Libros dictados por Dios. Sor Alicia Correa, mar

julio 30, 2022

¿Y si escribía un libro con mis reflexiones? “Le dije al Señor: Si esto quieres que sea obra tuya, ábreme el camino. Y me lo abrió”.

La agustina recoleta contemplativa Alicia Correa sintió la necesidad de compartir fuera del convento todo lo que sentía en su oración con Dios. Ya ha escrito cuatro libros.

Por Carlos Santana

Dios habla. En cada circunstancia, en cada momento; a través de otras personas, en los hechos eventuales y en los cotidianos. Especialmente habla en la oración, en el encuentro personal con Él.

Para escuchar sus palabras no hace falta decodificador ni grabadora, sino un corazón limpio y abierto a la escucha. Es una empresa complicada en una sociedad ruidosa e impersonal, pero cuando se consigue, Dios habla y golpea en lo más hondo, pues son palabras de renovación y vida.

En la vida contemplativa, constantemente y de forma continuada se habla con Dios y se le escucha. Los conventos de agustinas recoletas contemplativas dedican a orar al menos cinco horas al día. Alicia Correa decidió agarrar un bolígrafo y anotar en un papel todo lo que sentía durante sus momentos de oración.

“Empecé a escribir anotaciones de lo que vivía con el Señor”. Dios le hablaba y ella redactaba. Así fue completando páginas cargadas de notas dictadas por el verdadero protagonista de esta historia, pues esta monja agustina recoleta no se considera más que una actriz secundaria.

“Como el carisma agustino recoleto es así de genial y San Agustín nos dijo que debemos compartirlo todo, lo material y lo espiritual, empecé a compartir mis notas con mis hermanas de comunidad”, recuerda.

Y no se quedó en su convento. También enviaba el fruto de sus meditaciones al boletín interno y así fue llegando a otros conventos. Monjas y también laicos comenzaron a pedirle que no cejara, que continuara compartiendo. Le animaban a seguir escribiendo y a llegar a más gente.

¿Y si escribía un libro con todas estas reflexiones? La cuestión debía planteársela al que había pergeñado todo. “Le dije al Señor: Si esto quieres que sea obra tuya, ábreme el camino. Y me lo abrió”.

La hermana Alicia no sabía cómo se editaba un libro, pero fue encontrando la ayuda que necesitaba. Recopiló todas las notas que había tomado, las ordenó y las publico con la Editorial Augustinus.

Se podría decir que la vocación de Alicia Correa no es la de escritora, sino la de “intermediadora” entre Dios y el mundo. Para ella, Dios está en primer lugar y ella siempre en segundo plano. Según asegura, solo ha recibido el don de expresar lo que Dios da.

Sus libros están firmados por ella misma, pero la acción y la obra no es suya, porque lo siente como un regalo. Su objetivo en todo momento ha sido compartir “lo grande que es Dios y el amor que nos tiene”.

“Siempre he tenido muy claro que la vida de contemplación no es para uno solo, sino para los demás: por eso rezamos por los demás; para sostener, con nuestra oración, la acción de la Iglesia”, dice.

Sor Alicia quiere a todos sus hijos -libros- de la misma forma, aunque cada uno es diferente, tienen una historia distinta y un contexto propio.

El primero fue publicado en diciembre de 2011. El primero siempre es especial. En Tu luz en mi barro están las ideas sobre la espiritualidad contemplativa agustina recoleta. En otras palabras, el sustento de la vocación al estilo de vida que ella misma eligió hace algunas décadas.

Su primer libro compagina las tareas comunitarias en el monasterio con el entusiasmo por los temas de espiritualidad. Incluso ha sido utilizado para la formación de las nuevas hermanas contemplativas.

Confirma entre risas que el segundo libro fue más fácil, pues ya sabía el camino. Todos somos peregrinos que caminamos hacia el amor. Cada peregrino carga con su propia mochila y por eso es necesario saber vivir ligeros de equipaje.

Esta es la idea que expresó Alicia en Peregrinando hacia el amor. En sus páginas están expresadas numerosas situaciones por las que atraviesa el peregrino en su vida, siempre desde una visión de Dios. Según le han dicho, el Camino de Santiago con este libro es aún más fructífero y renovador.

La eucaristía es el centro de la vida contemplativa, el momento culminante del día y de la vida. Por eso, el tercer libro lo dedicó a Jesús eucaristía. Un corazón que late son meditaciones para los momentos de oración delante del Santísimo y que ayudan a comprender la grandeza del sacramento.

“Al principio iba a ser una recopilación de oraciones para hacerlas con gente joven en grupos de oración, pero la idea no cuajó”, confiesa. Sin embargo, con el material realizó un libro para las personas que tengan la oportunidad de rezar ante el sagrario. Todos los textos están acompañados de una oración agustiniana.

Su último libro, por el momento, es Remanso de paz. “Es íntegramente hablando de la contemplación”, explica. El libro ayuda a descubrir el camino para alcanzar la contemplación en la vida cotidiana, sin necesidad de ingresar en un convento.

No es profeta ni evangelista, ni pretende serlo. Solo desea compartir con los demás las palabras que Dios le susurra a los oídos del corazón. Alicia Correa ha conseguido salir de la clausura para dar a los demás.

Ha tratado de compartir y entregar su propia experiencia contemplativa, que no es más que su experiencia de vida. Porque, como dice en el primer párrafo de su primer libro, “la que eligió contemplar, eligió vivir”.

Publicado en el Anuario OAR 2021


El maná de cada día, 31.7.22

julio 30, 2022

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario, Ciclo C

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Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos

Antífona de entrada: Sal 69, 2. 6

Dios mío, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Que tú eres mi auxilio y mi liberación: Señor, no tardes.

Oración colecta

Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad!
Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado.

También esto es vanidad y grave desgracia. Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?

De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.

SALMO 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que paso; una vela nocturna.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.

SEGUNDA LECTURA: Colosenses 3, 1-5. 9-11

Hermanos:

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
No sigáis engañándoos unos a otros.

Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.

En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

EVANGELIO: Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»

Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros? »

Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»

Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: «¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.» Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida.»

Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?»

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Antífona de comunión: Sb 17, 20

Nos has dado pan del cielo, Señor, que brinda toda delicia y sacia todos los gustos.




LECTURA ORANTE de la Palabra o LECTIO DIVINA

Ejercicio de la lectura orante del Evangelio de este domingo: Procura reflexionar y orar al Señor siguiendo según estos cinco pasos.

Paso 1. Disponerse: Empieza por disponerte, procura entrar en la onda del Señor… Trata de hacer silencio interior. ¿Vives entre muchos ruidos que impiden hacer oración? Pide al Espíritu Santo que te abra los ojos del corazón a la Palabra. Ahora ya puedes leer despacio el Evangelio: 

Entonces le dijo uno de la gente: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: «¿Que haré? No tengo donde almacenar la cosecha». Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente». Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?». Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

Paso 2. Leer: Vuelve a leer despacio y con mucha atención el Evangelio para comprender qué dice el texto. ¿Es contradictorio amasar riquezas para uno mismo y ser rico ante Dios? ¿Qué significa la palabra acumular?

Paso 3. Escuchar: ¿Qué es lo primero que te sugiere esta lectura? ¿Cuánta importancia das en tu vida al dinero, los bienes, los beneficios? ¿Qué quiere decir para ti “ser rico ante Dios”?

Paso 4. Orar: ¿Qué te hace decir al Señor el mensaje de esta lectura? ¿Qué parte del corazón te ocupan los ingresos y bienes materiales? ¿Habla con el Señor de la crisis que vivimos?

Paso 5. Vivir: ¿Crees de verdad  que hace más feliz dar que recibir? ¿Te ayuda esta lectura a revisar el valor que das al éxito económico en la vida? ¿Qué compartes con gente necesitada?

(Estas SEMILLAS de lectio divina sencilla del Evangelio de cada domingo es un servicio gratuito de la revista de animación a la lectura de la Biblia SEGUN TU PALABRA; http://www.semillas-edit.es).

VANIDAD DE VANIDADES

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

El Evangelio del domingo arroja luz sobre un problema fundamental para el hombre: el del sentido de actuar y trabajar en el mundo, que Qohélet en la primera lectura [Eclesiastés] expresa en términos desconsoladores: «¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?».

Uno entre la gente pidió a Jesús que interviniera en un litigio entre él y su hermano por cuestiones de herencia. Como a menudo, cuando presentan a Jesús casos particulares (si pagar o no el tributo al César; si lapidar o no a la mujer adúltera), Él no responde directamente, sino que afronta el problema en la raíz; se sitúa en un plano más elevado, mostrando el error que está en la base de la propia cuestión.

Los dos hermanos están equivocados porque su conflicto no deriva de la búsqueda de la justicia y de la equidad, sino de la codicia. Entre ellos ya no existe más que la herencia para repartir. El interés acalla todo sentimiento, deshumaniza.

Para mostrar cuán errónea es esta actitud, Jesús añade, como es su costumbre, una parábola: la del rico necio que cree tener seguridad para muchos años por haber acumulado muchos bienes, y a quien esa misma noche se le pedirán cuentas de su vida.

Jesús concluye la parábola con las palabras: «Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios». Existe también una vía de salida al «todo es vanidad»: enriquecerse ante Dios.

En qué consiste esta manera diferente de enriquecerse lo explica Jesús poco después, en el mismo Evangelio de Lucas: «Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lc 12, 33-34).

Hay algo que podemos llevar con nosotros, que nos sigue a todas partes, también después de la muerte: no son los bienes , sino las obras; no lo que hemos tenido, sino lo que hemos hecho.

Lo más importante de la vida no es por lo tanto tener bienes, sino hacer el bien. El bien poseído se queda aquí abajo; el bien hecho lo llevamos con nosotros.

Perdida toda fe en Dios, hoy con frecuencia muchos se encuentran en las condiciones de Qohélet, que no conocía aún la idea de una vida después de la muerte. La existencia terrena parece en este caso un contrasentido. Ya no se usa el término «vanidad», que es de sabor religioso, sino el de absurdo. «¡Todo es absurdo!».

El teatro del absurdo (Beckett, Ionesco), que floreció en las décadas posteriores a la guerra, era el reflejo de toda una cultura. Los que evitan la tentación de la acumulación de las cosas, como ciertos filósofos y escritores, caen en algo que tal vez es peor: la «náusea» ante las cosas. Las cosas, se lee en la novela La náusea de Sartre, están «de más», son oprimentes.

En el arte, vemos las cosas deformadas, objetos que se aflojan, relojes que cuelgan como el salchichón. Se le llama «surrealismo», pero más que una superación, es un rechazo de la realidad. Todo exhala putridez, descomposición.

¡El abandono de la idea del cielo ciertamente no ha hecho más libre y alegre la vida en la tierra!

El Evangelio del domingo nos sugiere cómo remontar esta peligrosa pendiente. Las criaturas volverán a parecernos bellas y santas el día en que dejemos de querer sólo poseerlas o sólo «consumirlas», y las restituyamos al objetivo para el que nos fueron dadas, que es el de alegrar nuestra vida aquí abajo y facilitarnos alcanzar nuestro destino eterno.

Hagamos nuestra una oración de la liturgia: «Enséñanos, Señor, a usar sabiamente los bienes de la tierra, tendiendo siempre a los bienes eternos».

Homilética.org


El maná de cada día, 30.7.22

julio 30, 2022

Sábado de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

Alabaré el nombre de Dios con cantos
Alabaré el nombre de Dios con cantos

PRIMERA LECTURA: Jeremías 26, 11-16.24

En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»

Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: «El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído.

Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros.

Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes.

Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.»

Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»

Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.

SALMO 68

Escúchame, Señor, el día de tu favor.

Arráncame del cieno, que no me hunda; líbrame de los que me aborrecen, y de las aguas sin fondo. Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino, que no se cierre la poza sobre mí.

Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias.

Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 10

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

EVANGELIO: Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.

El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»

El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.

Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.

PRECIOSA ES LA MUERTE DE LOS MÁRTIRES,
COMPARADA CON LA MUERTE DE CRISTO

De los sermones de san Agustín, obispo

Por los hechos tan excelsos de los santos mártires, en los que florece la Iglesia por todas partes, comprobamos con nuestros propios ojos cuán verdad sea aquello que hemos cantado: Mucho le place al Señor la muerte de sus fieles, pues nos place a nosotros y a aquel en cuyo honor ha sido ofrecida.

Pero el precio de todas estas muertes es la muerte de uno solo. ¿Cuántas muertes no habrá comprado la muerte única de aquél sin cuya muerte no se hubieran multipli­cado los granos de trigo?

Habéis escuchado sus palabras cuando se acercaba al momento de nuestra redención: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infe­cundo; pero si muere, da mucho fruto.

En la cruz se realizó un excelso trueque: allí se liquidó toda nuestra deuda, cuando del costado de Cristo, traspasado por la lanza del soldado, manó la sangre, que fue el precio de todo el mundo.

Fueron comprados los fieles y los mártires: pero la de los mártires ha sido ya comprobada; su sangre testimonia de ello. Lo que se les confió, lo han devuelto y han realizado así aquello que afirma Juan: Cristo dio su vida por nosotros; también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

Y también, en otro lugar, se afirma: Has sido invitado a un gran banquete: considera atentamente qué manjares te ofrecen, pues también tú debes preparar lo que a ti te han ofrecido. Es realmente sublime el banquete donde se sirve, como alimento, el mismo Señor que invita al banquete.

Nadie, en efecto, alimenta de sí mismo a los que invita, pero el Señor Jesucristo ha hecho precisamente esto: él, que es quien invita, se da a sí mismo como comida y bebida. Y los mártires, entendiendo bien lo que habían comido y bebido, devolvieron al Señor lo mismo que de él habían recibido.

Pero, ¿cómo podrían devolver tales dones si no fue por concesión de aquel que fue el primero en concedérselos? Esto es lo que nos enseña el salmo que hemos cantado: Mucho le place al Señor la muerte de sus fieles.

En este salmo el autor consideró cuán grandes cosas había recibido del Señor; contempló la grandeza de los dones del Todopoderoso, que lo había creado, que cuando se había perdido lo buscó, que una vez encontrado le dio su perdón, que lo ayudó, cuando luchaba, en su debilidad, que no se apartó en el momento de las pruebas, que coronó en la victoria y se le dio a sí mismo como premio; consideró todas estas cosas y exclamó: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación.

¿De qué copa se trata? Sin duda de la copa de la pasión, copa amarga y saludable, copa que debe beber primero el médico para quitar las aprensiones del enfermo. Es ésta la copa: la reconocemos por las palabras de Cristo, cuando dice: Padre, si es posible, que se aleje de mí ese cáliz.

De este mismo cáliz, afirmaron, pues, los mártires: Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. «¿Tienes miedo de no poder resistir?» «No», dice el mártir. «¿Por qué?» «Porque he invocado el nombre del Señor». ¿Cómo podrían haber triunfado los mártires si en ellos o hubiera vencido aquel que afirmó: Tened valor: yo he vencido al mundo?

El que reina en el cielo regía la mente y la lengua de sus mártires, y por medio de ellos, en la tierra, vencía al diablo y, en el cielo, coronaba a sus mártires. ¡Dichosos los que así bebieron este cáliz! Se acabaron los dolores y han recibido el honor.

Por tanto, queridos hermanos, concebid en vuestra mente y en vuestro espíritu lo que no podéis ver con vues­tros ojos, y sabed que mucho le place al Señor la muerte de sus fieles.


Las siete intuiciones básicas de «Desiderio desideravi» de Francisco sobre la liturgia

julio 29, 2022

El silencio merece el máximo cuidado, no formal, exterior, sino vital, interior, porque cada gesto y cada palabra de la celebración forma la personalidad cristiana del individuo y de la comunidad.

En ‘Desiderio desideravi’, Francisco pide profundizar en el conocimiento y la participación en la liturgia y que se celebre según las rúbricas y sin exceso de formalismo.

J.M.C. – 29 junio 2022

El miércoles 29 de junio, Francisco ha publicado Desiderio Desideravi, una carta apostólica dedicada a «la formación litúrgica del pueblo de Dios» en la que ofrece una serie de reflexiones sobre la Liturgia en continuidad con su Motu Proprio Traditionis Custodes.

Este último, publicado hace poco menos de un año, derogaba el escrito por Benedicto XVI en 2007, quedando de este modo restringida la llamada «forma extraordinaria» del rito romano de la Santa Misa.

Puedes leer aquí las ideas principales de Traditionis Custodes.

Recogemos las siete ideas fundamentales de la carta apostólica, que puedes leer en su integridad aquí:

1º La liturgia es un verdadero encuentro, no una representación

Desde los inicios, explica Francisco, «la Iglesia ha sido consciente de que en [la liturgia] no se trataba de una representación«.

Por el contrario, «aquello que era visible de Jesús, lo que se podía ver con los ojos y tocar con las manos, sus palabras y sus gestos, lo concreto del Verbo encarnado, ha pasado a la celebración de los sacramentos».

En este sentido, menciona que interpretar la Resurrección como «un concepto o una idea» y «si no se diera la posibilidad de un verdadero encuentro con Él», supondría «declarar concluida la novedad del Verbo hecho carne. La Encarnación, es el método que la Santísima Trinidad ha elegido para abrirnos el camino de la comunión. La fe cristiana, o es un encuentro vivo con Él, o no es«, subraya.

En este sentido, menciona que la Liturgia, con la Eucaristía y los Sacramentos, garantizan «la posibilidad de encontrarnos con el Señor y de ser alcanzados por el poder de su Pascua. No nos sirve un vago recuerdo de la última Cena, necesitamos estar presentes, comer su Cuerpo y beber su Sangre: le necesitamos a Él», añade.

2º Antídoto contra peligrosas tentaciones

A lo largo del documento, Francisco expresa cómo la liturgia es un «antídoto» frente a la «mundanidad espiritual», que se plasma en la reducción «de la fe cristiana al subjetivismo», una forma de gnosticismo, o bien en la anulación del valor de la gracia «para confiar solo en las propias fuerzas», el «neopelagianismo».

Se trata, explica, de «dos formas distorsionadas del cristianismo» que pueden tener «consecuencias desastrosas para la vida de la Iglesia» y contra las que la liturgia funciona como «el antídoto más eficaz».

«Si el gnosticismo nos intoxica con el veneno del subjetivismo, la celebración litúrgica nos libera de la autorreferencialidad», pues «la acción celebrativa no pertenece al individuo sino a Cristo-Iglesia, a la totalidad de los fieles. Si el neopelagianismo nos intoxica con la presunción de una salvación ganada con nuestras fuerzas, la celebración litúrgica nos purifica proclamando la gratuidad del don de la salvación. Ciertamente no somos dignos de entrar en su casa, necesitamos una palabra suya para salvarnos«, explica.  

3º Redescubrir la belleza litúrgica y asombrarse ante el misterio

Sin embargo, menciona que «para que el antídoto de la Liturgia sea eficaz», son necesarias dos condiciones.

Sobre la primera de ellas, «el redescubrimiento de la belleza de la Liturgia«, subraya que no debe equipararse a «la búsqueda de un esteticismo ritual, que se complace solo en el cuidado de la formalidad exterior de un rito o se satisface con una escrupulosa observancia de las rúbricas».

Una afirmación que «no pretende avalar la actitud que confunde lo sencillo con una dejadez banal», pues «hay que cuidar todos los aspectos de la celebración y observar todas las rúbricas».

Sin embargo, «la calidad y la norma de la acción celebrativa» no es suficiente para una plena participación en la Liturgia: «No bastan los esfuerzos para una mejor calidad de la celebración, ni una llamada a la interioridad», sino que el «asombro ante el misterio pascual» es también una «parte esencial de la acción litúrgica».

En este sentido, se refirió a las «supuestas acusaciones contra la reforma litúrgica» como es la eliminación del sentido del misterio de la celebración.

«Si la reforma hubiera eliminado ese “sentido del misterio”, más que una acusación sería un mérito. La belleza, como la verdad, siempre genera asombro y, cuando se refiere al misterio de Dios, conduce a la adoración», argumentó.

4º No se puede reconocer el Concilio sin aceptar la reforma litúrgica

En el momento de destacar «la necesidad de una seria y vital formación litúrgica», Francisco hizo referencia a la manera como el hombre moderno «ha perdido la capacidad de confrontarse con la acción simbólica, característica esencial del acto litúrgico».

La posmodernidad, explica, es un momento en que «el hombre se siente aún más perdido, sin referencias de ningún tipo, desprovisto de valores, huérfano de todo en una fragmentación en la que parece imposible un horizonte de sentido».

Por ello, «la Iglesia reunida en el Concilio [Vaticano II] ha querido confrontarse con la realidad de la Modernidad«.

En este sentido, destaca que «la cuestión litúrgica» es «lo que está en juego»: «Sería banal leer las tensiones, desgraciadamente presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual. La problemática es, ante todo, eclesiológica. No veo cómo se puede decir que se reconoce la validez del Concilio y no aceptar la reforma litúrgica«

Del mismo modo, el documento concluye afirmando que «no podemos volver a esa forma ritual que los Padres Conciliares sintieron la necesidad de reformar, aprobando los principios de los que nació la reforma. Por eso, escribí Traditionis custodes«.

5º Es necesario transmitir la formación litúrgica «a todo creyente»

El documento incide en la necesidad de «encontrar cauces para una formación como estudio de la liturgia», así como de «difundir este conocimiento fuera del ámbito académico, de forma accesible, para que todo creyente crezca en el conocimiento del sentido teológico de la liturgia«.

Refiriéndose al día a día de los cristianos durante la celebración de la Santa Misa, recuerda también que «para poder guiar» a los fieles, «los ministros que presiden la asamblea deben conocer el camino, tanto por haberlo estudiado en el mapa de la ciencia teológica, como por haberlo frecuentado en la práctica de una experiencia de fe viva, alimentada por la oración, no sólo como un compromiso que cumplir».

En Desiderio Desideravi, Francisco alienta a los sacerdotes en su formación litúrgica, tanto intelectual como de su propia vida y experiencia de fe y oración. 

Para ello, recomendó que en los seminarios cada disciplina de la teología muestre, desde su propia perspectiva, «su íntima conexión con la Liturgia, en virtud de la cual se revela y realiza la unidad de la formación del sacerdote».

«La comprensión teológica de la Liturgia no permite entender estas palabras como si todo se redujera al aspecto cultual. Una celebración que no evangeliza, no es auténtica, como no lo es un anuncio que no lleva al encuentro con el Resucitado en la celebración», añade.

Asimismo, se dirigió a los seminarios para que ofrezcan «la oportunidad de experimentar una celebración no solo ejemplar desde el punto de vista ritual, sino auténtica, vital, que permita vivir esa verdadera comunión con Dios. Esta experiencia es fundamental para que, una vez sean ministros ordenados, puedan acompañar a las comunidades en el mismo camino de conocimiento del misterio de Dios, que es misterio de amor».

6º «El arte de celebrar no se puede improvisar»

En Desiderio Desideravi, Francisco incide en que «el arte de celebrar no se puede improvisar» y que, «como cualquier arte, requiere una aplicación asidua».

«Uno no aprende el arte de celebrar porque asista a un curso de oratoria o de técnicas de comunicación persuasiva. Toda herramienta puede ser útil, pero siempre debe estar sujeta a la naturaleza de la Liturgia y a la acción del Espíritu. Es necesaria una dedicación diligente a la celebración, dejando que la propia celebración nos transmita su arte«, expresa.  

Una dedicación diligente que no corresponde solo a los ministros: «Realizar todos juntos el mismo gesto, hablar todos a la vez, transmite a los individuos la fuerza de toda la asamblea, siendo conscientes de ser un solo cuerpo. No se trata de tener que seguir un protocolo litúrgico: se trata más bien de una `disciplina´ que, si se observa con autenticidad, nos forma: No son el enunciado de un ideal en el que inspirarnos, sino una acción que implica al cuerpo en su totalidad, es decir, ser unidad de alma y cuerpo».

7º El silencio, «de absoluta importancia» en la liturgia

Entre los «gestos» que puede realizar cada uno de los fieles, Francisco se refiere especialmente al silencio como uno «de absoluta importancia», pues «toda la celebración eucarística está inmersa en el silencio que precede a su inicio y marca cada momento de su desarrollo ritual», como es «el acto penitencial; después de la invitación a la oración; en la Liturgia de la Palabra, la plegaria eucarística o después de la comunión».

Este silencio, explica, «es el símbolo de la presencia y la acción del Espíritu Santo que anima toda la acción celebrativa».

Entre las características del silencio, destaca que «mueve al arrepentimiento y al deseo de conversión; suscita la escucha de la Palabra y la oración; dispone a la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo; y sugiere a cada uno lo que el Espíritu quiere obrar en nuestra vida para conformarnos con el Pan partido».

Por eso, llama a practicarlo «con extremo cuidado«, pues «en él nos da forma el Espíritu».

Menciona que otros gestos como arrodillarse, también deben hacerse «con arte, con plena conciencia de su significado simbólico y de la necesidad que tenemos de expresar, mediante este gesto, nuestro modo de estar en presencia del Señor.

Merece el máximo cuidado, no formal, exterior, sino vital, interior, porque cada gesto y cada palabra de la celebración expresada con `arte´ forma la personalidad cristiana del individuo y de la comunidad», concluye.

https://www.religionenlibertad.com/papa_francisco/617608419/ideas-basicas-desiderio-desideravi-nuevo-documento-francisco-liturgia.html


El maná de cada día, 29.7.22

julio 29, 2022

Viernes de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

Que me escuche tu gran bondad, Señor.


PRIMERA LECTURA: Jeremías 26, 1-9

Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá, que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola.

A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones.

Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra.»

Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras, en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los sacerdotes y los profetas y el pueblo, diciendo: «Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?»

Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.

SALMO 68

Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón; más duros que mis huesos, los que me atacan injustamente. ¿Es que voy a devolver lo que no he robado?

Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.

EVANGELIO: Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga.

La gente decía admirada: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso.

Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

SALIÓ DE ALLÍ Y VINO A SU PATRIA

P. Raniero Cantalamessa

«San Agustín decía: «Tengo miedo de Jesús que pasa». Podría, en efecto, pasar sin que me percate, pasar sin que yo esté dispuesto a acogerle.»

Cuando ya se había hecho popular y famoso por sus milagros y su enseñanza, Jesús volvió un día a su lugar de origen, Nazaret, y como de costumbre se puso a enseñar en la sinagoga.

Pero esta vez no suscitó ningún entusiasmo, ningún ¡hosanna!. Más que escuchar cuanto decía y juzgarle según ello, la gente se puso a hacer consideraciones ajenas: «¿De dónde ha sacado esta sabiduría?

No ha estudiado; le conocemos bien; es el carpintero, ¡el hijo de María!». «Y se escandalizaban de Él», o sea, encontraban un obstáculo para creerle en el hecho de que le conocían bien.

Jesús comentó amargamente: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio». Esta frase se ha convertido en proverbial en la forma abreviada: Nemo propheta in patria, nadie es profeta en su tierra. Pero esto es sólo una curiosidad.

El pasaje evangélico nos lanza también una advertencia implícita que podemos resumir así: ¡atentos a no cometer el mismo error que cometieron los nazarenos! En cierto sentido, Jesús vuelve a su patria cada vez que su Evangelio es anunciado en los países que fueron, en un tiempo, la cuna del cristianismo.

Nuestra Italia, y en general Europa, son, para el cristianismo, lo que era Nazaret para Jesús: «El lugar donde fue criado» (el cristianismo nació en Asia, pero creció en Europa, ¡un poco como Jesús había nacido en Belén, pero fue criado en Nazaret!).

Hoy corren el mismo riesgo que los nazarenos: no reconocer a Jesús. La carta constitucional de la nueva Europa unida no es el único lugar del que Él es actualmente «expulsado»…

El episodio del Evangelio nos enseña algo importante. Jesús nos deja libres; propone, no impone sus dones. Aquel día, ante el rechazo de sus paisanos, Jesús no se abandonó a amenazas e invectivas. No dijo, indignado, como se cuenta que hizo Publio Escipión, el africano, dejando Roma: «Ingrata patria, ¡no tendrás mis huesos!».

Sencillamente se marchó a otro lugar. Una vez no fue recibido en cierto pueblo; los discípulos indignados le propusieron hacer bajar fuego del cielo, pero Jesús se volvió y les reprendió (Lc 9, 54).

Así actúa también hoy. «Dios es tímido». Tiene mucho más respeto de nuestra libertad que la que tenemos nosotros mismos, los unos de la de los otros. Esto crea una gran responsabilidad. San Agustín decía: «Tengo miedo de Jesús que pasa» (Timeo Jesum transeuntem). Podría, en efecto, pasar sin que me percate, pasar sin que yo esté dispuesto a acogerle.

Su paso es siempre un paso de gracia. Marcos dice sintéticamente que, habiendo llegado a Nazaret en sábado, Jesús «se puso a enseñar en la sinagoga». Pero el Evangelio de Lucas especifica también qué enseñó y qué dijo aquel sábado.

Dijo que había venido «para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos; para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lucas 4, 18-19).

Lo que Jesús proclamaba en la sinagoga de Nazaret era, por lo tanto, el primer jubileo cristiano de la historia, el primer gran «año de gracia», del que todos los jubileos y años santos son una conmemoración.

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PRECES DE LAS LAUDES, la oración de la mañana

Adoremos a Cristo, que salvó al mundo con su cruz, y supliquémosle, diciendo: Concédenos, Señor, tu misericordia.

+ Oh Cristo, que con tu claridad eres nuestro sol y nuestro día, haz que, desde el amanecer, desaparezca de nosotros todo sentimiento malo.

+ Vela, Señor, sobre nuestros pensamientos, palabras y obras, a fin de que nuestro día sea agradable ante tus ojos.

+ Aparta de nuestros pecados tu vista y borra en nosotros toda culpa.

+ Por tu cruz y tu resurrección, llénanos del gozo del Espíritu Santo.

+ Oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó: Padre nuestro…

Oh Dios, que has iluminado las tinieblas de nuestra ignorancia con la luz de tu Palabra: acrecienta en nosotros la fe que tú mismo nos has dado; que ninguna tentación pueda nunca destruir el ardor de la fe y de la caridad que tu gracia ha encendido en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo.

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29 de Julio
Santa Marta

Era hermana de María y de Lázaro; cuando hospedó al Señor en su casa de Betania, se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa
De los sermones de san Agustín, obispo

Santa Marta

Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender.

Tender, porque somos todavía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de su posesión.

Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia ella, porque sólo así podremos un día llegar a término.

Marta y María eran dos hermanas, unidas no sólo por su parentesco de sangre, sino también por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor, ambas le servían durante su vida mortal con idéntico fervor.

Marta lo hospedó, como se acostumbra a hospedar a un peregrino cualquiera. Pero, en este caso, era una sirvienta que hospedaba a su Señor, una enferma al Salvador, una criatura al Creador. Le dio hospedaje para alimentar corporalmente a aquel que la había de alimentar con su Espíritu.

Porque el Señor quiso tomar la condición de esclavo para así ser alimentado por los esclavos, y ello no por la necesidad, sino por condescendencia, ya que fue realmente una condescendencia el permitir ser alimentado. Su condición humana lo hacía capaz de sentir hambre y sed.

Así, pues, el Señor fue recibido en calidad de huésped, él, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos y convirtiéndolos en coherederos.

Pero que nadie de vosotros diga: «Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa». No te sepa mal, no te quejes por haber nacido en un tiempo en que ya no puedes ver al Señor en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

Por lo demás, tú, Marta –dicho sea con tu venia, y bendita seas por tus buenos servicios–, buscas el descanso como recompensa de tu trabajo.

Ahora estás ocupada en los mil detalles de tu servicio, quieres alimentar unos cuerpos que son mortales, aunque ciertamente son de santos; pero ¿por ventura, cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar, hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?

Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí alcanzará su plenitud y perfección lo que aquí ha elegido María, la que recogía las migajas de la mesa opulenta de la palabra del Señor.

¿Quieres saber lo que allí ocurrirá? Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.


Textos de la Misa de la Virgen María, Reina de la Paz.

julio 28, 2022

En Perú, 28 de Julio, Fiestas Patrias, Nuestra Señora de la Paz

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Virgen María, Nuestra Señora de la Paz
La Santísima Virgen María, Nuestra Señora de la Paz

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Misa de la Virgen María, Reina de la Paz.  Fiesta en el Perú, 

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ANTÍFONA DE ENTRADA

Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y es su nombre «Príncipe de la paz».

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo Unigénito otorgas paz a los hombres, por intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María, concede a nuestro tiempo la tranquilidad deseada, para que formemos una sola familia en la paz y permanezcamos unidos en el amor fraterno. Por Nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de expiación, al celebrar la memoria de la santísima Virgen María, Reina de la paz, y pedimos para tu familia los dones de la unidad y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo…

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

La Virgen engendró al Dios y hombre, Dios nos devolvió la paz, reconciliando consigo el cielo y la tierra.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, tu Espíritu de caridad, para que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, en esta conmemoración de la Virgen María, Reina de la Paz, cultivemos eficazmente entre nosotros la paz que él nos dio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

LITURGIA DE LA PALABRA

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 9,1-3. 5-6

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia. Como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, y el bastón de su hombro los quebrantaste como el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: «Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo. Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo realizará. (Palabra de Dios)

SALMO RESPONSORIAL. SAL. 84

R. El Señor anuncia la paz al pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles y la gloria habitará en nuestra tierra.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Antífona Aleluya Cf. Lc 1, 28

Alégrate María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú eres entre las mujeres.

EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando es su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.” Y María dijo al ángel: «¡Cómo será eso pues no conozco a varón?»

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo; y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».

María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. (Palabra del Señor)

PLEGARIA UNIVERSAL

INVITATORIO: Al celebrar hoy la festividad de nuestra Madre, bajo el título de Reina de la Paz, oremos por su intercesión a Dios Padre todopoderoso. Y digámosle…

ORACION DE LOS FIELES

1. Para que el Hijo de Dios, que se hizo hombre en el seno de una Virgen humilde y obediente, conceda a los fieles imitar a aquélla que complació con su humildad al Señor, y a nosotros nos ayudó con su obediencia, roguemos al Señor.

2. Para que los fieles, a imitación de María, mediten y conserven en su corazón, y anuncien con celo lo que han oído del Hijo de Dios, roguemos al Señor.

3. Por nuestras autoridades, docentes y padres de familia para que, sintiendo la protección y la fortaleza de María, el Espíritu de Dios les permita ejercer sus funciones buscando el bien común en todo el Perú, nuestra Patria querida, roguemos al Señor.

4. Para que el que miró la humillación de María, su esclava, ponga también sus ojos en nuestra debilidad y haga obras grandes en nosotros y a través de nosotros, roguemos al Señor.

5. Por los jóvenes de los diferentes centros educativos de todo el Perú para que, bajo el patrocinio de Nuestra Señora Reina de la Paz, sientan la vocación de servicio a los demás y así construyan la civilización del amor y de la paz. Roguemos al Señor

6. Para que todos nosotros, por la intercesión de Santa María Reina de la Paz, nos amemos no sólo con palabras, sino con obras y de verdad, roguemos al Señor.

ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh Dios bondadoso, tu hijo Jesús vino a este mundo para hacer tu voluntad y para dejarnos su paz. Por la intercesión de nuestra Madre y Señora, Reina de la Paz, concédenos sabiduría y humildad a fin de dar a conocer esa paz en el Perú y en el mundo entero. Inspira nuestros pensamientos, palabras y acciones para ser testigos de tu presencia en nuestros corazones. Que el Espíritu Santo nos colme con todas sus gracias y bendiciones, de modo que podamos seguir en el camino que conduce a la paz para toda la humanidad. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, y proclamar tu grandeza en esta festividad de la bienaventurada Virgen María. Ella es tu humilde esclava que, al recibir el anuncio del ángel Gabriel, concibió en su seno virginal al Príncipe de la paz, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.

Ella es la madre fiel que se mantuvo intrépida en pie, junto a la cruz donde el Hijo, para salvarnos, pacificó con su sangre el universo. Ella es la discípula de Cristo, alumna de la paz, que, orando con los apóstoles, esperó la Promesa del Padre, el Espíritu de la paz, de la unidad, de la caridad y del gozo.

Por eso, con todos los ángeles y santos te alabamos proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo…

PLEGARIA EUCARISTICA V/d: La Iglesia, en camino hacia la unidad.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN SOLEMNE (pueden inclinarse para recibir la bendición)

– El Dios, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano por el fruto bendito del seno de la Virgen María, los colme de sus bendiciones. R. Amén.

– Que les acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien han recibido al Autor de la vida y de la Paz, Cristo el Señor. R. Amén.

– Y a todos ustedes, reunidos hoy para celebrar con devoción esta festividad de nuestra Señora Reina de la Paz, el Señor les conceda la alegría del Espíritu y los bienes de su reino. R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca siempre. R. Amén

(Despedida: Glorifiquen a Dios con su vida. Pueden ir en paz)


El maná de cada día, 28.7.22

julio 28, 2022

Jueves de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano
Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano.


PRIMERA LECTURA: Jeremías 18, 1-6

Palabra del Señor que recibió Jeremías: «Levántate y baja al taller del alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.»

Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en el torno. Le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo, y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.

Entonces me vino la palabra del Señor: «¿Y no podré yo trataros a vosotros, casa de Israel, como este alfarero? –oráculo del Señor–. Mirad: como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel.»

SALMO 145, 1b-2. 3-4. 5-6

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob.

Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él.

Aclamación antes del Evangelio: Hch 16, 14b

Ábrenos el corazón, Señor, para que aceptemos las palabras de tu Hijo.

EVANGELIO: Mateo 13, 47-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes ¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos le contestaron: «Sí.»

Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende el reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo. »

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.


Y después de este destierro, muéstranos a Jesús

Cuando el alma se va adentrando en los caminos de intimidad con Dios su vida se va volviendo un constante deseo del cielo. Si poco deseas el cielo, poco amas; si mucho lo deseas, mucho amas.

Pero no quieras esperar tanto: comienza ya a hacer de tu vida ese poco de cielo que quepa en tanto barro. El cielo es Dios y Dios está en ti. ¿Cómo dices que no puedes gustar, en tus afanes y en el duro trajín del día a día, ese poco de Dios escondido que late amoroso en los repliegues de tu alma?

Ahí, en lo más profundo de ti mismo, eres capaz de deseos y amores infinitos. No quieras ahogarte con el lastre pesado de este mundo, aun en esas situaciones duras y difíciles que atraviesas. Tu barro está hecho para el cielo, porque el cielo un día se hizo carne de tu barro.

Cuando te pese el cansancio de esta vida y te agobien sus dificultades y miserias, cuando caigas cansado de esa lucha en la que sólo la derrota te queda por compañera, mira al cielo y pon allí tu más fuerte deseo.

Verás que todos esos trabajos se vuelven livianos y llevaderos, que todo se hace poco, y casi nada, comparado con el todo que es tu Dios y tu cielo.

Mira que todo pasa y que, al final, tus años se van marchando como instantes, deshojados en la mano de tu vida. Y allí, al final, el cielo, sólo el cielo será nuevo regazo, en el que goces sin fin, sin horizonte.

De aquella eternidad saliste y a ella has de volver para siempre. Aprende a vivir este intervalo de la vida con la íntima certeza de que ese cielo te acompaña en todo y siempre.

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El maná de cada día, 27.7.22

julio 27, 2022

Miércoles de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

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Los mandamientos del Señor son más preciosos que el oro fino.


PRIMERA LECTURA: Jeremías 15, 10.16-21

Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot!

Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?

Entonces Yahvé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»

SALMO 58, 2-18

Dios es mi refugio en el peligro.

Líbrame de mi enemigo, Dios mío, protégeme de mis agresores; líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios.

Mira que me están acechando y me acosan los poderosos. Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme.

Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar; que tu favor se adelante, oh Dios, y me haga ver la derrota del enemigo.

Yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia: porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro.

Y tañeré en tu honor, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. Dios mío, misericordia mía.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 15, 15b

A vosotros os llamo amigos, dice el Señor, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

EVANGELIO: Mateo 13, 44-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

INCLINA MI CORAZÓN A TUS PRECEPTOS

Del tratado de san Roberto Belarmino, obispo,
sobre la ascensión de la mente hacia Dios

Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia; ¿quién, que haya empezado a gustar, por poco que sea, la dulzura de tu dominio paternal, dejará de servirte con todo el corazón? ¿Qué es, Señor, lo que mandas a tus siervos? 

Cargad –nos dices– con mi yugo. ¿Y cómo es este yugo tuyo? Mi yugo –añades– es llevadero y mi carga ligera. ¿Quién no llevará de buena gana un yugo que no oprime, sino que halaga, y una carga que no pesa, sino que da nueva fuerza? Con razón añades: Y encontraréis vuestro descanso.

¿Y cuál es este yugo tuyo que no fatiga, sino que da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el primero y el más grande: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. ¿Qué más fácil, más suave, más dulce que amar la bondad, la belleza y el amor, todo lo cual eres tú, Señor, Dios mío?

¿Acaso no prometes además un premio a los que guar­dan tus mandamientos, más preciosos que el oro fino, más dulces que la miel de un panal? Por cierto que sí, y un premio grandioso, como dice Santiago: La corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.

¿Y qué es esta corona de la vida? Un bien superior a cuanto podamos pensar o desear, como dice san Pablo, citando al profeta Isaías: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.

En verdad es muy grande el premio que proporciona la observancia de tus mandamientos. Y no sólo aquel man­damiento, el primero y el más grande, es provechoso para el hombre que lo cumple, no para Dios que lo impone, sino que también los demás mandamientos de Dios per­feccionan al que los cumple, lo embellecen, lo instruyen, lo ilustran, lo hacen en definitiva bueno y feliz.

Por esto, si juzgas rectamente, comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación, com­prenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin, serás dichoso; si no lo alcanzas, serás un desdichado.

Por consiguiente, debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y como realmente malo lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo prós­pero y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la en­fermedad, los honores y los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son ni deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y aborrecibles.


Giovanni Zaccaria: «Una parte de la crisis de la Iglesia está en el error de hacer la Liturgia a nuestra medida»

julio 26, 2022

La Liturgia debería expresar mejor el misterio de Cristo, con gestos y oraciones. Es importante entender, sentir y expresar que cada fiel es llamado a ser sacerdote, aunque no sea ministro. Eso es «celebrar».

El Papa, a juicio de Zaccaria, «desea que la Liturgia esté en el centro de la Iglesia. No tanto por establecer reglas o normas, sino por ayudar a descubrir el deseo de Dios de entrar en comunión con nosotros»

Antonio Olivié – Corresponsal en el Vaticano, 22/07/2022 

Una reciente carta apostólica del Papa sobre la Liturgia ha vuelto a poner sobre la mesa algunas carencias y limitaciones en la Iglesia.

Giovanni Zaccaria, profesor de Liturgia de la Pontificia Universidad de la Santa Croce, asegura que muchos fieles asisten a Misa como si fuera «un espectáculo, como ir al teatro o una conferencia, donde los protagonistas son otros».

A su juicio, es preciso reforzar la formación Litúrgica para entender «qué es lo que estamos haciendo en cada celebración», ya que «los gestos existen, pero es preciso darlos a conocer».

–¿Por qué el Papa ha publicado ahora Desiderio Desideravi, la carta apostólica sobre la Liturgia?

–La carta que el Papa ha escrito me parece un pequeño regalo a la Iglesia. Siempre digo que la Liturgia no es algo urgente, en sentido de que la Liturgia no precisa acciones inmediatas, ya que tiene que ver con la Eternidad, con algo que está fuera del tiempo como es el misterio de Dios.

No es urgente, pero sí importante. Creo que el Papa lo entiende bien y por ello desea que la Liturgia esté en el centro de la Iglesia. No tanto por establecer reglas o normas, sino por ayudar a descubrir el misterio de Dios.

Su nueva carta aborda este tema, del deseo de Dios de entrar en comunión con nosotros. Y la Iglesia nace de ahí, del deseo de Dios de entrar en comunión con nosotros.

–¿Parte de la crisis actual de la Iglesia en Occidente tiene que ver con la Liturgia?

–Sí. Creo que parte de la crisis de la Iglesia en algunos países está ligada a la Liturgia, sobre todo porque la Liturgia es el alma de la Iglesia. A mi juicio, de una parte está el error de hacer la Liturgia a nuestra medida, de tal manera que sea comprensible y adaptada a nuestros encuentros.

Pero esto nos hace perder la dimensión vertical, la dimensión del misterio de Dios. Hay una iniciativa de Dios que precede a todo. Y se da el caso contrario, donde la Liturgia es demasiado distante, como si consistiera en seguir unas normas rígidas.

No es suficiente con seguir unas reglas para que todo vaya bien. No basta con ello, ya que entrar en comunión con Dios tiene que ver también con el corazón. De tal forma, que el equilibrio litúrgico es difícil y siempre lo ha sido en la Iglesia. Las polémicas litúrgicas no son una novedad.

–Tanto en África como en muchos sitios de América hay una liturgia más rica, más sentida que en Europa. ¿Tenemos que aprender de esa vitalidad?

–Creo que en Europa, en general, estamos muy ligados a una dimensión racional. Necesitamos pensar las cosas antes de hacerlo. Lo que nos falta en realidad en la Liturgia es entender realmente qué es lo que estamos haciendo.

Me sucede con frecuencia, tanto en la Universidad como en el trabajo pastoral, y es la conveniencia de explicar el sentido de algunos gestos litúrgicos o palabras que la mayoría no conoce.

Basta pensar en los matrimonios. Hay una riqueza de signos y una profundidad que no son evidentes y que personas que han participado en decenas de ellos no han captado. Si no se explica bien, no se entenderá nunca.

–¿Falta una catequesis litúrgica?

–Falta formación litúrgica que ayude a entender el sentido del misterio y falta una Liturgia que ayude a entender el misterio. Si no se entiende la centralidad del misterio de Cristo, en un matrimonio o en una Misa o en otras celebraciones, es que algo falla.

Puede fallar por parte de quien celebra o por parte de toda la asamblea. Si no entendemos el sentido de las palabras o de los gestos, se pierde mucho.

–El Papa habla en su última carta de que los sacerdotes no sean los protagonistas, sino toda la asamblea. ¿Por qué?

–Este es uno de los puntos clave en la formación litúrgica. Hemos heredado un modo de celebrar que es un poco ‘espectáculo’. Los fieles dicen que van a Misa de don Fulano o don Mengano porque ese sacerdote les aporta algo, porque la homilía les interpela. Es algo bueno, pero la esencia de la Misa no es la homilía.

El problema es que, en muchas ocasiones, el Pueblo de Dios va a Misa como va a un teatro, a un concierto, como asiste a una conferencia. Incluso buenos cristianos, personas creyentes, pueden asistir a un evento que no les pertenece, donde actúan otros, donde la Misa es del sacerdote. Y yo asisto.

A partir de ahí, hay sacerdotes que sí saben implicar a los fieles. Hay otros que toman la Misa como algo propio, que yo mismo gestiono, aunque implico a los fieles en tener algún papel, como hacer las lecturas o participar en las ofrendas. Pero esto no es la participación activa de la que habla el Concilio Vaticano II.

El Concilio plantea que quien celebra es Cristo. Y Cristo quiere decir el cuerpo místico de Cristo, como cabeza ante sus miembros, la Iglesia.

Es San Agustín quien dice que Cristo es el sujeto de la celebración ya en el siglo IV. Si el sacerdote y los fieles van a Misa pensando que es una función del sacerdote es que no hemos captado la idea.

–¿De qué forma concreta se puede cambiar esta situación?

–La primera necesidad es comprender la dimensión sacerdotal del bautizado. Que todos los bautizados son sacerdotes, participan del sacerdocio de Cristo. Por tanto, en esa celebración, ellos también son protagonistas tanto como el ministro.

El ministro, o sacerdote, celebra como servidor de la comunidad, con el don que ha recibido por el sacramento del Orden.

– ¿Cómo se puede expresar esa participación?

–Ya se están poniendo en práctica algunas medidas. El problema es que se malinterpretan o no se entienden bien. Por ejemplo, cuando se realiza una procesión con las ofrendas. Es un símbolo fuerte, donde el pueblo lleva el material esencial para la celebración: el pan y el vino. Sin pan y vino no es posible la Misa.

Puede haber una preciosa homilía, pero no es la Misa. Ese simple gesto, esa procesión bien explicada, implica que toda la asamblea está protagonizando la Misa.

Otro detalle es el canto. A veces lo interpretamos con una lógica de entretenimiento. Todos tenemos la experiencia de cantar juntos. Es algo que une muchísimo. No se puede dar por descontado. Es una experiencia de comunión.

Los gestos de toda la comunidad, por ejemplo cuando se ponen de pie, significa formar parte de una comunidad sacerdotal. Ponerse de rodillas es también un signo de la dimensión sacerdotal.

En definitiva, creo que los gestos ya existen, pero es preciso que sean comprendidos por los fieles. Necesitamos explicarlo mejor.

–En una sociedad tan ruidosa, donde muchos no se despegan de los auriculares, el Papa habla de redescubrir el silencio en la Liturgia. ¿Es fácil conseguirlo?

–Comparto plenamente la dimensión revolucionaria del silencio. Hace poco me contaban de un grupo de jóvenes que había hecho el Camino de Santiago, sin nadie que les acompañara, con la música a tope durante todas las jornadas. De esta forma te has perdido lo más importante del Camino de Santiago.

El silencio es una de las dimensiones más evidentes del misterio. Volver a apreciar el silencio es una de las tareas más urgentes en la Iglesia. Gracias al silencio la Liturgia adquiere esa dimensión vertical que corremos el riesgo de perder.

–¿Es cierto que la Liturgia es clave para la unidad de la Iglesia?

– El Papa habla de la Eclesiología del Concilio Vaticano II y de la Liturgia como expresión de la Eclesiología. Esto puede parecer un tecnicismo pero es importante. Supone entender la Iglesia más profunda de lo que parece.

El Concilio Vaticano II ha abierto a la comprensión de los fieles el tesoro de los Padres de la Iglesia. Los documentos del Vaticano II hablan de la Iglesia como lo hacen los Padres de la Iglesia. No es que antes del Vaticano II se hiciera algo mal, sino que en el Concilio se profundiza y mejora la comprensión.

La Liturgia debería expresar mejor el misterio de Cristo, con gestos y oraciones. Es importante entender que cada fiel es llamado a ser sacerdote, aunque no sea ministro.

https://www.eldebate.com/religion/catolicos/20220722/giovanni-zaccaria-liturgia-desiderio-desideravi.html


El maná de cada día, 26.7.22

julio 26, 2022

Martes de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María

Patronos de los Abuelos.- Felicidades a los Abuelos en el día de sus Santos Protectores. Feliz día. Dios los bendiga. (La Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores se celebró el domingo 24)

 

Recibieron la bendición del Señor, les hizo justicia el Dios de salvación.

Antífona de entrada

Alabemos a Joaquín y a Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los pueblos.

Oración colecta

Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Jeremías 14, 17-22

Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país.

«¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?»

SALMO 78

Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados.

Socórrenos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu nombre.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación.

EVANGELIO: Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Antífona de comunión: Sal 23, 5

Recibieron la bendición del Señor, les hizo justicia el Dios de salvación.

SAN AGUSTÍN (Enarr. Ps. 25,5: PL 36,190-191)

En este tiempo, la Iglesia es como una era, en la que se hallan a la vez la paja y el trigo. Que nadie tenga la pretensión de eliminar toda la paja antes que llegue la hora de aventar. Que nadie abandone la era antes de esta hora, aunque sea con el pretexto de evitar el daño que le pueden hacer los pecadores…

Si uno mira la era desde lejos, uno diría que no hay en ella más que paja. Hay que revolverla con la mano y soplar con la boca para echar fuera el tamo y descubrir el grano. Si no es así, el grano no se ve. Y a veces aun a los mismos granos les sucede algo de este género: se encuentran separados unos de otros y sin contacto entre sí, y puede incluso llegar a pensar cada uno que está enteramente solo».

LOS ABUELOS, UN TESORO EN LA FAMILIA

Por Mons. Juan del Río Martín
Arzobispo castrense de España

La sociedad narcisista en la que vivimos valora la eficacia y da culto a lo joven, bello y hermoso. La vejez es un contravalor y no se estima la “sabiduría del corazón” que representan los años.

Debido a esta cultura y a otros factores sociales, en ocasiones, los ancianos son para algunos hijos una carga que se pasan de unos a otros y muchos terminan desamparados.

Sin embargo, en esta misma sociedad, los abuelos son más protagonistas de lo que parece, pues no pocos de ellos son actualmente una ayuda imprescindible para aquellas parejas de matrimonios jóvenes que, abocadas al trabajo fuera del hogar tanto el marido como la mujer, ven en sus padres el mejor seguro de la educación de sus hijos.

Ahí están las estampas de cada día, de aquel abuelo o abuela que recoge a su nieto a la salida del colegio. Que ayuda en tareas domésticas de la nueva familia de sus hijos, y que en tantas ocasiones –siguiendo la máxima evangélica de “no sepa tu mano izquierda lo que da tu derecha”-, continúan sacrificándose en favor de sus hijos.

Pero sobre todo ahora, cuando muchas familias jóvenes sufren de cerca la lacra del paro, allí están los abuelos compartiendo lo que tienen para ayudar a hijos y nietos.

Esta generación de personas mayores se forjó en los años duros donde todavía no había aparecido la llamada sociedad del bienestar. No tuvieron las comodidades que gozan hoy sus nietos, ni las posibilidades culturales y educativas que tienen sus hijos pues muy pronto conocieron la dureza del trabajo para traer dinero a casa.

Son hombres y mujeres hechos a sí mismos, autodidactas, sacrificados, capaces de un aguante sobrehumano y de las más heroicas renuncias.

Precisamente son ellos quienes están desempeñando una labor supletoria en la transmisión de la fe y de los valores que han configurado la institución natural de la familia. Por esto y por otras muchas razones, los abuelos siguen siendo un gran tesoro de humanidad en todas las tradiciones culturales.

En África se dice que, cuando muere un anciano “ha desaparecido una biblioteca”. Los mayores allí son los custodios de la memoria colectiva. En cambio, en Occidente, nadie quiere parecer viejo y se ha perdido el respeto a la “vejez venerable”.

Pero para un cristiano no está pasado de moda el cuarto mandamiento de la ley de Dios: “honrar al padre y a la madre”, por mucho giro antropológico y cultural que pretendan dar a la familia los poderosos de turno en función de sus intereses políticos e ideológicos.

El reconocimiento universal de este mandamiento conlleva el amor de los hijos a los padres, manifiesta la vinculación entre las generaciones y hace que los mayores se sientan seguros y que no sean considerados un objeto inútil y embarazoso.

Por eso, honrar a los padres supone también honrarles cuando lleguen a ser abuelos, acogiéndolos, asistiéndolos y valorando todas sus cualidades.

Es necesario crear una nueva mentalidad respecto de nuestros mayores. En primer lugar, hace falta considerar al anciano en su dignidad de persona. Luego hay que procurarle una inserción efectiva en el entramado social. No son un peso para la sociedad, sino una fuente de sabiduría y armonía que puede contribuir al bien común.

Finalmente, no sólo se trata de organizar actividades de ocio para la tercera edad, sino de procurarles una asistencia rica en humanidad e impregnada de valores auténticos.

La tradición cristiana hace coincidir la fiesta litúrgica de san Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María, con la celebración del “día de los abuelos”. Recordemos en esta efeméride el mensaje que Benedicto XVI dirigió a todos los abuelos del mundo desde Valencia, España, en el V Encuentro Mundial de las Familias 2006:

“Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser –y son tantas veces– los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias.

Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”.

Publicado el martes 26 de julio de 2011 en ZENIT.org

San Joaquín y santa Ana, santidad conyugal y familiar

Nada dicen los evangelios sobre los padres de la Virgen María. No sabemos, siquiera, si vivían cuando nació Jesús. Joaquín y Ana son reconocidos por la tradición como padres de la Madre de Dios, y, además, considerados santos.

La santidad no queda reducida a gentes que realizaron grandes prodigios ante los ojos atónitos de multitudes, sino que Dios se sigue deleitando en la sencillez de corazones generosos, que gastaron su vida con dedicación y entrega.

La discreción es una nota distintiva de las cosas de Dios, una manera de significar que lo esencial sigue siendo invisible a tanta torpeza humana, sin volúmenes de análisis, dialécticas o razonamientos grandilocuentes.

María, la hija de Joaquín y de Ana, había de ser la llena de gracia. Sólo en la lógica de Dios podemos entender esa predisposición que depositaría Él en los corazones de sus padres.

En el silencio de sus días, ellos gastaron su tiempo y sus esfuerzos en educar, formar y amar a la que sería Madre de Dios. No sabemos si tuvieron revelaciones privadas, o anticipos de aquello que Dios quería para su hija María.

En lo cotidiano, en lo más ordinario de sus vidas, Joaquín y Ana fueron descubriendo esa sombra de la divinidad, que iba apoderándose del corazón de la Virgen.

No veamos, ante cada llamada de Dios, un capricho o una amenaza a nuestra libertad. Sólo Dios sabe lo que más necesitamos, y lo que puede hacernos más felices. Si con Él alcanzamos la plenitud de la dicha, ¿por qué resistirnos a su gracia?

En la santidad de Joaquín y de Ana, abuelos de Jesús, hemos de ver la conformidad con los planes de Dios, adelantándonos, como ellos lo hicieron, en el amor.

Tal vez, san Joaquín y santa Ana, enseñaron a su hija, entresacándolo de algún salmo de la Escritura, aquello que dijo la Virgen en Nazaret: “Hágase en mí según tu Palabra”.

Lañas diarias www.mater-dei.es