El segundo milagro de Juan Pablo II

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La extraordinaria curación de la costarricense Floribeth Mora Díaz, madre de cuatro hijos

Beato Juan Pablo II

Domenico Agasso Jr
Vatican Insider

Todo comenzó con un repentino e insoportable dolor de cabeza, el ocho de abril de 2011. Después la llegada de emergencia a la unidad de terapia intensiva del hospital Calderón Guardia de San José, capital de Costa Rica, el 14 de abril.

El análisis de angio-arteriografía indicó una terrible realidad: ruptura de aneurisma fusiforme de la arteria cerebral media derecha con hemorragia subaracnoidea.

El subdirector de la revista “Credere”, Saverio Gaeta, indicó algunos particulares sobre la curación de Floribeth Mora Díaz, que llevará a los altares y al culto universal a Juan Pablo II.

«La cruda terminología médica –indicó Gaeta– decía, en resumen, que para Flosibeth Mora Díaz, que entonces tenía 48 años, casada con Edwin Antonio Arce Abarca y madre de cuatro hijos, no había nada que hacer».

Después de algunos días internada en el hospital, los médicos «habían sugerido a su marido que la llevara a casa: “Estaba desesperado. Entonces, pedí con fuerza la intercesión de Juan Pablo II”. La pareja, desde hacía muchos años, había preparado en el corredor de su casa un altar dedicado al divino Niño con una frase: “Jesús, en ti confío”.

Al volver del hospital, Edwin Antonio puso un cuadro del Papa Wojtyla». Eran días de fermento debido a la beatificación de Juan Pablo II. La ceremonia se habría llevado a cabo el primero de mayo a las 10 de la mañana (en Costa Rica eran las 2.00 am).

«Floribeth, aturdida por los fármacos, pidió a Dios permanecer despierta –explica Gaeta. Desde su cama veía la pantalla de la televisión, sobre la que había puesto un recorte del periódico costarricense “La Nación” en el que había una foto de Wojtyla el día de su elección al pontificado, cuando, extendiendo los brazos, saludaba y bendecía al mundo entero». Entonces cambió todo.

«Al inicio de la celebración, “fijando esa imagen del Papa, me dirigí a él y le dije con gran fe estas palabras textuales: «Intercede ante Dios, porque no quiero morir, y ayudame». Me quedé despierta durante toda la Misa y al final me quedé dormida”».

Se despertó, a las ocho de la mañana (Juan Pablo II ya era Beato desde hacía unas horas), y dirigió la mirada hacia la imagen de Juan Pablo II sobre la televisión; de repente, con enorme sorpresa, mientras miraba fijamente su rostro, «cuando escucho una voz que me dice: »Levántate, no tengas miedo», y yo estaba sola en mi cuarto».

Se levantó de la cama, como le había indicado el Santo Padre, «y fui a la cocina, en donde estaba mi marido, que me dijo maravillado: “¿Qué haces aquí?”. Yo le respondí que estaba viviendo en ese momento una gran paz en el corazón, que me sentía físicamente muy bien, pero no tuve la fuerza para contarle lo que me había pasado pocos minutos antes, porque temía que me dijera que estaba loca».

Desde entonces Floribeth no tiene absolutamente nada. Y no tiene ningún síntoma, según lo indicado por un nuevo análisis neurológico y dos resonancias magnéticas.

Según indicó el diario «La Nación» de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.