

Sin embargo, al mismo tiempo de manera encarecida advertía proféticamente: «Nuestro puesto está en el porvenir. Todos han de buscar posiciones allí donde corresponde a cada uno […], podremos realizar este objetivo si cooperamos noblemente en esta empresa; y a la vez, permaneciendo, en el fondo de nuestro corazón incorruptible, sensibles al dolor que produce la destrucción y el proceder inhumano que se contiene en este mundo nuevo».

Y concluía: «Es cierto que se trata, de problemas técnicos, científicos y políticos; pero es preciso resolverlos planteándolos desde el punto de vista humano. Es preciso que brote una nueva humanidad de profunda espiritualidad, de una libertad y una vida interior nuevas». [1]

En esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del corazón humano. [2] 

Sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando una sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana.

El corazón, bíblicamente entendido como la sede de la libertad y de las decisiones más importantes de la vida, es símbolo de integridad, de unidad, a la vez que evoca afectos, deseos, sueños, y es sobre todo el lugar interior del encuentro con Dios.

La sabiduría del corazón es, pues, esa virtud que nos permite entrelazar el todo y las partes, las decisiones y sus consecuencias, las capacidades y las fragilidades, el pasado y el futuro, el yo y el nosotros.

Esta sabiduría del corazón se deja encontrar por quien la busca y se deja ver por quien la ama; se anticipa a quien la desea y va en busca de quien es digno de ella (cf. Sab 6,12-16). Está con los que se dejan aconsejar (cf. Prov 13,10), con los que tienen el corazón dócil y escuchan (cf. 1 Re 3,9).

Es un don del Espíritu Santo, que permite ver las cosas con los ojos de Dios, comprender los vínculos, las situaciones, los acontecimientos y descubrir su sentido. Sin esta sabiduría, la existencia se vuelve insípida, porque es precisamente la sabiduría —cuya raíz latina sapere se relaciona con el sabor— la que da gusto a la vida.

Oportunidad y peligro

No podemos esperar esta sabiduría de las máquinas. Aunque el término inteligencia artificial ha suplantado al más correcto utilizado en la literatura científica, machine learning, el uso mismo de la palabra “inteligencia” es engañoso.

Sin duda, las máquinas poseen una capacidad inconmensurablemente mayor que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí, pero corresponde al hombre, y sólo a él, descifrar su significado.

No se trata, pues, de exigir que las máquinas parezcan humanas; sino más bien de despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial, separado de todo vínculo social y ajeno a su creaturalidad.

En efecto, el hombre siempre ha experimentado que no puede bastarse a sí mismo e intenta superar su vulnerabilidad utilizando cualquier medio.

Empezando por los primeros artefactos prehistóricos, utilizados como prolongación de los brazos, pasando por los medios de comunicación empleados como prolongación de la palabra, hemos llegado hoy a las máquinas más sofisticadas que actúan como ayuda del pensamiento.

Sin embargo, cada una de estas realidades puede estar contaminada por la tentación original de llegar a ser como Dios sin Dios (cf. Gn 3), es decir, de querer conquistar por las propias fuerzas lo que, en cambio, debería acogerse como un don de Dios y vivirse en la relación con los demás.

Según la orientación del corazón, todo lo que está en manos del hombre se convierte en una oportunidad o en un peligro. Su propio cuerpo, creado para ser un lugar de comunicación y comunión, puede convertirse en un medio de agresión.

Del mismo modo, toda extensión técnica del hombre puede ser un instrumento de servicio amoroso o de dominación hostil. Los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes. Pueden, por ejemplo, hacer accesible y comprensible una enorme riqueza de conocimientos escritos en épocas pasadas o hacer que las personas se comuniquen en lenguas que no conocen.

Pero al mismo tiempo pueden ser instrumentos de “contaminación cognitiva”, de alteración de la realidad a través de narrativas parcial o totalmente falsas que se creen —y se comparten— como si fueran verdaderas.

Baste pensar en el problema de la desinformación al que nos enfrentamos desde hace años en forma de fake news [3] y que hoy se sirve de deepfakes, es decir, de la creación y difusión de imágenes que parecen perfectamente verosímiles pero que son falsas (también yo he sido objeto de ello), o de mensajes de audio que utilizan la voz de una persona para decir cosas que nunca ha dicho.

La simulación, que está a la base de estos programas, puede ser útil en algunos campos específicos, pero se vuelve perversa cuando distorsiona la relación con los demás y la realidad.

Ya desde la primera ola de la inteligencia artificial, la de los medios sociales, hemos comprendido su ambivalencia, dándonos cuenta tanto de sus potencialidades como de sus riesgos y patologías. El segundo nivel de inteligencia artificial generativa marca un salto cualitativo indiscutible.

Por lo tanto, es importante tener la capacidad de entender, comprender y regular herramientas que en manos equivocadas podrían abrir escenarios adversos. Como todo lo que ha salido de la mente y de las manos del hombre, los algoritmos.

Por ello, es necesario actuar preventivamente, proponiendo modelos de regulación ética para frenar las implicaciones nocivas y discriminatorias, socialmente injustas, de los sistemas de inteligencia artificial y contrarrestar su uso en la reducción del pluralismo, la polarización de la opinión pública o la construcción de un pensamiento único.

Así pues, renuevo mi llamamiento exhortando a «la comunidad de las naciones a trabajar unida para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas». [4]  Sin embargo, como en cualquier ámbito humano, la sola reglamentación no es suficiente.

Crecer en humanidad

Estamos llamados a crecer juntos, en humanidad y como humanidad. El reto que tenemos ante nosotros es dar un salto cualitativo para estar a la altura de una sociedad compleja, multiétnica, pluralista, multirreligiosa y multicultural. Nos corresponde cuestionarnos sobre el desarrollo teórico y el uso práctico de estos nuevos instrumentos de comunicación y conocimiento.

Grandes posibilidades de bien acompañan al riesgo de que todo se transforme en un cálculo abstracto, que reduzca las personas a meros datos, el pensamiento a un esquema, la experiencia a un caso, el bien a un beneficio, y sobre todo que acabemos negando la unicidad de cada persona y de su historia, disolviendo la concreción de la realidad en una serie de estadísticas.

La revolución digital puede hacernos más libres, pero no ciertamente si nos dejamos atrapar por los fenómenos mediáticos hoy conocidos como cámara de eco. En tales casos, en lugar de aumentar el pluralismo de la información, corremos el riesgo de perdernos en un pantano desconocido, al servicio de los intereses del mercado o del poder.

Es inaceptable que el uso de la inteligencia artificial conduzca a un pensamiento anónimo, a un ensamblaje de datos no certificados, a una negligencia colectiva de responsabilidad editorial. La representación de la realidad en macrodatos, por muy funcional que sea para la gestión de las máquinas, implica de hecho una pérdida sustancial de la verdad de las cosas, que dificulta la comunicación interpersonal y amenaza con dañar nuestra propia humanidad.

La información no puede separarse de la relación existencial: implica el cuerpo, el estar en la realidad; exige poner en relación no sólo datos, sino también las experiencias; exige el rostro, la mirada y la compasión más que el intercambio.

Pienso en los reportajes de las guerras y en la “guerra paralela” que se hace mediante campañas de desinformación. Y pienso en cuántos reporteros que resultan heridos o mueren sobre el terreno para permitirnos ver lo que han visto sus ojos. Porque sólo tocando el sufrimiento de niños, mujeres y hombres podemos comprender lo absurdo de las guerras.

El uso de la inteligencia artificial podrá contribuir positivamente en el campo de la comunicación si no anula el papel del periodismo sobre el terreno, sino que, por el contrario, lo respalda; si aumenta la profesionalidad de la comunicación, responsabilizando a cada comunicador; si devuelve a cada ser humano el papel de sujeto, con capacidad crítica, respecto de la misma comunicación.

Interrogantes para el hoy y para el mañana

Así pues, surgen espontáneamente algunas preguntas: ¿cómo proteger la profesionalidad y la dignidad de los trabajadores del ámbito de la comunicación y la información, junto con la de los usuarios de todo el mundo?

¿Cómo garantizar la interoperabilidad de las plataformas? ¿Cómo garantizar que las empresas que desarrollan plataformas digitales asuman la responsabilidad de lo que difunden y de lo cual obtienen beneficios, del mismo modo que los editores de los medios de comunicación tradicionales?

¿Cómo hacer más transparentes los criterios en los que se basan los algoritmos de indexación y desindexación y los motores de búsqueda, capaces de exaltar o cancelar personas y opiniones, historias y culturas?

¿Cómo garantizar la transparencia de los procesos de información? ¿Cómo hacer evidente la autoría de los escritos y rastreables las fuentes, evitando el manto del anonimato?

¿Cómo poner de manifiesto si una imagen o un vídeo retratan un acontecimiento o lo simulan? ¿Cómo evitar que las fuentes se reduzcan a un pensamiento único, elaborado algorítmicamente?

¿Y cómo fomentar, en cambio, un entorno que preserve el pluralismo y represente la complejidad de la realidad?

¿Cómo hacer sostenible esta herramienta potente, costosa y de alto consumo energético? ¿Cómo hacerla accesible también a los países en desarrollo?

A partir de las respuestas a estas y otras preguntas, comprenderemos si la inteligencia artificial acabará construyendo nuevas castas basadas en el dominio de la información, generando nuevas formas de explotación y desigualdad;

o si, por el contrario, traerá más igualdad, promoviendo una información correcta y una mayor conciencia del cambio de época que estamos viviendo, favoreciendo la escucha de las múltiples necesidades de las personas y de los pueblos, en un sistema de información articulado y pluralista.

Por una parte, se cierne el espectro de una nueva esclavitud, por la otra, una conquista de la libertad; por un lado, la posibilidad de que unos pocos condicionen el pensamiento de todos, por otro, la posibilidad de que todos participen en la elaboración del pensamiento.

La respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio si alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría.

Esta sabiduría madura sacando provecho del tiempo y comprendiendo las debilidades. Crece en la alianza entre generaciones, entre quienes tienen memoria del pasado y quienes tienen visión de futuro. Sólo juntos crece la capacidad de discernir, de vigilar, de ver las cosas a partir de su cumplimiento.

Para no perder nuestra humanidad, busquemos la Sabiduría que es anterior a todas las cosas (cf. Si 1,4), la que pasando por los corazones puros hace amigos de Dios y profetas (cf. Sab 7,27). Ella nos ayudará también a orientar los sistemas de inteligencia artificial a una comunicación plenamente humana.

Roma, en San Juan de Letrán, 24 de enero de 2024

FRANCISCO


[1] Cartas del Lago de Como Pamplona 2013, 101-104.

[2] En continuidad con los Mensajes de las anteriores Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales, dedicadas a encontrar a las personas donde están y como son (2021), escuchar con los oídos del corazón (2022) y hablar con el corazón (2023).

[3] “La verdad os hará libres” (Jn 8, 32). Fake news y periodismo de paz. Mensaje de la 52 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2018 .

[4] Mensaje para la Celebración de la 57 Jornada Mundial de la Paz (1 enero 2024), 8.


Maná y Vivencias Pascuales (42), 11.5.24

May 11, 2024

Sábado de la 6ª semana de Pascua

DECENARIO DEL ESPÍRITU SANTO

Tercer día

Les aseguro que si piden algo al Padre en mi nombre se lo dará
Les aseguro que si piden algo al Padre en mi nombre se lo dará

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: 1 Pe 2, 9; 1era lectura: Hch 18, 23-28; Salmo: 46, 2-3.8-10; Aleluya: Jn 16, 28; Evangelio: Jn 16, 23-28; Comunión: Jn 17, 24.

ANTIFONA DE ENTRADA.- Pueblo adquirido por Dios, proclamad las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Mueve, Señor, nuestros corazones para que fructifiquen en buenas obras y, al tender siempre hacia lo mejor, concédenos vivir plenamente el misterio pascual. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA, Hch 18, 23-28

En aquellos días, pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, fortaleciendo a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy entendido en la Escritura.

Lo habían instruido en el camino del Señor, y hablaba con mucho entusiasmo. Enseñaba en forma acertada lo referente a Jesús, aunque sólo se había quedado con el bautismo de Juan.

Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Aquila y Priscila, lo llevaron consigo y le expusieron con mayor precisión el camino del Señor. Como pensaba pasar por Acaya, los hermanos lo alentaron y escribieron a los discípulos de allí para que lo recibieran bien.

Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes; pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

SALMO 46, 2-10

Aplaudan, pueblos todos, aclamen a Dios con voces de alegría: porque el Señor es sublime y terrible, emperador toda la tierra.

Porque Dios es el rey del mundo: Tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán. Porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso.

ACLAMACIÓN.- Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.

EVANGELIO Jn 16, 23-28

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre, en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, así conocerán el gozo completo.

Hasta ahora los he instruido por medio de comparaciones. Pero está llegando la hora en que ya no los instruiré con comparaciones, sino que les hablaré claramente del Padre.

Ese día ustedes pedirán en mi nombre, y no será necesario que yo los recomiende ante el Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me aman a mí y creen que salí de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN.- Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen la gloria que me has dado. Aleluya.

DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (3)

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.

DÍA TERCERO

La acción del Espíritu Santo puede pasarnos inadvertida, porque Dios no nos da a conocer sus planes y porque el pecado del hombre enturbia y oscurece los dones divinos. Pero la fe nos recuerda que el Señor obra constantemente. Es él quien nos ha creado y nos mantiene en el ser, quien, mediante su gracia, conduce la creación entera hacia la libertad de la gloria de los hijos de Dios.

Por eso, la tradición cristiana ha resumido la actitud que debemos adoptar ante el Espíritu en un solo concepto: Docilidad.

Oh, Dios, fecunda al mundo con tu Espíritu, agua viva, que mana del costado de Cristo, para que la tierra entera se vea libre de las espinas de todo mal.

ORACIÓN FINAL

Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.

Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.

Te pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.

Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.


Maná y Vivencias Pascuales (41), 10.5.24

May 10, 2024

Viernes de la 6ª semana de Pascua

DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (2)

Segundo día (Oraciones, al final de la entrada)

¿No sentíamos arder el corazón mientras nos explicaba las Escrituras?
¿No sentíamos arder el corazón mientras nos explicaba las Escrituras?

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Ap 5, 9-10; 1era lectura: Hch 18, 9-18; Salmo: 46, 2-7; Aleluya: Lc 24, 26; Evangelio: Jn 16, 20-23; Comunión: Rom 4, 25.

ANTIFONA DE ENTRADA Ap 5, 9-10.- Con tu sangre, Señor, has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal que sirva a Dios. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

¡Oh Dios!, que por la resurrección de tu Hijo nos has hecho renacer a la vida eterna; levanta nuestros corazones hacia el Salvador, que está sentado a tu derecha, a fin de que cuando venga de nuevo, los que hemos renacido en el bautismo seamos revestidos de una inmortalidad gloriosa. Por nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA, Hch 18, 9-18

En aquellos días, estando Pablo en Corinto, durante la noche el Señor le dijo en una visión: No tengas miedo, sigue hablando y no calles, pues en esta ciudad me he reservado un pueblo numeroso. Yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño.

Pablo siguió enseñando entre ellos la Palabra de Dios, y permaneció allí un año y seis meses.

Pero siendo Galión gobernador de Acaya, los judíos acordaron unánimemente hacer una manifestación contra Pablo; lo llevaron ante el tribunal y lo acusaron: Este hombre incita a la gente a que adoren a Dios de una manera que prohíbe nuestra Ley.

Pablo iba a contestar, cuando Galión dijo a los judíos: Judíos, si se tratara de una injusticia o de algún crimen, sería correcto que yo los escuchara. Pero como se trata de discusiones sobre mensajes, poderes superiores y sobre su Ley, arréglense entre ustedes mismos. Yo no quiero ser juez de tales asuntos.

Y los echó del tribunal. Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y empezaron a golpearlo delante del tribunal. Galión no hizo caso.

Pablo se quedó en Corinto todavía por bastante tiempo. Después se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria, acompañado por Priscila y Aquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había hecho un voto

SALMO 46, 2-7

Aplaudan, pueblos todos, aclamen a Dios con voces de alegría. Porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: Gloria de Jacob, su amado.

Dios sube entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas: Tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

ALELUYA Lc 24, 26.- Era necesario que el Mesías padeciera y resucitara de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya.

EVANGELIO, Jn 16, 20-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo.

La mujer se siente afligida cuando está para dar a luz, porque le llega la hora del dolor. Pero después que ha nacido la criatura, se olvida de las angustias por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.

Así también ustedes ahora sienten tristeza, pero yo los volveré a ver y su corazón se llenará de alegría, y nadie les podrá arrebatar ese gozo. Cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada.

DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (2)

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.

DÍA SEGUNDO

La fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. El Espíritu Santo continúa asistiendo a la Iglesia de Cristo, para que sea, siempre y en todo, signo levantado ante las naciones, que anuncia a la humanidad la benevolencia y el amor de Dios.

Por grandes que sean nuestras limitaciones, los hombres podemos mirar con confianza a los cielos y sentirnos llenos de alegría: Dios nos ama y nos libra de nuestros pecados.

La presencia y la acción del Espíritu Santo en la Iglesia son la prenda y la anticipación de la felicidad eterna, de esa alegría y de esa paz que Dios nos depara en el cielo, pero que ya aquí comenzamos a degustar como prenda segura de los bienes definitivos.

Oh Dios, ilumina a todos los hombres con la luz de tu Espíritu y disipa las tinieblas de nuestro mundo, para que el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y la guerra en paz.

ORACIÓN FINAL

Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.

Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.

Te pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.

Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.

De los sermones de san León Magno, papa.- Los días que transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión

Aquellos días, queridos hermanos, que transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión no se perdieron ociosamente, sino que durante ellos se confirmaron grandes sacramentos, se revelaron grandes misterios.

En aquellos días se abolió el temor de la horrible muerte, y no sólo se declaró la inmortalidad del alma, sino también la de la carne. Durante estos días, gracias al soplo del Señor, se infundió en todos los apóstoles el Espíritu Santo, y se le confió a san Pedro, después de las llaves del reino, el cuidado del redil del Señor, con autoridad sobre los demás.

Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia a creer, a ellos, que estaban temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda.

Sus corazones, por él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras.

En la fracción del pan, cuando estaban sentados con él a la mesa, se abrieron también sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su naturaleza glorificada.

Por tanto, amadísimos hermanos, durante todo este tiempo que media entre la resurrección del Señor y su ascensión, la providencia de Dios se ocupó en demostrar, insinuándose en los ojos y en el corazón de los suyos, que la resurrección del Señor Jesucristo era tan real como su nacimiento, pasión y muerte (el subrayado es mío).

Por esto, los apóstoles y todos los discípulos, que estaban turbados por su muerte en la cruz y dudaban de su resurrección, fueron fortalecidos de tal modo por la evidencia de la verdad que, cuando el Señor subió al cielo, no sólo no experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de gran gozo.

Y es que en realidad fue motivo de una inmensa e inefable alegría el hecho de que la naturaleza humana, en presencia de una santa multitud, ascendiera por encima de la dignidad de todas las criaturas celestiales, para ser elevada más allá de todos los ángeles, por encima de los mismos arcángeles, sin que ningún grado de elevación pudiera dar la medida de su exaltación, hasta ser recibida junto al Padre, entronizada y asociada a la gloria de aquel con cuya naturaleza divina se había unido en la persona del Hijo (Sermón 1 sobre la Ascensión del Señor, 2-4: PL 54, 395-396).


Maná y Vivencias Pascuales (40), 9.5.24

May 9, 2024

Jueves de la 6ª semana de Pascua

Decenario del Espíritu Santo (1)

Todos, hasta los confines del mundo, han visto la victoria de nuestro Dios.

¡PENTECOSTÉS A LA VISTA!

COMIENZA EL DECENARIO DEL ESPÍRITU SANTO

Estimado hermano, hermana: Lo encuentras al final de la entrada. Si puedes hacerlo, estupendo. Lo que más les gusta al Padre y al Hijo es derramar el Espíritu sobre nosotros y regalarnos la vida en abundancia. Pero si puedes colaborar con la acción de Dios y disponerte lo mejor posible, pues muy bien. Dios aprecia tu firme voluntad. Y ama a quien da con alegría.

¡VIDA EN ABUNDANCIA para ti!

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Sal 67, 8-9.20; 1era lectura: Hch 18, 1-8; Salmo: 97, 1-4; Aleluya: Jn 14,18; Evangelio: Jn 16, 16-20; Comunión: Mt 28, 20.

ANTÍFONA DE ENTRADA

Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo, y acampabas con ellos y llevabas sus cargas, la tierra tembló, el cielo destiló. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que nos haces partícipes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA: Hch 18, 1-8

En aquellos días, Pablo se marchó de Atenas y se fue a Corinto. Allí se encontró con un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila, a consecuencia de un decreto del emperador Claudio; porque todos los judíos habían recibido la orden de abandonar Roma.

Pablo se acercó a ellos pues eran del mismo oficio y se dedicaban a fabricar tiendas. Y se quedó a vivir y a trabajar con ellos. Todos los sábados Pablo entablaba discusiones en la sinagoga, tratando de convencer tanto a los judíos como a los griegos.

Al llegar de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó por entero a la Palabra, y aseguraba a los judíos que Jesús era el Mesías. Como se oponían y le respondían con insultos, se sacudió el polvo de sus vestidos mientras les decía: Nada tengo ya que ver con lo que les suceda; ustedes son los únicos responsables. En adelante me dirigiré a los paganos.

Pablo cambió de lugar y se fue a la casa de un tal Tito Justo, de los que temen a Dios, que estaba pegada a la sinagoga. Crispo, uno de los dirigentes de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia, y de los corintios que escuchaban a Pablo, muchos creían y se hacían bautizar.

SALMO 97, 1-4

Entonen al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia, se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

Todos, hasta los confines del mundo, han visto la victoria de nuestro Dios.

¡Aclama al Señor, tierra entera; estallen en gritos de alegría!

ALELUYA: Jn 14, 18

No los dejaré huérfanos, dice el Señor; me voy y vuelvo a su lado, y se alegrará su corazón.

EVANGELIO: Jn 16, 16-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Dentro de poco ya no me verán, pero después de otro poco me volverán a ver.

Algunos discípulos se preguntaban: ¿Qué querrá decir con eso: «Dentro de poco ya no me verán y después de otro poco me volverán a ver»? ¿Y qué significa: «Me voy al Padre»?

Y se preguntaban: ¿A qué se refiere ese «dentro de poco»? No entendemos lo que quiere decir.

Jesús se dio cuenta de que querían preguntarle y les dijo: Ustedes andan discutiendo sobre lo que les dije: “Dentro de poco tiempo no me verán y después de otro poco me volverán a ver”.

En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo.

COMUNIÓN: Mt 28, 20

Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Aleluya. 

DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (1)

Estimados amigos, estamos entrando en la recta final del tiempo pascual. Ya llevamos cuarenta días celebrando la resurrección de Cristo.

En efecto, a los cuarenta días, el Resucitado asciende a los cielos. Tradicionalmente se celebraba en este jueves la Ascensión del Señor. Ahora la celebramos el domingo próximo.

Jesús ha encomendado a los apóstoles, ha «mandado» predicar el evangelio a todas las naciones, pues se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Pero antes de salir a evangelizar deben ser capacitados para tal misión: No se ausenten de Jerusalén, les dice Jesús, hasta que reciban el Espíritu Santo.

Por eso los apóstoles y discípulos se reunieron junto a María la madre de Jesús, y permanecieron unidos en oración esperando la venida del Espíritu. No se ausenten de Jerusalén, ni se les ocurra salir a predicar sin haber recibido previamente el Espíritu Santo. Cuando lo reciban estarán aptos y capacitados para construir la «obra de Dios».

Esta espera de diez días constituye la primera vigilia de oración de la Iglesia que se prepara, durante diez días, para una gran fiesta, un gran acontecimiento salvífico: La efusión del Espíritu y el consiguiente nacimiento de la Iglesia en el día de Pentecostés.

Ese tiempo de oración constituye la primera “novena” de oración de la historia de la Iglesia, podríamos decir.

Nosotros, por nuestra parte, hemos tratado de vivir con paciencia y perseverancia, día a día, la ascesis cuaresmal y la alegría pascual.

Ahora notamos que lo sembrado está dando frutos. Pero aún no ha culminado este tiempo santo. Debemos continuar abiertos a la acción del Señor.

Por eso, me ha parecido muy conveniente ofrecerles, a partir de hoy, un Decenario al Espíritu Santo. 

Mediante este ejercicio piadoso queremos «sentir, experimentar» con mayor intensidad la fuerza del Espíritu ya recibido en el bautismo.

La experiencia pascual de los apóstoles estuvo sazonada constantemente por la presencia del Espíritu: antes de Pentecostés, durante Pentecostés y después del mismo.

Nosotros también queremos permanecer los próximos días junto a María esperando una nueva efusión del Poder de lo alto en nuestras vidas.

Entremos, pues, con decisión y alegría en el cenáculo de oración donde la Iglesia de Jesús, presidida por María y los apóstoles, espera la irrupción de Pentecostés.

¡Qué mejor oración que un decenario al Espíritu para disponernos a recibir la vida en abundancia que nos regala el Padre a través del Hijo Resucitado mediante la acción del Espíritu Santo!

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.

DÍA PRIMERO

Los Hechos de los Apóstoles, al narrarnos los acontecimientos de aquel día de Pentecostés, en el que el Espíritu Santo descendió en forma de lenguas de fuego sobre los discípulos de nuestro Señor, nos hacen asistir a la gran manifestación del poder de Dios, con el que la Iglesia inició su camino entre las naciones.

Los discípulos, que ya eran testigos de la gloria del Resucitado, experimentaron en sí la fuerza del Espíritu Santo: sus inteligencias y sus corazones se abrieron a una luz nueva. El Espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces.

Oh Dios, tú que al principio creaste el cielo y la tierra y, al llegar el momento culminante, recapitulaste en Cristo todas las cosas, por tu Espíritu renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.

ORACIÓN FINAL

Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.

Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.

Te pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre hacia ti, como a su fin.

Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.


Maná y Vivencias Pascuales (39), 8.5.24

May 8, 2024

Miércoles de la 6ª semana de Pascua

Tenéis que nacer de nuevo, de arriba
Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros en sí mismo.

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Sal 17, 50; 12-23; 1era lectura: Hch 17, 15.22-18, 1; Salmo: 148, 1-2.11-14; Aleluya: Jn 14, 16; Evangelio: Jn 16, 12-15; Comunión: Jn 15, 16.19.

LECTIO DIVINA: Pasajes para meditar

  • «Dios pasa por alto aquellos tiempos de ignorancia, pero ahora manda a todos los hombres en todas partes que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia…»
  • «Muchas cosas me quedan por deciros, pero es demasiado para vosotros por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena».

ENTRADA:

Te daré gracias entre las naciones, Señor; contaré tu fama a mis hermanos. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Escucha, Señor, nuestra oración y concédenos que así como celebramos en la fe la gloriosa resurrección de Jesucristo, así también, cuando él vuelva con todos sus santos, podamos alegrarnos con su victoria. Por nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Por Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Hch 17, 15.22-18, 1

En aquellos días, los que acompañaban a Pablo lo llevaron a Atenas, y después regresaron a Berea con instrucciones para Timoteo y Silas de que fueran a reunirse con él lo antes posible.

Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago, y les dijo: Ciudadanos de Atenas, veo que son personas sumamente religiosas. Porque paseándome por ahí y fijándome en sus monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: Al Dios desconocido.

Pues eso que veneran sin conocerlo yo lo anuncio: El Dios que hizo el mundo y lo que lo contiene. Él es Señor de cielo y tierra y no habita en templos construidos por hombres ni lo sirven manos humanas; como si necesitara de alguien él, que a todos da la vida y el aliento y todo.

De un solo hombre sacó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando las épocas de su historia y las fronteras de sus territorios.

Quería que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo dicen incluso algunos de vuestros poetas: somos estirpe suya.

Por tanto, si somos estirpe de Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre.

Dios pasa por alto aquellos tiempos de ignorancia, pero ahora manda a todos los hombres en todas partes que se conviertan.

Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre designado por él; y ha dado a todos la prueba de esto resucitándolo de entre los muertos.

Al oír resurrección de muertos, unos lo tomaban a broma, otros dijeron: De esto te oiremos hablar en otra ocasión.

Pablo se marchó del grupo. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más. Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.

SALMO 148, 1-2.11-14

¡Aleluya!

Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus ángeles, alábenlo todos sus ejércitos.

Reyes y pueblos del orbe, príncipes y los que gobiernan la tierra, los jóvenes y también las doncellas, los ancianos junto con los niños.

Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime, su majestad sobre el cielo y la tierra.

Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.

ALELUYA: Jn 14, 16

Le pediré al Padre que les dé otro Defensor, que esté siempre con ustedes.

EVANGELIO: Jn 16, 12-15

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Muchas cosas me quedan por decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará hasta la verdad plena.

Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y les comunicará lo que está por venir.

Él no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. Él tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por él. Todo lo que tiene el Padre es mío.

Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes.

De los sermones de san León Magno, papa

Los días que transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión.

Aquellos días, queridos hermanos, que transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión no se perdieron ociosamente, sino que durante ellos se confirmaron grandes sacramentos, se revelaron grandes misterios.

En aquellos días se abolió el temor de la horrible muerte, y no sólo se declaró la inmortalidad del alma, sino también la de la carne. Durante estos días, gracias al soplo del Señor, se infundió en todos los apóstoles el Espíritu Santo, y se le confió a san Pedro, después de las llaves del reino, el cuidado del redil del Señor, con autoridad sobre los demás.

Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia a creer, a ellos, que estaban temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda.

Sus corazones, por él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras.

En la fracción del pan, cuando estaban sentados con él a la mesa, se abrieron también sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su naturaleza glorificada.

Por tanto, amadísimos hermanos, durante todo este tiempo que media entre la resurrección del Señor y su ascensión, la providencia de Dios se ocupó en demostrar, insinuándose en los ojos y en el corazón de los suyos, que la resurrección del Señor Jesucristo era tan real como su nacimiento, pasión y muerte (el subrayado es mío).

Por esto, los apóstoles y todos los discípulos, que estaban turbados por su muerte en la cruz y dudaban de su resurrección, fueron fortalecidos de tal modo por la evidencia de la verdad que, cuando el Señor subió al cielo, no sólo no experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de gran gozo.

Y es que en realidad fue motivo de una inmensa e inefable alegría el hecho de que la naturaleza humana, en presencia de una santa multitud, ascendiera por encima de la dignidad de todas las criaturas celestiales, para ser elevada más allá de todos los ángeles, por encima de los mismos arcángeles, sin que ningún grado de elevación pudiera dar la medida de su exaltación, hasta ser recibida junto al Padre, entronizada y asociada a la gloria de aquel con cuya naturaleza divina se había unido en la persona del Hijo (Sermón 1 sobre la Ascensión del Señor, 2-4: PL 54, 395-396).


Maná y Vivencias Pascuales (38), 7.5.24

May 7, 2024

Martes de la 6ª semana de Pascua

Si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito.

TEXTO ILUMINADOR

Decía Jesús a los discípulos: En verdad les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya, el Paráclito no vendrá a ustedes. En cambio, si me voy, es para enviárselo.

En estas dos últimas semanas de Pascua el tema del Espíritu será recurrente. Constituyen una especie de «adviento» mientras esperamos al Espíritu. Jesús promete a los discípulos que no los dejará huérfanos. Él tiene que volver al Padre pero vendrá otro Consolador.

Desaparece la presencia física de Jesús pero se inaugura otra clase de presencia, la del Espíritu de la verdad: Les enseñará todas las cosas, les dará fuerzas para proclamar a Jesús como Salvador y permanecerá para siempre con los discípulos, con la Iglesia.

En los próximos días comenzaremos en esta página unos ejercicios de preparación para recibir una nueva efusión del Espíritu como colofón de la celebración pascual.

Trataremos de acompañar a la Virgen María y a los discípulos reunidos en el Cenáculo, en la espera de la venida del Espíritu.

Así la fiesta de Pentecostés nos inundará del gozo y de la paz del Resucitado, «completando o coronando la experiencia pascual», si es que podemos hablar así.

Con la oración sobre las ofrendas, rezamos: Concédenos, Señor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continúan en nosotros la obra de tu redención, sean también fuente de gozo incesante. Por Jesucristo.

ORACIÓN COLECTA

Que tu pueblo, Señor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu; y que la alegría de haber recobrado la adopción filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente. Por nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA: Hch 16, 22-34.

En aquellos días, la gente de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados mandaron arrancarles las ropas y los hicieron apalear. Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado.

Éste, al recibir dicha orden, los metió en el calabozo interior, y les sujetó los pies con cadenas al piso del calabozo.

Hacia la media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los demás presos los escuchaban. De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas.

Se despertó el carcelero y vio todas las puertas de la cárcel abiertas. Creyendo que los presos se habían escapado, sacó la espada para matarse, pero Pablo le gritó: No te hagas daño, que estamos todos aquí.

El hombre pidió una luz, entró de un salto y, después de encerrar bien a los demás presos, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas. Después los sacó fuera y les preguntó: Señores, ¿qué debo hacer para salvarme? Le respondieron: Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.

Así que le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa, y él, sin más demora, les lavó las heridas y se bautizó con todos los suyos, los subió a su casa a aquellas horas de la noche, les preparó la mesa e hicieron fiesta con todos los suyos por haber creído en Dios.

SALMO 137, 1-8

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, pues oíste las palabras de mi boca. Canto para ti en presencia de los ángeles, y me postro ante tu templo santo.

Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, porque tu promesa supera a tu fama. El día en que clamé, me respondiste y aumentaste la fuerza en mi alma.

El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Aclamación: Juan 16, 7.13

Les voy a enviar el Espíritu de la verdad, dice el Señor; él les enseñará la verdad plena.

EVANGELIO Juan 16, 5-11

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ¿adónde vas? Se han llenado de tristeza al oír lo que les dije, pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya, el Paráclito no vendrá a ustedes. En cambio, si me voy, es para enviárselo.

Y cuando venga él, rebatirá al mundo en lo que toca al pecado, al camino de justicia y al juicio. ¿Qué pecado? Que no creyeron en mí. ¿Qué camino de justicia? Mi partida hacia el Padre mientras ustedes ya no me verán. ¿Qué juicio? El Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.

COMUNIÓN: Lucas 24, 46.26.

Era necesario que el Mesías padeciera y resucitara de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya.

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Del comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo,

sobre el evangelio de san Juan

Efusión del Espíritu Santo sobre toda carne

Cuando el Creador del universo decidió restaurar todas las cosas en Cristo, dentro del más maravilloso orden, y devolver a su anterior estado la naturaleza del hombre, prometió que, al mismo tiempo que los restantes bienes, le otorgaría también ampliamente el Espíritu Santo, ya que de otro modo no podría verse reintegrado a la pacífica y estable posesión de aquellos bienes.

Determinó, por tanto, el tiempo en que el Espíritu Santo habría de descender hasta nosotros, a saber, el del advenimiento de Cristo, y lo prometió al decir: En aquellos días, se refiere a los del Salvador, derramaré mi Espíritu sobre toda carne.

Y cuando el tiempo de tan gran munificencia y libertad produjo para todos al Unigénito encarnado en el mundo, como hombre nacido de mujer, de acuerdo con la divina Escritura, Dios Padre otorgó a su vez el Espíritu, y Cristo, como primicia de la naturaleza renovada, fue el primero que lo recibió.

Y esto fue lo que atestiguó Juan Bautista cuando dijo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo y se posó sobre él.

Decimos que Cristo, por su parte, recibió el Espíritu, en cuanto se había hecho hombre, y en cuanto convenía que el hombre lo recibiera; y, aunque es el Hijo de Dios Padre, engendrado de su misma substancia, incluso antes de la encarnación, más aún, antes de todos los siglos, no se da por ofendido de que el Padre le diga, después que se hizo hombre: Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

Dice haber engendrado hoy a quien era Dios, engendrado de él mismo desde antes de los siglos, a fin de recibirnos por su medio como hijos adoptivos; pues en Cristo, en cuanto hombre, se encuentra significada toda la naturaleza; y así también el Padre, que posee su propio Espíritu, se dice que se lo otorga a su Hijo, para que nosotros nos beneficiemos del Espíritu en él.

Por esta causa perteneció a la descendencia de Abrahán, como está escrito, y se asemejó en todo a sus hermanos.

De manera que el Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo, pues es suyo, habita en él, y por su medio se comunica, como ya dijimos antes, sino para instaurar y restituir a su integridad a la naturaleza entera, ya que, al haberse hecho hombre, la poseía en su totalidad.

Puede, por tanto, entenderse, si es que queremos usar nuestra recta razón, así como los testimonios de la Escritura, que Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros en sí mismo: pues por su medio nos vienen todos los bienes (libro 5, cap. 2: PG 73, 751-754).


Maná y Vivencias Pascuales (37), 6.5.24

May 6, 2024

Lunes de la 6ª semana de Pascua

Pentecostés, Greco
Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles. El Greco.

ANTIFONA DE ENTRADA

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Señor de misericordia, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante en toda nuestra vida. Por nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA, Hechos 16, 11-15

En aquellos días nos embarcamos en Troas y navegamos rumbo a la isla de Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis. De allí pasamos a Filipos, una de las principales ciudades del distrito de Macedonia, con derechos de colonia romana.

Nos detuvimos allí algunos días, y el sábado salimos a las afueras de la ciudad, a orillas del río, donde era de suponer que los judíos se reunían para orar.

Nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que habían acudido. Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira.

Mientras nos escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptase las palabras de Pablo. Se bautizó junto con los de su familia, y luego nos suplicó: Si ustedes piensan que mi fe en el Señor es sincera, vengan y quédense en mi casa. Y nos obligó a aceptar.

SALMO 149, 1-2.3-4.5-6 y 9b.

Canten al Señor un canto nuevo: su alabanza en la asamblea de los fieles. Alégrese Israel por su Creador, festejen los hijos de Sión a su Rey.

Su nombre alaben en medio de danzas, el arpa y el tambor toquen para él. Porque el Señor aprecia a su pueblo, concede a los débiles la victoria.

Que los fieles salten de alegría y hasta en sus lechos canten jubilosos: con vivas a Dios en la boca.

ACLAMACIÓN: Juan 15, 26b.27

El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí, dice el Señor; y también ustedes darán testimonio.

EVANGELIO: Juan 15, 26-16, 4

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Consolador, el Espíritu de la Verdad que yo les enviaré y que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Ustedes mismos serán mis testigos, porque han estado conmigo desde el principio.

Les digo esto de antemano, para que no se tambalee su fe. Los excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que les dé muerte, pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, se acuerden de que yo se lo había dicho.

COMUNIÓN: Juan 20, 19.

Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya.

PINCELADAS DE ESPIRITUALIDAD PASCUAL (1 de 4)

Podríamos arriesgarnos a centrar la espiritualidad pascual en esta exclamación de fe: ¡Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo!

La Pascua es la recreación de todas las cosas en Cristo; la restauración total y definitiva de los planes de Dios sobre la humanidad. Podemos decir que en la Pascua Dios “ha dado la talla”: se ha remangado los brazos para hacer algo nuevo, inaudito y para siempre, definitivo.

En efecto, la Trinidad culmina su obra común de las tres personas divinas: la creación, atribuida sin embargo a Dios Padre; culmina la redención realizada por Cristo, pero con la colaboración del Padre y del Espíritu. Y comienza la obra específica del Espíritu, la santificación o divinización definitiva del hombre en Cristo de acuerdo con los designios inescrutables del Padre; porque a él le pareció bien; es lo que más le gustó.

La Pascua es la manifestación palpable de la Trinidad. El hijo del carpintero ha resultado ser en verdad el Hijo de Dios, igual al Yahvé del Antiguo Testamento.

El Espíritu eterno, del que ha sido revestido Cristo, de manera singular y plena en su glorificación, ha sido derramado sobre los discípulos a manos llenas: ellos han sido bautizados, bañados, anegados… hasta ser tenidos por borrachos; es decir, embriagados del poder de Dios, llevados de acá para allá por una energía poderosa y santa, no caprichosa, loca o arbitraria.

¡Éste es el día en que actuó el Señor! Dios, uno y trino, nos ha mostrado todo su amor poderoso, maravilloso. Nos ha dado el Nuevo Adán, el nuevo Mesías y Salvador. No hay otro.

Los creyentes han recibido sin medida el Espíritu de Cristo, que los capacita para hablar, vivir, sentir y actuar como habló, vivió, sintió y actuó el Señor. Son otros Cristo. Han llegado los últimos tiempos. La hora del Espíritu, creador y renovador, que hace nuevas todas las cosas. Cristo les aseguró: mayores cosas que yo haréis.

Por eso, Jesús había dicho también respecto al Espíritu: Os conviene que me vaya, pues si no me voy no vendrá a vosotros el Espíritu Santo, el Consolador, paráclito, abogado defensor, intérprete. Cuando me vaya os lo enviaré; o le pediré al Padre que lo envíe en mi nombre. Cuando él venga os lo enseñará todo. Y se quedará siempre con vosotros.

Ahora os digo: todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra; id por todo el mundo, y dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente. Son los últimos tiempos. El Reino padece violencia. Sólo los esforzados lo arrebatan.

El Reino no puede esperar más. Buscadlo por encima de todo; y el resto se os dará por añadidura. No tengáis miedo, pues yo he vencido al mundo. Todo me lo ha entregado el Padre.

El Apóstol nos lo recordará: todo es vuestro; vosotros, de Cristo; y Cristo, de Dios. Id, os doy este mandato. No llevéis túnica de repuesto, no os detengáis… El mundo no puede esperar.

Es tiempo de sembrar a discreción. Ha llegado la hora de Dios. El Banquete está preparado. No se puede desairar a Dios; es lo que ha preparado desde toda la eternidad, ha volcado todo lo suyo, lo ha empeñado todo.

La primitiva Iglesia vive estas realidades última con sorpresa, con fe, con alegría, con creatividad y total abandono en manos de Dios Padre, que todo lo dispone para nuestro bien; viven confiados en el poder de Dios y sintiéndose discípulos de Cristo y testigos de su resurrección, de que está vivo y es Señor; se sienten arrebatados e impulsados por el Espíritu para realizar las obras de Dios en Cristo Jesús.

Los apóstoles y los primeros cristianos dan testimonio de Jesús públicamente y con mucha seguridad, convicción y valentía, “parresía”. Todos quedaban admirados… Dios iba agregando a la comunidad a todos los que creían y se bautizaban en el nombre del Señor Jesús.

Tres, podríamos decir, son los protagonistas de la fundación de la Iglesia y de su crecimiento y desarrollo imparable: Los planes de Dios, la comunidad eclesial y los personajes concretos y animadores de la comunidad.

El encarcelamiento de Pedro y Juan y la persecución contra la Iglesia son ocasión para que ésta se ponga en manos de Dios, relea las Escrituras, las interprete en función de las nuevas circunstancias, y experimente el poder de Dios que le envía su Espíritu: retembló la casa, y todos fueron llenos del Espíritu. Estaban alegres y daban gloria a Dios; y el pueblo estaba de su parte.

La persecución contra Esteban provoca la diáspora de los discípulos; éstos se ven obligados a salir de Jerusalén; pero no pueden dejar de anunciar el Evangelio de Cristo a cuantos encuentran en el camino. Muchos se convierten. Van surgiendo personas con nombre y rostro definidos, como el diácono Felipe, como Bernabé, hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe.

El Espíritu está vivo y suelto: los discípulos sienten su acción, perciben claramente que les habla, siguen sus avisos y pasan de una aventura de fe a otra y a otra… La Palabra no está encadenada.

Pedro sale de Jerusalén, visita las comunidades, hace milagros porque vive en sintonía con el celo de Cristo manifestado ahora por el Espíritu. Oro y plata no tengo, pero te doy lo que tengo, la fe en Cristo: en su nombre levántate y anda; se levantó y glorificaba a Dios.

La presencia del Espíritu es tan real y perceptible para la primera comunidad como lo era la humanidad de Cristo cuando caminaba por Palestina. Casi podríamos decir que el Espíritu tiene más influencia, más fuerza persuasiva que el mismo Jesús en carne mortal. El Espíritu es el testigo interior.

Él se junta a nuestro espíritu hasta confundirse. Dirá san Pablo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí, es el Espíritu de Cristo quien vive en mí, quien me inspira, me mueve, me consuela, me dirige, me confirma en todo lo que siento y hago, me plenifica, me hace feliz en Dios. Qué bueno es el Seño. Cómo no alabarlo… Es digno de toda bendición.

El Espíritu transforma a los discípulos según el modelo del Maestro. Así, Bernabé, persona acogedora, fiel a Dios, descubre la acción de Dios en la comunidad, incluso en los paganos, y se alegra por ello, acoge a los nuevos convertidos, los acompaña, los impulsa a que se sometan a la acción del Espíritu…

Es lo que hace con Pablo: lo acoge, valora la gracia de Dios en él, lo busca, lo inicia en el seguimiento del Señor, le socorre en la integración en la comunidad y en la proclamación del Evangelio.

Admiramos los planes de Dios sobre la comunidad y sobre cuantos creen en Cristo, pues él no hace acepción de personas. Quiere que todos tengan vida, pues son sus hijos. Y lo dispone todo sobre algunas personas “elegidas” por él para ser sus testigos, como Pablo. Nada es casual. Nada es desperdiciable.

De esta manera, según los Hechos de los Apóstoles, Dios va cumpliendo sus designios de salvación acompañando a los apóstoles, a la primitiva comunidad, a judíos y gentiles para que experimenten el poder de Dios. Han llegado los últimos tiempos. Es la hora del Espíritu que hace nuevas todas las cosas; ahora todos serán enseñados por el Señor; ellos serán su pueblo, y el Señor será su Dios; y lo verán todas las naciones.

Está brotando el desierto, lo imposible se hace posible. Dichosos los que oyen. Dios está actuando con todo su poder, porque Dios es Dios. Está abriendo nuestra mente para que todos entendamos, por fin. Nos asegura: Yo no soy como los humanos. Yo lo digo y pongo por obra. Está brotando, se siente… ¿Es que no lo notáis?

Ah, Señor, ten paciencia conmigo. Habla, Señor, que tu siervo escucha. No pases de largo. Quédate con nosotros, pues atardece. Alabado seas, Señor, en tus santos designios. Amén.


Maná y Vivencias Pascuales (36), 5.5.24

May 4, 2024


Domingo VI de Pascua, Ciclo B

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor.
Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor.

ENTRADA: Isaías 48, 20

Con gritos de júbilo anunciadlo y proclamadlo, publicadlo hasta el confín de la tierra. Decid: el Señor ha redimido a su pueblo. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Dios Todopoderoso, continuar celebrando con fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado; y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA: Hechos de los Apóstoles 10, 25-26.34-35.44-48

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como tú.»

Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea»

Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.

Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?» Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

SALMO 97, 1.2-3ab.3cd-4

El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.

SEGUNDA LECTURA: 1 Juan 4, 7-10

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

ALELUYA: Juan 14, 23

Aleluya, aleluya. Si alguno me ama, guardará mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. Aleluya.

EVANGELIO: Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros»

COMUNIÓN: Juan 14, 15-16

Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.

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Del comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo,
sobre la segunda carta a los corintios

Dios nos ha reconciliado por medio de Cristo,
y nos ha confiado el ministerio de esta reconciliación

Los que poseen las arras del Espíritu y la esperanza de la resurrección, como si poseyeran ya aquello que esperan, pueden afirmar que desde ahora ya no conocen a nadie según la carne: todos, en efecto, somos espirituales y ajenos a la corrupción de la carne.

Porque, desde el momento en que ha amanecido para nosotros la luz del Unigénito, somos transformados en la misma Palabra que da vida a todas las cosas. Y, si bien es verdad que cuando reinaba el pecado estábamos sujetos por los lazos de la muerte, al introducirse en el mundo la justicia de Cristo quedamos libres de la corrupción.

Por tanto, ya nadie vive en la carne, es decir, ya nadie está sujeto a la debilidad de la carne, a la que ciertamente pertenece la corrupción, entre otras cosas; en este sentido, dice el Apóstol: si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.

Es como quien dice: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y, para que nosotros tuviésemos vida, sufrió la muerte según la carne, y así es como conocimos a Cristo; sin embargo, ahora ya no es así como lo conocemos.

Pues, aunque retiene su cuerpo humano, ya que resucitó al tercer día y vive en el cielo junto al Padre, no obstante, su existencia es superior a la meramente carnal, puesto que murió de una vez para siempre y ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.

Si tal es la condición de aquel que se convirtió para nosotros en abanderado y precursor de la vida, es necesario que nosotros, siguiendo sus huellas, formemos parte de los que viven por encima de la carne, y no en la carne.

Por eso, dice con toda razón san Pablo: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Hemos sido, en efecto, justificados por la fe en Cristo, y ha cesado el efecto de la maldición, puesto que él ha resucitado para liberarnos, conculcando el poder de la muerte; y, además, hemos conocido al que es por naturaleza propia Dios verdadero, a quien damos culto en espíritu y en verdad, por mediación del Hijo, quien derrama sobre el mundo las bendiciones divinas que proceden del Padre.

Por lo cual, dice acertadamente san Pablo: Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo, ya que el misterio de la encarnación y la renovación consiguiente a la misma se realizaron de acuerdo con el designio del Padre.

No hay que olvidar que por Cristo tenemos acceso al Padre, ya que nadie va al Padre, como afirma el mismo Cristo, sino por él. Y, así, todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió y nos encargó el ministerio de la reconciliación (Caps. 5, 5-6, 2: PG 74, 942-943).

Del tratado de Dídimo de Alejandría sobre la Santísima Trinidad

El Espíritu nos renueva en el bautismo

En el bautismo nos renueva el Espíritu Santo como Dios que es, a una con el Padre y el Hijo, y nos devuelve desde el informe estado en que nos hallamos a la primitiva belleza, así como nos llena con su gracia de forma que ya no podemos ir tras cosa alguna que no sea deseable:

Nos libera del pecado y de la muerte; de terrenos, es decir, de hechos de tierra y polvo, nos convierte en espirituales, partícipes de la gloria divina, hijos y herederos de Dios Padre, configurados de acuerdo con la imagen de su Hijo, herederos con él, her­manos suyos, que habrán de ser glorificados con él y reinarán con él; en lugar de la tierra nos da el cielo y nos concede liberalmente el paraíso; nos honra más que a los ángeles; y con las aguas divinas de la piscina bautismal apaga la inmensa llama inextinguible del infierno.

En efecto, los hombres son concebidos dos veces, una corporalmente, la otra por el Espíritu divino. De ambas escribieron acertadamente los evangelistas, y yo estoy dispuesto a suscri­bir el nombre y la doctrina de cada uno.

Juan: A cuantos le recibieron, les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Todos aquellos, dice, que cre­yeron en Cristo recibieron el poder de hacerse hijos de Dios, esto es del Espíritu Santo.

Para que llegaran a ser de la misma naturaleza de Dios; honor con el que no se vieron honrados los ángeles. Y para poner de relieve que aquel Dios que engendra es el Espíritu Santo añadió con palabras de Cristo: Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.

Así, pues, de una manera visible, la pila bautismal da a luz nuestro cuerpo mediante el ministerio de los sacerdotes; de una manera espiritual, el Espíritu de Dios, invisible para cualquier inteligencia, bautiza en su propio nombre y regenera al mismo tiempo cuerpo y alma, con el ministerio de los ángeles.

Por lo que el Bautista, históricamente y de acuerdo con esta expresión de agua y de Espíritu, dijo a propósito de Cristo: Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Pues el vaso humano, como frágil que es, necesita primero purificarse con el agua y luego fortalecerse con el fuego espiritual y perfeccionarse con el fuego espiritual (Dios es, en efecto, un fuego devorador): y por esto necesitamos del Espíritu Santo, que es quien nos perfecciona y renueva: este fuego espiritual puede, efectivamente, regar, y esta agua espiritual es capaz de fundir como el fuego (Libro 2, 12: PG 39, 667-674).


Maná y Vivencias Pascuales (35), 4.5.24

May 4, 2024

Sábado de la 5ª semana de Pascua

Que las palabras que forman nuestra comunicación sean siempre palabras verdaderas
Que las palabras que forman nuestra comunicación sean siempre palabras verdaderas

Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Col 2, 12; 1era lectura: Hch 16, 1-10; Salmo: 99, 2-3.5; Aleluya: Col 3, 1; Evangelio: Jn 15, 18-21; Comunión: Jn 17, 20-21.

ENTRADA: Col 2, 12

Por el bautismo fueron sepultados con Cristo y en él fueron luego resucitados por haber creído en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Señor, Dios todopoderoso, que por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna; ya que has querido hacernos capaces de la vida inmortal, no nos niegues ahora tu ayuda para conseguir los bienes eternos. Por nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA: Hch 16, 1-10

En aquellos días, Pablo se dirigió a Derbe, y después a Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía que había abrazado la fe, y de padre griego; los hermanos de Listra e Iconio hablaban muy bien de él.

Pablo quiso llevarlo consigo y de partida lo circuncidó, pensando en los judíos que había por aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.

A su paso de ciudad en ciudad, iban entregando las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén y exhortaban a que las observaran. Estas Iglesias se iban fortaleciendo en la fe y reunían cada día más gente.

Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo no les dejó que fueran a predicar la Palabra en Asia. Estando cerca de Misia intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús. Atravesaron entonces Misia y bajaron a Troas.

Por la noche Pablo tuvo una visión. Ante él estaba de pie un macedonio que le suplicaba: «Ven a Macedonia y ayúdanos» Al despertar nos contó la visión y comprendimos que el Señor nos llamaba para evangelizar Macedonia.

SALMO 99, 2-3.5

Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría, lleguen a él con cánticos de gozo.

Sepan que el Señor es Dios. Que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

EVANGELIO: Jn 15, 18-21

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por eso el mundo los odia.

Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más que su Señor. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes. ¿Acaso acogieron mi enseñanza? ¿Cómo, pues, acogerían la de ustedes? Les harán todo esto por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

COMUNIÓN: Jn 17, 20-21

Padre, por ellos ruego, para que todos sean uno en nosotros y así crea el mundo que tú me has enviado, dice el Señor.

Beato Isaac de Stella, Sermón 42

Primogénito de muchos hermanos

Del mismo modo que, en el hombre, cabeza y cuerpo forman un solo hombre, así el Hijo de la Virgen y sus miembros constituyen también un solo hombre y un solo Hijo del hombre. El Cristo íntegro y total, como se desprende de la Escritura, lo forman la cabeza y el cuerpo.

En efecto, todos los miembros juntos forman aquel único cuerpo que, unido a su cabeza, es el único Hijo del hombre quien, al ser también Hijo de Dios, es el único Hijo de Dios y forma con Dios el Dios único.

Por ello el cuerpo íntegro con su cabeza es Hijo del hombre, Hijo de Dios y Dios. Por eso se dice también: Padre, éste es mi deseo: que sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti.

Así, pues, de acuerdo con el significado de esta célebre afirmación de la Escritura, no hay cuerpo sin cabeza, ni cabeza sin cuerpo, ni Cristo total, cabeza y cuerpo, sin Dios.

Por tanto, todo ello con Dios forma un solo Dios. Pero el Hijo de Dios es Dios, por natu­raleza, y el Hijo del Hombre está unido a Dios personalmente; en cambio, los miembros del cuerpo de su Hijo están unidos con él solo místicamente.

Por esto los miembros fieles y espirituales de Cristo se pueden lla­mar de verdad lo que es él mismo, es decir, Hijo de Dios y Dios.

Pero lo que él es por naturaleza, éstos lo son por comunicación, y lo que él es en plenitud, éstos lo son por parti­cipación; finalmente, él es Hijo de Dios por generación y sus miembros lo son por adop­ción, como está escrito: Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gri­tar «¡Abba!» (Padre).

Y por este mismo Espíritu les da poder para ser hijos de Dios, para que instruidos por aquél, que es el primogénito entre mu­chos hermanos, puedan decir: Padre nues­tro que estás en los cielos. Y en otro lugar afirma: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.

Nosotros renacemos de la fuente bautismal como hijos de Dios y cuerpo suyo en virtud de aquel mismo Espíritu del que nació el Hijo del Hombre, como cabeza nuestra, del seno de la Virgen. Y así como él nació sin pecado, del mismo modo nosotros renacemos para remisión de todos los pecados.

Pues, así como cargó en su cuerpo de carne con todos los pecados del cuerpo entero, y con ellos subió a la cruz, así también, mediante la gracia de la regeneración, hizo que a su cuerpo espiritual no se le imputase pecado alguno, como está escrito: Dichoso el hom­bre a quien el Señor no le apunta el delito.

Este hombre, que es Cristo, es realmente di­choso, ya que, como Cristo-cabeza y Dios, per­dona el pecado, como Cristo-cabeza y hom­bre no necesita ni recibe perdón alguno y, como cabeza de muchos, logra que no se nos apunte el delito.

Justo en sí mismo, se justifica a sí mismo. Único Salvador y único salvado, sufrió en su cuerpo físico lo que limpia de su cuerpo místico por el agua.

Y continúa salvando de nuevo por el madero y el agua, como Cordero de Dios que quita, que carga sobre sí, el pecado del mundo; sacerdote, sacrificio y Dios, que, ofreciéndose a sí mismo, por sí mismo se reconcilió consigo mismo, con el Padre y con el Espíritu Santo.