Premio «Justo entre las Naciones» a un heroico sacerdote que salvó a 30 judíos

septiembre 20, 2011

P. Ottavio Posta

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La historia del sacerdote ha sido recuperada por la directora del Archivo Histórico Diocesano que ha descubierto documentos escritos por judíos que relatan la existencia del párroco.

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El pasado 15 de septiembre se entregó en Isola Maggiore la medalla de “Justo entre las Naciones” a la memoria del padre Ottavio Posta que, en junio de 1944, arriesgando su propia vida y con la ayuda de quince pescadores y cinco barcas, salvó a 30 judíos internados en el Castello Guglielmi, y los entregó a las tropas aliadas que ya habían alcanzado la otra orilla del lago Trasimeno en S. Arcangelo.

La historia del padre Ottavio se habría quedado entre las de los héroes desconocidos si la doctora Isabella Farinelli, directora del Archivo Histórico Diocesano de Perugia, no hubiese descubierto una serie de documentos en los que algunos judíos, que escaparon de la deportación, relataban la providencial asistencia del párroco de Isola Maggiore.

En una carta de agradecimiento enviada el 23 de agosto de 1944 al arzobispo de Perugia, monseñor Mario Vianello, y encontrada en el Archivo Histórico se relata que “el padre Ottavio Posta, párroco de la Isola Maggiore del Trasimeno, durante el periodo en el que estuvimos prisioneros en la isla por las leyes raciales, fue para nosotros de gran ayuda y consuelo”.

“Cuando el peligro acechaba mayormente por las amenazas de los alemanes contra nosotros, él con un gesto verdaderamente paterno y generoso, no sólo indujo a los isleños a transportarnos a la orilla donde ya estaban los ingleses, sino que él mismo afrontó, con nosotros, el peligro de la travesía sobre el lago, bajo el fuego de los cañones y de las ametralladoras; dando un brillante ejemplo a sus parroquianos y mereciendo nuestro más profundo reconocimiento”.

“Estaríamos muy agradecidos a Su Excelencia -concluye la carta- si quisiera hacerse intérprete con su palabra de nuestro agradecimiento al benemérito padre Ottavio Posta por su acto altruista y de buen pastor hacia los infelices oprimidos por leyes inhumanas”.

La carta está firmada por Bice Todros Ottolenghi, Giuliano Coen, Albertina Coen y Livia Coen. La misma Livia Coen, en su testimonio del 3 de septiembre de 1945 en el tribunal de Bologna durante el proceso contra Armando Rocchi, narró que “el 14 de diciembre de 1943, junto a mi hermana Albertina y mi cuñada Ada Saralvo, fui arrestada por los carabinieri por mi pertenencia a la raza judía y fui deportada al campo de concentración, primero en Villa Ajò, después a las Scuole Magistrali, y finalmente en el Castello Guglielmi”.

“El Jefe de Provincia Armando Rocchi me llamó a Prefectura dos días después de que fui arrestada y me demostró su desagrado por nuestro arresto y añadió que, no pudiendo hacer nada por nuestra liberación, me prometió que hasta que él fuese Jefe de la Provincia no dejaría que nos alejasen de la misma; de hecho esta promesa la mantuvo. A la petición de transportarnos de las Magistrali al Campo de Concentración Nacional de Carpi en la provincia de Módena, él pensó meternos en el Castello Guglielmi, Isola Maggiore, en el Trasimeno, para poder mantener su palabra y a la vez escondernos de la ira alemana”.

“En el Castello Guglielmi -declaró Coen- en el momento de la retirada vinieron 45 alemanes para arrestarnos, pero el agente de la Questura nos puso a salvo escondiéndonos en lo más profundo del bosque donde estuvimos tres días y tres noches y después, junto con el párroco Ottavio Posta, nos llevaron de noche a la otra orilla del lago que ya había sido liberada por los ingleses y así pudimos, con la ayuda de los buenos, volver vivos a nuestras casas”.

Los hechos fueron confirmados también por Agostino Piazzesi, uno de los 15 pescadores todavía con vida, que ayudaron al padre Ottavio a salvar a los judíos.

En 2005 el doctor Ben Horin Nathan, del Alto Tribunal de Israel, miembro de la Comisión para la designación de “Justo entre las Naciones” del Instituto Yad Vashem, pidió toda la documentación al entonces arzobispo de Perugia-Città della Pieve, monseñor Giuseppe Chiaretti.

Los documentos y los testimonios concuerdan en el reconocimiento de la obra heroica del padre Ottavio Posta que ha sido reconocido como “Justo entre las Naciones”.

Por estas acciones beneméritas, en 2006, también el presidente de la República confirió a la memoria de don Ottavio Posta (fallecido en 1963), la medalla de oro al mérito civil.

Al conocer la noticia del reconocimiento de “Justo entre las Naciones” por parte del Alto Tribunal del Estado de Israel a la memoria de don Ottavio Posta, el arzobispo de Perugia, monseñor Gualtiero Bassetti, recordó que el párroco de Isola Maggiore dio testimonio de una gran caridad y que “vivió en pobreza su ministerio sacerdotal, compartiendo lo poco que tenía con los necesitados”.

Una medalla muy emotiva

La medalla de los Justos al padre Ottavio ha llenado de alegría a toda la comunidad diocesana y honra a todo el clero de la Umbría, que en el “Mausoleo del Yad Vashem” en Jerusalén, contará también con los sacerdotes Aldo Brunacci de Asís, monseñor Giulio Cii de Città di Castello y Federico Vincentti de Perugia.

En la ceremonia de entrega de esta especial medalla de “Justo entre las Naciones” además del descubrimiento de una placa junto al antiguo puerto de Sant´Arcangelo, estarán presentes la consejera de la Embajada de Israel en Roma, Livia Link, el presidente de la provincia de Perugia, Marco Vinicio Guasticchi y el arzobispo de Perugia- Città della Pieve.

Zenit/Religión en Libertad


El maná de cada día, 20.9.11

septiembre 20, 2011

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Martes de la 25ª semana del Tiempo Ordinario

Concédenos, Señor, escuchar tu Palabra y ponerla por obra

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Primera lectura: Esdras 6, 7-8.12b.14-20

En aquellos días, el rey Darío escribió a los gobernantes de Transeufratina: «Permitid al gobernador y al senado de Judá que trabajen reconstruyendo el templo de Dios en su antiguo sitio. En cuanto al senado de Judá y a la construcción del templo de Dios, os ordeno que se paguen a esos hombres todos los gastos puntualmente y sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de Transeufratina. La orden es mía, y quiero que se cumpla a la letra. Darío.»

De este modo, el senado de Judá adelantó mucho la construcción, cumpliendo las instrucciones de los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Idó, hasta que por fin la terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia.

El templo se terminó el día tres del mes de Adar, el año sexto del reinado de Darío. Los israelitas, sacerdotes, levitas y resto de los deportados, celebraron con júbilo la dedicación del templo, ofreciendo con este motivo cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce machos cabríos, uno por tribu, como sacrificio expiatorio por todo Israel.

El culto del templo de Jerusalén se lo encomendaron a los sacerdotes, por grupos, y a los levitas, por clases, como manda la ley de Moisés. Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del mes primero; como los levitas se habían purificado, junto con los sacerdotes, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los deportados, para los sacerdotes, sus hermanos, y para ellos mismos.
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Salmo 121, 1-2.3-4a.4b-5

Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor.

Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.
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Evangelio: Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»

Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»