Oración de la Madre gestante. Oración de los padres que esperan prole

enero 12, 2024

Padres que esperan un hijo más: Dios, fuente de toda familia, dador de vida, hace fecundo el amor de los esposos, abiertos a la vida generosa y gozosamente. 

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Oración de la Madre gestante. Oración de los padres que esperan prole. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

A la oración de la Madre y a la de los Padres por la fe de los hijos, añadimos la Oración de la Madre gestante y la de los Padres que esperan prole.

Con estas oraciones queremos acercarnos, en estos días posteriores a la Navidad, a los esposos y padres que esperan un hijo para acompañarlos en esa experiencia tan particular, tan entrañablemente única. Los esposos se convierten en padres, es decir, con-creadores con Dios: dadores de vida humana y de vida cristiana, a la vez.

La bendición de madres gestantes ha sido una práctica tradicional en la historia de la Iglesia. Aunque la nueva criatura es fruto del amor de los dos esposos, indudablemente la función de la madre en la generación, gestación y conformación de la nueva persona humana es única: Por su cercanía física, emocional y religiosa.

El modelo acabado de maternidad es la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra en la fe. La vocación de maternidad espiritual está enraizada en la naturaleza de la misma Iglesia.

Por eso, es justo que toda la Iglesia acompañe, sienta y celebre el nacimiento de un hijo. Un hijo que alegra la familia humana y aumenta la familia de Dios por el bautismo.

De ahí que la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica se une a la alegría de la familia y celebra con toda la Iglesia esta bendición de Dios: el nacimiento de un hijo nuestro al que queremos hacer hijo de Dios para siempre.

Repito la publicación-entrada de esta tercera oración de las Madres, afiliadas a la Asociación, en estos días todavía con sabor navideño, porque la Navidad es fiesta de gozo y alegría. Y de paz, paz en el corazón, en la familia, en la Iglesia y en el mundo entero.

El domingo 31 celebraremos la Fiesta de la Sagrada Familia, fiesta de las familias cristianas. Como todos los 27 de mes, el 27 de diciembre honramos a Santa Mónica: Con misa votiva, con reuniones de los coros de oración, charlas de formación para las madres que oran por la fe de sus hijos, testimonios, etc.

En esta oportunidad quiero acercarme a las madres y a los padres que no han recibido aún la bendición sobre su nuevo hijo a quien esperan con toda ilusión y felicidad, y les ofrezco a continuación la Oración de la Madres gestante.

Oración de la Madre gestante.

Señor Dios nuestro, Padre, Hijo y Espíritu Santo: te adoro como comunidad trinitaria y fuente de vida en el cielo y en la tierra.

Te doy gracias, Padre bueno, por haber pensado en mí desde toda la eternidad: Tú pronunciaste mi nombre y me creaste mujer. Tanto confiaste en mí, que me has llamado a ser madre, a ser colaboradora tuya en la transmisión de la vida y de la fe a los hijos.

Gracias, Señor Jesús, porque, siendo Dios, quisiste tener una madre en la tierra para hacerte hombre como nosotros. Tú llenaste del Espíritu a la santísima Virgen María para que cumpliera su especial vocación. Así la hiciste modelo de todas las madres redimidas por ti. Apoyada en ella, te pido que derrames tu Espíritu sobre mi marido y sobre mí, para que cumplamos los planes del Padre: Dar vida a nuestro hijo y transmitirle la fe.

Te doy gracias, Espíritu Santo, señor y dador de vida: Ven sobre mí y sobre la criatura que estoy gestando. La confío a tu acción santificadora para que se desarrolle con bien y salud hasta que la dé a luz. Gustosamente acepto los sacrificios del embarazo y las molestias que suponga para mí esta gestación.

Asísteme, Espíritu consolador, y purifícame de todo mal para que pueda transmitir sólo vida y ternura a nuestro hijo. Te pido que esta criatura sea nuestra alegría como esposos y padres, y la de toda la familia.

Gracias, Santísima Trinidad, por llamarme a formar con mi esposo la comunidad conyugal, y también familiar haciendo fecundo nuestro amor. Gracias por el don de mi marido y de nuestro hijo.

Con mi marido me siento feliz disfrutando del amor mutuo, y ahora formando con nuestro hijo una verdadera familia a imagen de la comunidad trinitaria. ¡Qué maravillosos son tus designios, Dios mío, y qué insospechadas experiencias reservas para tus fieles! ¡Cómo no alabarte, si me has dado el esposo querido, los hijos y la vida de fe!

Señor Jesucristo, tú nos dejaste a María como madre. A ella me dirijo confiada: Virgen María, tú eres modelo para mí como mujer, y sobre todo ahora como madre gestante. Quiero contemplar la dulzura de tu rostro para poder imitar tu maternidad. Junto a ti también admiro a tu esposo, el fiel José.

Te pido, Virgen María, que con mi esposo sepamos imitar los ejemplos de tu sagrada familia. Tú eres mi consuelo y fortaleza. Enséñame a dar vida contigo a esta criatura que el Señor nos regala.

Te suplico, Madre santa, que todo esto me lo alcances de tu Hijo bendito, por intercesión de santa Mónica, que gestó a sus hijos dándoles a luz en la vida y en la fe. Así sea. Amén.

 Oración de los Padres que esperan un hijo

(Ambos) Señor Dios nuestro, con todo amor nos ponemos en tu presencia como pareja de esposos que tú has bendecido. Te damos gracias por llamarnos a formar una comunidad conyugal abierta a la vida y a la plenitud del amor. En particular te damos gracias, Señor, porque estás bendiciendo nuestro matrimonio dándonos al hijo que esperamos ilusionados.

Las palabras nos resultan cortas para expresar la felicidad que sentimos, y la emoción que embarga nuestros corazones. Resulta maravilloso experimentar que tú nos haces colaboradores tuyos para transmitir la vida. Nos llena de gozo el saber que somos creadores contigo de esta nueva criatura, nuestra y tuya a la vez, Dios nuestro, fuente de vida.

Conscientes de la grandeza de esta vocación de esposos y padres, queremos ahora purificarnos de todo mal para ser canales limpios por donde pase la vida y la fe a nuestro hijo, a nuestra familia, a la Iglesia, al mundo. Queremos ser signo de tu amor, sacramento de tu misterio de vida y comunión.

Deseamos ser siempre una pareja ejemplar y formar una familia santa para gloria tuya. Como no podemos alcanzar esas metas sino con tu gracia, ahora rezamos el uno por el otro y nos bendecimos mutuamente en tu nombre y en tu amor.

 (Marido-padre) Te doy gracias, Señor, por el don de mi esposa. Ella me hace cercano tu amor, tu perdón y tu preocupación por mí. Ella es la prueba de que me amas y me tomas en serio. Por eso, te doy gracias todos los días de mi vida y te pido que me hagas digno de un don tan maravilloso.

Quiero sinceramente ser mejor esposo y padre cada día. A la vez, te pido perdón si no he sabido valorar a mi mujer debidamente, si he sido duro con ella. Perdón por cualquier debilidad con la que le haya defraudado y ofendido.

En adelante prometo, con tu gracia, ser más delicado y responsable en todos mis comportamientos, particularmente ahora durante la gestación. Quiero darle a mi esposa cariño y protección en estos momentos, para que la criatura pueda sentir a través de nosotros el infinito amor que tú le tienes desde siempre.

Que yo sea un sacramento de tu amor providente para mi esposa y para nuestro hijo. Quiero que ellos descubran en mi conducta responsable y fiel tu presencia protectora en nuestro hogar. Amén.

 (Esposa-madre) Te doy gracias, Señor, por mi marido, el mayor regalo que me has dado en la vida, junto con esta criatura que se está formando dentro de mí. Me siento feliz de poder cumplir tu voluntad, como lo hizo María, siempre confiada y alegre en tu presencia. Señor, que se haga también en mí lo que tú dispongas: Quiero ser la alegría de mi esposo y de mi hijo, para su satisfacción y para gloria tuya.

Perdóname si he causado preocupación a mi marido o si le he defraudado en algo. Por mi parte, estoy segura de que me darás cuanto necesite como esposa y madre. Creo en ti, Señor, pero aumenta mi fe y mi esperanza.

Santa María, Virgen y Madre, confío en ti; necesito tu ternura y fortaleza. Que esta criatura se parezca lo más posible a tu hijo Jesús. Que nuestro hijo se desarrolle sano de cuerpo y alma hasta que nazca. Así sea. Amén.

(Ambos) Señor Dios nuestro, te damos gracias por esta oración que nos has permitido dirigirte con amor. Que podamos cumplir con alegría y generosidad lo que te hemos prometido. Ten misericordia de nosotros pues somos débiles, pero confiamos en ti. Pues si tú nos regalas esta criatura, tú mismo nos ayudarás a cumplir la misión que nos confías.

Por eso, Padre de bondad, concédenos ser generosos dadores de vida. Señor Jesús, que acariciabas a los niños, bendice a nuestro hijo para que nazca sano y sea nuestra alegría y felicidad. Espíritu divino, ven sobre nosotros y asístenos mientras dure esta gestación, para que nuestro hijo sea lleno de gracia y bendición. Señor Dios nuestro, reina en nuestra familia. Es tuya, te la consagramos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN POR LA VIDA. Juan Pablo II

Santa María, aurora del mundo nuevo,

Madre de los vivientes,

a ti confiamos la causa de la vida:

mira, Madre, el número inmenso

de niños a quienes se les impide nacer,

de pobres a quienes se les hace difícil vivir,

de hombres y mujeres víctimas de la violencia inhumana,

de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia

o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar,

con firmeza y amor, a los hombres de nuestro tiempo

el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo

como don siempre nuevo,

la alegría de celebrarlo con gratitud

durante toda su existencia,

y la valentía de testimoniarlo

con solícita constancia, para construir,

junto con todos los hombres de buena voluntad,

la civilización de la verdad y del amor,

para alabanza y gloria de Dios Creador,

y amante de la vida. Amén

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

ismaelojeda.wordpress.comhttps://www.facebook.com/ismael.ojedalozanowww.agustinosrecoletos.com

P. Ismael Ojeda Lozano

Madrid, Parroquia de Santa Mónica, Domingo 19 de diciembre de 2021. Actualizado, enero de 2024, Madrid.


Oración de las Madres por la fe de los Hijos.

enero 11, 2024

Mónica, mi madre, con sus lágrimas y plegarias, me engendró para Cristo

¿QUIÉNES SON LAS “MADRES MÓNICAS”?  

Una de las preocupaciones más importantes de nuestra Iglesia es la trasmisión de la fe a las nuevas generaciones. Las madres de la Parroquia Santa Rita de Madrid, ya por los años 80, le compartían al P. Lorenzo Infante, agustino recoleto, el dolor que sentían al constatar que sus hijos estaban dejando la práctica cristiana.

Sus propios hijos estaban abandonando la fe que ellas les habían inculcado desde siempre. Estaban perdiendo la fe. ¿Qué hacer? El P. Lorenzo les propuso rezar por la fe de sus hijos. Además, les mostró el ejemplo de una santa entrañable para la familia agustiniana: Santa Mónica. 

Mónica fue una madre creyente que se santificó por el acompañamiento incondicional que le hizo a su hijo Agustín, hasta que logró su conversión, nada menos que a los 32 años.

Estas madres comenzaron a repasar con interés la vida de Mónica y descubrieron en ella un modelo acabado de maternidad espiritual. Dios respondía a sus inquietudes mostrándoles el ejemplo de Santa Mónica.

Orientadas por el P. Lorenzo estas madres crecieron en la devoción e imitación de Santa Mónica. De ahí que se les comenzó a llamar «mónicas», cariñosa y familiarmente. Desde aquellos años las madres rezan una «oración por la fe de los hijos».

Las madres se organizar formando los “coros de oración”, que están compuestos por siete madres; cada madre reza la oración el día de la semana que elija. Por tanto la oración es perseverante, comunitaria y como en cadena.

A continuación ofrezco el texto de la «Oración de las Madres Mónicas por la fe de los hijos».

ORACIÓN DE LAS MADRES POR LA FE DE LOS HIJOS

Padre y Señor nuestro, fuente de toda vida, somos madres cristianas. Con tu bendición, y la cooperación de nuestros maridos, hemos concebido para esta vida temporal a nuestros hijos. Pero nuestra misión no termina con el nacimiento de los hijos: Queremos también concebirlos para la vida eterna.

Para lograrlo, insistimos con igual devoción y constancia que santa Mónica en estas peticiones, repitiendo esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

  • Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más decididamente cristiana cada día. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros esposos en sembrar y consolidar la fe de los hijos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que estemos pendientes de la evolución del carácter de nuestros hijos, y atentas a los diversos ambientes en que se desenvuelve su vida. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que de tal modo comuniquemos la fe a nuestros hijos, que ellos se preocupen de vivirla y transmitirla a los demás. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que transmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la diócesis y a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar con ellas. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que, si algún hijo nuestro se desvía del buen camino, los padres sepamos cercarlo de amor, oraciones y consejos, hasta conseguir su retorno a la fe y a la práctica religiosa. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
  • Para que, en el trato con otras madres, nos interesemos por sus necesidades, despertemos en ellas su responsabilidad cristiana y logremos integrarlas a la vida de la parroquia y de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN

Virgen María, Madre de la Consolación, que consolaste a santa Mónica dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín, abriéndolo a la fe cristiana; sé también nuestro consuelo.

Danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes y felices en la práctica de la fe que en sus almas sembramos desde los comienzos de su existencia. 

Y si alguno se ha desviado, concédenos, Madre nuestra, la alegría de verlo retornar a la fe; y así poder gozarnos en la realización plena de nuestra vocación como madres cristianas. Amén.

ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor Dios nuestro, fuente de toda familia, concédenos que, imitando a santa Mónica, vivamos nuestra fe cristiana con dedicación y alegría en el seno de nuestros hogares.

Y que, como ella, sepamos influir positivamente sobre la fe de nuestros hijos, de tal modo que algún día tengamos el gozo inmenso de verlos junto a nosotras en tu Gloria, por toda la eternidad. Así sea.

Con licencias eclesiásticas – Madrid, enero de 2010 – Actualizado, enero de 2024, Madrid.


¿Vuelve el uso del velo entre las mujeres católicas, al menos en Cuaresma y Semana Santa?

febrero 21, 2023

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¿Conveniencia del uso del velo durante la Cuaresma y Semana Santa?

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¿Vuelve el uso del velo o mantilla entre las mujeres católicas, al menos en Cuaresma o en Semana Santa?

La belleza única de la mujer en la Iglesia Católica, con velo o sin velo

¿No habrá llegado el momento de redescubrir el significado del velo o de la mantilla entre las mujeres católicas? ¿Qué más tiene que pasar para que la dignidad y la vocación de la mujer constituya un auténtico signo de los tiempos para nosotros que deseamos de corazón la renovación integral de nuestra Iglesia? ¿Tendrá el velo suficiente entidad como para inspirar e incluso promover la toma de conciencia de la misión propia de la mujer en la Iglesia? 

Hace tiempo me ronda en la cabeza la idea de escribir algo sobre uno de los símbolos religiosos de la tradición judeocristiana: El velo o mantilla usados por las mujeres en las celebraciones religiosas. El artículo que reproduzco ya lo publiqué en este sitio con dos entregas o entradas. (https://ismaelojeda.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=45738&action=edit; y  https://ismaelojeda.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=45740&action=edit)

Ahora lo saco de nuevo, única entrada, con motivo de la Cuaresma 2023 porque pienso que puede ser un tiempo apropiado para concientizarnos sobre la dignidad y vocación de la mujer en la Iglesia y en el mundo, en la actualidad. El Papa Francisco nos está insistiendo: La mujer está para cosas mayores; deberíamos esperar mucho más de lo que esperamos de ella; la mujer aún no está ocupando el lugar que le pertenece en la Iglesia y en el mundo; la mujer aún no está aportando los tesoros de gracia y bendición con los que puede y debe enriquecer a la humanidad entera. Es una tarea pendiente en la Iglesia, sobre todo para los que tienen responsabilidad en ella. 

Comienzo por recordar que hasta el Concilio Vaticano II estaba generalizado el uso del velo entre las mujeres en la Iglesia. El Concilio no lo prohibió pero tampoco lo mandó ni lo promovió. Sencillamente dejó libertad para usarlo o no, a criterio personal.

El resultado fue que en pocos años desapareció esa práctica en toda la Iglesia, sobre todo romana. Hoy solo se usa el velo o mantilla de manera protocolar en las visitas o encuentros oficiales con el Santo Padre; también lo usan las novias y las religiosas.

Como expresión de religiosidad popular peruana, reseño que en la procesión del Señor de los Milagros de Lima, las señoras que visten hábito morado y queman incienso, también llevan velo blanco.

Actualmente son muy escasas las mujeres que usan el velo o mantilla durante la misa, adoración del Santísimo o en otras celebraciones. Por lo general, estas personas visten el velo con mucha reverencia y convicción porque les ayuda grandemente en su oración.

No suelen provocar rechazo en los demás y las mujeres que las ven, por lo general, se muestran interesadas en conocer los motivos que tienen para usar el velo sobre todo durante la misa.

El velo es un signo religioso

¿Qué podemos decir sobre el velo o mantilla? Es un atuendo femenino que, usado en las celebraciones religiosas, se convierte en signo que expresa y facilita la relación con Dios, sobre todo en la oración personal y en el culto litúrgico. El velo bendecido se convierte en un signo o señal “sacramental”: Es decir, adquiere una carga significativa tanto para el que lo porta o usa como para los demás; es como un recordatorio para todos respecto de nuestra fe y vida cristiana.

Tanto el velo, como el hábito religioso, una medalla, el aro matrimonial… son sacramentales que recuerdan al que los lleva el compromiso contraído de manera privada o pública, pero siempre personal. En ellos expresa el creyente su intención y su relación particular con Dios: su consagración testimonial.

A través de ellos la vivencia interior del creyente se robustece al hacerse pública, y a la vez esos signos ayudan al creyente a evitar los olvidos y las eventuales incoherencias prácticas. Es decir, le ayudan a mantener y hacer crecer su intención primigenia, su experiencia fundante o su consagración original.

Para los demás, esos signos son un testimonio, llaman la atención y les muestran las intenciones de la persona que los lleva. Ofrecen a todos un conocimiento de la persona en su experiencia religiosa, que puede conducir a los demás a valorar, respetar, admirar y hasta imitar a esas personas que manifiestan públicamente su fe. En fin, se fomenta el sentido de Iglesia.

Significado específico del velo en la mujer orante

Lo primero que se debe resaltar es que el velo siempre se consideró en la tradición cristiana como una prenda de vestir propia y específica de las mujeres, un atuendo femenino, no de los varones. Tiene referencia no sólo al cabello de las mujeres, sino a su mismo sentido de belleza y de presentación femenina en las oraciones públicas o privadas.

Quizás no sería exagerado ni atrevido afirmar de entrada que el velo tendría algo que ver con el ser y hacer de la mujer en la Iglesia, según los planes de Dios. Aparte de las connotaciones socioculturales, pareciera que el velo en sí “diría bien” con la función esencial y específica de la mujer en la Iglesia y concretamente en las oraciones y en la liturgia. El hecho de llevar velo ayudaría a la mujer en su identidad creyente y en su testimonio ante la comunidad eclesial y ante el mundo.

La Sagrada Escritura nos dice que Dios los creó desde el principio hombre y mujer. Los hizo a su imagen y semejanza, iguales en su dignidad y en su vocación fundamental, pero distintos en su condición de seres sexuados, hechos el uno para el otro, es decir, esencialmente complementarios.

La sexualidad es mucho más que la genitalidad, pues abarca todos los aspectos del ser humano: autoconciencia, inteligencia, sensibilidad, capacidad de acoger y dar afecto, resistencia al dolor y al sufrimiento, aprecio de la vida, optimismo, religiosidad, etc. Hombres y mujeres somos diferentes; muy diferentes. Pero complementarios, hechos para vivir relacionados en la sociedad y particularmente en el matrimonio.

Se podría sostener que esta condición sexuada del ser humano refleja mejor, o al menos más explícitamente, la esencia de Dios; es expresión de la perfección infinita de Dios, que es Comunión trinitaria, unión en la diversidad, pluralidad en la unidad.

Es decir, la condición sexuada hace más comprensible a los humanos el misterio de Dios Uno y Trino a la vez, Único Dios en tres personas distintas. Además, le facilitaría experimentar la riqueza de la diversidad de los humanos, la belleza de la convivencia humana y las bondades de la complementariedad. Le abriría finalmente a la capacidad de la procreación, a la fecundidad del amor entre dos personas sexualmente diferentes y complementarias.

En la Historia de la Salvación Dios mismo se ha encargado de asumir y de santificar la condición sexuada del ser humano, mediante la Encarnación del Verbo y la Maternidad divina de la Virgen María.

Al encarnarse, Dios asume la condición humana en su totalidad y existencialmente sexuada: De hecho, necesitó una madre, la Santísima Virgen María, mujer y no varón; y en Jesús de Nazaret el Verbo de Dios asumió la condición humana como varón, no como mujer. Jesús no fue mujer. De María asumió Jesús la esencia del hombre y existencialmente fue varón, el hijo de José el carpintero.

Ahora ellos dos, Jesús y María, solamente ellos están resucitados y glorificados en el Cielo, los dos únicos seres humanos, hombre y mujer. Cada uno cumple la voluntad de Dios y sirve a la salvación de los hombres, según el plan único e inescrutable de Dios.

Ante estas consideraciones elementales de nuestra fe, ¡qué desenfocadas resultan ciertas apreciaciones en referencia a Jesús o a María! Así, algunas mujeres recriminan a Jesús que no hiciera apóstol y sacerdotisa a su madre María. Sería falta de amor. A otras personas les parece una discriminación que la Iglesia no permita a las mujeres acceder al sacerdocio.

En las cosas de Dios no hay autoservicio: todo se recibe, nada se toma por propia iniciativa

Lo primero que se desprende de lo expuesto es que Dios en la historia de salvación programa, dispone y distribuye sus dones como a él le parece: En función del bien de todos y para su gloria. Nadie toma nada por su cuenta, todo se recibe y se agradece. Dios sabe poner a cada uno en el mejor lugar, con las mejores cualidades. Él provee a cada uno con largueza, y sin perjudicar a nadie.

Por tanto, la reivindicación no cabe en la Iglesia. Tampoco la emancipación. Nadie debe buscar su propio bien, su propio interés. Cada uno es un don para los demás. La caridad, que no busca lo propio, se entiende como la búsqueda del bien de los demás. Y la perfección del cristiano consiste en anteponer el bien común al propio.

Al razonar con estos criterios, qué lejos estaríamos del espíritu que, por lo general, ha inspirado la liberación de la mujer, la revolución sexual, el feminismo radical: contrarrestar la tradicional opresión sociocultural del varón y luchar por la conquista del poder de las mujeres sobre los hombres. Que las mujeres se rebelen y luchen por oprimir a los varones, aun a costa de renunciar a su condición de mujeres.

Dios sabe lo que hace: La mujer, reflejo de la ternura, belleza y amor de Dios.

El Papa Francisco insiste una y otra vez en la necesidad de que la mujer vaya ocupando en la Iglesia el sitio que le pertenece. Porque algo resulta evidente: de hecho en la actualidad no está viviendo plena y específicamente la misión que le corresponde según el plan de Dios y en favor de la Iglesia. Es una tarea pendiente y urgente.

Para reconocer la dignidad y la sublimidad de la vocación propia de la mujer en la Iglesia y en la sociedad hay que rastrear con atención los planes de Dios manifestados en la historia de salvación: Hechos y palabras. No hay que inventar cosas ni pensar mucho.

En la Palabra, al principio, dijo Dios: No está bien que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él, un ser “apropiado y proporcionado” para él; más que suficiente, diríamos. Y así Dios creó a la mujer, igual al varón. Ambos llamados a vivir en comunión, a complementarse como un don mutuo en el amor de Dios.

La mujer es un don de Dios deseado por el hombre, necesario y conveniente para él. Sin ella el hombre no es completo, no puede sentirse realizado plenamente.

El hombre y la mujer, por separado, son imagen de Dios y semejanza de Dios, sí, pero de manera imperfecta: Porque el hombre, a pesar de ser dueño de todas las cosas creadas, no hallaba en ellas un ser de su misma dignidad, un ser con el que pudiera entenderse, encontrarse, ayudarse, planificar juntos, gozar juntos…

Para establecer esta comunión conyugal, el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer… y los dos serán una sola carne. Para alcanzar esta plenitud de comunión, es condición «dejar» a los padres, dejarlo todo, para que el cónyuge ocupe el primer lugar… Tanto el varón como la mujer sienten una atracción mutua para encontrarse, conocerse, dialogar, vivir en comunión, unirse maritalmente y procrear seres semejantes a ellos…

En una palabra, el varón y la mujer están llamados a reproducir en este mundo la comunión de las tres divinas personas. Y les dijo Dios: Crezcan, multiplíquense, llenen de hijos la tierra.

La vida humana surge en el seno de una comunidad y sólo en ella crece y llega a plenitud. Un individuo no puede engendrar vida ni puede garantizar su crecimiento y madurez. En esa comunidad conyugal, el papel de la mujer tiene unas características únicas.

Toda mujer está llamada a encarnar y hacer visible la ternura de Dios, su belleza, su cercanía providente, su capacidad de acogida y de comunión y su apuesta por la vida. Está llamada a ser esposa y así hacerse madre. En la generación de la vida, en su gestación y en la educación del nuevo ser humano, el papel de la mujer, esposa y madre es único, e intransferible.

La mujer, primera transmisora del don de la vida y de la fe, iniciadora de humanidad

La mujer es el sagrario de la vida, pues la fecundación acontece en sus entrañas y la implantación vital del embrión humano se realiza en el seno materno. Éste garantiza la permanente y segura acogida del nuevo ser, y con ello su incorporación a la familia humana.

Los esposos y padres, pero específicamente la madre, son los transmisores de la vida y de la experiencia religiosa. A este embrión es infundida el alma inmortal creada directamente por Dios para completar las condiciones vitales del nuevo ser, según los planes de Dios.

Así la esposa y madre se convierte en el primer recinto sagrado donde se desarrollará el nuevo ser humano. Ella será la primera trasmisora del reconocimiento de los padres y del mundo exterior hacia el nuevo ser humano: acogida, valoración, afirmación, seguridad, supervivencia, desarrollo vital, absorción de los valores humanos y de la experiencia religiosa.

La mujer, esposa y madre, comparte las vivencias y experiencias de la Santísima Virgen María. Con ella pronuncia el “fiat”: Hágase en mí, como tú digas. Con María, como mujer y madre, comparte su respuesta “personal” y en cierta soledad, pero no desamparo.

Es la sumisión obsequiosa de la fe a Dios, no al varón, ni al destino, ni a la visión cultural o moda social. Ella se siente feliz como criatura del Señor, vivencialmente como mujer, semejante a María, que es bendita entre todas las mujeres por su particular y personal obediencia a Dios.

“Ser madre no significa sólo traer al mundo un hijo, sino que es también una elección de vida. La elección de vida de una madre es la elección de dar vida. Y esto es grande, esto es bello. Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo. No somos huérfanos, somos hijos de la Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres” (Papa Francisco).

La belleza polifacética de la mujer en la Iglesia

La mujer es icono de la ternura y belleza de Dios en el mundo, en la sociedad. En la Iglesia es icono de la nueva Eva, de María, la llena de gracia y bendita entre todas las mujeres. Representa a la Iglesia como la Esposa de Cristo. En fin, goza de un espectro magnífico y esplendoroso de gracia y belleza espiritual.

Por estas y otras mil razones, la mujer, en el orden de la gracia, en la Iglesia, en la familia, en la sociedad, en el mundo… posee una riqueza real y significativa casi infinita, según los planes de Dios. La grandiosidad de María nos es accesible en cada mujer, sobre todo en la propia madre, gracias a la cual ha venido al mundo todo ser humano y ha experimentado las vivencias más originales y fundantes.

En fin, es tan grande la mujer cristiana en los planes de Dios que ignorarla equivaldría a privar a la Iglesia y a la humanidad de una riqueza inimaginable y polifacética. Es mucho en efecto lo que Dios ha dispuesto depositar en María y en la mujer como don para la humanidad, para la sociedad y para la Iglesia, como un mar sin fondo en el que siempre podremos bucear para sacar más y más tesoros de gracia y bendición en Cristo.

Por eso, la mujer en la Iglesia debería ser considerada como una perla preciosa digna de todo respeto y veneración. En ella, Dios ha depositado bienes admirables e inefables para bendición de la Iglesia y de la humanidad entera.

En analogía con la vida religiosa que no es jerarquía, la mujer pertenecería al corazón de la Iglesia. Por tanto, estarían justificadas en ella todas las formas de vestir y de presentación que expresen ternura, belleza, recato, pureza, castidad, prudencia, humildad, servicio, disponibilidad, sobriedad, cercanía, acogida, perdón, reconciliación, paz…

El velo “dice bien” con la mujer que representa la feminidad en la Iglesia y la nupcialidad

En la tradición de la Iglesia ha existido hasta nuestros días la costumbre y la delicadeza de cubrir los objetos bendecidos o consagrados dedicados al culto, como son el tabernáculo o sagrario donde se reserva el Santísimo Sacramento. Los altares están cubiertos con manteles y adornados porque representan a Cristo. Son la “mesa” donde se preparan los dones que serán consagrados. Los vasos sagrados, copones y cálices, son adornados y también cubiertos artísticamente.

La Iglesia como tal es la “perla preciosa”, la nueva creación en gracia y santidad, la novia que representa a todas las naciones. Todos los laicos toman parte en la naturaleza femenina de la Iglesia, pero las mujeres simbolizan a la Iglesia como la novia.

Las mujeres recuerdan a los varones que la esencia de la Iglesia es su condición de “desposada” con Dios: Ha sido sacada de las tinieblas y del pecado y ha sido adornada como novia para su Esposo. Toda mujer bautizada es un icono de esa vocación de toda la Iglesia. Ésta no puede olvidarse de ese primer amor, fundante y definitivo.

Por eso, toda mujer en la Iglesia es digna de una veneración especial, de respeto, de estima y de cariño. Una comunidad cristiana madura debería reservar para toda mujer un sitial de honor por consideración a la Nueva Eva, la Santísima Virgen María, Madre de Dios, y en atención a la función humana y salvífica con la que Dios le ha distinguido y embellecido, no para su autocomplacencia y vanidad, sino para gloria de Dios y bien de la humanidad y de la Iglesia.

Esta disposición de Dios respecto de la mujer es sagrada y única, digna de todo respeto por parte del varón. Los laicos varones en la Iglesia representan a Cristo, el novio. De ahí que algunos varones accedan al sacerdocio ministerial de Cristo, para bien de la Iglesia, no para su propio interés y poder.

La función y la dignidad jerárquicas no deben generar en el clero actitudes de suficiencia, autoritarismo y discriminación respecto de las mujeres, sino más bien todo lo contrario: un ministerio sacerdotal y pastoral inspirado por la caridad y la atención personal según las necesidades de cada uno. Los clérigos deben imitar la humildad y delicadeza con que Jesús trataba a las mujeres de su tiempo.

El Papa Francisco ha denunciado los daños que causa el clericalismo en la Iglesia. Los pastores deberían ser especialmente atentos con la mujer en la Iglesia, sus más acérrimos defensores y promotores. Siempre será la mujer una prioridad pastoral. A veces ellas constituyen la verdadera opción por los pobres y marginados, o descartados.

Las palabras que el ángel dirigió a san José también se aplican a los clérigos: José, no tengas reparo en llevarte a María tu mujer. Ellos no deben tener ningún reparo en acoger todo lo que Dios ha depositado y realiza en ellas para enriquecer a la Iglesia y a la humanidad entera. Como José a María en su día, deben dar legitimidad y plena integración de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad.

Al final, ¿usar velo, por qué, y para qué?

A estas alturas, la mujer consciente de lo dicho hasta aquí se preguntaría qué añade llevar velo o qué se pierde si deja de llevarlo. Quizás lo más acertado y valioso sea la voluntad y la libertad de cada mujer en la Iglesia. Lo más valioso de lo expuesto quizás sea el haber dado vueltas a un tema y a una experiencia que interesa a todos, para gloria de Dios, bien de la humanidad y crecimiento y belleza de la Iglesia. La gloria de Dios es equivalente, o simplemente es o consiste en que toda la creación llegue a la plenitud de realización pensada, querida y dispuesta por Dios.

Ante esta ambiciosa apuesta de la plena identidad y realización integral de cada mujer, según el plan de Dios, el uso de un atuendo femenino en sí mismo puede parecer insignificante y hasta ridículo. Sin embargo, no despreciable. Lejos de obstaculizar puede ser una magnífica y esplendente señal de plena feminidad (sacramental). El valor de este gesto a los ojos de Dios será infinito y de capital importancia para la madurez, belleza y fecundidad de la Iglesia en nuestro mundo.

En efecto, una mujer que usa el velo, con motivación religiosa, muestra a todas luces una gran reverencia ante Dios y ante la Iglesia, y fomenta su propio recogimiento para la oración; se honra a sí misma ante los demás valorando su pertenencia a Dios por encima de todas las cosas y personas, y por Dios y en Dios, lo posee todo y lo llena de bendición. Simboliza también a toda la Iglesia en cuanto que es la esposa de Cristo.

San Pablo pide a las mujeres que se sometan a sus maridos por amor a Dios; análogamente la Iglesia debe someterse a Cristo; y Cristo llevó una vida sumisa a los designios del Padre. Por eso, Cristo amó a la Iglesia hasta el punto de sufrir y morir por ella. Los maridos imitando a Cristo amarán a sus esposas como a su propio cuerpo. Y este es un gran misterio, confesará san Pablo, y “yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia”.

El velo es una prenda de vestir que la mujer utiliza para orar, para comunicarse con Dios por lo general en asamblea litúrgica. Las mujeres tienen naturalmente un cabello hermoso, y el velo acentúa esa belleza. Pero con la intención de agradar a Dios no a los hombres. Por tanto, con velo o sin velo, la mujer expresará siempre ante su Esposo y Señor sentimientos de humildad, delicadeza, amor apasionado y nupcial, recato, modestia, recogimiento, piedad y, en fin, contemplación.

El Papa Francisco comenta la forma peculiar de sentir y de orar de María que guardaba todas estas cosas en su corazón: “Contemplando a la Madre nos sentimos animados a soltar tantos pesos inútiles y a encontrar lo que verdaderamente cuenta. El don de la Madre, el don de toda madre y de toda mujer es muy valioso para la Iglesia, que es madre y mujer”.

Prosigue el Papa con una referencia muy sugerente acerca de la manera peculiar de sentir, actuar y orar de san José y de todo varón: “Y mientras el hombre frecuentemente abstrae, afirma e impone ideas; la mujer, la madre, sabe custodiar, unir en el corazón, vivificar. Para que la fe no se reduzca sólo a una idea o doctrina, todos necesitamos de un corazón de madre, que sepa custodiar la ternura de Dios y escuchar los latidos del hombre. Que la Madre, que es el sello especial de Dios sobre la humanidad, custodie este año y traiga la paz de su Hijo al corazón de todos los hombres y al mundo entero” (https://www.aciprensa.com/noticias/texto-homilia-del-papa-francisco-en-la-solemnidad-de-santa-maria-madre-de-dios-12676).

A modo de conclusión

¿Por qué usar velo? Porque quieres: Porque a Dios le encantó hacerte mujer, como María, con una misión única e intransferible. Quiso hacerte libre y le gusta verte libre y creativa, llena de amor y feliz como él, que es Amante de la vida. Porque estás orgullosa de ser mujer, porque te gustas en el Señor, porque es tu respuesta entusiasta a Dios que te hizo mujer como María, y sabes por fe y estás segura de que eso es lo mejor para ti, y también para los demás.

¿Y para qué usar velo? Para aprender a cumplir la voluntad de Dios, para aprender la fidelidad a tu vocación única y original de mujer como María… Para disponerte a ser esposa, a ser madre, a disfrutar siempre de ser una mujer llena de Dios, siempre feliz y fiel colaboradora siempre y en todo del Dios de la Vida y de la ternura… Para colaborar de la mejor manera posible con los designios de Dios y salvar a todos los hombres, para amar a discreción, como María… bendita entre todas las mujeres. Y para llevar el Fruto bendito de su vientre a todas las naciones, para gloria y alabanza de Dios Padre, Hijo y Espíritu. Amén.

NOTA: Si deseas conocer más sobre la Dignidad y la vocación de la Mujer en la Iglesia y en el mundo, te recomiendo vivamente la Carta Apostólica de San Juan Pablo II «Mulieris dignitatem». En este mismo sitio encuentras publicada esa Carta en siete entradas: https://ismaelojeda.wordpress.com/2023/01/22/dignidad-y-vocacion-de-la-mujer-1-de-7/… Gracias. 

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Por si puede interesar: 

https://youtu.be/LWu_RFHBZmQ

http://adelantelafe.com/uso-del-velo-en-la-mujer-en-la-santa-misa/

http://www.padremiguel.info/mujer-como-te-vistes-delante-de-dios/

https://www.memescatolicos.org/por-que-las-catolicas-millenials-estan-volviendo-a-usar-mantilla-en-misa/?fbclid=IwAR15bX6tT38F-AnYVggnqHbxoaasJXQVcx7y9zJTR0r5aXqQO6PN1vjwnLw


¿Poder en la Iglesia? Las mujeres siempre lo han tenido

agosto 11, 2021

La Iglesia católica, más que cualquier otro cuerpo institucional en la historia, elevó a las mujeres y las alentó a explotar al máximo su potencial.

¿Poder en la Iglesia? Las mujeres siempre lo han tenido

Ninguna otra institución ha hecho más para dar poder a las mujeres y animarlas a pensar con su propia cabeza

Por Elizabeth Scalia

La periodista del New York Times Maureen Dowd aprovechó la ocasión de la visita del papa Francisco a Estados Unidos para referirse a él como al “perfecto papa del siglo XIX”, en gran parte porque no parece interesado en el sacerdocio femenino. Las afirmaciones de Dowd a menudo no tienen contexto, y el artículo no es particularmente interesante, pero viene bien porque nos permite considerar cómo la Iglesia católica, más que cualquier otro cuerpo institucional en la historia, elevó a las mujeres y las alentó a explotar al máximo su potencial (subrayado del editor).

Se puede argumentar con razón el hecho de que la Iglesia católica ha sido el medio para liberar a las mujeres, y no, como muchos acusan desconsideradamente, el medio de su opresión. Hasta hace 150 años, la gran mayoría de las mujeres instruidas y realizadas estaba compuesta por mujeres católicas religiosas, que concibieron ideas totalmente originales, y las llevaron a cabo.

Pensad en Elizabeth Bailey Seton, viuda con 5 hijos, desheredada por su familia a causa de su conversión, que concibió la que hemos llegado a conocer como la educación elemental católica, inventando sustancialmente los medios para que los hijos de los pobres y marginados fueran instruidos y competitivos en el “nuevo mundo”.

Pensad en Teresa de Ávila, que no sólo reformó una orden religiosa corrupta, sino que construyó 16 monasterios, tanto para hombres como para mujeres, aun sufriendo a menudo un dolor paralizante. Y escribió también algunos libros considerados clásicos de la teología, y ahora es Doctora de la Iglesia. ¡No está mal para una mujer que pasó la adolescencia leyendo novelillas!

Pensad en las estadounidenses Henriette De Lille, hija de esclavos liberados, y en Katharine Drexel, hija de un rico industrial, que fundaron ambas órdenes femeninas y gastaron tiempo y energías para construir escuelas y hospitales para los nativos americanos y los afroamericanos en el profundo Sur.

Pensad en Catalina de Siena, consejera de papas y reyes, que dictaba sus cartas a dos escribientes a la vez. Otra Doctora de la Iglesia. Es interesante que Catalina fuese casi del todo analfabeta y “poco dotada” en base a los estándares mundanos, pero la Iglesia –que no es una institución elitista– la define “Doctora” igual que a Santa Hildegarda de Bingen, una gigante intelectual de la música, la ciencia, la medicina, las letras y la teología. Como en el caso de Santa Teresa de Lisieux, que entró en el Carmelo a los 15 años y nunca lo abandonó, pero cuya influencia ha llegado muy lejos.

Oh, y no olvidemos a Juana de Arco, una mujer guerrera que guiaba a los hombres en la batalla. Sí, hombres de la Iglesia la abatieron. Pero no los recordamos a ellos ni les llamamos santos, como a ella. ¿O no?

El hecho es que, aunque se hable de cómo la Iglesia ha sido opresora hacia las mujeres, no ha habido otra institución en la historia que haya dado a las mujeres una tal libertad de crear, explorar, descubrir, servir, gestionar, construir, expandir, en general con bien pocas ayudas de las cajas diocesanas donde trabajaban, y la mayor parte de las veces sin intervención por parte de la jerarquía masculina.

Rose Hawthorne, hija de Nathaniel Hawthorne, fundó las Dominicas de Hawthorne, una orden de monjas que cuidan a los enfermos de cáncer, gratis, y que se basa únicamente en donaciones.

Una mujer americana de nombre Vera Duss consiguió la licenciatura en Medicina en la Sorbona de París y después de una semana entró en una abadía benedictina parisina, donde escondía y cuidaba a judíos perseguidos por los nazis. Después de que Patton liberara París, Madre Benedicta Duss se sintió llamada a volver a América e instituyó una abadía benedictina en Connecticut, una de cuyos miembros es, ironía del destino, la nieta de Patton.

Casi desde el inicio, la Iglesia promovió la realización femenina. Sería difícil encontrar otra institución en el planeta que no sea la Iglesia católica, que haya permitido sencillamente a las mujeres pensar con su propia cabeza, ser lo que habían nacido para ser, y realizar grandes cosas.

La Iglesia ha promovido literalmente a miles de grandísimas mujeres, cuyos éxitos son injustamente ignorados hoy porque los realizaron llevando un hábito. Comparadlas a las mujeres “poderosas” de hoy, mujeres a menudo atrapadas en su vórtice amargo de expectativas no realizadas, o adiestradas para encontrar “microagresiones” en torno a ellas, y el contraste no podría ser más estridente.

¿Las mujeres modernas son de verdad más imaginativas, más conscientes a nivel social que esas mujeres católicas que básicamente inventaron los servicios sociales en la Iglesia, mucho antes de que los Gobiernos supieran qué hacer con los huérfanos y los hijos analfabetos de los pobres, o cómo curar a los enfermos? Es dudoso.

¿Las mujeres modernas son más libres que las mujeres religiosas que construyeron y sirvieron las iglesias? Por desgracia no, porque en nuestra sociedad secularista, la creatividad de las mujeres no sigue el curso de Dios, sino el que ya ha tenido éxito para los hombres. Su sentido del éxito se mide no por su servicio a los demás y al cielo, sino por estándares humanos falsos, y masculinos.

Piense lo que piense la Dowd del papa Francisco, vale la pena recordar que fue la Iglesia católica, antes que cualquier otro, en mirar a las mujeres que rodeaban al Ser más importante nunca aparecida en la tierra y a verlas como mujeres en plenitud, merecedoras de honor y respeto.

Sara, Rebeca, Esther y Rut tuvieron su propio papel y fueron honradas, con ese respeto –esa voluntad de mirar a las mujeres como algo más que simples notas a pie de página, como personas esenciales en la historia de la salvación– comenzado con María, la mujer llamada por la Iglesia la más grande de todos los santos y la más grande de la creación de Dios.

¿Poder en la Iglesia? Las mujeres siempre lo han tenido


Oración de la Madre Viuda por su familia. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica

agosto 2, 2021

El estado de viudez no es el ocaso fatalista y destructor de la persona, sino un estado de plenitud y satisfacción por lo realizado en la vida con ayuda del esposo y de Dios, sobre todo en la propia familia.

Oración de la madre-abuela Viuda. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica

Esta Oración de la madre-abuela Viuda completa la secuencia de cuatro oraciones que son las más usadas entre las madres afiliadas a la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

El orden en que han sido presentadas y publicadas en este blog, https://ismaelojeda.wordpress.com/, refleja el orden de importancia de las distintas etapas y experiencias que vive la mujer en el desarrollo de su vocación humana y cristina, personal y familiar, sobre todo.

La primera, Oración de la Madre por la fe de los hijos, es la oración primigenia y fundamental que despierta y afirma la vocación de la madre cristiana. La madre desarrolla una función fundamental en el matrimonio. Y la oración expresa el común denominador de las madres cristianas: preocupación por transmitir a los hijos la vida y la fe.

Por eso, es la más usada, la oración básica de todas las madres pertenecientes a la Asociación; la programática, diríamos. Vale para todas las madres sin excepción, ya sean solteras o casadas, separadas, viudas…

Pero para llegar a ser madre debe ser, antes y a la vez o simultáneamente, esposa. Primero madre, en cuanto a la pedagogía de la evangelización de la familia, comenzamos por la madre; pero no en cuanto al orden de prioridad o importancia.

Primero y principalmente, «esposa». La vida no se engendra, no se trasmite ni llega a plenitud sino dentro de una comunidad de amor. El individuo no puede generar ese tipo de vida plena, ni acompañarla integralmente.

De ahí la conveniencia de recurrir a la segunda, Oración de los Padres por la fe de los hijos, cuando los esposos y padres quieren orar juntos y consolidar así su mutua relación y su amor a los hijos.

La tercera oración, Oración de la madre gestante y de los padres que esperan prole, incide en el misterio de la generación y trasmisión de la vida y de la fe a la nueva criatura, regalo de Dios a los esposos que los convierte en padres. En la medida en que sean buenos esposos serán buenos padres.

Los hijos son fruto del amor matrimonial y tienen valor por sí mismos. No vienen a solucionar los problemas de los padres, no pueden ser «utilizados» por ellos.

Esta oración ayudará a los esposos y padres a vivir mejor una experiencia única en su vida personal y conyugal: la maternidad y paternidad, experiencia de plenitud humana. Ya no habrá más sorpresas fundamentales en su vida, sino amar y dejarse amar, querer a fondo perdido, incondicionalmente: sin reclamar nada ni al cónyuge ni a los hijos.

Hacer de la dicha y felicidad de estos su propio contento, hasta desaparecer de escena, quedándose con lo que uno mismo es o con lo que comparten en santa convivencia matrimonial, siempre en Dios.

Y para concluir, la cuarta oración, Oración de la madre-abuela Viuda. Fue solicitada por algunas madres «mónicas» que vivían su condición de viudez y querían saber más sobre los planes de Dios en esa situación. Porque no se resignaban a que su convivencia conyugal, forjada a lo largo de tantos años, cayera al vacío.

Teniendo en cuenta esta inquietud y atendiendo al hecho de que las esposas viven por lo general más que sus maridos y suelen sobrepasarlos en varios años… preparamos esta oración para las madres mónicas viudas que, de nuevo, publicamos hoy.

Adelantando el contenido, partimos de que nuestra fe nos asegura que a pesar de las «pérdidas» que sufren las viudas, las penurias, la soledad… Dios no las abandona jamás, y menos a ellas que, a veces pueden sentir que sólo él las atiende de verdad.

La Biblia suele presentar a Dios como el padre de los pobres y los huérfanos, y defensor de las viudas. Son las personas preferidas del amor, la ternura y la justicia de Dios.

Para concluir, afirmamos que Dios quiere que el estado de viudez, no sea el ocaso fatalista y destructor de la persona, sino más bien un estado de plenitud y satisfacción por lo realizado en la vida con ayuda del esposo y de Dios, sobre todo en la propia familia. Plenitud de vida por la serenidad, madurez de los años y la experiencia acumulada en los avatares de la existencia.

Plenitud de alegría y disfrute al confiar a sus hijos, nietos y aun biznietos, al cuidado de Dios. En fin, una vida en el Espíritu gozosa al sentir la misericordia y el perdón de Dios que todo lo cubre, abandonándose cada vez más en las manos del Padre.

Agradecemos al Papa Francisco la reciente disposición de celebrar, a partir de este año 2021, la Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores, el último domingo de julio, fecha próxima a la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, patrones de los Abuelos.

Las personas viudas representan un colectivo bastante numeroso que engrosa el número de las personas que serán objeto de esta nuestra iniciativa en la Iglesia universal.

Santa Mónica, viuda

            Santa Mónica enviudó a los 41 años. Un año antes su esposo Patricio había recibido el bautismo. El gozo de Mónica fue extraordinario, pues Dios le había concedido uno de sus anhelos, probablemente el mayor de su vida, desde que conoció y se enamoró de Patricio. Sin embargo, poco le duró a Mónica la dicha de compartir plenamente con su esposo la misma fe.

Santa Mónica queda sola, con tres hijos. El mayor, Agustín, con dieciocho años, está cursando estudios superiores en Cartago. Con ella quedan en Tagaste los dos menores, Perpetua y Navigio.

Cuando Agustín concluye la carrera, vuelve a Tagaste con su mujer y su hijo Adeodato. Su intención es ayudar a la familia y ejercer su profesión. En Cartago se había afiliado a la secta maniquea con bastante entusiasmo. Ahora quiere convencer a sus amigos y familiares para que dejen la fe católica y se hagan maniqueos. Santa Mónica lo recibe en casa.

Pero cuando descubre que peligra la fe católica de sus familiares por el proselitismo de Agustín, lo echa de la casa. Un amigo de la familia, Romaniano, acoge en su casa al joven Agustín y a los suyos. Sólo cuando Santa Mónica recibe una señal divina de la futura conversión de su hijo, lo recibirá de nuevo en la casa.

Santa Mónica reza por la conversión de su hijo con lágrimas abundantes hasta recibir otra señal del cielo por medio de un obispo que le aseguró: “No puede perderse el hijo de tantas lágrimas”. Agustín decide volver a Cartago.

Santa Mónica deja Tagaste y se va a Cartago porque quiere estar cerca de su hijo. Después se embarca y lo sigue hasta Roma y Milán, y no descansa hasta verlo convertido y bautizado en la fe católica.

Cuando se disponía a regresar al África con Agustín y toda la familia, la muerte le sorprende en el puerto de Ostia Tiberina, a los 56 años. Santa Mónica renuncia a descansar en la tumba que había reservado junto a su esposo en Tagaste. Piensa que es secundario estar enterrada en uno u otro lugar, y encarga a su hijo Agustín que rece a Dios por ella en la celebración de la eucaristía.

Por estos hechos y por otros muchísimos más detalles, santa Mónica es ejemplo para las madres cristianas viudas y modelo en las diversas circunstancias de la vida hasta que Dios las llame a reunirse con el esposo en la gloria eterna.

Oración de las Madre Viuda por su familia.  

Padre y Señor nuestro, somos madres cristianas viudas. Creemos que tú eres padre de los pobres, defensor de las viudas y protector de los huérfanos. De ahí que, con toda confianza, recurrimos a ti buscando consuelo y fortaleza, pues con frecuencia nos sentimos tristes y abandonadas. Creemos que tú eres el único que nos puede comprender plenamente.

Por ello te damos gracias, y en especial te agradecemos el esposo que nos diste. Queremos aceptar con resignación y alegría que ya descanse en ti. Tú sabrás tratarlo con misericordia. A tus manos lo confiamos. De ti lo recibimos, a ti lo devolvemos, y en ti esperamos encontrarlo para siempre.

Ahora reconocemos agradecidas que nuestros esposos fueron un don y sacramento de tu amor para nosotras y nuestros hijos. Te pedimos perdón porque no siempre supimos verlos y tratarlos según tus planes. Aunque nos falta ahora su presencia física, sentimos, sin embargo, cada día más que nos acompañan espiritualmente en todas nuestras preocupaciones.

Te bendecimos porque tú, Señor y Padre nuestro, todo lo dispones para nuestro bien. Deseamos cumplir tu voluntad, y queremos darte gracias siempre y por todo lo que permites que nos suceda.

Finalmente, te damos gracias porque en nuestro desvalimiento nos ofreces el ejemplo maravilloso de santa Mónica, que hizo felices a los suyos llevándolos a ti y alcanzando ella misma la plena felicidad en ti.

Al amparo de tan admirable intercesora, te presentamos nuestras necesidades repitiendo esta plegaria: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica ya viuda, saquemos fuerza de la debilidad y seamos padre y madre de nuestros hijos en todas sus necesidades, sobre todo espirituales. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que sintamos la compañía de nuestros esposos, que nos contemplan desde el cielo y ruegan por nosotras, y así podamos perseverar en nuestra vocación hasta el final. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que sepamos perdonar y olvidar las ingratitudes y ofensas causadas por nuestros maridos ya difuntos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o nietos el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que seamos respetuosas con nuestros hijos y nietos en sus asuntos personales y familiares, sin renunciar a nuestra colaboración a fin de que puedan construir verdaderos hogares cristianos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en nuestra condición de viudas, Dios sea nuestro consuelo y fortaleza, que nos permita experimentar la plenitud de vida: continuación e incluso superación de la dicha que gozamos con nuestros maridos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como viudas cristianas, cultivemos con más ahínco la vida espiritual y el compromiso en las tareas apostólicas de la parroquia y de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que busquemos, con verdadero celo apostólico, a las madres viudas como nosotras, que se sienten solas o deprimidas, y logremos acercarlas a Dios. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en el trato con otras madres viudas, nos interesemos por sus necesidades, las acompañemos con prudencia y solidaridad hasta despertar en ellas su vocación cristiana, y logremos integrarlas a la vida de la Iglesia ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Oración a la Virgen María Nuestra Señora de la Consolación

Virgen María, Madre de la Consolación, que te mostraste a santa Mónica ya viuda, y la consolaste dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín haciéndolo cristiano; sé también nuestro consuelo.

Danos el gozo de ver a nuestros hijos y nietos firmes en la fe cristiana que en ellos sembramos desde su más tierna infancia, y felices por la sincera práctica religiosa. Amén.

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

ismaelojeda.wordpress.comhttps://www.facebook.com/ismael.ojedalozanowww.agustinosrecoletos.com

Madrid, Parroquia Santa Mónica, agosto de 2021

P. Ismael Ojeda Lozano


No encontraba ropa «modesta» para la Confirmación de su hija, así que creó su propia marca

julio 21, 2021

Marisa Pereira


Marisa Pereira, diseñadora textil con veinte años de experiencia, ha lanzado un proyecto para ir a la moda a los eventos en la iglesia.


La reconvención del obispo de Solsona, Xavier Novell, a tres chicas durante su ceremonia de confirmación, por lo poco apropiado de su forma de vestir, ha puesto sobre el tapete una cuestión que es siempre objeto de polémica, pero que da origen también a soluciones prácticas.

Es el caso de Marisa Pereira, psicóloga, licenciada en diseño de moda y textiles y durante veinte años consultora de imagen personal y corporativa en el área urbana de Atlanta (Georgia, Estados Unidos). Marisa es, además, católica y madre de una hija de 14 años.

También para unas confirmaciones

Esta primavera le dio qué pensar que en su parroquia, para preparar su próxima ceremonia de confirmación, había ante el confesonario «una hilera de chicas de las cuales muchas iban ataviadas con mini-shorts, incluso remangados para ser más cortos todavía. Habrían pasado perfectamente como la parte inferior de un traje de baño. Me pregunté si sus padres o profesores se habían tomado la molestia de explicarles que esa forma de vestir no era apropiada para la ocasión: el sacramento de la confesión».

Ya en el otoño de 2010, según cuenta ella misma al explicar el origen de la marca que ha creado, se le había planteado este problema para encontrar ropa «adecuada para los grandes eventos en la iglesia». como la próxima confirmación de su hija. Lo que encontraba le parecía «o demasiado informal, o demasiado arriesgado, o de poca calidad de materiales».

Y reparó entonces, a la luz de sus ocupaciones profesionales, que tal vez su misión era «aprovechar mi experiencia y mis conocimientos para ofrecer a esas chicas opciones viables de vestir a la moda y a la vez con modestia». Hizo el plan de negocio, registró la marca (Michaela-Noel) …y el domingo de Pascua de 2011 su hija vistió el primer modelo diseñado y fabricado por la empresa familiar. Desde entonces, no han parado.

Derecho y deber de los padres

En su información corporativa, Marisa no oculta sus cartas, porque trabaja para un público específico. El desafío de ser diferentes es su lema. El objetivo de la compañía: «Ofrecer a las jóvenes opciones para ir a la moda y al mismo tiempo ser modestas». Y las situaciones para las que trabaja: citas de negocios que exigen particular elegancia, y sobre todo ropa conveniente para asistir a ceremonias como bautizos, bodas, primeras comuniones o confirmaciones.

Entre los diez puntos que el cliente puede esperar de la marca Michaela-Noel y la «Marisa-empresaria» destacan los colores que transmiten vida, alegría y juventud, y un corte de los trajes acorde con los principios que la «Marisa-madre», aun a riesgo de ser considerada una «sargentona» (así lo dice ella misma) o una «anticuada» considera que deben tenerse en cuenta: «Creo que es mi derecho y mi deber decidir cómo viste mi hija». Al argumento de «los demás lo hacen» responde: «No soy la madre de los demás».

Hace también una llamada a una responsabilidad que no es sólo individual, sino también social: «Si transigís con las decisiones inapropiadas de vuestros hijos, por favor daos cuenta de que contribuís inadvertidamente a crear un estándar».

Y cita el libro de los Proverbios (22,6): «Instruye al joven sobre su camino, y cuando envejezca no se apartará de él».

www.religionenlibertad.com


Oración de los Padres por la fe de los hijos. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

julio 18, 2021

La oración es la comunicación integral del hombre con Dios: involucra alma y cuerpo; afectos, sentimientos; memoria, entendimiento, voluntad, expresión corporal… Todo.

Oración de los Padres por la fe de los hijos. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

Aunque la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica expresamente responde a la inquietud de las madres cristianas, preocupadas por la trasmisión de la fe a los hijos, no relega, sin embargo, a los padres y esposos ni mucho menos pretende lastimar de alguna manera la integridad y la santidad del matrimonio.

Por eso, una vez conocida la Oración de las Madres, https://ismaelojeda.wordpress.com/2019/08/23/oracion-de-la-madre-por-la-fe-de-los-hijos-asociacion-madres-cristianas-sta-monica/, les ofrecemos a continuación el texto completo de la Oración de los Padres por la fe de los hijos.

No cabe duda que las madres y esposas que rezan por los hijos también lo hacen por sus esposos, y una de sus alegrías más profundas será ver y sentir junto a ellas a sus esposos dando gracias a Dios por su matrimonio y orando por sus hijos para que siempre estén consagrados a Dios tal como ellos mismos se lo inculcaron.

De este modo los esposos y padres expresan el ideal agustiniano que la misma madre Mónica inculcó a su esposo e hijos y trató de vivir siempre: Tener una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.

Ella tenía como meta llevar a su esposo e hijos a Dios. Sólo así alcanzaría la santidad y la vida plena como madre y esposa cristiana. Estaba convencida de que la práctica religiosa y el santo temor de Dios eran la mejor garantía de la armonía y la felicidad en el hogar.

De hecho, en algunos lugares, y concretamente en Argentina, han  surgido los «agustines», hombres que viven con alegría su vocación de esposos y padres cristianos, que se sienten felices acompañando a sus esposas y madres de sus hijos, a las que se les llama de cariño «madres mónicas».

Pues nada, si así les gusta que sean mónicas y agustines, para gloria de Dios, su propio contento y edificación de sus hijos. Y pasamos al texto de la oración.

Oración de los Padres por la fe de los hijos (pueden rezarla al unísono o alternando).

Padre y Señor nuestro, fuente de toda familia, somos esposos y padres cristianos. Como esposos, formamos una comunidad conyugal gracias al Espíritu de comunión derramado en nuestros corazones por el sacramento del matrimonio. En virtud de tu llamada, nos sentimos padres dadores de vida.

En esta oración compartida te rogamos, Dios nuestro, que la fe cristiana oriente toda nuestra vida, individual y familiar.

Con tu bendición hemos engendrado a nuestros hijos para la vida temporal. Pero nuestra vocación nos pide colaborar con tu gracia para formarlos también en orden a la vida eterna. Ya que de ti los hemos recibido como un don precioso, confiamos que nos concederás cuanto necesitemos para hacerlos hijos tuyos en el seno de la Iglesia.

Sólo así lograremos ser padres en plenitud, y nos sentiremos felices cumpliendo nuestra vocación de esposos y padres cristianos.

Para lograrlo, hemos escogido como patrona y modelo a santa Mónica. Ella alcanzó la felicidad entregándose a su esposo de todo corazón y formando en la fe a los hijos, en especial a su hijo Agustín. Como esposa y madre, Mónica perseveró en la súplica constante por la salvación de los suyos hasta convertirlos a ti plenamente.

Siguiendo su ejemplo, también nosotros te pedimos por nuestra familia, y repetimos en sincera comunión de fe y de sentimientos esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que miremos siempre a la Sagrada Familia de Nazaret como modelo de nuestro hogar, e imitemos sus virtudes domésticas. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que durante toda nuestra vida sepamos colaborar contigo en la generación y educación de nuestros hijos con responsabilidad y amor. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que seamos dóciles a la acción del Espíritu Santo derramado sobre nuestros hijos en el bautismo, y los hagamos crecer sanos en cuerpo y alma como auténticos hijos de Dios. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que nuestros hijos vivan felices en el seno de un hogar lleno de fe y de ternura que tratamos de construir día a día. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que ambos colaboremos activamente en la preparación de la primera comunión de nuestros hijos, y los guiemos hacia la confirmación de su fe personal y adulta. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que logremos que nuestros hijos aprecien los sacramentos de la penitencia y eucaristía, y junto con nosotros vivan la fe, sobre todo los domingos y días festivos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos; y si hubiera que reprenderlos, lo hagamos con serenidad, autoridad y amor. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una vocación religiosa o sacerdotal, sepamos colaborar contigo para agradecerla y consolidarla. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que si alguno de nuestros hijos vacila en la fe o se desvía de ella, nosotros sepamos ayudarlo mediante consejos y oraciones, hasta que retorne a la fe. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que acompañemos a nuestros hijos y nietos en la compleja y apasionante vocación de formar verdaderos hogares cristianos y de perseverar en su noble misión. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, al tratar a otros padres, avivemos en ellos su preocupación por el porvenir y bienestar integral de sus hijos, y logremos acercarlos a la vida de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Oración a la Virgen María Nuestra Señora de la Consolación

Virgen María, dulce Madre de La Consolación, que consolaste a santa Mónica, dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo trasformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín abriéndolo a la fe cristiana; sé también nuestro consuelo.

Danos el gozo de ver a nuestros hijos avanzar con paso firme por el camino de esta vida, iluminados por la fe cristiana y católica. Así, confiados en tu protección, esperamos alcanzar nuestro ideal de esposos y de padres cristianos, y tener a los hijos junto a nosotros en la gloria, para siempre. Amén. 

Oración a san Agustín

Bienaventurado padre san Agustín, tú llegaste a la fe por la oración de tu bendita madre santa Mónica. Tú pensabas, y así lo enseñabas, que una esposa y madre cristiana sólo culmina su misión cuando logra poner a su familia en las manos de Dios y en el seno de la Iglesia.

Te pedimos atiendas nuestras súplicas por nuestros hijos y nietos, para que les ayudemos a vivir en la verdad. Y, si llegan a desviarse de nuestra fe, los hagamos volver al buen camino.

Glorioso san Agustín, que una vez convertido te consagraste al servicio divino como monje, y al servicio de la Iglesia como sacerdote y obispo; alcánzanos de nuestro Padre Dios que, si alguno de nuestros hijos o hijas sintiera la vocación sacerdotal o religiosa, nosotros le ayudemos en su respuesta generosa y en su fidelidad a la llamada. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

ismaelojeda.wordpress.com; https://www.facebook.com/ismael.ojedalozano; www.agustinosrecoletos.com

P. Ismael Ojeda Lozano

Madrid, Parroquia Santa Mónica, julio de 2021


La Renovación Carismática Católica, clave en la nueva evangelización de las familias

julio 12, 2021

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Entrevista con Salvatore Martinez, responsable de este movimiento eclesial en Italia

Rocío Lancho García

ROMA, Monday 4 February 2013 (Zenit.org).

La Renovación Carismática Católica (RCC) en Italia celebró recientemente en Sacrofano, Roma, la VII Asamblea Nacional. El encuentro lleva por lema «Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares» (MC 16, 20), que recoge la invitación de Benedicto XVI a la RCC en ocasión de la Audiencia especial del año pasado en la Plaza de San Pedro: «Afrontar sin temor, guiados por el Espíritu Santo, las exigentes tareas de la nueva evangelización»

ZENIT ha entrevistado a Salvatore Martinez, responsable nacional de este movimiento en Italia, para compartir sus impresiones sobre la Asamblea Nacional y sobre los proyectos de la Renovación Carismática en este país.

¿Se ha celebrado recientemente la VII Asamblea Nacional bajo el tema «Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares»  ¿cómo ha ido el encuentro?

–Salvatore Martinez: La Asamblea Nacional es un encuentro dedicado a los coordinadores diocesanos, a los coordinadores regionales y a los miembros del Comité Nacional de Servicio. Es un encuentro anual, estatutario, de particular importancia en la vida del Movimiento. La Asamblea es una gran ocasión de discernimiento sobre el camino en curso, de verificación pastoral, de profundización de la Orientación para el año 2013, de actualización en lo relacionado con los Proyectos marcados por el Movimiento.

Este año la Asamblea se ha abierto también a los «ancianos de la RCC» y a los delegados nacionales de las Oficinas y de los Ministerios en un espíritu «sinodal» de compartir, y de responsabilidad sobre los proyectos futuros de la RCC. El tema del encuentro «Id y predicad por todo el mundo» (Mc 16, 20) recoge la invitación de Benedicto XVI a la RCC, en ocasión de la audiencia especial del pasado 26 de mayo en la plaza San Pedro: «Afrontar sin temor, guiados por el Espíritu Santo, las exigentes tareas de la nueva evangelización».

Además, han contado con la participación de monseñor Enrico Dal Covolo y monseñor Giuseppe Marciante

–Salvatore Martinez: Monseñor Enrico dal Covolo, obispo, teólogo y patrólogo, desde 2010 rector magnífico de la Universidad Pontificia Lateranense -presente en medio de nosotros el primer día de la Asamblea, 25 de febrero, con corazón de pastor, en la cordialidad y en la simpatía que le caracterizan-, dirigió la Lectio divina sobre el tema: “Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1 Ts 2, 4).

Después de recorrer los momentos de la conversión de san Pablo, su paso de perseguidor a Apóstol, en la meditatio subrayó algunas palabras significativas: el Evangelio es una Persona, Jesús mismo. Como para Pablo, este Evangelio es para nosotros, para nuestra salvación, a partir del encuentro decisivo con Jesús vivo, resucitado entre los muertos. Una experiencia que se hace vida, camino, encarnación, deseo inagotable de participar de la vida de Jesús, es decir de la vida divina en vista de la vida eterna.

Después de presidir la Celebración Eucarística, monseñor Dal Covolo, llevando en el corazón la atención del Santo Padre Benedicto XVI hacia la Renovación Carismática Católica, se hizo intérprete impartiendo a la Asamblea la Bendición final de la Santa Misa en nombre del Pontífice.

Monseñor Giuseppe Marciante, obispo auxiliar de Roma por el sector Este, se unió a nuestra asamblea para celebrar la Santa Misa del 26 de febrero. Escuchamos en su homilía que «la certeza de la presencia de Cristo es la alegría auténtica que acompaña la vida de los cristianos. De esta alegría la Renovación tiene que hacerse también portavoz, porque, como el obispo subrayó, «hay necesidad en el mundo de centinelas que traigan buenas noticias.

Es, de hecho, para cada uno de nosotros, la invitación del profeta: Alza la voz, no temas, anuncia a la ciudad de Judá» (cf Is 40, 9). Hemos sido invitados a ser en la Iglesia los centinelas de la Nueva Evangelización».

¿Cómo es el compromiso de la RCC con la ‘Nueva Evangelización’?

–Salvatore Martinez: Precisamente durante la Asamblea se presentó e interiorizó el «Plan Nacional para la Nueva Evangelización», respuesta puntual del papa al reciente Sínodo dedicado a la Nueva Evangelización, una extraordinaria experiencia de renovación de la fe que tuve la gracia de vivir como auditor nombrado por Benedicto XVI. El tema de la fe hoy se ha convertido en trascendental.

Benedicto XVI lo ha destacado con determinación afirmando que «la verdadera crisis de la Iglesia es una crisis de fe». El riesgo de pérdida de sabor de la fe es hoy muy fuerte y no solo en Occidente, como efecto de muchas tendencias contrarias al cristianismo y desacralizantes presentes en la sociedad. La evangelización debe ser repensada de forma adecuada al hombre nuevo, renovado por el Espíritu. Para hacerlo no basta la espontaneidad, la buena voluntad, la generosidad de tanta gente que se siente interpelada por la llamada a evangelizar.

Se trata de reanunciar con convicción el Evangelio, proponer la experiencia de Jesús con nuevo fervor a través de los medios sacramentales y carismáticos de los que dispone la Iglesia, positivos y negativos.

Mirando a la globalización, a la crisis económica, al egoísmo generacional, a la debilidad de la vida humana, a la crisis de la familia, a la desconfianza en la Iglesia y en las instituciones, nos hemos preocupado por indicar en nuestro Plan respuestas coordinadas -centradas e inspiradas en la enseñanza del Concilio Vaticano II- a la Tradición de los Padres de la Iglesia, a la difusión del Catecismo de la Iglesia Católica y de la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Qué quiere decir concretamente?

–Salvatore Martinez: En el plano de la experiencia y metodológico se trata de reeducar en el compartir del Evangelio, la lectura espiritual de la Palabra de Dios, el ejercicio comunitario de los carismas, para favorecer un nuevo lanzamiento de testimonios fuera del contexto comunitario.

Queremos reeducar a los creyentes en moverse en torno al binomio «Kerigma y carisma» para que la fe no esté ya «entre líneas» sino explícita en la vida social, en la vida eclesial, en la promoción de una nueva subjetividad eclesial y social de la familia, en la formación de catequistas y animadores, especialmente de los jóvenes confirmados y en noviazgo, en la defensa de cuantos sufren y esperan caminos de redención humana, moral y espiritual.

Y en relación al Año de la Fe, ¿cómo está trabajando la RCC en Italia?

–Salvatore Martinez: Entre las iniciativas  señalar, a manos de la RCC y patrocinadas por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, está el proyecto 10 plazas para 10 mandamientos. Realizado por primera vez en Italia en el mes de septiembre de 2012, continuará a lo largo del Año de la Fe, específicamente entre los meses de junio a septiembre de 2013.

En ocho ciudades italianas se promoverá una relectura de las Tablas de la Ley a través del arte, la creatividad, la música, la danza, la literatura, los nuevos lenguajes audiovisuales y la presencia de testimonios más o menos significativos, que explicarán el mandamiento asignado a cada una de las ciudades correspondientes. Queremos suscitar una representación del Decálogo en la enseñanza de una laicidad positiva y propositiva, para dar a nuestras ciudades un Dios involucrado en las situaciones humanas, y a los mismo hombres, nuestros contemporáneos, la medida verdadera y justa de lo humano a partir de la ley del amor.

Una gran ocasión para llevar a Dios entre la gente, para hacer pública nuestra fe, para permitir a tantos «personajes» de nuestro tiempo profesar su fe sin vergüenza. Un proyecto que definiría como «profético», al que también el Santo Padre ha querido dar su contribución grabando un videomensaje ad hoc que se transmite en cada plaza, con el cardenal y el alcalde de la ciudad, y que hace de fondo a la lectura del mandamiento particular confiado a cada ciudad.

¿Qué puede contar sobre el Centro Internacional Familia de Nazaret?

–Salvatore Martinez: El Centro Internacional Familia de Nazaret es un proyecto que nace de un «sueño» del beato Juan Pablo II en 1997, manifestado durante el II Encuentro Mundial de las Familias en Río de Janeiro: dar a todas las familias del mundo una morada, una Casa del Papa en la ciudad de la Sagrada Familia, en Nazaret, donde todo inició. Un sueño alimentado por el cardenal Alfonso López Trujillo, difunto presidente del Pontificio Consejo para la Familia y de su sucesor, el cardenal Ennio Antonelli, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Familia.

Fue después el santo padre Benedicto XVI quien dio de nuevo impulso a la noticia de la creación de un Centro Internacional para las Familias, durante su Viaje Pastoral a Tierra Santa en 2009. La Obra, confiada a la gestión y a la animación de la RCC, ahora entra más profundamente en su fase operativa, después de que esta iniciativa especial se diera como noticia a todo el mundo, durante el VII Encuentro Mundial de las Familias en Milán, el pasado junio, cuando se presentó como «obra signo» de este acontecimiento eclesial.

La última etapa en la historia del Centro se refiere a la institución de la fundación vaticana «Centro Internacional Familia de Nazaret», creada por el Santo Padre y confiada a la Asociación Renovación Carismática en colaboración con el Pontificio Consejo para la Familia, «para poner en práctica el Magisterio de la Iglesia católica relativo a la familia» (del Acto constitutivo del Estatuto de la Fundación Vaticana «Centro Internacional Familia de Nazaret»). La recién nacida fundación, presidida por mí, se ha asentado, en ocasión del primer consejo de administración, el viernes 18 de enero 2013. Forman parte, además, dos miembros de la RCC, monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia y monseñor Simón Vázquez, subsecretario de este dicasterio.

La fundación tiene sede en el Estado de la Ciudad del Vaticano y está dotada de personalidad jurídica canónica pública y civil vaticana. La sede operativa está en los locales del Pontificio Consejo para la Familia, elección que refuerza la colaboración entre estas dos realidades llamadas a dar vida, juntas, a este gran proyecto. La Fundación se encargará de «difundir el Magisterio de la Familia, promoviendo la formación espiritual y la evangelización de las familias y sostener la pastoral familiar en todo el mundo», también a través de la construcción de nuevos centros o la gestión de centros ya existentes, «con prioridad en Tierra Santa» (del Estatuto de la Fundación Vaticana «Centro Internacional Familia de Nazaret»).

Por lo tanto, hacia Nazaret se desplegarán con prioridad todas las fuerzas y el trabajo de la Fundación, para que pueda ser edificado el Centro Internacional para la Familia sobre la parte superior de la colina que domina la ciudad y la Basílica de la Anunciación.


Oración de la Madre por la fe de los hijos. Asociación Madres Cristianas Sta. Mónica

julio 11, 2021

María enseña a su hijo Jesús a rezar.

Oración de la Madre por la fe de los hijos. Asociación Madres Cristianas Santa Mónica.

Una vez conocidos los orígenes, espiritualidad y desarrollo de la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica, https://wordpress.com/post/ismaelojeda.wordpress.com/49482, me parece conveniente publicar la oración que rezan las madres por la fe de los hijos.

Es la oración que hace la madre de manera personal. Los estatutos de la Asociación no excluyen a los esposos, pero se prefiere comenzar por la esposa y madre, siguiendo el ejemplo de santa Mónica. Si el esposo quiere acompañar a su mujer en la plegaria, lo puede hacer libremente. En ese caso, disponemos de una oración específica para esa situación.

Esta oración de las madres por la fe de los hijos es una oración ya fija, institucional podríamos decir, y normativa, que rezan las madres afiliadas a la Asociación en cualquier parte donde se encuentren, de manera individual casi siempre, como integrantes de un coro de oración, o también de forma comunitaria, especialmente en la misa mensual de los 27 de mes celebrada en honor de Santa Mónica.

El coro de oración está formado por siete madres. Ellas rezan diariamente esa oración de manera particular, con toda libertad. No es obligatoria. Pero ¿qué madre no reza por sus hijos? Pero cada día de la semana, una mamá se hace responsable de que se rece esa oración de una manera especial, a ser posible ante el Santísimo Sacramento Expuesto, y lo hace en nombre de todas las madres del coro por los hijos de todas las integrantes del coro y sus necesidades.

De esta manera la oración de la madre por la fe de los hijos se hace en cadena, de manera ininterrumpida, es personal y comunitaria a la vez porque las siete madres forman un coro de oración; oración de súplica y de intercesión ante Dios a través de santa Mónica, y también de solidaridad humana y cristiana entre las madres de fe, fieles a su vocación. Eventualmente, oración de acción de gracias por los favores recibidos en bien de los hijos y de las familias.

Se recalca que se trata de una oración por la fe de los hijos: Específicamente para asegurar la transmisión de la fe a las nuevas generaciones; para que los hijos, en medio del mundo y de la sociedad, no pierdan la fe que los padres, y particularmente las madres, sembraron en ellos desde que los concibieron para la vida, y también para la fe, para Dios.

Por supuesto que las madres siempre pedirán salud para sus hijos, éxito en la vida, armonía familiar… pero nada sin la fe y la práctica cristiana; y con eso, todo lo demás. Son madres cristianas que valoran su misión en la Iglesia, en la familia y en la sociedad, y están felices con su vocación. Su meta es ser fieles a Dios para poder así amar de verdad a sus esposos y a sus hijos y ser para ellos una bendición.

Letra y texto de la «Oración de las Madres Cristianas por la fe de los hijos»

Padre y Señor nuestro, fuente de toda vida, somos madres cristianas. Con tu bendición y la cooperación de nuestros maridos, hemos concebido para esta vida temporal a nuestros hijos. Pero nuestra misión no termina con el nacimiento de los hijos: queremos también concebirlos para la vida eterna.

A fin de lograrlo, insistimos con igual devoción y constancia que santa Mónica en estas peticiones, repitiendo esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más cristiana cada día. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros esposos en sembrar y consolidar la fe de los hijos. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que estemos pendientes de la evolución del carácter de nuestros hijos, y atentas a los diversos ambientes en que se desenvuelve su vida. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que de tal modo comuniquemos la fe a nuestros hijos, que ellos se preocupen de vivirla y trasmitirla a los demás. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que trasmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la diócesis y a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar con ellas. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, si algún hijo nuestro se desvía del buen camino, los padres sepamos rodearlo de amor, oraciones y consejos, hasta conseguir su retorno a la fe y a la práctica religiosa. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Para que, en el trato con otras madres, nos interesemos por sus necesidades, despertemos en ellas su vocación cristiana y logremos integrarlas a la vida de la parroquia y de la Iglesia. ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

Oración a la Virgen María Nuestra Señora de la Consolación

Virgen María, Madre de la Consolación, que consolaste a santa Mónica dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo trasformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín abriéndolo a la fe cristiana; sé también nuestro consuelo.

Danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes y felices en la práctica de la fe que en sus almas sembramos desde los comienzos de su existencia.

Y si alguno se ha desviado, danos, Madre nuestra, la alegría de verlo retornar a la fe; y así poder gozarnos en la realización plena de nuestra vocación como madres cristianas. Amén.

Oración conclusiva

Señor Dios nuestro, fuente de toda familia, concédenos que, imitando a santa Mónica, vivamos nuestra fe con dedicación y alegría en el seno de nuestros hogares.

Y que, como ella, sepamos acompañar y promover la vida cristiana de nuestros hijos, de tal modo que algún día tengamos el gozo inmenso de verlos junto a nosotras en tu gloria, por toda la eternidad. Así sea.

(Con licencias eclesiásticas. Madrid, enero de 2010).

¿Puedes hacer algo más por la fe de tus hijos?  

Sí, algo muy importante: lograr que tu marido comparta contigo la preocupación por la fe de los hijos. Procura que, diariamente o al menos en fechas señaladas, rece contigo por esta intención. Son muchas las madres que ya lo han conseguido. Así fortalecerás el amor conyugal y alcanzarás más fácilmente el bien integral de la familia.

Aún puedes hacer algo más: en tu familia y entorno social, entre tus amistades, tratas a muchas madres a las que fácilmente podrías atraer a nuestra comunidad, despertando en ellas un renovado amor a los hijos y un aprecio mayor de la maravillosa vocación de esposas y madres cristianas.

Si deseas organizar nuevos coros de oración, comunícanos tus inquietudes. Será un gusto atender tus deseos. Dios te bendiga en todas tus necesidades y proyectos.

Asociación Madres Cristianas Santa Mónica. Agustinos Recoletos. Provincia Santo Tomás de Villanueva

Madrid, Parroquia Santa Mónica, 27 agosto de 2020

https://wordpress.com/post/ismaelojeda.wordpress.com/49482


Asociación «Madres Cristianas Santa Mónica». ¿Qué es?

julio 2, 2021

Éxtasis de San Agustín y Santa Mónica en Ostia Tiberina

Asociación «Madres Cristianas Santa Mónica». ¿Qué es?

1. ¿Qué es la Asociación o Comunidad de Madres Cristianas Santa Mónica?

Es una Asociación reconocida por la autoridad eclesiástica, una organización de madres cristianas cuya finalidad es netamente religiosa y está puesta bajo el cuidado, la guía y la espiritualidad de la Orden de Agustinos Recoletos.

2. ¿Cuál es su finalidad? Tiene doble finalidad

Primero: Unir a los miembros mediante el nexo específico de la práctica de la fe cristiana católica. Para ello trata de proporcionar a sus afiliadas una formación continua y progresiva como madres de fe.

Segundo: Orar para mantener viva la fe católica de los hijos propios y ajenos; y así lograr que los hijos, firmes en la fe y en su práctica eclesial, sepan transmitirla a todos los ambientes sobre los que puedan influir.

3. ¿Dónde se inspira?

Se inspira en la Espiritualidad de la Familia Agustiniana, que consiste en Vivir el Evangelio según el estilo de San Agustín. Al hablar de San Agustín, hay que referirse necesariamente de Santa Mónica, pues sin la “Madre” Santa Mónica, no tendríamos al hijo “Agustín”.

Por tanto, ambos pertenecen a una misma familia entretejida con lazos de sangre y de fe, desde el principio hasta el fin. Sería una injusticia separarlos y les privaría de una riqueza y testimonio cristiano único que les caracteriza. Su santidad se construyó en familia y su herencia carismática involucra a la familia cristiana en toda su belleza y esplendor de acuerdo con el designio divino.

Santa Mónica constituye el camino más directo por el que Agustín llega a conocer a Cristo y a vivir el Evangelio. El mismo San Agustín la presenta ante todas las madres como la madre de la bondad y del heroísmo cristiano. Igualmente, la familia agustiniana, a lo largo de la historia, la ha propuesto como modelo para todas las esposas y madres cristianas.

4. ¿Quién inició esta devoción y organizó la Asociación de las Madres Cristianas Santa Mónica?

La inició el Padre Lorenzo Infante (1905–1997), religioso agustino recoleto de la provincia de San Nicolás y residente en Madrid. El P. Lorenzo, movido por su propia experiencia pastoral, quiso recoger y potenciar esa espiritualidad tradicional en la familia agustiniana para que redundara en bien de las madres y esposas que desean ser fieles a su vocación formando familias auténticamente cristianas.

El Padre Lorenzo, a partir del año 1976, se dedicó al apostolado en la Parroquia de Santa Rita de Madrid; durante ese tiempo fue gestándose lo que hoy se conoce como Asociación de Madres Cristianas Santa Mónica.

Los primeros Coros se organizaron entre las hermanas terciarias en 1982, y cuatro años más tarde, autorizado por el Padre Provincial, solicitó al arzobispo de Madrid, Cardenal Ángel Suquía, la aprobación de los estatutos de la Comunidad de Madres Cristianas Santa Mónica. Así mismo, solicitó que la erigiese canónicamente como Asociación Pública de fieles. Su respuesta no se hizo esperar, y finalmente el 6 de noviembre de 1987 salió el decreto de erección.

5. ¿Dónde comenzó a funcionar esta Asociación?

El P. Lorenzo organizó los coros y llevaba un archivo en la Parroquia de Santa Rita. Más tarde la oficina central funcionó en la curia de la Provincia de San Nicolás en Madrid, por muchos años, casi hasta la actualidad. Al principio comenzó en la provincia de San Nicolás y después se extendió prácticamente a todas las provincias de la Orden Agustinos Recoletos.

La Asociación se ha extendido rápidamente a muchas comunidades parroquiales o educativas dirigidas por los Agustinos Recoletos no sólo en España sino también en el extranjero: Hungría, Estados Unidos, México, Costa Rica, Panamá, Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, Perú, Colombia y Venezuela.

Los superiores de la Orden han dejado a la iniciativa y libertad de los religiosos la fundación y organización de la Asociación en los diversos ministerios. De ahí que exista gran diversidad en el funcionamiento de la Asociación.

6. ¿Por qué se origina esta devoción?

Actualmente vivimos en la era del consumismo, y los hogares se encuentran fuertemente amenazados por la increencia, el materialismo práctico y el laicismo. La fe de los hijos es constantemente bombardeada por la anticultura de la muerte. Y de manera frontal amenazada por las corrientes modernas destructoras de la familia y combativas de la fe cristiana, porque ellas propagan el individualismo y el ateísmo práctico de una manera despiadada y descarada.

De ahí que muchos adolescentes y jóvenes van perdiendo poco a poco la fe y la práctica religiosa conforme van avanzando en los estudios o en su inserción laboral o social. Y los padres cristianos, sobre todo las madres, no están dispuestos a que la semilla de la fe que ellos han sembrado se malogre o no dé fruto.

Es por ello que toda la Iglesia, pero sobre todo las esposas y madres deben ser las promotoras de la renovación espiritual de las familias garantizando la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, a sus hijos y nietos. Los papas, sobre todo, el Papa Francisco han señalado a las madres y abuelas como a las primeras catequistas de sus hijos y nietos. Ver a los hijos y nietos que se van apartando de Dios conforme pasa el tiempo provoca en las madres y abuelas un gran dolor. Y pensar que se pueden perder para siempre es algo insufrible. He escuchado de alguna madre y abuela esta expresión: «No entiendo cómo podré vivir en el cielo si algún hijo me faltara en aquella vida eterna».

7. ¿Quiénes pueden ingresar?

  1. Las Madres biológicas, viudas y abuelas, que tengan hijos o que hayan adoptado hijos.
  2. Las Madrinas, quienes hacen las veces de madre.
  3. Las Madres solteras que tienen probidad moral y desean formarse en la fe cristiana y católica.
  4. Las Madres convivientes, las divorciadas o separadas vueltas a casar o no, pues éstas son con frecuencia las que más sufren por su situación y las más necesitadas de la oración; y que deseen ser evangelizadas, o muestren cierto interés. (Estos casos deben ser tratados con mucha prudencia y caridad. Antes de ingresar a la Comunidad, se recomienda que tengan una entrevista personal con el asesor espiritual para asegurar un verdadero cambio de vida personal y familiar, según las circunstancias).

Junto a todo esto, se pide que las madres quieran vivir de manera comprometida su fe católica. Deben tener un deseo sincero de conversión permanente, de crecimiento en la fe y de sincero compromiso cristiano, sobre todo, en la vida familiar. Es decir que deseen repensar su vocación original en la familia como esposas y madres, y su misión en la Iglesia de acuerdo con el proyecto de Dios.

8. ¿Se exige algún compromiso?

Se exigen estos compromisos:

  • Que recen diariamente por la fe de los hijos propios y ajenos, valiéndose de las oraciones debidamente aprobadas.
  • Que recen de una manera especial, a ser posible ante el Santísimo Sacramento, la oración por la fe de los hijos el día de la semana que cada madre haya elegido a la hora de constituir el coro de oración.
  • Que recen y actúen como esposas y madres cristianas sobre todo el día de la semana que le ha sido asignado a cada una en su coro de oración.
  • Que deseen profundizar su fe, formarse más en la comprensión de la misma y ponerla en práctica en su vida privada, personal y familiar sobre todo.
  • Que conozcan cada día mejor la vida de Santa Mónica y sigan los ejemplos de vida cristiana y familiar que nos dejó a todos, pero en particular a ellas, como madres y esposas.
  • Que cada afiliada, según sus posibilidades, participe en la misa de los 27 de cada mes en honor de Santa Mónica, y en las reuniones o actividades que se programen en su coro, comunidad, o parroquia.

9. ¿Quiénes son las primeras promotoras de este apostolado?

En primer lugar las madres de familia pertenecientes a la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta, como partícipes del carisma agustiniano y promotoras del mismo en la Iglesia. Cada una de las afiliadas y sobre todo las responsables de los coros deben divulgar esta devoción a otras madres, promoviendo con gran celo y entusiasmo esta labor de Evangelización de las madres de familia y esposas.

10. ¿Cómo se constituye y se organiza esta Asociación?

La organización concreta de esta Comunidad de Madres Cristianas se realiza a base de Coros de Oración; cada coro está compuesto por siete madres de familia, de manera que cada una elegirá un día de la semana, el que le parezca mejor, a fin de realizar entre las siete madres una oración ininterrumpida por los hijos propios y ajenos, una oración comunitaria que las une entre sí y en una misión importante en la Iglesia actual.

Se recomienda que en el día elegido de la semana, la interesada se desplace al templo para visitar al Santísimo y rezar ante el Señor Sacramentado la oración por los hijos que todos los días reza en su casa o en otro lugar. Ese día, ella es la responsable de que la cadena de oración no se interrumpa, sino que se intensifique. Si encuentra inconvenientes para visitar al Santísimo, puede hacerla donde le sea posible.

Aunque las integrantes de los coros no tienen obligación de reunirse con frecuencia, es conveniente que se conozcan entre ellas e incluso que vivan cerca unas de otras. De las siete madres que componen el coro, una de ellas se constituye responsable o animadora del grupo y libremente asume esa misión. Se le suele llamar enlace o responsable. Se recomienda el uso de algún medio de comunicación entre ellas que sea fácil, rápido e integrador. Estamos usando la aplicación WhatsApp en algunas partes.

(En algún lugar se ha ensayado esta organización: De la agrupación de siete coros surge una Comunidad de coros, que es dirigida por una de las siete responsables de coro, y a quien se le denomina “Coordinadora de Comunidad”).

11. ¿Y sobre los esposos y padres y otras situaciones familiares?

Lo ideal es que los esposos y padres recen junto a la esposa por su mutua relación y por la fe de sus hijos. Pues si los padres practican la fe pueden apoyarse mutuamente como esposos reconciliados, y los hijos recibirán un mayor ejemplo y estímulo que les arrastrará irresistiblemente hacia Dios y les facilitará la práctica religiosa. Existe un formulario de oración específico para cuando rezan los padres juntos. Además, según las demandas elaboramos en su momento la oración de la madre gestante o de los padres que esperan familia, y también la oración de la madre o abuela viuda.

En Argentina han surgido los «agustines»: Son los esposos de las «madres mónicas» que se sienten vinculados con la espiritualidad de la Asociación, y participan junto con sus esposas de las actividades religiosas o pastorales.

Para concluir:

Dios nos ha elegido como esposas y madres y nos ha encomendado a los esposos e hijos a fin de que seamos para ellos la plasmación más palpable, más cercana y directa del infinito amor de Dios hacia ellos.

¿Quién mejor que nosotras puede comprenderlos y amarlos, y por tanto rezar por ellos ante Dios día y noche, y hacerlo, no como algo añadido o pesado sino como algo espontáneo y esencial a nuestra condición de esposas y de madres cristianas?

¿Y a quién escuchará Dios con más agrado que a nosotras, puesto que nos los ha encomendado con la esperanza de que los cuidemos en su nombre y los llevemos siempre a él? Esa es la meta: No sólo darles la vida y una profesión, sino también la fe, el conocimiento y el amor a Dios, que nos ha creado y nos quiere llevar al cielo para gozar con él de su gloria para siempre.

Estamos llamadas a convertirnos en sacramento de Dios en nuestro propio hogar. Pues él quiere que seamos la encarnación palpable de la ternura de Dios para nuestros esposos e hijos. Él quiere salvarlos a través de nosotras, nos necesita. Y nosotras alcanzaremos la plenitud humana y espiritual en nuestra relación con ellas y nuestra entrega generosa e incondicional a ellos. No como esclavas de ellos, sino madres de fe libres como hijas de Dios.

La inspiración de la Asociación responde a las prioridades pastorales que afectan a la santa «Madre» Iglesia en nuestros días: Opción por la mujer, por la vida, por la familia, por la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Esta mística, en sí, arranca del ejemplo de Santa Mónica, modelo de esposas y de madres cristianas: todo ello constituye una espiritualidad o patrimonio espiritual que la familia agustiniana ha heredado, propuesto e imitado; ha conservado celosamente y ha cultivado; y lo sigue cultivando y recreando para edificación de la Iglesia de todos los tiempos y culturas.

Nuestra declaración de principio evangelizador

“Mientras me relacione con una sola madre todavía no asociada, me queda una madre que ganar para que sienta su vocación de esposa y de madre cristiana, como ya lo estoy sintiendo yo por la gracia de Dios, y que comience hoy mismo, si es posible, una vida nueva personal y familiar”

Proceso de elaboración de este artículo:

  • Primera redacción: Luisa de Reverón. Palmira, Táchira, Venezuela. V° B° P. Ismael Ojeda, Caracas, 29 Enero, 2003
  • Revisado en Lima, Miraflores, Lima en agosto de 2017. Ismael Ojeda Lozano, oar. Párroco Sta. Rita de Casia. Miraflores – Lima
  • Revisado en Bs. Aires, Argentina, febrero de 2019. n Ismael Ojeda Lozano, oar. Párroco de San José. Villa Maipú. San Martín. Bs. Aires. Argentina.
  • Revisado en Madrid, agosto de 2019. Dirección del Blog del P. Ismael: https://ismaelojeda.wordpress.com.
  • Ver en el Blog la página “Madres Mónicas”: https://ismaelojeda.wordpress.com/las-madres-monicas/

Nota: Esta entrada es un resumen del folleto «Manual de la Asociación Madres Cristianas Santa Mónica: orígenes, espiritualidad y desarrollo»

Madrid, julio de 2021. Parroquia de Santa Mónica. Agustinos Recoletos.