Aprender un modo nuevo de estar presentes

May 15, 2013

nuevas formasJosé Luis Restán
14/05/2013
PaginasDigital.es

El debate en torno a la libertad religiosa, su alcance, significado y valor para la convivencia civil, hierve estos días en la ciudad de Milán.

Para el próximo 15 de mayo se espera la llegada del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que con motivo de la celebración del 1.700 aniversario del Edicto de Milán pronunciará una lección sobre dicho tema en el Palacio Real, y posteriormente participará en una oración ecuménica en la Basílica de San Ambrosio junto a su anfitrión, el cardenal Angelo Scola.

En la presentación pública de estos actos Scola ha explicado que Europa está viviendo una transición en la que se experimenta algo así como los dolores de un parto. Los europeos (creyentes y no creyentes) nos vemos en la necesidad de repensar nuestra propia fisonomía, que en cualquier caso va a estar marcada por la inter-religiosidad y la inter-culturalidad.

Con su franqueza habitual, compatible con una exquisita precisión, el purpurado milanés ha advertido que esto será así «nos guste o no nos guste», lo que implicará para todos los sujetos sociales la necesidad de aprender a vivir en un contexto nuevo. Y aprender siempre es fatigoso.

Mirando hacia Oriente, una perspectiva que conoce muy bien y en la que está fuertemente implicado a través de la Fundación OASIS, Scola ha denunciado el fundamentalismo como un fenómeno en el que diversos poderes actúan como parásitos de la religión pervirtiéndola, y ha señalado que allí es preciso trabajar para que crezca el aprecio y la apertura a las diversas expresiones religiosas, por ejemplo eliminando leyes como la de la Blasfemia.

En cuanto al mundo occidental la urgencia consiste en superar la reticencia hacia el fenómeno religioso y la ambigüedad de algunas concepciones de la laicidad que terminan por crear un clima poco propicio a la auténtica libertad religiosa. Y esto se traduce en daño y empobrecimiento de la convivencia.

Una vez más Scola ha querido explicar el concepto que ha acuñado como «mestizaje cultural», subrayando que no puede ser entendido como sincretismo, como un espacio de confusión religiosa. Se trata por el contrario de «aprender a vivir en una sociedad plural, a través de una narración recíproca de la propia experiencia de cada uno, en un ámbito de libertad y mutuo respeto».

El cardenal ha reconocido que se trata de una empresa compleja, y en este sentido ha subrayado que advierte una gran fatiga en el mundo católico a la hora de buscar su propio lugar, un modo adecuado de estar dentro de la sociedad plural con su propio rostro y en diálogo con todos. Aunque a continuación ha señalado que esta dificultad no afecta sólo a los católicos sino a los diversos sujetos sociales.

«Debemos aprender a vivir valorando el bien práctico que supone estar juntos», ha remachado Scola, señalando a los responsables públicos la tarea de transformar este bien práctico de la convivencia en decisiones políticas concretas.

La idea más repetida en su comparecencia ha sido la necesidad y la fatiga de aprender un nuevo modo de estar presentes en este momento convulso de la historia. Para los católicos este es un desafío que debe afrontarse sin temores ni prejuicios, con la imaginación que nace de la potente experiencia humana de la fe. «Como católicos sabemos que nuestro campo es el mundo, no tenemos bastiones que defender sino caminos que recorrer para ir al encuentro de lo humano».

No es difícil reconocer la profunda sintonía con la invitación del papa Francisco a salir de nuestro perímetro de seguridad para alcanzar las periferias existenciales de nuestro mundo.


Maná y Vivencias Pascuales (46)

May 15, 2013

Miércoles de la 7ª semana de Pascua

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Como el agua de la lluvia produce efectos distintos en la naturaleza, así es el Espíritu Santo

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DECENARIO DEL ESPÍRITU SANTO

SÉPTIMO DÍA

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Textos bíblico-litúrgicos.- Entrada: Sal 46, 2; 1era lectura: Hch 20, 28-38; Salmo: 67, 29-30.33-36; Aleluya: Jn 17, 17; Evangelio: Jn 17, 11b-19; Comunión: Jn 15, 26-27.

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ANTÍFONA DE ENTRADA.- Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de jubilo. Aleluya.

CONTINÚAN LOS RELATOS DE LAS DESPEDIDAS

Jesús regresa al Padre y ruega por los discípulos

Padre Santo, guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste y los custodiaba. Ahora voy a ti. Como tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo. Y por ellos me consagro yo para que también ellos sean consagrados en la verdad.

Pablo debe llevar adelante la misión recibida

Ahora los encomiendo a Dios y a su Palabra portadora de su gracia, que tiene eficacia para edificar sus personas y entregarles la herencia junto a todos los santos. Dicho esto, Pablo se arrodilló con ellos y oró. Entonces empezaron todos a llorar y le besaban abrazados a su cuello. Todos estaban muy afligidos porque les había dicho que no le volverían a ver. Después lo acompañaron hasta el barco.

ORACIÓN COLECTA

Padre, lleno de amor, concede a tu Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, dedicarse plenamente a tu servicio y vivir unida en el amor, según tu voluntad. Por nuestro Señor.

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PRIMERA LECTURA, Hch 20, 28-38

En aquellos días decía Pablo a los principales de la Iglesia de Éfeso: Cuiden de sí mismos y de todo el rebaño que el Espíritu Santo les ha encargado cuidar como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

Sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos voraces que no tendrán piedad del rebaño. De entre ustedes mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas falsas e intentarán arrastrar a los discípulos tras sí. Estén, pues, atentos, y recuerden que durante tres años no he dejado de aconsejar a cada uno de ustedes noche y día, incluso entre lágrimas.

Ahora los encomiendo a Dios y a su Palabra portadora de su gracia, que tiene eficacia para edificar sus personas y entregarles la herencia junto a todos los santos. De nadie he codiciado plata, oro o vestidos. Miren mis manos: con ellas he conseguido lo necesario para mí y para mis compañeros, como ustedes bien saben.

Con este ejemplo les he enseñado claramente que deben trabajar duro para ayudar a los débiles. Recuerden las palabras del Señor Jesús: Hay mayor felicidad en dar que en recibir.

Dicho esto, Pablo se arrodilló con ellos y oró. Entonces empezaron todos a llorar y le besaban abrazados a su cuello. Todos estaban muy afligidos porque les había dicho que no le volverían a ver. Después lo acompañaron hasta el barco.

SALMO 67, 29-30.33-36

Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que manifestaste con nosotros. A tu templo de Jerusalén, traigan los reyes su tributo.

Reyes de la tierra, canten a Dios, toquen para el Señor, que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos; que lanza su voz, su voz poderosa: Reconozcan el poder de Dios.

Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito!

ACLAMACIÓN Jn 17, 17.- Tu palabra, Señor, es verdad; conságralos en la verdad.

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EVANGELIO Jn 17, 11b-19

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo: Padre Santo, guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.

Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste y los custodiaba, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto al mundo, para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo. Y por ellos me consagro yo para que también ellos sean consagrados en la verdad.

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COMUNIÓN Jn 15, 26-27.- Cuando venga el Paráclito, que les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y también ustedes darán testimonio, dice el Señor. Aleluya.

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DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.

DÍA SÉPTIMO

Hemos de vivir de la fe, pues el justo vive de fe. Es lo mismo que vivir según el Espíritu. Ojalá se pudiera decir de cada uno de nosotros lo que escribía hace siglos san Basilio, padre de la iglesia oriental: de la misma manera que los cuerpos transparentes y nítidos, al recibir los rayos de luz, se vuelven resplandecientes e irradian brillo, las almas que son llevadas por el Espíritu Santo se vuelven también ellas espirituales y llevan a los demás la luz de la gracia.

Del Espíritu Santo proviene el conocimiento de las cosas futuras, la inteligencia de los misterios, la comprensión de las verdades ocultas, la distribución de los dones, la ciudadanía celeste, la conversación con los ángeles. De él, la alegría que nunca termina, la perseverancia en Dios y, lo más sublime que se pueda pensar o desear: que el hombre llegue a ser como Dios.

Señor Jesús, tú que prometiste darnos el Espíritu Santo para que nos lo enseñara todo y nos fuera recordando todo lo que nos habías dicho, envíanos este Espíritu para que ilumine nuestra fe.

ORACIÓN FINAL

Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.

Quema, Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.

Te pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.

Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén.

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PREFACIO PASCUAL para después de la Ascensión que acentúa la espera del Espíritu

Es justo y necesario darte gracias… por Jesucristo, tu Hijo, Señor del universo,

el cual, habiendo entrado una vez para siempre en el santuario del cielo,

ahora intercede por nosotros,

como mediador que asegura la perenne efusión del Espíritu.

Pastor y obispo de nuestras almas, no invita a la plegaria unánime,

a ejemplo de María y los Apóstoles, en la espera de un nuevo Pentecostés…

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De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo

El agua viva del Espíritu Santo

El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. Una nueva clase de agua que corre y salta; pero que salta en los que son dignos de ella.

¿Por qué motivo se sirvió del término agua, para denominar la gracia del Espíritu? Pues, porque el agua lo sostiene todo; porque es imprescindible para la hierba y los anima­les; porque el agua de la lluvia desciende del cielo, y además, porque desciende siempre de la misma forma y, sin embargo, produce efectos diferentes: Unos en las palmeras, otros en las vides, todo en todas las cosas. De por sí el agua no tiene más que un único modo de ser; por eso, la lluvia no transforma su na­turaleza propia para descender en modos distintos, sino que se acomoda a las exigencias de los seres que la reciben y da a cada cosa lo que le corresponde.

De la misma manera, también el Espíritu Santo, aunque es único, y con un solo modo de ser, e indivisible, reparte a cada uno la gracia según quiere. Y así como un tronco seco que recibe agua germina, del mismo modo el alma pecadora que, por la penitencia, se hace digna del Espíritu Santo, produce frutos de santidad. Y aunque no tenga más que un solo e idéntico modo de ser, el Espíritu, bajo el impulso de Dios y en nombre de Cristo, produce múltiples efectos.

Se sirve de la lengua de unos para el caris­ma de la sabiduría; ilustra la mente de otros con el don de la profecía; a éste le concede poder para expulsar los demonios; a aquél le otorga el don de interpretar las divinas Es­crituras. Fortalece, en unos, la templanza; en otros, la misericordia; a éste enseña a prac­ticar el ayuno y la vida ascética; a aquél, a dominar las pasiones; al otro, le prepara para el martirio. El Espíritu se manifiesta, pues, distinto en cada uno, pero nunca distinto de sí mismo, según está escrito: En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Llega mansa y suavemente, se le experi­menta como finísima fragancia, su yugo no puede ser más ligero. Fulgurantes rayos de luz y de conocimiento anuncian su venida. Se acerca con los sentimientos entrañables de un auténtico protector: pues viene a salvar, a sanar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar el alma primero, de quien lo recibe; luego mediante éste, las de los demás.

Y, así como quien antes se movía en tinie­blas, al contemplar y recibir la luz del sol en sus ojos corporales, es capaz de ver claramente lo que poco antes no podía ver, de este modo, el que se ha hecho digno del don del Espíritu Santo, es iluminado en su alma y, elevado sobrenaturalmente, llega a percibir lo que antes ignoraba (Catequesis 16, sobre el Espíritu Santo, 1,11-12.16: PG 33, 931-935.939-942).

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