Francisco, en el vuelo a Polonia: «Estamos en guerra, pero no hablo de guerra de religión»

julio 27, 2016

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El Papa Francisco junto al presidente de Polonia y su esposa

El Papa Francisco junto al presidente de Polonia y su esposa

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El Papa llega a Cracovia recordando al «santo sacerdote» asesinado ayer en Francia

Francisco, en el vuelo a Polonia: «Estamos en guerra, pero no hablo de guerra de religión»

Bergoglio se encontró, antes de partir, con niños enfermos y 15 jóvenes refugiados

Hay guerra por intereses, hay guerra por el dinero, hay guerra por los recursos de la naturaleza, hay guerra por el dominio de los pueblos, esto es la guerra 

Por Jesús Bastante, 27 de julio de 2016 

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El Papa Francisco ya está en Polonia. Pocos minutos antes de las cuatro de la tarde, el vuelo de AirItalia aterrizó en el aeropuerto «San Juan Pablo II» de Cracovia, donde le esperaban el presidente de Polonia, Andrzej Duda, su esposa, y el cardenal Dziwisz, así como dos niños que le hicieron entrega de un ramo de flores.

El Papa estaba relajado, seguramente porque antes, en el breve saludo a periodistas en el avión, habló, y fue rotundo: «Estamos en guerra, una guerra en serio y no hablo de guerra de religión. Todas las religiones queremos la paz«.

Con el recuerdo del asesinato del sacerdote francés Jacques Hamel, Bergoglio apuntó que «la palabra que se repite es seguridad, pero la verdadera palabra es guerra». El Papa recordó que «desde hace tiempo que decimos que el mundo está en una guerra de a pedazos«.

Evocó las dos primeras Guerras Mundiales, «con sus métodos», y destacó que la guerra actual «quizás no es tanto orgánica, sí organizada, pero es guerra».

«Este santo sacerdote murió justo en el momento en el que se recogía en las oraciones por la Iglesia», subrayó el Pontífice, quien también recordó a «cuántos cristianos, cuántos inocentes, cuántos niños! Pensemos en Nigeria, por ejemplo…

Ah, pero eso es África». Aquí, en Cracovia, las medidas de seguridad son impresionantes, y el Papa ha sido casi introducido en un coche negro, rodeado de patrullas policiales.

«Es guerra, no tengamos miedo de decir esta verdad, el mundo está en guerra porque ha perdido la paz«, agregó. Sobre la JMJ, Francisco mostró su esperanza en que los jóvenes «nos digan algo que nos dé un poco de esperanza en este momento».

«Hay guerra por intereses, hay guerra por el dinero, hay guerra por los recursos de la naturaleza, hay guerra por el dominio de los pueblos, esto es la guerra», concluyó el Papa. «Alguien puede pensar que estoy hablando de guerra de religiones. No. Todas las religiones queremos la paz. La guerra la quieren los otros. ¿Entendido?«, insistió.

Antes de partir para Cracovia, Francisco se dirigió a la Basílica de San Pedro, en donde se detuvo a orar en la tumba de San Juan Pablo II. Sucesivamente, el Pontífice saludó a un grupo de niños enfermos con sus familias, acompañados por los miembros de la Asociación Peter Pan.

Asimismo, al salir de la residencia Santa Marta en el Vaticano, a las 13.30 horas, para emprender su viaje hacia Cracovia, el obispo de Roma recibió el saludo de quince jóvenes refugiados, nueve chicos y seis chicas, de diversas nacionalidades, llegados desde hace poco tiempo a Italia y aún sin documentos que les permitan ir al extranjero.

Comienza un viaje que se promete totalmente nuevo a lo que se preveía. El asesinato del sacerdote y la obsesión por la seguridad marcarán, a buen seguro, una jornada que debía estar marcada por la esperanza y la alegría. Veremos cómo este Papa logra, si puede, darle la vuelta. Una vez más.

http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2016/07/27/francisco-en-el-vuelo-a-polonia-estamos-en-guerra-pero-no-hablo-de-guerra-de-religion-religion-iglesia-cracovia.shtml


El maná de cada día, 27.7.16

julio 27, 2016

Miércoles de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

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Los mandamientos del Señor son más preciosos que el oro fino



PRIMERA LECTURA: Jeremías 15, 10.16-21

Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot!

Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?

Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»


SALMO 58, 2-18

Dios es mi refugio en el peligro.

Líbrame de mi enemigo, Dios mío, protégeme de mis agresores; líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios.

Mira que me están acechando  y me acosan los poderosos. Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme.

Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar; que tu favor se adelante, oh Dios, y me haga ver la derrota del enemigo.

Yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia: porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro.

Y tañeré en tu honor, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar.Dios mío, misericordia mía.


Aclamación antes del Evangelio: Jn 15, 15b

A vosotros os llamo amigos -dice el Señor-, porque todo lo que oído a mi Padre os lo he dado a conocer.


EVANGELIO: Mateo 13, 44-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»


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INCLINA MI CORAZÓN A TUS PRECEPTOS

Del tratado de san Roberto Belarmino, obispo,
sobre la ascensión de la mente hacia Dios

Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia; ¿quién, que haya empezado a gustar, por poco que sea, la dulzura de tu dominio paternal, dejará de servirte con todo el corazón? ¿Qué es, Señor, lo que mandas a tus siervos? Cargad –nos dices– con mi yugo. ¿Y cómo es este yugo tuyo? Mi yugo –añades– es llevadero y mi carga ligera. ¿Quién no llevará de buena gana un yugo que no oprime, sino que halaga, y una carga que no pesa, sino que da nueva fuerza? Con razón añades: Y encontraréis vuestro descanso.

¿Y cuál es este yugo tuyo que no fatiga, sino que da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el primero y el más grande: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. ¿Que más fácil, más suave, más dulce que amar la bondad, la belleza y el amor, todo lo cual eres tú, Señor, Dios mío?

¿Acaso no prometes además un premio a los que guar­dan tus mandamientos, más preciosos que el oro fino, más dulces que la miel de un panal? Por cierto que sí, y un premio grandioso, como dice Santiago: La corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. ¿Y qué es esta corona de la vida? Un bien superior a cuanto podamos pensar o desear, como dice san Pablo, citando al profeta Isaías: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.

En verdad es muy grande el premio que proporciona la observancia de tus mandamientos. Y no sólo aquel man­damiento, el primero y el más grande, es provechoso para el hombre que lo cumple, no para Dios que lo impone, sino que también los demás mandamientos de Dios per­feccionan al que los cumple, lo embellecen, lo instruyen, lo ilustran, lo hacen en definitiva bueno y feliz.

Por esto, si juzgas rectamente, comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación, com­prenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin, serás dichoso; si no lo alcanzas, serás un desdichado.

Por consiguiente, debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y como realmente malo lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo prós­pero y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la en­fermedad, los honores y los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son ni deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y aborrecibles.