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EE.UU. sin la historia de España
«Lo que se está produciendo es una perversa alianza de la ignorancia con la ingratitud, además de confusas motivaciones ideológicas. En este breve resumen, cuentan las autoridades españolas y los norteamericanos de buena fe con munición suficiente para contrarrestar tan ignominioso movimiento»
Por Borja Cardelús, Presidente de la Fundación Civilización Hispánica. Actualizado:
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Ahora que se encuentra sometida a un proceso de destrucción salvaje la herencia de España en Estados Unidos, conviene pasar revista a lo que la nación americana sería sin ella, bastando para ello con el rastreo de sus vestigios.
El primero, y acaso el menos importante, la toponimia. Estados Unidos se halla plagado de nombres españoles, y los exhiben estados como Florida, California, Texas, Arizona o Colorado, así como ciudades como San Francisco, Los Ángeles, San Diego o San Antonio, además del incontable número de pueblos, calles y plazas que lucen nombres españoles, como Cabo Cañaveral.
Es significativa la relación de monumentos, fuertes, iglesias y misiones españolas que jalonan el territorio de los Estados Unidos, como el formidable castillo de San Marcos en San Agustín, o la admirable cadena de misiones de California, así como los cascos históricos de las ciudades fundadas por España, como Santa Fe o Albuquerque, todas ellas de diseño y arquitectura españoles.
Tampoco habría ocurrido la epopeya de las exploraciones españolas en Norteamérica, desde Ponce de León, el primer europeo en pisar su suelo; Cabeza de Vaca no hubiera culminado el más fabuloso viaje a pie de la historia, recorrer de parte a parte el sur de los Estados Unidos realizando curaciones milagrosas; Hernando de Soto no habría explorado el Este ni avistado el Misisipi, ni Vázquez de Coronado Texas y Nuevo México, y Juan de Oñate no hubiera culminado el definitivo asentamiento de España en toda la región del Suroeste.
Más relevante es que, sin España, hoy no habría indios en Estados Unidos. Esos que están derribando las estatuas de Colón, y no digamos de Junípero Serra o Juan de Oñate, son descendientes de aquellos indios que fueron salvados gracias al esfuerzo de España, de sus misioneros y sus colonizadores.
Las Leyes de Indias los protegieron y respetaron sus tierras, y las misiones fundadas de costa a costa los incorporaron a la civilización occidental grecorromana, adiestrándolos en oficios, técnicas, religión, lengua y cultura. Cuando España abandonó el territorio y penetraron los angloamericanos, los indios fueron despojados de sus tierras, como sucedió en el Este, donde por ello se extinguieron del todo los nativos.
Pero en las áreas españolas pudieron sobrevivir, gracias a que ya eran carpinteros, albañiles, campesinos, ganaderos y otros oficios, que habían aprendido en las cientos de misiones fundadas por Junípero Serra y tantos otros frailes desde California a Florida.
Hoy, los tribunales de justicia norteamericanos están devolviendo las tierras que les fueron arrebatadas tras la salida de España, y lo hacen al amparo de las Leyes de Indias, el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, y las concesiones otorgadas por el Rey de España, y son afortunadas las tribus que conservan esos títulos, tan antiguos como valiosos.
El western, divulgado por Hollywood como gran seña de identidad de los Estados Unidos, no hubiera existido. Porque el mundo del cow boy, con el vestuario vaquero, la vaca, el caballo, la montura, las espuelas, el sombrero, el rancho y el manejo ganadero, es una réplica exacta del modelo ecuestre y ganadero de las Marismas del Guadalquivir, trasplantado al Oeste y popularizado por el cine.
En puridad, John Wayne es un vaquero de las marismas con un par de pistolas, y ese modelo es radicalmente distinto al de granjero a pie y recogida de heno que trasladaron los pioneros ingleses al Este.
Tampoco Texas o Nuevo México hubieran alcanzado su pujanza ganadera de no ser por las vacas, ovejas y caballos importados desde España. Y California no sería la potencia vinícola que es gracias a las uvas misioneras, que introdujeron los frailes españoles en las misiones.
La lengua española no sería la segunda más hablada en Estados Unidos, ni tampoco la población hispana ascendería a los 55 millones actuales, de no ser por los núcleos españoles iniciales de Florida, Luisiana y el Suroeste, el genuino embrión hispano de Estados Unidos, con el cortejo cultural inherente de religión, lengua, carácter, filosofía de vida, fiestas, sentido familiar, solidaridad y generosidad, los rasgos generales del modo de ser hispano.
Los esclavos negros de las plantaciones inglesas de Carolina y Georgia no hubieran contado con la luz de libertad que para su penosa vida significó la proximidad de la Florida española.
Anhelaban evadirse y penetrar en ella, porque la monarquía española les otorgaba el status de hombres libres, e incluso les construyó un fuerte para alojarse, el fuerte Mosé, refugio de los que lograban escapar de las garras inglesas de la esclavitud, y todo un símbolo porque es el primer asentamiento de negros libres en los Estados Unidos.
Los Estados Unidos no hubieran podido independizarse de Inglaterra en 1783, como reconoció el comandante de las fuerzas secesionistas, George Washington, cuando expresó que sin el concurso de España la independencia sería imposible.
España ayudó primero a Washington con armas, pólvora, ropa militar y dinero, y luego con ayuda militar directa, cuando el joven Bernardo de Gálvez expulsó a los ingleses del Misisipi y el golfo de México, y puso ambos territorios a disposición de los rebeldes norteamericanos.
Hoy California sería territorio soberano de Rusia, y no de Estados Unidos, porque España penetró en California precisamente para frenar la expansión rusa. Carlos III dio la orden de ocupar California, lo que se logró en una brillante acción, y España se asentó y desplazó a los rusos, que venían descendiendo desde el Norte.
Y cuando España se marchó de California y la heredó México, a los Estados Unidos les costó poco trabajo expulsar a los mexicanos, pero no hubieran podido hacerlo con la potente Rusia, y hoy en California no se hablaría inglés.
Medítese ahora si existen razón y justicia para derribar las estatuas españolas, sus símbolos, sus calles y el resto de su legado en los Estados Unidos. Lo que se está produciendo es una perversa alianza de la ignorancia con la ingratitud, además de confusas motivaciones ideológicas.
En este breve resumen, cuentan las autoridades españolas y los norteamericanos de buena fe con munición suficiente para contrarrestar tan ignominioso movimiento.
https://www.abc.es/opinion/abci-borja-cardelus-eeuu-sin-historia-espana-202006212307_noticia.html