Francisco y la predicación del Evangelio en China

junio 28, 2024

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Las negociaciones son lentas, pero no inmóviles. La mejor prueba de ello es que la Iglesia en China supera ya su división.


POR Jesús R. Folgado García – Boston College, Institute for Advanced Jesuit Studies – 27 de junio de 2024

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Esta semana el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, adelantó a un grupo de periodistas la situación en la que se encuentra la renovación de los pactos entre la Santa Sede y China.

Con China «estamos tratando de encontrar los mejores procedimientos también para la aplicación del acuerdo firmado en su día y que se renovará a finales de este año», dijo Parolin. Sus palabras tienen un especial valor, pues es el hombre del Papa en esta negociación.

La renovación actual tuvo su inicio en septiembre de 2018, cuando se firmaron en Beijing los pactos —hasta la fecha se mantienen en secreto—. Este fue el primer acuerdo entre ambos Estados desde la ruptura de las relaciones diplomáticas, en 1951. En este contexto es preciso decir que este acuerdo ya se ha renovado dos veces, en 2020 y en 2022.

En su mensaje dirigido a los católicos chinos y a la Iglesia universal —días después de los pactos—, el Papa señaló que el único objetivo del acuerdo fue «sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica de China».

Este mensaje no es la única aportación del Papa. Se podría decir que esta negociación diplomática ha estado acompañada por gestos y declaraciones que Francisco ha hecho en cada etapa de la renovación.

Así, en la intención de oración mundial para marzo del 2020, animó a que «recemos juntos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad». Con esta llamada a la oración, el Papa señala dos aspectos fundamentales a cuidar: evitar la división entre la comunidad católica china y la fidelidad al Evangelio.

Además, fue una invitación a que «los cristianos chinos sean cristianos en serio y que sean buenos ciudadanos», en alusión a que la vida en el Evangelio edifica la sociedad y promueve el bien común.

En la actual tercera renovación del acuerdo, el Papa ha continuado con su política de gestos. El 21 de mayo de este año envió un videomensaje a los participantes en la conferencia internacional 100 años del Concilium Sinense.

En él, Francisco puso como ejemplo el «método Constantini» —en alusión a Celso Constantini, primer delegado apostólico de Pío XI en China—, que sintetizó al afirmar que la «misión de la Iglesia era evangelizar, no colonizar».

Igualmente, Francisco ha propuesto el «método Pantoja». Así lo manifestó en una carta que se hizo pública hace unas semanas en el documental en mandarín sobre el jesuita español Diego de Pantoja, producido por Boston College.

En ella afirmó que el misionero madrileño presentó «un modelo de inculturación de la fe y evangelización de la cultura […] capaz de ir a la esencia del Evangelio». Francisco llega a escribir que Pantoja «tuvo el valor de proponer la fe en versión china».

Apelando a la propia historia de la Iglesia, el Pontífice afirmó en diálogo con los medios, en 2018, la legitimidad de similares pactos en otros momentos. Así, recordó los tratados de la Iglesia con los imperios español y portugués —en una alusión directa al patronato y vicariato regio por el que los reyes elegían a los obispos— o con el Imperio austrohúngaro.

Asimismo, en una entrevista concedida a la agencia Reuters, en 2022, el Papa volvió a defender el acuerdo con China e hizo un paralelismo con las gestiones diplomáticas llevadas a cabo por el cardenal Agostino Casaroli con el bloque soviético durante la Guerra Fría —Ostpolitik—.

«La diplomacia es el arte de lo posible y de hacer que lo imposible se convierta en real», afirmó Francisco.

Basten estos datos para sostener que los pactos de la Santa Sede con China promovidos por Francisco se basan en la certeza de que la historia es de Dios. Es decir, que hay que tener esperanza en el futuro, aunque los tiempos se muevan «a la manera china».

Como dijo el Papa en la misma entrevista, «los chinos tienen ese sentido del tiempo que nadie les apura». Tal vez la espera de resultados inmediatos es fruto de nuestra cosmovisión occidental.

Es cierto que las negociaciones son lentas. Sin embargo, esto no quiere decir que sean inmóviles. La mejor prueba de ello es que la Iglesia en China supera ya su división. «Todos los obispos de la tierra de Confucio están en plena comunión con la Iglesia de Pedro», como ha dicho Parolin.

Creo que el Papa tiene el convencimiento de que el cristianismo nunca ha desposeído a la sociedad china de su propia identidad, sino que siempre la ha enriquecido.

Es por eso que no cejará en el empeño de hacer posible que la fe pueda ser predicada en libertad para bien de toda China. Recordemos que no es incompatible profesar la fe en el Resucitado y en su Iglesia y buscar el bien de la propia nación.


El maná de cada día, 29.6.24

junio 28, 2024

San Pedro y san Pablo, apóstoles – Solemnidad – 29 junio 2024

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Lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.

 Antífona de entrada

Estos son los que mientras estuvieron en la tierra, con su sangre plantaron la Iglesia: bebieron el cáliz del Señor y lograron ser amigos de Dios.

Oración colecta

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Hechos de los Apóstoles 12, 1-11

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua.

Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»

Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»

Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.

Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

SALMO 33, 2-3.4-5.6-7.8-9

El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

SEGUNDA LECTURA: 2 Timoteo 4, 6-8.17-18

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente.

He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.

El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 16, 18

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

EVANGELIO: Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Antífona de Comunión: Mt 16, 16. 18

Pedro dijo a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

.ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO

De los sermones de San Agustín, obispo

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.

San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo: Tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Y Cristo le replicó: «Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas.

Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro». «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes.

Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única.

De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos.

Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

No te entristezcas, apóstol; responde una vez, respon­de dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.

A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.

En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa aunque fueran martirizados en días diversos Primero lo fue Pedro, luego Pablo.

Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstole­s. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.


El maná de cada día, 28.6.24

junio 28, 2024

Viernes de la 12ª semana del Tiempo Ordinario

Extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio».

PRIMERA LECTURA: 2 Reyes 25, 1-12

El año noveno del reinado de Sedecías, el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén. Acampó contra ella y la cercaron con una empalizada, y la ciudad estuvo sitiada hasta el año once de Sedecías.

El mes cuarto, el día noveno del mes, cuando arreció el hambre dentro de la ciudad y no había pan para la gente del pueblo, abrieron una brecha en la ciudad; todos los hombres de guerra huyeron durante la noche por el camino de la puerta, entre los dos muros que están sobre el parque del rey, mientras los caldeos estaban apostados alrededor de la ciudad; y se fueron por el camino de la Arabá.

Capturaron al rey Sedecías y lo subieron a Riblá, adonde estaba el rey de Babilonia, que lo sometió a juicio. Sus hijos fueron degollados a su vista, y a Sedecías le sacó los ojos. Luego lo encadenaron con doble cadena de bronce y lo condujeron a Babilonia.

En el mes quinto, el día séptimo del mes, el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nabuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, vino a Jerusalén. E incendió el templo del Señor y el palacio real y la totalidad de las casas de Jerusalén.

Todas las tropas caldeas que estaban con el jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban Jerusalén.

En cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de la gente, los deportó Nabuzardán, jefe de la guardia. El jefe de la guardia dejó algunos de los pobres del país para viñadores y labradores.

Salmo 136, 1-2. 3. 4-5. 6

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.

Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertidos: «Cantadnos un cantar de Sión».

¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.
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Aleluya: Mt 8, 17

Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades. .

.EVANGELIO: Mateo 8, 1-4

Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme».

Extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Y enseguida quedó limpio de la lepra.

Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

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Los Cinco Minutos del Espíritu Santo – 14 de junio

Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva. Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida. Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada mañana. Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.

Ayúdame a reconocer que la rutina no existe, porque todo es nuevo cada día, porque siempre hay algo que está comenzando. En cada momento algo precioso está naciendo, y la vida vuelve a brotar por todas partes.

Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo. Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión, esperanza y entusiasmo. Toma toda mi vida, Espíritu Santo, y llénala de la eterna novedad de tu amor.

Que este día no pase en vano, y pueda descubrir el mensaje que hoy tienes para mi vida. Ven, Espíritu Santo.
Amén.

Víctor Manuel Fernández. Ed. Claretiana. Buenos Aires, 2017.