Los empresarios también pueden ser santos

julio 17, 2014

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Marcelo Candia, un empresario que se atrevió a dar un sí total a Cristo

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Él era un empresario industrial que se consolidó en el boom económico de Italia a fines de la década de los cincuenta. También un hombre generoso, respetado por todos en Milán (Italia).

Pero en algún momento de su vida, nada de eso fue suficiente: sentía que Dios le estaba pidiendo algo más. Por ello decidió venderlo todo para construir un hospital en el Amazonas e ir a pasar allí el resto de sus días, pobre entre los pobres.

Así se resume la vibrante historia del empresario Marcello Candia, reconocido oficialmente como venerable por la Iglesia Católica.

La oficina de prensa del Vaticano anunció este 9 de julio que, el martes 8 durante una audiencia concedida al cardenal Angelo Amato, el Papa Francisco autorizó el decreto que reconoce las virtudes heroicas de Candia, junto con las de otros seis siervos de Dios.

Avanza así la causa de beatificación de este gran misionero laico del siglo XX, que comenzó a ser alentada en Milán por el cardenal Carlo Maria Martini en 1991.

Marcello nació en Portici en 1916 como hijo del doctor Camillo Candia, gestor en Italia de la producción industrial de ácido carbónico (usos industriales en bebidas, hielo seco, laboratorios u hospitales, entre otros).

Un emprendedor enamorado de Cristo

Con estudios en química adquiridos en Milán se preparó Marcello para seguir los pasos de su padre. Se forjó en los difíciles años de la reconstrucción económica de Italia tras las guerras mundiales y a la par que obtenía éxitos con sus empresas, maduraba su participación en múltiples obras benéficas.

Tenía especial cariño y preocupación por los misioneros. Pero el punto de inflexión en su historia llegaría sólo en los años cincuenta, cuando durante un viaje a Brasil, conoció al padre Arístide Pirovano, misionero del PIME (Pontificio Instituto para Misiones Extranjeras) y obispo de Amapà (Amazonía de Brasil, frontera con Guayana Francesa).

Junto a él conoció en profundidad a los pobres que habitan el corazón de la Amazonía y al reconocer el rostro de Cristo sufriente en ellos, decidió vender todos sus bienes para construir un hospital en Macapà que estuviera al servicio de esos hijos de Dios abandonados por el Estado.

Las obras se iniciaron en 1961, pero Marcello tuvo que esperar otros cuatro años antes de partir a Brasil… Un grave incendio en sus industrias afincadas en Italia lo habían casi arruinado. No sólo el proyecto en Brasil peligraba, sino también la subsistencia de sus trabajadores y sus familias italianos.

Podría igual haber financiado su anhelo vendiendo todo, pero empoderado en una ética cristiana, el empresario Candia no se iría hasta solucionarlo todo.

Viviendo con los pobres de los pobres

En Brasil siguió siempre los consejos que le dio el entonces cardenal arzobispo Giovanni Battista Montini: «Haz todo de tal forma que no seas necesario».

Por ello cedió a los Camilianos el gran hospital que había construido, porque no debía siquiera suponerse que aquello era su nueva empresa.

De sí mismo decía: «Me basta el Bautismo para ser un misionero»… Un bautismo que le llevó a preferir los suburbios más extremos. Así, cuando el hospital en Macapà entró en contacto con el drama de los leprosos, que hasta ese instante eran marginados sociales, se fue a vivir en medio de ellos en Marituba.

Y se embarcó allí en un nuevo proyecto: transformar esa que calificó como “antesala del infierno» en un lugar de dignidad para los hijos de Dios. Fue en Marituba, con sus leprosos, que en 1981 tuvieron la alegría de recibir la visita del hoy santo Papa Juan Pablo II.

Marcello Candia fue llevado a Italia cuando ya estaba gravemente enfermo donde murió a las pocas semanas el 31 de agosto de 1983.

Camino de santidad

Desde entonces hasta hoy ya muchos conocen en Italia el testimonio de amor a Cristo vivido por Marcello, especialmente por el libro “El que era rico” de Giorgio Torelli publicado a finales de los años setenta.

«Argumentan que las opciones para el progreso deben ser sólo y siempre políticas, no de los individuos”-dice Candia en el libro, refiriéndose al clima que enfrentó en sus años de empresario y misionero-. Y entonces yo respondo: de acuerdo, pero esa afirmación habla de una inteligencia que yo no tengo.

Yo sólo sé hacer una cosa, quizás es un eventual talento: arrodillarme ante quien reconozco como mi hermano. Permítanme hacerlo, mientras maduran sus acciones políticas. Mi hermano necesita hoy, no puede esperar. Junto a ese hombre espero por usted».

«El Señor -continuó Candia en esa entrevista que el libro reseña- me dio a entender en profundidad el Evangelio cuando lo leí en la Amazonía. En Italia ya lo había leído muchas veces, pero aquí finalmente comprendí bien la frase del Señor: «Lo que hiciste a uno de estos pequeñitos me lo haces a mí».

Así que si usted me pregunta si lo que damos es lo que recibimos… Debo decir que es mucho más lo que recibimos, porque aquí –como nunca antes en mi vida- he comprendido el Evangelio».

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El maná de cada día, 17.7.14

julio 17, 2014

Jueves de la 15ª semana del Tiempo Ordinario

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Mi alma te ansía de noche, Señor, y mi espíritu madruga por ti

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PRIMERA LECTURA: Isaías 26, 7-9.12.16-19

La senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo; en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo.

Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti, porque tus juicios son luz de la tierra, y aprenden justicia los habitantes del orbe.

Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú.

Señor, en el peligro acudíamos a ti, cuando apretaba la fuerza de tu escarmiento.

Como la preñada cuando le llega el parto se retuerce y grita angustiada, así éramos en tu presencia, Señor: concebimos, nos retorcimos, dimos a luz… viento; no trajimos salvación al país, no le nacieron habitantes al mundo.

¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.


SALMO 101

El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

Tú permaneces para siempre, y tu nombre de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de misericordia. Tus siervos aman sus piedras, se compadecen de sus ruinas.

Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones.

Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.


Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 28

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré -dice el Señor.


EVANGELIO: Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»


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LA PRIMERA OCUPACIÓN DE LA VIDA:
ELEGIR LO QUE SE HA DE AMAR

San Agustín (Sermón 96, 1)

Duro y pesado parece el precepto del Señor, según el cual quien quiera seguirle ha de negarse a sí mismo. Pero no es duro y pesado lo que manda aquel que presta su ayuda para que se realice lo que ordena.

Pues también es cierto lo que se dice en el salmo: Por las palabras de tus labios he seguido los caminos duros (Sal 16,4). Y es verdadero también lo que dijo el mismo Señor: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera (Mt 11,30).

El amor hace que sea ligero lo que los preceptos tienen de duro. Sabemos lo que es capaz de hacer el amor. Con frecuencia este amor es perverso y lascivo; ¡cuántas calamidades han sufrido los hombres, por cuántas deshonras han tenido que pasar y tolerar para llegar al objeto de su amor!

Es igual que se trate de un amante del dinero, es decir, de un avaro; o de un amante de los honores, es decir, de un ambicioso; o de un amante de los cuerpos hermosos, es decir, de un lascivo.

¿Quién será capaz de enumerar todos los amores? Considerad, sin embargo, cuánto se fatigan los amantes y, no obstante, no sienten la fatiga; y mayor es el esfuerzo cuando alguien se lo prohíbe.

Si, pues, los hombres son tales cuales son sus amores, de ninguna otra cosa debe preocuparse uno en la vida, sino de elegir lo que se ha de amar.

Estando así las cosas, ¿de qué te extrañas de que quien ama a Cristo y quiere seguirlo, por fuerza del mismo amor se niegue a sí mismo? Si amándose a sí mismo, el hombre se pierde, negándose se reencuentra al instante.

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SERVICIO DE ORACIÓN
O MINISTERIO DE INTERCESIÓN – 15

1. Por la asamblea capitular de San José y sus trabajos.
2. + Julia A.
3. Julián
4. Carmen
5. Rebeca
6. Chela
7. Ana M.
8. Ali y Cipri
9. Susana
10. Julia R.
11. Anita
12. Jaime
13. Jesús
14. En favor de cuantos se encomienden a nuestras oraciones, por vivos y difuntos.

Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Amén.