El Vaticano envía a los católicos 46 preguntas para el Sínodo de 2015

diciembre 15, 2014
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Asamblea sinodal

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Una «amplia consulta» para facilitar la «recepción» y la «profundización» de la relación final de la reunión extraordinaria de octubre de este año: no hay que comenzar desde cero con respecto al cambio pastoral. También hay cuestiones sobre los divorciados y sobre la homosexualidad
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El Vaticano publicó hoy 46 preguntas que la Secretaría general del Sínodo de los obispos enviará a todas las conferencias episcopales para llevar a cabo una «amplia consulta» dirigida a todos los católicos del mundo en vista del Sínodo ordinario que se llevará a cabo en 2015, el segundo después del Sínodo extraordinario que concluyó en octubre de este año y que, por voluntad de Papa Francisco, estuvo dedicado al tema de la familia.

Las preguntas, acompañadas por la relación final del encuentro sinodal (la “Relatio synodi”), son las líneas guía, es decir el documento preparatorio para los trabajos del año que viene.

El objetivo de las nuevas preguntas (el comunicado del ente vaticano dirigido por el cardenal Lorenzo Baldisseri evitó utilizar el término “cuestionario” que se usó en noviembre de 2013 para las preguntas enviadas en vista del primer Sínodo extraordinario) es facilitar la «recepción» de la “Relatio synodi” y la «profundización de los temas en ella tratados», sin excluir los que no alcanzaron las dos terceras partes de los votos durante la votación del sínodo de octubre (es decir la cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar y el párrafo dedicado a las personas homosexuales).

Las preguntas «pretenden facilitar el debido realismo en la reflexión de cada uno de los episcopados –se lee en el documento publicado hoy en italiano y que será enviado en diferentes lenguas a las conferencias episcopales–, evitando que sus respuestas puedan ser ofrecidas según esquemas y perspectivas propias de una pastoral meramente aplicativa de la doctrina, que no respetaría las conclusiones de la Asamblea sinodal extraordinaria, y alejaría su reflexión del camino ya trazado».

El documento, que cita ampliamente la constitución del Concilio Vaticano II “Gaudium et Spes” y la exhortación apostólica de Papa Francisco “Evangelii Gaudium”, parte de una pregunta previa: «¿La descripción de la realidad de la familia presente en la “Relatio synodi” corresponde a lo que se identifica en la Iglesia y en la sociedad de hoy? ¿Cuáles aspectos que faltan pueden ser integrados?».

Las cuestiones van siguiendo el orden de la “Relatio synodi”, empezando por el «contexto y los desafíos de las familias», para pasar al «Evangelio de la familia» («¿Cuáles son las iniciativas para dar a comprender el valor del matrimonio indisoluble y fecundo como camino para la plena realización personal?»), es la pregunta número 17), sección que concluye subrayando que «después de haber considerado la belleza de los matrimonios bien logrados y de las familias sólidas, y de haber apreciado el testimonio generoso de los que han permanecido fieles al vínculo a pesar de haber sido abandonados por el cónyuge, los pastores reunidos en Sínodo se preguntaron (abierta y valientemente, aunque no sin preocupación y cautela) qué mirada debería tener la Iglesia sobre los católicos que están unidos solamente por un vínculo civil, sobre los que todavía conviven y sobre los que después de un válido matrimonio se divorciaron y se volvieron a casar por lo civil» («¿Cómo ayudar a comprender que nadie está excluido de la misericordia de Dios y cómo expresar esta verdad en la acción pastoral de la Iglesia hacia las familias, en particular a las heridas y frágiles?», es la pregunta 20).

El documento después reflexiona, en la tercera y última parte, sobre las «perspectivas pastorales», subrayando que «es importante dejarse guiar por el cambio pastoral que el Sínodo extraordinario ha comenzado a delinear, arraigándose en el Vaticano II y en el magisterio del Papa Francisco.

A las Conferencias Episcopales compete continuar y profundizarla, involucrando de la manera más oportuna a todos los elementos eclesiales, concretizándola en su contexto específico. Es necesario hacer todo lo posible para que no se vuelva a empezar desde cero, sino que se asuma el camino ya emprendido por el Sínodo extraordinario como punto de partida».

Entre las diferentes preguntas se incluyen también las que se relacionan con los párrafos 52 (el debate sobre la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar) y 55 (sobre la homosexualidad) que, con el párrafo 53 (sobre la comunión espiritual), no alcanzaron el quórum de las dos terceras partes en octubre: «La pastoral sacramental para con los divorciados que se han vuelto a casar requiere una mayor profundización, evaluando también la práctica ortodoxa y teniendo en cuenta la “distinción entre la situación objetiva de pecado y las circunstancias atenuantes” (n. 52)

¿Cuáles son las perspectivas en las que se podría actuar? ¿Cuáles serían los posibles pasos? ¿Qué sugerencias se podrían hacer para obviar formas de impedimentos no debidas o innecesarias?», es la pregunta número 38.

«¿De qué manera la comunidad cristiana dirige su atención pastoral hacia las familias que tienen en su seno personas con tendencia homosexual? Evitando cualquier discriminación, ¿cómo se puede cuidar a las personas en tales situaciones a la luz del Evangelio? ¿Cómo proponer sus exigencias de la voluntad de Dios sobre su situación?», es la pregunta número 40.

Entre otras cuestiones, también figuran las que se relacionan con el tema de la vida, incluida la interrupción de los embarazos («¿De qué manera la Iglesia combate la plaga del aborto promoviendo la cultura de la vida?», pregunta 44) y los anticonceptivos (pregunta 41 sobre la “Humanae vitae” y el diálogo con la ciencia).

El resultado de esta nueva consulta será enviado «a la Secretaría general del Sínodo de los obispos antes del 15 de abril de 2015, para que pueda ser estudiado y evaluado en la preparación del Instrumentum laboris que será publicado antes del verano».

Justamente hoy, además, salió de las prensas el libro editado por el padre Antonio Spadaro “La familia y el futuro”, con todos los documentos del Sínodo extraordinario.

«La familia es la comunidad de amor en la que cada persona aprende a relacionarse con los demás y con el mundo», escribió hoy el Papa en su cuenta de Twitter.

Vatican Insider/ 09 diciembre 2014


El maná de cada día, 15.12.14

diciembre 15, 2014

Lunes de la 3ª semana de Adviento

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Señor, instrúyeme en tus sendas

Señor, instrúyeme en tus sendas

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PRIMERA LECTURA: Números 24, 2-7.15-17a

En aquellos días, Balaán, tendiendo la vista, divisó a Israel acampado por tribus.

El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: «Oráculo, de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: ¡Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel!

Como vegas dilatadas, como jardines junto al río, como áloes que plantó el Señor o cedros junto a la corriente; el agua fluye de sus cubos, y con el agua se multiplica su simiente. Su rey es más alto que Agag, y su reino descuella.»

Y entonó sus versos: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza la constelación de Jacob, y sube el cetro de Israel.»
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SALMO 24, 4-5ab.6-7bc.8-9

Señor, instrúyeme en tus sendas.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
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Aclamación antes del Evangelio: Sal 84, 8

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

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EVANGELIO: Mateo 21, 23-27

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»

Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»

Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos «del cielo», nos dirá: «¿Por qué no le habéis creído?» Si le decimos «de los hombres», tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.»

Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»

Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
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El Papa Francisco:

Cuando en la Iglesia falta profecía, aparece el clericalismo

Homilía del 16 de diciembre de 2013 en la Domus Santa Marta

Cuando falta la profecía, el clericalismo ocupa su sitio, el rígido esquema de la legalidad que cierra la puerta en la cara al hombre. Por ello la oración para que, en la perspectiva de la Navidad, el espíritu de la profecía se haga sentir en el pueblo.

El Papa Francisco, en la misa celebrada el lunes 16 de diciembre, por la mañana, en la capilla de Santa Marta, quiso recordar que ser profetas es una vocación de todos los bautizados. Y lo hizo, como de costumbre, partiendo de la Palabra de Dios de la liturgia del día. El Pontífice repitió las palabras del libro de los Números (24, 2-7.15-17b) que describen la figura del profeta, «oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos penetrantes; oráculo del que escucha palabras de Dios». He aquí, explicó, «éste es el profeta»: un hombre «que tiene los ojos penetrantes y que escucha y dice las palabras de Dios; que sabe ver en el momento e ir hacia el futuro. Pero antes ha escuchado, ha oído, la Palabra de Dios».

Y, en efecto, «el profeta tiene dentro de sí estos tres momentos». Ante todo «el pasado: el profeta —dijo el Santo Padre— es consciente de la promesa y tiene en su corazón la promesa de Dios, la promesa está viva, la recuerda, la repite». Pero «luego mira al presente, mira a su pueblo y siente la fuerza del espíritu para decir una palabra que le ayude a levantarse, a seguir el camino hacia el futuro».

Por lo tanto, prosiguió el Papa, «el profeta es un hombre de tres tiempos: promesa del pasado, contemplación del presente, valentía para indicar el camino hacia el futuro». Y, recordó, «el Señor siempre cuidó a su pueblo con los profetas en los momentos difíciles, en los momentos que el pueblo estaba desalentado o destruido; cuando el templo ya no estaba; cuando Jerusalén se encontraba bajo el poder de los enemigos; cuando el pueblo se interrogaba: pero Señor, tú nos has prometido esto, ¿y ahora qué sucede?». Al respecto agregó: «Lo mismo tal vez sucedió en el corazón de la Virgen, cuando estaba al pie de la cruz: Señor, tú me dijiste que Él sería el liberador de Israel, el jefe, quien nos daría la redención. ¿Y ahora?».

«En ese momento del pueblo de Israel —continuó el Pontífice— era necesaria la intervención del profeta. Y no siempre el profeta es bien recibido. Muchas veces se le rechaza. Jesús mismo dice a los fariseos que sus padres mataron a los profetas porque decían cosas incómodas, decían la verdad, recordaban la promesa». Pero, afirmó el Papa, «cuando falta la profecía en el pueblo de Dios, falta algo: falta la vida del Señor».

Un ejemplo es la historia del joven Samuel que, «mientras dormía, había oído la llamada del Señor pero no sabía de qué se trataba. Y la Biblia lo dice: en aquellos tiempos “era rara la palabra del Señor y no eran frecuentes las visiones”» (1 Libro di Samuel 3, 1). Era un tiempo en el que «Israel no tenía profetas». Pero, hizo notar el Obispo de Roma, «lo mismo sucede cuando viene un profeta y el pueblo no le recibe», como se lee en el pasaje del Evangelio de Mateo (21, 23-27).

«Cuando no hay profecía —comentó— se pone el acento en la legalidad. Y estos sacerdotes fueron a Jesús a pedirle la certificación de legalidad: ¿Con qué autoridad haces estas cosas?». Es como si hubiesen dicho: «Nosotros somos los dueños del templo; ¿con qué autoridad haces estas cosas?». En realidad «no comprendían las profecías, habían olvidado la promesa. No sabían leer los signos del momento, no tenían ni ojos penetrantes ni oído para la Palabra de Dios. Sólo tenían la autoridad».

Así «en el tiempo de Samuel, cuando la Palabra del Señor era rara y las visiones no eran frecuentes, era lo mismo. La legalidad y la autoridad». Y sucedía esto porque «cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que deja lo ocupa el clericalismo. Es precisamente este clericalismo que pregunta a Jesús: ¿con qué autoridad haces estas cosas, con qué legalidad?». Así, «la memoria de la promesa y la esperanza de seguir adelante se reducen sólo al presente: ni pasado ni futuro y esperanza». Es como si para seguir adelante valiese sólo lo que es «presente», lo que es «legal».

Cierto, explicó el Papa, «tal vez el pueblo de Dios que creía, que iba a rezar al templo, lloraba en su corazón porque no encontraba al Señor. Faltaba la profecía. Lloraba en su corazón como lloraba Ana, la mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo».

Esa fecundidad, indicó el Pontífice, «que viene de la fuerza de Dios, cuando Él despierta en nosotros la memoria de su promesa y nos impulsa hacia el futuro con la esperanza. Éste es el profeta. Éste es el hombre de ojo penetrante y que escucha las palabras de Dios».

El Papa Francisco concluyó su homilía proponiendo «una oración en estos días que nos preparamos para el Nacimiento del Señor». Una oración al Señor para que —invocó— «no falten profetas en tu pueblo. Todos nosotros, bautizados, somos profetas. Señor, que no olvidemos tu promesa; que no nos cansemos de seguir adelante; que no nos cerremos en las legalidades que cierran las puertas. Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdale con el espíritu de profecía».

http://www.vatican.va

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EL ADVIENTO DE TU DÍA A DÍA

La liturgia del Adviento se va revistiendo de una intensidad única y sobrecogedora a medida que se van acercando los días de la celebración del nacimiento del Verbo.

Es difícil sintonizar interiormente con esta gozosa espera del Adviento cuando seguimos entreteniendo el corazón con las mil bagatelas de ese activismo descontrolado que distrae nuestra vida de lo esencial.

Seguimos enredados una y otra vez en ese ovillo de preocupaciones y afanes de nuestro día a día, sin que acertemos a poner en ellos un poco de ese Dios al que decimos que amamos por encima de todo.

Y así, se nos pasan, quizá, los días de nuestra vida, como flor que se deshoja entre los dedos, sin que hayamos gustado al menos un poco de su más suave aroma.

Decimos que el Adviento es espera de Dios y, en realidad, es el Señor quien nos espera desde siempre en su Adviento eterno. Nuestro Adviento litúrgico nos recuerda ese otro Adviento de Dios, que espera allá en la eternidad, en la otra orilla de la vida, adonde llegaremos vacíos de todas esas cosas y afanes que aquí tanto nos entretienen.

Si la liturgia de estos días clama deseosa ¡Ven, Señor!, qué será el deseo de ese Dios que, porque te espera desde siempre, te dice ¡ven! en cada uno de los instantes del día.

Vive pausado el adviento de cada momento de tu jornada pues, en las cosas y personas que llenan tu día a día, Dios sigue esperándote para encontrarse contigo.

En medio de los trajines que llenen hoy tu jornada, acuérdate de parar el corazón y deja que se escape de él ese ¡Ven, Señor! que anima los ritmos litúrgicos del Adviento.

Vive ese pequeño adviento de tu día a día, avivando en ti la presencia de ese Dios que debe llenar desde dentro todas tus cosas y afanes.

Que cada minuto de este día sea un pequeño adviento en el que abraces a ese Dios que espera de ti ese poco de amor y de intimidad que tú sepas ofrecerle como pesebre.

Mater Dei