Francisco, «el abuelo del mundo», da el «el saque inicial» a la I Jornada Mundial de los Niños

junio 5, 2024

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Una niña hace una pregunta al Papa RD/Captura

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El papa Francisco acudió este sábado por la tarde al estadio Olímpico de Roma, donde se reunió con miles de niños -unas 50.000 personas en total, según confirmó la organización- en la I Jornada Mundial de los Niños (JMN) celebrada por la Iglesia católica.

«Queridos niños y niñas, chicos y chicas: ¡Lo logramos! Ha comenzado la aventura de la JMN, la Jornada Mundial de los Niños. Nos hemos reunido aquí en el Estadio Olímpico para dar el saque inicial a un movimiento de niños y niñas que quieren construir un mundo de paz, donde todos somos hermanos, un mundo que tiene un futuro, porque queremos cuidar el ambiente que nos rodea», dijo el Papa a su llegada para pasar junto a todos ellos, como «el abuelo del mundo», una tarde primaveral.

25.05.2024 | RD/EFE

El papa Francisco acudió este sábado por la tarde al estadio Olímpico de Roma, donde se reunió con miles de niños –unas 50.000 personas en total, según confirmó la organización– en la I Jornada Mundial de los Niños (JMN) celebrada por la Iglesia católica y en la que se pidió construir un mundo de paz.

En esta primera jornada, que se repetirá cada dos años, siempre en Roma, el Papa respondió a las preguntas de los niños, escuchó canciones e hizo el saque inicial a un breve partido capitaneado por el portero italiano Gianlugi Buffon y firmó, como si también él fuera una estrella del fútbol, la camiseta a los pequeños que lo jugaron y que espontáneamente se acercaron para que se las dedicara.

«Queridos niños y niñas, chicos y chicas: ¡Lo logramos! Ha comenzado la aventura de la JMN, la Jornada Mundial de los Niños. Nos hemos reunido aquí en el Estadio Olímpico para dar el saque inicial a un movimiento de niños y niñas que quieren construir un mundo de paz, donde todos somos hermanos, un mundo que tiene un futuro, porque queremos cuidar el ambiente que nos rodea», dijo el Papa a su llegada para pasar junto a todos ellos, como «el abuelo del mundo», una tarde primaveral.

La canción de unas niñas de Gaza

«Recemos por los niños que no pueden ir a la escuela, que sufren por la guerra, por los niños que no tienen comida, por los niños que están enfermos y nadie se ocupa de ellos», pidió, recordando que unos instantes antes había recibido a unos niños de Ucrania.

Posteriormente, fue saludado también por un grupo de niños de Gaza, una de las cuales le cantó una emotiva canción que fue seguida con un gran silencio en en el Estadio Olímpico.

Sentado en un sillón colocado al borde de la pista de atletismo y rodeado de niños, Francisco escuchó las preguntas, entre otros, de Eugenia, una niña ucraniana que escapó de la guerra o el interrogante de Luis Gabriel, de Nicaragua, que preguntó por qué hay niños que no tienen casa.

«Lamentablemente hay tanta gente que no tiene trabajo, no tiene casa, vive en carpas, muchas veces no tiene comida», dijo y agregó; «esto es fruto de la malicia, es fruto del egoísmo de la guerra. Hay tanta maldad y tanto egoísmo, tantos países gastan dinero en comprar armas y en destruir, y hay gente que no tiene qué comer», señaló el Papa.

Francisco se había emocionado durante la mañana al reunirse en el Vaticano con niños ucranianos, muchos de ellos heridos. «Los niños quieren construir un mundo de paz donde todos seamos hermanos, un mundo que tenga futuro», aseguró el pontífice.

Después, ya en el Estadio Olímpico, en un clima festivo, con representación de niños de un centenar de países, el Papa también confesó que, si pudiese hacer un milagro, haría «que todos los niños fueran felices».

Los niños no dudaron en abrazar al Pontífice, le dieron regalos y conversaron con él en todo momento, mientras él repartió caramelos a todos y disfrutó también de las actuaciones de los cantantes italianos Albano y Renato Cero.

También hubo momento para bromas, como cuando Francisco dijo que se siente feliz cuando gana su equipo de fútbol, pero no cuando «lo hace con la mano», al recordar el gol marcado en el Mundial de 1986 por Diego Armando Maradona contra Inglaterra.

Las palabras del Papa en la I Jornada Mundial de los Niños

Queridos niños y niñas, chicos y chicas:

¡Lo logramos! Ha comenzado la aventura de la JMN, la Jornada Mundial de los Niños. Nos hemos reunido aquí en el Estadio Olímpico para dar el “saque inicial” a un movimiento de niños y niñas que quieren construir un mundo de paz, donde todos somos hermanos, un mundo que tiene un futuro, porque queremos cuidar el ambiente que nos rodea. “Hermoso mundo”, dice vuestro canto. ¡Gracias por esto!

En ustedes, niños, todo habla de vida y de futuro. Y la Iglesia, que es madre, los acoge y los acompaña con ternura y con esperanza. El 7 de noviembre pasado tuve la alegría de recibir en el Vaticano a miles de niños de muchas partes del mundo. Ese día trajeron consigo un torrente de alegría; y me hicieron sus preguntas sobre el futuro.

Aquel encuentro dejó una marca en mi corazón, recé, y comprendí que esa charla con ustedes debía continuar, ampliarse a muchos otros niños y adolescentes. Y es por eso que hoy estamos aquí, para seguir dialogando, haciéndonos preguntas y buscando las respuestas juntos.

Sé que se entristecen por las guerras, que provocan muchos muertos y sufrimientos. Están preocupados por el cambio climático y sus consecuencias.

Les duele que tantos niños de su misma edad no puedan ir a la escuela, a causa de las guerras o de las inundaciones, de la sequía, de la falta de alimento y de atención médica. Son realidades que yo también llevo en mi corazón, y se las encomiendo a Dios en la oración. ¡Y hoy lo vamos a hacer juntos!

Saben, hay algo que me impactó mucho. Vinieron a visitarme algunos niños ucranianos. Su patria, sus familias están sufriendo mucho por la guerra. Y vi que esos niños habían perdido la sonrisa. La guerra les ha borrado la sonrisa de sus rostros. ¡Esto es inaceptable!

Y hoy, junto con ustedes, quiero decir “no” a ese monstruo que les quita la sonrisa a los niños. Les pregunto: ¿cómo se llama ese monstruo que roba la sonrisa de los niños? [guerra]. Díganlo fuerte, ¿cómo se llama? [¡guerra!]. ¿Y qué se necesita para que esas sonrisas regresen? [la paz] Digámoslo todos: [¡la paz!].

Así es, queridos niños, queridos chicos. Algunos tal vez piensen que ustedes no sólo se dejan robar la sonrisa, sino también los sueños. Pero ustedes, díganme, ¿dejarán que les roben sus sueños?

Entonces, ¿seguirán soñando? ¡Bien! ¡Excelente! Les agradezco esto porque así, junto con ustedes, podemos construir, día tras día, un mundo más hermoso, más pacífico y más habitable para todos. ¡Gracias!

Oigan, ¿ustedes saben cuál es el lema de esta Jornada Mundial de los Niños? El lema, el título de la Jornada ha sido tomado de la Biblia, del último libro de la Biblia: el Apocalipsis. Precisamente al final, el Señor, que está sentado en su trono, pronuncia estas palabras: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5).

Este es el lema. Es muy bonito, ¿no? Piénsenlo. Dios, que reina en todo el universo, dice solemnemente: «Yo hago nuevas todas las cosas». Todo lo que es “obsoleto”, es decir, todo lo que es malo, que es negativo, que trae muerte y sufrimiento, todo eso desaparecerá, no existirá más.

Y habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21,1), donde reinarán el amor, la alegría y la paz. Este es el “sueño” de Dios. ¿Les gusta?

Muy bien. Entonces les pido una tarea difícil: ¿quieren colaborar con Dios para hacer realidad este sueño? Exacto; tienen que pensarlo bien, porque es una decisión importante. Pero, ¿están convencidos? ¡Muy bien!

Entonces les digo cómo pueden hacer para colaborar con Dios en la renovación del mundo. Es más, cómo podemos hacer, porque esto nos concierne a todos y es igual para todos: debemos seguir e imitar a Jesús, amarnos como Él nos ha amado.

Esto es lo que debemos hacer, es decir, vivir el Evangelio, esforzarnos por ponerlo en práctica en nuestra vida cotidiana. Y quiero darles también un ejemplo a imitar: un chico como ustedes, que se llama Carlos, Carlos Acutis. Pienso que muchos de ustedes lo conocen.

Carlos fue proclamado beato y pronto tendré la alegría de declararlo santo. Era un niño enamorado de Jesús, especialmente de la Eucaristía, y con el amor de Dios en su corazón hizo mucho bien a sus padres, a sus amigos y a los pobres que encontraba. ¡Se lo dejo como un buen amigo!

Queridas niñas y queridos niños, ustedes saben también que Jesús en el Evangelio ha dicho que los quiere mucho y que desea que se acerquen a Él. ¿Se acuerdan?

Cuando una vez dijo: «“Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos» (Mc 10,14-16).

¡Qué hermoso! También ahora Jesús quiere hacer lo mismo, desea encontrarse con ustedes y bendecirlos, y les dice que ustedes son los que están más cerca de su Reino, del mundo nuevo que Él ha creado.

Les doy al respecto un consejo importante: lean diariamente alguna parte del Evangelio, un pedacito cada día. Sus padres, sus catequistas y sus maestros los ayudarán a entender lo que significa. Pero son ustedes los que tienen que leerlo, y pedirle al Espíritu Santo que los ayude a entenderlo y a ponerlo en práctica.

¿Están de acuerdo? ¿Quieren comprometerse a leer el Evangelio cada día? Bien, son valientes, porque se necesita valentía para seguir lo que dice el Evangelio, se requiere valor, pero es el camino a la felicidad.

Queridas niñas y queridos niños, gracias por aceptar mi invitación a estar aquí reunidos. El Señor puede hacer grandes cosas si estamos unidos entre nosotros y con Jesús. Todos somos hermanos, somos una única y gran familia, ¡grande como el mundo!

https://www.religiondigital.org/vaticano/Francisco-Jornada-Mundial-Ninos-estadio-olimpico-roma-paz_0_2673032682.html


El maná de cada día 5.6.24

junio 5, 2024

Miércoles de la 9ª semana del Tiempo Ordinario

cielos
Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo.

PRIMERA LECTURA: 2 Timoteo 1, 1-3.6-12

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio.

No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.

De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

SALMO 122

A ti, Señor, levanto mis ojos.

A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores.

Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

ALELUYA: Jn 11, 25a. 26

Yo soy la resurrección y la vida —dice el Señor—; el que cree en mi no morirá para siempre.

EVANGELIO: Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano». Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»

Jesús les respondió: «Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob»? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.»

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Los Cinco Minutos del Espíritu Santo – 5 de junio

Jesús fue bautizado, y el Espíritu Santo descendió sobre él como una paloma (Lucas 3,21-22). Pero no fue bautizado porque necesitaba la gracia divina, ya que Jesús siempre tuvo una santidad perfecta.

El Espíritu que desciende sobre él no está significando que Jesús no poseía el Espíritu antes del bautismo, sino que Jesús lo recibe de un modo nuevo, en orden a la misión que tiene que comenzar. El Espíritu que Jesús ya poseía, ahora se manifiesta capacitándolo para salir a predicar y hacer presente el Reino de Dios.

En ese sentido se entienden las distintas «venidas del Espíritu» en la Escritura. Cuando los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2,1-11), eso no significa que antes no lo tuvieran, sino que lo recibían para salir a evangelizar al mundo, capacitándolos para cumplir una misión. Lo mismo vale para el bautismo de Jesús, que desde su concepción ya estaba lleno del Espíritu Santo.

Efectivamente, habiendo recibido una vez más el Espíritu Santo, y luego de cuarenta días de preparación en el desierto Jesús se dirige a Galilea a proclamar la buena noticia, porque «se ha cumplido el plazo» (Marcos 1,15). Así, en este relato del bautismo de Jesús aparece el cumplimiento de Isaías 1,11; 64,1.

Podríamos preguntarnos si cada vez que tenemos que comenzar una nueva misión, o una tarea delicada, nos detenemos con fe a invocar el auxilio del Espíritu Santo. Porque cada vez que recibimos una nueva misión o comenzamos algo nuevo en la vida, necesitamos la fuerza del Espíritu Santo para poder hacerlo bien.

Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.