El maná de cada día, 1.12.22

diciembre 1, 2022

Jueves de la 1ª semana de Adviento

Tercer día de la novena a la Inmaculada Concepción

pantocrator palermo catedral
Apoyémonos con todas nuestras fuerzas en la roca firmísima que es Cristo

Antífona de entrada: Sal 118, 151-152

Tú, Señor, estás cerca y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí tus preceptos, porque tú existes desde siempre.

Oración colecta

Despierta tu poder, Señor, y ven a socorrernos con tu fuerza; que tu amor y tu perdón apresuren la salvación que retardan nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Isaías 26, 1-6

Aquel día, se cantará este canto en el país de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes: Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti.

Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del humilde, las pisadas de los pobres.»

SALMO 117, 1.8-9.19-21.25-27a

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.

Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.

Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.

Aclamación antes del Evangelio: Isaías 55, 6

Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca.

EVANGELIO: Mateo 7, 21.24-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»

Antífona de comunión: Tit 2, 12-13

Llevemos ya desde ahora una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios.

Sobre los grados de la contemplación

San Bernardo, Sermón 5 sobre diversas materias 4-5

Vigilemos en pie, apoyándonos con todas nuestras fuerzas en la roca firmísima que es Cristo, como está escrito: Afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos. Apoyados y afianzados en esta forma, veamos qué nos dice y qué decimos a quien nos pone objeciones.

Amadísimos hermanos, éste es el primer grado de la contemplación: pensar constantemente qué es lo que quiere el Señor, qué es lo que le agrada, qué es lo que resulta aceptable en su presencia.

Y, pues todos faltamos a menudo, y nuestro orgullo choca contra la rectitud de la voluntad del Señor, y no puede aceptarla ni ponerse de acuerdo con ella, humillémonos bajo la poderosa mano de Dios altísimo y esforcémonos en poner nuestra miseria a la vista de su misericordia, con estas palabras: Sáname, Señor, y quedaré sano; sálvame y quedaré a salvo. Y también aquellas otras: Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.

Una vez que se ha purificado la mirada de nuestra alma con esas consideraciones, ya no nos ocupamos con amargura en nuestro propio espíritu, sino en el espíritu divino, y ello con gran deleite. Y ya no andamos pensando cuál sea la voluntad de Dios respecto a nosotros, sino cuál sea en sí misma.

Y, ya que la vida está en la voluntad del Señor, indudablemente lo más provechoso y útil para nosotros será lo que está en conformidad con la voluntad del Señor. Por eso, si nos proponemos de verdad conservar la vida de nuestra alma, hemos de poner también verdadero empeño en no apartarnos lo más mínimo de la voluntad divina.

Conforme vayamos avanzando en la vida espiritual, siguiendo los impulsos del Espíritu, que ahonda en lo más íntimo de Dios, pensemos en la dulzura del Señor, qué bueno es en sí mismo. Pidamos también, con el salmista, gozar de la dulzura del Señor, contemplando, no nuestro propio corazón, sino su templo, diciendo con el mismo salmista: Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo.

En estos dos grados está todo el resumen de nuestra vida espiritual: Que la propia consideración ponga inquietud y tristeza en nuestra alma, para conducirnos a la salvación, y que nos hallemos como en nuestro elemento en la consideración divina, para lograr el verdadero consuelo en el gozo del Espíritu Santo.

Por el primero, nos fundaremos en el santo temor y en la verdadera humildad; por el segundo, nos abriremos a la esperanza y al amor.

Reflexión del Papa Francisco

Jesús dice: «Quien escucha mis palabras y las pone en práctica será semejante a un hombre sabio que ha construido su casa sobre la roca… En cambio el que escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, es decir no escucha seriamente y no las pone en práctica, será como aquel que edifica su casa sobre la arena». Y conocemos el resultado…

Cuando Jesús pone en guardia a la gente de los pseudo profetas, dice: «Por sus frutos los conocerán». Y aquí, de su actitud: tantas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen miedo del silencio de la palabra de Dios y estos son los pseudo cristianos, los pseudo pastores. Es verdad, hacen cosas buenas, es verdad, pero les falta la roca.

Les falta la roca del amor de Dios, la roca de la Palabra de Dios. Y sin esta roca no pueden profetizar, no pueden construir: aparentan, porque al final todo se derrumba. Son los pseudo pastores, los pastores mundanos; también los pastores o los cristianos que hablan demasiado, tienen miedo del silencio, quizás hacen demasiado. Pero no son capaces de escuchar, hacen lo que dicen, hacen de lo propio, pero no de Dios.

Recordemos estas tres palabras, son un signo: hacer, escuchar, hablar. Uno que sólo habla y hace, no es un verdadero profeta, no es un verdadero cristiano, y al final se derrumbará todo: no está sobre la roca del amor de Dios, no está firme como la roca. Uno que sabe escuchar y de la escucha hace, con la fuerza de la palabra de otro, no de la propia, ese permanece firme.

Si bien sea una persona humilde, que no parece importante, ¡pero cuántos de estos grandes hay en la Iglesia! ¡Cuántos obispos grandes, cuántos sacerdotes grandes, cuántos fieles grandes que saben escuchar y de la escucha hacen!

Un ejemplo de nuestros días es la Madre Teresa de Calcuta que no hablaba, y en el silencio ha sabido escuchar y ¡ha hecho tanto! No se derrumbó ni ella, ni su obra. Los grandes saben escuchar y de la escucha hacen porque su confianza y su fuerza está en la roca del amor de Jesucristo (Homilía en Santa Marta, 25 de junio de 2015).

Diálogo con Jesús

Mi Jesús, quiero estar claro con mi objetivo en la vida: ¡ser santo! Por eso quiero construir mi fe en base a tus promesas y mandatos de amor. Tengo bien claro que no todo el que te diga «Señor, Señor» compartirá la Gloria contigo; es por ello que hoy, quiero que mi vida responda a mi fe, que mis palabras se transformen en acciones, que mi deseo de amarte traspase barreras y sea trampolín de esperanzas para mis semejantes.

Dame un corazón humilde y obediente, un corazón que cumpla tu voluntad y se fortalezca bajo la roca de tu Palabra, un corazón dócil a seguirte por doquier aunque muchas veces eso implique ir contracorriente y soportar rechazos. Tú me llamas a una vida nueva, me llamas a retomar el sendero que conduce a la vida y la salvación, y no podré conseguirla si mis pisadas siguen clavadas en el arenal de las cosas terrenales.

Necesito ejercitarme en una vida llena de oración, renunciar a todo aquello que me aparta de tu lado y me roba momentos valiosos sin la compañía de tu amor. Confío en que me acompañas y me llenas de tu gracia para cumplir esta misión. Me pongo en tus manos y permite que tu Espíritu Santo sea el motor de mis acciones y de mi corazón. Amén

Propósito para hoy

En la oración del día incluiré una acción de gracias a Dios y cuidaré de ser agradecido con todas las personas a mi alrededor

Reflexionemos juntos esta frase:

«La vida de María nos muestra que Dios realiza grandes obras por medio de los más humildes» (Papa Francisco)

PildorasdeFe.net

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

milagrosa

DÍA TERCERO

La Anunciación

Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1,38)

Oración

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las plegarias que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

Reflexión

Los teólogos sostienen que seguramente María sería una adolescente cuando el Ángel Gabriel le transmitió el anuncio de salvación de parte de Dios. Ese día, Dios reveló a María su vocación y el papel que jugaría en la salvación del mundo. Le reveló que él tenía un Hijo que vendría al mundo para salvar a todos los hombres del pecado, la muerte y el dominio de Satanás. Dios le pidió a María, la nueva Eva, que fuera la madre virgen de su Hijo eterno. Su plan dependía del «Sí» de María. Dios quería abrir las compuertas de la misericordia a la humanidad a través del consentimiento de María para ser la Madre virgen de Dios hecho hombre. Dios, que no necesita a nadie para hacer lo que se propone, quiso enviarnos a su Hijo a través del asentimiento de fe de María.

María ofició ante Dios de representante del Pueblo de Israel, y más aún, de todo el género humano. En ese momento, todo dependió de su fiat, de su hágase en mí según tu palabra. En el Concilio Vaticano II, la Iglesia enfatizó la idea de la participación activa de María en la redención del mundo. Los Padres conciliares recordaron las palabras de San Ireneo de Lyon, obispo del siglo II.

Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres. Como dice San Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano.» Por eso no pocos Padres antiguos afirman gustosamente con él en su predicación que «el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; que lo atado por la virgen Eva con su incredulidad, fue desatado por la virgen María mediante su fe;» y comparándola con Eva, llaman a María «Madre de los vivientes,» afirmando aún con mayor frecuencia que «la muerte vino por Eva, la vida por María» (Lumen Gentium, 56).

A través del poder del Altísimo que la cubrió con su sombra, María abrazó a Cristo, primero con su mente por la fe, luego con su corazón por medio de la esperanza y la caridad, y finalmente con su cuerpo mediante el milagro que sólo Dios podía realizar. Ella consintió con todo su ser su maternidad virginal con la plena conciencia de que su hijo se llamaría Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1,21). Con su fiat, María nos dio a Jesús, por lo cual en los planes de Dios, es la humana causa de nuestra salvación. Todo lo bueno en nuestras vidas, lo debemos a María, la Causa de nuestra alegría.

Oración

Dios, Padre Todopoderoso, cuando María se entregó a tu Palabra, concibió a Cristo primero en su mente por la fe, después en su corazón por la esperanza y el amor, y finalmente en su cuerpo por obra de tu Espíritu Santo. Gracias a su deseo de ser la madre de tu Hijo, María abrió para todos los hombres las compuertas de tu amor misericordioso. Que ella ayude a todos los hombres a vivir en fe, esperanza y caridad, obedeciendo tu voluntad. Que ella nos recuerde siempre que lo que Tú quieres es dar la salvación a nuestros hermanos por medio de nuestra fe y buenas obras. Ayúdanos a aceptar plenamente nuestra responsabilidad en la lucha contra la cultura de la muerte y la promoción de la cultura de la vida en nuestra sociedad. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.