El maná de cada día, 23.6.24

junio 22, 2024

Domingo XII del Tiempo Ordinario, Ciclo B

¿No te importa que nos hundamos?
¿No te importa que nos hundamos?


Antífona de Entrada: Sal 27, 8-9

El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su pastor y llévalos siempre.

Oración colecta

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Job 38, 1. 8 11

El Señor habló a Job desde la tormenta:

«¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: «Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas”?»

SALMO 106, 23- 24. 25-26. 28-29. 30-31

Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano.

Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el mareo.

Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar.

Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.

SEGUNDA LECTURA: 2 Corintios 5, 14 17

Hermanos:

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.

Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Por tanto, no valoramos a nadie según la carne.

Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.

El que es de Cristo es una criatura nueva.

Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 15, 26b-27ª

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

EVANGELIO: Marcos 4, 35 40

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán,y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. El estaba a popa, dormido sobre un almohadón.

Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»

Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Antífona de la comunión Sal 144, 15

Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú les das la comida a su tiempo.

SE LEVANTÓ UNA GRAN TEMPESTAD
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

El Evangelio de este Domingo es el de la tempestad calmada. Al atardecer, después de una jornada de intenso trabajo, Jesús sube a una barca y les dice a los apóstoles que vayan a la otra orilla. Agotado por el cansancio, se duerme en popa. Mientras tanto se levanta una gran tempestad que anega la barca. Asustados, los apóstoles, despiertan a Jesús, gritándole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Tras levantarse, Jesús ordena al mar que se calme: «¡Calla, enmudece». El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Después, les dijo: « ¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?».

Vamos a tratar de comprender el mensaje que nos dirige hoy esta página del Evangelio. La travesía del mar de Galilea indica la travesía de la vida. El mar es mi familia, mi comunidad, mi corazón mismo. Pequeños mares, en los que se pueden desencadenar, como sabemos, tempestades grandes e imprevistas. ¿Quién no ha conocido algunas de estas tempestades, cuando todo se oscurece y la barquita de nuestra vida comienza a hacer agua por todas las partes, mientras Dios parece que está ausente o duerme?

Un diagnóstico alarmante del médico, y nos encontramos de repente en plena tempestad. Un hijo que emprende un mal camino dando de qué hablar y ya tenemos a los padres en plena tempestad. Un revés financiero, la pérdida del trabajo, el amor de novio, del cónyuge, y nos encontramos en plena tempestad. ¿Qué hacer? ¿A qué podemos agarrarnos y hacia qué lado podemos tirar el ancla?

Jesús no nos da la receta mágica para escapar de todas las tempestades. No nos ha prometido que evitaremos todas las dificultades; nos ha prometido, sin embargo, la fuerza para superarlas, si se lo pedimos.

San Pablo nos habla de un problema serio que tuvo que afrontar en su vida y que llama «un aguijón en mi carne». «Tres veces» (es decir, infinitas veces), dice, rogó al Señor que le liberarse de él y ¿que le respondió? Leámoslo juntos: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Desde aquel día, nos dice, comenzó incluso a gloriarse de sus debilidades, persecuciones y angustias, hasta el punto de poder decir: «cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Corintios 12, 7-10).

La confianza en Dios: este es el mensaje del Evangelio. En aquel día, lo que les salvó a los discípulos del naufragio fue el hecho de llevar a Jesús en la barca, antes de comenzar la travesía. Esta es también para nosotros la mejor garantía contra las tempestades de la vida. Llevar con nosotros a Jesús. El medio para llevar a Jesús en la barca de la propia vida y de la propia familia es la fe, la oración y la observancia de los mandamientos.

Cuando se desencadena en el mar la tempestad, al menos en el pasado, los marinos solían echar aceite sobre las olas para calmarlas. Nosotros echamos sobre las olas del miedo y de la angustia la confianza en Dios. San Pedro exhortaba a los primeros cristianos a tener confianza en Dios en las persecuciones, diciendo: «confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros» (1 Pedro 5, 7). La falta de fe que reprochó Jesús en esa ocasión a los discípulos se debe al hecho de poner en duda el que le «importe» su vida e incolumidad: «¿no te importa que perezcamos?».

Dios nos cuida, le importa nuestra vida, ¡y de qué manera! Una anécdota citada con frecuencia habla de un hombre que tuvo un sueño. Veía dos pares de huellas que se habían quedado grabadas en la arena del desierto y comprendía que una par de huellas eran las de sus pies y el otro par las de los pies de Jesús, que caminaba a su lado. En un cierto momento, un par de huellas desaparece, y comprende que esto sucedió precisamente en un momento difícil de su vida.

Entonces se lamenta con Cristo, que le dejó sólo en el momento de la prueba. «Pero, ¡yo estaba contigo!», responde Jesús. «Cómo es posible que estuvieras conmigo, si en la arena sólo se ven las huellas de dos pies?». «Eran las mías –responde Jesús–. En esos momentos, te había cargado a hombros».

Recordémoslo cuando también nosotros sintamos la tentación de quejarnos con el Señor porque nos deja solos.

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El maná de cada día, 22.6.24

junio 22, 2024

Sábado de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Vuestro Padre celestial los alimenta

PRIMERA LECTURA: 2 Crónicas 24, 17-25

Cuando murió Yehoyadá, las autoridades de Judá fueron a rendir homenaje al rey, y éste siguió sus consejos; olvidando el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los ídolos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones.

Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo y le dijo: «Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor, y él os abandona.»

Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey.

El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo: «¡Que el Señor juzgue y sentencie!»

Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, penetró en Judá, hasta Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco.

El ejército de Siria era reducido, pero el Señor le entregó un ejército enorme, porque el pueblo había abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se vengaron de Joás.

Al retirarse los sirios, dejándolo gravemente herido, sus cortesanos conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá. Lo asesinaron en la cama y murió. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no le dieron sepultura en las tumbas de los reyes.

SALMO 88, 4-5. 29-30. 31-32. 33-34

Le mantendré eternamente mi favor.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.»

«Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo.»

«Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos.»

«Castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad.»

Aclamación antes del Evangelio: 2 Cor 8, 9

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.

EVANGELIO: Mateo 6, 24-34

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo.

No podéis servir a Dios y al dinero.

Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido?

Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?

¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.

Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?

No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.

Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

MIRAD A LOS PÁJAROS

Pocos animales son más libres que los pájaros. Si sus alas son ligeras de peso, toman altura con facilidad y logran planear por encima de las cosas. Se apoyan sólo en el viento, que ni se ve, ni se toca, ni se posee, para alzarse hasta las cimas del cielo y perderse en alturas que no logran verse desde la tierra.

Quizá por eso el Señor, en el Evangelio, los propone como modelo a sus discípulos. Estamos tan acostumbrados a volar a ras de tierra, a sobrecargar las alas del alma con el peso de los agobios y afanes de la vida, a buscar las seguridades humanas de lo que entiendo y veo, de lo que tengo, de lo que otros piensan de mí, de lo que el mundo valora, que no conocemos la verdadera altura de las cosas, de la vida y de las personas.

Tu vida cristiana nunca tomará altura, no planeará por las cimas de la intimidad con Dios, mientras no renuncies a la mediocridad de una fe cumplidora de mínimos y protocolaria.

Pero, tu alma no está hecha para volar a ras de suelo. Hasta que no lo arriesgues todo en tu entrega a Dios, echándote a volar en el vacío del abandono, sobre el abismo de la confianza ciega en Él, nunca experimentarás cómo las manos de Dios Padre te elevan hasta lo más alto y profundo de su corazón.

Verás, entonces, qué pequeño queda el mundo bajo tus pies, qué poco horizonte alcanzan tus ojos cuando no aciertan a ver a Dios, qué insignificante y pasajera es la gloria que los hombres te prometen, qué corto es el tiempo de esta vida, qué pobre y pequeño eres.

Pocas almas alcanzan a vivir con la libertad interior de quien sólo se apoya, como los pájaros, en lo que no se ve, no se toca y no se posee. Y allí donde el alma vuela, libre del peso de amoríos de pecado, llega a anidar en lo más alto y en lo más íntimo de ese Dios, Dueño y Señor de las aves y del cielo.

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El maná de cada día, 21.6.24

junio 21, 2024

Viernes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Acumulad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben

PRIMERA LECTURA: 2 Reyes 11, 1-4.9-18.20

En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real.

Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte.

El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los carios y de la escolta; los llamó a su presencia, en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey.

Los centuriones hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo.

Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: «¡Viva el rey!»

Atalía oyó el clamor de la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, y a los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: «¡Traición, traición!»

El sacerdote Yehoyadá ordenó a los centuriones que mandaban las fuerzas: «Sacadla del atrio. Al que la siga lo matáis.» Pues no quería que la matasen en el templo.

La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor.

Toda la población se dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo.

Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.

SALMO 131, 11.12.13-14.17-18

El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.»

«Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré porque la deseo.»

«Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema.»

Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

EVANGELIO: Mateo 6,19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban.

Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón.

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Corazón pobre de Jesús, ruega por nosotros

Lo diste todo. Hasta despojarte de tu condición divina y tomar la condición de siervo (cf. Flp 2,7). Te hiciste el más pobre de los hombres sólo porque así quería el Padre que se operase la redención.

¡Cuánta pobreza y cuánta nada en aquel seno virginal de María! ¡Qué corazones tan pobres los de aquellos apóstoles que iniciaron la Iglesia! ¡Cuánta pobreza y cuánto despojo en la Cruz! ¡Cuánta pobreza en las manos del sacerdote que te ofrece en la Eucaristía!

Y, sin embargo, sólo en esa pobreza encuentras tu delicia y puedes manifestar tu omnipotencia.

Corazón pobre y libre de Jesús, que tanto amas la pobreza de mi vida, no dejes que me esclavice la avaricia de mi propio «yo», ese tesoro podrido y sin brillo que no estoy dispuesto a dejar perder.

Cuántas ambiciones humanas, cuántas posesiones inútiles, cuántos apegos y seguridades, cuántas compensaciones, que enredan el corazón y lo atan, como grilletes, a los oropeles y bagatelas engañosas de la propia honra.

No quiero entender que las obras de Dios nacen sólo allí donde hay mucha desnudez y pobreza interior. Y se me pasa la vida en ambicionar esas migajas de honra, buena fama y poder, que me hacen aparentar ante los demás lo que no soy, sólo por esconderme ante mí mismo los defectos y limitaciones que no me gustan.

Mi pobreza es el trono de la misericordia de Dios, pero yo me empeño en triunfar agarrándome al pedestal de mi autosuficiencia.

Corazón pobre de Jesús, cuya única ambición era la gloria de Dios y el amor al hombre, enséñame a desprenderme del lastre de mis ambiciones, egoísmos, intereses personales, que tanto obstaculizan la acción de Dios en mi vida.

En mi pobreza espiritual tendré siempre mi mayor riqueza, aunque los ojos del mundo no sepan apreciar el brillo de esa nada.

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«Nos cuesta creer que los adolescentes tienen depresión»

junio 20, 2024

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El suicidio es la primera causa de muerte entre adolescentes y jóvenes de entre 12 y 29 años. Foto: Freepik

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La Comunidad de Madrid presenta su primera guía de prevención del suicidio en jóvenes para familias y educadores; la Iglesia acompaña esta realidad desde los colegios y las parroquias

Begoña Aragoneses – 21 de Marzo de 2024

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«A nadie le importo, estarían mejor sin mí». «Prefiero estar muerto que seguir sufriendo». Si tu adolescente verbaliza esto, alerta máxima.

O también si habla expresamente en algún escrito de muerte y suicidio; si en internet busca información; si regala sus cosas favoritas a amigos; si de repente está alegre después de un tiempo triste o irritable…

La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid acaba de presentar una guía de prevención del suicidio en adolescentes para familiares y educadores que se llama Vivir. Se trata de un recurso «genial» y un primer paso porque «el sufrimiento mental sigue siendo algo que nos cuesta».

Luisa del Campo, psicóloga clínica, se congratula de que se visibilice esta realidad porque, igual que cuando uno se rompe una pierna «mueve mucho a la compasión», si alguien sufre una depresión «hay gente que aún piensa que eres débil».

«No se puede minimizar el sufrimiento psicológico», tampoco el de los niños. «Nos cuesta creer que tengan depresión y tendemos a negarlo», pero los datos cantan. En el año 2022 se quitaron la vida once personas cada día, según el Observatorio del Suicidio en España.

En personas de entre 12 y 29 años es la primera causa de muerte. «Había una tendencia antes de la pandemia, pero con ella ha empeorado notablemente». Por eso, hay que hablar. Y aquí la psicóloga coincide con uno de los mitos que trata de desterrar la guía: el efecto llamada.

En un suicidio consumado, y sin entrar en detalles escabrosos —«no hay que dar pistas de cómo suicidarse mejor»—, sí conviene reconocer que «ha habido unos fallos que nos han impedido acompañar a la persona».

Recursos:

  • 112
  • 024 (línea de atrención a la conducta suicida)
  • 061
  • Pediatra o médico de familia
  • Fundación ANAR, anar.org
  • 717 003 717 (Teléfono de la esperanza)
  • Centros de escucha
  • Delegaciones de Pastoral de la Salud
  • vivetuvida.es

¿Cómo se les explica a los alumnos que un compañero de clase se ha suicidado?

«Conviene hacer dinámicas para que entiendan qué es una depresión, cómo se ha llegado hasta aquí, ofrecerles pautas para elaborar la pérdida, el dolor y la culpa, enseñar que hay que pedir ayuda a los profesores y darles estrategias de autorregulación emocional».

«Le dedicamos cinco horas semanales a las matemáticas, la lengua, y qué poco les entrenamos» en esto que es «tan importante» para el ámbito familiar, de pareja, de amistades… Adelantarse al suicidio, además, pasa por la atención médica.

A la primera señal de alerta habrá que visitar al médico de familia o pediatra, que valorará «la necesidad de una psicoterapia». Y «esto es un trabajo en equipo»; el adolescente no debe ir solo, porque «no es un “vete tú que eres el que tiene el problema”». Y si se niega a acudir, «que vayan los padres primero».

También pasa por una relación tejida en el tiempo. «Aquí es donde se juega la salud mental». «Hay muchos menores que están toda la tarde solos en casa». No pretenderá el padre, dice la psicóloga, que en la cena el chaval se abra. Que ellos hablen y uno escuche es vital. Para eso hay que tener recursos.

Los trayectos en coche, al colegio o al partido son oro puro, porque «se sienten muy cómodos; no te miras cara a cara, y así parece que no es tan serio». O ir de compras, «entre que busco, te pruebas, hablan muchísimo».

Desde luego, «nunca sentarte en una mesa de frente y preguntarle qué le pasa, o decirle “no pasa nada”», porque igual sí que pasa «y le estamos quitando legitimidad a esa emoción tan dolorosa».

La ayuda de la Iglesia

La atención médica no lo es todo. Desde la Pastoral de la Salud, el subdelegado de este departamento en la diócesis de Madrid, Gerardo Dueñas, habla de una «atención integral». La Conferencia Episcopal Española puso en marcha a mediados de 2023 un grupo interdisciplinar de estudio sobre prevención del suicido en niños y adolescentes.

Por su parte, el Instituto Europeo de Pastoral de la Salud va a hacer un estudio mediante una encuesta que ya se ha lanzado para analizar «cómo se hace el cuidado espiritual a personas que tienen ideas de suicidio o que han sobrevivido a un intento autolítico».

En línea con lo expuesto en la guía de la Comunidad de Madrid, el subdelegado afirma que «cuando alguien se intenta quitar la vida es porque no quiere vivir así», con subrayado en el «así», porque en realidad «nadie quiere morirse». ¿Cómo previene la Iglesia?

«Contribuyendo al bienestar integral; la persona que tiene un sentido trascendente es capaz de vivir con esperanza a pesar del sufrimiento». Además, «si está integrada en una parroquia, si es parte de una comunidad en la que se siente querida y aceptada, esto favorece».

Por su parte, en los colegios religiosos, en los que se transmiten los valores del Evangelio, «se trabaja más la acogida, el valorar al que es distinto, la aceptación incondicional, las tutorías individuales que no son solo un acompañamiento académico…».

Igual que en los colegios, los riesgos se pueden detectar en las parroquias, a través de los catequistas y monitores, que «deben tener nociones básicas» de las señales y de cómo actuar.

Qué hacer:

  • Nunca juzgar lo que los chicos narran, se trata de sentimientos o emociones muy profundas.
  • Tomar las amenazas o comentarios del adolescente siempre en serio.
  • No reprochar su manera de pensar o culparlo por su malestar; no criticar ni discutir, ni retarlos.
  • Intentar que la persona se comprometa a no callar su malestar y a hablar con alguien si vuelven las ideas de suicidio.

Introduce Dueñas los factores protectores y la gestión de la culpa. «Es un acto grave, en contra de la voluntad de Dios», y esto puede servir para evitarlo.

Ahora bien, una vez cometido el suicidio, «sabemos que Dios es justicia, pero sobre todo misericordia; en todos los casos que he conocido, la persona lo que quiere es dejar de sufrir».

Entran también en juego la plena libertad y el arrepentimiento. Como dijo el santo cura de Ars a una mujer cuyo marido se había suicidado, «entre el puente y el río está la misericordia de Dios».


El maná de cada día, 20.6.24

junio 20, 2024

Jueves de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Woman Sitting in Pew
No uséis muchas palabras

PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 48, 1-15

Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria?

Tú resucitaste un muerto, sacándolo del abismo por voluntad del Señor; hiciste bajar reyes a la tumba y nobles desde sus lechos; ungiste reyes vengadores y nombraste un profeta como sucesor. Escuchaste en Sinaí amenazas y sentencias vengadoras en Horeb.

Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel.

Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives. Elías fue arrebatado en el torbellino, y Eliseo recibió dos tercios de su espíritu. En vida hizo múltiples milagros y prodigios, con sólo decirlo; en vida no temió a ninguno, nadie pudo sujetar su espíritu; no hubo milagro que lo excediera: bajo él revivió la carne; en vida hizo maravillas y en muerte obras asombrosas.

SALMO 96, 1-2.3-4.5-6.7

Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran todos los dioses.

Aclamación antes del Evangelio: Rm 8, 15bc

Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!, Padre.»

EVANGELIO: Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis.

Vosotros rezad así: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.»

Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

NO USÉIS MUCHAS PALABRAS

El Padre nos lo ha dicho todo en el Hijo. Palabra callada que, a veces, habla más por la belleza de sus silencios que por el atractivo de sus predicaciones.

Por eso, el silencio es la oración más adecuada para hablar con Dios. Silencio fecundo y materno, que acoge en sí, como María, esos acentos sonoros que el amor de Dios susurra suavemente, allí, en el centro del alma. Amor que nunca calla, cuando lo saboreas desde el lenguaje silencioso de la contemplación.

Pero, tú y yo andamos tan llenos de ruidos que queremos que Dios nos entienda con el lenguaje del mundo y de los hombres. Por eso, Jesús tuvo que enseñar a sus discípulos un nuevo modo de orar: “Cuando recéis no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso”.

Oras más cuando callas que cuando hablas. Oras mejor cuando amas que cuando hablas. Porque, ese Dios al que hablas es el Amor que siempre escucha.

Y el amor sabe expresar toda su finura en las filigranas del silencio. Ya sabe Él, mejor que tú, cuánto llevas y ansías en ese corazón, que se pone en su presencia.

Mira que tu oración no sea como la de los paganos, llena del ruido del mundo, de ambiciones, de disimulos, de mentiras, de esas cosas tuyas que tanto te inquietan y en las que nunca cabe Dios.

Gusta de esos silencios en los que Dios parece callar, porque en ese vacío interior tan oscuro resuena más íntimamente el lenguaje divino del amor.

Aprende también a callar, aunque los demás pongan en sus pobres y huecas palabrerías tantas expectativas mundanas y esperanzas fugaces.

Quizá tus silencios nunca sean escuchados por la gente, ni entendidos por los sabios de este mundo. Pero, los escucha tu Padre del cielo, que tanto sabe de silencios ocultos y escondidos.

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El maná de cada día, 19.6.24

junio 19, 2024

Miércoles de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Dios ve los corazones, no las apariencias
Dios ve los corazones, no las apariencias

PRIMERA LECTURA: 2 Reyes 2, 1.6-14

Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en el torbellino, Elías y Eliseo se marcharon de Guilgal.

Llegaron a Jericó, y Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán.» Eliseo respondió: «¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.»

Y los dos siguieron caminando. También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. Los dos se detuvieron junto al Jordán; Elías cogió su manto, lo enrolló, golpeó el agua, y el agua se dividió por medio, y así pasaron ambos a pie enjuto.

Mientras pasaban el río, dijo Elías a Eliseo: «Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado.» Eliseo pidió: «Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu.»

Elías comentó: «¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás.»

Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo lo miraba y gritaba: «¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel!»

Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; luego recogió el manto que se le había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán; y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua diciendo: «¿Dónde está el Dios de Elías, dónde?»

Golpeó el agua, el agua se dividió por medio, y Eliseo cruzó.

SALMO 30, 20.21.24

Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos.

En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras.

Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23

El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO: Mateo 6, 1-6.16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.

Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.

Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

La mano izquierda y la mano derecha (Mt 6,3)

Cuánto nos cuesta que no valoren y reconozcan nuestra generosidad. Nos acostumbramos fácilmente a medir nuestra entrega con el metro de la cortesía y la corrección social, más que con la medida del Evangelio.

Somos quizá generosos con nuestro tiempo, cualidades o bienes, y decimos que todo eso lo hacemos sin esperar nada a cambio; pero cuando, efectivamente, no hay nada a cambio, vamos acumulando pequeños rencores que entibian nuestra entrega y van empequeñeciendo nuestro corazón.

En el fondo, nos gusta dar con la mano derecha mientras hacemos todo lo posible para que nuestra mano izquierda sepa quién ha dado, lo que hemos dado y qué ejemplar ha sido nuestra acción.

Cuando damos para quedar bien, para que no digan, por si luego necesito pedir favores, por mera apariencia de Evangelio, estamos disfrazando nuestra fe con esa careta de la hipocresía que, tarde o temprano, decepciona a los demás y los aparta del Evangelio.

El Señor no hizo depender su predicación, sus curaciones, su entrega al Padre en la Cruz, del reconocimiento humano, de la buena opinión de los hombres o de la recompensa que podía esperar a cambio.

Cuántas intenciones egoístas y vanidosas, disfrazadas de apariencia de bien, se ocultan agazapadas en tantos actos que realizamos en nombre de Dios y de la virtud cristiana.

Cuánto afán de crecer a los ojos de los demás, cuánta ambición de poder y de reconocimiento, cuánto egocentrismo sutil y engañoso, escondemos en la mano izquierda, mientras con la derecha mostramos abiertamente nuestra dádiva más generosa.

Contempla a Cristo en la Cruz y dejarás de buscar compensaciones y reconocimientos humanos que agostan tu alma y la van encerrando en la caracola de tu soberbia.

Basta que Dios conozca tus manos, si tú quieres conocer también las suyas.

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Testimonios de mujeres jóvenes católicas que usan velo durante la misa, en la adoración del Santísimo, etc.

junio 18, 2024

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Mujeres jóvenes católicas oran con velo

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Algunas mujeres están usando velo cuando participan en la misa o también mientras adoran el Santísimo Expuesto o simplemente cuando oran personalmente. Las preguntas que siguen fueron formuladas a tres mujeres jóvenes de dos parroquias de Lima, Perú, que están usando el velo. Estas fueron sus respuestas.

1. ¿Cuánto tiempo hace que usa el velo? 

  • Uso velo desde septiembre del 2023.
  • Uso velo desde mayo – junio 2021.

2. ¿Dónde lo usa?

  • Lo uso dentro de la iglesia durante la misa, adoraciones eucarísticas y cuando voy al Santísimo a hacer mi oración.
  • En el templo, en el Santísimo, pero voy a empezar a usarlo en oración, y tendré uno especial para el rezo del rosario.

3. ¿Cuál fue el motivo que le animó definitivamente a ponérselo, a usarlo?

  • El año pasado 2023 tuve tres encuentros marianos hermosos: estuve en Medugorje, Fátima y en Lourdes. En los dos primeros lugares vi a muchas mujeres usándolo y empecé a averiguar más sobre el uso del velo porque mi mejor amiga también me había hablado sobre ello. Durante mi viaje, en Lourdes, luego de visitar la Iglesia donde Bernardita hizo su primera comunión y después de un momento hermoso de oración allí, al salir, en una tienda mi mirada fue directo a un velo, y sentí un llamado muy fuerte a comprarlo. A los días regresé a Lima, y le pedí a mi párroco que me lo bendijera. Desde allí empecé a usarlo.
  • Durante mi ayuno de cuarenta días, tuve una iluminación de conciencia: la Virgen me mostró su importancia en una charla, y sentí en mi corazón el llamado a volver a usarlo como muestra de sometimiento, pureza y modestia.
  • Uso el velo porque creo que es un acto de humildad y de mayor reverencia para honrar a Jesús; y porque le agrada (escuché en una charla que el velo consuela a Jesús).

4. ¿Cuáles serían las bendiciones, gracias, experiencias lindas que le proporciona llevar velo y rezar con él puesto?

  • Considero que me une más a Jesús porque me ha permitido estar más concentrada en mi oración; es como si yo estuviese a solas con Él. También me ha ayudado a poder esforzarme en mi día a día a vivir con modestia, buscar siempre estar en gracia y vivir la pureza a ejemplo de la Virgen María.
  • Me concentro en el Señor en la misa; humildad, modestia, pureza.
  • Me gusta usar el velo porque me recoge en oración, evita distracción y me llama al recogimiento.

5. ¿Sabía que el velo es un sacramental: lo ha hecho bendecir por un sacerdote? Si fue así, ¿le preguntó algo el sacerdote, le dijo o sugirió algo, le gustó?

  • Sí, lo hice bendecir por un sacerdote antes de empezar a usarlo. Él se puso muy feliz de que iniciara a usar velo.
  • Sí, mis velos están bendecidos por mi director espiritual.

6. ¿Qué reacciones ha visto en los demás por llevar velo?

  • Algunas personas se me han acercado a consultarme por el significado de usarlo, porque es muy poco común. Incluso algunas piensan que soy monja/consagrada y les explico.
  • Al inicio sentí mucho juicio pero en otros interés en saber por qué lo uso; así que fue mi oportunidad para evangelizar.

7. ¿Cómo animaría a una mujer que dudara de la utilidad del velo para que se lo pusiera?

  • Le contaría mi testimonio y las gracias tan especiales que he recibido desde que lo he empezado a usar. También oraría por ella y la acompañaría a comprar uno.
  • Decirle la importancia y el significado, regalarle un velo y orar por ella para que el Señor le muestre su importancia.

8. ¿Cuál ha sido el sentimiento más grato y consolador que ha experimentado al vestir el velo, durante la eucaristía, en la hora santa o mientras hacía oración personal?

  • Experimentar el estar unida a Jesús, estar muy cerquita de Él, yo a solas con Él en cada momento de oración y Él consolándome y viniendo a mi encuentro ante tantas preocupaciones.
  • Que me sentía protegida, que somos Dios, Jesús y yo, que practico la modestia, que consuelo el corazón de Jesús.

9. ¿Llevar velo le ayuda a ser una mujer cristiana más creyente y femenina, y más responsable en todos sus compromisos en la casa, en el trabajo, en la Iglesia?

  • Sí, me ayuda a que yo pueda ser testimonio e irradiar con mi vida más de Jesús y más de la Virgen María, imitando su pureza, humildad, obediencia en todo aquello que se me ha encomendado.
  • Sí, me enseña humildad, sumisión a Dios, me hace recordar que debo imitar a la Virgen en alma y cuerpo, viviendo la pureza y modestia en el vestir. Me hace valorar el inmenso regalo de ser mujer porque todo lo sagrado se cubre y como mujer custodio la vida.
  • Aprovecho para decir que sería maravilloso volver a ciertos actos, detalles de piedad, reverencia como el volver a poner reclinatorios, usar la patena e invitar a usar velo.

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El maná de cada día, 18.6.24

junio 18, 2024

Martes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

F
Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen.

PRIMERA LECTURA: 1 Reyes 21, 17-29

Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: «Anda, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Mira, está en la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión.

Dile: «Así dice el Señor: ‘¿Has asesinado, y encima robas?’ Por eso, así dice el Señor: ‘En el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, a ti también los perros te lamerán la sangre.»

Ajab dijo a Elías: «¿Conque me has sorprendido, enemigo mío?»

Y Elías repuso: «¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo de Nabat, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a Israel.

También ha hablado el Señor contra Jezabel: «Los perros la devorarán en el campo de Yezrael.» A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros, y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo.»

Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Señor reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de manera abominable, siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos, a quienes el Señor había expulsado ante los israelitas.

En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno.

El Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: «¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mí, no lo castigaré mientras viva; castigaré a su familia en tiempo de su hijo.»

SALMO 50, 3-4.5-6a.11.16

Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia.

Aclamación antes del Evangelio: Jn 13, 34

Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.

EVANGELIO: Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Espíritu Santo, que nos haces participar de la benignidad de Dios

“¡Dad gracias a Dios, porque es bueno!” (1 Cr 16,34). La bondad es un atributo que corresponde, en primer lugar, a Dios. Se identifica con su amor y, por tanto, con lo más íntimo de su esencia. Sólo Él se da enteramente, sin reservas ni límites de tiempo.

Sin embargo, desde nuestra corta perspectiva humana, solemos identificar lo bueno con los instantes de felicidad. Como no nos podemos asegurar una felicidad para siempre, la buscamos en las cosas, ambientes o personas, sin darnos cuenta de que sólo en Dios podemos prolongar hasta lo eterno esos instantes de felicidad.

La benignidad mira al bien del prójimo. Es la inclinación a ocuparse del bien de los demás, bajo la moción del Espíritu Santo. Por tanto, no podemos entender el bien desde los parámetros humanos de la mera filantropía.

Lo difícil es hacer el bien con verdadera rectitud de intención, sin buscar compensaciones ni intereses propios. Comenzando en nuestro ambiente más cercano, con los amigos que saben de nuestros defectos, compañeros con los que compartimos las monotonías diarias, con aquellos que nos juzgan o que no son afines a nuestros criterios.

Así de radical es el Evangelio: “Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos” (Lc 6,35).

El mal no tiene consistencia propia; es sólo la ausencia del bien. Existe el mal allí donde no hay bien.

No está en nuestras manos alcanzar, en este mundo, un bienestar material y afectivo absolutos, sino que nuestra esperanza está en Dios.

Y, si todo lo creado es bueno, ¿por qué, entonces, existe el mal en el mundo? Porque aún falta lo bueno que tú has de hacer.

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El maná de cada día, 17.6.24

junio 17, 2024

Lunes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Al que quiera quitarte la túnica, dale también la capa
Al que quiera quitarte la túnica, dale también la capa

PRIMERA LECTURA: 1 Reyes 21, 1-16

Por aquel tiempo, Nabot, el de Yezrael, tenía una viña pegando al palacio de Ajab, rey de Samaria.

Ajab le propuso: «Dame la viña para hacerme yo una huerta, porque está al lado, pegando a mi casa; yo te daré en cambio una viña mejor o, si prefieres, te pago en dinero.»

Nabot respondió: «¡Dios me libre de cederte la heredad de mis padres!»

Ajab marchó a casa malhumorado y enfurecido por la respuesta de Nabot, el de Yezrael, aquello de: «No te cederé la heredad de mis padres.»

Se tumbó en la cama, volvió la cara y no quiso probar alimento. Su esposa Jezabel se le acercó y le dijo: «¿Por qué estás de mal humor y no quieres probar alimento?»

Él contestó: «Es que hablé a Nabot, el de Yezrael, y le propuse: «Véndeme la viña o, si prefieres, te la cambio por otra.» Y me dice: «No te doy mi viña.»»

Entonces Jezabel dijo: «¿Y eres tú el que manda en Israel? ¡Arriba! A comer, que te sentará bien. ¡Yo te daré la viña de Nabot, el de Yezrael!»

Escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey y las envió a los ancianos y notables de la ciudad, paisanos de Nabot. Las cartas decían: «Proclamad un ayuno y sentad a Nabot en primera fila. Sentad en frente a dos canallas que declaren contra él: «Has maldecido a Dios y al rey.» Lo sacáis afuera y lo apedreáis hasta que muera.»

Los paisanos de Nabot, los ancianos y notables que vivían en la ciudad, hicieron tal como les decía Jezabel, según estaba escrito en las cartas que habían recibido.

Proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot en primera fila; llegaron dos canallas, se le sentaron enfrente y testificaron contra Nabot públicamente: «Nabot ha maldecido a Dios y al rey.»

Lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió. Entonces informaron a Jezabel: «Nabot ha muerto apedreado.»

En cuanto oyó Jezabel que Nabot había muerto apedreado, dijo a Ajab: «Hala, toma posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael, que no quiso vendértela. Nabot ya no vive, ha muerto.»

En cuanto oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a tomar posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael.

SALMO 5,2-3.5-6.7

Atiende a mis gemidos, Señor.

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío.

Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor.

Aclamación antes del Evangelio: Sal 118, 105

Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.

EVANGELIO: Mateo 5,38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.»

SER BUENOS Y HACER EL BIEN

La expresión «todo el mundo es bueno» es cierta si pensamos que somos hijos de Dios. Y lo increíble de esa filiación divina es el respeto escrupuloso de Dios hacia nuestra libertad, que es lo que propiamente nos asemeja a Él. Pero, ¿por qué nos desviamos tan fácilmente de nuestra propia responsabilidad, dejando de participar así de esa bondad que Dios nos ha dado?

En el ejercicio de nuestra libertad radica el misterio del comportamiento humano. La educación, el ambiente familiar o el entorno social nos influyen mucho. Pero, no nos eximen de la responsabilidad de poner en acto la bondad de Dios, que reside en nosotros como hijos suyos.

Lo contrario, no reconocer esa filiación, nos impide participar de la bondad divina y nos mueve a elecciones que no nos ayudan a conseguir el verdadero fin de nuestra vida.

Así pues, no es tanto un estado (la bondad), sino un actuar (hacer cosas buenas), lo que nos define como hombres y mujeres que buscan a Dios sinceramente. San Pablo decía que “una fe sin obras, es una fe muerta”.

Adecuar nuestros deseos con la voluntad de Dios nos exige, ciertamente, esfuerzo y renuncia. Descubrir el plan de la Providencia en mi vida siempre nos supondrá un examen permanente de lo que nos dicen nuestros razonamientos y de cómo ponemos por obra aquello que es objeto de nuestra conciencia. He ahí la verdadera madurez humana.

Cuánto nos cuesta vivir ese precepto del amor de Dios, que nos pide amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Se trata de realizar el bien, no según mis criterios, mis gustos o intereses, sino rectificando la intención para renunciar a nuestros egoísmos. Esto es unir la fe y la vida en las obras concretas, para hacer realidad, en las obras buenas, la bondad de los hijos de Dios.

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El cura que limpió el monte de ortigas

junio 16, 2024

San Juan de Ortega, 2 de junio

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San Juan de Ortega. Parroquia de San Martín Obispo en Quintanaortuño, Burgos, donde nació el santo. Foto: Mottaw

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Cuando los montes de Oca eran una selva, Juan de Ortega abrió un camino y levantó un hospital para peregrinos, a los que salvó de los bandoleros de la zona

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo – 2 de Junio de 2024

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A veces, si uno quiere emprender el camino al cielo, basta con pegarse a un santo y seguir sus huellas. Así lo hizo san Juan de Ortega, que continuó la obra de santo Domingo de la Calzada y hoy es uno de los grandes santos de Castilla.

Juan nació en Quintanaortuño, una aldea distante apenas cuatro kilómetros de Vivar, donde pocas décadas antes vio la luz Rodrigo Díaz, el Cid Campeador. Los biógrafos sitúan su nacimiento en el año 1080, en el seno de una familia pudiente de la zona, con tierras y propiedades.

Juan fue el primero de varios hermanos, pero cuando sus padres murieron rechazó la herencia que le correspondía por su primogenitura, ya que tenía otros horizontes menos mundanos.

Así, en el quicio entre los dos siglos que le tocó vivir, Juan lo dejó todo y se fue a Burgos para convertirse en sacerdote, siendo ordenado en 1106 por el obispo de Calahorra y Nájera. De aquellos años se ha conservado hasta hoy una ancha casulla que mide 1,63 metros de largo, lo cual indica que debió de ser un hombre alto y robusto.

Parece ser que en Burgos conoció a san Lemes, hoy patrono de la ciudad, y a santo Domingo de la Calzada, un eremita que en el año 1039 dejó su vida solitaria para construir un puente de madera sobre el río Oja para facilitar el paso de los peregrinos hacia Compostela.

De él aprendió los rudimentos de las técnicas de construcción, y juntos, y gracias al impulso y la financiación del rey Alfonso VI, dedicaron el resto de sus vidas a abrir caminos y levantar hospitales y albergues para peregrinos a Santiago.

Ambos se repartieron el trabajo: Domingo se encargaría de la zona entre Nájera y Redecilla del Camino, y Juan trabajaría entre esta última y Burgos.

«Su vida la dedicó por entero a brindar la mejor acogida a los peregrinos que iban a Compostela, en un tiempo en el que la zona en la que trabajó era un auténtico territorio de frontera. Él lo vivió como una misión sacerdotal», asegura Andrés Picón, canónigo de la catedral de Burgos.

Picón atiende pastoralmente la iglesia del monasterio que el santo fundaría años más tarde, y señala que en aquellos años peregrinar a la tumba del Apóstol «era una cuestión muy seria, porque muchos no podían volver a casa. De hecho, el Camino está lleno de cementerios de peregrinos, porque muchos enfermaban durante la travesía».

Una promesa en la tormenta

Cuando en el año 1109 Domingo entregó su vida al Señor, Juan de Quintanaortuño decidió peregrinar a Jerusalén y así encontrar luces sobre el sentido que debía dar a su vida. Tras la muerte de Alfonso VI, Castilla se había convertido en el escenario de varias contiendas por el poder real, otro motivo que llevó a Juan a Jerusalén, donde pasó varios años.

En el año 1113, el de Quintanaortuño tomó un barco de regreso, pero una tormenta lo zarandeó de tal modo que Juan prometió que, si salía de esa, levantaría en su tierra una iglesia dedicada a san Nicolás, cuyas reliquias había obtenido en la Ciudad Santa. La tormenta se calmó y Juan decidió cumplir su promesa en medio de los Montes de Oca.

Lo que hizo fue literalmente desbrozar y allanar varios kilómetros de esta zona boscosa para crear un camino que no existía, un lugar donde la proliferación de ortigas hizo que al santo se le llamara a partir de entonces Juan de Ortega.

Allí se refugiaban bandoleros que asaltaban y mataban a los que se les ocurría asomar la nariz, por lo que muchos tenían que dar un largo rodeo de varios días solo para poder conservar la vida.

Durante los años siguientes, Juan caminaría hasta Redecilla o Belorado para recoger allí a grupos de peregrinos y acompañarlos por el bosque ofreciéndoles su protección y autoridad como sacerdote.

En medio del trayecto levantó un hospital y un monasterio dedicados a san Nicolás, y poco a poco se rodeó de otros sacerdotes con los que creó una comunidad dedicada a la protección, cuidado y acogida de peregrinos. Ese lugar es hoy el monasterio de San Juan de Ortega, uno de los enclaves esenciales del Camino Francés.

Allí murió, en junio de 1163, «un hombre entregado a Dios y a los demás», afirma Andrés Picón, para quien el santo «es un ejemplo por olvidarse de sí mismo y vivir hacia los otros», sobre todo aquellos «que buscan algo que dé un sentido verdadero a sus vidas, tal como muchos peregrinos hacen hoy».

El milagro de la luz

El milagro de la luz

Cada año, en torno a los equinoccios de primavera y otoño, un rayo de sol penetra por una de las ventanas del monasterio de San Juan de Ortega e ilumina el llamado capitel de la Natividad.

Son solo diez minutos en los que, en medio de la oscuridad del templo, el espectador puede ver cómo la luz avanza por las escenas de piedra que recogen los acontecimientos de la venida de Cristo al mundo, desde la Anunciación hasta el Nacimiento.

A las 18:00 horas, también dos días antes y dos días después de cada equinoccio, allí se citan peregrinos y curiosos para asistir a lo que muchos llaman el milagro de la luz. Esta maravilla que aúna arquitectura y astronomía es obra del artista Simón de Colonia, que en el siglo XV recibió de Isabel la Católica el encargo de reformar el monasterio.

2 de junio: san Juan de Ortega, el cura que limpió el monte de ortigas