China revela cifra de abortos: 13 millones al año

febrero 13, 2015

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Niños chinos

Niños chinos, la vida que sonríe y triunfa

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PEKÍN, 28 Ene. 15 / 05:47 pm (ACI/EWTN Noticias).- En una nota en la que también informan sobre la enorme suma de dinero que utilizan para distribuir anticonceptivos en el país, el gobierno de China dio a conocer la alarmante cifra de abortos que se realizan en esta nación asiática: 13 millones al año.

Según afirma el periódico oficial de China, el Diario del Pueblo en su versión en español, son 13 millones los abortos a pedido que se realizan en China, de los cuales el 62 por ciento se practican en mujeres cuyas edades están entre 20 y 29 años, la mayoría de ellas solteras.

Las cifras las dio a conocer el Centro de Investigación de Tecnología bajo la Comisión Nacional de Planificación Familiar y de la Salud de China.

Además, esta misma comisión indicó que entre los años 2006 y 2010 se gastó en China la astronómica cifra de 402,5 millones de dólares para distribuir anticonceptivos en todo el país.

Sobre los millones de niños que mueren en China antes de nacer, Qi Rongyi, médico jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia en un hospital de Tianjin, dijo que «el número de abortos podría ser mucho más alto” ya que «estas estadísticas contienen datos de instituciones médicas registradas y no incluyen los abortos realizados en clínicas no registradas».

El doctor también explicó que el número de adolescentes menores de 16 años que abortan se ha incrementado en un 30 por ciento.

La política del hijo único en China

Hace 35 años entró en vigor la política del hijo único en China, que obliga a las familias a tener un solo hijo o enfrentar duras sanciones. En este tiempo, 400 millones de niños han muerto por abortos forzados como parte de este programa del gobierno comunista.

En un artículo publicado a finales de 2014, Steven Mosher, presidente del Population Research Institute (PRI), recordó que los primeros niños víctimas de la política abortista del hijo único en China “tendrían hoy 35 años de edad”. Mosher fue uno de los primeros en denunciar los abusos de este programa a nivel mundial.

En su escrito, titulado “Esto es por los niños perdidos de China”, Steven Mosher pidió oraciones “por ellos y por sus madres, muchas de las cuales fueron llevadas a los centros de salud del Estado a la fuerza o con amenazas, para hacerse los abortos que nunca quisieron y que ahora lamentan profundamente”.

Mosher lamentó que “aun cuando la fecundidad de las mujeres sigue reduciéndose peligrosamente en docenas de países en todo el mundo, el mito de la sobrepoblación subsiste en las mentes y en las decisiones concretas. Las políticas públicas que denigran y socavan la vida humana van en aumento”.

El líder pro-vida alentó a unirse “a esta gesta histórica para detener esta matanza”, al tiempo que pidió donativos para sostener la actividad del Population Research Institute.

Las donaciones para el Population Research Institute, que son deducibles de impuestos en Estados Unidos, pueden realizarse a través del sitio web http://pop.org/donate/options

Aborto selectivo mata a más mujeres

En septiembre de 2013 la Presidenta de Derechos de la Mujer Sin Fronteras, Reggie Littlejohn, denunció que «algunos abortos forzados son tan violentos que las propias mujeres mueren (…) junto con sus bebés”, y las esterilizaciones forzadas «dan lugar a complicaciones de salud de por vida».

Littlejohn explicó que el aborto selectivo por sexo da lugar a que «un estimado de 37 millones de hombres chinos nunca se casarán, porque sus futuras esposas fueron eliminadas de forma selectiva”, y este desequilibrio en la demografía «promueve de manera poderosa la trata de mujeres y la esclavitud sexual» en todo el sudeste de Asia.

Incluso el Departamento de Estado de Estados Unidos reconoce que «la tradicional preferencia por los hijos varones, (y) políticas de reducción de natalidad» en China es un factor casi determinante de tener «la tasa más alta de suicidio femenino de cualquier país del mundo, aproximadamente 590 mujeres al día”, indicó.

«El aborto forzado destroza a las mujeres psicológicamente», expresó Littlejohn, e instó a aquellos que se oponen a la política, a que ayuden a las mujeres en el país a resistir a aquellos que las obligan a abortar o a abandonar a sus hijas”.

En China hay “119 niños nacidos por cada 100 niñas», además, las bajas tasas de fertilidad, entre «1.5 a 1.7 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo de 2.1 «, son la creación de una sociedad que «está envejeciendo”.

La organización que preside Littlejohn tradujo un artículo de una mujer de la provincia de Guangdong en el sur de China, Lili Zeng, que fue publicado recientemente en el sitio de noticias chino Tianya, donde relata que «dos días antes que naciera mi bebé, siete funcionarios de planificación familiar me detuvieron y me forzaron a abortarlo por medio de una inyección, porque no tenía un permiso de nacimiento».

En 2012, el activista ciego pro-vida Chen Guangcheng fue noticia internacional por escapar de arresto domiciliario en China y pedir ser llevado a los Estados Unidos.

Guangcheng ha trabajado para documentar los «horribles» casos de violaciones de los derechos humanos en relación a la política del hijo único en China, hablando en contra de esterilizaciones y abortos forzosos, así como otros «sufrimientos de los que no se habla», explicó Littlejohn en aquella oportunidad.

 

 


El maná de cada día, 13.2.15

febrero 13, 2015

Viernes de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

Effetá

Effetá



PRIMERA LECTURA: Génesis 3, 1-8

La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?»

La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: «No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.»»

La serpiente replicó a la mujer: «No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.»

La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió.

Entonces se le abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

Oyeron al señor que pasaba por el jardín a la hora de la brisa; el hombre y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.


SALMO 31, 1-2.5.6.7

Dichoso el que está absuelto de su culpa.

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa,» y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.


Aclamación antes del Evangelio: Hch 16, 14b

Abre, Señor, nuestros corazones, para que atendamos a las palabras de tu Hijo.


EVANGELIO: Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.

El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

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S.S. Benedicto XVI. Angelus del domingo 9 de septiembre de 2012

En el centro del Evangelio de hoy (Mc 7, 31-37) hay una pequeña palabra, muy importante. Una palabra que —en su sentido profundo— resume todo el mensaje y toda la obra de Cristo. El evangelista san Marcos la menciona en la misma lengua de Jesús, en la que Jesús la pronunció, y de esta manera la sentimos aún más viva. Esta palabra es «Effetá», que significa: «ábrete». Veamos el contexto en el que está situada.

Jesús estaba atravesando la región llamada «Decápolis», entre el litoral de Tiro y Sidón y Galilea; una zona, por tanto, no judía. Le llevaron a un sordomudo, para que lo curara: evidentemente la fama de Jesús se había difundido hasta allí. Jesús, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua; después, mirando al cielo, suspiró y dijo: «Effetá», que significa precisamente: «Ábrete». Y al momento aquel hombre comenzó a oír y a hablar correctamente (cf. Mc 7, 35).

He aquí el significado histórico, literal, de esta palabra: aquel sordomudo, gracias a la intervención de Jesús, «se abrió»; antes estaba cerrado, aislado; para él era muy difícil comunicar; la curación fue para él una «apertura» a los demás y al mundo, una apertura que, partiendo de los órganos del oído y de la palabra, involucraba toda su persona y su vida: por fin podía comunicar y, por tanto, relacionarse de modo nuevo.

Pero todos sabemos que la cerrazón del hombre, su aislamiento, no depende sólo de sus órganos sensoriales. Existe una cerrazón interior, que concierne al núcleo profundo de la persona, al que la Biblia llama el «corazón». Esto es lo que Jesús vino a «abrir», a liberar, para hacernos capaces de vivir en plenitud la relación con Dios y con los demás.

Por eso decía que esta pequeña palabra, «Effetá» —«ábrete»— resume en sí toda la misión de Cristo. Él se hizo hombre para que el hombre, que por el pecado se volvió interiormente sordo y mudo, sea capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y de esta manera aprenda a su vez a hablar el lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los demás.

Por este motivo la palabra y el gesto del «Effetá» han sido insertados en el rito del Bautismo, como uno de los signos que explican su significado: el sacerdote, tocando la boca y los oídos del recién bautizado, dice: «Effetá», orando para que pronto pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe.

Por el Bautismo, la persona humana comienza, por decirlo así, a «respirar» el Espíritu Santo, aquel que Jesús había invocado del Padre con un profundo suspiro, para curar al sordomudo.

http://www.vatican.va