«El levantamiento iraní no es político sino existencial»

diciembre 22, 2022

Una mujer sostiene un cartel contra las ejecuciones en Irán, en México el 19 de diciembre. Foto: AFP / Pedro Pardo

La escritora iraní Azar Nafisi considera que las recientes ejecuciones en Irán han condenado a la república islámica a desaparecer. «En un régimen absolutista no puedes hacer una reforma pequeñita»

Rodrigo Moreno Quicios – 22 de Diciembre de 2022

A Azar Nafisi las dos últimas ejecuciones públicas en Irán le «rompen el corazón». Pero con el corazón herido tiene ahora la esperanza que no tenía en 1979, cuando se produjo la revolución islámica.

«Cuando veo las imágenes de las protestas me siento enfadada y en duelo por la violencia que el régimen está usando contra gente inocente. Pero al mismo tiempo me hace sentir ilusionada de que esta vez suceda algo diferente y que la gente no se conforme con una reforma», cuenta a Alfa y Omega.

La autora de Leer Lolita en Teherán, exiliada en Estados Unidos desde 1997 por su negativa a llevar hiyab en la universidad, acaba de pasar por Roma para participar en el evento literario Più Libri Più Liberi.

Considera que las ejecuciones de los jóvenes Mohsen Shekari y Majid Reza Rahnavard por participar en las protestas contra el Gobierno han provocado que los iraníes ya no se conformen con un cambio superficial. «Ha llegado un punto en el que su revolución no es solamente por una reforma. En un régimen absolutista no puedes hacer una reforma pequeñita».

Azar Nafisi insiste en que «el levantamiento de los iraníes no es político sino existencial». «Yo, como miles de mujeres iraníes, protesto contra el hiyab y la república islámica en su totalidad para recuperar nuestra identidad perdida y confiscada».

Y reivindica el eslogan de estas protestas: Mujeres, vida y libertad. «Las mujeres somos cruciales porque somos el primer símbolo del cambio de actitud hacia el régimen y eso les preocupa. Por eso usan tanta violencia, porque están asustados».

«El régimen desde el comienzo de la revolución apuntó a tres grupos: mujeres, minorías y quienes se dedican a la cultura. Ahora esas víctimas han salido a la calle y están pidiendo derechos»

En los últimos años Irán ha sido uno de los países que más ha matado bajo la supervisión del Estado. En septiembre, la joven kurda de 23 años Mahsa Amini murió a causa de una hemorragia cerebral provocada por los golpes de la Policía de la moral al detenerla por llevar mal puesto el velo.

Este asesinato sirvió como catalizador de un levantamiento popular por la libertad cuya represión ya ha costado la vida a 400 manifestantes, entre los que hubo menores. 

Marco Gnavi, responsable de las iniciativas de la Comunidad de Sant’Egidio por la abolición de la pena de muerte, considera que el asesinato de manifestantes y las ejecuciones «reflejan las grietas y las dificultades que tiene el Estado para gestionar en el interior las posiciones de desacuerdo o el debate que están legitimadas y tienen motivaciones válidas».

«Ojalá las presiones internacionales abran los ojos ante estos episodios y que la mano del verdugo pare», pide Gnavi.

Según Afisi, el régimen es incapaz de cualquier solución negociada al descontento «porque desde el inicio su respuesta a cualquier forma de crítica ha sido la violencia».

«Ese es el único lenguaje que entiende, y por esa razón los iraníes no ven futuro en este régimen», opina. Está convencida de que «aunque el Gobierno arreste a los líderes políticos y desmantele sus organizaciones, no los pueden matar a todos. En algún momento esta violencia tendrá que acabar».

Ser minoría religiosa en Irán

Según las últimas estadísticas gubernamentales, los cristianos tradicionales armenios y asirios en Irán suman 117.700 personas. Aunque otras fuentes multiplican esta cifra por ocho, los 800.000 fieles siguen sin llegar al 1 % en este país de 84,3 millones de habitantes.

El recrudecimiento de la represión ha provocado que sitios web de referencia para los cristianos, como Article18, difundan mensajes de líderes católicos recomendando «no involucrarse en las protestas». Pero en un contexto tan represivo es difícil identificar el grado de genuinidad de este tipo de mensajes.

Yonathan Betkolia, líder de la Sociedad Asiria de Teherán, enuncia en la agencia de noticias Isna las presiones de los servicios de inteligencia a los «representantes cristianos, obispos y sacerdotes» para que disuadan de participar en cualquier protesta. 

«La situación de las minorías religiosas es terrible», cuenta Azar Nafisi. La escritora recuerda que «al llegar la república islámica, hubo gente que se convirtió a otras religiones, como el cristianismo, y esto molestó mucho al régimen».

Esta protesta contra el integrismo llevó a que el Gobierno «persiguiera las religiones en el país para evitar que más gente se les uniera». «Ahora que la violencia ha llegado a este pico, todo el mundo está preocupado», confiesa.

Pero a pesar de la preocupación, Azar Nafisi sigue alimentando la esperanza. «El régimen desde el comienzo de la revolución apuntó a tres grupos: mujeres, minorías y quienes se dedican a la cultura. Ahora esas víctimas han salido a la calle y están pidiendo derechos. Que hayan decidido quitarse el hiyab es el signo más obvio del fracaso del Gobierno».


El maná de cada día, 22.12.22

diciembre 22, 2022

22 de Diciembre. Feria de Adviento

Proclama mi alma la grandeza del Señor
María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor


Antífona de entrada: Salmo 24, 7

¡Portones!, alzad los dinteles; que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

Oración colecta:

Señor Dios, que con la venida de tu Hijo, has querido redimir al hombre sentenciado a muerte, concede a los que van a adorarlo, hecho niño en Belén, participar de los bienes de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: 1 Samuel 1, 24-28

En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun muy pequeño.

Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: «Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.»
Después se postraron ante el Señor.


SALMO: Isaías 2, 1.45.6-7.8abcd

Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.

Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación.

Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía.

El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece.

Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria.


Aclamación antes del Evangelio:

Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.


EVANGELIO: Lucas 1, 46-56

En aquel tiempo, María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.


Antífona de comunión: Lucas 1, 46-49

Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí.

MAGNIFICAT

De la Exposición de san Beda el Venerable, presbítero,
sobre el evangelio de san Lucas

María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi Espíritu en Dios, mi salvador.

«El Señor, dice, me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más pro­fundo del corazón es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteli­gencia a contemplar con agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se compla­ce en la eterna divinidad de Jesús, mi salvador, con cuya temporal concepción ha quedado fecundada mi carne».

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Se refiere al comienzo del himno, donde había dicho: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Porque sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Señor con dig­nas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos votos y propósitos una exhortación como ésta: Procla­mad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.

Pues quien, una vez que haya conocido al Señor, ten­ga en menos el proclamar su grandeza y santificar su nombre en la medida de sus fuerzas será el menos importante en el reino de los cielos. Ya que el nombre del Señor se llama santo, porque con su singular poder trasciende a toda creatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha hecho.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. Bellamente llama a Israel siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha acogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: Israel es mi siervo, y yo lo amo.

Porque quien rechaza la humillación tampoco puede acoger la salvación, ni exclamar con el profeta: Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, y el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el rei­no de los cielos.

Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. No se re­fiere a la descendencia carnal de Abrahán, sino a la espi­ritual, o sea, no habla de los nacidos solamente de su carne, sino de los que siguieron las huellas de su fe, lo mismo dentro que fuera de Israel. Pues Abrahán había creído antes de la circuncisión, y su fe le fue tenida en cuenta para la justificación.

De modo que el advenimiento del Salvador se le pro­metió a Abrahán y a su descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, de los que se dice: Si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Con razón, pues, fueron ambas madres quienes anun­ciaron con sus profecías los nacimientos del Señor y de Juan, para que, así como el pecado empezó por medio de las mujeres, también los bienes comiencen por ellas, y la vida que pereció por el engaño de una sola mujer sea devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que compiten por anunciar la salvación.