El maná de cada día, 13.12.22

Martes de la 3ª semana de Adviento

Martes de la 3ª semana de Adviento
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha


PRIMERA LECTURA: Sofonías 3, 1-2.9-13

Así dice el Señor:

«¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora! No obedeció ni escarmentó, no aceptaba la instrucción, no confiaba en el Señor, no se acercaba a su Dios.

Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que le sirvan unánimes.

Desde más allá de los ríos de Etiopía, mis fieles dispersos me traerán ofrendas. Aquel día no te avergonzarás de las obras con que me ofendiste, porque arrancaré de tu interior tus soberbias bravatas, y no volverás a gloriarte sobre mi monte santo.

Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos.»

SALMO 33, 2-3. 6-7. 17-18. 19 y 23

Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.

Pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.

El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.

Aclamación antes del Evangelio

Ven, Señor, y no tardes, perdona los pecados de tu pueblo.

EVANGELIO: Mateo 21, 28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.» El le contestó: «No quiero.» Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: «Voy, señor.» Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»

Contestaron: «El primero.»

Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»


LOS QUE IRÁN EN PRIMER LUGAR

Papa Francisco, Casa Santa Marta
Martes 16 de diciembre de 2014

Un «corazón arrepentido» que sabe reconocer los propios pecados es la condición fundamental para encaminarse por la «senda de la salvación». Entonces el «juicio» del Señor no dará miedo, sino que dará «esperanza». Y las dos lecturas del día, en las que se centró la reflexión del Papa en la misa del martes 16 de diciembre, tienen la «estructura de un juicio».

La primera, tomada del Libro del profeta Sofonías (3, 1-2. 9-13) comienza «con una palabra de amenaza: “¡Ay de la ciudad rebelde, impura!». He aquí ya el juicio: «a la ciudad rebelde», la ciudad que «no ha escuchado la llamada, que no ha aceptado la lección, no ha confiado en el Señor, no ha recurrido a su Dios». Para ellos es la «condena» que se expresa en el término «¡ay!».

Para los demás, en cambio, hay una promesa: «Purificaré los labios de los pueblos», escribe el profeta. Y continúa: «Desde las orillas de los ríos de Cus, mis adoradores, los deportados, traerán mi ofrenda. Aquel día, ya no te avergonzarás de las acciones con que me ofendiste».

¿De quién habla Sofonías? De quien —explicó el Pontífice— se acerca «al Señor porque el Señor ha perdonado». Son estos «los salvados»; los demás, en cambio, son «los soberbios, que no habían escuchado la voz del Señor, que no aceptaron la corrección, no confiaron en el Señor».

A los que se arrepienten, que son capaces de reconocer: «Sí, somos pecadores» —destacó el Papa— el Señor reservó el perdón y dirigió «esta palabra, que es una de las palabras llenas de esperanza del Antiguo Testamento: “Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor”».

Aquí se distinguen «las tres características del pueblo fiel de Dios: humildad, pobreza y confianza en el Señor». Y es precisamente esta «la senda de la salvación». Los demás, en cambio, «no acogieron la voz del Señor, no aceptaron la corrección, no confiaron en el Señor», por ello «no pueden recibir la salvación»: se «cerraron, ellos, a la salvación».

Lo mismo, precisó el Pontífice, sucede hoy: «Cuando vemos el santo pueblo de Dios que es humilde, que tiene sus riquezas en la fe en el Señor, en la confianza en el Señor; el pueblo humilde y pobre que confía en el Señor», entonces encontramos a «los salvados», porque «este es el camino» que debe recorrer la Iglesia.

Una dinámica semejante se encuentra en el Evangelio del día (Mateo, 21, 28-32), donde Jesús propone «a los jefes de los sacerdotes, a los ancianos del pueblo», a todo ese «“grupo” de gente que le declaraba la guerra», un «juicio» sobre el cual reflexionar. Les presenta el caso de los dos hijos a quienes el padre les pide que vayan a trabajar a la viña. Uno responde: «No voy». Pero luego va. El otro, en cambio, dice: «Sí, papá», pero después reflexiona y «no va, no obedece».

Jesús pregunta a sus interlocutores: «¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre? ¿El primero, el que había dicho que no», ese «joven rebelde» que luego «pensó en su padre» y decidió obedecer, o el segundo? Así llega el juicio: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios».

Ellos «serán los primeros». Y se lo explica: «Vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

«¿Qué hizo esta gente» para merecer tal juicio? «No ha escuchado la voz del Señor —explicó el Papa—, no ha aceptado la corrección, no ha confiado en el Señor». Alguien podría decir: «Pero, padre, qué escándalo que Jesús diga esto, que los publicanos, que son traidores de la patria porque recibían los impuestos para pagar a los romanos», precisamente ellos «irán los primeros al reino de los cielos». ¿Y lo mismo sucederá con las «prostitutas que son mujeres de descarte»?

De aquí la conclusión: «¿Señor, tú has enloquecido? Nosotros somos puros, somos católicos, comulgamos cada día, vamos a misa». Sin embargo, destacó el Papa Francisco, precisamente ellos «serán los primeros en ir si tu corazón no es un corazón que se arrepiente». Y «si tú no escuchas al Señor, si no aceptas la corrección y no confías en Él, no tienes un corazón arrepentido».

El Señor, continuó el Pontífice, «no quiere» a estos «hipócritas que se escandalizaban» de lo que «decía Jesús sobre los publicanos y las prostitutas, pero luego a escondidas iban a ellos, o para desfogar sus pasiones o para hacer negocios». Se consideraban «puros», pero en realidad «el Señor así no los quiere».

Este juicio sobre el cual «la liturgia de hoy nos hace pensar» es, de todos modos, «un juicio que da esperanza al mirar nuestros pecados». Todos, en efecto, «somos pecadores». Cada uno de nosotros conoce bien la «lista» de los propios pecados, y —explicó el Papa Francisco— podemos decir: «Señor, te entrego mis pecados, la única cosa que podemos ofrecerte».

Para hacer comprender mejor esto, el Pontífice recordó la «vida de un santo que era muy generoso» y ofrecía todo al Señor: «Lo que el Señor le pedía él lo hacía». Lo escuchaba siempre y cumplía siempre su voluntad. Y el Señor en una ocasión le dijo: «Tú aún no me has dado una cosa».

Y él, «que era tan bueno», respondió: «Pero Señor, ¿qué cosa no te he dado? Te he dado mi vida, trabajo por los pobres, trabajo en la catequesis, trabajo aquí, trabajo allí…». Así, el Señor le salió al encuentro: «Tú aún no me has dado una cosa». Pero, «¿qué cosa, Señor?», repitió el santo. «Tus pecados», concluyó el Señor.

He aquí la lección que quiso destacar el Papa: «Cuando nosotros seamos capaces de decir al Señor: “Señor, estos son mis pecados, no son los de este o los de aquel… son los míos. Tómalos tú. Así estaré salvado”», entonces «seremos ese hermoso pueblo, pueblo humilde y pobre que confía en el nombre del Señor».

http://www.vatican.va 

El Papa en Sta. Marta advierte sobre los clérigos que se sienten superiores

En la homilía de este martes, 13 de diciembre de 2016, el Santo Padre asegura a los seducidos por el clericalismo que “los pecadores y las prostitutas irán delante de vosotros en el Reino de los cielos”

ZENIT – Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco, en la homilía de este martes en Santa Marta, ha advertido de que el espíritu del clericalismo es un mal presente también hoy en la Iglesia y la víctima es el pueblo, que se siente descartado, abusado.

Hoy, además, el Santo Padre celebra el 47º aniversario de su ordenación sacerdotal y en la misa estaba acompañado por los cardenales del Consejo. En su predicación, el Santo Padre ha señalado el peligro de los pastores de convertirse en intelectuales de la religión con una moral lejos de la Revelación de Dios.

El pueblo humilde y pobre que tiene fe en el Señor es la víctima de los “intelectuales de la religión”, “los seducidos por el clericalismo”, que en el “Reino de los cielos serán precedidos por los pecadores arrepentidos”.

El Papa, citando a Jesús que en el Evangelio de Mateo de hoy se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, se detiene precisamente en su rol.

“Tenían autoridad jurídica, moral, religiosa”, “decidían todo”, ha recordado. Anás y Caifás, por ejemplo, “han juzgado a Jesús”, eran los sacerdotes y los jefes que han “decidido matar a Lázaro” o incluso, fue donde ellos Judas para “negociar” y así “fue vendido Jesús”. Un estado de “prepotencia y tiranía hacia el pueblo” al que han llegado instrumentalizando la ley.

Al respecto, ha observado que rehicieron la ley muchas veces, hasta llegar incluso a 500 mandamientos. “Pero era una ley sin memoria, habían olvidado el primer mandamiento, que Dios dio a nuestro padre Abrahán: camina en mi presencia y sé irreprensible”. Ellos no caminaban, ha lamentado el Pontífice, han estado parados siempre en las propias convicciones.

Y la víctima, como lo fue Jesús, es el “pueblo humilde y pobre que confía en el Señor”, “ los que son descartados”, que conocen el arrepentimiento también si no cumplen la ley, y sufren estas injusticias.

El Papa ha subrayado que estas personas se sienten “condenadas”, “abusadas”, por quien es “vanidoso, orgulloso, soberbio”. Por eso ha puesto el ejemplo de Judas, que fue un “descarte de esta gente”.

Así, el Pontífice ha asegurado que Judas fue un traidor, que es un pecado fuerte y feo, pero que después se arrepintió y fue a devolverles las monedas. Y ellos no le dijeron “pero tú has sido nuestro socio, quédate tranquilo… nosotros tenemos el poder de perdonar todo”, sino “arréglatelas como puedas, es tu problema”. Y lo dejaron “solo, descartado”, ha lamentado el Santo Padre.

“El pobre Judas traidor y arrepentido no ha sido acogido por los pastores”, ha observado Francisco. Porque estos -ha señalado- habían olvidado qué era un pastor. “Eran los intelectuales de la religión, los que tenían el poder, que llevaban adelante la catequesis del pueblo con una moral hecha por su inteligencia y no según la Revelación de Dios”, ha precisado el Papa.

En esta misma línea, Francisco ha asegurado que también hoy en la Iglesia suceden estas cosas. “Está ese espíritu del clericalismo”, “los clérigos se sienten superiores, se alejan de la gente”, no tienen tiempo para escuchar a los pobres, los que sufren, los presos, los enfermos.

En este sentido, el Santo Padre ha asegurado que el mal del clericalismo es algo muy feo: “es una edición nueva de esta gente”. Y la víctima es la misma: “el pueblo pobre y humilde, que espera en el Señor”.

El Hijo de Dios no entró en ese juego y fue con los enfermos, los pobres, los descartados, los publicanos, los pecadores, las prostitutas. También hoy Jesús “nos dice a todos nosotros y a los que están seducidos por el clericalismo: “los pecadores y las prostitutas irán delante de ustedes en el Reino de los cielos”.

Deja un comentario