El Papa Francisco explica a su amigo Quique por qué se quedó en la residencia Santa Marta

May 31, 2013
   «Así estoy a la vista de la gente»


«Estoy a la vista de la gente y hago la vida normal»

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«No quise ir al Palacio Apostólico a vivir, voy sólo a trabajar y a las audiencias. Me quedé a vivir en la Casa Santa Marta» y así, «estoy a la vista de la gente y hago la vida normal… Esto me hace bien y evita que quede aislado».

Con estas palabras explicaba hace unos días el Papa al sacerdote Enrique Quique Rodríguez su decisión de permanecer en la residencia de Santa Marta. La breve misiva ha sido difundida por el diario argentino Clarín.

La carta es respuesta a otra anterior que le había enviado el 1 de mayo el sacerdote. El padre Quique, que acompañó la pastoral del obispo asesinado Enrique Angelelli, comentó a radio La Red La Rioja que el domingo llegó a la casa de retiros Tinkunaco de esta capital, y encontró un sobre a su nombre, pero sin remitente.

«Eso me llamó la atención y la abrí de inmediato, dándome la grata sorpresa de que era la respuesta del Papa, a quien conocimos hace mucho. Yo le había escrito para comentarle sobre las fiestas patronales del barrio», contó.

Como eso ocurrió justo antes del inicio de la misa, el cura decidió leer la misiva papal al final la celebración, lo que «alegró mucho a la comunidad, tanto que los feligreses aplaudieron cuando terminé de leerla».

La carta dice textualmente:

»Querido Quique: Hoy recibí la carta del pasado 1º de mayo. Me trajo mucha alegría, la descripción de la Fiesta Patronal, me trajo aire fresco. Yo estoy bien y no he perdido la paz frente a un hecho totalmente sorpresivo, y esto lo considero un don de Dios.

»Procuro tener el mismo modo de ser y de actuar que tenía en Bs As, porque, si a mi edad cambio, seguro que hago el ridículo. No quise ir al Palacio Apostólico a vivir, voy sólo a trabajar y a las audiencias. Me quedé a vivir en la Casa Santa Marta, que es una casa (donde nos alojábamos durante el Cónclave) de huéspedes para obispos, curas y laicos.

»Estoy a la vista de la gente y hago la vida normal: misa pública a la mañana, como en el comedor con todos, etc. Esto me hace bien y evita que quede aislado.

»Quique, saludos a tus feligreses. Te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí. Saludos a Carlos y Miguel. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Fraternalmente, Francisco. Vaticano, 15 de mayo 2013.


El maná de cada día, 31.5.13

May 31, 2013

Viernes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario

Virgen María, flor de las flores

Virgen María, flor de las flores



ÚLTIMO DÍA DE MAYO

FIESTA DE LA VISITACIÓN

DE LA VIRGEN MARÍA



Antífona de entrada: Salmo 65, 16.

Fieles de Dios, venid a escuchar; os contaré lo que el Señor ha conmigo.

Oración colecta

Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba ya en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA: Sofonías 3, 14-18

Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.

El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos.

El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás.

Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.

El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva.

Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta. »

Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

SALMO: Isaías 12, 2-3. 4bcd. 5-6

Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»


ALELUYA: Lucas 1,45

Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

EVANGELIO: Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

-« ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

María dijo:

-«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.


Antífona de comunión: Lc 1, 48-49

Me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es Santo.

Venid con flores a María



CON FLORES A MARÍA, QUE MADRE NUESTRA ES

Tradicionalmente el mes de mayo es el mes mariano por excelencia. Vamos a honrar a nuestra Madre reproduciendo unos párrafos tomados de la primera encíclica del Papa Benedicto «Dios es amor».

María ha recibido con asombro el amor de Dios y se lo ha devuelto con inmenso gozo, como Madre de Dios. A la vez, ha ejercido a favor de los hombres una maternal solicitud que estrenó en la tierra y la continúa en los cielos para siempre.

Contemplemos finalmente, dice el Papa Benedicto, a los Santos, a quienes han ejercido de modo ejemplar la caridad. Los Santos son los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor.

Entre los Santos, sobresale María, Madre del Señor y espejo de toda santidad. El Evangelio de Lucas la muestra atareada en un servicio de caridad a su prima Isabel, con la cual permaneció «unos tres meses» (1, 56) para atenderla durante el embarazo.

«Magnificat anima mea Dominum», dice con ocasión de esta visita —«proclama mi alma la grandeza del Señor»— (Lc 1, 46), y con ello expresa todo el programa de su vida: no ponerse a sí misma en el centro, sino dejar espacio a Dios, a quien encuentra tanto en la oración como en el servicio al prójimo; sólo entonces el mundo se hace bueno.

María es grande precisamente porque quiere enaltecer a Dios en lugar de a sí misma. Ella es humilde: no quiere ser sino la sierva del Señor (cf. Lc 1, 38. 48). Sabe que contribuye a la salvación del mundo, no con una obra suya, sino sólo poniéndose plenamente a disposición de la iniciativa de Dios.

Es una mujer de esperanza: sólo porque cree en las promesas de Dios y espera la salvación de Israel, el ángel puede presentarse a ella y llamarla al servicio total de estas promesas.

Es una mujer de fe: «¡Dichosa tú, que has creído!», le dice Isabel (Lc 1, 45). El Magníficat —un retrato de su alma, por decirlo así— está completamente tejido por los hilos tomados de la Sagrada Escritura, de la Palabra de Dios.

Así se pone de relieve que la Palabra de Dios es verdaderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad. Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios.

Así se pone de manifiesto, además, que sus pensamientos están en sintonía con el pensamiento de Dios, que su querer es un querer con Dios. Al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, puede convertirse en madre de la Palabra encarnada.

María es, en fin, una mujer que ama. ¿Cómo podría ser de otro modo? Como creyente, que en la fe piensa con el pensamiento de Dios y quiere con la voluntad de Dios, no puede ser más que una mujer que ama.

Lo intuimos en sus gestos silenciosos que nos narran los relatos evangélicos de la infancia. Lo vemos en la delicadeza con la que en Caná se percata de la necesidad en la que se encuentran los esposos, y lo hace presente a Jesús.

Lo vemos en la humildad con que acepta ser como olvidada en el período de la vida pública de Jesús, sabiendo que el Hijo tiene que fundar ahora una nueva familia y que la hora de la Madre llegará solamente en el momento de la cruz, que será la verdadera hora de Jesús (cf. Jn 2, 4; 13, 1).

Entonces, cuando los discípulos hayan huido, ella permanecerá al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25-27); más tarde, en el momento de Pentecostés, serán ellos los que se agrupen en torno a ella en espera del Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14).

Venid con flores a María

La vida de los Santos no comprende sólo su biografía terrena, sino también su vida y actuación en Dios después de la muerte. En los Santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos.

En nadie lo vemos mejor que en María. La palabra del Crucificado al discípulo —a Juan y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19, 27)— se hace de nuevo verdadera en cada generación.

María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. A su bondad materna, así como a su pureza y belleza virginal, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia. Y siempre experimentan el don de su bondad; experimentan el amor inagotable que derrama desde lo más profundo de su corazón.

Los testimonios de gratitud, que le manifiestan en todos los continentes y en todas las culturas, son el reconocimiento de aquel amor puro que no se busca a sí mismo, sino que sencillamente quiere el bien. La devoción de los fieles muestra al mismo tiempo la intuición infalible de cómo es posible este amor: se alcanza merced a la unión más íntima con Dios, en virtud de la cual se está embargado totalmente de Él, una condición que permite a quien ha bebido en el manantial del amor de Dios convertirse a sí mismo en un manantial «del que manarán torrentes de agua viva» (Jn 7, 38).

María, la Virgen, la Madre, nos enseña qué es el amor y dónde tiene su origen, su fuerza siempre nueva. A ella confiamos la Iglesia, su misión al servicio del amor:

Santa María, Madre de Dios, tú has dado al mundo la verdadera luz, Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.

Te has entregado por completo a la llamada de Dios y te has convertido así en fuente de la bondad que mana de Él.

Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. Enséñanos a conocerlo y amarlo, para que también nosotros podamos llegar a ser capaces de un verdadero amor y ser fuentes de agua viva en medio de un mundo sediento (Dios es Amor, nn. 40-42; la distribución del texto y los remarcados en negrita son míos).

Venid con flores a María





Médico peruano cambió una vida de éxito profesional para ser sacerdote

May 30, 2013
P. Pablo Augusto Meloni Navarro

P. Pablo Augusto Meloni Navarro

ACI/EWTN Noticias

El médico Pablo Augusto Meloni Navarro logró todo lo que se propuso en su vida profesional y llegó a uno de los más altos cargos en la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, Dios lo llamaba a algo diferente y a sus 56 años ha sido ordenado sacerdote en la Arquidiócesis de Lima.

El sábado pasado el ahora Padre Pablo recibió el sacramento del orden sacerdotal en la Catedral de Lima junto a seis jóvenes diáconos, y su historia de conversión ha sido objeto de varios reportajes en los medios de comunicación peruanos.

El doctor Meloni destacó en la práctica de la medicina, acumuló maestrías internacionales, dedicó mucho tiempo a la docencia universitaria, hizo carrera en el Ministerio de Salud del Perú y en diversos organismos de cooperación internacional para llegar a ser vicepresidente del Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Todo lo anterior me parecía poco o nada”, contó el Padre Meloni a ACI Prensa. Después de 20 años de carrera y éxito, “sentía que en mi vida, tal vez tenía que hacer más, que lo que hacía era muy poco, una sed de poder estar con el Señor y poder llevar a la gente a que se encuentre con Jesús, era lo que mejor que le podía pasar a una persona”, afirmó.

El Padre Meloni, ingresó al Seminario Santo Toribio de Mogrovejo en la ciudad de Lima (Perú) a la edad de 51 años.

“Yo era de esos llamados católicos a mi manera”, recordó el sacerdote y señaló que se creía una buena persona porque “hacía oración”, iba a Misa “por compromisos sociales y de vez en cuando un domingo”.

“La oración y la Misa estaban presentes en mi vida, pero no con una intensidad y una cercanía que pudiera realmente darme cuenta de cuál era el sentido último y final de la experiencia humana y de mi existencia vital”, afirmó.

Su “proceso de conversión y de cambio” comenzó cuando su madre, entonces de 80 años de edad, le comentó que “se estaba olvidando de rezar”. “Yo pensé como médico, que estaba teniendo algún problema de memoria”, recuerda el presbítero y se ofreció a rezar con ella “pensando que le iba a hacer un ejercicio intelectual para reforzar su memoria”.

“Ella rezaba el Rosario. Yo no sabía exactamente qué era, pero la seguía, rezando con ella yo veía que se dormía y se quedaba con una paz, una tranquilidad que me estremecía”.

Un día su madre le recordó que no estaba confirmado y le aconsejó recibir este sacramento. Para no contradecirla le dijo que lo haría, aunque pensaba que no lo necesitaba.

Tras la muerte de su su madre, durante una Misa en la Parroquia Santísima Cruz en el distrito limeño de Barranco, escuchó sobre un programa de catequesis de confirmación de adultos y se inscribió “pensando que podría ser un homenaje póstumo a mi madre”.

“Inicialmente me sentí un poco extraño y me decía ¿qué hago acá?”, recordó el sacerdote. “Lo que me parecía más extraño es que lo empecé a disfrutar y empecé a ir a Misa todos los domingos, y en algún momento llegué a la conclusión de lo que había perdido durante mi vida, tantos años sin ir a Misa”.

“Me parecía una cosa hermosísima y entonces pensé que para poder recuperar el tiempo perdido tenía que ir a Misa todos los días”.

A partir de ahí, su vida empezó a organizarse en torno a la catequesis y la Misa diaria. “Empecé a hacer oración de manera más ordenada”, y las cosas que “antes me habían apasionado de mi trabajo, de mi vida personal y social, empezaron a perder importancia”.

Cuando esto pasó “pensé que estaba empezando a tener un problema psicológico, algún problema de salud mental”, así que consultó con algunos amigos que le dijeron que todo estaba bien.

Un día se enteró que una persona de su edad podía ser sacerdote y “esa idea no salió de mi cabeza, la tenía permanentemente rondando”. Contó con el acompañamiento de un sacerdote y empezó un proceso de dirección espiritual y de discernimiento.

Tuvo una entrevista con el rector del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, quien resultó haber sido también médico, “lo cual ayudó a confirmar que mi experiencia no era única, ni exclusiva, sino que muchas personas tal vez cientos y miles de persona en distintos lugares” habían sentido lo mismo.

Tras leer “Las Confesiones de San Agustín”, decidió ingresar al seminario y cambiar radicalmente de vida. En el año 2011 fue ordenado diácono y fue ordenado sacerdote en el mes de mayo dedicado a la Virgen María, a quien el Padre Meloni considera la la inspiración para seguir siempre “en este camino de discipulado y de apostolado”.

“Yo la vinculo a la figura de mi madre biológica,(…) María la primera creyente, el modelo de discípula y sobre todo, nos muestra a Jesús fruto bendito de su vientre”.

El nuevo sacerdote invitó a aquellos que sientan el llamado a una edad adulta a no tener miedo “porque Jesús nos llama a todos, o a vida consagrada, o como clérigos, o a la vida laical, pero nos llama a la santidad y él nunca nos va a defraudar”.

“No hay nada que la mente más ambiciosa de ningún ser humano pueda superar lo que el Señor tiene pensado para cada uno de nosotros, confiemos en él, entreguémonos y abramos nuestro corazón porque en él tenemos al amigo seguro que nos lleva al Padre. Espero que nos sigan acompañando en su oración a todos los que vamos a recibir este don y misterio que es la vocación sacerdotal”, concluyó.


El maná de cada día, 30.5.13

May 30, 2013

Jueves de la 8ª semana del Tiempo Ordinario

Y al momento recobró la vista

Y al momento recobró la vista



PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 42, 15-16

Voy a recordar las obras de Dios y a contar lo que he visto: por la palabra de Dios son creadas y de su voluntad reciben su tarea. El sol sale mostrándose a todos, la gloria del Señor a todas sus obras. Aun los santos de Dios no bastaron para contar las maravillas del Señor.

Dios fortaleció sus ejércitos, para que estén firmes en presencia de su gloria. Sondea el abismo y el corazón, penetra todas sus tramas, declara el pasado y el futuro y revela los misterios escondidos. No se le oculta ningún pensamiento ni se le escapa palabra alguna. Ha establecido el poder de su sabiduría, es el único desde la eternidad; no puede crecer ni menguar ni le hace falta un maestro.

¡Qué amables son todas tus obras! Y eso que no vemos más que una chispa. Todas viven y duran eternamente y obedecen en todas sus funciones. Todas difieren unas de otras, y no ha hecho ninguna inútil. Una excede a otra en belleza: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura?



SALMO 32

La palabra de Dios hizo el cielo.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando a los vítores con bordones.

Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo, el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano.

Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe: porque él lo dijo, y existió, él lo mandó y surgió.


Aclamación antes del Evangelio: Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo -dice el Señor-; el que me sigue tendrá la luz de la vida.



EVANGELIO: Marcos 10, 46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.

Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»

Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»

Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
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SOLTÓ EL MANTO

La ceguera de quien no quiere verse en el espejo de su propia condición pecaminosa es peor y más grave que la de aquel ciego Bartimeo que, sentado al borde del camino, pedía a todos un poco de limosna. Al oír que pasaba Jesús gritaba con fuerza: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Los demás, por miedo a quedar mal o hacer el ridículo ante Maestro tan reputado, protestaban y le regañaban para que se callara.

Bartimeo, en cambio, sin preocuparle lo que los demás pensaran de él, al oír que Jesús le llamaba, soltó su manto y, dando un salto, corrió hacia él. Jesús le regaló la gran limosna de ver muy de cerca aquellos ojos misericordiosos y divinos que curaron, sobre todo, la ceguera de su alma.

Aquel día, de entre todos los discípulos que seguían de cerca al Maestro, sólo los ojos de Bartimeo conocieron verdaderamente el rostro del Señor, porque sólo él tuvo la valentía de quitarse el manto de su propio yo y ponerse ante el Señor que pasaba tal como era: pobre y ciego.

Necesitamos cubrir la indigencia de nuestra condición humana con los ropajes y adornos de las propias compensaciones, de las aparentes seguridades, del aprecio y la aprobación del mundo, de la buena opinión de los demás. Cuántos defectos, manías, pecados, omisiones, pensamientos egoístas y rebuscados, críticas y torcidas intenciones ocultamos detrás del ropaje artificioso de esa imagen irreal, que tanto nos esforzamos por mantener como verdadera ante nosotros mismos y ante los demás.

Cuánta mediocridad de vida revestida con los harapos y jirones de nuestras justificaciones y excusas. Bajo el manto de una falsa virtud y de la apariencia de bien escondemos muchas veces la hipocresía de creer que nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios es como debe ser: nada exagerada, moderada, correcta y al uso de los tiempos que corren.

Incluso en el orden espiritual nos cuesta tanto aceptarnos tal como somos que, sin darnos cuenta, terminamos por esconder y disimular nuestro verdadero yo bajo el manto quejumbroso y lastimero de un “no puedo” que, en el fondo y aunque nunca lo reconozcamos, es un “no quiero” y un “no me apetece”.

No tengas miedo a amar lo que eres y a aceptarte tal como eres. No tengas miedo a reconocer ante Dios y ante ti mismo la pobreza de tus defectos y limitaciones o la ceguera de tus pecados. Aunque los demás te manden callar o alaben la vistosidad y belleza de tu manto, deja que Cristo pase por tu vida, cure la ceguera de tu alma y revista con la riqueza de su gracia la desnudez de tu pobreza espiritual.

Mejor ser un pobre Bartimeo que acompañar al Maestro en su camino y contarnos entre los seguidores y discípulos que, cegados por la oscuridad de su soberbia, nunca se atrevieron a pedirle la limosna de ver.

Mater Dei


Católicos de todo el mundo se unirán en adoración este domingo

May 29, 2013

Es un evento organizado por el Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización en el Año de la Fe

vaticano

Ciudad del Vaticano, 28 de mayo de 2013 (Zenit.org) Rocío Lancho García | 

Las celebraciones en Roma por el Año de la Fe continúan y las próximas en celebrarse son una Solemne Adoración Eucarística simultánea mundial el 2 de junio y la Jornada del Evangelium Vitae el 15 y 16 de junio.

Los eventos han sido presentados en rueda de prensa por monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y monseñor José Octavio Ruiz Arenas, secretario del mismo dicasterio.

Monseñor Fisichella ha explicado que la Adoración Eucarística se celebrará en la basílica de san Pedro este domingo de 17.00 a 18.00. Desde las diócesis de Vietnam, por ejemplo, se unirán a esta adoración a las 10.00 de la noche, las de Corea a media noche y desde el continente americano a primeras horas del día.

Son muchas las diócesis que han confirmado la adhesión a la iniciativa, desde Papua Nueva Guinea, Filipinas, Indonesia, pasando por India, Irak, Rusia, Israel, España, Noruega, Eslovenia, hasta llegar a Islandia, Sierra Leona, Camerún, o al continente americano con EEUU, Honduras, México y Venezuela, por poner algunos ejemplos. Han señalado que saben que muchas más diócesis se unirán aunque no hayan enviado un comunicado oficial. (Desde la página Annus Fidei se pueden ver los países que han confirmado que se unen a esta iniciativa).

La expresión elegida para dar significado a este evento es «Un solo Señor, una sola fe» para «testimoniar el sentido de profunda unidad que caracteriza este momento», ha afirmado monseñor Fisichella. Un evento histórico en la Iglesia que reunirá en común oración catedrales, parroquias, congregaciones religiosas y monasterios de clausura de todos los continentes. La respuesta ha sido masiva tal y como ha indicado monseñor Fisichella.

Será una hora de oración llena de «comunión fraterna y de apoyo a la fe de todos», ha afirmado el presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización. Cabe destacar, que para muchas diócesis no será solamente una adoración nocturna, sino que hay que añadirle la dificultad de la falta de electricidad o el clima.

El Centro Televisivo Vaticano retransmitirá la celebración y está estudiando la posibilidad de conectar con algunos puntos significativos de otros países.

El papa Francisco ha anunciado las intenciones que desea sean tenidas en cuenta para esta oración. Por un lado «por la Iglesia difundida en todo el mundo y hoy en signo de unidad recogida en Adoración de la Santísima Eucaristía. El Señor la haga cada vez más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse delante del mundo cada vez más ‘resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada'».

Por otro lado, la intención del santo padre se dirige a «los que en las diferentes partes del mundo viven el sufrimiento de nuevas esclavitudes y son víctimas de las guerras, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo esclavo, por los niños y las muejres que sufren cualquier tipo de violencia», «por los que se encuentran en precariedad económica, sobre todo los desempleados, los ancianos, los inmigrantes, los sin techo, los presos y todos los que sufren marginación».

El segundo evento anunciado hoy será el celebrado el 15 y 16 de junio con el título «Creyendo tuvieron vida», al que se ha llamado el encuentro Evangelium vitae, para certificar la gran temática que se desarrolla en torno al compromiso de la Iglesia sobre la promoción, el respeto y la defensa de la dignidad de la vida humana. En esta ocasión, el santo padre presidirá la eucaristía el domingo 16 de junio. Se celebrarán catequesis en distintas lenguas en varias iglesias de Roma en la mañana del sábado.

Y del mismo modo que en los otros eventos organizados por el Año de la Fe en Roma, se realizará un peregrinaje a la tumba de Pedro, el sábado 15 por la tarde y a partir de las 20.30 se realizará por la vía de la Conciliación una vigilia silenciosa para llamar la atención sobre el tema de la vida humana y de su valor intangible. Finalizará en la plaza de san Pedro con algunos testimonios significativos.

A día de hoy ya han confirmado la asistencia de grupos procedentes de Italia, EEUU, Alemania, Japón, Hungría, Rumania, España, Francia, Canadá, Nueva Zelanda, Argentina, Gran Bretaña, Bélgica, Eslovaquia, Costa Rica, Portugal y Australia.

Monseñor Fisichella ha informado que el Año de la Fe prosigue su «camino fecundo y rico de iniciativas tanto en las diócesis como en los encuentros con el papa Francisco».

Se calcula que hasta ahora se ha llegado a la presencia de unos 4.300.000 peregrinos en Roma, sabiendo que pueden ser muchos más ya que no todos los que acuden informan de su llegada, «la activa participación en la oración, en la reflexión y en la participación espiritual, que ha evidenciado la madurez con la que diferentes realidades eclesiales implicadas y los peregrinos en general se unen a esta experiencia eclesial», ha afirmado.

Para finalizar, ha anunciado cuales son los próximos eventos en agenda. Están previstos otros dos para antes del verano. El día 22 de junio se celebrará un concierto de la Sinfonía nº 9 de Beethoven, en el Aula Pablo VI con la presencia del papa Francisco. El segundo evento será en la primera semana de julio en la que habrá una peregrinación de seminaristas, novicias y novicios.


El maná de cada día, 29.5.13

May 29, 2013

Miércoles de la 8ª semana del Tiempo Ordinario

No sabéis lo que pedís

No sabéis lo que pedís


PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 36, 1-5a.10-17

Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente.

Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria.

Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.

SALMO 78,8.9.11.13

Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación.


EVANGELIO: Marcos 10,32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados.

Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»

Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»

Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»

Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»

Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»

Contestaron: «Lo somos.»

Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado.»

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

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BUSCÁIS A CRISTO GLORIFICADO, VOLVEOS AL CRUCIFICADO

San Agustín (Sermón 160, 5)

Escuchaste en el evangelio a los hijos del Zebedeo. Buscaban un lugar privilegiado, al pedir que uno de ellos se sentase a la derecha de tan gran Padre y el otro a la izquierda. Privilegiado, sin duda y muy privilegiado era el lugar que buscaban; pero dado que descuidaban el por dónde, el Señor retrae su atención del adónde querían llegar, para que la detengan en el por dónde han de caminar. ¿Qué les responde a quienes buscaban lugar tan privilegiado? ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? (Mt 20,22).

¿Qué cáliz, sino el de la pasión, el de la humildad, bebiendo el cual y haciendo suya nuestra debilidad dice al Padre: Padre, si es posible pase de mí este cáliz? (Mt 26,39). Poniéndose en lugar de quienes rehusaban beber ese cáliz y buscaban el lugar privilegiado, descuidando el camino de la humildad, dijo: ¿Podéis beber el cáliz que he de beber yo? Buscáis a Cristo glorificado; volveos a él crucificado. Queréis reinar y ser glorificados junto al trono de Cristo; aprended antes a decir: ¡Lejos de mí el gloriarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo! (Gál 6,14).

Ésta es la doctrina cristiana, el precepto y la recomendación de la humildad: no gloriarse a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Pues no tiene nada de grande gloriarse en la sabiduría de Cristo, pero sí el hacerlo en la cruz. Donde encuentra el impío motivo para insultar, allí ha de encontrar el piadoso su gloria. Sea idéntico lo que provoca el insulto del soberbio y la gloria del cristiano. No te avergüences de la cruz de Cristo; para eso recibiste su señal en la frente, la sede del pudor, por decirlo así. Piensa en tu frente para no temer la lengua ajena.


Mucho bienestar impide seguir a Jesús

May 28, 2013
Advertencia del Papa Francisco en la misa diaria

Advertencia del Papa Francisco en la misa diaria

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Roma, 27 de mayo de 2013

Zenit.org

Para seguir a Jesús debemos despojarnos de la cultura del bienestar y del encanto por lo temporal.

Esta fue la idea principal del papa Francisco durante la homilía de la misa presidida en la Casa Santa Marta. Subrayó también que debemos hacer un examen de conciencia sobre las riquezas que nos impiden acercarnos a Jesús.

Según informa Radio Vaticana, a la misa, que fue concelebrada por el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, asistieron los miembros del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, dirigidos por el presidente, monseñor Zygmunt Zimowski, y un grupo de colaboradores de los Servicios Financieros de la Gobernación del Vaticano, dirigidos por el doctor Sabatino Napolitano.

Dejar todo por el Reino

Jesús pide a un joven que dé todas sus riquezas a los pobres y le siga, pero este se va triste. El papa ha desarrollado la homilía partiendo del famoso episodio narrado en el evangelio de hoy.

Sobre esto, ha subrayado que «las riquezas son un impedimento», que «no hacen fácil el camino hacia el Reino de Dios”. Además, advirtió, «Cada uno de nosotros tiene sus riquezas, todo el mundo.» Siempre hay, dijo, una riqueza que “nos impide caminar cerca de Jesús».

Todos –continuó-, “debemos hacer un examen de conciencia sobre las que son nuestras riquezas, porque nos impiden acercarnos a Jesús en el camino de la vida».

El papa se refirió a dos «riquezas culturales»: primero, la «cultura del bienestar, que nos hace poco valientes, nos hace perezosos, incluso nos vuelve egoístas». El bienestar «nos adormece, es una anestesia».

««No, no, no más de un hijo, porque no podemos tomar vacaciones, no podemos ir a tal sitio, no podemos comprar la casa». Es bueno seguir al Señor, pero hasta cierto punto.

Esto es lo que hace el bienestar: todos sabemos bien cómo es el bienestar, pero este nos lleva hacia abajo, nos quita el coraje, aquel coraje fuerte para caminar cerca de Jesús. Esta es la primera riqueza de nuestra cultura actual, la cultura del bienestar».

Encanto por lo temporal

También hay, agregó, «otra riqueza en nuestra cultura», una riqueza que nos «impide caminar cerca de Jesús: es el encanto por lo temporal». Nosotros, dijo, estamos «enamorados de lo temporal». Las «propuestas definitivas» que nos hace Jesús, «no nos gustan». En cambio lo temporal nos gusta, porque «tenemos miedo del tiempo de Dios» que es definitivo.

«Él es el Señor del tiempo, nosotros somos los amos del momento. ¿Por qué? Porque en el momento que somos los amos: hasta aquí sigo al Señor, luego veré… He oído hablar de alguien que quería ser sacerdote, pero por diez años, no más… Cuántas parejas, cuántas parejas se casan, sin decirlo, pero en su corazón está: «mientras dure el amor y luego veremos…».

El encanto de lo temporal es una de esas riquezas. Tenemos que convertirnos en dueños del tiempo. Estas dos riquezas son las que en este momento nos impiden seguir adelante. Pienso en tantos, tantos hombres y mujeres que han dejado su tierra natal para ir como misioneros toda la vida: ¡esto es algo definitivo!»

Pienso en tantos hombres y mujeres que «han abandonado sus hogares para construir un matrimonio para toda la vida», aquello es «¡seguir a Jesús de cerca! ¡Es algo definitivo!». Lo temporal, reiteró el papa Francisco, «no es seguir a Jesús», es «nuestro territorio».

«Ante la invitación de Jesús, frente a estas dos riquezas culturales pensemos en los discípulos: estaban desconcertados. Nosotros también podemos estar desconcertados por este discurso de Jesús. Pidamos al Señor que nos dé el coraje para seguir adelante, despojándonos de esta cultura del bienestar, con la esperanza -al final del camino, donde Él nos espera- puesta en el tiempo. No con la pequeña esperanza del momento, que ya no sirve».

Traducido del italiano por José Antonio Varela V.


El maná de cada día, 28.5.13

May 28, 2013

Martes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario

Recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más y en la edad futura, vida eterna

Recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más y en la edad futura, vida eterna


PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 35,1-15

El que observa la ley hace una buena ofrenda, el que guarda los mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias; el que hace favores ofrenda flor de harina, el que da limosna ofrece sacrificio de alabanza.

Apartarse del mal es agradable a Dios, apartarse de la injusticia es expiación.

No te presentes a Dios con las manos vacías; esto es lo que pide la ley. La ofrenda del justo enriquece el altar, y su aroma llega hasta el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptado, su ofrenda memorial no se olvidará.

Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas; cuando ofreces, pon buena cara, y paga de buena gana los diezmos. Da al Altísimo como él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más. No lo sobornes, porque no lo acepta, no confíes en sacrificios injustos; porque es un Dios justo, que no puede ser parcial.

SALMO 49,5-6.7-8.14.23

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio. Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar.

«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti; yo, Dios, tu Dios. No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.»

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»


Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25

Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla.


EVANGELIO: Marcos 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»

Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»


El Papa advierte: Cuidado con ser «cristianos de museo» y con la uniformidad «sin sabor»

May 27, 2013

El peligro de ser insípidos

El Papa predica en Santa Marta

El Papa predica en Santa Marta

La sal, dijo, tiene sentido cuando se da para condimentar las cosas. Guardada en un frasco, con la humedad, pierde fuerza y no sirve, señaló. Hay que darse.

www.religionenlibertad.com

Los cristianos propagan la sal de la fe, de la esperanza y de la caridad: esta fue la exhortación del papa Francisco en la misa celebrada el jueves por la mañana en la Casa Santa Marta.

El santo padre señaló que la originalidad cristiana «no es una uniformidad» y advirtió contra el riesgo de convertirse en insípidos, como «cristianos de museo». Según informa Radio Vaticana, a la misa -concelebrada por los cardenales Angelo Sodano y Leonardo Sandri, y el arzobispo de La Paz, Edmundo Abastoflor Montero-, asistió un grupo de presbíteros y colaboradores laicos de la Congregación para las Iglesias Orientales.

¿Qué es la sal en la vida de un cristiano, cuál es la sal que nos dio Jesús? En su homilía, Francisco centró su reflexión en el sabor que los cristianos están llamados a dar a su propia vida y a la de los demás.

La sal que nos da el Señor, dijo, es la sal de la fe, de la esperanza y de la caridad. Pero, advirtió, hay que tener cuidado de que esta sal, que hemos recibido de la certeza de que Jesús murió y resucitó para salvarnos, «no pierda su sabor, que no pierda su fuerza.»

Esta sal, continuó, «no es para conservarla, porque si la sal se conserva en un frasco no consigue nada, no sirve. La sal tiene sentido cuando se da para condimentar las cosas. También creo que la sal guardada en un frasco, con la humedad, pierde fuerza y ​​no sirve.

La sal que hemos recibido es para darla, es para condimentar, está para ofrecerla. Lo contrario la vuelve insípida y no sirve. Debemos pedirle al Señor no ser cristianos con sal pero sin sabor, con sal guardada en un frasco.

Pero la sal también tiene otra característica especial: cuando la sal se utiliza bien, no se siente el sabor de la sal… ¡No se siente! Se siente el sabor de cada comida: la sal ayuda a que el sabor de aquella comida sea mejor, se conserve más, sea más buena, más sabrosa. ¡Esta es la originalidad cristiana!».

Agregó que «cuando predicamos la fe, con esta sal», los que «reciben el anuncio, lo reciben a su manera, como para las comidas.» Y así, «cada uno, con sus propias peculiaridades, recibe la sal y esta se vuelve mejor».

«¡La originalidad cristiana no es una uniformidad! Toma a cada uno como es, con su propia personalidad, con sus propias características, con su cultura y lo mantiene así, porque es una riqueza. Pero le da algo más: ¡le da el sabor! Esta originalidad cristiana es hermosa.

Pero cuando queremos crear una uniformidad -en que todos son salados de la misma manera-, las cosas serán como cuando una mujer arroja sal en exceso y se siente solo el sabor de la sal y no el sabor de esa sabrosa comida salada. La originalidad cristiana es esto: cada uno es como es, con los dones que el Señor le ha dado».

Esto, continuó el papa, «es la sal que tenemos, la que debemos dar». Una sal que «no es para conservarla, sino para darla». Y esto, dijo, «es un poco de trascendencia»: «de salir con el mensaje, ir con esta riqueza que tenemos de la sal y darlo a los demás».

Por otro lado, señaló, hay dos «salidas» para que la sal no se malogre. En primer lugar, poner la sal «al servicio de las comidas, al servicio a los demás, al servicio de las personas».

En segundo lugar, la «trascendencia hacia el autor de la sal, el Creador». La sal, reiteró, «no se conserva dándola solamente en la predicación», sino que «tiene también la necesidad de otra trascendencia, de la oración, de la adoración».

«Y así la sal se conserva, no pierde su sabor. Con la adoración del Señor yo trasciendo de mí mismo hacia el Señor, y con la proclamación evangélica salgo de mí mismo para dar el mensaje. Pero si no hacemos esto -estas dos cosas, estas dos trascendencias para dar la sal-, la sal permanecerá en el frasco, y nosotros nos convertiremos en cristianos de museo.

Podemos hacer ver la sal: esta es mi sal. Pero ¡qué bella que es! Esta es la sal que recibí en el Bautismo, esto es lo que he recibido en la Confirmación, esto fue lo que me dieron en la catequesis… Pero fíjate: ¡cristianos de museo! Una sal sin sabor, es una sal que no consigue nada».


El maná de cada día, 27.5.13

May 27, 2013

Lunes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario

Él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico

Él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico



PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 17, 20-28

A los que se arrepienten Dios los deja volver y reanima a los que pierden la paciencia.

Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría.

En el Abismo, ¿quién alaba al Señor, como los vivos, que le dan gracias? El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor.

¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que vuelven a él!

SALMO 31,1-2.5.6.7

Alegraos, justos, y gozad con el Señor.

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.


Aclamación antes del Evangelio: 2 Co 8, 9

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.


EVANGELIO: Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»

Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por todo el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»

Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»

Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»

¿QUÉ ME OFRECE EL MUNDO?

El pasaje evangélico del joven rico nos deja, quizá, cierta congoja. Al final del relato el evangelista nos detalla que, debido a sus riquezas, el joven fue incapaz de responder a la llamada de Jesús y “se marchó triste”.

Si el mundo es incapaz de procurarme alegrías que perduren, ¿por qué reniego una y otra vez de esa invitación del Señor a seguirle definitivamente? En el mundo no cabe Dios, por eso sólo me provee de mentiras, falsas ilusiones, ambiciones e intereses y, al final, tristeza.

Somos capaces de grandes resoluciones y propósitos encomiables, pero llegado el tiempo de la perseverancia, el corazón se agota y no encuentra la fuente adecuada donde calmar su sed. ¿El motivo? Constantemente caemos en el espejismo de que es aquí, en la idolatría de lo temporal, donde puedo alcanzar la felicidad.

Ese deseo de reconocimiento, ese teléfono que “lo hace todo”, ese vestido con el que “siempre” causaré admiración a todos, el coche “definitivo”, el bolígrafo que “nunca” agotará su tinta, el ordenador que “jamás” habrá de ser reparado, el “pelotazo” económico con el que cubrir el resto de mis años…

En cada uno de esos sueños siempre hay un halo de eternidad, porque el corazón del hombre está llamado a ser dichoso ¡siempre!

Sin embargo, detrás de lo ilusorio que hay en lo caduco existe un profundo e inconsciente deseo de que con mi sólo esfuerzo, o, con esa suerte que siempre me acompaña, todo girará, algún día, alrededor de mí, y seré, por fin, “eternamente” feliz. ¿Es eso la felicidad?

Observa, de verdad, al joven rico, a quien Jesús había mirado con cariño porque desde niño había cumplido los mandamientos. Le faltó lo fundamental: pasar del cumplimiento de las normas a la amistad íntima con Dios sin condiciones.

Sólo en esa entrega encontrarás la auténtica alegría, porque dejarás de ser esclavo de lo finito y vivirás en la libertad de quien lo tiene todo: el corazón de Cristo, vencedor del mundo, que me entrega la dicha de la eternidad por amor.

Lañas diarias en www.mater-dei.es