El maná de cada día, 16.12.19

Lunes de la 3ª semana de Adviento

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Señor, instrúyeme en tus sendas

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PRIMERA LECTURA: Números 24, 2-7.15-17a

En aquellos días, Balaán, tendiendo la vista, divisó a Israel acampado por tribus.

El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: «Oráculo, de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: ¡Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel!

Como vegas dilatadas, como jardines junto al río, como áloes que plantó el Señor o cedros junto a la corriente; el agua fluye de sus cubos, y con el agua se multiplica su simiente. Su rey es más alto que Agag, y su reino descuella.»

Y entonó sus versos: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza la constelación de Jacob, y sube el cetro de Israel.»
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SALMO 24, 4-5ab.6-7bc.8-9

Señor, instrúyeme en tus sendas.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
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Aclamación antes del Evangelio: Sal 84, 8

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

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EVANGELIO: Mateo 21, 23-27

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»

Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»

Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos «del cielo», nos dirá: «¿Por qué no le habéis creído?» Si le decimos «de los hombres», tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.»

Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»

Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
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Cuando en la Iglesia falta profecía, aparece el clericalismo

Papa Francisco, homilía en Domus Santa Marta – 16.12.2013

Cuando falta la profecía en la Iglesia, falta la vida misma de Dios y predomina el clericalismo: es lo que ha afirmado el Papa Francisco esta mañana en la Misa celebrada en Santa Marta, el tercer lunes de Adviento.

El profeta, afirmó el Papa comentando las lecturas del día, es el que escucha las Palabras de Dios, sabe ver el momento y proyectarse en el futuro. “Tiene dentro de sí estos tres momentos”: el pasado, el presente y el futuro.

“El pasado: el profeta es consciente de la promesa y tiene en su corazón la promesa de Dios, la mantiene viva, la recuerda, la repite. Después mira el presente, mira a su pueblo y siente la fuerza del Espíritu para decirle una palabra que lo ayude a levantarse, a continuar el camino hacia el futuro.

El profeta es un hombre de tres tiempos: promesa del pasado, contemplación del presente, valentía para indicar el camino hacia el futuro.

El Señor siempre ha custodiado a su pueblo, con los profetas, en los momentos difíciles, en los momentos en los que el Pueblo se desanimaba o era destruido, cuando el Templo no estaba, cuando Jerusalén estaba bajo el poder de los enemigos, cuando el pueblo se preguntaba dentro de sí: ‘¡Pero, Señor, tú me hiciste esa promesa! ¿Ahora qué pasa?’”.

Es lo que “sucedió en el corazón de la Virgen, prosiguió el Papa, cuando estaba a los pies de la Cruz”. En estos momentos “es necesaria la intervención del profeta. Y no siempre es bien recibido el profeta, muchas veces es rechazado.

El mismo Jesús dice a los fariseos que sus padres asesinaron a los profetas, porque decían cosas que no eran agradables: decían la verdad ¡recordaban la promesa! Y cuando en el pueblo de Dios falta la profecía, observó de nuevo el Papa, algo falta: ¡falta la vida del Señor!”.

“Cuando no hay profecía la fuerza cae en la legalidad”, predomina el legalismo. Así, en el Evangelio, “los sacerdotes iban a Jesús a pedirle la cartilla de la legalidad: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¡Nosotros somos los señores del Templo!’”.

“No entendían las profecías. ¡Habían olvidado la promesa! No sabían leer los signos del momento, no tenían ni ojos penetrantes ni habían escuchado la Palabra de Dios: ¡sólo tenían la autoridad!”.

“Cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que deja es ocupado por el clericalismo: es ese clericalismo que le pregunta a Jesús: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Con qué legalidad?’.

Y la memoria de la promesa y la esperanza de seguir hacia delante se ven reducidas solo al presente, ni pasado ni futuro esperanzador. El presente es legal: si eres legal vas hacia delante”.

Pero cuando reina el legalismo, la Palabra de Dios no está y el pueblo de Dios que cree, llora en su corazón, porque no encuentra al Señor: les falta la profecía.

Llora “como lloraba la mamá Ana, la mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la fecundidad que viene de la fuerza de Dios, cuando Él despierta la memoria de su promesa y nos empuja hacia el futuro, con la esperanza.

¡Este es el profeta! Este es el hombre del ojo penetrante que escucha las palabras de Dios”.

“Que nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos para la Natividad del Señor sea: ‘Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo!’. Todos los bautizados somos profetas. ‘Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos encerremos en la legalidad que cierra puertas! Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de profecía’”.

http://www.aleteia.org/es/religion/noticias/papa-francisco-cuando-en-la-iglesia-falta-profecia-aparece-el-clericalismo-5325084600303616

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EL ADVIENTO DE TU DÍA A DÍA

La liturgia del Adviento se va revistiendo de una intensidad única y sobrecogedora a medida que se van acercando los días de la celebración del nacimiento del Verbo.

Es difícil sintonizar interiormente con esta gozosa espera del Adviento cuando seguimos entreteniendo el corazón con las mil bagatelas de ese activismo descontrolado que distrae nuestra vida de lo esencial.

Seguimos enredados una y otra vez en ese ovillo de preocupaciones y afanes de nuestro día a día, sin que acertemos a poner en ellos un poco de ese Dios al que decimos que amamos por encima de todo.

Y así, se nos pasan, quizá, los días de nuestra vida, como flor que se deshoja entre los dedos, sin que hayamos gustado al menos un poco de su más suave aroma.

Decimos que el Adviento es espera de Dios y, en realidad, es el Señor quien nos espera desde siempre en su Adviento eterno. Nuestro Adviento litúrgico nos recuerda ese otro Adviento de Dios, que espera allá en la eternidad, en la otra orilla de la vida, adonde llegaremos vacíos de todas esas cosas y afanes que aquí tanto nos entretienen.

Si la liturgia de estos días clama deseosa ¡Ven, Señor!, qué será el deseo de ese Dios que, porque te espera desde siempre, te dice ¡ven! en cada uno de los instantes del día.

Vive pausado el adviento de cada momento de tu jornada pues, en las cosas y personas que llenan tu día a día, Dios sigue esperándote para encontrarse contigo.

En medio de los trajines que llenen hoy tu jornada, acuérdate de parar el corazón y deja que se escape de él ese ¡Ven, Señor! que anima los ritmos litúrgicos del Adviento.

Vive ese pequeño adviento de tu día a día, avivando en ti la presencia de ese Dios que debe llenar desde dentro todas tus cosas y afanes.

Que cada minuto de este día sea un pequeño adviento en el que abraces a ese Dios que espera de ti ese poco de amor y de intimidad que tú sepas ofrecerle como pesebre.

Mater Dei

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